Amor Sucré es propiedad de ChiNomiko, yo solo hago usos de sus personajes~.


Dedicatoria a: Yui Arui.


Ignorancia

Todos los días, a la misma hora, se encontrarían en ese lugar. El lago al que concurrían los dos, fué su lugar de encuentro. Él no había notado lo que era ella, mejor para su gusto. Siempre charlaban, reían y jugaban, ignorantes a lo que vendría después.

Sucrette, así se llamaba.

Kentin, era su nombre.

―Soy… un espíritu. ―y suspiraste, cerrando los ojos, sintiendo el tacto cálido de las manos del chico y con ojos brillosos, admiraste su sonrisa.

Un día, tomaste la decisión de decírselo, ¿y qué puede contar? Eso, fue lo mejor que pudo haber hecho en su vida.

Seguían alegres, corriendo, riendo, jugando y siempre, siempre ignorantes a todo. No querían que esa alegría se acabará, estando preocupados, teniendo esa pregunta siempre retumbando entre sus tímpanos; 'Es todo muy tranquilo, ¿acaso esta felicidad acabará tan rápido como apareció?'. A pesar de todo, pudieron ignorarlo hasta tal punto de encerrarse en una burbuja. ¿Qué podría agregar más? Ah, sí. Ocurrió como pensaban.

Esa felicidad se desvaneció sin más, no tuvo aviso y no estaba previsto, porque un día Kentin no pudo verla más, sin saber la razón.

Él dejo de visitarla, dejó de abundarla de alegría y dejó de llenarla con sus sonrisas y amor. Su corazón se hizo trisas, llorando cerca del lago todos los días, teniendo la esperanza de volver a verlo.

―¿Se habrá… aburrido?― preguntabas a lo alto, atemorizada. Pero observando el brazalete que tenías a tu lado, sacudiste la cabeza para sacar esas preguntas que la llenaban cada vez más, más, más…

'A este paso, lo probable sea convertirme en un espíritu solitario, o en el peor de los casos, uno maligno…'

Y ella los odiaba. No quería convertirse en uno, por ello, albergo la esperanza de reencontrarse y confesar sus sentimientos, aun si fuera imposible.

Las estaciones pasaron, una tras otra. Un año, dos años, tres años, cuatro… Y aquel joven de 16 años nunca en ese lapso, se mostró ante sus ojos.

―¿Tal vez si me abandonó? ―reíste amarga, "recordando" tu vida. Cuando estuviste en la tierra, tienes la vaga sensación de haber tenido felicidad, amigos y ¿cómo no?; sentimientos por alguien. Pero eso fue en el pasado, y ahora eras otra.

¿Cuándo podré volver a verlo?

Esperando, esperando… ¿habrán pasado 4 años más? No lo sabías. Ya que, los espíritus tenían diferente tiempo al de los humanos, no era lo mismo. Eran diferentes… pero lo amaba. Por eso esperaba y no partía, porque ella todavía contenía el deseo de verlo y remendar su estupidez, confesando todo. ¿Y si encontró pareja? Lo más probable, pero de todas maneras, no se rendiría.

Te diste cuenta que comenzó a llover hace segundos, y te ocultaste bajo un árbol, ya débil y casi desapareciendo. En todos tus sentimientos revueltos, pudiste vislumbrar una cabellera marrón. Pero tu esperanza casi había acabado, e ignoraste eso que pudiste observar.

―¡Sucrette!

Y esa voz ronca te despertó del sueño. Saltaste y abriste tus ojos sorprendida, viendo el cuerpo de Kentin acercarse cada vez más. Sonreíste anchamente, mostrando tus dientes y corriste hacía él.

―¡Ken! ―gritaste desde lo más profundo de tu corazón. Casi no eras visible, tu tiempo se desvanecía un poco cada segundo que pasaba. Pero lo ignoraste (una vez más), mirando minuciosamente cada parte de él, quién ya era un adulto, no obstante todavía quedando la esencia de su adolescencia.

La lluvia lo mojaba, sin embargo olvidaba todo aquello y la abrazaba como si su vida dependiera de ello. Al parecer notó que no le quedaba mucho, y por eso hacía aquello.

―¿Sabes?... siempre quise decirte algo. ―susurraste en su oído, elevándote del suelo. Tus lágrimas se acercaban cada vez más de la felicidad rebosante.

―¿Qué es? ―preguntó con voz ronca, suavemente acariciando tu cabeza, y él ya comenzó a llorar, percibiendo la despedida.

―Siempre… yo siempre… ―titubeaste y los labios sin querer, se fruncieron en un inútil intento de contener el llanto.

Pero antes de poder decir, susurrar o siquiera balbucear, Kentin te besó. Cálidos y dulces, eran sus labios. Sin poder más, lágrimas se escaparon y pudiste llorar desconsoladamente, aún pegada a Kentin. No querías que ese momento terminara, pero debías hacerlo, no podrían escapar de la realidad, no está vez. La ignorancia no podría cubrirlos como antes, porque ya es inevitable. No hay nada que pueda resolverlo, y por eso debían afrontarlo, sin poner excusas por delante.

El sol salió de su escondite, e iluminó el rostro de su amado Ken. Los dos sonrieron a la par, y hablando al mismo tiempo, dijeron un dulce y lleno de sentimientos; ―Te amo. ―unieron sus labios una vez más, y te envolvió en sus brazos, lo correspondiste, ya sintiendo tu cuerpo desaparecer.

Tus pies no estaban, y las piernas no estarían dentro de segundos, pero haciendo olvidar todo aquello, se apegaron más si es posible, y besándose profundamente, transmitieron ese amor que fue enterrado por mucho tiempo.

No era tarde todavía y por ello estaba feliz.

No se arrepentía de nada, ya que pudo estar con Ken y pudo decirle sus sentimientos, fué correspondida y besada.

¿Pero por qué, de igual manera, sentía una punzada en su pecho? Todavía quería quedarse con él y sentir su calidez. Pero ella sabía, al igual que él, que su reencontramiento ocurriría tarde o temprano, y eso sería para siempre, sin obstáculos ni nada parecido.

Por eso, esperaría el tiempo que fuera necesario… Sin importar qué, esperaría por la llegada de él, dé Ken.

―Yo… Espero encontrarnos de nuevo, Ken. ―le sonrió y con su pulgar acarició sus mejillas, secando también sus lágrimas, era inútil de todas maneras, siendo que ella lo mojaba con sus lágrimas.

Era hora de irse y quedaba poco.

Quería ignorarlo y pasarlo alegre sus últimos momentos.

'No podía hacerlo, no quería quedarse sola… No de nuevo.'

Sin embargo, esos pensamientos todavía estaban dentro de su cabeza. Era egoísta de su parte, lo sabía.

Pero todo ello se remendó al ver su sonrisa.

Ella sonrió.

Él se acercó.

Se dieron su último beso.

Y lo único que pueden hacer es esperar su reencuentro.


¡Regalo de cumpleaños para ti, Yu-chan! Aunque sea tarde, claro está…

Lamento no poder felicitarte, pero ese día no estuve en mi casa y decidí darte un regalo sorpresa como éste, y espero que haya sido de tu gusto.

Ya sabes que yo, realmente, te samo con todo mi corazón❤.

¡De nuevo, feliz cumpleaños te desea Aisato la que tira carros!(?)

Está dedicación fue solo para ti y por ti. (8

De pie, reverencia, ¡AYE SIR!