Descargo de Responsabilidad: Kick Buttowski: Suburban Daredevil no me pertenece, solo utilizo sus personajes sin fines de lucro.

Pareja: Kick/Kendall.


Shut up, Buttowski!

Clarence Buttowski era sin duda alguna la persona más idiota que Kendall podía —y podría— alguna vez conocer, eso seguro. Y había que decir que ella continuamente se rodeaba de idiotas, por lo que ya conocía a bastantes, pero en definitiva, Clarence era el que se llevaba el primer puesto, y si hubiera alguna corona de estupidez o lo que fuera, la dichosa cosa dorada aparecería seguramente por arte de magia en la cabeza del adolescente.

Lo miró de reojo mientras él se dedicaba a hablar con Gunther sobre acrobacias o algo así, de todas maneras, a ella no le interesaba saber. Vale, no. A ella sí le interesaba bastante saber lo que Kick hablara con tanto entusiasmo junto al rubio. Quería saber qué sería tan maravilloso para él (aunque seguro que eran acrobacias o algo sobre algún acróbata extremo) como para no prestarle atención a nada más que a su propia conversación con el vikingo, ajeno al bullicio y al caos que reinaba en el salón. Ajeno a ella.

Soltó un gran suspiró, puso su codo sobre su escritorio y apoyó su barbilla en la palma de su mano, y maldijo en voz baja el maldito día en el que se le ocurrió fijarse en ese maldito tipo. Y en aquel momento en que lo miraba sin que él se diera cuenta, se preguntó cuánto tiempo el tardaría en darse cuenta de que lo miraba, igual que se preguntaba cada vez que lo tenía cerca.

— ¿Tierra a Kendall? —una mano pasó de arriba abajo por en frente de su cara. Parpadeó un par de veces y miró con una ceja arqueada a Jackie, que ya estaba levantada de su escritorio—. Han tocado ya el timbre, sé que te encanta estudiar y estar aquí en la escuela, pero debemos irnos —le hizo un gesto con la mano, indicándole que se levantara.

—Esta clase ha pasado muy rápido —le comentó a la castaña, y tomó su libreta y su bolígrafo negro—, ni me he dado cuenta de que ha acabado.

—Obvio que no —la chica a su lado bufó—. ¿Quieres ver tu foto con cara de babosa mientras mirabas a Kick? También le he tomado una al lago de saliva que dejaste ahí dentro, por si te interesa...

— ¿Me has tomado una foto? —miró a Jackie indignada y se detuvo frente a su taquilla para guardar en ella sus cosas—. ¡Borra ahora esa foto, en serio!

— ¿Qué? ¡No! —protegió su móvil con su brazos, pegándolo a su pecho cubierto por una blusa azul—. ¡Es para mostrárselo a futuras generaciones!

— ¿Futuras generaciones? —repitió con los ojos entrecerrados—. Borra esa foto, Jackie. O juro que yo también le voy a mostrar a "Futuras generaciones" tu pasado demente y obsesionado con Clarence Buttowski.

— ¡No te atreverí...! —fue interrumpida por unas manos que se posaron en su cintura. Vio a la castaña darse vuelta emocionada y abrazar igual de emocionada a Gunther, que acababa de aparecer por detrás de ella.

Rodó los ojos fastidiada y cerró su taquilla apresura mente, porque sí sabía que Gunther estaba ahí, él también andaría por ahí, y ciertamente no sentía ganas de tener esos encuentros tan desagradables que últimamente tenía con Kick.

—Oh, perdona, no te vi —se alejó tambaleante de la persona con la que chocó al darse vuelta y rodó nuevamente los ojos, aún más fastidiada.

— ¿La perfecta señorita Kendall ha chocado conmigo sin querer? ¡Vaya! —ironizó el castaño, repentinamente molesto por toparse con la chica.

Kendall, con toda la dignidad posible, alzó la barbilla, y sin mirarlo, pasó a su lado, dejando obvio que lo ignoró.

—Oye, Kendall —protestó Kick al verla irse por el pasillo—. ¡Kendall!

Bufó con molestia al ver que ni siquiera se había volteado a mirarle. No le gustaba cuando la chica adoptaba esa actitud, como si él no existiera para ella y mirándole de esa manera tan fría que te erizaba el vello corporal. No le gustaba para nada. Kick Buttowski quería que ella supiera que él sí existía, no que hiciera como si nunca en su vida lo hubiese visto y que encima hiciera como si le cayese mal. No quería eso.

—Quién se ha creído —murmuró, chasqueando la lengua. Se volteó hacia Gunther y Jackie, viendo la mirada acusadora de ésta última—. ¿Qué? ¿Tengo monos en la cara o qué?

— ¿Eh? —la adolescente de cabello castaño alzó las cejas con falsa inocencia—. Yo no he dicho nada.

—Ya, claro —se cruzó de brazos y se dio media vuelta, siguiendo el camino que había tomado hace algún tiempo la rubia.


Cerró de golpe su libro de Física y miró de mala manera hacia la ventana, escuchando de sobra la voz del acróbata y de su mejor amigo, y enfadando a la rubia de paso también. Y es que así no se podía estudiar, pensó con molestia, no si tenías al tipo ese que hacía que te diera de todo afuera en la calle como si nada, mientras ella ahí reventándose la cabeza.

—Maldito seas, Clarence —siseó.

Apoyó parte de su cara en la portada de su gordo libro y miró por la ventana al castaño que estaba parado de espaldas a su casa, con Azul en la mano y oyendo atentamente a Gunther, que parecía explicarle algo con las manos. Al parecer, la explicación de Gunther no parecía ser demasiado divertida para Kick, ya que lo vio sentarse en el césped, mientras echaba la cabeza hacia atrás con frustración. Kendall abrió mucho los ojos en cuanto los despreocupados del acróbata hicieron contacto con los suyos. Volvió la cabeza hacia su libro, y en un par de segundos volvió a mirar hacia la calle. Kick seguía mirándola, ignorando completamente al vikingo.

—Idiota —murmuró la rubia, deseando que el insulto llegara como por arte de magia a los oídos del adolescente, y como si fuera así, Kick le sonrió de medio lado y le sacó la lengua. Desvió la mirada nuevamente, molesta.

Al rato, escuchó los gritos de Gunther regañando a Kick por no oírlo. Siguió leyendo su libro de Física hasta que escuchó por cuarta vez el típico "¡Ay, sDopas!" del muchacho. Indignada, salió de su habitación, bajó las escaleras de dos en dos y salió a la calle, caminando directamente hacia el chico de cabello marrón, que acababa de levantarse del suelo cuando Kendall le dio un empujón que ni lo movió un poco.

Con un ceja arqueada, Kick miró por sobre su hombro a la persona que se había atrevido a empujarle, y vio ahí, mucho más pequeña que él, a Kendall mirándole enfadadísima y con los brazos puestos en jarra.

— ¿Qué?

— ¿No puedes ir a hacer tus locuras a otra parte? —le espetó—. ¡Hay personas que estudian!

—Hoy es sábado —puntualizó Kick, como si el mero hecho de siquiera pensar en la escuela ese día fuera pecado para él—. Además, esta es mi calle.

— ¡Y también la mía! —exclamó la rubia—. ¡Y no puedo concentrarme contigo aquí gritando "¡Sopas!" a cada minuto!

Kick la miró durante unos segundos con los ojos entrecerrados, meditando qué poder responder. Aunque en realidad no era eso lo que pensaba, sino más bien qué demonios le pasaba a esa rubia, que ya llevaba más de dos semanas totalmente enojada. Y aunque eso era casi normal en ella, se preguntó por qué parecía concentrar todo su odio en él. Sí, eso era bastante común cuando tenían doce, pero hace un par de años habían dejado de odiarse a tal intensidad y habían aprendido a soportarse un poquito más, pero ella ahí, gritándole por solo hacer ruido en la calle, parecía estar mandando al diablo el poco avance de llevarse bien que habían logrado.

— ¡¿Me estás escuchando, Clarence?!

"¡¿Qué no entiendes, Clarence?!"

— ¡Te estoy hablando!

Alzó las cejas ante el recuerdo de esa frase en su cabeza, la frase que la misma Kendall le había dicho hace exactamente más de dos semanas, y cuando se había visto a sí mismo sorprendido por ver aquel sonrojo en las mejillas de la rubia. Sonrió con arrogancia y también recordó lo que él le había dicho.

— ¿Hay algo que te moleste, Kendall? —satisfecho porque por fin había logrado callar los gritos de la chica, la observó durante unos segundos, mirando divertido como Kendall apretaba los dientes y trataba de evitar el sonrojo que cubría rápidamente sus mejillas.

—Deja de hacer ruido —le dijo más calmada—. Solo eso.

Gunther observaba confundido la escena; Kendall se alejaba de ellos con paso ofendido y Kick sonreía como si hubiera descubierto el mayor secreto del mundo.

— ¿Kick? —lo llamó, y el castaño se volteó a verlo—, ¿me he perdido de algo?

Kick se limitó a responder con un único encogimiento de hombros.


Lo que había ocurrido aquella vez se le había estado repitiendo más veces de las que deseaba, y cada vez que recordaba lo sucedido, se sentía aún más idiota por no haber captado las palabras clave en cada frase, porque a veces, con Kendall Perkins, había que leer entre líneas. Y aunque al principio le había resultado difícil entender cada una de ellas, al poco tiempo fue comprendiendo el mensaje que llevaba, además de sumarlo con las actitudes que últimamente tenía la rubia.

Aferró sus manos al umbral de la ventana y estiró un poco el cuello para ver hacia adentro: no había nadie dentro de la habitación, pero la luz sí estaba prendida, por lo que supuso que volvería luego. Entró por la ventana, y con sigilo fue hasta el armario, lo abrió y se metió adentro, pensando que era una suerte que lo mantuviera tan ordenado. Al poco rato de estar oculto dentro del armario, oyó la puerta abrirse y cerrarse.

—Pesa un montón —la oyó decir, y de enseguida también escuchó el sonido de algo realmente pesado caer sobre posiblemente el escritorio.

Miró por la rendija de la puerta del armario y vio a la rubia sentada de espaldas a él en una silla, viendo el enorme libro que había dejado caer sobre el escritorio hace segundos atrás. Decidió que era momento de salir, y en silencio, abrió la puerta del armario y caminó hasta la cama de la chica, se lanzó a ella y soltó un suspiro de lo cómoda que era.

— ¡¿Qué...?! —se imaginó que Kendall ya lo había descubierto, por lo que alzó la mirada para verla, notando que hacía esfuerzos para mantenerse fría—. ¿Qué diablos haces aquí?

—He venido a visitarte —respondió sin más, pensando que la chica se levantaría a echarlo, pero se sorprendió al ver que ni siquiera se había movido de su silla.

—No quiero que me visites —se volteó nuevamente hacia su enorme libro—. No sé cómo entraste o hace cuánto estás ahí, pero vete, necesito estudiar.

El acróbata la ignoró.

—Quiero decirte algo.

—No quiero oírlo.

—Sí quieres oírlo, no seas mentirosa.

—No estoy mintiendo.

—Sí estás mintiendo.

—Te digo que no.

Kick rodó los ojos y se acomodó aún más en la cama de la rubia, aspirando de paso el dulce olor que desprendía de ésta.

—He pensando lo que me dijiste el otro día —sonrió al ver que por fin había atrapado la atención de Kendall—, pero si no quieres oírme, no te diré qué opino de ello.

—Estás mintiendo —le miró desconfiada—, apuesto lo que quieras a que siquiera recuerdas lo que desayunaste esta mañana.

—Es posible que no lo recuerde —aceptó con calma—, pero créeme, recuerdo lo que me dijiste.

—Bien —Kendall rodó los ojos y se volteó completamente hacia él, aún sentada en su silla—. ¿Y qué dije, según tú?

— ¿Cuándo captarás las indirectas, Clarence? ¡No sé qué más debería decirte para que entiendas, Buttowsi! —la imitó patéticamente, pero bastó para que Kendall frunciera los labios—. ¿Sigo?

—No —se cruzó de brazos y miró de mala manera al chico recostado como si nada en su cama—. Vale, pero no.

— ¿Quieres saber qué opino?

—No —mintió con descaro y observó con el entrecejo fruncido la expresión incrédula y burlona de Kick—. En serio que no.

—Venga, sí quieres —le hizo un ademán con la mano para que se acercara, ella negó con la cabeza—. Kendall, ¿quieres que vaya yo a buscarte?

—No, Clarence —vio temerosa como Kick se levantaba y caminaba con despreocupación hacia ella, por lo que se levantó de la silla y caminó con rapidez hacia su puerta, pero en cuestión de segundo había dejado de tocar el suelo con los pies—. ¡Bájame ahora mismo, Clarence Buttowski! ¡Voy a llamar a mis padres si no me bajas!

—Sé que tus padres no están.

— ¡Ag, sólo bájame! —gritó, y notó horrorizada que Kick la cargaba hacia la ventana—. ¡¿Qué demonios piensas hacer?!

—Te voy a tirar por la ventana.

— ¡No seas imbécil! ¡Bájame ahora! —gritó histérica—. ¡Por Dios, bájame! ¡Kick, en serio! ¡Bájame!

—Cállate Kendall, o me obligarás a tener que callarte yo.

— ¡Te digo que me baj...!

Frunció el ceño al sentir los labios del medio doble de riegos en los suyos, dándose cuenta que aquel era el método para callar del castaño. Le correspondió el beso, olvidándose por completo que estaban a solo centímetros de la ventana, donde todo el mundo podía verlos, y pasó los brazos por detrás del cuello de Kick. Al poco tiempo, cuando se vieron sin aire, Kick se separó de ella, que lo miraba roja como tal tomate, y sonrió.

— ¿Con cuántas chicas has probado ese método, eh? —le preguntó con timidez, aunque sin poder evitar sentirse molesta.

—Eres la primera —respondió un tanto orgulloso—. Y respecto a mí opinión, tú también me gustas, Perkins.

—Oh, cállate, Buttowski.


¡Hola! :)

Soy nueva en este fandom, por lo que obviamente este es mi primer fic aquí. Me ha costado un poco y no me convence por completo, ya que no estoy acostumbrada a cambiar de personajes, pero en serio que quería escribir sobre esta caricatura, y pues, ¡aquí esta la historia! :3

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