Un pequeño One-shot que se me ocurrió. Pronto volveréa subir regularmente mis historias y nuevos One-shot. Ojala les guste. c:


Vongola decimo y sus guardianes estaban reunidos en una de las muchas salas de la mansión, dando el reporte de la semana.

-Y finalmente… Lambo ¿Querías decirnos algo sobre tu bazuca?- Pregunto gentilmente un joven castaño. El menor en la habitación asintió con la cabeza, antes de sacar una extraña bazuca morada.

-Las personas que caen dentro de ella aparecen del futuro y más jóvenes de lo que deberían, además el tiempo está variando.- Respondió el pequeño mientras, curioso, volteaba la bazuca en sus manos. Tsuna frunció el ceño, eso no era bueno.

-Tráela aquí Lambo.- Ordeno suavemente el jefe Vongola, dándole una sonrisa a su pequeño guardián.

-Tengo cosas más importantes que hacer, Omnívoro. Denle la bazuca al herbívoro peli-rojo y problema resuelto.- Gruño Hibari, empujando su silla hacía atrás, con intenciones de levantarse. Sin embargo, no había notado al pequeño niño detrás de él. Lambo cayó al suelo, la bazuca saliendo de sus manos y cayendo sobre cierto castaño.

Un humo rosado rodeo la habitación. Los guardianes miraban expectantes el asiento de su jefe, curisos por como seria en diez años. Sin embargo, esa curiosidad pronto se convirtió en temor cuando, al dispersarse el humo, no había nadie en el asiento.

¿Cómo era posible que su querido jefe muriera en diez años?

Antes de que su pregunta fuese respondida, un pequeño sollozo sonó en la silla del jefe Vongola. Inmediatamente todos se levantaron, rodeando el asiento.

Un pequeño niño castaño, con grandes ojos cafés y tiernas mejillas, estaba sentado en ella, completamente sucio y lleno de rasguños. Largas lágrimas caían por sus mejillas mientras trataba de acomodar su rota camisa.

-…¿Tsuna?...- Pregunto, sorprendentemente, Ryohe, en un suave susurro. El niño dio un pequeño salto asustado, las lágrimas cayendo con mayor velocidad.

-Por favor… No me lastimen.- Suplico el niño, alejándose lo más que podía de los aterradores adolecentes. Seguramente ellos también querrían golpearlo, estaba seguro.

Gokudera metió un cigarrillo en su boca, Yamamoto puso sus manos sobre su espada, Ryohe apretó los puños, la sonrisa de Mukuro había desaparecido, Nagi hizo aparecer su tridente, a Lambo lo empezaban a rodear llamas verdes, y Hibari trataba con toda su voluntad de no sacar sus tonfa, todos tratando de contener su enojo.

-¿Y porque crees que te lastimaríamos?- Pregunto suavemente Nagi, arrodillándose frente al niño.

-¿P-Porque no querrían? T…Todos siempre q…quieren lastimarme.- Susurro el pequeño Tsuna, ocultando su cara entre sus rodillas. Gokudera puso una mano sobre el puntiagudo pelo de Tsuna, provocando que el niño alzara la cabeza.

-Nos tomara un tiempo llegar a ti, pero cuando lo hagamos, nadie te va a lastimar, jamás. ¿De acuerdo?- Pregunto con la voz más suave que alguno de los guardianes hubiera escuchado de la furiosa tormenta.

-Espéranos un poco.- Agrego Yamamoto, dándole una de sus mejores sonrisas.

El niño abrió su boca para responder, pero fue silenciado por el humo rosado que lo rodeo.

-¿Chicos? ¿Pasa algo?- Pregunto el-ahora-adulto Vongola Decimo. Ninguno de los guardianes dijo nada, saliendo uno por uno de la habitación.

-Iremos a Namimori por unos días, tenemos unos asuntos pendientes.- Le informo Yamamoto antes de cerrar la puerta tras él.

Al otro día el hospital de Namimori estaba repleto de jóvenes-adultos, desde aquellos que lo habían golpeado hasta los que le habían enviado una mala mirada al castaño.

Cuando Tsuna les pregunto que habían hecho en Namimori, ninguno respondió. Rodearon a su cielo en un abrazo familiar y lo mantuvieron en el hasta que estaban seguros que estaba a salvo . Mukuro y Hibari viendo desde una esquina, pequeñas y casi invisibles sonrisas adornando sus rostros.


Awwww Pobre Tsuna pequeño D: Al menos sus guardianes tomaron venganza, wuajajajajajajaja. xD

Comentario y criticas son bienvenidos!

Nos leemos pronto! C: