No sé si a estas horas de la vida se valga dedicar esto como regalo de cumpleaños... pero igual, si no vale, por lo menos espero que sea de tu agrado. Este es un fic ItaHina con todo mi cariño para tí: Blacklady Hyuuga :3


Soledad. Eso era todo lo que sentía. Eso y la desesperanza de saber que aunque había hecho las cosas que la razón dictaba, no había nada ni nadie en la historia que pudiese entenderlo y que debido a sus crueles acciones, estaría destinado a vagar solo por el mundo como un ente sin sentido, salvo quizás, el de velar desde las sombras por el bienestar de su único familiar vivo.

Cuidados que realizaba en forma de fugaces visitas a su aldea del alma en las que aprovechaba tanto para vigilar a su tonto hermano menor, como para regresar a las ruinas de lo que alguna vez fue su hogar; para pedirles en silencio a las almas de sus familiares, el perdón por ser el causante de sus muertes. Como si no fuese bastante peso para sus hombros el cargar con el exterminio de los suyos, regresaba cada vez a este sitio para recordarse que estaba maldito, que no era un ser común y corriente y que por ello debería permanecer solo. Porque si alguna otra persona osaba si quiera acercarse, terminaría manchada con la sangre que sus manos habían derramado y que ahora se negaba a irse. Sangre que dolía cada que cerraba sus ojos, porque ahí estaban impresos miles de sueños Uchiha que jamás llegarían a culminarse, sangre que le recordaba a cada respiro que él, Itachi Uchiha era…

un buen hombre

Si Itachi no hubiese sido el anbu altamente entrenado que era, seguramente se habría caído al suelo de la impresión, no solo de ver a una niñita en tan macabro lugar, sino de que además se refiriera a él como "un buen hombre". ¿Hombre? ¡Si él apenas contaba con 15 años! Aunque pensándolo bien, la transición de niño a hombre la marcaba el hacer cosas que "un niño no debía hacer", como intimar con una mujer o ingerir bebidas alcohólicas hasta perder el conocimiento. En su caso se podría decir entonces que llevar una masacre a cuestas lo había convertido en hombre… tristemente un hombre fuerte, solo y tal vez inteligente; pero ¿en serio alguien medianamente cuerdo pensaría que aún con todo y sus antecedentes él era bueno? Quiso verificar que no estaba loco y sigilosamente se dirigió hacia aquella vocecilla que le confirmó que en serio había una pequeñita hablándole a un kunai olvidado sobre una pila de rocas, marcado muy claramente: Uchiha Itachi. Como buen ninja que era, se agazapó en la penumbra del lugar para evaluar un poco mejor la situación, ya que claramente su curiosidad se había despertado.

Este Kunai se le cayó ayer a Sasuke-kun, y mi hermana me explicó que tú eras su hermano mayor. Dijo que intentó devolverlo, pero Sasuke-kun le gritó que era molesta y por eso ella lo llevó a casa. Como a mi hermana le da miedo hablarle a Sasuke-kun, pensó en dejarlo aquí, pero hoy amaneció enferma y por eso yo te lo traigo. Me hubiera querido entregártelo personalmente, pero cuando le pregunté a mi padre por ti, se puso serio y me dijo que habías muerto. Es una pena, porque me hubiera gustado conocerte. Mi hermana me ha hablado bien de tí

Una sensación que no supo describir se anidó en su pecho al escuchar las palabras de la niña:

Mi hermana me dijo también que te vio una vez protegiendo a unos pajarillos en el bosque, mientras caía una tormenta… me contó en secreto que una vez la defendiste de unos niños que la querían golpear en un parque; pero como ella estaba tan asustada, salió corriendo y no te dio las gracias, sin embargo, sé que se siente triste por no haberlo hecho. Dice que aunque solo te vio dos veces, sabe que fuiste un buen hombre... no importa lo que diga la gente.

La estupenda memoria de Itachi no fue suficiente para recordarse a sí mismo salvando a una niña del ataque de unos bravucones. Mejor dicho, habían sido tantos los casos que nunca sabría cuál de ellas era la hermana de esta hermosa niña de ojos claros.

Hanabi por su lado había llegado allí con la única intención de devolver lo que no era suyo, pero se sintió tan a gusto y en tal confianza en ese lugar, que ni se dio cuenta de a qué horas comenzó a hablarle a la nada, aunque con sus escasos 5 años de vida tampoco era como si aquello le preocupara mucho. Un ruido de tormenta lejana hizo que la pequeña Hanabi saliera huyendo a su hogar para protegerse de la lluvia que se avecinaba, dejando a un gratamente sorprendido Itachi Uchiha, que sin saber muy bien por qué continuó regresando al mismo lugar todos los días con la esperanza de volver a escuchar esa tierna vocecita, que como la voz de su conciencia –ahora muerta- le decía que todo había valido la pena.

A las dos semanas, sus visitas dieron fruto, y nuevamente se vio contemplando a la pequeña e intrépida Hyuga jugando entre los escombros del barrio Uchiha; por suerte para él, a Hanabi le encantaba jugar a la exploradora, y esas ruinas eran para ella un mundo completo por descubrir. Adicional a esto, aquella pila de rocas se había vuelto algo así como el confesionario de Hanabi. Un lugar atípicamente tranquilo, donde sentía emanar una energía amable que le hacía sentir que era el único lugar en el cual podía hablar despreocupadamente cuando su hermana no estaba cerca para escucharla. Un día, entre juego y juego, descubrió un hermoso maneki neko, intacto, cerca de donde ella jugaba, como si "alguien" lo hubiese dejado allí solo para ella. Pegó un grito de alegría cuando lo vio.

Yo creo que este regalo me lo ha dejado un hada. Mi hermana dice que no existen las hadas pero está bien si pienso que las hay. Ambas creemos en cosas que el resto de mundo dice que no existe. Así que yo creo en hadas y ella cree en que cada hombre tiene un lado bueno.

Aquellas palabras se plasmaron en su mente adolescente…Cada hombre tiene un lado bueno… ¿lo tendría también él?

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Los encuentros entre ambos se volvieron recurrentes (aunque la niña ignorara este hecho por completo), volviéndose para el shinobi una tabla de salvación por unos meses, dándole algo a qué aferrarse, así fuera una amistad imaginaria con dos lindas niñas que lo creían buena persona; porque aparte de ellas, él no tenía a nadie. Él era un hombre solo en el mundo y él había pensado que ésta era la manera en que lo deseaba, hasta que las charlas de una niña tocaron su alma.

Unas charlas inocentes, sinceras, a veces triviales, a veces con diversión, a veces con mayor profundidad de la que se hubiese esperado de una niña de cinco años, con exhibiciones de afecto hacia una hermana mayor que amaba mucho al parecer a Hanabi, y viceversa.

Hinata (Itachi dedujo que aquel era el nombre de la hermana mayor) hoy me dejó ganar en el enfrentamiento frente a nuestro padre, la golpeé fuerte pero ella nunca me regresó el golpe. Se cayó al piso y se rindió pronto, pero yo sé que mentía para que mi padre me felicitara frente a todos, porque yo sé que ella es realmente fuerte.

Quizás Hinata era mejor hermana de lo que él fue con Sasuke… quizás él debió haber dejado ganar el mérito a su hermano menor alguna vez también.

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El tiempo pasó rápidamente y sin que se dieran cuenta, los días se convirtieron en meses y los meses en años; y sin quererlo otras ocupaciones coparon el tiempo tanto de Itachi como Hanabi. Una dedicada por completo a las directrices de su clan y el otro por su parte, infiltrado en una peligrosa organización, evitando a toda costa que alguien o algo pusieran en peligro su aldea. Seis años habían pasado desde aquel inusual "encuentro"; seis años en los que ninguno de los dos olvidó la extraña sensación de una cálida compañía que se sentía en aquel lugar, seis años en los que Itachi regresaba cada que podía, solo para verse solitario de nuevo, porque Hanabi nunca más regresó.

A veces, sin que nadie lo notara, Itachi, convertido ahora en un joven de 21 años, sonreía al recordar los monólogos de aquella pequeña niña

Mi onee-san. Su nombre es Hinata y ella no tiene el pelo marrón como yo, lo tiene tan negro que al sol se ve casi azul. Pero ambas tenemos los mismos ojos. En realidad todos los Hyuga tenemos estos ojos, solo que los de ella son más amables. Tengo una onee-san realmente bonita. Ella me hace las galletas, e incluso me dice que es razonable hablar con el hada que vive en mi casa conmigo. Es realmente agradable. También es muy valiente. Me defiende en frente de todos los ancianos del clan y a veces la castigan por mi culpa. Desearía que alguien también la defendiera a ella.

Hinata… a veces pensaba en ella también. Una niña que a estas horas de la vida ya tendría 17 años; sería entonces más bien una hermosa mujer. Se la imaginaba tal cual se la había descrito la pequeña Hanabi: Elegante, valerosa, confiable, fuerte y amable. Dispuesta a todo con tal de defender a su hermana menor de cualquier peligro… tal como le pasaba a él con Sasuke. Había sido poco lo que Hanabi le había podido describir de ella, pero con cada dato sobre su onee-san, con cada palabra, con cada frase referente a la Hinata que se ocupaba de ella, una inusual necesidad en Itachi nació. Él no lo supo en ese momento, pero de la nada una inquietante necesidad de conocer a tan maravillosa mujer, se consolidaba cada que se permitía dedicarle un pensamiento.

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La misión se ha llevado a cabo satisfactoriamente. La familia principal del clan Hyuga ha sido eliminada. No pudimos sin embargo, rescatar los ojos del líder, ni de su sobrino, el segundo al mando. Encargué a Kakusu extraer los ojos de los cadáveres de ambas hijas del líder, espero sirvan para su objetivo.

El puño del hombre enmascarado se cerró sin compasión sobre el cuello de la chica peli azul que daba el reporte de su fracaso, asfixiándola casi a punto del desmayo. Luego de esto, la lanzó lejos, gritándole despectivamente lo inútil que había sido. Obito le perdonó la vida solo porque sabía muy bien que Pain cobraría venganza en caso de que algo le sucediera a Konan, y aunque Obito creía ser la criatura más poderosa sobre la faz de la tierra, aún tenía que conservar a sus ayudantes de su lado, si quería llevar a cabo su siniestro plan. O por lo menos a quienes le quedaban. Nunca contó con que esos malditos Hyuga fueran tan poderosos a punto de eliminar a dos de sus reclutas. Francamente inconcebible. Solo esperaba que en los ojos de alguna de las chicas, estuvieran encriptados los Justus necesarios… según había escuchado, la menor tenía más talento. Con suerte, Kakusu sabría conservar sus ojos el tiempo necesario. Si, al menos eso fue un acierto de parte de Konan: nadie sabría conservar mejor los órganos de un ser muerto que Kakusu.

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Aunque Itachi sentía algo de simpatía por la única miembro femenina de Akatsuki, fue el apellido mencionado lo que lo llevó a espiar aquella conversación; él sabía muy bien de quienes hablaban. Cuando se entero de los sucesos, un viento helado se apoderó de su alma para luego dar paso a un rio de lava hirviente que consumía todo: ira y deseo de venganza. La venganza hizo que la sangre bombeara fuertemente en sus venas, manteniendo su corazón acelerado latiendo en su pecho, y luego nada. Un vacío, un vacío enorme que no tenía razón de ser.

La personalidad de por sí seria y solitaria de Itachi, se acrecentó aún más. No era raro verlo sentado, silencioso, mirando fija y melancólicamente el techo. Porque él había estado demasiado tiempo solo. Había despertado cada día sabiendo que no tenía a nadie. Había ido a dormir cada noche con una sensación de pérdida. Sin embargo, cuando estaba tentado a dejarlo todo, Dios le había traído a unos ángeles para solamente eliminarlos de nuevo. La ausencia de esa infantil compañía había sido un golpe terrible para el alma que él pensaba que se había marchitado hace muchos años.

En sus años de vida, Itachi nunca había sentido a ninguna persona como esencial en su vida. Había crecido sabiendo que su supervivencia dependía de no tener a nadie, sabiendo él era diferente, sabiendo que era imperativo que ocultase esas diferencias. Él se había abierto camino a su manera en la vida, se había hecho a sí mismo literalmente cuidándose lo mejor posible hasta que se unió a los Akatsuki.

Él había hecho de Akatsuki su hogar. Los hombres con los que él de una u otra manera compartía, le habían dado una base para obrar recíprocamente, para afilar su intelecto, para probar sus capacidades. Él había pensado que no necesitaba nada más.

Itachi ahora se dio cuenta de lo equivocado que había estado.

Las muertes de Hinata y Hanabi habían abierto una herida en su alma que él no podría explicar. Él nunca las había abrazado, nunca les había hablado, a Hinata ni siquiera la había visto. Ellas no eran sus compañeras, no era sus amigas, no eran su familia… pero su corazón le gritaba algo diferente. Su alma gritó por la pérdida y un cierto instinto innato se rehusó a creer que las había perdido para siempre.

─Tienes que superarlo Itachi. – Kisame, su compañero de equipo se sentó al lado de su cama, sus ojos redondos y burlescos contrastaban con la seriedad de su voz.

─ Deseo saber qué sucedió.

KIsame suspiró con fatiga, sacudiendo su cabeza ─ ¿Qué importa? Ya se han ido.

La furia casi devoró a Itachi. Importaba, ¡por supuesto que importaba! Importaba porque él se había propuesto exigir su propia forma de justicia. Él estaba ahí para proteger a Konoha y Obito lo había traicionado, ocultado que estaba atacando a sus clanes por separado. No tenía idea de lo que planeaba su líder, pero no iba a dejar que continuara destruyendo lo que a él tanto le costó conservar.

─ Deseo saberlo. A partir de mañana dejaré de formar parte de Akatsuki.

La sorpresa brilló en los ojos de Kisame, lo medito un poco antes de palmotear su espalda

─ Cuenta conmigo para lo que necesites. Luego se puso en pie, bajando la mirada fijamente hacia Itachi durante largos momentos, silenciosos.

─ Si el líder se entera que desertaste, te matará. ¿Lo sabes, no? ─ preguntó cautelosamente.

El Uchiha sonrió. Un descubrimiento lento de sus dientes que él sabía que su compañero reconocería. Itachi era uno de los mejores por una razón: Él sabía lo que hacía, y él sabía perfectamente lo que hacer ahora.

─ Primero tendrán que atraparme ─ dijo suavemente.

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Al día siguiente, un hombre joven se dirigía a dar su última mirada al barrio Uchiha. Quería despedirse a su modo del lugar en el que una vez sintió una pequeñita luz de esperanza y asegurarle que nada malo pasaría a la aldea y que no dejaría que Obito se quedara con los secretos de su doujutsu.

Deja vu… una voz hablándole a un altar de piedras, sobre el cual había un kunai con su nombre… la voz podría haber cambiado, pero él sabía quién era la dueña de esa voz… ¿podría ser? ¿Acaso se habría vuelto loco al fin?... nuevamente se agazapó en las sombras, y el corazón le dio un vuelco cuando vio a la portadora de los ojos claros tomando aquel kunai.

Sé que esta arma te pertenece, pero yo la necesito y no se me ocurre mas a donde ir. Los dominios Hyuga y la aldea entera están siendo vigilados. Tenemos que escapar antes que nos rodeen nuevamente.

Hanabi se sintió un poco tonta al hablarle a la nada, como solía hacerlo de pequeña; pero era innegable que en ese lugar siempre había encontrado una energía que la llenaba de paz y confianza, por ello estaba allí. Buscando el valor que casi pierde cuando vio a su padre y a su primo morir defendiendo los secretos del byakugan. El mismo valor que a su hermana mayor le había sobrado y gracias al cual ahora estaba viva.

Dos pies se movieron al tiempo, haciendo que las hojas bajo ellos crujieran, alertando así a la castaña que desapareció en una nube de humo y quien sin saber muy bien porqué, alcanzó a decir al viento antes de marcharse un leve: "ayúdanos Itachi"

Fue tan sutil que solo él lo escuchó, y así supo

que su mente no le jugaba una cruel broma, confirmó que en serio ellas habían logrado escapar y ahora dependían de su huida para sobrevivir. Las ayudaría, claro que las ayudaría, pero primero, debía darles algo de tiempo deteniendo al dueño de aquellas pisadas que hace un segundo los habían alertado.

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Si, continuará... (espero que pronto). No tengo mas que decir, asi que:

¡se agradecen los reviews!