Capitulo 1

- Te faltó una mancha.

Al escuchar aquel comentario, hice acopio de toda mi fuerza de voluntad para no estallar y tomé con más fuerza el trapeador entre mis manos. Respiré profundamente y me obligué a mi misma a sonreír.

- Bueno…entonces podrías considerar ayudarme y así terminaría más rápido.

Mint me echó una ojeada desde su lugar en la mesa, y casi pareció considerar mi propuesta de ponerse a hacer algo útil por su vida. Sin duda sería un evento milagroso ver a la niña mimada levantar el culo de la silla en la que había estado sentada hacía más de una hora y ponerse a trabajar.

Quizás en otro universo Mint lo hubiera hecho, pero ciertamente no en este.

- Nah – respondió ella, volviendo a sorber su interminable taza de té (la cual sospechaba que se bebía con deliberada lentitud para escapar del trabajo) – estoy ocupada ahora.

- ¿¡Ocupada!? – grité yo, arrojando el trapeador al piso – No estás haciendo nada.

Mint puso los ojos en blanco y me dedicó su famosa mirada de superioridad, la que siempre me dirige cuando se queda sin argumentos en una pelea pero aún así quiere demostrarme que ella tiene la razón. Esa estúpida y molesta mirada que por algún motivo me hace callar y desistir. En vez de contestarle, simplemente dejo pasar el tema porque se que no serviría de nada; ella seguiría allí sentada perdiendo el tiempo y a mí me dirían que me calme y siga trabajando. Para eso es más fácil pasar directamente al final y ponerme a trabajar sin discutir.

Respira, me dije a mi misma, que los comentarios de la princesa no te molesten, Ichigo. Respirando hondo una vez, tomé de vuelta el trapeador y seguí limpiando en la otra esquina del café, muy segura de que había humo saliendo por mis orejas.

Pero siendo completamente sincera no podía dármelas por sorprendida. Conocía a Mint desde hacía ya tres años, cuando empezamos a trabajar juntas en el Café Mew, y se convirtió en mi primera compañera en la batalla contra los alienígenas que buscaban destruir a la raza humana. Se puede decir que habíamos vivido un montón de experiencias juntas, tanto malas como buenas, y había aprendido a quererla por cómo era.

Aunque a veces sea una niñita egoísta, pensé mirando sobre mi hombro como ella aún seguía sentada. Era una suerte que nuestros deberes como Mews hubieran terminado hacia ya cosa de 2 años, de lo contrario el estrés acumulado me hubiera forzado a sacarla volando de la silla de una patada. Volver a ser una adolescente común y corriente con el tiempo suficiente para hacer los deberes de la escuela logra tranquilizar mucho a una persona.

Todas estamos mucho más tranquilas, en realidad, pensé.

Si bien Mint afirmaba que tenía mejores y más importantes cosas que hacer que perder su tiempo trabajando en un café, de todas formas se presentaba allí todas las tardes sin falta. Sospechábamos que sus clases de baile, violín o lo que fuera que los adolescentes ricos estudiasen, no debía ser tan divertido para ella como pasar el día con sus amigos. No es que fuera a admitirlo nunca, por supuesto.

Pudding mostraba su divertido y enérgico ser de siempre, pero ahora todas sabíamos que tenía un poco más de tiempo para ella misma y que no gastaba todas sus energías en cuidar de sus hermanos. Nos alegraba que ahora su sonrisa no fuera una fachada.

Aunque Lettuce seguía siendo una de las personas más torpes que había conocido en mi vida (aparte de mi), últimamente se la veía con mas seguridad en si misma, y se reía de sus propios desastres en vez de esconderse humillada detrás de ellos. A mi hasta me parecía que había conocido a alguien que la hacía estar mas confiada, pero con lo reservada que era no podía estar segura.

Y a pesar de que Zakuro aun seguía siendo callada y seria como siempre, ahora se juntaba con nosotras mas seguido, y parecía que no era por compromiso, sino porque en verdad la pasaba bien. Cada tanto hasta podíamos sacarle una sonrisa.

Me gusta esto, pensé mientras limpiaba distraídamente aunque ya no quedaran ni rastros de suciedad. Salvar al mundo había sido aventurero y hasta divertido a veces, pero estaría mintiendo si dijera que no me alegraba de ser una adolescente normal. Combatir alienígenas y recibir heridas de guerra no eran por lo general mi elección principal para una tarde entretenida, y me gustaba tener mas tiempo para dedicármelo a mi misma o a mis amigos. Sabía que no podía trabajar en el café para siempre, pero en ese momento no me importaba el futuro y me dedicaba a disfrutar el presente que tenia.

- Ichigo… tienes visitas – canturreó Pudding desde la puerta.

Sonreí y corrí hasta la puerta, encontrando allí a mi magnifico novio, Masaya, quien me abrió sus brazos para que yo me estrellara entre ellos. Lo abracé fuerte y subí la cara para que me besara. Sus labios, como siempre, eran suaves y hacían que mi corazón redoblara como un tambor dentro de mi pecho.

- Consíganse una habitación… - dijo Mint al pasar.

Me sonrojé y me alejé un poco de él, haciendo mi garganta carraspear. Me gustaba tanto besarlo que a veces olvidaba el publico que nos rodeaba, y si no tenia cuidado me iban a estar molestando hasta el cansancio.

- Llegaste temprano – dije- no te esperaba hasta las 6.

- Salí antes de la practica de Kendo, y vine directo para aca. ¿Ya estas libre o quieres que te espere?

¿Y quedarme mas tiempo aquí dentro?, pensé imaginándome a Ryou inventando trabajos solo para molestarme. No gracias.

- No, ya termine – contesté mientras me quitaba el delantal por la cabeza y lo dejaba sobre una silla cercana – podemos irnos.

Empecé a caminar hacia la puerta, con una sonrisa que debía ser de lo más estúpida en mi cara, pero no podía evitarlo. Había pasado muchos meses tratando de acércame y a la vez alejándome de Masaya, creyendo que el no podía aceptarme por como era y que mi vida era demasiado alocada para él. Tal vez lo fuera, pero últimamente sin tener la necesidad de convertirme en una superheroina mitad gato, me sentía mas cercana a él que nunca.

De repente sentí un fuerte brazo tirarme de la camiseta y empujarme hacia atrás. Al darme vuelta me encontré con la cara indiferente de Ryou.

- ¿Pasa algo? – pregunté con el tono menos amigable que pude dominar.

- Solo quería recordarte que tus jefes deciden en que momento dejas de trabajar – respondió él con esa calma que destilaba superioridad – y no al revés.

Sentí mis mejillas enrojecerse de puro enojo y levanté mis manos en un acto casi reflejo, queriendo estrangularlo. El tan considerado Masaya detuvo mi cuerpo antes de que cometiera un asesinato y por lo bajo se lo agradecí, porque sin él probablemente no hubiera sido responsable por mis acciones. Respiré hondo para intentar calmarme.

- Mira, sé que te estás metiendo conmigo porque te divierte hacerme enojar, pero estas muy equivocado si piensas que voy a quedarme un minuto más cuando me pasé toda la tarde trapeando pisos. Además, ya no quedan clientes y el café está limpio.

Por un momento me sentí madura y sonreí a conciencia, sabiendo que yo tenía razón. Sin embargo a él no le parecía importar mi opinión.

- ¿Y qué pasa con tu trabajo de verdad? ¿El que involucra que estés disponible para salvar el mundo?

- Ay por favor, eso no ha pasado en mas de 2 años, se podría decir que es agua pasada.

La verdad es que no muchas veces espero que mis comentarios dejan callado a Ryou, generalmente es tan soberbio que siempre tiene una respuesta. Esta vez, sin embargo, se quedo callado en silencioso enojo, y su mirada podría haber derretido hielo.

- Nunca se sabe, Ichigo – contestó el con expresión repentinamente seria.

Abrí la boca para preguntarle a que se refería, cuando de repente un sonido cortó el aire, un sonido que me recordó épocas pasadas que no estaba segura que quería recordar. Masha, nuestra pequeña maquina peluda de color rosado chillón que había estado callada durante el transcurso de estos años, ahora despertaba y gritaba una palabra muy familiar:

- ¡ALIEN!

Nadie habló ni se movió mientras escuchábamos a Masha chillar con energía. No miré a nadie a la cara porque parte de mí esperaba que todo fuera un sueño y pudiera despertar en mi cama sin la responsabilidad de salvar el mundo. O quizás que alguien me indicara que había un cortocircuito en el sistema operativo de Masha y apagara ese ruido infernal. Esperaba cualquier cosa en realidad, cualquier cosa menos volver a la realidad que involucraba dormir menos horas, ver poco a Masaya y atrasarme en la escuela.

No es justo, pensé, no fue suficiente tiempo.

- Mews – escuché de fondo la voz de Ryou resonar sobre la de Masha – saben lo que tienen que hacer.

De repente todo se puso en movimiento a mi alrededor, y yo comprendí que al universo no le importaba si a mi me parecía toda la situación injusta. Si mis deseos importaran en lo mas mínimo, mi ADN nunca hubiera sido combinado con el de un animal. Si por mi fuera permanecería siendo una adolescente normal cuya máxima decisión de vida o muerte involucra que ropa ponerme o como llegar a fin de mes con mi mesada. Pero mi vida nunca seria tan simple y era momento de aceptarlo. El descanso había estado bien, pero el reloj había terminado su cuenta regresiva y era hora de volver al juego.

Me di vuelta hacia Masaya con una sonrisa triste en mi rostro e intenté disculparme por tener que cancelar nuestra salida, sabiendo que no iba a ser la última vez que lo hiciera. Pero el me cortó antes de que yo hablara y me abrazó.

- Esta bien – dijo – lo comprendo, ve a salvar al mundo. Yo te estaré esperando.

Eres tan comprensivo que duele, pensé sin evitarlo, especialmente por el hecho de que tenía que estarse muriendo por venir a ayudar, por pelear, por protegernos… pero no podía. Él ya no era fuerte.

Hubo un momento en que Masaya podía transformarse en un verdadero héroe, un príncipe de largos cabellos rubios y ojos azules, capaz de blandir una espada y soltar golpes como nadie. El Blue Knight, tan poderoso como ninguna persona que hubiera conocido jamás.

Pero él ya no esta, me recordé. Había desaparecido después de la última guerra con los alienigenas, y por mas que Masaya intentara traerlo de vuelta, parecía que esa parte de sí mismo ya había muerto, dejando solo a Masaya. A mi no me molestaba para nada, pero a él debía hacerlo, porque quería protegerme y simplemente no tenía el poder suficiente. Me entristecía, pero recordárselo no serviría de nada, así que solo sonreí en lo que esperaba fuera una forma amable y lo besé en la mejilla.

- Volveré lo antes que pueda – dije y me di la vuelta para salir corriendo detrás de mis amigas.

Algunas aclaraciones:

1. No tomo en cuenta lo que sucede en Mew Mew A la mode.

2. Utilizo los nombres de la versión japonesa del anime, pero las edades son de la versión en español, en la que cuando se convierten en Mew Ichigo tiene 14 años. Por lo tanto si pasaron 3 años desde que empezaron a pelear, ahora Ichigo tiene 17.

Espero que les guste y si pueden les agradecería dejar una reseña y/o critica.