Los nombres de los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, pero la historia me pertenece.
Cuando estamos juntos me siento perfecta.
Cuando me alejan de ti, me desmorono.
Todo lo que dices es sagrado para mi.
Prométeme que te quedarás conmigo.
Tú sabes que eres mi razón de vivir.
Ahora siempre estaré a tu lado.
Sabes que moriría sólo por abrazarte.
Nunca pensé que existirías.
Evanescence - You.
Escapar.
Los pocos segundos que han transcurrido han sido los más largos de mi vida, o eso es lo que pienso ahora. No sé qué hacer ni que decir. Ella es la que tiene que hablar.
- ¡¿Cómo puedes pensar que he sido yo?!
Pregunta Rosalie al aire, como si no buscara una respuesta. Está desesperada, preocupada, más preocupada que desesperada.
- Las fotografías se encontraban en la maleta de Carlie, intenté contactarte pero me fue imposible, incluso tu madre no respondió a mis llamadas. La persona que quiere lastimarla… – aguarda un momento, fulminándome con la mirada – está lo suficientemente cerca de nuestra hija. ¡Vine a exigirte que termines con esto de una buena vez! - grita, señalándolo con el dedo índice.
Desconozco el motivo, pero le creo. Después de todo se trata de su hija. No creo que juegue con eso. ¿Quién lo haría? ¿Qué clase de madre lo haría?
No podía ser. Rosalie adoraba a Carlie, en definitiva, ella tenía que estar diciendo la verdad.
- ¿La niña sabe algo?
Le pregunta él con el ceño fruncido.
- No, nada.
Rosalie intenta calmarse, mi expresión debe estarla asustando.
- No te preocupes, éste asunto se resolverá.
Le contesta Edward con vehemente tono conciliador.
- Eso espero.
Entierro las uñas en mis palmas para darme valor.
- Lo siento Rosalie. – es lo único que alcanzo a decirle, pues su mano se alza ante mi rostro dejándome muda.
No quiere que yo interfiera. Después de todo, Carlie no es nada mío. Es así como ella ve las cosas. Es así como son las cosas.
- ¡No me importa lo que hagas con él, pero si algo le llega a pasar a mi hija por causa tuya, no quedará lugar en dónde te puedas esconder!
No ha vacilado en su amenaza. Estoy perpleja. No tengo miedo por mí, tengo miedo por lo que pueda suceder.
- Ve a la habitación, iré en un momento.
Me ordena Edward por debajo, ocultando una sonrisa tranquilizadora. Me marea la forma en que sobrelleva las cosas, siempre en calma, en total control. En cierta forma le envidio.
Asiento y sigo su sabia indicación, no quiero seguir mirándola. Ella tiene toda la razón. Si Carlie fuera lastimada por culpa mía no lo soportaría… Edward y yo estábamos embarcados en esto, pero ella no tenía porque pagar por nada. La persona que intentaba lastimarme estaba avanzando hacia lugares insospechados y yo no lo podía permitir. No por mucho tiempo.
No tengo complejo de súper heroína, pero soy realista. Si había que escoger, me entregaría por voluntad propia. Eso… Si realmente fuera necesario, si fuera la única salida. Pero, aún quedaban bastantes opciones. Confiar en Edward, es una de ellas.
Me siento asqueada.
¿Cómo puede alguien atreverse a lastimar a ésa dulce niña? Si es capaz de eso, es capaz de todo…
¿De qué era capaz yo?
La cabeza está a punto de estallarme, no sé cómo puedo soportarlo. Amar es difícil, pero amar a Edward Cullen es una verdadera tortura. ¿Podría seguir hasta el final?
Suelto un suspiro que me deja un sabor amargo.
¿Tenía que hacerlo no? Seguir hasta las últimas consecuencias.
Él había aceptado la situación, se había divorciado, había actuado lo más correctamente posible que se podía durante todo el tiempo que llevábamos juntos. A estas alturas no podía acobardarme.
Echo mi cabeza hacia atrás para así despabilarme. Sé que debo ser fuerte, que no debo rendirme, que todo mejorará en algún punto del camino, pero… Siempre hay un pero.
Intento sentarme en la cama y descansar; una total tontería. No puedo hacerlo. Camino de un lado para el otro, desechando ideas, teorías… ¿Quién podría querer hacerme tanto daño? ¿Quién emplearía tanto tiempo y esfuerzo? Incluso tomarme fotografías dormida… Estando tan cerca de mí, ¿por qué no hizo nada entonces? ¿Qué es lo que quiere? ¿Agobiarme todo lo que le sea posible?
Voy a terminar de enloquecer, quiero gritar y salir corriendo al igual que un conejo asustado. ¿Por qué no puedo hacerlo? Soy joven, puedo hacer lo que quiera, pero no lo haré.
"Edward" "Edward" Grita mi vocecilla interna.
Es verdad, soy incapaz de apartarme de él. El pasado ha quedado atrás, no es posible pensar en singular. Ahora formo parte de algo, de alguien… El egoísmo no cabe en una relación como la nuestra. Lo damos todo, vamos por todo, lo queremos todo. Así somos.
Edward se ha vuelto tan necesario como el oxígeno. Supongo que eso está bien.
¿Por qué tardará en subir? No me atrevo siquiera a mirar el reloj, si lo miro no sé qué haré.
Respiro y exhalo para controlar mi corazón, está desbocado y duele. Duele demasiado. Mi cabeza también duele. Hay mucho dolor aquí dentro, dentro de éste cuerpo, sólo que no lo había notado o no había querido notarlo.
¿A dónde se ha esfumado mi tranquilidad?
Las llamadas, los accidentes, los anónimos… Nada me había descolocado. ¿Por qué ahora tenía que sucederme esto?
Quisiera abrir la ventana, pero el viento me lo impide. La habitación quedaría llena de polvo, polvo que luego tendría que limpiar, y no estoy de humor para eso. ¿Desde cuándo me volví tan perezosa?
- Tranquila.
Sus brazos me acunan en instantes, y las llamaradas de miedo y furia poco a poco se aplacan.
- ¿Qué pasó?
Le pregunto con un hilo de voz.
- No tiene idea de quién fue, pero estaremos bien.
Estaremos bien. Estaremos bien. Edward dice eso muy seguido y debo creerle.
- Tomaremos el vuelo mañana. Hubiese querido que fuera diferente, pero a como están las cosas… - duda por un microsegundo, pero yo me doy cuenta. – Es mejor irnos lo más pronto posible.
Aceptó al instante. También quiero irme.
- ¿Tú estás bien?
Levanto la cabeza para observarle y él sonríe genuino.
- Tengo a la mujer que amo entre mis brazos. La definición de bien no es suficiente.
Trago saliva. Cualquier chica se quedaría sin aliento o sin vida si alguien como él les dice eso. Con su voz galante y sus ademanes perfectos. Edward es un sueño.
- Estoy magníficamente.
Me dice en tono juguetón. Está buscando que olvide lo que ha sucedido.
- Deja de exagerar.
Murmuro. Ahora estoy roja, roja, roja. ¡Diablos Bella!
¡Ni que fuera la primera vez que lo tienes cerca!
Suspiro. Así es esto. A veces pienso que me he logrado acostumbrar a su presencia y personalidad, pero después viene y hace algo que me saca por completo de mis cabales.
- ¿Exagerar?
Se acerca a mí peligrosamente, remarcando cada paso que da.
- ¿Qué haces?
Mi voz suena agitada.
- Voy a distraerte.
Me informa.
- ¿Para qué?
Suelta una risita atrayente.
- Cuando entré parecía como si estuvieras a punto de ahogarte.
- ¿Debería regodearme de felicidad?
Niega con la cabeza ante el tono irónico que he usado. Me sujeta de las muñecas y me obliga a rodear su cuello con ellas. Es una posición incómoda pues tengo que ponerme de puntillas para no colgarme de él.
- Siempre te ves hermosa, pero en éste momento en particular lo eres aún más.
Mis labios se entreabren cuando termina su frase, y aspiro su fresco hálito. No me contengo y me estiro para besarle, lamentablemente él se aleja.
- No me gusta cuando te contienes. Si continúas ocultando tus miedos y preocupaciones desfallecerás, como estuviste a punto de hacerlo hace quince minutos.
Tengo ganas de llorar y revolcarme por todo el piso. Me ha descubierto, otra vez.
- ¿No estás tú conteniéndote ahora?
Mi cuerpo se pega al suyo al igual que un imán. Le escucho soltar un jadeo que trata de disfrazar con una pequeña tos.
- No por mucho tiempo Swan. No soy de los que se contienen.
Sus palabras fieras no son simple información, más bien son una promesa. Me ciñe con fuerza provocando que mis músculos se quejen, me levanta en vilo y me besa. Es un beso profundo y suave, si cierro los ojos soy capaz de sentirme en otro lugar, en un lugar en donde únicamente nos encontramos él y yo. Sonará demasiado cursi pero es la verdad. Éste tipo de amor es absurdo, lo sé; sin embargo es real, más real que muchas otras cosas propias de éste mundo.
Sus caricias toman potencia, cada vez son más rudas y urgentes. La ropa nos está estorbando, pero para él es fácil. Tiene la fuerza suficiente como para deshacerse de ella en un santiamén, puedo escuchar el tenue sonido de la tela caer al suelo, quejándose de forma sutil y cautivadora, haciendo del momento algo más íntimo y seductor.
Nos ha costado varios minutos estar en plena desnudez, así es mejor. Observo la perfección de cada línea de su cuerpo; cada línea descansa eternamente en mi mente. Nunca lo olvidaré. Incluso a ciegas podría reconocerlo tan solo con el tacto. Es inconfundible.
Sus manos se adueñan de mis senos y comienza a masajearlos. Estoy derritiéndome entre sus dedos, y aunque trato de aligerar los gemidos es imposible. El placer es tal que me invade, me controla.
Su virilidad está imponente: dura, grande y gruesa. Me relamo los labios saboreándola, estoy hecha, literalmente, un mar de sensaciones. Me gira de la cintura y me sostiene de las caderas para adentrarse en mí. Soy joven e inexperta, pero sé que no hay mejor amante que él.
Sus dedos viajan directo a mi centro, sabe perfectamente como tocar, acariciar y presionar. Su experiencia me engolosina, es justo lo que yo quería… El sudor cae por mi frente, y mis cabellos se pegan a mi espalda. Me apoyo con los brazos en la cama para poder alzarme todavía más y ofrecerle una mejor entrada, eso le ha gustado, su ímpetu va en aumento, puedo sentirlo crecer dentro, calentándome…
La invasión perdura más de lo esperado, está torturándome. Las piernas comienzan a temblarme, no podré sostenerme mucho tiempo más.
Abro la boca en forma de "O" dejando escapar un autentico gemido y él aprovecha para introducir sus dedos, llenándome de mi propio sabor. Es salado, dulce, peculiar… Lo saboreo mientras chupo la yema de sus dedos dejando pequeños mordiscos juguetones.
- Quiero que te corras cuando yo te diga. ¿De acuerdo?
El sonido ronco de su voz me ha hecho abrir los ojos. Todo se tambalea, no puedo ver con claridad, pero me limito a asentir.
Sus movimientos ahora son frenéticos, tengo la sensación de que está por partirme en dos. Es doloroso pero excitante.
- Ahora.
No tenía idea de cuánto estaba reprimiéndome, hasta que ya no lo hice. Estaba segura de que mis gritos habían sido escuchados hasta la avenida, pero en ése momento todo carecía de importancia.
El líquido que goteaba me hacía sentir llena, satisfecha, feliz y cálida, muy cálida.
- ¿Estás bien?
Asiento una vez, hundiendo el rostro en la almohada. Estoy agotada y sólo quiero dormir. No tengo fuerzas para más.
A la mañana siguiente me remuevo en mi sitio en busca de su contacto pero no logro encontrarlo.
- No quise despertarte.
Se disculpa.
- Tenía que acomodar estos papeles.
Señala. No digo nada, pues eso no ha sido lo que me ha despertado. La verdad no se que ha sido, quizá el hambre…
- Levántate, tomaremos el vuelo a las siete en punto.
Me estiró lo más que puedo dejando mi piel al descubierto, y dejo escapar un gran bostezo.
- ¿Qué hora es?
Las cinco de la tarde.
- ¡Qué!
Grito alarmada. ¿Cómo pude dormir tanto tiempo?
- Debo llamar a mi tía.
- Ya lo hice.
- Igual debo llamar.
- Hazlo desde Inglaterra, es tarde.
Su tono de voz es amable, pero sé que está ansioso. No quiero hacerle pasar un mal rato, así que no insisto. Seguramente piensa que no estoy segura aquí, y yo también lo creo.
Rápidamente tomo un baño y me alisto. Las maletas ya están hechas, él ha preparado todo lo que hacía falta. Lo único que debo hacer es subir al auto. Con Edward siempre es así, no debo esforzarme mucho en nada. ¿Estará eso bien?
Muerdo mi labio inferior y observo a mi alrededor.
No he tenido tiempo de pensar ni de despedirme.
Esperaba tener más tiempo, acudir a mis lugares preferidos, hacer las cosas que disfrutaba hacer… Extrañaría mi país, mi hogar, y sobre todo, extrañaría a Alice.
Me consolaba el hecho de que no fuera una despedida, volvería pronto. No tenía porque sentirme triste.
- ¿Estás bien?
Suspiro.
- Últimamente preguntas eso un montón.
No es una queja, pero no me agrada que lo haga.
- Es un nuevo hábito.
- ¿A qué te refieres?
Niega con la cabeza.
- Si no lo preguntara me volvería loco.
Niega con la cabeza de nuevo.
Ninguno de los dos desea continuar hablando, el silencio se siente mejor. Ambos necesitamos de un espacio a solas, necesitamos ordenar nuestras mentes.
Aún continuo abrumada por lo que sucedió con Rosalie. Estoy preocupada por Carlie. Estoy preocupada por Alice. Estoy preocupada por todos los que tienen algo que ver conmigo. No quiero que nadie salga lastimado…
Miro por la ventanilla del auto y me obligo a sonreír.
Volveré. Volveré pronto, me digo a mi misma para consolarme.
Luego de hora y media llegamos al aeropuerto. El tráfico ha sido fatal. Afortunadamente Edward lo sobrellevó tranquilamente. No es de los que lanzan maldiciones por cualquier cosa…
- ¿Preparada?
Estoy por subir el primer escalón del pequeño y elegante avión privado. Es la primera vez que subo a uno. Tengo un poco de miedo.
- Si.
Sin pensarlo demasiado, avanzo lo más rápido que puedo. Una señorita me guía con sumo respeto hasta mi asiento, y yo me intoxico con su perfume. Es fuerte, muy fuerte. Casi insoportable.
Los asientos de piel son espaciosos, y he escuchado decir a alguien que hay una habitación aquí. ¡Puro lujo! Creo que soy demasiado joven y un tanto inmadura. La opulencia en la que Edward vive, me rodea, me consume. Es consolador, es todo lo que una chica quiere… Ojalá en el futuro pueda ganar lo suficiente como para vivir bien.
Tengo mi lado independiente, tengo mis propias metas, y él… es un gran incentivo.
- ¿Estás nerviosa?
Asiento.
Toda su atención está sobre mí. Es... sofocante.
- Te traeré de vuelta Bella, no temas.
Me giro para verle. Eso me ha sorprendido. No sé como lo ha sabido, pero ha dicho lo que yo quería escuchar.
Edward sonríe y sujeta mi mano con firmeza.
- Dígale al piloto que estamos listos.
Le indica a la sobrecargo.
Trago saliva y cierro los ojos.
Inglaterra, allá voy.
Hola!
Ya sé! Ya sé! Tarde mucho en subir capítulo, pero la página no me permitía acceder a la historia. Me salía: Error tipo 2, y no pude hacer nada para solucionarlo. Hasta apenas ayer pude entrar y por fin aquí está el capítulo. (No me maten, no fue mi culpa)
Espero lo disfruten, muchas gracias por sus Reviews, no piensen que dejé la historia abandonada. ¡Para nada que lo haré!
Un gran abrazo a todos, en verdad que les aprecio.
Besos.
Anabelle.