Hola, hola... Como habrán notado quienes ya han leído esta historia, estoy subiendo el primer capítulo nuevamente. La cuestión es que me decidí a completarla y quise agregar algunos detalles más a los tres capítulos que ya había publicado, cosas que pueden o no ser importantes para lo que se venga más adelante.

Recuerden, éste es un fanfic MORRILLA. Puede que haya algún que otro párrafo relacionado a las actrices caracterizadas como Emma y Regina pero no es un fic SwanQueen.


Claramente, los personajes no me pertenecen. Todo es una historia de mi autoría basada en actores de la serie Once Upon a Time.


Sentada a la orilla de un lago en Vancouver, mirando cómo el viento hacía que las hojas de los árboles cayeran sobre el agua, recordaba lo tortuoso que había sido su pasado... Durante tres años, los cuales para ella parecieron interminables, vivió una relación que no la hacía feliz para nada.

Enzo. Sí, Enzo Baker se llamaba el hombre con el que mantuvo ese noviazgo tan destructivo.

Los primeros diez meses a su lado fueron maravillosos, eso no lo negaría. Él muchacho era atento, cariñoso y la hacía sentirse amada, pero eso cambió cuando Lana comenzó con las grabaciones de la serie de ABC, Once Upon a Time. Sus celos se volvieron enfermizos. Tanto así que, en varias ocasiones, la actriz se vio obligada a llamar al director y escritores inventando diferentes excusas sólo porque su novio no la dejaba salir del apartamento que ambos compartían.

Al principio, ella pensaba y veía las actitudes de Baker como algo normal. Buscaba, de cierta forma, convencerse a ella misma que su forma de ser se debía a que la quería, que quería pasar más tiempo como pareja y que, además, tenía miedo de que su relación se viera afectada por su trabajo. Como pasa con muchas mujeres, tenía naturalizado el hecho de que su novio fuera tan posesivo hasta el punto de prohibirle hacer ciertas cosas, como ir a trabajar, por ejemplo.

Escuchando los consejos de sus nuevos amigos, aquellos a los que conoció en el set de la serie, esos que en muy poco tiempo le demostraron ser incondicionales y a los que adoró desde un principio, Lana finalmente pareció entrar en razón y decidió poner fin a su relación con Enzo.

Él no lo tomó nada bien, por supuesto. Comenzó con una rabieta de niño de 7 años, tirando todo lo que se encontraba a su alrededor y pateando cualquier cosa que se interpusiera en su camino. Incluso quiso golpearla.


(Años atrás...)

La morena estaba reunida junto a sus compañeros de elenco en el apartamento cuando Enzo llegó y los vio a todos allí. Sin saludar a ninguno, llamó a su novia y se dirigieron hacia la sala juntos. Como siempre, él le reclamó que nunca pasaban tiempo juntos y que hoy, que sí podían hacerlo, ella prefirió dejar que sus amigos "invadieran" su espacio.

Lana estaba cansada. Ya había pensado dejarlo aunque quiso esperar, pero ese reclamo idiota y el hecho de que haya sido tan mal educado de no saludar a sus amigos había sido la gota que faltaba para que el vaso rebalsara.

Para ya, Enzo. Estoy harta de esto. Mil veces hemos peleado por lo mismo y te juro que no aguanto más, así que voy a pedirte por favor que tomes tus cosas y te vayas de aquí. Hoy mismo. Ya no quiero estar contigo. – Le dijo de manera muy calmada, casi susurrando para que nadie pudiera escucharlos.

Estás de broma. – Contestó el joven sin poder creerse lo que estaba escuchando.

No. Hemos terminado.

La rabia creció de manera automática en Baker. ¿Su novia lo estaba dejando? ¿Cómo era posible si él siempre la manejaba a su gusto como si fuera un juguete? Esto no estaba bien.

¡No puedes dejarme, Lana! Nunca nadie va a amarte como yo. Estos imbéciles lo único que hicieron fue llenarte la cabeza en mi contra, jamás me quisieron.

Nadie me llenó la cabeza, Enzo... Tan solo me abrieron los ojos. No tengo nada contra ti. Quiero que seas feliz, y ambos sabemos que eso no pasará conmigo. Realmente lo siento. – Decía la morena, sin perder el respeto y la amabilidad. Cosa que no sucedía con su, ahora, ex novio.

¡No eres más que una perra cínica! ¡Jamás serás feliz sin mi!

Te equivocas. – Respondió simplemente, encaminándose hacia la puerta del departamento y abriéndola, haciéndole entender al muchacho que era momento de retirarse.

Los demás actores, debido a los gritos de Enzo, ya estaban al tanto de lo que estaba sucediendo. Lo conocían, sabían que ese tipo era capaz de hacer cualquier locura, por lo que se acercaron a la sala para mostrarle no sólo a él sino a ella también, que la morena no estaba sola.

Carcomido por el odio, el joven caminó hacia donde ella estaba con la idea de golpearla en la mente para demostrarle quién era el que realmente mandaba pero la compañera rubia de Lana, quien ya se había acercado más y ahora se encontraba a su lado, se interpuso amenazándolo con destruir su vida si se animaba a poner un sólo dedo encima de la actriz.

Inmerso en una enorme furia, abandonó el apartamento jurando que la actriz jamás podría librarse de él.

Apenas se escuchó el portazo, Lana se abrazó a Jennifer y comenzó a llorar. Su amiga hacía pequeños círculos con la mano en su espalda para ayudarla a calmarse, mientras que los demás actores también le decían palabras de aliento para que olvidara ese momento tan horrible.

Después de ese día, Lana y Jennifer se hicieron aún más unidas.


Sus pensamientos cambiaron al día en que la rubia se animó a confesarle sus verdaderos sentimientos hacia ella.

Se acordó cómo, en un tono nervioso, le dijo que desde el principio quedó completamente perdida en sus hermosos ojos marrones y cómo poco a poco fue amándola, cada día más y más. Recordó, una vez más, cómo se armó de coraje al escuchar esa confesión y lentamente se acercó a Jennifer y, acariciando suavemente su mejilla, la besó. Fue un beso tierno y, a la vez, cargado de necesidad.

La morena también sentía lo mismo por su compañera pero no se sentía capaz de admitirlo, dado que no sabía cómo Jenn reaccionaría. Pero luego de esa confesión y ese dulce beso, las cosas entre ambas cambiaron y después de dos meses, hicieron pública su relación. No les importaba a quién podía gustarle o no, ya que se amaban y eso era más que suficiente para las dos.


(Meses después de haber terminado su relación con Enzo Baker...)

Las actrices estaban sentadas en el sofá de la sala del apartamento de Jennifer viendo una película. Ya era algo que se había vuelto una "tradición" para ellas, todos los viernes lo hacían. Lo normal era ver la película, una que no hayan visto con anterioridad, y comentarla al finalizarla mientras tomaban una copa de vino o quizás unas cervezas.

Ésta vez fue diferente. Jennifer estaba muy callada y a la morena eso le sorprendió. La rubia siempre era tan alegre, tan charlatana cuando estaban juntas. Algo estaba molestándole.

¿Qué sucede, Jenn? – Le preguntó, tomándola por sorpresa.

¿Qué sucede con qué? – Cuestionó ésta, haciéndose la desentendida.

Algo te está molestando... Sabes que puedes confiar en mi, ¿verdad?

Lo sé. No es nada...

Sí es pero si no quieres contarme, lo entiendo. – Contestó Lana, algo dolida. De repente sintió que Jennifer no confiaba del todo en ella y esa sensación no le gustó para nada.

La rubia se dio cuenta del cambio de actitud de su amiga y rápidamente se arrepintió y se culpó por no animarse a confesarle lo que sentía.

En realidad sí hay algo que me tiene un tanto incómoda porque no puedo contártelo. No es fácil.

Puedes contarme lo que sea, Jenn.

Ésto no.

¿Por qué no? – Volvió a insistir la latina.

Porque seguro saldrás corriendo de aquí y no quiero perderte.

Lana tragó en seco. Por un momento creyó saber lo que Jennifer le diría. Y si era eso que ella pensaba, no veía la hora de que lo confesara ya que ella no se animaba a hacerlo.

Dímelo. – Le dijo, tomándole la mano.

Morrison respiró profundamente y miró a su amiga a los ojos. Se mordió el labio inferior nerviosamente y, sin romper el contacto visual, le dijo:

Estoy enamorada de ti, Lana... Desde la primera vez que vi tus bonitos ojos marrones quedé perdida en ellos. Intenté no verte de esta forma pero fue imposible, cada vez te fui amando más. – Ahora sí, la rubia había dejado de verla a los ojos, estaba completamente apenada. Sabía que perderla era una posibilidad pero la morena había insistido.

Lana sonrió. Respiró y posó sus manos en las mejillas de Jennifer, acercándose poco a poco a sus labios hasta que finalmente los unió en un tierno beso.

No voy a irme. – Le dijo y volvieron a besarse.


Un tierno beso en su mejilla la sacó de su ensoñación. Miró hacia su izquierda y allí estaba, la mujer que le robó el corazón, la rubia a la que amaba con todas sus fuerzas.

Apoyó su cabeza en el hombro de su hermosa novia y suspiró. Jamás pensó que, luego de la tortura que vivió con Enzo, podría encontrar a alguien que la hiciera tan feliz como Jennifer lo hacía.

– ¿En qué pensabas, muñeca? – Jenn le preguntó, acariciando sus oscuros cabellos.

– En lo mucho que te amo. – Contestó simplemente.

Jennifer sonrió. Nunca dejaba de sorprenderle lo dulce que era su novia. Hizo que Lana la mirase a los ojos y la besó tiernamente.

– Sabes que yo también te amo, cariño. Con toda mi alma.

La mujer latina volvió a besarla, perdiéndose en los dulces labios de aquella maravillosa rubia.

Su tierno momento junto al lago se vio interrumpido por Jared que, a pesar de que no quería molestarlas, tuvo que llamarlas porque las necesitaban a ambas en el set. Las dos actrices se levantaron del césped y caminaron junto a su "hijo" hasta el lugar donde debían grabar.

Esa noche llegaron completamente exhaustas al hotel en el que todo el reparto estaba hospedándose hasta que finalizara el rodaje. Decidieron ordenar algo sencillo para cenar y así después poder darse un baño antes de acostarse a dormir.

Luego de la cena, Lana entró al baño y preparó el agua de la ducha mientras iba sacándose la ropa. Al sentir el agua caliente tocar su piel, todo su cuerpo se relajó, realmente necesitaba descansar.

Sintió cómo la cortina de la ducha se abría y cómo unos suaves labios comenzaron a dibujar un camino desde su cuello hasta su hombro derecho, haciéndola soltar un fuerte suspiro pues bien sabía cómo iba a terminar eso y, a pesar de su cansancio, le encantaba. Giró para quedar frente a frente con su amada y comenzó a besarla apasionadamente, dejando que sus lenguas juguetearan lentamente, haciendo que ambas comenzaran a sentir ese delicioso ardor en la entrepierna.

Jennifer besó el cuello de su morena, bajando poco a poco a sus pechos, mirándolos por un momento, y apreciándolos antes de lamer uno de sus pezones con fuerza para luego dedicarle tiempo al otro y al mismo tiempo rozar el dolorido clítoris de Lana con su pierna.

Lana estaba cada vez más y más excitada, Jennifer sólo sonreía al escuchar los gemidos que escapaban de la boca de su novia. Bajó hasta su vientre, recorriéndolo con besos y suaves mordidas hasta llegar a su vagina. Con sus dedos separó sus labios mayores y comenzó a lamer su sensible botón. Cada vez aumentaba más el ritmo y Lana gemía aún más fuerte. Solo Jennifer sabía cómo complacerla realmente.

Dispuesta hacerla sentir aún mejor, con su otra mano la penetró hasta hacerla llegar a un intenso clímax.

Se puso nuevamente a su altera y la besó mientras Lana jugaba con los pezones de su novia. La morena interrumpió el beso y comenzó a morderle un pezón, haciendo lo mismo con el otro y bajando hasta su perfecto sur. Llevándose una de las piernas de Jenn hasta dejarla en su hombro, comenzó a jugar con su clítoris, dedicándole el tiempo necesario y luego la penetró con la lengua.

Los gemidos de Jennifer llenaron el cuarto de baño, sus jadeos se volvieron tan fuertes que Lana pudo notar que estaba cerca de llegar a la cima.

Mientas continuaba haciendo su trabajo con la lengua, llevó un dedo nuevamente al clítoris de la rubia, dibujando círculos sobre este para aumentar la sensación. Sintió cómo las piernas de su amada comenzaban a temblar y cómo, con un fuerte gemido, llegó al orgasmo. Pero no se detuvo.

Intercambió su lengua por dos dedos, penetrándola con fuerza y se puso de pie para besarla. Sus pechos rozaban haciéndolas excitarse más y logrando que Jennifer tuviera otro orgasmo en cuestión de minutos.

Entre risas, terminaron de ducharse y se dirigieron a la habitación.

Si fuera por ellas hubieran seguido haciendo el amor durante toda la noche pero al día siguiente debían seguir con el rodaje y el cansancio era más fuerte. Se metieron bajo las sábanas y, luego de un apasionado beso de buenas noches, cayeron rendidas en un profundo sueño.

Pasados unos minutos después de quedarse dormidas, el teléfono de Lana vibró dentro de su bolso. Le había llegado un mensaje. Un mensaje que leería al día siguiente sin reconocer el número de la persona que lo enviaba y en el que sólo decía "te necesito".