Capítulo 0, Prólogo. 20 años después de TLC.

"Shion, tú te convertirás en el nuevo Patriarca y dirigirás a las futuras generaciones de caballeros; Dohko, tú vigilarás el sello que mantiene dormidos a los espectros…"

Un pequeño suspiro abandonó sus labios secos y se convirtió en una blanquecina nube que fue rápidamente devorada por el viento. Habían pasado veinte años y no había día en que no recordara la voz de Atenea delegándole la misión más importante que podría llevar a cabo en su vida.

Veinte años, pero aún le costaba trabajo creerlo.

Sin darse cuenta, volvió a suspirar; debía haber estado demasiado sumido en sus pensamientos, pues la mano que ahora yacía en su hombro jamás llegaba ahí sin pensarlo dos o tres veces.

.

- ¿Se encuentra bien, Patriarca? –

- Sí, perdóname, Teneo. Tan solo estaba recordando.-

.

El lemuriano sonrió con calma para un santo de Tauro que lo observaba entre curioso y preocupado. "Cuánto ha crecido" pensó al ver de nuevo sus facciones adultas y firmes. "Puedes estar plenamente orgulloso, Hasgard". Una vez más, una oleada de recuerdos lo arrastraba lejos del presente. Teneo lo había acompañado desde el mismo instante en que comenzara a ejercer de líder de la orden y, ahora, dos décadas después, seguía cumpliendo su misión. No lo había pensado dos veces antes de ofrecerse a acompañarlo incluso hasta aquel recóndito lugar del mundo. "Alguien tiene que cargarlas" había ofrecido como excusa, aludiendo así a la evidente herencia de los arcontes de la segunda casa que lucía. No había podido decir que no. Sabía que era peligroso de su parte dejar el Santuario, pero, como en todo ciclo, los santos volvían a aparecer. "Capricornio cuidará que todo esté en orden". Además, era el único que podía realizar esa tarea. Cuando se percató de que Teneo casi lo atravesaba con una mirada reprobatoria e inquieta, dejó escapar una risa de culpabilidad y continuó avanzando. Era difícil moverse cuando la nieve le llegaba hasta las pantorrillas, sin embargo no les quedaba otra opción: se encontraban ya en territorio protegido y entras precipitadamente podía conducirlos a un enfrentamiento. Podía sentirlos, cerca, lejos, vigilando sus movimientos. Aquellos que compartían una suerte de vínculo frágil con el Santuario que él ahora dirigía.

.

Al cabo de dos horas de lento andar, pudo divisar el arco de piedra que daba inicio al pueblo. Algo parecido a la nostalgia lo embargó a pocos metros del marco en donde se habían reunido tres personas cubiertas con gruesas capas que dejaban a la vista protecciones del color del océano. Ellos no confiaban en nadie y no podía culparlos: ese era su entrenamiento. Pero, a diferencia de los guerreros azules, la cuarta silueta que se dibujó entre ráfagas nevadas llegaba a recibirlos con una sonrisa noble. Sabía quiénes eran ellos y Shion sabía quién era él. Sin su ayuda ni su entereza, todos habrían muerto. El ex Aries y Tauro hicieron una reverencia y recibieron una igual a cambio.

.

- Patriarca Shion, Teneo de Tauro.

- Señor Unity.-

°O°O°O°O°O°O°O°

.

Luego de una bienvenida y reconfortante bebida caliente, el señor de Bluegard los llevó por un sendero vagamente demarcado por restos de pilares y construcciones hasta un sitio lejano, siempre escoltados por tres guerreros azules; unas ruinas que antes fueran la biblioteca más importante de la Tierra. Algunos muros seguían en pie y parte del pasillo principal conservaba aún el techo, pero todo se difuminaba gracias a las grandes capas de nieve. El otrora general de Dragón Marino había erigido la nueva Bluegard desde sus cenizas, pero apartada de la antigua. Apartada de sus recuerdos y del pasado ominoso que incluso ahora solía atormentarlo. Ni siquiera había sido capaz de destruir las ruinas.

.

- Son parte de la historia de Bluegard. De la mía.- Señaló en tono solemne al observar el rostro contrariado del paladín de Tauro, quien enseguida murmuró una disculpa.

- ¿No ha vuelto? – Secundó el de las peculiares cejas con aire más confidencial, mientras aún caminaban por el derruido y largo corredor. El de cabellos blancos adquirió un aire melancólico y su mano viajó inconscientemente hasta la cicatriz que marcaba su pecho.

- No. Y dudo que lo haga alguna vez. Mi cosmos era prestado, todo ese poder se desvaneció en cuanto regresé a este sitio. Solo soy un humano normal; incluso mis guerreros azules poseen el suyo.- Aclaró, sin embargo, con tonalidad casual y humilde. En realidad, ya se había resignado con la mejor disposición.

- En eso estás en un error, señor Unity.- Refutó con amabilidad el lemuriano, causando una suave mirada de sorpresa en el aludido. Antes de continuar, el Patriarca posó una mano en el antebrazo ajeno.- Todas las personas poseen la fuerza del universo en su interior. Tú la has despertado en una ocasión y estoy seguro de que podrás sentirla de nuevo el día en que logres perdonarte y no temas repetir los errores del pasado.- La forma pausada y solemne de hablar del rubio desarmó por completo al lord de las tierras heladas, quién, al cabo de unos segundos, logró superar el nudo en su garganta y los terribles deseos de derramar lágrimas para dar paso a una sonrisa amarga y un asentimiento.

- Gracias. Hemos llegado.-

.

Teneo fue el primero de todos en expresar su impresión por lo que tenían en frente: Una colosal estructura de pilares de hielo. Debía tener el tamaño de un edificio de tres plantas, sin acceso visible. Cortaba el camino del corredor abruptamente. Al acercarse al final del camino, los seguidores de Atenea pudieron distinguir en el hielo que hacía de pared una gran placa de piedra con cuatro nombres grabadas en ella. A los tres presentes los abrazó una sombra de amargura y respeto a la vez.

.

.

"Dégel" "Kardia" Seraphine" "García"

.

.

- Es imposible de romper.- Unity fue el primero en hablar para romper el incómodo silencio, captando de inmediato la atención de sus oyentes.- Los guerreros azules más fuertes han arremetido con todo y no le han hecho un rasguño. El acceso a la Atlántida estará sellado por mucho, mucho tiempo más. Dégel era realmente fuerte.- Añadió con seriedad, pero agregando una nota de infinito cariño y tristeza al mencionar a su viejo amigo.

- Era un gran hombre.- Acotó Aries con nostalgia.- Al igual que Kardia.-

- Ellos dos salvaron mi vida, estoy muy seguro de que jamás podré olvidarlos.-

Luego de su comentario, volvió a reinar el silencio.

- Patriarca, si me lo permite, yo… - Espetó el de cabellos castaños, algo ansioso, pero habiendo respetado la angustia del momento. Confiaba plenamente en que sería capaz de destrozar los hielos eternos, no obstante, una mano en alto interrumpió su intervención.

- Lo siento, Teneo: no puedo dejarte actuar y es por la misma razón por la que estamos aquí. Si acaso logras abrirnos paso hasta la Atlántida, también abrirás la puerta que mantiene encerrado a Poseidón. No podemos arriesgarnos a enfrentar a un dios. Hemos venido a recuperar la armadura de Acuario porque aún hay una posibilidad de que funcione. Dejemos que Atenea nos guíe.- "Además, has convertido este lugar en tu santuario, ¿no es verdad, señor Unity? No puedo darme el lujo de arrebatártelo." La voz conciliadora de Shion tranquilizó a Tauro y captó toda la atención del señor de Bluegard. Del interior de la gran túnica, el Patriarca sacó un sello de la diosa.

.

.

Los estragos que había generado la última Guerra Santa eran más que conocidos. Entre todas las armaduras perdidas, había algunas de oro. La de Capricornio había tenido que ser forjada de nuevo; recuperarla desde la dimensión en donde El Cid había dicho adiós era imposible. Había requerido de mucho tiempo, energía y sangre y, como dirigente de todos los caballeros y único reparador de armaduras, Shion no podía arriesgarse más de la cuenta. Escorpio y Acuario se encontraban en Bluegard, bajo la custodia de Unity. ¿Por qué había tardado tanto en ir por ellas? Porque era todavía más impensable abandonar el Santuario antes, sobretodo luego de que la aparición de Tifón a tan solo nueve años del término de la guerra dejara en claro que jamás había pasado suficiente tiempo entre una amenaza y otra.

.

De vuelta en el presente, el antiguo arconte de Aries se alejó unos metros de la placa, andando sobre la nieve, y dispuso el sello sagrado sobre la pared de hielo. Desplegó un poco de su cosmos, manteniendo la mano sobre el nombre de la diosa y, pasados unos segundos, obtuvo reacción.

.

La tremenda estructura compuesta por pilares de hielo emitió luz desde su centro, primero de color opaco y luego con más vivacidad: de un tono dorado. El fulgor aumentó hasta el punto en que tuvieron que apartar la mirada, pero Teneo volvió a observar al percatarse de que la armadura de Tauro hacía resonancia con algo distinto de la armadura de Escorpio.

.

- Teneo, dame una mano.- Solicitó Shion con voz disciplinada, a lo que el más joven atinó de inmediato. Pese a que no eran capaces de ver nada, el lemuriano extendió los brazos y recibió un bulto desde el resplandor enceguecedor, la brecha que había abierto el sello. No tardó en entregarle la carga a su acompañante, objeto que Unity contempló con una punzada en el pecho: la armadura de Acuario en su estado de tótem. Ninguno de los tres intercambió palabra. La luz empezó a menguar a ritmo lento: dos minutos más tarde, todo se hallaba justo como antes. El de Aries quitó el sello y giró a enfrentar a un gobernador algo inquieto.

- Lo lamento, el sello no me permite mover cuerpos.- Espetó el Patriarca con genuina tristeza. Unity le devolvió una sonrisa serena y negó con la cabeza.

- No es algo que debas lamentar. Ciertamente mantenía la esperanza de verla una vez más, pero no hay remedio. Lo comprendo. Me queda el alivio de saber que se encuentran ambos juntos ahí abajo, cuidándome.- Hizo una pausa para llenarse los pulmones del gélido aire de Siberia.- Les pido que me acompañen nuevamente. Sé que deben regresar a Grecia pronto y no deseo hacerles perder tiempo: les entregaré la armadura de Escorpio para que puedan volver.- El albino había recuperado el porte digno y regio de gobernador. Dio la media vuelta y retomó el sendero apenas visible del pasillo central. El santo y el Patriarca lo siguieron y, detrás de ellos, volvieron a situarse las sombras azules.

- Comprendo. Tienes mi agradecimiento, señor Unity.- Fue lo único que dijo el de los lunares.

.

La última parte de la misión transcurrió con normalidad. La armadura de Escorpio estaba gravemente dañada, pero repararla era lo mejor. Las estrellas anunciaban ya la llegada de los próximos dueños.

.

Una vez más, Shion y Teneo se acercaban al gran marco de piedra que indicaba el comienzo de Bluegard, mas esta vez era para marcharse. Unity los escoltó hasta el mismo punto, en donde cruzaron las últimas palabras.

.

- Si alguna vez necesitas ayuda, por favor, considera al Santuario un aliado tuyo. No estaríamos aquí si no fuera por ti.- Dedicó el lemuriano, más jovial, pero igualmente respetuoso, mientras intercambiaban un cálido apretón de manos.

- Tiene mi más profundo agradecimiento, gran Patriarca. Igualmente, sabes que aquí, en la tierra de los hielos eternos, seguiremos vigilando a Poseidón. Deseo prosperidad al Santuario.-

- Y prosperidad a Bluegard también. Te has convertido en un noble y digno líder, señor Unity. Alcanzarás tu cometido muy pronto. Ya lo verás.-

.

Dicho aquello, el contacto finalizó y Shion echó a andar secundado por un sonriente Teneo con una armadura en cada brazo. Justo antes de que se perdieran de vista, el albino alzó la voz.

.

- ¡Shion! – Y el aludido, sorprendido, volteó a verlo por sobre su hombro. Unity le dirigió una sonrisa emocionada y solemne; su mano situada otra vez en su pecho.- Salve Atenea.-

- Salve.- Respondió él y se permitió corresponder al gesto con una de esas sonrisas que solía mostrar treinta años atrás.

.

La visita y misión a Bluegard había culminado con éxito.

.

.

.

Sé lo que muchos van a pensar: ¿En dónde diablos están Kanon y Dégel? Pues vienen en el siguiente capítulo. En el prólogo quería dejar expuesto mi punto de vista sobre muchas cosas: Cómo surgió Asgard, cómo se recuperó la armadura de Acuario -y de paso la de Escorpio- y qué fue de Unity. Lo de Shion y Teneo se me ocurrió al paso y lo dejé porque me parecía una buena idea. (¿No serían lindos? :'3 ) La mención a Capricornio iba a ser derechamente a Ionia, pero como que me dio cosa hacer el guiño a Omega. :/ Qué más... pues no sé qué pensar al respecto de este capítulo 0. Lo encuentro entre que feelsy y seco. D: Ya dirán ustedes.

Gracias por darse el tiempo de leerlo y/o criticarlo.