Advertencias: Especie de drabbles sobre la relación que, supongo, tendría Alibaba y Morgiana.

Capitulos: 3.

Pareja: AliMor.

Disclaimer: Los personajes pertenecen al manga Magi de Ohtaka.


Alibaba… ¿Tú me necesitas, de verdad?


I: Cualquier novia te vendría bien.

— Ali… —había murmurado con la voz apagada, casi como un hilo que estaba a punto de ceder— Alibaba… —volvió a llamarle con el tono más resuelto, pero él aún tenía los ojos al fondo de la habitación donde las bailarinas daban vueltas en torno de la candela.

Sonrisas, el olor a la comida, dos copas que chocan derramando su contenido, una carcajada borracha y un gritillo avergonzado de alguna muchacha que fue pellizcada en los glúteos. ¡Oh, había sido el mismo Alibaba que había posado sus dedos bronceados sobre el redondo y rosado trasero de aquella hermosa bailarina! Los dos se sonrieron mirándose a los ojos con una pizca de complicidad que les hizo revolotear el ego y la felicidad como champagne sobre sus pulmones; ahogándolos. Morgiana miraba la escena a escaso metro de los hombros del rubio, sin poder evitar que sus labios se cerraran sobre los otros inflando sus mejillas por la molestia —era ya una costumbre inevitable—. Entendía que Saluja estuviese borracho y para la mierda pero eso no justificaba que hiciera ese tipo de cosas frente a sus ojos.

¡No, eso no justificaba que siempre hiciera ese tipo de cosas estando ella o no! ¿Qué pasaba si alguien le colocaba una mano en el trasero a ella, por ejemplo? ¿No se molestaría él con esa persona? ¿No se molestaba cuando Hakuryuu empezaba a alagarla por nada? ¡No entendía porque ella si tenía que soportar ese tipo de situaciones sin decir absolutamente nada, como si no le hicieran daño!

No le retiró los ojos filosos de la cara complacida de su pareja. Sus ojos brillaban en parte por la sensación viva de su mano sobre aquellas posaderas de dios y también por el vino que le servía Sharkkan cada cuanto, un hilillo de saliva se le resbalaba sin evitarlo y tuvo que parpadear un par de veces para recuperar el hilo de sus pensamientos, mover el vaso hasta su boca y percatarse de que los ojos de la Fanalis no se quitaban de su rostro.

Allí fue cuando se percató de su error… ¡Ups! ¡Jajaja, lo siento! ¡Cosas de hombres, no podemos retenerlo! Esa era una excelente respuesta si no fuese porque en el momento en que cruzó miradas con Morgiana los ojos de ella no tenían esa chispa de reclamo, más bien de desolación. Sus facciones neutrales, sus labios semi-abiertos abandonando poco a poco la anterior expresión, las mejillas pálidas, los ojos igual de brillosos que los de él pero por razones distintas. Estaban casi húmedos. Tragó fuerte mientras miraba a todos lados percatándose de que Masrur no se encontraba en la misma mesa, colocó las manos en los brazos suaves de ella mientras formaba una sonrisa difícil de contradecir. Estaba totalmente sonrojado pero no por vergüenza. Tenía miedo, pánico. No le gustaba esa expresión ausente del rostro de su novia, mucho menos cada vez que le decía que ella era la mejor, la única, la más bella; porque lo era sin lugar a dudas —aún cuando muchas chicas que no conocía también era muy guapas, pero se trataba de minucias: Su novia era Morgiana, después de todo— ¡Era tan afortunado…!

— ¡Morgiana! —exclamó con la voz llena de una felicidad que empezaba a quebrársele en el corazón. Ella seguía mirándolo directamente a los ojos pero ahora con las cejas cruzadas por una duda. — ¡Morgi! ¡Mor! —suavizó el tono dulcemente, pero parecía algo hipócrita. Carraspeó sin conseguir palabras conciliadoras… ¿No lo volveré hacer? ¡Pero hombre, si las manos estaban hechas para tocar y los ojos para ver!

— ¿Tú me amas Alibaba…? —preguntó al final ella mustia, con la voz glacial. La interrogación lo dejo helado. ¿Amar? ¿Cómo, cuándo, a quién? ¡A ella! ¡A Morgiana, Morgi, Mor! ¡Su novia, jajaja! ¡Su novia la más linda de todas! ¡La que le había dicho sí…! ¿Cuándo fue? ¿Ella que fue lo que dijo? ¡Ah sí, lo de "quiero estar contigo después de que te llenes de aliados"! ¡Claro, claro, no me quiero ir de tu lado! ¿Qué era lo que había preguntado hacía un segundo? ¿Qué si él…qué?

— ¿Cómo?

Morgiana bajó la mirada, sabiendo que aquella respuesta se debía a algo que venía pensando y que se había convertido en una piedra de tranca; como una perla en la boca de una ostra. Al principio pensó que eran tonterías, después de todo, tenía la dicha de estar al lado de Alibaba ¡Luego de todo lo que le había pasado en su vida, era tan dichosa como para estar a la altura de él y caminar a su lado! ¡Dios era bondadoso con ella y la recompensaba de maneras que no se merecía! Pero…

¿En una relación eso era lo único que importaba? ¿No era triste simplemente estar al lado de una persona que parecía no estar más interesado en ella, como lo estaba de Aladdin, por ejemplo? ¡Y no pedía mucho! ¡Ya era lo suficiente afortunada como para estar a su lado, pero…! ¡Si él la quisiera, si él, al menos, la necesitara porque se trataba de ella! No por tener una novia como despecho, ó, por experimentar que se sentía tener a alguien a su lado como tratando de probar algo que le faltaba. Quería ser amada de la misma manera en que ella amaba, y deseaba ser necesitada de la misma manera que ella lo necesitaba a él.

Porque era Alibaba, no era Aladdin, no era Hakuryuu, no era Masrur, no era Yunan. Era Alibaba, y eso lo hacía especial, eso la hacía sonreír, volverse loca de felicidad y cariño. ¡Lo necesitaba porque era él!

— Ali… —volvió a susurrar sin dejar de mirar sus manos que empezaban a arrugar el vestido blanco sobre sus piernas— ¿Tú me necesitas…?

— ¿Qué? —La respuesta fue inmediata— ¡Qué cosas dices, Morgiana! ¡Claro, claro…!

— ¡No hablo de si necesitas a una novia…! —exclamó molesta sin contener la potencia de su voz, la mitad de la mesa de quedó quieta mientras enfocaba la mirada en las dos figuras de la esquina que se mantenían con las cabezas muy cerca y las manos masculinas sobre los brazos de ella— ¡Hablo…! —Aspiró como si quisiera comenzar a llorar, aunque ella no era del tipo de "llanto" — Hablo de si me necesitas a mí, a Morgiana… —un silencio inmaculado.

Había subido la mirada para verlo cuando lo dijese y le horrorizó el rostro que había colocado Saluja. Desconcertado, sin siquiera entender la importancia de lo que ella trataba de puntualizar. Sonrió como si se tratase de una tontería, obviamente aliviado, deslizó las manos por los brazos de ella hasta llegar al final de sus dedos y se los besó tranquilo.

— Siempre quise una novia, Mor…

Ella negó luego de unos segundos sopesando si él pudiese agregar más que aquello, cuando se inclinó para depositar un beso de concilio en los labios, ella retiró el rostro dolida.

— Sé que siempre quisiste una novia… —los labios se le juntaron con fuerza—, pero, eso no era lo que te preguntaba —no se levantó del asiento aunque lo deseaba hacer, seguía aquel insufrible silencio del demonio—. A veces creo que Alibaba estaría bien con cualquiera, siempre y cuando lo quiera, —se llevó la copa a los labios como tratando de pasar una tristeza que estaba ahogándole. El sabor del vino la hizo sentirse agria—… y eso me entristece.

El rubio no quitó los ojos del perfil de Morgiana, hasta que se percató de que llevaba mirándola más de un minuto sin siquiera parpadear. El resto de la mesa, incluso Sharkkan, Yamuraiha y Aladdin habían seguido con la cena en un tono moderado mientras tomaban con moderación, tal cual se tratase de un entierro. Saluja miró sus manos caídas en sus pantalones y luego el plato solitario frente a él. La mano de la Fanalis se veía lejana; casi inalcanzable. Inspiró tratando de quitarse aquel sentimiento de desconcierto que lo agobiaba estropeándole el ánimo y el alcohol. Miró a su alrededor quitándole importancia a las palabras de su novia y sonrió consiguiendo que sólo Sharkkan le devolviese el favor, el resto se mantuvieron callados con los labios muy juntos.

¿Necesitarla porque era Morgiana…? ¡Qué locura era esa! Creyó escuchar una risa en el interior de su pecho, pero no era lo suficiente descortés como para reírse de su cara. Despechado por su desplante y sus palabras insensibles volvió a dedicar toda su atención al grupo de bailarinas que seguía moviéndose muy cerca de Simbad. ¡Maldito suertudo con su maldita soltería! Negó olvidándose por completo de la joven que respiraba a su lado como una paloma herida.

Estaba realmente molesto, irritado y un poco dudoso. Nunca nadie le había preguntado algo con tan poco sentido, pero, por sobre todas las cosas, él jamás había peleado con Morgiana. ¡Jamás se había quedado sin palabras frente a un reproche y mucho se sentía resentido con ella! ¿Qué le molestaba tanto?

El resto de la velada fue una reverenda mierda.