DibOcho
Una noche en un pueblito humilde, una casa aún mantenía sus luces encendidas, un carpintero el mejor del pueblo trabaja en su más reciente proyecto.
Un niño.
Desde temprano en el día, hasta la tarde en la noche, tachaba y tachaba la madera con inquebrantable concentración.
Unió las partes con cuidado, tachando un poco por unos lados para encargarlos a la perfección, finalmente había armado su muñeco de madera.
El hombre con unos extraños lentes con cristales verde jade que ocultaban sus ojos y estaban bien fijados alrededor de su cabeza con una cerradura cuya llave solo la tenía el, camisa blanca debajo de un saco marrón que le llegaba por debajo de las rodillas, una bufanda negra cubría su boca, usaba pantalones remendados de color plomo (siempre por el polvo), calzando siempre unos zapatos de charol con plantilla de metal.
Movía sus manos con agilidad y destreza, manos grandes y trabajadores aunque desgastadas y viejas (siempre vendadas por una tela negra para cubrir sus heridas), paso una mano por su cabello gris que destacaba por un mechón en forma de rayo.
Estaba cansado pero se rehusaba a detenerse.
Saco uno frascos con tintes variados, eligió: negro, blanco, rojo y ámbar.
Pinto su cabello de madera de negro; asegurándose de pintar bien esa guadaña tachada en su cabeza, sus ojos blancos al fondo; pero en la pupila la pinto cuidadosamente de ámbar, sus zapatos los pinto de negros, sus hebillas de color lo pinto de gris, y su nariz de rojo.
Se secó rápido, esos tintes les había hecho él y eran los mejores de todo el pueblo por su secado rápido.
Saco la ropa que el día anterior cosió y procedió a ponérselo con cuidado sin romper la tela.
-Su cabeza me salió grande –se dijo, al ver que con dificultad le costaba ponerle la camisa azul, pero finalmente entro sin romper nada.
Un short negro, un chaleco negro y le amarro un mono en el cuello del mismo color.
Se quedó pensativo viendo su cabeza, algo faltaba, chasqueo los dedos al prenderse una idea en su cerebro y de un cajón saco algo.
Unos lentes redondos, con montura de hierro tan pulido que podría haber pasado por uno de plata y el vidrio era de color verde jade, el mismo que el suyo.
Se los puso con gentileza y se conmovió, tan parecido le había salido, era como verse de joven otra vez.
Lo cargo como a un niño y lo conecto a su máquina, un pequeño escenario que al colocarse el muñeco se conectaron unos cables de alambre a: sus muñecas, codos, rodillas y pantorrillas.
Le dio cuerda por detrás del escenario y el pequeño empezó a moverse haciendo una reverencia y saludando a un público imaginario.
Se quedó viendo esos movimientos que le había programado al escenario para hacer que el muñeco de madera los aplicara. Era perfecto.
Paro el juguete y saco al muñeco de allí, lo sentó en un estante junto a sus herramientas, suspiro.
Era perfecto… mas no era real.
Acomodo un poco esos lentes encima de esos ojos ámbar, que el pinto y que por supuesto no tenían vida.
-DibOcho, mi pequeño niño de madera –bostezo, vio el reloj y decidió que era hora de dormir, la luz de la luna se coló por su ventana.
Se acercó para cerrarla pero se quedó contemplando el hermoso cielo nocturno una estrella fugaz paso ante sus ojos los cuales cerro.
"Desearía, que pudiera ser real", cerro la ventana y se retiró a su cuarto.
Jamás había creído en la magia, ni en los deseos, pero sí en los milagros.
Era un genio en la carpintería, pero se sentía tan solo.
Quería una compañía, alguien a su lado, un hijo el cual dejar su legado.
Quería un milagro.
Las manecillas del reloj eran el único sonido en esa casa, las luces estaban apagadas, mientras la luz de la luna se colaba por la ventana iluminando al pequeño muñeco.
De pronto las ventanas se abrieron levantando sus cortinas por el aire que empezó a entrar, pero no fue el único que entro.
Una estrella empezó a bajar hasta el cuarto brillante como el sol, su luz era morada.
Pronto como cortando la capa de luz que la envolvía, se revelo a una niña de cabellos morados y mirada ámbar.
Vestida con un vestido lila de tirantes con un lazo de color rojo morado metálico y detrás de su espalda se asomaban dos alas grandes majestuosas de color blanco. Era un hada.
A pesar de la aparente entrada angelical, su humor expresaba todo lo contrario, se vio fastidiada de encontrarse en ese "chiquero" que arriba en su estrella jugando su "Esclavo del Juego". Todo porque estaba en una reformación para ser un hada buena.
-Tsk, estúpido reformatorio –gruño molesta y paso su mirada por el lugar, buscando la causa de su presencia- ¿Dónde está esa estúpida cosa?
Se dio vuelta y la vio, un muñeco de madera sentado en un estante, saco de sus faldas una varita negra con una estrella purpura en la punta.
-Por el poder que se me confirió… bla,bla,bla… ¡te doy vida! –y al decir esto golpeo al muñeco en la cabeza dándole vida y un buen golpe.
-¡Auch! Dolió –se quejó el niño de madera sobándose la cabeza (¿Cómo la madera puede sentir dolor?), pero entonces se quedó quieto y luego se dio cuenta de que podía hablar- puedo hablar… -susurro y rápidamente salto al suelo y empezó a correr por la habitación-… ¡puedo correr! –se chocó contra la pared provocando que el reloj se le cayera encima y se rompiera, pero ni eso le borro la sonrisa- ¡estoy vivo!
-Bienvenido al mundo, inepto –hablo el hada de la estrella morada, rodando sus ojos, DibOcho se giró a verla agradecido- mira bobo, yo…
-¡Gracias! ¡muchas gracias! –la interrumpió el niño dando saltos a su alrededor- ¡Ahora soy un niño de verdad! ¡Auch! –recibió un "varetazo" de parte del hada, quien, no se veía para nada feliz.
-No, no eres un "niño de verdad", tarado –vocifero la hada- ¡mi magia solo te dio vida!, para que tú te conviertas en un niño de carne y hueso debes hacer todo lo que yo te diga.
-¿Qué coma pan y queso? –le respondió DibOcho, recibiendo otro golpe del hada en la cabeza- ¡auch!
-¡No! –le grito ella, ya estaba perdiendo la paciencia- ¡ponme atención o te convierto en un tronco! –le amenazo con la varita, el pobre niño se tapó la cara espantado, suspiro hastiada- para que te conviertas en un niño de verdad, deberás pasar por una prueba… -el niño de madera iba a decir algo, pero la mirada amenazadora del hada lo callo- deberás probar que puedes ser como una persona con corazón, mente y alma, para eso y porque me da vértigo tu prueba será "no mentir".
-Se oye fácil –dijo DibOcho sintiéndose confiado, el hada lo miro.
-Sí, fácil –sonrió el hada con maldad- pero, cada vez que de tu boca salga una mentira, por más pequeña que sea- empezó agitar su varita por sobre su cabeza que ilumino fuertemente toda la habitación en una pequeña bola de poder purpura- se te agrandara la cabeza.
Le dio un golpe que hizo ver al pobre niño, vio estrellas y cayo inconsciente.
-Y si logras pasar, será un niño de verdad –le termino de decir el hada al pobre niño inconsciente- que tarado.
Y como vino, se fue.
Al día siguiente el carpintero, conocido como el señor Membrana, salía de su cuarto ya cambiado, desayunado y listo para crear otro nuevo invento.
Abrió la puerta de su taller y lo primero que vio fue su reloj en el suelo hecho trizas.
-¿Pero cómo rayos paso? –se preguntó agachándose y recogiendo los pedazos, pero al tocar una de las manecillas se pinchó el dedo- ¡ay! –se quejó.
-Ten –una mano le ofreció un pañuelo el cual tomo agradecido.
-Muchas gracias –le respondió cortésmente limpiándose el dedo lastimado.
-No fue nada –le respondió la voz.
Se limpió el dedo pero se quedó estático, ¿desde cuándo había alguien más aquí?
Levanto su cabeza y sus ojos se encontraron una mirada ámbar tras un cristal color verde jade, el mismo de los lentes que hizo, los mismos lentes que le había puesto a ese muñeco de madera…
¿No era el mismo que estaba enfrente de él y le sonríe con alegría?
-Buenos días, papá –hablo el pequeño ser hecho de madera agrandando su sonrisa de "buenos días".
Soltó los pedazos del reloj y se alejó de él, arrastrándose por el suelo dándole la espalda al lugar, solo manteniendo su mirada a lo que en ese momento tenía enfrente.
-¡¿Cómo?! –exclamo el pobre carpintero apuntándolo con un dedo, mientras intentaba ponerse de pie, estaba temblando de verdad no podía creerlo.
-¡¿C-Como puedes estar vivo?! -¿podría ser? ¿el muñeco que hizo anche estaba vivo? ¿su deseo de que cobrara vida de verdad se hizo realidad? ¡Santo Cielo!- no-no, no puede ser… esto es imposible- se llevó ambas manos a la cara, tal vez aún estaba soñando, por más que quisiera no podía ser real, no podía- sigo soñando, esto es un sueño, no puede estar pasando –sollozo internamente de que por poco creía que estaba ahí, que estaba con él, que era real.
-Pero si estoy vivo, papá –unas manos de madera separaron las suyas descubriendo su rostro, revelando que ese muñeco si vivía, estaba ahí y era real- y te prometo estar contigo siempre –le sonrió.
El hombre lo miro, le devolvió la sonrisa y lo negó.
Cinco minutos después es lanzado por la ventana del taller, chocando entre una pared de piedra, no se hizo daño pero lo que paso después si lo hizo.
-¡No eres real! ¡Eres insano! –grito el carpintero cerrando fuertemente la ventana y correr las cortinas.
DibOcho miro como corría la cortina desde su posición, choco de espaldas y aterrizo de cabeza, para después ser negado por su padre y creador.
-¿Por qué? –se preguntó mientras una lagrima se deslizaba por su frente.
Ya no podía haber nada peor.
Se levantó como pudo y se arregló la ropa, recogió sus lentes que habían salido volando unos pequeños centímetros de él, se limpió una lágrima que amenazaba con traer muchas más y se puso los lentes (los cuales no habían sufrido ninguna ruptura).
Pero él era otra cosa.
Camino por la vereda de piedra, siguiendo el muro que lo recibió con su rocosidad y dureza.
Paso por junto a las casas del pueblo (las cuales estaban hechas de madera) y al terminar la pared se encontró con una pequeña escuela en un pequeño campo.
El sol estaba en lo alto del cielo azul, las puertas del local se abrieron, dejando salir a los alumnos.
Era salida, hora de irse.
Los miraba a través de sus garfas de color verde jade, eran "reales" de carne y hueso.
Ahora cuanto deseaba ser como ellos, para que su padre lo aceptara y lo quisiera.
Las palabras "no eres real" y "eres insano" lo lastimaban profundamente.
Se quedó viendo a los niños salir del lugar que no se dio cuenta de que un grupito de 4 niños se le acercó por detrás, y cuando se dio cuenta su cara caía en la tierra, acto provocado por el empujón de uno de ellos.
-¡JAJA! ¡JAJA!–se reían esos niños.
-¡Miren como cayo! ¡Que tonto! –dijo una niña rubia entre risas.
-¡Que raro es! ¡Parece hecho de madera! –hablo un grandote que por supuesto fue el que lo empujo.
-¡Es un fenómeno! –rio otro niño de cabello azul.
-¡Un fenómeno de gran cabeza! –se burló una niña de cabello violeta.
Lagrimas querían salir de sus ojos, él no era tonto, él no era raro, no era un fenómeno y definitivamente ¡su cabeza no era enorme!
Se paró molesto y les grito con cólera.
-¡Mi cabeza no es enorme! –los niños se callaron asustados por su grito pero lo que paso después les devolvió la gracia anterior.
Su cabeza se hincho, ahora estaba más grande, lo que provoco que estallaran en carcajadas.
DibOcho se quedó sin habla, ¿había mentido? ¡NO PODÍA SER!
-¡No es cierto! –su cabeza se volvió a hinchar- ¡No es gracioso! –se agrando más intensificando sus risas- ¡Paren! ¡Lo que digo es verdad!
Su cabeza se hinchaba mas cual globo tras cada mentira, estaba su cabeza tan grande que empezó a perder el equilibrio gracias a ello, las risas de los niños seguían y seguían. Parecían no acabar.
Entonces empeoro cuando comenzaron a lanzarle piedras, con la intención de acertarle a la cabeza, cual juego.
Como pudo corrió lejos de allí, lo persiguieron lanzándole cuantas piedras podían encontrar acompañadas con sus risas de burla y humillación, hasta que al doblar una esquina oscura los perdió.
Respiro agitadamente, sus pensamientos retornaban a ese cruel momento y cayo sentado derramando lágrimas.
¿Por qué lo trataban diferente? ¿Por qué su padre no lo quería? Y sobre todo… ¡¿Cómo rayos podía tener hambre?!
-Soy un fenómeno… -se dijo y para su pesar su cabeza empezó a achicarse, eso significaba que estaba diciendo la verdad, otra lagrima salió de sus ojos-… si soy cabezón, soy raro, soy insano… -apretó los puños- ¡NADIE ME QUIERE!
Su cabeza había disminuido hasta su tamaño original, pero no redujo el dolor que el muñeco de madera sentía en ese momento.
Se sentía tan… miserable.
Solo quería ser quería, apreciado y aceptado por su padre.
Era todo lo que pedía y haría cualquier cosa para conseguirlo.
Pero no era como si la oportunidad viniera en cualquier momento.
-¡Ey! Mira nada mas –una voz algo raposa lo saco de sus pensamientos, sin levantar la cabeza siguió escuchando a la voz que continuo diciendo- un niño extraviado y al parecer triste ¿Deberíamos ayudarlo camarada?
-¡Sipi dipi! ¡Todos debemos sonreír! –se escuchó otra voz, una como si tuviera congestionado.
-Hola pequeño ¿estas triste? –alzo la mirada reacomodándose los lentes, aquella persona le sonrió mostrándole unos amarillentos dientes- no temas, puedes confiar en nosotros, solo queremos ayudarte a sentirte ¡mejor!
DibOcho miro a esos dos: uno era alto de piel verde y ojos rojos; vestía un saco y un sombrero de copa de color violeta con pantalones gastados de color marrón y calzando unas sandalias de madera, el otro parecía alto pero estaba encorvado su piel también era verde solo que sus ojos eran de color purpura; usaba una chompa roja opaco (tal vez por el tiempo), tenía puesto un pantalón sucio y roto por las rodillas, usaba un pañuelo de color negro en la cabeza e iba descalzo.
Amos personajes, para un niño pequeño serian extraños y nada confiables, pero para un niño hecho de madera que no sabía las consecuencias de las malas compañías… así que bueno, ya saben.
-¿Ayudarme? ¿Cómo? –pregunto DibOcho parándose y secándose las lágrimas de sus ojos, esas personas se pusieron pensativas- si yo solo quiero ser aceptado –se dijo más para sí, pero que llego a antenas del rojo.
-¡Te ayudaremos hacer aceptado! –bramo el Rojo tomando de una mano al niño y sacándolo de ese callejón- no por nada me llaman "El Honrado Rojo" –menciono con petulancia.
-¿D-De verdad van a ayudarme hacer aceptado? –pregunto DibOcho sorprendido pero internamente feliz de encontrarse tan buenos amigos- ¡gracias! ¡de verdad gracias! –les dijo dichoso.
-Oh, no es nada –dijo el "Honrado Rojo" acomodándose un poco el saco con aire elegante.
-¡Sí, Sí, Sí! ¡Nos encanta ayudar a niños tristes! –exclamo casi escupiendo, el de ojos púrpuras, tomándolo por la otra mano libre- ¡por qué somos muy buenos! –le sonrió mostrándole sus pocos y torcidos dientes.
-Me alegra, entonces haberme topado con ustedes –sonrió DibOcho dando saltos y dejándose llevar por esas personas.
-Sí, que bueno que te topaste con nosotros –murmuro el más alto compartiendo una sonrisa maliciosa con su cómplice de ojos púrpura.
-Muy bueno, muy bueno –agrego el desdentado de ojos purpuras con una risotada.
Llegaron a un lugar muy grande, la plaza del pequeño pueblo reventaba de color y vida, pues hoy recibían la visita de los gitanos cuya profesión era el arte del espectáculo.
DibOcho miraba a todos lados sorprendiéndose con todo lo nuevo del lugar, pues lo primero que vivió fue el dolor del rechazo y la humillación, pero aquí era todo lo contrario pues todo relucía de alegría.
Vio todo, pues muchas cosas no parecían posibles, como si fueran ellas ¡Zas! Por arte de magia:
-Desde un hombre tragándose unas espadas muy afiladas sin sufrir daño alguno.
-O un niño domar a un tigre mientras montaba un monociclo.
-Y ver a un pulpo predecir el futuro de la gente.
Pero lo mejor de todo fue ver un espectáculo de magia.
Se había separado de sus compañeros para ver el show.
-¡Damas y caballeros! ¡Contengan el aliento y contenga su corazon! –empezó hablar un hombre gordo y bigotón vestido con un colorido traje de gala- ¡Demos una gran bienvenida a la Asombrosa Tak y a su Fiera Fantasmal Mimi!
Una explosión se produjo en el escenario, justo donde estaba el gordo, prendiéndose en fuego morado dejando una figura más alta y delgada que se abrió pasó entre las flamas con una voltereta.
Una sombra rápida se puso al filo del escenario donde atrapo a la esbelta figura de una hermosa mujer.
DibOcho nunca había visto una mujer como aquella: era alta, delgada y de buen busto, piel como la porcelana, cabello violeta y sujetado en una cola alta, su mirada era de un morado eléctrico que parecía hechizar a quienes la veían.
Vestía una blusa violeta muy escotada resaltando su busto y brazos casi descubiertos y dejando ver gran parte de su ombligo, usaba una falda morada con bellos dibujos de estrellas doradas sujetadas a su cintura que le llegaba por encima de la rodilla, con un cinturón de lentejuelas de color del oro.
Iba descalza pero uno de sus tobillos usaba una tobillera de estrellas doradas.
Las caderas de aquella hechicera se movían al compás de la música gitana, en un baile lento y sensual, cautivando a la gente y alborotando las hormonas. Entre ellos DibOcho, que al instante se empezó a sentir como un horno.
La música paro y el exótico gato fantasma bajo a su dueña que sonrió con picardía al público.
-Bienvenidos, al show –hablo la hechicera con voz suave y atrayente dando una reverencia al público que al instante prorrumpió en aplausos, la bella mujer se levantó- ojos muy abiertos, pongan atención… -hablo mientras un humo violeta empezó a aparecer en el escenario- ... por qué tiene que ver para creer.
El humo nublo la vista de la gente, pero solo con el sonido de un chasquido se disipó, mostrando un gran tanque llena de agua y repleto de pirañas.
-Las pirañas han sido los peces más salvajes y monstruosos de toda la selva Amazónica –apareció la hechicera caminando al lado del tanque, el gato apareció del lado contrario- y les digo que no les gustara nadar cerca de estos pececitos –dijo paseando su mano por el vidrio atrayendo a las pirañas que miraban esa mano con un hambre atroz- será divertido –sonrió con arrogancia al tanque provocando que las pirañas atacaran el vidrio en un vano intento por destrozar a esa desafiante mujer.
La hechicera fue conducida por unas escaleras que dos hombres vestidos de negro y enmascarados con máscaras blancas con un rostro triste y otro feliz, trajeron y abrieron el tanque donde las pirañas empezaron a saltar intentando alcanzar a esa mujer que les sonreía confiada, alejad0 de ellos por la altura de la escalera.
-¡Hagan sus apuestas! ¡Pues yo! ¡La Asombrosa Tak se sumergirá en este tanque lleno de estas pirañas! ¡Que en cuanto se cierre se asegurara con candado! Y saldré de aquí –apuntando con su dedo a las feroces pirañas- …en 5minutos- se despojó de su falda mostrando sus bragas de color violeta oscura y sacudiéndolas cual maraca su bien formado trasero, cual espectáculo para la vista, la gente gritaba alborotada entre la emoción y excitación- deséenme suerte –guiño un ojo, y con las manos atadas con una cuerda, se lanzó al tanque siendo rápidamente cerrado con un candado por los enmascarados.
Una vez en el agua la hechicería se libró ingeniosamente de sus ataduras, pero entonces las pirañas se vinieron sobre ella mostrando sus peligrosos dientes, desesperada la mujer toco la tapa que cerraba el tanque en un desesperado intento por abrirlo.
Se estaba ahogando y la gente al darse cuenta de esto empezó a gritar aterrada y exigiendo que abrieran inmediatamente el tanque, pero en una rápida fracción de segundo las pirañas empezaron a devorar a la mujer.
Impactado el público vio como era consumida por las pirañas, nuevos gritos surgieron para abrir el tanque, los hombres rompieron el candado y lo abrieron.
Pero para horror de la gente el agua se volvió roja y burbujeante provocando que se derramase.
La gente quedo en un sepulcral silencio cuando el agua roja impidió mirar lo que quedaba (si es que quedaba algo) de esa hechicera.
DibOcho se quedó frio, el horror estaba reflejado en sus ojos ámbar, estaba tan impactado que si hubiera tenido estomago hubiera devuelto todo.
Pues aquella escena fue horrible.
-¡Oh por Dios! ¡El que invento esto es un sádico enfermo! –DibOcho ahogo un grito de sorpresa pues al voltear se encontró con la hechicera, a su lado con ambas manos a la cadera empapada si pero con una sonrisa como quien había hecho una gran hazaña- ¿no estuvo de locos? –le sonrió provocando que se sonrojara.
La gente prorrumpió en aplausos y gritos de sorpresa y asombro, pues su acto fue asombroso, la hermosa hechicera dio una reverencia recibiendo los aplausos de su amado público.
-¿Cómo lo hiciste? –le pregunto el niño de madera aun sin poder creer que ella siguiera con vida, la mujer se levantó y se le acerco.
-Sabes a veces, solo debes creer –le susurró al oído provocando que se sonrojara fuertemente, le sonrió coqueta muy cerca de su cara- no todo tiene una explicación ¿entiendes chiquitín?
DibOcho asintió con rapidez, estaba muy azorado por su cercanía.
La Asombrosa Tak le guiño un ojo y fue cargada por los hombres enmascarados que la condujeron al escenario, pasando por entre la gente que aun la aplaudía y vitoreaba su nombre.
"No todo tiene una explicación" recordó sus palabras y pensó en su padre.
-Ojala que algún día me acepte –suspiro con melancolía.
-¡Y lo hará! –dos voces se escucharon a sus costados, miro por los lados y vio al ·Honrado Rojo" y a Purpura que le sonreían con sus imperfectos dientes.
-¿Dónde estabas? Te estábamos buscando por todos lados –hablo Rojo tomándolo del brazo y llevándoselo junto con Purpura de allí- estábamos muy preocupados por ti –dijo dramáticamente, secándose con un pañuelo desgastado sus lágrimas imaginarias.
-¡Mucho, Mucho! –agrego Purpura al otro lado del niño de madera.
-Lo lamento… -se disculpó DibOcho arrepentido de separarse de su lado-… no debí preocuparlos, es solo que… -Rojo le tapó la boca interrumpiéndolo.
-Bueno es aquí –dijo Rojo apuntando a una puerta con una gran estrella amarilla en el centro- detrás de esa puerta, está el hombre que puede hacer que todos te quieran –lo apachurro contra él y alzo el brazo al cielo- ¡pronto tu sueño se hará realidad!
-¿En serio? –pregunto DibOcho de que alguien pudiera hacer que su padre lo quisiera.
-Tan cierto como me llamo "El Honrado Rojo" –le respondió acomodándose el saco y sonriéndole con superioridad.
Purpura entonces toco la puerta y casi inmediatamente un hombre grande y corpulento, de piel verde y ojos color magneta salió a recibirlos.
El gran hombre estaba vestido con una camisa blanca limpia y un traje de cirquero de color verde y naranja fluorescente, calzaba botas blancas y llevaba un sombrero naranja con un listón verde que al igual que el traje era fluorescente.
Algo muy llamativo para una "gran" persona.
-¡Como se atreven! –les grito con voz de trueno mostrando sus manos de metal (dando a entender que ya no tenía manos)- ¡A regresar después de estafarme! ¡Par de timadores miserables!
Los mencionados temblaban de miedo detrás del pequeño niño de madera, cual cobardes mientras el corpulento hombre les gritaba un montón de cosas.
-¡Y les dije que la próxima vez que los viera les rompería la cara a ambos! –se remango las mangas y se puso en posición para dar el primer golpe.
-A-a mí también me alegra verlo, Don SizzLor –tartamudeo Rojo sonriendo nerviosamente al furioso hombre, siempre detrás del niño de madera que se había quedado callado por los fuertes gritos- pe-pero no creo que sea necesario –se acomodó el sombrero y se irguió- tenemos algo que te podría interesar –sonrió.
-Mucho, mucho –agrego Purpura temblando detrás de DibOcho.
-¿Y podría ser "eso"? –pregunto Don SizzLor cruzándose de brazos y mirándolos con evidente desconfianza.
-¡Oh! Esa es la mejor parte –le respondió Rojo con una torcida sonrisa, jalo a DibOcho y se lo mostro- no es "eso" es un "él" y este pequeño ¿es un muñeco de madera viviente! –DibOcho sonrió nervioso al gran hombre que lo miraba y analizaba detenidamente- y lo único que busca es ser aceptado ¿no es tierno? –dijo fingiendo cariño por el niño.
Don SizzLor se lo arrebato de las manos, zarandeándolo al pobre DibOcho en el proceso, y lo examino por todos lados cosa que incomodo mucho al niño de madera que no se molestaba en disimular su disgusto.
El gran hombre lo soltó bruscamente con los ojos muy abiertos al darse cuenta de que de verdad estaba hecho de madera y estaba… vivo.
DibOcho se levantó reponiéndose de la caída, ya no le encontraba divertido estar siendo tocado, le incomodaba inmensamente.
-Veo que han dicho la verdad, sorprendente adquisión –les hablo respetuosamente Don SizzLor sobándose la barbilla pensando y mirando al títere, el cual se intentaba huir de su mirada escondiéndose detrás de Rojo quien sonreía confiado y victorioso- mmm, tengo una idea caballeros, si este joven de madera –apuntando a DibOcho- es tan genial como dicen, que actué esta noche y si la ganancia es mucha les pagare de la mitad de lo que reciba.
-Tentador –dijo Rojo sonriendo y pensando en todo el dinero que recibiría, Purpura asintió dando el visto bueno, asintió a Don SizzLor encantado- trato hecho –acepto apretando su pinza con la de metal del titiritero.
El trato estaba hecho.
…
-¡Aquí por primera vez se presenta! ¡DibOcho! ¡El títere de madera viviente! –hablo el titiritero Don SizzLor por el megáfono, la gente sentada en las bancas estaba expectante e impaciente a que el telón del escenario, la plaza estaba repleta de gente sentada en las bancas estaba expectante e impaciente a que el telón del escenario, la plaza estaba repleta.
El pequeño niño de madera trago saliva, mientras el "Honrado Rojo" y Purpura lo conducían detrás del escenario, estaba muy nervioso.
-N-No sé qué hacer o lo que haré enfrente de tanta gente- Purpura le palpo la cabeza sonriéndole con su desdentada dentadura- estoy asustado.
-Está bien, está bien, está bien –le dijo Purpura acomodándole su chaleco, le volvió a palpar la cabeza y se retiró dejándolo con Rojo a quien miro suplicante.
-Estarás bien solo recuerda –le aconsejo Rojo- canta, baila, da un buen show y estarás bien –Don SizzLor le dio la señal, el show iba a comenzar- prepárate para ser querido- fue lo que le dijo antes de dejarlo solo.
El sonido de las trompetas y tambores sonaron, las cortinas corrieron dejando la luz de los reflectores.
DibOcho se cegó por un momento y cuando enfoco su mirada vio un montón de gente, entonces quiso huir.
"Canta, baila y da un buen show" se recordó "y estarás bien".
Puso su mejor sonrisa y la música del piano empezó.
~Aah aah Aah~
Muchas marionetas se presentaron en los escalones, marionetas de hombres y mujeres con ropa colorida (parecida a la de los gitanos), por supuesto todo hecho de madera.
~¡Bienvenidos al Show! Presten mucha atención~
~Aquí hacemos, cosas grandes~
~¡grandes! ¡grandes!~
~¡grandes! ¡grandes! ¡grandes!~
En el último escalón aparecieron marionetas de payasos, cada uno más gracioso que la anterior.
~Disipamos la tristeza lejos de aquí!~
Unos se empezaron a lanzar pasteles, arrojándose agua o resbalándose con una cascara de banana, sacándole carcajadas al público.
~Porque somos importantes y les debemos recordar~
~¡sonreír! ¡sonreír!~
El siguiente escalón empezaron a bailar unas marionetas con faldas largas y blancas con una rosa en sus cabellos negros. La música se cambió por una de flamenco las cascadas empezaron a sonar.
~Ah Ah Ah, oh, oh, oh~
Empezaron a "cantar" mientras elevaban sus faldas por la punta.
~Deben saber, que la belleza no es el rostro~
~Tampoco el cuerpo o el dinero~
~¡Si no lo que hay en el corazon!~
~Nunca debes de olvidar~
~Lo que importa en verDAAAAD!~
~¡ES EL AMOR!~
~de-quien-te-ama~
La canción cambio por la de un sonido de tambores y el siguiente escalón se vio un grupo de soldados rusos. Se escuchó el sonido de una armada de guerra.
~¡Los tambores ya sonaron!~
~es tiempo ya ¡de actuar!~
Marchaban en el mismo sitio cada uno con un arma de madera en su hombro, como un soldado de verdad.
~Nuestro equipo es fuerte~
~y el~
~¡mejor!~
~¡el enemigo no es muy grande!~
~para~
~¡vencer!~
Para el tambor y dejan de marchar y empieza el sonido de trompetas.
~No hay peligro que no se pueda enfrentar~
~¡solo hay que tener valor!~
~¡por que junto como hermanos!~
~¡les podremos hacer frente!~
~¡Y LA VICTORIA PODREMOS ALCANZAR!~
~¡YAAA!~
Las trompetas sonaron más fuerte para dar final al show con el último escalón.
La luz se centró en DibOcho, que aun sonreía como un bobo, pero internamente sudaba la gota gorda.
Porque ahora era su turno.
~El final… espero que se hayan divertido~
~con mis nuevos… mejores amigos~
~y… ¡AAHHHH!~
Dio una mala pisada y cayo por las escaleras y aterrizando casi al filo del escenario.
Hubo un silencio.
DibOcho alzo la mirada: la gente lo veía y murmurando si era parte del show, vio la cara desencajada de Rojo, la enfurecida del titiritero y de Purpura bueno le levanto el dedo pulgar.
Se paró, estaba avergonzado, pero no detenerse ahora.
"Da un buen show" se recordó.
Empezó a aplaudir y a chocar sus manos sobre sus rodillas, una y otra vez.
Era momento de improvisar.
~¡Ey, Ey, Ey!~
~¡Todo el mundo!~
~¡escuchen ya!~
~¡pues han de saber que esto no es un truco más!~
~¡De verdad: hablo y me muevo!~
~¡A mi voluntad!~
~¡Soy libre sin las ataduras!~
~¡Y yo decido sobre lo que haré!~
-¿Qué hace? –pregunto Don SizzLor a Rojo intrigado.
-Esta… improvisando –hablo despacio Rojo, entonces se dio cuenta de que la gente le seguía el ritmo como otro número musical, una idea se prendió en su mente- ¡rápido! ¡manda a que le sigan la corriente!
DibOcho aplaudía, pedía un milagro algo, entonces se escucharon otros aplausos a su ritmo.
Volteo ¡eran las marionetas! ¡le estaban siguiendo la corriente!
~Sobre lo que hará~
(cantaron)
Sonrió más animado, se volvió al público y con renovada confianza continuo.
~¡Libre soy! ¡Un títere parlante soy!~
~¡Parlante es!~
~¡Sin hilos en mis manos o en mis pies!~
~¡yo me puedo mover!~
~¡se mueve!~
Se deslizo a la derecha y las marionetas le siguieron donde un aplauso al poner los dos pies juntos.
~¡Libre soy! ¡Libre soy!~
~¡Libre es!~
~¡Libre soy!~
~¡Libre es!~
~¡Sin a las atadaduras! ¡Yo me puedo mover!~
~¡Él se puede mover!~
~¡Él se pude mover!~
Los títeres empezaron a bailar alrededor, mientras los demás lo seguían hasta el centro del escenario.
~¡Oh, Oh, Oh!~
~¡Ah, Ah, Ah!~
~ah, ah, ah~
El público seguía el ritmo con sus aplausos, DibOcho apunto el dedo al cielo y canto:
~¡Porque vivo estoy!~
~¡Lo está!~
La gente se paró de sus asientos y empezaron a bailar y a seguir el ritmo con sus aplausos, a los ojos de Don SizzLor nacía una nueva mina de oro.
~¡Porque soy un muñeco de verdad!~
~¡DE VERDAAAAAD!~
Repitió su primer acto (aplaudir) y todo el público le siguieron.
~¡Miren bien!~
~¡Soy muñeco de verdad!~
Termino con los brazos extendidos y una gran sonrisa.
La gente prorrumpió en aplausos y exclamaciones de asombro y emoción una lluvia de monedas de oro le cayó a DibOcho que sin comprender lo que significaba daba reverencias al público que cada vez lo aplaudía más.
-Lo he hecho bien, muy bien –les dijo SizzLor aplaudiendo a Rojo a Purpura- y por lo que veo habrá bastante para pagarles,
El terrible par sonrió.
Mientras DibOcho se llevaba la gloria, a quienes que creía ser sus amigos le abandonaban con una bolsa llena de monedas de oro en sus pinzas, dejándolo a su suerte.
¿Y ahora que sería de él?
…
Ya muy entrada la noche, la gente se retiraba de la Plaza después de vivir sorpresas y ver cosas caso imposibles de creer.
La caravana de gitanos se estaba preparando para partir esa misma noche.
DibOcho se miraba las pilas de monedas de oro sobre el escritorio de Don SizzLor, que las contaba agrandando su sonrisa.
Estaban en su carreta (esas de madera que usan los gitanos para movilizarse), su camerino, veía contar el dinero que el gano con su espectacular improvisación.
-Un millón de monedas de oro, no dos millones, ¡me equivoco! ¡son seis millones de monedas de oro! –exclamaba glorioso el titiritero- pequeño de madera caoba, me has hecho más rico ¡que todos mis muñecos juntos! –festejaba.
DibOcho solo sonreía, aunque no entendía del todo la importancia de esas monedas, se sentía bien ser apreciado y querido.
Y de ser así, hasta de seguro su padre se había llegado a enterar de su actuación, entonces podría regresar.
-¡Eres una mina de oro! –le elogio Don SizzLor abrazando todas las monedas ganadas, y si decía una gran verdad, era una mina de oro.
Por esa razón no pensaba dejarlo ir.
-Soy muy querido –escucho decir al niño de madera.
-¡Vaya que sí! ¡Eres un éxito! –le respondió con una carcajada de satisfacción y echándose sobre su dinero.
-Y también aceptado –dijo DibOcho levantándose del escritorio.
-Bastante, bastante pequeño –suspiro el hombre aun sobre el dinero.
-Entonces… -camino de espaldas despacio asía la puerta, tomo el pomo de aquella-… me retiro –un cuchillo se clavó muy cerca del pomo casi cortándole un pedazo de corteza de su mano, la cual retiro rápidamente sobresaltado y asustado.
Fue agarrado bruscamente de la cabeza y levantado rápidamente del suelo, lo que lo desoriento, pero no duro mucho, pues fue lanzado provocando que se chocara contra unos barrotes de hierro.
Estaba en una jaula… estaba encerrado.
-¡TU NO SALDRÁS DE AQUÍ! ¡¿ME OÍSTE?! –le grito el titiritero mirándolo amenazadoramente- ahora me perteneces, siempre habrá un precio por deseos, ¿oíste?
-¡No puede encerrarme! ¡mi padre se preocupara! –grito DibOcho intentando romper los barrotes pero no era lo suficientemente fuerte- ¡AYÚDENME! ¡AYÚDENME!
-¡A CALLAR MARIONETA! –grito Don SizzLor golpeando la celda con su cuchillo, el niño de madera se alejó al interior aterrado de lo que pudiera hacer, él le sonrió con maldad y le dio la espalda- nos iremos esta noche, me harás rico muy rico –se volteo y jugando con la espada entre sus manos continuo- y cuando seas muy viejo… servirás para alimentar al fuego!
Lanzo el cuchillo con una precisión y velocidad increíble impactando con unos pedazos de madera que mucho tiempo atrás habían sido marionetas, atravesándolas de una sola estocada, DibOcho estaba aterrado.
Y el horrible hombre se fue con una horrible carcajada y cerrando la puerta detrás de si, el pequeño de madera se quedó solo.
-Oh no, oh no, oh no –susurro DibOcho moviendo los barrotes de hierro en un desesperado intento por sacarlos y huir- ¡ayúdenme! ¡auxilio! ¡Honrado Rojo! ¡Purpura! ¡AYUDAAAAAAAAA!
La carreta empezó a moverse, se escuchaba los pasos del caballo moverse y llevarse el lugar donde ahora estaba.
Ya estaban en marcha.
Las cosas adentro empezaron a tambalearse, los muñecos, el sonido de las herramientas y su celda se empezaron a balancearse bruscamente.
DibOcho cayo sentado después de intentar no perder el equilibrio pero término cayéndose, no se hizo daño pero, de sus ojos lágrimas salían.
Se cubrió la cara y se quedó ahí, afuera del carro ya en las veredas de piedra caían lluvias de agua, una tormenta había comenzado, al igual que el llanto del pequeño.
-Estoy solo –se miró las manos de madera y otra lagrima escapo de sus ojos-… ¿Qué es lo que he hecho?
Rompió a llorar, la tormenta se incrementó mientras poco a poco iba siendo conducido lejos de su hogar, lejos de todo.
Estaba solo, triste y por primera vez, sentía que había sido traicionado y abandonado.
Lagrimas seguían cayendo de sus ojos ámbar, de verdad no sabía qué hacer, solo quería regresar a casa.
-Que alguien snif… me ayude –sollozo empapando el cristal de sus lentes.
¡POM!
Un golpe en la cabeza lo saco de sus lamentaciones y mirara asía su lado.
No creyó que la ayuda vendría… tan pronto.
-Estúpido pedazo de madera –allí estaba la hada morada que le había dado vida y por supuesto no se veía muy feliz de verlo ahí- solo sabes meterte en problemas.
-¡Por favor, ayúdeme! –imploro DibOcho ignorando los insultos de la hada mientras gruesas lágrimas de desesperación por salir y miedo se apoderaban de el- ¡no volveré cometer el mismo error! ¡pero ayúdeme! ¡tengo miedo!
El hada morada se cruzó de brazos y lo miro con uno de sus ojos ámbar, tenía tantas ganas de darle un golpe y dejarlo donde estaba, pero ¿dónde estaría la lección?
-Está bien, pedazo de madera inútil… –gruño alzando su varita con la estrella morada en lo alto, con un solo toque de su estrella con la cerradura esta cedió, DibOcho salió de aquella jaula libre para luego ser tomado de una de sus orejas de madera y ser amenazado escalofriantemente-… pero si fallas una vez más –empezó a juguetear con la varita que de pronto se volvía roja al igual que su temible mirada- la que te convierta el leña para el fuego seré yo ¿me oíste?
El muñeco de madera asintió con rapidez para luego ser lanzado fuera de la carreta, rodar por la vereda mojada y estrellarse cerca de una roca que estaba al lado del camino.
Se levantó con dificultad y vio como ese horrible hombre partía sin darse cuenta de que el escapo.
Le saco la lengua y salió corriendo por el camino mojado mientras la lluvia empezaba a cesar mientras dirigiéndose a toda prisa a casa, tenía tanto que contarle a su padre.
…
Más allá alejados de toda responsabilidad y entregados al óseo, en una cantina de mala muerte lejos de las luminosas calles, dos vagos celebraban su más reciente trueque.
-¡Y después nos pagó una bolsa con monedas de oro! –bramo el "Honorable Rojo" alzando una pequeña bolsa a la mesa, donde algunas monedas de oro tintinearon, la sombra que los acompañaba los escuchaba con atención- ¡y ese chico no sospecho de nada! –se rio el otro tomando su jarra de cerveza, eructar y luego proseguir- fue un iluso, pero gracias a eso nos pagaron bien ¿no Purpura?
Purpura, que en ese momento se atragantaba con su jarra de cerveza, asintió con la boca toda llena para después soltar un "hic" por tanta cerveza.
-Y ahora… ¿Qué nos propone usted? –pregunto Rojo ya con evidente interés asía su nuevo comprador.
El individuo saco su cara por entre las sombras, rebelando uno ojos magneta y una peculiar piel verde, con un traje y gorro de copa como un cochero, de color fucsia oscuro.
Se paró en la silla, rebelando que era más bajo de lo que aparentaba y de sus bolsillos saco una gran bolsa, que en cuanto toco la mesa, desparramo su contenido que no era nada más que miles y miles de monedas de oro.
Ambos ladrones agrandaron sus ojos al ver semejante tesoro, el pequeño individuo sonrió con satisfacción al ver su caras de estupefacción mostrando una sonrisa horrible, Rojo se sentó erguido sin quitarle la vista a la gran bolsa de oro ya interesado por lo que el cochero tenia para ellos.
-¿Qué tiene en mente, buen señor? –pregunto Rojo con ojos codiciosos al igual que su compañero que se resistía a tomar el oro frente a ellos.
-Verán, no es mucho en realidad –hablo con delicadeza el sujeto de ojos magneta- pero tengo un fetiche por una cosita… -el sujeto se detuvo y miro ambos lados con cautela, Rojo y Purpura también hicieron lo mismo, entonces se giró a ellos y continuo- a mi Zim, me encanta coleccionar niños estúpidos.
-¿Niños estúpidos? –pregunto Rojo desconcertado.
-Sí, niños estúpidos, de esos que no les gusta ir a la escuela –continuo el Zim mientras se recostaba en su asiente uniendo sus pinzas mientras una sonrisa malvada en su rostro.
-Ah –asintió Rojo entendiendo.
-Y los llevo a la "Isla de los Juegos" –prosiguió Zim mientras su mirada se iluminada con un aire siniestro.
-Ah, de los juegos… –volvió asentir Rojo, hasta caer en la cuenta de que eso era ilegal, su expresión relajada cambio a una de temor-… ¡DE LOS JUEGOS! –se apretó el cuello de su abrigo mientras empezaba a sudar con nerviosismo- ¡¿Y LA LEY?! ¡¿SI SE ENTERAN?! –balbuceo mientras su mente se imaginaba una vida de encierro junto con temibles criminales, sin libertad ni diversión.
-No, no, no –negó el Zim parándose en su asiento con actitud confiada y mirándolos con su inquietante sonrisa- no hay peligro… porque ellos nunca regresan –sus ojos brillaron de una manera siniestra antes de sacar una horrible carcajada- ¡COMO NIÑOS! ¡JAJAJAJAJAJA!
Rojo y Purpura se arrinconaron en sus asientos, abrazados temblando ante un completo lunático, Zim los agarro del cuello a los dos y los acerco hasta quedar juntos.
-Nada de traiciones –les amenazo con ese escalofriante brillo en sus ojos, los dos cobardes asintieron rápidamente- tráiganlos en el muelle a media noche, tengo un coche ahí... tráiganme a los más tontos.
Y en ese lugar donde la lluvia torrencial daba nunca acababa, el mal maquinaba contra las pobres almas de los niños malcriados.
Los dos vagos temblaban bajo las pinzas de ese malvado cochero, preguntándose:
¿En que se habían metido?
…
-No volveré a confiar en gente extraña –se dijo así mismo el joven muñeco de madera- no señor, desde ahora me comportare como un buen hijo –sonrió para así- mi padre estará orgulloso de mi y entonces me aceptara –suspiro ilusionado- ¡si seré un buen niño!
Camino por las solitarias calles del pueblo, sin reparar que dos sombras conocidas lo seguían, cuando llego cerca de un farol para descansar se dio cuenta de aquellas sombras, al darse vuelta una expresión de terror se apodero de él.
Sin embargo no soltó grito alguno, aquellos secuestradores se le vinieron encima, entonces se lo llevaron en un saco lejos de su destino.
Bajo la luz de aquel farol.
…
El suave movimiento de las olas llegaba a sus oídos como un lento arrullo en medio de un montón de gritos que llegaron a despertarlo.
Abrió los ojos con pereza, sintiendo una gran incomodidad detrás de su cuello, lo primero que vio fue un par de ojos verde que lo miraba con curiosidad.
DibOcho por reflejo se levantó de un salto y miro por todos lados, había muchos niños que jugaban por lo que parecía ser la cubierta de un barco, para remarcar estaban en un barco.
-¿Cómo llegue aquí? –se preguntó el pequeño niño de madera perturbado por estar en un transporte desconocido para su escaso intelecto, el niño de ojos verde se río- ¿A dónde vamos? –le pregunto volviéndose al niño.
El niño era más alto que el, de cabello rojo y alborotado de ojos vivaces y de personalidad confiada y traviesa, vestía como aquellos niños de la escuela solo que con la camisa blanca fuera del pantalón y la corbata floja.
-¡A la Isla de los Juegos! –exclamo emocionado el pelirrojo, todos en el barco lanzaron un grito eufórico para después seguir con lo suyo, le tendió la mano la cual apretó a modo de saludo- mi nombre es Keef ¿y tú?
-DibOcho –se presentó el con una pequeña sonrisa, ignorando por un momento el bullicio de los demás niños y el hecho de que se estaba alejando de casa en aquel barco en medio del mar.
-Bien, seremos compañeros –hablo el pelirrojo acercándose al borde del barco, DibOcho lo siguió mirando el mar, sorprendido por la confianza con que este niño le aceptaba- iremos a la isla y nos divertiremos mucho –afirmo alzando los brazos y sonriendo.
-¿En la Isla de los Juegos? –pregunto DibOcho emocionándose de que finalmente alguien lo aceptara.
-¡Si! –volvió afirma el chico de ojos verdes- no hay escuela, ni responsabilidades, puedes comer y hacer lo que quieras ¡sin límites! –exclamo Keef con entusiasmo- esa es vida ¡quiero llegar pronto!
Entonces el sonido del motor del barco sonó, estaban llegando, muchos niños ansiosos e impacientes se apegaron al filo del barco viendo con sus propios ojos el sueño de cualquier infante.
Y allí estaba, la Isla de los Juegos tan divertida y esplendida como les habían dicho, un enorme alboroto se formó en los niños impacientes ya por pisar ese glorioso lugar.
Parecido a una feria, grandes juegos (desde la montaña rusa, sillas voladoras y millones de juegos más), comida como sacada de las mejores fiestas (todo lo que acaba por engordar la cintura estaba ahí sirviéndose en masa), cerveza y puros… todo lo que se les tenía prohibido estaba allí a su alcance.
En cuanto tocaron tierra firme, como un torrente de gacelas asustadas, los niños corrieron casi atropechándose asía la isla una vez que las puertas de esta estuvieran abiertas.
-¡YAAAAJUUUUUUUUUUUUU! –gritaba Keef corriendo directo asía la sección de comidas seguido de DibOcho que estaba abrumado por tanta emoción- ¡grita conmigo Astilla! ¡YYYAAAAAJUUUUUUUUUUUUU!
-Ah, bien… –titubeo el niño de madera para después gritar- ¡YAAAAJUUUUUUUUUUUU! –sonrió inconscientemente, su amigo le dio una palmada en la espalda sonriendo, se sentía tan aceptado por él, sonrió mas y volvió a gritar- ¡YYYYAJUUUUUUUUUUUUUUUUUU!
-¡ESA ES LA ACTITUD! ¡SOMOS LIBRES DE REGLAS! –vitoreó Keef.
Y era verdad, eran libres de reglas sin ningún adulto a la vista, sin limitaciones ni prohibiciones.
Esa noche los niños la pasaron en grande, comiendo en grandes cantidades, desperdiciando toneladas de cosas, destruyendo propiedades (que convenientemente habían hecho para eso), peleando hasta ver estrellas, fumando hasta empacharse y tomando hasta que se les nublara la vista.
No había control sobre ellos, no había quien los parara, se portaban como niños malos.
En las sombra de las puertas de la isla, el Zim miraba con satisfacción placentera todo el caos que los niños asían y pronto pagarían, alzo su látigo en dirección a sus esclavos y los azoto con ella.
-¡RÁPIDO BOLSAS DE CARNE! ¡CIERREN LAS PUERTAS! ¡SE LOS ORDENA ZIM! –ordeno aquel duende verde mientras lanzaba su látigo sin piedad a eso esclavos que presurosos cerraron la puerta como demandaba el patrón, Zim se volvió con ojos codiciosos a los niños sonriendo con maldad- más libertad se les da a esos bebes sebosos, más se vuelven como asnos.
Lanzo una risa rasgada y maquiavélica, que encajaba perfectamente con el desorden que los niños provocaran sin sospechar siquiera lo que su futuro les depararía a ellos.
Pues solo jugaban y nada más.
…
La Isla de los Juegos se había llenado de bulla acompañada con risas infantiles que los infantes lazaban al aire, risas que a medida que avanzaba la noche se iban apagando, hasta que simplemente desaparecieron.
El lugar donde los niños anteriormente jugaron, no había ni un alma, todo estaba abandonado, los juegos se mecían con un chirrido inquietante en esa fría noche, parecía más un cementerio que un parque de diversiones.
Y uno de los lugares que sobresalía la luz era el de un pequeño bar en forma de pelota de billar con el numero 8 encima de la entrada, donde las dos únicas almas del lugar bebían y jugaban al billar, ignorantes que ahora eran los únicos en aquel lugar.
-La buena vida –hablo Keef con el puro en la boca y haciendo la pelota de billar rodar sobre la mesa, cayendo justo en el hoyo, tomo el puro y soplo un humo gris en forma de halo- ¿no Astilla?
-Siiiiiiiiiiiiiií… –balbuceo DibOcho todo desparramado sobre la silla en la que se sentaba con un puro en la boca y a su lado una mesita que sostenía su tarro de cerveza-… portarse mal es divertido.
-Tú lo has dicho –rio el otro apuntando su punto en la pizarra y pasándole el palo- tu turno, Astilla.
El niño de madera le dio una calada a su puro y se lo trago, de sus ojos salieron un par de lágrimas mientras su cara se le ponía verde y se dirigió asía la mesa con pasos tambaleantes, tomo el palo y lo apunto a la pelota… que por alguna extraña razón eran dos pelotas.
Apunto en medio de estas, retrocedió la punta de esta y lo lanzo, su tiro nunca llego pero logro desgarrar la mesa y quedar medio atontado sobre ella.
El niño de cabello rojo soltó una carcajada estruendosa.
-Jajajajaja, ¿Qué paso niño de madera? –se burló el pelirrojo tapándose la boca y acallar sin éxito si risa- ¿mucha diversión?
-¡Soy un niño de verdad! –exclamo DibOcho saltando para atrás y cayendo al suelo, aunque aun sonriendo y alzando su tarro de cerveza-… ¡eso me dijo el hada azuuuuuuuuuuuuuul!
Esto provocó que el niño de pelo rojo riera y riera, mas con cada tontería que salía de boca de DibOcho, hasta que en una de esas carcajadas algo extraño paso.
-¡JAJAJAJA! ¡NO PUEDO! ¡ES BASTANTE GRACIOSO! –se carcajeo sonoramente mientras el niño de madera se paraba solo para perder el equilibrio y caer encima de un armario viejo, rompiéndolo en el proceso y haciendo su acto más gracioso, el niño estaba que soltaba lágrimas de tanta risa- ¡JAJAJAJAAAAAAAAAA! ¡IIiiiiiiiiiiii-aaaaaaaaaaaahHH! –se llevó una mano a la boca después de soltar ese sonido.
DibOcho que a estas alturas no sabía si sus ojos le hacían una broma no creyó lo que ahora veía, sin embargo Keef sabía perfectamente de que esa no era su risa habitual, el había rebuznado como un… burro.
-¡Iii-aaah! –volvió a rebuznar, el niño ya se estaba asustando, rápidamente y debajo de la aturdida mirada del niño de madera se miró al espejo- ¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!
Para su horror su cara tenía la apariencia de un burro, se llevó las manos a la cara escruñiendo su pelaje recién salida, sus manos se aventuraron hasta tocar la punta de sus ahora largas orejas, lanzo un rebuznado de terror al comprobar que tenía una cola de burro.
-¡SOY UN BURRO! –grito empezando a correr desesperado por el lugar, botando todo intentando buscar como detener lo que le ocurría, gritaba con todo el terror y temor que sentía en este momento- ¡SOCORRO! ¡SOCORRO! ¡ME HAN ENGAÑADO! ¡AUXILIOOOOOOOOOOOOO!
-Si pareces un burro… ¡jaja! ¡IIiii-aaaHH! –DibOcho se llevó una mano a la boca en cuanto sonó aquello, el niño pelirrojo lo señalo ahora doblemente asustado, entonces el niño de madera pudo comprobar que una cola y orejas brotaron en cuanto se rio.
El niño de cabellos rojos volvió a gritar al ver esa visión, sus gritos parecían más desesperados mientras intentaba huir de aquella pesadilla, cada vez su voz se hacía menos humana y el desastre que causa mas salvaje.
-¡MAMAAAAAAAAAAAAÁ! –grito antes de que su voz se convirtiera en un grita de un animal asustado, sus manos se convirtieron en pezuñas y lo que fue el cuerpo de un niño paso a ser el de un burro, solo la ropa podía delatar ahora lo que antes fue- ¡IIIIIIIIIIIIIIIIIII-AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!
DibOcho estaba aterrado, más que asustado por ver aquel burrito que antes había llamado amigo rebuznar mientras pateaba todo destrozándolo en pedazos, se paró de ese lugar mientras veía como desaparecía la última muestra de humanidad en aquel animal.
Rebuzno de horror, lo que le hizo pensar una cosa.
Tenía que salir de allí.
Sus pies corrían lo que podían sus piernas de madera, la lluvia había empezado azotar esa isla que horas antes le había dado la mayor diversión de todas, ahora había aprendido que aquellas cosas fáciles tenían un precio y portarse mal siempre ameritaba un castigo… siempre tendrían que pagar.
-He sido malo… -se decía mientras se escabullía por entre las rocas, detrás del luces se aproximaban, lo estaban buscando-… fui un iluso, tengo que regresar a casa con papá… -apresuro sus pasos al oír que estaban cerca-… tengo que ser un niño de ¡verdad!
Exclamo al verse al filo de un risco, las olas golpeaban los peñascos con fuerza, miro detrás de él las pisadas y las luces lo alcanzarían en uno minutos, miro el mar torrencial y se armó de valor.
Zim llego con sus hombres en el preciso instante en el que el niño de madera caía en las salvajes olas, chasqueo la lengua con disgusto, viendo como ese se había escapado.
-Estúpido niño… -maldijo en voz baja para luego darse la vuelta y retirarse.
Ya no había nada más que hacer.
En las afueras del pueblito, cerca de una pequeña orilla de piedra al filo mar y plagada de algunas plantas silvestres, una mano de madera salió de las ya calmadas aguas, el niño de madera había regresado al pueblo.
Tosió agua una vez que hubo salido de esa, su ropa y lentes estaban empapados más su cola y orejas de burro que no dejaban de escurrir agua, pero sonrió al verse fuera de peligro.
Estaba aliviado, tan aliviado… tenía que regresar a casa ahora.
Se levantó de golpe y corrió las calles desiertas, había pasado horas en ese isla, horas que había sufrido entre las olas, horas que deseaba estar en los brazos de su padre y creador.
Corrió por las veredas, dio vuelta hasta llegar a la plaza y derecho siguió la pared de piedra que lo guió hasta las afueras del pueblo.
Estaba cerca.
Cuando llego supo reconocer la casa rápidamente, estaba ansioso por entrar, por decirle a su padre cuanto lo amaba que no importara el trato que le diera, que no se rendiría hasta ser un niño de verdad.
Y que tenía tanto, tanto, tanto que contarle.
-¡Papá! –empezó a llamar a la puerta de su casa Membrana, era de madrugada y aun así esperaba que pudiera abrirle, toco más fuerte y miro por la ventana- ¿papá?
Adentro de aquella casa no había ni un alma, se podía ver la casi invisible capa de polvo sobre todos los muebles, no había señal alguna de que su padre allá estado ahí.
-No esta… –susurro para sí, mientras se deslizaba abajo hasta quedar debajo de la ventana, sentando en el suelo con cara confundida-… creo que me fui más tiempo del que pensé –suspiro resignado.
-No tanto en realidad, niño –escucho una voz cerca, volteo a su costado pero no vio a nadie- ¡aquí abajo!
Bajo su mirada y vio una pequeña criatura verde y rechoncha, con antenas y mirada magneta opaca, vestía ropa elegante como los grandes señores de la sociedad del pueblo (con saco nuevo y sombrero de copa fino), era casi tan pequeño como la palma de su mano y parecía que estaba cansado pues se veía que transpiraba mucho.
-¿Quién eres? –le pregunto inquinándose un poco asía aquella criatura que la miro sonriente al ver captado su atención- ¿sabes dónde está mi padre?
-Mi nombre querido niño es Skoodge Grillo, aunque solo dime Skoodge… –se rio parándose firme y orgulloso de su nombre-… y su tu conciencia.
-¿Mi conciencia? –el grillo asintió, el niño puso una mano para que se subiera y una vez que se subió, lo puso cerca de su rostro para mirarlo bien.
-Sí, la voz de tu cabecita de madera que te dice que está bien y que está mal –explico el pequeño Skoodge.
-Ah… –asintió DibOcho comprendiendo, pero luego se quedó estático y miro nuevamente al bicho, de pronto su mirada se volvió una de reclamo- ¿Dónde has estado?
-Ah, eso… me quede dormido –sonrió avergonzado la gordita conciencia-… pero quedarme aquí me permitió saber a donde fue tu padre, jeje…je… –bromeo Skoodge solo para callarse al ver la mirada seria del niño de madera-… perdóname.
-¿Dónde está mi padre? –pregunto de frente el niño de madera, el bicho en su mano bajo la mirada, temió lo peor- ¿sabes? –volvió a preguntar pero empezando a temer la respuesta.
-Tu padre… este… fue a buscarte –hablo Skoodge jugueteando con sus pinzas mirándolo con inseguridad, cuidando sus palabras, DibOcho lo escuchaba-…se arrepintió de tirarte por la ventana, comprendió que fuiste el milagro que tanto pidió y tomo todos sus ahorros y salió a buscarte –DibOcho sonrió, finalmente su padre lo quería esto era un sueño echo verdad, pero al ver la cara preocupada de su conciencia empezó a sospechar que su padre le ocurrió algo malo-… pero lamentablemente, después de dos días no ha regresado… –lo miro nervioso-… temo que haya podido pasarle algo malo…
Casi en ese mismo instante, antes de que DibOcho pudiera decir nada, cayó del cielo oscuro una un pergamino que le golpeó la cabeza.
-¡Au! –se quejó por el golpe, pero luego reparo en el pergamino que quedo unos pocos metros lejos de él, la conciencia salto hasta a él y lo desenrollo- ¿q-que es eso?
-Es un mensaje, al parecer… –respondio el grillo mientras leía esas letras cursivas escritas con tinta morada- ¡habla de tu padre! –exclamo captando el interés del niño- dice que te estaba buscando en el mar y…y… ¡y se lo trago una ballena llamada MiniMonstruo! –las esperanzas del niño de madera por volver a ver a su padre empezaban a decaer con aquella frase, pero el mensaje no había terminado, Skoodge continuo hasta la parte final-…p-pe-pero ¡está vivo! –exclamo el grillo-…dice que esta v-viviendo dentro de ella…
Justo cuando acabo de leer el mensaje, el muñeco de madera se paró y salió corriendo por el camino que lo trajo a casa, el pequeño bicho tuvo que correr para alcanzarlo.
-¡Hey! –le llamo saltando apresurado a su lado- ¿A dónde vas?
-¡Voy a buscar a mi papá! –exclamo DibOcho sin dejar de correr.
El bicho cambio su mirada a una de preocupación extrema.
-¡No puedes ir tras el! –empezó advertirle, mientras alcanzaba la punta de su cola y se aferraba a ella en un inútil intento de detenerlo, pero el niño no se detenía- ¡escuche que ese Mini Monstruo es de lo peor! ¡una verdadera bestia! –pero aun así habían llegado a su destino, el niño se paró con la mirada fija en el océano, tomo su cola y lo miro tristemente, Skoodge lo miraba preocupado- niño es… peligroso.
-Es mi padre… –le respondio mientras este se soltaba de su cola, tomo un piedra y empezó atársela a la cola sabía que necesitaba peso si quería quedarse bajo el agua, lo miro mientras hacía esto y continuo-…es mi única familia, no voy a perderlo.
El bicho suspiro derrotado, se subió a la roca y reforzó el amarre de la cola del niño a esta, se miraron a los ojos como si aquello fuera una despedida.
-Iré contigo… –le respondió saltando a su hombro, aunque en su interior deseaba no enfrentarse a una ballena sabía que para el niño era importante rescatar a su padre de ella, DibOcho le sonrió sin saber que decir- soy tu conciencia, tu guía, yo de alguna manera tengo que protegerte… –le sonrió- no estarás solo allá abajo.
-Gracias –le agradeció DibOcho mientras se limpiaba lágrimas de felicidad, era protegido, se paró y miro al mar con decisión- ¡allá voy!
Dio un salto en picada a las torrenciales aguas que antes habían servido de huida de la isla, solo que esta vez no nadaría con ella, se sumergiría.
…
En lo profundo del mar, alejado de la costa y peces que no nadaban por esa zona por temor hacer devorados, yacía recostado una gran ballena como jamás se había visto.
Grande, más grande que una mansión y casi tan ancha como el ancho mar en el que vivía, de ojos saltones que por ahora permanecía cerrados, durmiendo mientras que en su interior en su boca vivía un náufrago.
Entre la garganta y la boca, estaba atascado un bote viejo y encallado, en su interior resplandecía una débil luz que provenía de una vela que acompañaba a un hombre mayor, que miraba cada vez con menos esperanza el agua vacía y con un hambre atroz.
De raros lentes adheridos a sus ojos, una gastada bufanda cubría su boca y cuello, de abrigo viejo y pantalón viejos, rasgados por las fuertes olas y descalzo al verse envuelto en esa terrible tormenta que lo llevo a parar aquí.
-Mi pobre DibOcho… –se lamentó como había asía dos días atrás-…mi niño de madera, mi hijo, jamás lo volveré a ver.
Lloro en la soledad de la boca de la ballena, lamentando su suerte, saber que ya nunca volvería a ver ese milagro que solo quería darle compañía y amor.
Saber eso… era devastador.
…
En las aguas claras por donde lo peces de diferentes especies y colores nadaban, un muñeco de madera caminaba dificultosamente por la arena del mar seguido por su grillo conciencia, que está abrazando a su cola para no separarse de él mientras casi todas las especies marinas lo siguen.
-¡PAPÁ! –gritaba aquel niño de madera mientras se abría paso entre la dificultosa arena y el mar que lo jalaba asía la superficie- ¡PAPÁ!
-Hola –saludo Skoodge a los peces que los seguían- ¿saben dónde podemos encontrar a MiniMonstruo? –en cuanto pregunto aquello los peces que los seguían salieron despavoridos-… creo que tienen miedo.
¡PAPÁ!
Se escuchaba la voz del niño de madera adentrándose en la parte más oscura del mar, no había parado de llamar a su padre, aún tenía la esperanza de que estuviera vivo y eso era la única fuente de motivación para seguir.
Ve a lo lejos una gran roca, tan inmensa y enorme, se acerca mientras unos peces nadaban cerca de ellos.
Cuando está a una distancia lo suficientemente decente se da cuenta de que no es otra cosa que una ballena, ¿ballena?... esperen un segundo.
Corrió asía a ella ignorando los gritos de advertencia de su conciencia, que poco a poco se iban silenciando a medida que se acercaba a la cara de la gran bestia, se quedó sin palabras cuando la tuvo enfrente.
Un cardumen de peces pasaba al lado de aquel monstruo, sin notar que este era una ballena enorme, al pasar demasiado cerca a uno de sus ojos provocaron que este se abriera.
Habían despertado a la bestia.
La gran boca se abrió, todos sus dientes se presentaron frente al niño de madera que quedo atónito ante la visión, el cardumen huyo.
-¡CORRE! –le advirtió Skoodge jalándolo por el hombro hasta que reacciono.
Dio media vuelta y empezó a nadar tan rápido como pudo, haciendo un esfuerzo enorme por dejar atrás a la gran ballena que los perseguía a él y a los peces que huían con él, pero gracias al peso en su cola no tenía muchas probabilidades de escapar tan rápido como quisiera, entonces se dio vuelta y desato la piedra de su cola solo para quedar frente a los dientes afilados y a la gran boca abierta que se le abalanzaba en ese momento.
Y de pronto, el agua azul por donde estaba se volvió oscuro, a lo lejos se podía oír la voz desesperada de su conciencia que gritaba y gritaba su nombre, sintió mucho frio y después nada.
Nada.
…
Te contare un cuento que conoces muy bien
Había una vez un niño de madera cuyo deseo era convertirse en un niño de verdad
¿Lo logro?
No sabe… porque la historia aún no ha terminado
¡DIBOCHO!
-¡DibOcho! –escucho la voz de Skoodge Grillo, tosió con fuerza escupiendo lo que quedaba del agua salada en su ser, abrió los ojos despacio y vio la cara aliviada de su conciencia-… está bien, le dije que estaba bien –hablo dirigiéndose alguien.
Su creador, su padre estaba ahí sonriendo.
Sonrió débilmente.
Finalmente lo había encontrado.
-Papá… –susurro con dificultad mientras intentaba levantarse, pero cayo de nuevo en lo que advirtió era el cochón de una cama, se sentó como pudo a pesar de la mirada preocupada de ambos-… papá –volvió a decir pero entonces recordó el hecho de que aún tenía la cola y orejas de burro, se llevó ambas manos a las orejas, bajo la mirada temiendo que por este detalle fuera a rechazarlo otra vez- ¡no mires! –exclamo avergonzado.
Pero en vez de recibir un grito, recibió un cálido abrazo, el cual correspondió mientras una sonrisa se formaba en sus labios.
Él lo había… aceptado.
-No importa –le dijo cuándo se miraron a los ojos-… eres mi hijo, seas lo que seas –DibOcho sonrió al oír esas palabras dichas por su padre- aunque me gustaría saber que te paso –siguió con un deje de curiosidad en su voz.
-Es… una larga historia –respondio entre risas.
Skoodge los miraba y sonreía para sí, tal vez no haya podido estar con él desde el preciso momento en el que el hada morada le dio pero al menos, había logrado reunirlo con su padre.
Al menos eso había sido un pequeño logro para un ser tan pequeño como él.
-Pero ¿ahora como salimos de aquí? –pregunto DibOcho parándose de la cama, el padre y el grillo cruzaron una mirada no tan divertida, pero el niño de madera no parecía captar la situación- tiene que haber una manera de salir de aquí.
-No hijo… es imposible –le explico Membrana conduciéndolo a él y al grillo a la cubierta del destrozado bote- pensé y pensé, pero ningún plan funcionaria, incluso hice una improvisada balsa para cuando la ballena abriera la boca pero…
-¡ESO ES! –exclamo DibOcho con una idea prendida en su cabeza- ¡cuando abra la boca nos subimos a la balsa y salimos y entonces…!
-No, solo abre la boca cuando come –le interrumpió Membrana aplacando el entusiasmo de su hijo, ya lo había intentado era misión suicida, su hijo lo miro- nada sale.
-Oh… –suspiro el niño de madera dándole la razón-… pero tiene que haber una manera –miro sus manos, eran de madera y según recordaba la madera podía hacer fuego y el fuego provocaba humo y el humo…- ¡ya lo tengo!
En un santiamén empezó a tomar todo lo que fuera de madera y arrojarlo en un rincón enfrente de su padre y su conciencia que lo miraban como si se hubiera vuelto loco, se alarmaron cuando tomo la única luz del barco pretendiendo lanzarla al montón, no sabían que esa era la idea.
-¡¿Pero qué haces, hijo mío?! –le pregunto su padre exaltada al igual que la conciencia.
-¡Sacarnos de aquí! –exclamo lanzando la pequeña llama al montón de madera que rápidamente tomo el calor del pequeño fuego, convirtiéndose en una llamara gigante de flamas ardientes, el humo subía y subía casi por alcanzar el orificio que había en ese lugar.
Afuera de la ballena que después de almorzar peces, había subido a la superficie para tomar aire pero entonces empezó a asfixiarse cuando un humo negro salió de su única fuente de aliento, sus ojos empezaron a lagrimear por el vapor y pronto empezó a entrarle ganas de…
¡AAAAAAAAAACHUUUUUUUUUUUSQUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEK!
De su boca casi como una bala salió la improvisada balsa que Membrana había construido, encima de ella estaban el mismo Membrana y su hijo que sonreía victorioso al ver su plan funcionar, una vez fuera de la ballena tomaron los remos y empezaron a remar con fuerza y desesperación.
Pues el haber hecho estornudar a MiniMonstruo traía grandes consecuencias, lo habían enfurecido y pronto sabrían porque lo apodaban monstruo, las olas se volvieron salvajes siguiendo el movimiento desesperado del carpintero, su hijo y un grillo y el violento aleto de la furiosa ballena.
El viento estaba en su contra, DibOcho comprobó con terror que la vestía los tenía en la mira, las olas fuertes eran señal de que estaba en movimiento en dirección a ellos.
Los sorprendió levantando su balsa con su cabeza y lanzarlos al mar, el grillo tuvo que aferrarse bien a su protegido temiendo hundirse en las profundas aguas del mar, pero esto no era lo peor.
Varias veces cayeron de esa balsa, luchaban en ella una y otra vez buscando con desesperación un lugar seguro donde la ballena no pudiera alcanzarlos, hasta que Membrana encontró el tan anhelado escape.
-¡ALLÍ! –grito a todo pulmón señalando a lo lejos una entrada rocosa a una pequeña costa, remo más fuerte motivando a su hijo hacer lo mismo- ¡VAMOS! ¡RÁPIDO!
Sin embargo no notaron la gran cola que venía asía ellos, impactando contra la balsa y destruyéndola finalmente reduciendo sus partes en el océano, DibOcho se levantó tosiendo agua y busco desesperado a su padre.
-¡PAPÁÁÁ! –grito alarmado al verlo casi inconsciente aferrándose a una tabla mientras su agarre se iba haciendo más débil, apresurado logro llegar a él, el pobre hombre convaleciente lo miro casi a punto de perder el conocimiento- ¡papá!
-Sálvate, DibOcho, sálvate… –articulo el viejo carpintero mientras su cuerpo se deslizaba por la tabla asía las olas, el niño de madera se sumergió y lo tomo de los hombros, el hombre mayor ya empezaba a balbucear mientras cada vez estaba menos consciente-…ve a la cueva de piedra… sálvate…
-¡No iré a ningún lado sin ti! –grito mirando la cueva de piedra, tomo con firmeza al carpintero con la cabeza afuera del agua, mientras nadaba con desesperación asía ese lugar en contra de las olas- ¡nos salvare a los dos! ¡nos salvare! –prometía mientras luchaba con sacar el cuerpo de su padre del mar y en contener las lágrimas que resbalaban por sus mejillas caoba- ¡nos salvare!
Pero entonces la ballena los vio y nado furiosa asía ellos, DibOcho sintió que se venía a impactar contra ellos y con más fuerza que nunca empezó a nadar hasta llegar cerca del lugar, pero la ballena dio un salto de otro mundo directo asía ellos con la boca bien abierta mostrando esos horribles dientes que DibOcho tuvo la oportunidad de ver.
No sabe cómo lo logro solo que pudo haber sido milagro que el pequeño niño de madera allá podido llegar a tiempo por el hoyo y meterse antes de que fueran nuevamente tragados por aquel monstruo, pero el impacto de la ballena si ocasiono que el mar los empujara salvajemente hasta la costa que estaba al otro lado, estallando en una ola que se rompió tirando dos cuerpos a las orillas de aquella playa.
-Sálvate, DibOcho… no te preocupes por mi… sálvate…–balbuceaba Membrana mientras su cuerpo era refrescado por las suaves olas que rozaban su ya rasguñado, dañado y viejo cuerpo, entonces abrió los ojos y vio sorprendido que estaba al otro lado a salvo y vivo- ¡no puedes ser! ¡DibOcho!
Corrió por la orilla buscando a su niño de madera, el milagro que tanto pidió que tanto anhelado, deseaba tanto estrecharlo entre sus brazos, agradecerle tanto el haberle salvado, prometerle ser un mejor padre, que jamás volvería a dejarlo solo y que nunca…
Su mirada cayó entre unas rocas que eran azotadas por la marea, entre ellas había un cuerpo, el muñeco de madera tirado boca abajo y al lado suyo el grillo, este lo miro y una lágrima resbalo por su verde rostro.
No podía ser.
-DibOcho… -tembló antes de correr al cuerpo inmóvil de su hijo y quitarlo bruscamente de ahí mientras que en sus ojos detrás de esos extraños se llenaban de lágrimas- ¡NOOOOOOOOOOOOO!
Era de noche nuevamente en el viejo pueblito, cuyas casa estaban apagadas excepto una que en su interior mostraba una escena muy diferente a la que siempre daba a esas horas, era una muy triste.
En la casa del más grande carpintero e inventor del pueblo, yacía al lado de su cama sumergido en un horrible dolor y arrepentimiento, gruesas lágrimas salían de sus ojos una por una mientras se lamentaba y se culpaba por todo esto.
¿Por qué no murió el?
En su cama echado y con los ojos cerrados, ya sin vida estaba DibOcho, recostado boca arriba con una cara sin expresión y con los ojos cerrados que prometían no volverse abrir.
El grillo miraba parado en la ventana mientras gruesas lagrimas resbalaban por sus verdes mejillas, de verdad deseaba haber podido guiarlo mejor, ese niño merecía más que eso.
-Mi hijo… tan valiente –lloraba el pobre hombre sumergido en su dolor-... jamás lo volveré a ver –se lamentaba.
Sin embargo algo curioso ocurrió, la ventana por donde estaba el grillo se abrió alertando al pequeño bicho que vio aterrado como una luz morada entraba en la habitación, irrumpiendo en la melancólica escena.
-Es un tonto… –reprobó el hada morada tomando su verdadera forma, el padre en su lamento no advirtió su presencia así que mejor, se acercó al cuerpo inerte del niño de madera y sonrió-…sin embargo a cumplido su parte –levanto la varita encima de él mientras su estrella empezaba a brillar-… ahora me toca a mí.
¡POOF!
-Mi niño, mi único hijo –balbuceaba Membrana con su cara hundida en las sabanas- está muerto.
-No lo estoy –respondio una voz singular pero la ignoro, se revolvió en las sabanas y negó con la cabeza- pero no lo estoy ¡papá! –volvió a insistir la voz.
-Estas muerto, no digas mentí… –alzo ya finalmente la cabeza ya harto de que le dijeran falsas ilusiones, pero al hacerlo vio el cuerpo de su niño, bueno al menos eso pareció, porque cuando se sobo los ojos pude apreciar que no era otro que el mismo que había tallado con sus manos- ¡AAAAHHHH! –grito espantado alejándose de la cama como si aquella fuera la primera vez que lo veía-…no puede ser… ¿estas vivo?
-Claro que si ¡mírame…! –respondio DibOcho parándose de la cama y moviendo sus brazos, pero al hacerlo pudo notar que estos ya no eran de madera, atónito se miró las manos de atrás para adelante empezando a entender que finalmente se había hecho realidad- ¡SOY UN NIÑO DE VERDAD! –exclamo lleno de felicidad.
-En realidad… eres una niña –balbuceo el carpintero mientras se apoyaba en una mesa cercana, intentando digerir lo que sus ojos acaban de ver, la expresión de su "hijo" cambio radicalmente con ese comentario- mi-mírate… –le señalo un espejo que estaba en la mesita de noche junto a la cama.
El quien alguna vez fue un niño de madera tomo tembloroso el espejo y se lo puso enfrente de los ojos, por un momento se hizo un silencio que fue roto cuando de sus manos callo el artilugio seguido de un muy agudo grito.
Lo que había visto en ese espejo, fue un rostro pálido con rasgos delicados y finos, de ojos ámbar remarcando su ahora bello rostro de niña, su cabello azabache se había vuelto sedoso y suave de un largo que le rozaba las mejillas con las puntas asía dentro y peinado de costado, su mechón se había vuelto no tan como una guadaña sino más parecido a un una "c" alargada asía atrás.
El cual fue suficiente para que cayera en la cuenta de que, definitivamente, el que estaba en el espejo era una chica.
-¡SOY UN NIÑA! –chillo DibOcho tocándose el cuerpo y comprobando que debajo de su ropa, varias facciones de su cuerpo eran más femeninas que masculinas, miro a su padre que intento hacerse e intentar calmarlo pero al hacerlo lo único que provoco que la niña lanzara un grito de horror-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!
El grillo miraba impactado la transformación y los delirios de aquella "ex juguete de madera", a su lado y riéndose de la divertida escena estaba el hada morada que parecía deleitarse con la reacción de su cliente.
-¡Tenía que haber sido niño! –exclamo Skoodge Grillo al hada que lo miro con su mirada penetrante pero eso ya no lo inmuto- ¡¿Por qué niña?!
-Ay mi pequeño saltarín –se rio aquella niña alada mientras empezaba ascender asía arriba, el grillo la miro con ojos de reproche- el trato era convertirlo en humano, nadie me dijo nada sobre el género –sonrió mientras que en su mano aparecía rápidamente su juego de "El Esclavo del Juego" – yo cumplí con mi parte y ahora si me disculpas –se vilo luces y se elevó a toda velocidad asía su estrella-… tengo un juego que terminar.
Y así fue como el niño de madera se le cumplió su deseo… bueno casi.
Y en el pueblo las luces se encendieron por los gritos que ahora aquella niña daba a todo pulmón, gritando y pataleando un: "¡¿POR QUÉ?!"
-EL FIN-
(reviento de risa mientras oído los gritos de horror de Dibi)
ay perdonar TUT... el transgénero no es lo mío pero no pude evitarlo... ¡es niña! (me río sacándome lagrimas)
ajaja... bueno, espero les haya gustado y este "pequeño" cuento los haya distraído un poco a mi me gusto XD
este era uno de los mini-proyectos que quería hacer (ahora solo me falta uno, ¡sí!)
por cierto este no es el final, como dice la sinopsis, escogeré un cuento al azar y armare un drama como hice aquí... juju ya no puedo esperar a la siguiente victima 7u7
bye! bye!
Dato Curioso: ¿Sabían que el cuento original de Pinocho no es para niños? Es más al final lo ahorcan... creo que arruine infancias OuO
¡ahora si adiocito! XP
P.D: La portada se encuentraen DeaviAntart, SUU-ITOGARU en mi galeria en el folder Once Upon a Time