Los personajes de Shingeki no Kyojin y sus personajes no me pertenecen.

Agradecimientos especiales a mi hermana mayor/menor Sery y su apoyo constante en todo, en realidad no sé qué sería de mí sin ella. También a mi estado de ánimo en ese entonces, maldita sensación agridulce que me hizo escribir esto.

Cómo siempre: El crédito de la imagen no es mía y posible OoC; mil disculpas.


Tormenta

Apretando el gatillo
Dudoso dedo

Incluso soy incapaz
de querer a alguien.
¿Por el amor a quién,
aprieto de gatillo?

—Traducción de Kyoukaisen, Diaura.


Levi era un asesino a sueldo; muy bueno en su trabajo y cuándo hacía un "trabajo" absolutamente nadie podía dar con su paradero, ni el mejor policía podía tan siquiera sospechar que el asesino había sido alguien con los rasgos físicos de él.

Él nunca se había negado a un trabajo y su semblante no cambiaba para nada a la hora de asesinar a alguien. Sin embargo a él siempre le pedían asesinar a personas "importantes" o ladrones y asesinos como lo era él mismo. Por eso el día en que cierto hombre se presentó ante él para contratar sus servicios, no se negó para nada.

Cuándo le dijo el nombre de su siguiente víctima, tampoco sintió nada en especial, hasta que le tocó investigar sobre el chico al que iba a asesinar.

Sí, era un chico, un joven de secundaria que se ganaba la vida como mesero en una cafetería. Tenía un horario fijo, casi siempre recorría las mismas calles a las mismas horas y nunca se retrasaba, tenía una hermana adoptiva, pero ésta ahora estaba comprometida, por lo que pocas veces se le veía con el chico.

A Levi le resultó terriblemente raro que alguien quisiera asesinar a un chico cómo él que no hacía absolutamente nada. Dudó muchas veces si era él la persona que aquel sujeto quería muerto, pero no había otra persona con las descripciones —o el nombre— del castaño.

¿Qué era lo que había hecho ese chico para que alguien quisiera matarlo? Él deseaba descubrirlo, fue por eso que entró en aquella cafetería y dejó que él tomara su orden, fue por eso que siempre buscaba una forma de hablarle.

Era la primera vez que se tardaba tanto asesinando a alguien.


Las clases habían terminado, Eren se había despedido de Mikasa, su hermana, para rápidamente irse a trabajar, aunque antes le prometió que trataría de volver antes para cenar los dos juntos como pocas veces podían; ese día Mikasa tenía el día libre y quería hacer una cena especial para los dos.

Al llegar a su trabajo, procedió a cambiarse para atender a los clientes que poco a poco iban llegando. A Eren le gustaba el ambiente, era tranquilo, nada comparado con lo que había vivido antes. Le gustaba esa vida que llevaba, le agradaba mucho el señor Irvin, su jefe y la esposa de éste también, eran buenas personas.

La campana situada en el marco de la puerta sonó, dando aviso de que un nuevo cliente había llegado.

—Te toca, Eren —mencionó Annie, su compañera de trabajo, mientras veía al cliente recién llegado.

Eren dirigió su vista al hombre que se encontraba sentado en una mesa apartada de la ventana, supo inmediatamente que se trataba del señor Levi Ackerman, un señor que llevaba casi un mes visitando la cafetería. A Eren le agradaba mucho Levi, era un persona interesante a pesar de que era de muy pocas palabras. Desde el primer día en que el señor Levi había dado un paso en aquella cafetería, Eren lo había atendido y no había día en que no lo hiciera.

Annie le había comentado una vez a el castaño que ese señor solamente se presentaba cuándo sabía que Eren se encontraría trabajando, ya que no se le veía los fines de semana que era cuándo el chico no trabajaba y ni siquiera se aparecía ni para saludar a sus amigos, también la rubia le dijo a Jaeger algo cómo: "Él está interesado en ti", pero aquellas palabras no fueron tomadas con importancia por Eren, quién seguía siendo amable y hospitalario con aquel señor y no solamente porque fuera su trabajo.

—Buenas tardes, señor Levi —saludó el castaño—. ¿Qué va a ordenar?

—Lo mismo de siempre.

—Entendido, enseguida se lo traigo —dio media vuelta hacía la cocina para dejar el pedido.

Annie se le quedó mirando al pelinegro, ella tenía fama por desconfiar de la gente, pero aquel hombre en especial tenía algo que no le agradaba; algo ocultaba. Nadie llegaba de la nada para hablar con un joven en especial sin ningún motivo detrás de eso y si no era por una atracción, entonces había algo mucho más profundo detrás. Pero ella sabía que no le tocaba investigar eso, es más, ni siquiera debía de tener esos pensamientos. Aquellas intrigas correspondían solamente a Eren, pero éste parecía no prestarle atención a lo raro de todo eso.

El castaño se había mostrado amable con él y a veces se quedaba unos minutos compartiendo una que otra comida con aquel señor. ¿Es que acaso Jaeger era tan ciego o tan inocente?

Cuándo observó a Eren volver con la orden del cliente, ella le llamó.

—Eren —él se detuvo y se le quedó viendo con curiosidad—. Cuídate.

El castaño se mostró desconcertado, primero porque la persona que le estaba diciendo aquello era Annie y segundo porque nunca pensó que le podría pedir que se cuidara como si estuviera en algún tipo de peligro.

¿Acaso lo habían encontrado?

Decidió tomar las palabras de Annie y asintió con la mirada seria. Tal vez debería empezar a cuidarse un poco más. Aquellos tipos seguramente lo seguirían buscando, había sido tonto de su parte bajar la guardia tanto tiempo y suponer que todo volvería a ser lo mismo de antes.

Que iluso había sido.

—Aquí tiene, señor Levi —entregó la orden con la misma sonrisa que siempre portaba, pero Levi pudo ver que había algo debajo de aquella mascara de felicidad.

¿Qué era? Observó a Eren tomar la orden de otras personas y se dio cuenta de que a pesar de estar haciendo su trabajo, empezaba a mirar a su alrededor cómo si alguien lo estuviera siguiendo. ¿Acaso el chico sabía que lo estaban buscando para matarlo? ¿Acaso en verdad había hecho algo malo?

Pero, ¿qué era lo que había hecho Eren exactamente? La persona que lo había contratado a él no le había explicado nada —después de todo, él tampoco tenía fama de preguntar razones— pero aquello era demasiado sospechoso.

El castaño parecía una persona común y normal; dudaba mucho que tuviera las agallas para matar a alguien y no parecía ningún detective encubierto.

Sus pensamientos fueron disipados cuándo una chica de cabello negro y bufanda roja llegó a la cafetería muy alterada, preguntaba por Eren en especial y no tardó mucho tiempo el castaño en acudir hacía ella. Ella le abrazó con fuerza y sólo entonces se permitió esconder su rostro en el cuello de él.

Se notaba que estaba temblando, como si estuviera nerviosa o hubiera visto algo que no quería. Eren la abrazó con fuerza y le susurró algo que nadie fue capaz de escuchar, sólo ambos hermanos. Cuándo la joven estuvo más calmada, ambos abandonaron la cafetería sin decir absolutamente nada.

Sin duda alguna, aquello era un misterio.

Y los misterios tienen que ser resueltos.


Había pasado una semana desde que la chica de bufanda —Mikasa, media hermana de Eren, según investigó Levi— había llegado a la cafetería y desde ese día Eren no había vuelto a aparecer para nada y cuándo preguntó por él a la chica rubia, ella le dijo que no sabía absolutamente nada.

Probablemente mentía, dedujo Levi, pero tampoco le importó. Lo único que tenía en mente era que la persona que lo había contratado estaba esperando que él le dijera que ya había asesinado a Eren. Pero una parte de Levi no quería asesinar al chico hasta saber la verdadera razón por la que deseaban su muerte de una manera tan desesperada.

Después de ir a la cafetería, empezó a caminar hacía un pequeño parque en el que casi no asistía gente y, en una banca, se encontró con el castaño; se notaba que no había dormido bien, su semblante estaba serio y estaba metido en sus pensamientos.

¿En qué estaría pensando?

—Eren.

Él pareció volver en sí y cuándo sus ojos se encontraron, él sonrió.

—Señor Levi —saludó.

—Sólo Levi.

Eren asintió mientras volvía a mirar aparentemente a la nada. A Levi el extrañó demasiado ese comportamiento, el chico siempre había sido el primero en iniciar una conversación y, según le había comentado, odiaba estar en silencio mucho tiempo. Pero aquel día parecía ser la excepción porque no había abierto la boca para nada.

Ackerman decidió sentarse al lado del chico en la banca. Tampoco dijo nada —él no era bueno para una conversación— y se limitó a esperar que Eren se animara a decir algo. Levi sabía que tarde o temprano diría algo.

Los minutos que estuvo esperando se le hicieron eternos, nunca hubiera imaginado que extrañaría la voz del mocoso que estaba sentado junto a él y se molestó con él mismo por pensar así. Se recordó que debía de asesinar a Eren y eso significaba que no volvería a escuchar su voz ni ver su rostro nunca más.

—Me gusta este lugar —finalmente habló Jaeger, para buena suerte de Levi—. Es un lugar poco transitado, por lo que me ayuda a pensar.

Levi asintió, compartiendo aquel pensamiento.

Eren volteó a verlo. —¿Cómo han estado las cosas en la cafetería? ¿Annie puede sola con todos los clientes?

—Hay alguien más; es rubio.

—Ah. Armin, sino me equivoco.

No volvieron a intercambiar palabras y Eren de nuevo volteó a ver al frente. El silencio no era cómodo, no era relajante y estaba cargado de secretos que a Levi le molestó aquello; había tenido que buscar información de Eren para conocer un poco más de él y poder asesinarlo de manera más fácil, pero el adolescente al lado de él no era nada más que un cofre de secretos.

Igual que él.

—No has ido —mencionó y trató de que su voz no sonara como un reclamo. Lo logró.

Eren pareció tensarse y encogerse de hombros. —Lo siento —está vez miró el cielo, tal vez preguntándose si estaba bien decir sus razones a una persona que sólo conocía hace un mes y días—. Mi padre murió —no era una total mentira, pero lo era—, Mikasa, mi hermana, estaba completamente alterada. Después de todo la peor parte se la llevó ella.

Levi intuía que Eren no diría nada más y se preguntó qué pasaría si en ese momento que se encontraba con la guardia baja lo acorralaba en un callejón y le hacía escupir todo antes de asesinarlo, posiblemente el chico terminaría completamente sorprendido y rogaría por su vida.

Pero Ackerman no hizo nada de lo que pensó.

—Es increíble —empezó, de nuevo—, nunca imaginé que mi padre moriría de esa forma. Lo último que le dije fue un "buena suerte en el trabajo" y después de eso no volví a verlo más porque viaje aquí junto con Mikasa.

Aquella confesión atrajo toda la atención de Levi, entonces Eren si estaba huyendo de algo. Pero, ¿exactamente de qué y por qué? ¿Qué había hecho él? Trató de recordar al sujeto que lo había contratado y recordó que era un doctor.

¿Por qué un doctor querría asesinar a un adolescente? Aquello parecía cubo rubix sin armar, cuyas piezas estaban todas desordenadas y por más vueltas que diera, no encontraba la forma de unirlas todas en su lugar correspondiente.

—Lo siento.

—No se preocupe —los ojos verdes se encontraron con los suyos—, nada de lo que ha pasado ha sido su culpa. Es…

—¿Parte de la vida?

Eren hizo una mueca. —Algo así…

Levi levantó una ceja, dándole a entender a Eren que debía de explicarse, pero el sonido del celular del chico los interrumpió, él contestó y segundos después se despidió diciendo que era su hermana y que era algo importante.

De nuevo había obtenido información a medias.


Levi nunca había sido caracterizado por ser una persona paciente y al parecer la persona que lo había contratado, tampoco. Había llegado al lugar dónde fue citado por su contratante y éste no tardó en decirle que quería al chico muerto antes de que el mes terminara, porque de lo contrario buscaría a alguien más para hacerlo.

Aquello no le gustó a Levi, no sólo porque lo estaba apresurando, sino también porque estaba poniendo a prueba su capacidad y él no tenía que demostrarle absolutamente nada a nadie.

Sin darle tiempo al sujeto para decir otra cosa, le dio la espalda y empezó a andar de vuelta hasta su casa, pasando por el parque en el que anteriormente se había encontrado a Eren. No había visto al chico desde hace un par de días, pero la espera no le gustaba para nada.

Era increíble que en tan poco tiempo Eren se hubiera metido en sus pensamientos de tal forma que le molestaba. Frunció aún más el ceño al darse cuenta de lo que estaba pasando y se dijo que tendría que actuar rápidamente.

Ya no había tiempo que perder y entre más pasaba en compañía de Eren, más difícil se le haría asesinarlo y aquello era algo que no se podía permitir.

—Estaré bien, Mikasa —escuchó una voz a sus espaldas. Era Eren pero venía demasiado metido en su conversación como para darse cuenta de que él se encontraba cerca—. Sí, prometo alcanzarte pronto. —Aquello complicaba todo, ¿acaso Eren se iría?—. Estaré bien —repitió y con una mano desordenó sus cabellos—. No tienes de que preocuparte, sólo serán un par de días que estaré solo.

Bingo.

Aquello era lo que Ackerman necesitaba para poder finalmente darle fin a la vida de Eren Jaeger; sin su hermana cerca todo sería más fácil. Aquel pensamiento no sólo no le gustó, sino que sintió una opresión en el pecho sin saber exactamente por qué.

Era extraño, demasiado. No era la primera vez que Levi hacía algo así, pero sí era la primera vez que se había acercado demasiado a su víctima. Lo suficiente para encariñarse.

—Levi —saludó Eren con la mano cuándo pasó al lado de él.

El pelinegro no le regresó el saludo, pero si volteó a verlo. Eren pudo darse cuenta de que Levi portaba un aura extraña, no se mostraba cómo antes.

Aquello le preocupó.

—¿Te encuentras bien?

Él desvió su mirada de la del chico, por alguna extraña razón pensó que Eren podría encontrar algún mensaje oculto en sus ojos.

—Sí.

—No pareces… —reflexionó el muchacho, pero antes de decir algo más una corriente de aire fría los envolvió a ambos, Eren se abrazó a sí mismo en busca de calor, pues su suéter no era lo suficiente abrigador—. Está haciendo frío —Levi asintió—. ¿Te gustaría una taza de chocolate caliente?

—No tolero las cosas dulces.

Eren pareció meditar su respuesta. —Bien, ¿y una taza de té?

Sin pensarlo mucho, asintió.


La casa de Eren era más chica de lo que Levi pensó, de hecho era un pequeño departamento suficiente para dos personas. Su sala era pequeña y su cocina lo era más, pero aquello no pareció molestarle al chico que hacía la taza de chocolate y el té con alegría.

Tal vez estaba feliz de no pasar ese día solo después de la partida de su hermana o tal vez estaba alegre porque Levi estaba con él. Pero cualquiera que fuera la razón a Levi no le importó, se mantuvo en la sala, observando el lugar con curiosidad.

Estuvo a punto de regañar a Eren por lo sucio del lugar hasta que una foto en especial le llamó la atención; era Eren de pequeño junto con dos hombres mayores. Supuso que el señor que se encontraba cargando a Eren era su padre y la persona de al lado era… ¿El sujeto que lo había contratado?

Estudió la fotografía, su contratista sin duda alguna había cambiado conforme había pasado el tiempo pero había características de él que no cambiaron. Y aquel lunar al lado del ojo izquierdo era una de ellas.

Aquello no tenía sentido, para nada. ¿Quién era ese sujeto y por qué si conocía a Eren lo quería muerto?

¿Qué es lo que había hecho el chico?

—Aquí tienes, Levi —el chico le tendió la taza y él la tomó.

Eren se sentó a su lado —conservando cierta distancia— mientras tomaba el chocolate caliente esperando que su cuerpo recuperara calor.

—¿Quién es? —Preguntó señalando la foto.

Eren se mostró desconcertado. —P-Pensé… que la había guardado —susurró para sí, pero lo suficiente fuerte para que Levi escuchara—. La persona que me está cargando es mi padre y la persona que se encuentra junto es… u-un amigo de mi padre. No he sabido nada de él —se encogió de hombros—, s-supongo que desapareció…

¿Desaparecer? ¿Entonces Eren no estaba consciente de que esa persona lo estaba buscando?

Iba a decir algo, pero el chico se levantó de golpe y miró por la ventana, dándose cuenta de que la nieve empezaba a caer.

—Levi, ¿tu casa está muy lejos de aquí?

—Algo.

—¿Crees que te dará tiempo llegar? —Preguntó mientras observaba la velocidad con la que caía la nieve.

Levi no respondió absolutamente nada, pero si se acercó hasta dónde estaba Eren para observar la nieve. Sin duda alguna no había mentido sobre el hecho de que su casa se encontraba retirada y, sin duda alguna, no llegaría a tiempo.

—Si quieres… —Eren se rascó la nuca, en señal de nerviosismo—, puedes quedarte…

Levi asintió y Eren volvió a tomar su lugar y él lo imitó. Era increíble pensar que el chico estaba compartiendo su casa y estaba siendo amable con alguien que tenía el deber de matarlo; Eren era amable y parecía que estaba mejor de ánimo porque no dejaba de buscar un tema de conversación.

Cuándo pasó la media noche, ambos decidieron ir a dormir. Eren le dijo a Levi que podía ocupar su habitación mientras él ocupaba la de Mikasa, sin embargo él se negó y dijo que dormiría en el sofá; Eren le llevó unas mantas para que no pasara frío.


Al día siguiente cuándo Eren despertó no se encontró con Levi, solamente había una nota en la que le daba las gracias por haberlo dejado pasar ahí la noche. Él miró por la ventana dándose cuenta de que la nieve había sido quitada y de que se podía salir de las casas.

Por alguna extraña razón, deseó que Levi se quedara más tiempo.

Su compañía le agradaba.


Levi sabía que aquel día Eren había ido a trabajar porque lo había estado siguiendo, había decidido que ese día sería el que definitivamente le pondría fin a la vida del chico. Estaba seguro de que obtendría la información que quería y después lo mataría. Siempre había sido fácil matar a una persona, ¿qué tan difícil podía serlo con Eren?

Conocía perfectamente a qué hora salía de trabajar y también, no se encontraba Mikasa en su casa, por lo tanto nadie podría ayudar al chico. Entró en la casa y esperó pacientemente en el sillón dónde días antes había dormido.

No había vuelto a ver a Eren desde ese día y, en parte, aquello era lo correcto. Nunca debió buscar relacionarse más de lo debido con el chico, pero ya no había vuelta atrás. Las decisiones que había tomado no podía revertirlas, ni siquiera el hecho de ser un asesinado a sueldo. No podía cambiarlo, tal vez dejarlo, pero sabía que si él no era la persona que mataba a Eren, alguien más lo haría.

Y él no podría hacer nada para evitarlo.

Poco a poco la noche empezó a hacerse presente y el departamento se puso por completo oscuro. Era el escenario perfecto para hacer su trabajo, sin duda alguna. Levi se mantuvo detrás de la puerta, esperando que Eren llegara.

Escuchó unos pasos acercarse y entonces se dio cuenta de que el tiempo de vida de Eren se estaba acabando. Se mantuvo de brazos cruzados mientras escuchaba la llave de la puerta ser introducida y luego la puerta ser abierta. Eren traía cargando consigo su mochila de la escuela y por la forma en la que había suspirado y arrojado la mochila, se notaba cansado; Levi nunca lo había visto así.

Pero aquel pensamiento fue desechado rápidamente cuándo al momento de que Eren quedó de espaldas a él, colocó finalmente la pistola en su nuca. El chico se quedó quieto en su lugar, era incapaz de ver algo debido a la oscuridad del departamento, pero sin duda alguna estaba sorprendido.

Eren nunca hubiera imagino que aquel doctor cumpliría su amenaza, de hecho se había estado escondiendo durante muchísimo tiempo para no ser descubierto y ahora todo su empeño parecía en vano.

Se mantuvo quieto en su lugar, hasta que se volteó y agarró la mano de su agresor, haciendo así que la pistola apuntara hacía arriba antes de que a su cabeza. Eren intentaba por todos los medios hacer que la pistola cayera la piso, pero su agresor le estaba dando pelea, tratando de que sus manos dejaran de tocarse.

Un golpe en el estómago logró que cayera al piso mientras su agresor se posicionaba sobre él, pero Eren logró empujarlo a tiempo y levantarse para encender la luz y ver finalmente el rostro de su agresor.

—¡¿Levi?! —Exclamó, totalmente sorprendido cuándo se encontró cara a cara con el pelinegro.

El aludido no contestó absolutamente nada, pero se acercó peligrosamente al chico, sin embargo éste no se movió de su lugar, parecía no entender todavía que la persona que lo quería matar era Levi, la persona que días antes había considerado un reciente amigo, una persona que le había agradado.

¿Por qué?

Ackerman golpeó a Eren en el estómago y cuándo el chico cayó de rodillas al suelo lo jaló del cabello, haciendo que el menor soltara un quejido de dolor.

—¿Por qué te quieren muerto, Jaeger?

Eren guardó silencio durante largos momentos —en lo que recuperaba el aire perdido— y encaró a Levi con el ceño fruncido. Todavía no creía que fuera él, pero tenía que creerlo por el bien de su vida. Se mantuvo en silencio hasta que sintió que el agarre en su cabello se intensificó.

—Te diré si me sueltas —aclaró y Levi lo soltó para después caminar hacia dónde estaba el arma.

Eren ignoró el hecho de que estaba armado y tomó lugar en el piso, Levi se mantuvo parado y de brazos cruzados.

—Habla —ordenó.

—Mi padre trabajaba en un consultorio y todo los días iba a verlo, el hombre de la fotografía y él eran muy amigos y siempre estaban juntos. Pero de repente empezaron a distanciarse y nunca supe la razón, hasta que los escuché discutir; mi padre le decía que lo que hacía estaba mal, pero él no parecía ponerle atención. No le importaba realmente.

El pelinegro prestó en realidad una gran atención al relato, pero aquello no le decía nada. ¿Por qué Eren era la víctima ahí, entonces?

—Seguí visitando a mi padre y un día tuvo que salir y me dejo en el hospital. Estaba aburrido y pensé en visitar al amigo de mi padre —jugó nerviosamente con sus dedos, cosa que notó el mayor—, lo encontré en el consultorio y entré sin decir. Lo que encontré… no fue agradable.

Las lágrimas empezaron a caer por las orbes turquesas de Eren y, aunque Levi no mostró expresión alguna, aquello no le gustó para nada.

—Experimentaba con personas —confesó mientras más lágrimas caían de sus ojos—. Los… lastimaba… eso parecía una masacre… —se abrazó a sí mismo mientras trataba de borrar aquellas imágenes de su mente.

»Él me descubrió y dijo que experimentaría conmigo —abrazó sus piernas y el temblor en su cuerpo se hizo presente—, me persiguió por todo el consultorio hasta que salí del hospital y me encontré con mi padre. Pero él me dijo que mandaría a alguien para que me eliminara, para así asegurarse de que no diría nada; aunque primero eliminó a mi padre.

Levi se mantuvo quieto en su lugar, el arma cargada todavía descansaba sobre su mano, pero no se creía con el valor suficiente para apuntarle al chico que no había hecho absolutamente nada malo en realidad, su único debilito había sido estar en un lugar equivocado y ver algo que no debía.

—N-No pensé qué fueras tú el que iba a matarme… —sus sollozos se escuchaban cada vez más. Pero Eren levantó la vista y al toparse con la mirada de Levi, le sonrió. No era una sonrisa sincera, parecía que le decía que se rendía—. P-Pero… comprendo, adelante, Levi, hazlo.

Él levantó el arma y apuntó directamente a la cabeza del chico, Eren seguía sonriendo mientras las lágrimas caían por sus mejillas. La idea de soltar el arma y abrazarlo para consolarlo se hizo presente rápidamente y la parte de la razón en su cerebro le dijo que no debía matar a Eren, que debía dejarlo libre. Pero también estaba el hecho de que él había sido contratado para ponerle fin a la vida de Jaeger.

Su dedo tembló sin poder evitarlo, era la primera vez que le pasaba algo así y no le gustaba. Todo en su interior estaba enredado; parecía que había una tormenta dentro de sí mismo. Los pocos días que pudo convivir con el chico pasaron por su mente, las veces que lo siguió y se dio cuenta de que en realidad era muy amble no dejaban de aparecer.

Quiso disparar, pero no pudo. Simplemente no podía.

¿Para qué negarlo más? El mocoso le llamaba la atención; le gustaba. Pero aquel sentimiento apenas se estaba plantando en él.

Los pensamientos y sentimientos se siguieron interponiendo entre su deber y tras una última mirada a Eren, disparó.

.

.

.

Levi llegó al laboratorio con una caja envuelta. El doctor lo recibió con gusto y sonrió al ver que traía una caja consigo mismo, señal de que había cumplido su trabajo.

—¿Fue difícil? —Preguntó mientras depositaba la caja en la mesa dónde descansaban más herramientas de trabajo.

—No paraba de llorar —reveló.

El doctor rió. —Supongo que es normal, era un niño todavía.

Levi no dijo absolutamente nada, pero su mirada se paseó por el lugar, dándose cuenta de que había salpicaduras de sangre. «Entonces, la historia de Eren era real» pensó, aunque tampoco era cómo si no le creyera al chico; lo había hecho.

—Gracias por tu trabajo, Levi.

Ackerman no dijo nada y salió de aquel laboratorio, después de unos minutos escuchó el sonido característico de una explosión y supo enseguida que el doctor había abierto la caja.

Al final si podía hacer algo por Eren.


—¡Bienvenido! ¿Qué va a ordenar?

—Lo de siempre.

—¡L-Levi! —Exclamó Eren al verlo—. No te reconocí —confesó mientras apuntaba la orden en la libreta—, te ves mejor de traje —confesó con las mejillas sonrojadas mientras daba media vuelta y se dirigía a decir la orden.

Levi pudo darse cuenta de que la chica rubia que anteriormente había advertido a Eren, también se encontraba en la cafetería trabajando como antes. Con la excepción de que ahora había unos cuantos clientes que se detenían a hablar con ella.

Parecían ser sus amigos.

—Aquí tienes —Eren regresó con la orden y cuándo estaba por ir a atender otra mesa, el pelinegro lo jaló de la mano, haciendo que se sentara al lado de él—. Levi, estoy trabajando.

A Levi no le importó y jaló al chico hacía él, robándole un beso; había decidido dejar que aquella tormenta que dominaba sus pensamientos y sentimientos se aplacara para finalmente darse cuenta de que no deseaba matar al chico; deseaba convivir más con él.

Por eso estuvo esperando varias semanas hasta que el chico le diera una oportunidad.

Y así fue.

Las mejillas de Jaeger se tiñeron por completo de un color rojo, sin embargo, las muestras de afecto en público no le molestaban, le agradaban de cierta forma. Se levantó y volvió a trabajar, no sin antes observar la pequeña sonrisa que se formó en los labios de su pareja.

Levi disfrutaba hacerlo sonrojar.


Cuándo Eren terminó de trabajar, Levi lo esperaba afuera de la cafetería para que caminaran juntos. Ese día estaba fresco debido a que probablemente llovería. Caminaron juntos, tomados de las manos y a paso lento sin ninguna prisa.

Les gustaba disfrutar de la compañía del otro, les gustaba pensar que ahora en adelante tenían todo el tiempo del mundo para conocerse y ahora no contaban con una carga en sus hombros que les impidiera disfrutar de su felicidad.

Su relación no se había dado de la mejor manera, pero ahora se encontraban disfrutando de ella, así qué… ¿qué más daba? El pasado era el pasado y tenía que quedarse ahí para no estorbar al futuro.

—Levi.

—¿Qué?

—Te quiero.

Las primeras gotas de lluvia cayeron sobre sus cabellos, pero aquello no pareció importarles, porque no apresuraron el paso.

—Yo también, mocoso.

.

.

.

El sonido del disparo resuena, Eren cierra los ojos con fuerza y los abre a los minutos al darse cuenta de que se encuentra ileso. Las lágrimas siguen cayendo de sus orbes: tiene miedo. Se queda mirando a Levi esperando alguna respuesta de su parte pero no hay ninguna palabra.

Levi tira la pistola y entonces se acerca poco a poco a Eren, él cierra los ojos esperando un golpe o algo por el estilo, pero éste no llega.

El pelinegro se mantiene cerca de él y de repente se agacha para quedar a la misma altura en la que se encuentra Jaeger y entonces abre los brazos y Eren no tarda en entender que le está ofreciendo un abrazo para calmarse.

No lo piensa demasiado y se abalanza a sus brazos y se acomoda en su pecho, llorando todo lo que ha estado ocultando desde hace mucho tiempo atrás.

Lamento por lo que has pasado, Eren.

Y esas son las únicas palabras de ánimo que le da, pero eso le basta a Eren quién se abraza al cuerpo del mayor con fuerza. No suprime sus lágrimas, dejas que éstas sean finamente libres y entonces se siente liberado por primera vez.

Se siente feliz de que Levi no le haya asesinado y también de que le preste su hombro para llorar.

¿Quién iba a decir que la persona encargada de matarlo sería la persona que lo ayudaría a que el dolor en su pecho desapareciera y la pesadilla acabara?


Fin.


Primero: ¡Muchas gracias por leer hasta aquí! No sabía si la idea llamaría la atención xD Llegó de la nada y aunque me costó mucho terminarla, me alegra verla realizada (': En fin, espero les haya podido sacar una que otra sonrisa o algún sentimiento por ahí(?) —aunque sobre todo que hayan disfrutado— porque esa es mi paga (: Aunque un review no viene mal e.e

Saludines, Breen.