Me demoré mucho, a pesar de que lo ya lo había escrito hace semanas. Doy creditos a Cronos por ashudarme.
El hombre más importante de la reunión me había saludado de manera muy cariñosa que rayaba lo incómodo. Por el contrario, mi padre estaba, muy relajado, o eso parecía, con una ligera sonrisa en su cara que me parecía una mueca en vez de una sonrisa, tendré que admitir que es un excelente actor, fingía de manera profesional su cariño hacia mí.
Finalmente, Gustavo llegó a su lugar privilegiado en la mesa, luego de una intensa sesión de saludos, y cual abuelo en la celebración de su más longevo y lúcido cumpleaños, saludando a sus hipotéticos nietos, recordando sus nombres y uno que otro dato curioso reciente, incluso preguntando por asuntos familiares… ahora que lo pienso bien, viniendo de una especie de Padrino, resulta intensamente escalofriante.
Gus hizo un gesto con sus manos invitando a todos los presentes a tomar sus lugares, todas las mesas estaban rotuladas, para mi mala suerte no me había percatado de ese detalle y Víctor al notar que me quedé inmóvil al no saber cuál sería mi lugar, trató de tomar mi brazo como colegiala en su baile de graduación. Parece que al igual que mi padre, disfruta haciendo su actuación.
En la mesa ya se encontraba el papá de Víctor, con un denostado rostro pálido, ojeras oscuras, y delgado, con un elegante peinado al estilo de Humphrey Bogart en Casablanca. Esta reunión debe ser muy importante para que haya venido, ya que es un gran esfuerzo para él por su estado de salud.
- ¡Hija mía! - Se alzó desde su silla y me obsequió un abrazo.
- Es un gusto volver a verlo - dije ocultando mi desidia por estar ahí, recordándome que su enfermedad es una maldición que nadie debería sufrir.
- Estás más linda que la última vez que te vi, -dijo a la vez que me examinaba de pies a cabeza, me sentí un poco incómoda, hice una profunda exhalación para invocar una sonrisa - siéntate.
Mi "novio" retiró la silla para que yo tomase lugar, a mi derecha se encontraba Leandro, a mi siniestra Víctor. Me sentía como oveja perdida en un bosque lleno de lobos, y la jauría tenía sus miradas sobre mí, hasta sentía sus alientos en mi hombro. Mi padre parecía más interesado en Gustavo, que estaba a punto de dar sus palabras de bienvenida.
Gustavo tomando una copa y alzándola a la altura de su pecho hizo tintinear su copa con un cubierto, y todos volvimos a ver cuál manada de perros amaestrados con una reacción instintiva.
-Me complace el que hayan aceptado mi invitación. – habló con tono autoritario, ofreció alguna que otra sonrisa a los más cercanos a él. – Me han demostrado que son… - levantó una ceja con duda en su rostro y regresando a su postura del dios bueno. – de mi confianza.
Mientras Gustavo daba su discurso de macho alfa de la manada, los meseros servían champagne. Olvidé a Gus por unos instantes y recorrí el salón con la mirada, observé a dos tipos de pie en la entrada y otros cerca de él ¿por qué este hombre necesita estar custodiado, si considera a todos aquí de su "confianza"?
Los demás miembros de la sala parecían cautivados por las palabras de su líder. Contemplé la escena en mi cabeza como la vería Quicksilver con Sweet Dreams sonando de fondo. El sonido que habitaba en el salón regresó a mi cuando escapé de mis pensamientos, sacudiendo levemente mi cabeza. Gustavo había terminado con un brindis y regresé a mi cuerpo para articular el gesto con la copa sin llevarla hasta mi boca y colocándola en la mesa, al parecer yo era la única persona la cual no le había prestado atención.
No quería seguir en este lugar mi mente me pedía correr, atravesar esas puertas y salir del hotel, perderme por la ciudad, escapar de todos esos lobos de estepa asfaltada y concreto... Dormir bajo un puente parecía mejor que estar atada a esta fachada de glamour y civilización.
A lo lejos en mi mente escuché unas palabras - Tranquila- decía la voz con tono cálido y confiable, a la vez que sentía una suave caricia en mi mejía. Moví un poco la cabeza casi evadiendo el contacto, hasta que mi mirada encontró una copa; con ese descubrimiento quedó desarmado el impulso que empezaba a entrar mi mente de tomar su mano, pero en lugar de eso, mi cabeza decidió que era mejor un trago, di un sorbo largo a la vez que desvanecía la loca idea que no se materializó.
Fueron unos minutos incómodos en los que ninguno de los tres dijimos una palabra, hasta que Leandro rompió el silencio y empezó a preguntarle a mi padre sobre viajes de negocios y Víctor opinaba una que otra vez. Mi postura ante aquella situación era apoyar mi cara sobre la palma de mi mano a la espera de una participación forzada, o que acabara para mi suerte. Enterraba las uñas en mi antebrazo izquierdo, Ricardo me lanzó una mirada regañadora del tipo "madre disgustada"
- ¿Pasa algo entre tú y mi hijo? - Habló con tono serio y curioso "mi suegro", dejando claro que se percató de la sutil mirada de mi padre.
Víctor observó a su padre y luego cruzamos miradas.
- No, no. - intenté sonar convincente, como si me jugase la libertad en esa mentira.
- Disculpa que no te crea, pero soy muy observador y he visto que no se hablan desde que nos sentamos a la mesa - ¿cómo vas a negar eso Lynn? Piensa rápido.
- Ninguno de los temas que se han abordado en esta mesa son de mi conocimiento, además aquí solo los conozco a ustedes, los demás es primera vez que los veo. Víctor parece entusiasmado por los viajes y me alegra verlo cómodo en este ambiente. Por otro lado, no puedo evitar llenar mi cabeza de un par de trabajos pendientes del instituto, es mi último año y no quiero que la universidad que elija no me acepte por malas calificaciones.
- Está muy estresada, le preocupa mucho sus clases, como dijo, es su último año y aún no decide a qué universidad irá, le preocupa que la que le interese le exija muy buenas notas. - Agregó Víctor mientras hacía a un lado su copa y tomaba mi mano y la acariciaba suavemente, pero debía ser más convincente.
Era mi momento de actuar. Lo miré, inclinándome un poco hacia él, esperando que captara mi improvisación, lo cual parece actuó por instinto y nos besamos... El sabor a Champagne, dos segundos sus labios y los míos estuvieron en contacto y ya sentía traicionar a quien ya no era nada mío. Al separar nuestras bocas sus ojos conectaban con los míos por la cercanía física que aún existía, me dedicó una sonrisa. Mientras recuperaba mi compostura, me percaté que mi padre me miraba con gesto burlón, al fin y al cabo, no me obligó.
- Le hice saber a Víctor que lo que más deseo es verlos juntos; - dijo el papá de Víctor - Que puedan formar la familia que nosotros no pudimos - terminó diciendo con claras muestras de haber sido presa de nuestro teatro.
Quedé en estado de mutis perpleja, en mi cabeza resonaba una palabra extraña "Familia", "¿Eso qué es?", "¿Se come?" y lo más importante "¿Qué tiene que ver conmigo?", esos pensamientos me acompañaron el resto de la velada, pero evité reflejarlo en mis expresiones y al parecer funcionó.
La noche avanzó, lentamente y llegó el momento de la cena, que consistió en un entrecot, puré de patatas acompañado de vino tinto, que según escuché era una buena cosecha, pero luego de lo ocurrido el sábado por la noche y la madrugada del domingo no quería saber más de licor.
Terminamos de comer y aquello parecía una fiesta lejos de una cena, muchos de pie conversando o besándole los pies a Gustavo, que a primera impresión me parecía la Madre Teresa de Calcuta ¡Cuantos actores en competencia!
Víctor se levantó de la mesa para saludar a unos amigos, Ricardo recibió una llamada y se alejó del bullicio para contestar, me encontraba lo más a solas que podría estar con Leandro, era un buen momento para conseguir información, pero no sabía cómo empezar.
-¡Que hombres más ocupados! - En serio Lynn ¿eso fue lo mejor que se te ocurrió?
-Sí, es algo que me consta, sobre todo de mi hijo - no pudo evitar un pequeño reflejo de tos.
-¿Necesita agua? - no, negó con la cabeza a la vez que con su mano hacía un gesto como quien resta importancia al asunto.
-Descuida, aún no es mi día - dijo aclarando un poco su voz con cada sílaba. Bajé la mirada procurando ignorar la broma tan sombría que acababa de hacerse - supongo que estás al tanto de mi estado de salud.
-Sí, Víctor me comentó algo al respecto - hablé con desánimo, hice una pequeña pausa para poder tragar saliva - lo lamento mucho.
-Sabía que eras la indicada para él - dijo Leandro a la vez que dibujaba una sonrisa que me hizo recordar mi misión.
- ¿Desde cuándo? ¿Desde que empezó a formar vínculos con mi padre? - me observó con una pizca de curiosidad.
Soltó una leve risa y cambió su expresión - Evidentemente lo sabes. Si, pensamos a quién dejar nuestro dinero y… - hizo una pequeña pausa buscando una palabra - trabajo, todo esto tiene que ser familiar, no nos arriesgamos a contratar a un imbécil.
Y esta es la carta que tengo, aparentar que lo sé todo, nada mal Lynn, nada mal.
-Premeditado o no, me enamoré de él y eso es algo que no pudo planear, aunque me gustaría que usted me responda algo - hice una pequeña pausa para mojar mis labios ya secos por la tensión que me embargaba - ¿el acercamiento de Víctor hacia mí fue por orden suya?
-No, de eso nada, no fue necesario. Víctor nunca fue de tener relaciones estables y yo sabía que eso sería un problema, ya sabes, no es sano para el negocio la promiscuidad en ninguno de sus aspectos. Además, eres linda, se fijaría en ti sí o sí.
- ¿Y qué hay de mi papá en ésta historia?
-Cuando Ricardo se enteró se me aseguró que rechazarías a Víctor, pero si mi hijo no haría nada fuera de lugar contigo él no se interpondría.
-Sí, él sabe que no me gusta que me fuercen a hacer las cosas - maldita sea, si tan bien lo sabe, ¿por qué lo hace?
-Lo bueno es que mi hijo fue de tu agrado, al menos lo supe desde la vez que fuimos a visitar a tu padre, cuando aún vivían en Madrid - hizo una pausa evocando la ocasión - Estábamos conversando en la sala, cuando cruzaste hacia la cocina por un vaso de jugo.
-No me sorprendería escuchar que la razón por la que Víctor llegó a la cocina fue porque usted lo mandó por algo de jugo también - hice un gesto de obviedad, felicidades Lynn, eres muy buena en este juego.
- Pues claro - dijo con un brillo en sus ojos que me desconcertó.
Es la última vez que alguien juega con mi vida de esta manera. Estoy harta que todos decidan por mí. Pero en estos momentos no era lo de mayor relevancia.
-Por otro lado, yo aún no estoy preparada - tomé la copa de vino y le di el último trago. Leandro seguía en silencio, lo observé y sonreí - Estoy terminando el instituto, cursaré una carrera y luego decidiré si pertenecer o no al... gremio.
-Espero que no elijas como lo hizo Jessica - mi sonrisa se borró instantáneamente, dejando lugar a una expresión de genuino asombro con una mezcla de enojo…