Resumen: Dado de baja en el ejército, John sabe que sus días están contados, si no consigue un Alpha, se lo conseguirán por medios legales. Aun no está listo para dejar que su vida se vaya de entre sus dedos.

Serie: Sherlock BBC

Pareja: John-Sherlock.

Clasificación: Romance-Amistad- Drama.

Advertencia: Omegaverso.

Capítulos: 02/00.

Palabras: 3,148 (Capítulo 02)

Notas:

Fecha: 24/02/2014.

Beta Reader:

Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Arthur Conan Doyle.


Última oportunidad.

Capítulo 02.

El detective detalló cosas que John debía conocer, habló de su trabajo, de lo que hacia, y que a veces trabajaba para la policía. El rubio se sintió curioso y sorprendido de que Sherlock hubiese inventado su propio trabajo.

No tardaron en llegar al 221B de la calle Baker. Y John repentinamente sintió que su pierna temblaba al subir las escaleras.

—En cuanto regrese de jugar al bingo, te presentare a nuestra casera. La señora Hudson es una buena mujer, pero no esperes mucha cordura de ella luego de que utiliza sus 'hierbas medicinales'. —La voz resonó en las paredes, y pareció envolverlo por completo.

Sherlock lo observó por última vez, antes de abrir con entusiasmo la puerta de su piso. Pateó algunos diarios viejos que estaban desperdigados por el piso de la sala, pero no se molestó en recogerlos, no era como si necesitase impresionar a nadie, John ya había decidido quedarse allí.

El rubio entró a la sala siguiendo de cerca a Sherlock, parecía algo raro de pensar… o más bien de sentir, pero apenas tuvo ambos pies en medio de aquel lugar, creyó que por fin estaba nuevamente en casa.

—Bueno, esto podría ser muy lindo… Muy lindo de hecho.

—Me alegra que pienses eso. —Sherlock colgó su abrigo y bufanda detrás de la puerta. —Hay un cuarto arriba, puedes utilizarlo como propio, aunque deberás dormir en el mío si queremos mantener a mi hermano fuera de aquí por un tiempo.

—Está bien. —John suspiró pesadamente mientras se sentaba en uno de los sillones individuales de la sala. Sherlock sonreía mientras intentaba levantar algo del desorden del suelo. —Tal vez sería bueno que lo utilice para mis ciclos.

John alzó sus cejas, cuando su comentario hizo que Sherlock se volteara con apremio hacia él, olvidado ya de recoger el desorden que eran sus cosas, y clavándole la mirada como si repentinamente una segunda cabeza le hubiera brotado de la nada.

—¿Dije algo malo?

—Pensé que estarías más que dispuesto a volver a tus supresores.

Los ojos de John se iluminaron. No habían hablado de eso, así que pensó que al menos tendría que guardar las apariencias también es ese aspecto, solo que volver a estar bajo supresores era demasiado tentador.

Pero también estaba Mycroft.

—Tu hermano espera que tengas descendencia. Y creo que está bastante apurado para que ello sea en la brevedad… ¿No entorpece eso tu plan de acción?.

—Para nada. Una vez que arreglemos un cortejo y un compromiso formal, podre ganar bastante tiempo. No hay porque tener hijos, aun soy joven, mi madre lo entenderá.

John asintió, pero no dejo de pensar en que su reloj había comenzado a correr más aceleradamente desde el incidente, y no se estaba volviendo más joven con el pasar de los días. Por mucho que no se viera cómodo con hijos en un futuro cercano, no era como si tenía otra oportunidad.

—Bueno, pero… yo no lo soy tanto así.

Sherlock bufó.

—Tonterías. ¿Tienes cuanto?… ¿34?

—Casi 40, Sherlock. Y creo que tu hermano me buscó por eso.

El detective pareció terriblemente irritado por el comentario.

—Tanto mi madre como él me buscaron Omegas para 'eso', querido John… La diferencia es que mi hermano parece conocerme mejor que mi propia madre. —Sherlock extendió una sonrisa sardónica, mientras se dejaba caer en el sillón frente a John. —Claro que mi hermano no conto con ciertas cosas… Y eso es terriblemente encantador.

¿Ciertas… cosas? ¿De qué 'ciertas cosas' Sherlock estaba hablando?

—Pero por ahora podre ver lo complacido que estará por su descubrimiento, y la alegría de mi madre, seguro que hará una fiesta en su honor… Y todo eso, a nosotros no nos importa.

John lo observo divertido, a pesar de oír y entender muy bien la parte en la que Sherlock hacia mención de otros Omegas.

—Eras algo así como difícil de atrapar, ¿verdad?. ¿Altos estándares e ideales?… Porque si es así, yo no creo estar entrando en nada de eso. Por lo menos a lo que a estándares Omega se refiere.

—Para nada, solo he sido yo mismo todo el tiempo… Eso hace la magia por sí solo. Y si estuviera buscando un Omega, John, me hubiera quedado con el primero que trajo mi madre. No, lo que estoy buscando es un compañero… Un compañero de aventuras si quieres decirlo de alguna manera.

¡Compañero de aventura!

Esa era una frase que le estaba comenzando a calentar las puntas de los dedos, lentamente, muy lentamente. Y nada de esa reacción tenía que ver con el aroma impregnado del Alfa en cada rincón departamento. O al menos eso quería pensar en su más profundo fuero interno.

John se sintió cómodo, mientras Sherlock iba y venía por el lugar. No parecía una mala idea comenzar a morar allí. Quizás necesitaba un poco de orden, pero el lugar no era malo, y parecía tan lleno de vida con las cosas desparramadas de Sherlock por todos lados. Acaricio los brazos del sillón como en un reconocimiento más detallado, como haciéndose parte del él.

—Estoy seguro que aun habrá cosas, detalles, que podemos llegar a arreglar, pero la verdad es que nada se llevara a cabo hasta que mis padres vuelvan de sus vacaciones. Por lo que aun tenemos tiempo para pensar mejor las cosas.

—Tu hermano me hizo firmar un contrato, Sherlock… ¿Eso es significativo?

—No. —El detective se detuvo en medio de la sala, viendo las ventanas con insistencia. —Todos los Omegas que Mamá consiguió para mí antes, también lo habían hecho. Puedo con ello. —Se giró en dirección a la puerta, cuando los apresurados pasos en las escaleras, resonaron hasta en la sala atrayendo también la atención de John. —¿Dónde?

John se estremeció cuando una voz contesto antes siquiera de haber travesado el umbral de la puerta.

—Brixton, Lauriston Gardens.

El hombre se paró en la sala, obviamente agitado por la manera en la que subió el corto tramo de escaleras hasta el piso donde estaban.

—¿Qué hay de nuevo en este? No habrías acudido a mí en otro caso.

—Sabes que ninguno dejó una nota, ¿no? —El hombre parecía extremadamente cansado, y lo pareció aun más frente a Sherlock.

—Sí.

—Esta vez sí. ¿Vienes?

John seguía los movimientos de un Sherlock diferente al que ya había visto. Frio, serio –más de la cuenta–, como si el hombre ahora fuera más inalcanzable… mas imposible de tener. No es que John haya querido tenerlo, solo era una… idea.

No oyó la conversación hasta que Sherlock puso demasiado énfasis en la idea de que necesitaba un asistente.

—No en un auto policial. Te seguiré.

Apenas recibió un débil 'gracias' del hombre antes de salir del piso y del edificio, con la misma rapidez con la que había entrado.

La alegría tomo el rostro de Sherlock apenas el hombre desapareció por la puerta del piso, saltando como niño en navidad. Y John escuchó algo por el estilo salir de sus labios.

—¡Genial! Llegare tarde… tal vez necesite algo de comida.

John lo observo como si simplemente estuviera bromeando con él. ¿Qué era, su maldita esposa?… Bueno, se suponía que sí.

—Algo frio servirá. John, toma una taza de té, siéntete como en casa. ¡No me esperes despierto!.

El rubio lo siguió con la mirada, apenas girado en el sillón, tenía en sus labios una mueca de incredulidad. ¿Compañeros? Claro: ¡Mis pelotas!.

Sabía que las palabras de Sherlock habían sonado demasiado idílicas para ser ciertas. Solo esperaba que la casera de Sherlock le creyera cuando le tuviera que decir que era el Omega de eso extraño hombre. Solo que no tuvo tiempo de pensar en qué le diría a la mujer llegado el caso, o en pensar que simplemente podía volver a su apartamento, y ya ver que harían luego.

—Tú eres doctor… —Sherlock lo observaba desde la puerta, aun poniéndose los guantes. —De hecho, eres doctor militar.

John no tardo en cuadrar sus hombros, asintiendo hacia el hombre. Esa era información que Sherlock ya sabía, al menos… se suponía que ya la sabía.

—¿Eres bueno?

—Muy bueno.

Sherlock permaneció observándolo por unos instantes, antes de seguir hablando… pero desvió sus ojos por un momento. John no supo como tomar aquello, pero no era raro para él tener que demostrar de lo que era capaz. Así que contestó a lo que Sherlock decía sin ningún tipo de problema.

—¿Quieres ver más?

—Oh. Dios. Sí.

El viaje en taxi fue más callado que el primero que compartieron, Sherlock parecía más metido en su teléfono que en explicarle a John lo que estaba sucediendo, o hacia donde era que iban. John estaba dispuesto a seguirlo.

—Deténgase aquí… regreso enseguida, John. —Sherlock instó al taxista a detenerse, pidiéndole a John que lo esperara dentro.

El rubio lo perdió de vista unos pasos delante de donde el taxi se detuvo, entre la gente que caminaba por la acera. Haciéndose preguntar si había hecho bien en aceptar tal trato con ese hombre, sin ponerse a pensar en ello dos minutos siquiera.

Tal vez debió pensarse mejor las cosas. Si así fuera, quizás terminaría al lado de un Alfa más… común. Sherlock cortó su pensamiento al entrar intempestivo nuevamente en el taxi.

—Toma, puedes empezar desde ahora. No quiero que Lestrade me diga algo por meter a un Omega en la escena… más de lo que va a decir obviamente, de todos modos.

John aceptó el paquete que Sherlock dejó en sus manos, acompañado de una botella de agua, reconociendo de inmediato lo que era… y para que servía.

—¿Sabes si hacen efecto de inmediato?. —Quiso saber el detective, mientras le pedía al taxista que siguiera su camino.

—No, no lo hacen… —John se sentía mareado, y con una rara sensación dentro de su estomago. —Pero puedo tomar dos juntas ahora, ayudara a tapar un poco el aroma. —Acabó por decir, extrañamente alegre.

Sherlock asintió, internamente aliviado de que John estuviera dispuesto a volver a sus supresores, algo que sabía que el ex militar quería hacer de todas formas… Y lo que hacía su asociación más segura, de ahora en más.

John también se sintió inmensamente seguro después de eso; una vez que la droga estuviera en su sistema una vez más, volvería a ser el de siempre, sin prestarle atención a los cambios hormonales, ni a los aromas a su alrededor… Ni mucho menos a la loca idea de que se estaba poniendo viejo para concebir.

Unos minutos más, y John sabía que estaba bajando del taxi más seguro de lo que se subió al mismo. Y por primera vez desde que había llegado a Londres, se irguió por completo y camino con un paso enteramente militar al lado de quien sería su nuevo compañero desde ahora.

—Hola freak… —La voz femenina 'saludo' a Sherlock, del otro lado de la valla policial.

—Vine a ver al DI Lestrade.

—¿Por qué?

—Me invito.

—¿Por qué?

John observó la interacción entre el Detective y esa… mujer. Beta, nada especial, si se lo preguntaban a él. Pero parecía estar retando a Sherlock. ¿Una Beta contra un Alfa? ¿Qué era eso, el mundo del revés?

Sherlock no se dejo intimidar –como si ella pudiera hacer semejante cosa, por Dios–, poniéndose del otro lado de la línea, sin esperar el permiso.

—Incluso hoy no has dormido en tu casa.

John bajó la mirada, lo que sea por lo que estaban peleando esos dos, no era de su incumbencia, solo estaba allí para ayudar a Sherlock… o lo que fuera.

—No… ¿Quién es este? —Tartamudeó la mujer, como si hubiera notado su presencia en ese mismo segundo, aprovechando también la oportunidad de cambiar de tema muy rápidamente.

—Mi pareja, el Doctor Watson. Doctor Watson, la sargento Sally Donovan… Una vieja amiga.

—¿Pareja? ¿Cómo lo conseguiste? —Sally se giró hacia John. —¿Te ha seguido a casa?

—Quizás sea mejor que espere… —John comenzó a decir, pero rápidamente Sherlock lo cortó.

—No. —Fue la única sentencia del detective, elevando la franja para que John pasara sin problema.

Sally se volvió, divertida por la forma que los había llamado por la radio. Cosa que al parecer no le importa a Sherlock en lo más mínimo. Pero si John pensó que ese había sido el único problema de Sherlock, se dio cuenta de cuan equivocado estaba cuando la figura de otro Alpha se plantó frente al detective.

Claro que a simple vista, parecía que Sherlock sabía tratar con todos ellos. De eso John se dio cuenta de inmediato. El nerviosismo podía fácilmente olerse a millas de allí.

—Sea lo que sea que insinúes…

—Oh, no insinuó nada. Estoy seguro que Sally solo fue a charlar, y acabó pasando la noche. —Comenzó a hacer su entrada a la casa sin perder más el tiempo. —E intuyo que fregó tu suelo, viendo el estado de sus rodillas.

Esa sonrisa… Sí, evidentemente sabía muy bien cómo tratar con ellos. John no pudo evitar ver –o intentar ver– el detalle en las rodillas de la mujer, sin encontrar nada delator, sin embargo. Pero algo dentro suyo, se removió divertido por todo aquello. Ahora se podía decir que entendía por qué el hecho de mandarlo 'a la mierda', que Sherlock había dicho que todo el mundo tenía.

El "¿Quién es este?" del hombre que John creyó acertado pensar que era Lestrade, no fue tan feo de oír como el simple "Está conmigo" de Sherlock. Al parecer no quería volver a pasar lo de Donovan, allá fuera. John no lo culpó, pero no se sintió bien tampoco.

—¿Pero quién es?

—He dicho que está conmigo.

John se vistió y no volvió a preguntar mas nada, simplemente se limito a seguir a Sherlock. Ese día se estaba volviendo más y más raro a cada minuto. Y eso que simplemente había creído que estaba yendo a una reunión, en la cual estaría perdiendo su libertad sin ninguna duda. Sin embargo, había ganado una cuota más de emoción, al parecer.

No pareció tan así cuando el cuerpo del Alpha –completamente vestido de rosa– lo resivió en aquella habitación derruida. En la guerra había visto muchas muertes, incluso algunas que aun no podía sacarse de la mente, pero el cuerpo inerte, sin signos de violencia evidente, lo dejó sin reacción.

Sin embargo su compañero no pareció notarlo, realmente inmerso en la escena, en revisar el cuerpo muy de cerca. Sherlock parecía divertido con todo eso, y en algún punto, que lo estuviera hacia ruido en la mente de John. La emoción estaba allí, donde él veía un cuerpo ya sin vida, Sherlock veía un millón de cosas que escapaban a su razonamiento.

—¡Doctor Watson!

Sabía que habían hablado de ello, de lo que Sherlock podía proporcionarle, aun fuera del ejército… Pero parecía más de lo que estaba preparado para manejar, al parecer.

John no supo muy bien todo lo que paso luego, las deducciones… ¡Oh, Dios! Y vaya, que ya lo había oído antes, pero de golpe era como si cada uno de esos detalles, que al parecer Sherlock solo podía ver, le golpeara en la cara; de tal manera que no podía evitar expresarse maravillado y de forma verbal, luego de una nueva descarga de información.

Sherlock le sonrió, y por primera vez al ver esa mueca en labios de un Alpha no pensó en que estaba siendo muy arrogante, aunque claramente, Sherlock lo estaba siendo. Y razones de sobra tenia para serlo.

Pero el detalle, es que le estaba sonriendo a él.

John se perdió por solo unos instantes. Sherlock gesticulaba como un loco, hablándose mayormente a sí mismo. Hasta que al parecer dio con la pista que necesitaba.

¿Qué demonios tenía que ver el maldito rosado? ¿Podía haber algo mas rosado que la mujer que yacía en el suelo en esa vieja y derruida habitación?

John tenía demasiada información, demasiadas cosas que sopesar en muy poco tiempo, hacia solo unas horas era un Omega retirado de las fuerzas; y ahora parecía estar 'prometido' a un hombre cuyo pasatiempo parecía ser el resolver casos difíciles. Sherlock parecía simplemente más único de lo que creyó en un principio.

Solo que de golpe se vio solo, y antes que se diera cuenta, cojeando hacia 'la calle principal' para buscar un taxi que lo llevara de vuelta… Pero que lo devuelva, ¿a dónde?

Intentó no prestar atención a lo que Sally le dijo, después de todo ellos no serían una pareja de verdad, lo suyo solo era un trato. Pero lo que la mujer le dijo llegó a remover algo en su interior.

—Aléjate de Sherlock Holmes.

Sally le sonrió, pero su sonrisa era vacía. John no tardo en salir de allí, tal vez si iba hacia la casa Holmes, aun encontraría a Mycroft para poder hablar un poco sobre Sherlock.

'Afortunadamente', no tuvo que caminar una gran distancia cuando un auto se puso a su lado. Y a pesar que hubiera preferido ser él quien encontrara al mayor de los hermanos, se alegro de no tener que gastar un dinero que no tenía en un extremadamente caro viaje en taxi.

—Veo que se lleva bien con mi pequeño hermano, Doctor Watson. Me alegro enormemente. —La voz afectada recitó, como si no hubiera real emoción en las palabras, más interesado en revisar anotaciones, que en la revelación del hecho de que Sherlock podía congeniar con otro ser humano.

John no pudo evitar bufar ante el hombre, provocando que Mycroft Holmes dejara su libreta unos instantes, para clavar sus penetrantes ojos en su figura.

—¿Algún problema?

—Nada que no pueda arreglarse con un poco de sueño.

Mycroft lo observó por unos instantes antes de asentir lentamente.

—Sí, me imagino que estar apenas unas horas con Sherlock, debe ser profundamente agotador… ¿Dolor?

John masajeó distraídamente su pierna, pero negó ante la pregunta. No podía ocultar que el comentario le había caído mal, sin saber muy bien porque. No era como si él pudiera salir a defender a Sherlock, no quería… Y no era como si algún Alpha lo necesitara. Obviamente, Sherlock no lo requería.

—Bien. Solo lo dejare en su nuevo hogar. Aunque ahora que mi hermano se ha dignado a aceptar a un compañero, espero que entre en razón y consiga un lugar más habitable…

—A mí me gusta el apartamento.

John se oyó ofendido, y Mycroft por un momento se mostro verdaderamente sorprendido. Negó con suavidad, anotando rápidamente en su libreta, mientras una fugaz sonrisa corría por sus finos labios.

—Evidentemente, muy buena elección. —Murmuró para sí mismo, mientras John desconfiaba de todos sus movimientos. —Baker Street Marco, 221b de Baker Street… Estoy seguro que mi hermano lo espera con los brazos abiertos.

El doctor se guardo el comentario, simplemente rodó sus ojo, antes de apoyarse en el vidrio de la puerta. La mujer de rosa había quedado atrás, pero la voz de Sherlock, las deducciones, una por unas aun seguían dando vueltas en su cabeza.

Continuará.


Notas Finales: Como podrán notar, en este capítulo como en el anterior, he echado mano de los diálogos del E01 de la primera temporada… ¿Por qué? ¡Porque lo amo! Solo va a pasar con este capítulo, no pienso ponerme a recorrer cada uno de ellos en este fic… es solo que me encanta y siempre vuelvo al instante en el que se conocieron, por mas AU que este escribiendo.

Espero que esto aun les siga gustando.