¡HolaHola!

Disclaimer: Los personajes que pertenecen a este fic, que aunque con mucho gusto éste sí que me pertenece, éstos no, ya que son obra maestra de Tadatoshi Fujimaki.

Este fanfic será único, es decir, un one-shot y va dedicado a mi querida diamond, que la verdad, sin ella, no lo hubiese escrito.

Espero vuestros comentarios y opiniones, los tendré muy en cuenta.

¡Muchísimas gracias!


Kagami entró a los vestuarios con intención de cambiarse de ropa y poder irse a su casa sin ningún impedimento, pero, esa pequeña presencia en la habitación fue motivo por el que sus planes cambiasen.

Kuroko, aun con el uniforme, estaba sentado en el banquillo con la cabeza gacha. Le había costado darse cuenta de que estaba allí, pero nada más verle supo que algo pasaba. Tal vez fuese por el agotamiento del entrenamiento, pero Kagami no pensaba eso. Su mente viajó a los momentos de hace bastante poco, en los que había notado una extraña tensión entre los dos chicos mientras entrenaban.

Era la primera vez que Kuroko se apartaba de su lado cada vez que sus cuerpos se rozaban en la cancha o simplemente esquivaba su mirada cuando éstas se encontraban.

Al principio, el pelirrojo no le dio la más mínima importancia, pero veía cómo Kuroko se contradecía a sí mismo respecto a sus actos. Había veces que le encontraba mirándole, observando cada uno de sus gestos y eso hizo que la situación se volviese un tanto incómoda.

Ahora lo tenía delante suyo, con el mayor silencio que ambos había presenciado.

- Kagami-kun ...

Éste se sobresaltó levemente. No se lo esperaba.

- ¿Hmm?

Se quitó la camiseta un tanto mojada, pero algo le detuvo antes de terminar la acción. Otra vez, esa mirada. Enarcó una ceja y miró hacia su dirección de reojo. No se equivocaba. Ahí estaba, de espaldas pero con la cabeza lo suficientemente inclinada para mirarle sin dificultades.

Kagami, molesto, le tiró la camiseta.

– Si no vas a decir nada, no hables y date prisa en salir.

Kuroko no se esperaba aquella reacción, pero en vez de quitarse la prenda de la cara, la apartó levemente, lo suficiente para que no le obstaculizase su campo de visión. La agarró con ambas manos e inconscientemente inhaló su aroma profundamente. El pelirrojo, que estaba contemplando aquella escena sin decir una palabra, vio cómo Kuroko giraba la cabeza quedando completamente de espaldas, dándose cuenta de lo que acababa de hacer.

Un leve rubor aparecía en las orejas de éste hasta hacerse lo suficiente visible. Kagami no podía tener una imagen más tentadora que esa.

Se acercó lentamente y le echó la cabeza hacía atrás, lo suficiente para que sus miradas se encontrasen. Le tiró bruscamente y todo su cuerpo cayó a lo largo del banquillo. Kagami no tardó en colocarse encima del pequeño y agarrar las finas muñecas del peli azul por encima de su cabeza.

Increíblemente, Kuroko no opuso resistencia alguna. Kagami le lanzó una mirada feroz. Dejó de sujetar al peli azul con ambas manos para hacerlo con una sola, suficientemente grande como para ejercer la misma fuerza que antes. Deslizó uno de sus dedos por su delgado abdomen haciendo que la camiseta se levantara dejando al descubierto su pálida piel. Notó como el pequeño de debajo suya se retorcía de placer ante el contacto.

Le lamió el cuello lentamente antes de morder su clavícula suavemente. Las caderas de Kuroko se elevaron de manera sensual hasta rozar la entrepierna de su dominante. El pelirrojo no tardó en perder la poca cordura que le quedaba. Se puso a horcajadas y agarró la delgada cintura del pequeño pasando sus fibrosos brazos por detrás de ésta, haciendo que se arqueara.

Kagami notaba su propia respiración agitada. Ambas entrepiernas se volvieron a rozar, esta vez haciéndose notar lo suficiente para saber cuál era el estado de ambos en esos momentos. El mayor hizo mucha más presión haciendo que Kuroko gimiera levemente. Kagami no pudo otra cosa que mirar su rostro sonrojado, con los ojos entrecerrados y algunas gotas de sudor deslizándose por las sienes.

Apoyó su frente con la suya, casi rozando sus labios. Se acercó, notando cómo la boca entreabierta de Kuroko se abría aún más recibiendo el húmedo beso. Sus lenguas se encontraban por primera vez y empezaron a conocerse lentamente al principio. A medida que pasaban los segundos la velocidad aumentaba, gemidos ahogados se quedaban en la garganta del menor y notaba como sucumbía por completo.

La inexperiencia del pequeño no sólo divirtió al mayor, sino que también lo excitó. Pensar que ese podría ser uno de los pocos besos que habría dado o incluso su primero, hacían que Kagami se diera cuenta de cuán inocente era.

Sin parar de besarse, el pelirrojo sujetó a Kuroko de tal manera que no hubiera ni un milímetro de distancia entre sus cuerpos. Y, aunque intentó contenerse, no pudo evitar que su otra mano bajase hasta sus pantalones, deshaciendo el nudo del cordón del pantalón e introduciendo los dedos por su ropa interior. Al peli azul se le escapó un gemido suave y tenue.

Comenzó a mover la mano lentamente por su miembro que se endurecía por segundos, aumentando gradualmente la velocidad mientras se miraban a los ojos. Kuroko los tuvo que cerrar mientras dejaba que su cuerpo flotara entre sus brazos. Kagami lo besó en el lóbulo de la oreja… lo besó en el cuello… bajando por la clavícula y mordiendo un poco la piel.

- Ah ...

Notando como el pequeño entrelazaba los dedos en su pelo se dejó llevar por un sentimiento irrefrenable y, subiendo la mano, introdujo varios dedos en la boca de él.

– Lámelos –le susurró, excitado.

Kuroko no se resistió y obedeció a la orden. Cerrando los ojos de nuevo, comenzó a chupar los dedos lentamente, humedeciéndole la piel y mordiendo a veces alguno de ellos con torpeza.

– Suficiente...

El pequeño paró de hacer la acción y apartando los labios de la punta de los dedos se veía como la saliva quedaba aún entre ellos. El peli azul se quedó con una expresión de confusión en el rostro.

Kagami deslizó la mano por la parte trasera del pantalón de Kuroko.

– ¿Qué...? – apoyó las manos en el fuerte pecho de Kagami, intentando detenerle.

– Relájate –le susurró cerca de su oído.

Kuroko estaba aún más confundido que antes. No entendía el motivo de poner los dedos justo... ahí. Decidió no preguntar a pesar de la curiosidad. Tenía la corazonada de que pronto lo averiguaría.

Parecía como si fuese a detenerlo una vez más, pero notó como Kuroko deslizaba las manos por el pecho de Kagami, dejando de hacer fuerza y permitiendo que profundizase la caricia. Notó como Kuroko temblaba en sus brazos. Pero se dio cuenta, al observar su rostro acalorado, de que no era por miedo, sino por placer.

El dedo de Kagami entraba y salía, haciéndole perder a Kuroko el sentido de todas las formas.

"Es tan suave y estrecho…"

Sin ningún permiso de por medio, el mayor introdujo un segundo dedo y Kuroko se agarró de los hombros de Kagami con miedo a perder el equilibrio en aquel banco tan ceñido.

– K-Kagami-kun… Ah…es extraño…

Una risa corta y ronca salió de lo más profundo de la garganta de Kagami. Notó como todo el calor de su cuerpo se acumulaba en una sola zona. Estaba en el límite.

Kuroko se agarró a los extremos del banco mientras veía como Kagami le quitaba la ropa por completo. Estaba expuesto a él de una manera que jamás hubiera imaginado. Kagami no podía creer lo que tenía delante por más que lo miraba de arriba abajo.

Kuroko se puso el antebrazo en la cara tapándose por completo y ocultando su rostro ante la inquisidora mirada de Kagami.

Kagami lo apartó y agarró su barbilla. Introdujo su lengua en la boca de él, y comenzaron a besarse mientras seguía tocándolo despacio y con mayor urgencia que antes.

– ¿Quieres que pare?

Aminoró sus movimientos, dudoso.

– ¡No…! - Kuroko se incorporó de golpe y rozó la mano de Kagami con dedos temblorosos-.

Al mayor le recorrió una descarga eléctrica por la espalda que le hizo estremecerse. Y sin más que añadir, se levantó y con un movimiento rápido situó a Kuroko encima suya a horcajadas de tal manera que tuviera una perspectiva completamente nueva de él.

– Ve bajando, Kuroko.

Aunque intentaba parecer tranquilo, la voz ronca de Kagami podía delatar la excitación que estaba sintiendo en ese momento. Kuroko empezó a bajar su delgado cuerpo hacia abajo. Notó la punta del miembro de Kagami y la introdujo dentro de él. Poco a poco. Hasta que una fuerte presión se antepuso a todas las sensaciones antes vividas.

Kuroko sorprendido ante esa sensación hizo un ademán de quitarse, pero Kagami pudo prever sus intenciones y sin ninguna piedad, agarró las caderas de Kuroko y se deslizó dentro de él con rapidez mientras escuchaba el grito de dolor y sorpresa del peli azul.

Kagami sintió un poco de culpabilidad. Las lágrimas de Kuroko empezaban a nublarle la vista y cayó en el pecho de Kagami, desplomándose por completo, como si su cuerpo no pudiera más después de tanto esfuerzo.

– ¡Oi, Kuroko! ¿Estás bien? ¡Eh!

Kagami empezó a preocuparse de verdad. Pero al final, notó como el pequeño cuerpo de encima suya se incorporaba lentamente. Kuroko elevó el rostro, situándolo a centímetros del de Kagami. Se dibujó una leve sonrisa en la expresión de cansancio del peli azul.

– Está caliente… –susurró mientras una gota de sudor le rondaba por la frente.

A Kagami le inundó un sentimiento cálido por todo el pecho. Decidió quedarse quieto durante un momento hasta que el interior de Kuroko se adaptara a su tamaño.

– Voy a moverme despacio, ¿está bien?

Hizo un leve movimiento impulsando las caderas, pero Kuroko lo detuvo a la mínima.

– ¡No…! Espera, quiero hacerlo yo…

-¿Qu-?

Pero antes de que pudiera gesticular palabra, Kuroko ya estaba moviéndose lentamente a lo largo de su miembro. Poco a poco, se iba relajando con su propio movimiento, de manera que pudiera salir y entrar con suavidad. Aún seguía latente la sensación de dolor del principio, aunque se iba desvaneciendo a medida que aumentaba las penetraciones.

A Kagami también le costó acostumbrarse a la estrechez de su interior, pero, al contrario de Kuroko, el placer vino al instante. Estaba perdiendo la cordura, y los gruñidos que salían por su boca no podían reprimirse.

Kuroko alzó las caderas casi de manera inconsciente ya que su cuerpo lo exigía y gimió sin poder evitarlo. Kagami apresó aquellas caderas, intentando hacer el contacto más profundo. Si no fuera porque era la primera vez de Kuroko, ahora mismo lo estaría penetrando con fuerza. Pero se contenía por él.

– Kagami-kun… Ya, no puedo más…

– Espero que no pienses que hemos terminado.

Kagami contuvo una carcajada, divertido.

– No…

– "No", ¿qué?

Kagami levantó las caderas rápidamente y lo penetró bruscamente. Kuroko no pudo hacer otra cosa que lanzar un gran gemido. Todo su cuerpo de estremeció de placer.

– Prefiero... prefiero que me lo hagas tú…

Límite excedido.

En un abrir y cerrar de ojos, Kuroko se encontraba debajo de Kagami, apresado entre sus brazos. Le miró de manera sorprendida, pero a la vez en sus ojos se veía reflejada su excitación.

Kagami atrapó la boca de Kuroko, y éste, le devolvió el beso, sedientos el uno del otro. Alzó las manos apoyadas débilmente en el ancho pecho del mayor y las subió hasta su pelo rojo, increíblemente descolocado. Lo acarició con suavidad y entrelazó sus dedos con delicadeza en los mechones del cabello.

Kagami lo volvió a penetrar y Kuroko tuvo que soltar una breve queja.

– No me hago responsable de lo que pase a partir de ahora.

Kuroko le miró sin decir palabra con aquella expresión curiosa y asintió con la cabeza.

Kagami tomó aquel gesto como una invitación y no dudó en aceptar. Empezó a penetrarle al principio lentamente, pero no tardó mucho en aumentar la velocidad hasta lo único que se podía escuchar eran gemidos leves, incluso algún que otro grito o súplica.

Kagami le agarró las muñecas con sus dos manos, alzándoselas por la cabeza como al principio y comenzó a penetrarle bruscamente, sin parar. Embestidas rápidas y profundas. Kuroko gritaba, gemía. Le soltó rápidamente y agarrando las rodillas del menor, las separó. Dejó caer su cuerpo encima del de él, mientras seguía con las embestidas fuertes.

Un grito ensordecedor de placer salió de la boca de Kuroko.

Kagami sonrió con malicia ante el nuevo descubrimiento.

– Con que, aquí es, ¿eh?

Kagami aprovechó ese punto sensible en el interior de Kuroko y empezó a penetrarlo lento y suave.

- ¡Ah! Hah ...

A Kagami le resultaba demasiado tierna la forma en la que gemía Kuroko. En cómo se retorcía bajo su cuerpo, en sus espasmos cada vez que tocada cierto punto. Todo. Se inclinó y lo besó, un beso húmedo, lento y profundo. Kuroko cogió aire. Se estaba sofocando. Había demasiado calor acumulado en la habitación. Distintos olores… olor a sexo.

Sus penetraciones se volvieron rápidas, muy rápidas. Kuroko, eufórico, dejó de sentir dolor por completo para dejarle paso al placer, abriéndose a Kagami. Gemía sin parar y se sujetaba desesperado a su ancha espalda. Lo estaba embistiendo sin detenerse ni un momento.

Ambos notaron que estaban llegando al final.

Kagami, con un gemido profundo, se corrió en su interior, llenándolo por completo. Kuroko abrió los ojos de par en par al notar como llegaba al clímax. Se retorció en fuertes espasmos mientras llegaba al orgasmo. Un orgasmo que no había experimentado en su vida.

Fue una mezcla de emociones y de sensaciones lo que le hizo convulsionarse, y soltar unos últimos gemidos.

- Ah ... Ah ...

Kagami se dejó caer por completo y apoyó su frente en la de Kuroko. Podían notar el aliento de cada uno, las respiraciones aun agitadas y algún que otro jadeo por parte de menor.


Kagami fingía beber de su botella, mientras miraba de soslayo a Kuroko.

Después de terminar, un silencio estremecedor sobrecogió a ambos. Kuroko estaba sentado en el banquillo donde minutos antes acababan de hacer el amor, con las rodillas apoyadas en su pecho. Llevaba puesto el pantalón por petición de Kagami. No podía a arriesgarse a ver a Kuroko completamente desnudo de nuevo, tirado, con el rostro sonrojado mirando a ninguna parte en concreto y con su propia semilla deslizándose por el interior de los pálidos muslos.

Se sonrojó al recordar aquella imagen. Con un suspiro se sentó al lado suyo y le ofreció su botella. Kuroko la agarró y bajó las piernas del banquillo.

– Kagami-kun… –Kuroko alzó la mirada decidida, pero la dejó caer de nuevo, indeciso–. ¿Lo volveremos a hacer?

Kagami bajó la vista de golpe y pudo diferenciar un leve sonrojo en el rostro del menor.

"A este paso no tardaré en responder a su pregunta."

Deslizó su brazo por detrás de Kuroko y atrajo con su mano la cabeza de él para que cayera sobre su propio hombro suavemente.

El menor miró hacia arriba y vio que Kagami también estaba levemente sonrojado mirando en dirección contraria, evitando su mirada. Sonrió levemente y se permitió acurrucarse un poco.

Ambos sabían que esa no iba a ser su última vez.


¡Hola de nuevo!

Bueno, bueno, ¿qué os ha parecido? Me encantaría que me dejaseis vuestros comentarios y opiniones al respecto. Os lo agradecería.

¡Espero que os haya gustado!

Muchísimas gracias por haberme leído. Os espero otra vez.

¡Adiós!