Disclaimer: El mundo de Aldnoah Zero y sus personajes pertenecen a Olympus Knight y A-1 Pictures. Hago esto sin fines de lucro o derivados.

Pareja: Inaho x Slaine (OrangeBat)

Advertencias: AU. Contenido homosexual explícito. Infidelidad. Lime.

Rude

by

Crosseyra

Cuarta parte

Cuando la lluvia termina


Dedicado a BloomyLee


I

Cuando Inaho despertó sobre el futón arrugado y desordenado en el piso de su habitación con una de las más grandes perezas de su existencia, la luz cálida que pegaba a eso de las nueve del día se filtraba por entre las persianas cerradas y el vidrio trasparente, apenas alcanzando sus ojos y quemándole los párpados. En sus intentos por arrojar fuera y sacudirse los efectos del sueño mientras bostezaba profundo y flexionaba los músculos, se dio cuenta de dos cosas importantes.

Uno; era demasiado tarde para levantarse.

Dos; Slaine no estaba junto a él, y tampoco se encontraba por ningún lado.

Fue raro para Inaho, luego de asimilar el hecho de que estaba solo en el suelo de su habitación, extrañar el aroma a lluvia e invierno de Slaine. No se había percatado antes del detalle, del peculiar olor que iba rodeando al rubio cenizo de tristes ojos aguamarina casi la mayor parte del tiempo. Despedía el recuerdo de tierra mojada, de charcos en los caminos no pavimentados, de cielos grises y bosques húmedos en medio de las vacaciones de las estaciones más heladas del año. Y Kiazuka no sabía porqué le inspiraba sensaciones como esa; la vida en Shinawara era cálida y marina, no conocía algo diferente.

No conocía la sensación de vivir rodeado de lluvias espontáneas y la naturaleza más íntima y esconcondida del mundo.

En cuentas resumidas, nunca había conocido a alguien como Slaine Saazbaum.

Giró la cabeza, apoyando la mejilla sobre la almohada que había terminado por robar de su propia cama; el espacio vacío que debería estar ocupando el cuerpo de Slaine Saazbaum en el futón tenía impregnado su perfume natural. A Inaho le cosquilleó en la nariz la sensación y, contra su raciocinio, hundió el rostro en ese hueco solitario que el chico rubio había dejado.

Se supone que Inaho amaba a Asseylum.

¿Por qué no podía llegar a imaginarse despertar el resto de sus días junto a su rostro de porcelana y sus cabellos resplandecientes y rubios? Las luz de un sol madrugador inmiscuyéndose por las persianas abiertas, el reloj digital sobre el velador, un armario compartido al fondo del cuarto. ¿Por qué le estaba costando figurárselo ahora? Quería tener niños, al menos eso era lo que deseaba en una vida compartida con la heredera de las empresas Vers.

Ya no tenía una imagen en concreto en la cabeza.

Inaho ya no sabía qué era lo que quería.

Solo una persona y un día fueron suficientes para volcar ese mundo que había idealizado en la mente. En sus ideas no figuraba Slaine, sin embargo, ya no tenía la certeza de estar haciendo lo correcto con su vida ligándola a Asseylum Vers Allusia. ¿Quizás estaba precipitándose, exactamente como Yuki había pronosticado? ¿Tal vez no era el momento? Dudar ahora sobre su compromiso parecía irreal y un poco cobarde de su parte.

Pero ahí estaba, titubeando, tratando de encontrar el camino correcto de nuevo.

¿Slaine Saazbaum Troyard era el culpable de todo su dilema? El sexo con el chico había sido impresionantemente bueno, e Inaho había terminado por darse cuenta que su interés por él estaba comenzando a adquirir un carácter sexual. Las caricias, los besos, el sabor de su piel, la sublime sensación de sentir el interior del muchacho, tan cálido y placentero que apenas podía mantener su corazón exaltado en su lugar.

Todo había ocurrido demasiado rápido; Inaho no había tenido tiempo para pensar en nada más que en Slaine retorciéndose bajo su cuerpo cálido y húmedo.

Sus piernas estaban colgando en el borde del abismo, y Kaizuka Inaho apenas empezaba a caer en la cuenta de ello.

II

Cuando Yuki arribó en el departamento a eso de las once de la mañana, Inaho seguía tumbado sobre el futón de su cuarto, meditando, reflexionando consigo mismo, sin notar siquiera que su hermana mayor estaba observándole con las cejas fruncidas y una mueca avergonzada en el rostro. La suboficial Kaizuka había tenido una noche larga en su turno en la penitenciaría de Shinawara, y esperaba que, al menos, Inaho estuviera en pie o, en su defecto, no estuviera en casa.

Pero no encontrar al menor de los Kaizuka desnudo sobre un futón completamente enrredado en el piso flotante, con su ropa desperdigada a su alrededor y una mirada completamente perdida en algún punto del techo raso que el chico, en realidad, no estaba viendo.

—Naho-kun... —carraspeó Yuki, haciéndose notar. Inaho clavó los ojos en su hermana con lentitud. —Sé que es tu prometida, y sé que la amas mucho, y sé que ella también te quiere mucho. Pero, ¿podrían, por favor, dejar el tema de los bebés para después de la boda? —hizo una pausa, dejando que el castaño procesara bien la información. Señaló el futón desordenado y las ropas del chico regadas por el piso con el dedo índice. —Tu cuarto, Naho-kun, y mientras vivas conmigo, no es un buen lugar para hacer bebés con Seylum-san.

Inaho le atisbó sin parpadear y Yuki, dejando salir un suspiro cansino y murmurando para sí misma sobre la imprudencia de los jóvenes de hoy en día, se retiró a su propia habitación sin agregar nada.

El muchacho apenas dejó escapar un resuello tenue; había tenido sexo, pero no precisamente con ella.

Necesitaba sentir algo de culpa por ello para poder caer de lleno en el hecho de que le estaba siendo infiel a su futura esposa con su hermano.

Dioses santos; sonaba horrible.

Tomando una profunda bocanada de aire, Inaho Kaizuka se levantó del futón apenas con la energía suficiente para no volver a tumbarse. Rascándose la nuca y comprobando la hora en el reloj digital de su escritorio, decidió que lo mejor que podía hacer en se preciso instante era darse una ducha de agua fría para despejarse; su cabeza era un lío, un revoltijo de pensamientos que terminaron por abrumarlo por completo. Empezaba a sentir los efectos de la realidad surtir en su cuerpo.

Estaba por tomar un toalla del cuarto de lavandería cuando su teléfono comenzó a vibrar y sonar sobre la mesita de centro del living.

Inaho, siempre precavido y cuidadoso, apenas se dignó a chequear el número de la llamada entrante en la pantalla del aparato.

—¿Diga?

Inaho-san. —reconoció la voz de Asseylum hablando al otro lado de la línea, y al castaño se le anudó el estómago; incluso luego de un año de relación seguían manteniendo las rutinas de formalidades. ¿Inaho?

—Estoy aquí. —dijo rápidamente. —¿Sucede algo?

Ah. Solo llamaba para recordarte que hoy tenemos una cita programada con la casa de novios y otra para la pastelería y el buffete. También tenemos que consultar sobre la casa de campo. —una breve pausa, mientras Inaho terminaba de recolectar los útiles para su ducha. ¿Estás bien, Inaho-san? Tu voz suena gangosa.

El castaño tardó su par de segundos en contestar, sintiéndose un poco descolocado al saberse evidente en su estado actual.

—Dormí en una mala posición, no es mucho. —mintió. Había descansado de maravilla, pero la confusión que representaban sus pensamientos en esos momentos lograba desestabilizarlo un poco.

Una risita cantarina emergió del altavoz del teléfono.

Lamento mucho que papá te retuviera hasta tan tarde anoche. —dijo ella con tono suave y alegre. —También es mi culpa; de verdad quería que conocieras a Slaine.

"Oh, claro que lo conocí; más de lo que le hubiera gustado a nadie..." pensó Inaho, pasando una mano por su cabello castaño y entrando al cuarto de baño.

—No parece una mala persona. —suspiró el muchacho, restregándose los ojos y mirándose el rostro en el espejo.

Es reservado, y su actitud no fue la mejor, pero tengo esperanzas en que se harán grandes amigos.

Inaho hizo una pausa, meditando las palabras de su prometida. A la cabeza se le vinieron las imágenes de la noche anterior. Cuerpos sudados, friccionándose. Slaine jadeado bajo su propio peso, con la camisa todavía puesta y a medio desvestir. No había dicho nada al respecto, pero ciertamente no podía hacerse el desentendido al haberlo notado.

La cantidad preocupante de cicatrices que cruzaban y rasgaban el pecho del rubio.

—¿Te decepcionaría?

—¿Eh? —Asseylum sonó vacilante.

—¿Te decepcionaría que no nos hiciéramos amigos?

La pregunta tomó por sorpresa a la rubia; Inaho percibía su voz algo indecisa. No era muy complicado leer las reacciones de Asseylum, y Kaizuka estaba habituado a interpretar las maneras y ademanes de su prometida desde hace ya bastante tiempo. No parecía enojada ni triste respecto al asunto, solo... insegura.

¿Pero de qué, precisamente? ¿De no llevarse bien? ¿De no considerarse una familia desde temprano?

Inaho ya no podía ver a Slaine Saazbaum como un potencial miembro familiar, y también apostaba su pellejo a que su futuro cuñado no estaba intentando hacer las pases con él a la distancia.

Se sorprendió de siquiera haber tenido presente la posibilidad de que lo sucedido la noche pasada había sido un error.

De verdad, algo estaba mal en todo el asunto.

Asseylum suspiró.

Supongo que sí, un poco; pero es más importante que mantengan una buena relación. Serán familia dentro de un mes.

—Familia. —Inaho saboreó la palabra en los labios. —Voy a darme una ducha. ¿Acordamos hora y lugar?

A mediodía en el lugar de siempre. la voz de la chica tomó un carácter animado. Podríamos pasar a comer algo.

—¿Qué hay con Slaine-san? —la pregunta había salido por sí sola. Inaho se desconcertó de sí mismo al intentar reformular el sentido de ello. —Viene para ayudar con los preparativos de la boda, según sé.

Una nueva pausa; la heredera de Vers se mostró incluso más dubitativa en ese aspecto. El castaño cayó en la cuenta de que había tocado un tema sensible. Era extraño; Slaine de por sí parecía ser un punto de hiperestesia en el cuadro familiar que el señor Saazbaum había construido.

Asseylum chasqueó la lengua con suavidad, como si intentara encontrar los conceptos precisos.

Ahora mismo no se siente muy bien; algo le sentó mal al desayuno, aunque no ha querido hablarlo conmigo. Se ha levantado a darse una ducha temprano y ha estado encerrado en su habitación el resto de la mañana. Creo que tuvo una mala noche en casa. —Allusia calló repentinamente, y su voz resonó distante en el auricular del móvil; Inaho dedujo que estaba hablando con alguien más. —Okay, papá está llamándome. Hablamos luego. Te quiero.

No hubo tiempo para que Inaho correspondiera y se despidiera.

Agradeció no tener ese tiempo antes de que Asseylum colgara.

Se pasó una mano por el cabello nuevamente; no estaba estresado, sí preocupado, porque sus pensamientos fluían en todas direcciones y no se estaban centrando en un único objetivo. Estaba comenzando a sentirse extraño, como una colegiala indecisa de su primer amor. Y es que Asseylum, en verdad, era precisamente la primera persona a quien de verdad amaba. Años antes estuvo fijado en Inko, su mejor amiga, sin embargo, el sentimiento nunca llegó a evolucionar en algo más profundo.

Y ahora todo se complicaba un poco más.

Solo fue sexo; no tendría porqué repetirse.

Abrió la llave de la regadera y se metió a la ducha fría con la clara intención de despejar su mente. Sintió a Yuki tocando a la puerta y preguntándole si iba a salir a algún lado; su hermana pensaba en la posibilidad de almorzar juntos en el apartamento o en algún local cercano. Inaho denegó, y dijo a Yuki que había algo de comida refrigerada en la nevera que había preparado ayer por la noche.

Salió del cuarto de baño con sus pantalones desabotonados y una toalla cubriéndole la cabeza, pensando en las palabras de Asseylum. Al menos Slaine se las había ingeniado para hacerle creer a su familia que había pasado la noche en su cuarto, y eso dejaba una preocupación menos en su cabeza.

Su celular volvió a vibrar y sonar mientras se calzaba sus zapatillas; el nombre de Amifumi marcado en la pantalla táctil. Atendió cordial, apenas interesado en responder la llamada, y ella junto con los chicos le invitaron a un bar cerca de la facultad de medicina de la universidad a eso de las diez de la noche. Decidió aceptar; poco tiempo había compartido con sus amigos desde el jaleo del compromiso.

Tomó sus llaves, dejó una nota a su hermana sobre el cuenco de la entrada y salió del departamento.

III

Slaine se arrellanó todavía más bajo las sábanas cuando golpes suaves e indecisos llegaron a chocar sutilmente contra la puerta de su cuarto; las persianas cerradas de par frente a la única gran ventana de la habitación le daban un aspecto un poco deprimente y oscuro. Incluso siendo alrededor de las once de la mañana y su cuerpo renegando su posición sobre la colcha, no quería salir.

Sus piernas dolía, sus músculos dolían, todo lo que conformaba su cuerpo se quejaba resentido por la pose, pero se negaba rotundamente a salir de su habitación y de su propia cama. No quería ver a nadie, no quería hablar con nadie; estaba sumido en ese tipo de estado anímico donde la soledad y el autismo eran los mejores compañeros.

Pero tenía una hermana demasiado buena y dulce para siquiera dejarlo en ese estado.

Y también tenía un padre preocupado y estricto que no deseaba ver a su hijo mayor decaído de esa manera.

Asseylum no había parado de insistirle durante toda la mañana para que dejara su mal humor de lado y se dignara a al menos poner un pie fuera de su cuarto, dejar la seguridad de su cueva de ermitaño y enfrentarse a su familia, a su adorada hermana.

No.

Absolutamente no.

¿Cómo demonios iba a mirar a Asseylum, la dulce niña de sus ojos, a la cara cuando se había acostado con su prometido la noche pasada? ¿El futuro esposo de su hermanita? Ciertamente se había dejado llevar, un desliz, pero la culpabilidad le estaba carcomiendo por dentro.

Especialmente cuando el sexo con Kaizuka Inaho se había sentido tan malditamente bien.

El chico era primerizo con un hombre; se podía apreciar a kilómetros el hecho de que en ese momento el castaño había dudado en cómo llevar a la práctica un tema todavía demasiado tabú en la sociedad. Pero pese a ello, la manera en que sus cuerpos habían reaccionado y respondido a las exigencias del otro había sido como tocar el cielo para Troyard. Fue tosco, no obstante, también había sido inesperadamente placentero.

Vamos, que él no debería estar disfrutando del recuerdo de esa forma. Era inmoral de su parte hacerlo.

Ética, Troyard. Tu padre te enseñó sobre eso.

Nuevamente tocaron a la puerta, esta vez con una insistencia mayor. Slaine se arrebujó incluso más bajo las sábanas si era posible.

—¿Slaine? la voz de Asseylum acentuó su remordimiento en el pecho. No encontró las fuerzas para contestar. Slaine, ¿estás bien? ¿Te sientes mejor? ¿Quieres que te acompañe a ver a un doctor?

Troyard se mordió los labios con fuerza; no merecía la amabilidad de su linda princesa, le estaban ofreciendo una misericordia que no debería recibir, porque había traicionado de la peor manera posible a la muchacha. Había mentido sobre el malestar estomacal que estaba sufriendo, pese a que no era del todo mentira el sentirse enfermo, y ahora estaba siendo cruel al dejar que Asseylum hablara con un muerto como él.

¿Por qué demonios había aceptado la propuesta del malnacido de Inaho en primer lugar?

Debió haber dejado su lucidez tirada en alguna parte.

—Estoy bien. respondió; la voz la tenía rasposa.

La muchacha, no muy convencida del tono y los resuellos tenues en la voz de Slaine, continuó férrea y obstinada al otro lado de la puerta.

—¿Necesitas algo? Puedes pedirme lo que sea, ¿sabes?

Troyard apretó los dientes. Era tan complicado negársele...

—Estoy bien, Asseylum. No te preocupes.

—Vale. la heredera de Vers pareció meditárselo por un segundo; nada parecía lo suficientemente convincente para ella, pero no podía hacer mucho cuando la hora estaba corriendo en su contra. Suspiró, dándose por vencida.Yo debo salir ahora; hay que comenzar con los detalles de la boda. Enviaré a alguien para que esté al pendiente de ti, ¿está bien?

No hubo respuesta. Asseylum había comenzado a caminar alejándose por el pasillo cuando sintió la puerta abrirse a sus espaldas. Se giró sobre su propio eje, una sonrisa se iluminó en su rostro a ver la cabeza de Slaine asomarse por la rendija entre el marco y la puerta.

—¿Vas a atender asuntos de la boda? preguntó el chico, entrecerrando los ojos al tratar de acostumbrarse a los cambios de luz en el corredor.

—Sí, no nos queda mucho tiempo.

El chico rubio cenizo hizo una pausa, reflexionando consigo mismo las cosas que había hecho y cómo comenzar a remediarlo. Más que por otra cosa, la razón por la que había arribado tan temprano en la ciudad con respecto a la boda radicaba en el hecho de que la propia Asseylum había pedido su ayuda.

¿Cómo fallarle ahora?

Debía estar demente.

—Vale, te acompaño.

Seylum le atisbó con sorpresa, una sonrisa perfilándosele en los labios.

—¿Estás seguro? Si no te sientes bien, no hay problema en que te quedes en cama.

—No, está bien. respondió Slaine, metiéndose al interior de su cuarto por algo de ropa. Vine a Shinawara por adelantado para ayudarte en lo que necesitaras. ¿Lo recuerdas? Es mi trabajo a fin de cuentas.

—¡Eres todo un caso, Slaine! No sé qué haría sin ti. —la heredera de Vers le echó los brazos encima, rodeándole el cuello y plantando un beso efusivo en su mejilla izquierda. Si Slaine no fuera gay, probablemente se habría enamorado de pies a cabeza de ella sin ninguna traba de por medio.

No sentía ninguna clase de atracción sexual por los pechos, honestamente. Y no era capaz de ver a Asseylum Saazbaum Vers Allusia como algo más que una hermana.

Buscó algo cómodo entre sus ropas en lo que la muchacha salía disparada por el corredor, visiblemente entusiasmada por el nuevo cambio de eventos. Slaine soltó un resoplido desganado; habían cosas que con el paso de los años nunca cambiarían, una de ellas era la facilidad con la que Asseylum se impresionaba de las cosas.

Una luz demasiado brillante para este mundo.

Calzándose los botines marrones, Troyard salió de su habitación pasándose una mano por el cabello para intentar arreglar el desastre que era su pelo, reflexionando que quizás, y con un poco de suerte, lo que había sucedido anoche no tendría ninguna gran repercusión en su propia vida y en los que le rodeaban.

También, y quizás, luego del primero de Abril todo volvería a ser como antes.

Sí, realmente Slaine tenía las esperanzas de que todo resultaría de la mejor manera.


Y listo. Demonios, me costó terminarlo. ¡Ya no tengo tiempo para nada! Tercero medio es un curso difícil ;-;.

No tengo mucho más que agregar. Lamento no poder contestar reviews porque, reitero, no tengo tiempo para nada ;-;.

¡Muchísimas gracias a todos los favs, follows y reviews que recibí en el capítulo anterior! Me alegra mucho que les estés gustando el curso que está tomando la historia. ¡Espero poder mantener esa línea.

¡Nos estamos leyendo!

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