Escrito en colaboración con Anansi's Acolyte. El guión y la idea originales son todo suyos.

El epílogo. Gracias por todo. A todos.


EPÍLOGO

UN DÍA EN LA VIDA DE LA FAMILIA HIZURI

Tsuruga Ren llega a su casa y antes de poder hacer nada, un pequeño vendaval rubio vuela a sus brazos gritando.

- ¡Papá! Te extrañé…

- Yo también, Kokochan… -él la abraza y la llena de besos antes de devolverla al suelo con una sonrisa-. Bueno, ¿dónde está tu hermano?

- Te está esperando para la clase de piano, papá.

- Dile que voy en un momento ¿sí?

- Vale…

Ren deja sus cosas en la entrada, se quita los zapatos y la chaqueta, y se dirige al salón. Allí está su esposa, sentada en el sofá, entre guiones y propuestas de trabajo. Pero no está leyendo ninguno, no. Está recortando con esmero papeles de colores y pegándolos sobre una figura mayor, construyendo lo que parecen ser unas alas de hada.

- ¿Al final lo estás haciendo tú, amor? -le da un suave beso en la mejilla a su esposa y se sienta a su lado entre cartulinas, tijeras y pegamento-. Te dije que se lo dejaras a Corn. Él lo hará más que encantado.

- Hmm, sí, pero pensé que llegarías agotado… Katsuki todavía tiene que darle la clase a Keichan…

- Bueno, sí… Pero sabes que a todos nosotros nos gusta hacer cosas por los niños…


Ya es tarde cuando Kyoko oye los gritos alegres de sus hijos y sabe lo que va encontrar en cuanto entre por la puerta. Almohadas volando, niños brincando encima de las camas, y sonrisas felices. Y allí, en el medio de la habitación, su marido, con una sábana a modo de capa de superhéroe, liderando el 'ataque'. De verdad que hay veces que le encantaría unirse a sus juegos y aventuras, pero mañana hay clase. Así que hoy no…

- ¡Mamá, ven! -exclaman alborozados los niños.

- Kyoko-chan, tú serás de mi equipo -le dice su marido.

- No, papá. Mamá estará con nosotros. Ella es la única que puede ganarte -dice Keichan. Su hermana asiente dándole la razón.

- Niños, no. Lo siento, pero no. Mañana hay clase y tienen que acostarse ya.

- Pero mamá… -dicen sus hijos.

- Pero Kyoko-chan… -dice su marido.

- A dormir -dice la única adulta de la habitación.

Y entonces sucede…

La pequeña Kokochan se queda mirando fijamente a su madre, y su cara empieza a cambiar, adoptando la que hace años fue denominada 'cara de cachorrito nivel tres'.

Fulminante.

Kyoko no puede negarse a esa cara. Y a su hija aún menos…

Y con un gesto de absoluta resignación, suspira y dice:

- Solo diez minutos más… Pero Corn, yo formo equipo con Keichan y Kokochan.

- ¡Bieeeeen! -responden los otros tres 'niños'.


A la mañana siguiente, el aroma del café recién hecho se extiende por la cocina mientras los dos pequeños toman el desayuno. Keichan tiene ocho años, los profundos ojos verdes de su padre y el pelo negro como ala de cuervo de su madre. Es serio, formal, como un pequeño Ren, pero sigue siendo un niño… La pequeña Kokochan es la Kyoko de seis años, pero con el pelo rubio, y hadas y princesas llenan su mundo.

Metro noventa de aura tóxica entra en estado semi-zombi por la puerta directamente hacia el café. Los niños lo miran y cuchichean entre sí y se ríen bajito. O al menos lo que ellos creen que es reírse bajito…

- ¿Qué hay de malo en querer tomarse un café? -les dice a los niños.

- Oh, nada, papá… -dice Keichan sofocando una risa… Kokochan a su lado se lleva las manos a la boca en un intento inútil de disimular que también se está riendo.

Su padre pone los ojos en blanco, suspira, y les dice:

- Vamos, terminen pronto de desayunar, o se nos hará tarde para llegar a la escuela.

- Sí, papá. Ya habíamos terminado… -dicen los dos y salen a escape para recoger sus cosas. Kyoko se cruza con ellos, y de fondo, mientras suben la escalera, su padre les oye reírse abiertamente a carcajadas. Él vuelve a suspirar…

Kyoko se acerca a su marido y le da los buenos días con un beso en la mejilla.

- ¿Quién eres ahora mismo, amor?

- Grrr... -sí, eso fue un gruñido.

- Ah, buenos días, Cain…


Los niños ya han bajado con sus cosas, y se han puesto las chaquetas de sus uniformes, listos para un día más en la escuela.

- Ren volverá después. Tiene que hablar contigo sobre esa película que te han propuesto con Kijima. No le gusta nada… Y a mí tampoco… -le dice el marido a su esposa mientras abre la puerta.

- Pero Cain, solo es trabajo…

- Hay muchos lobos ahí afuera, y tú eres demasiado inocente, amor… Y eso es muy tentador…

Y antes de darse la vuelta, Cain la agarra para darle lo que él considera un casto beso de despedida delante de sus hijos…

Y a ellos les divierte ver cómo mamá siempre se pone colorada, diga lo que diga papá… A los niños les hace gracia este juego de sus padres. Mamá tiene muchos nombres para papá… Lo cual no deja de ser raro, porque papá siempre es papá. Se llame como se llame…


Al rato, cuando los niños ya están en la escuela, y Cain ha vuelto a casa…

- Odio que no me deje tocarte…

- Un trato es un trato. Además, tampoco es como si no recordaras lo que hacen los otros.

- Sí, pero no puedo hacerte lo que quiero hacerte siendo yo….

- Todo eso ya quedó acordado hace diez años, Cain.

- Pero Kyoko…

- Tú acompañas a los niños al colegio y te encargas de su seguridad. Y también de malcriarlos y consentirles todo -Kyoko se pone a contar con los dedos-. Corn juega con ellos y los consuela cuando se hacen daño. Ren trabaja de actor y modelo, como siempre, de cara al público. Y cuando hay que regañarlos, se pone en modo senpai. Katsuki les ayuda con las tareas escolares y las clases de piano. Megure se encarga de los juguetes y los zapatos perdidos. Y BJ, Dios no lo quiera, solo aparecería en situaciones desesperadas. Así que para Kuon, solo Kuon y nadie más, la intimidad del dormitorio. Ese fue el trato, Cain. Y todos ustedes lo aceptaron.

- Pero no me gusta.

- Oh, vamos Cain. Siempre puedes besarme…

- Oh, eso sí… Al menos me permitió eso… -mientras se acerca a su esposa con una mirada hambrienta.


Se despertó enredado en el cuerpo de su esposa. Ella ya estaba despierta y le miraba preocupada.

- ¿Una pesadilla? -preguntó.

- No, no… Una pesadilla no. Más bien un sueño muy raro e inquietante…

- Ajá… Pero al final estabas sonriendo…

- Sip.

- ¿Y qué estabas soñando, si puede saberse? -pregunta ella traviesa.

- Hmm, que te besaba… -dijo él, mirando su boca.

- ¿Sabes, Kuon? No es que me moleste, pero sería mejor si besaras a la original…

- En eso estamos de acuerdo -y cerró la distancia entre sus bocas.

Y cuando estaban a punto de perderse en el alma y en el cuerpo del otro, dos pequeños entran corriendo y saltan a la cama de sus padres.

- Papá, mamá, levántense. El abuelo dice que el desayuno ya está listo. La abuela quería cocinar, pero menos mal que el abuelo no le dejó… -dijo Keichan atropelladamente, casi sin tomar aliento.

- Vamos, mamá, date prisa. No quiero perderme a la princesa Aurora, ni a Ariel, ni a Anna ni a Elsa, ni a Cenicienta, ni…

- Kokochan, las princesas no se van a mover de Disneylandia. No te preocupes, cariño… -dice su mamá.

- Van a esperar por ti -dice su papá.

- ¿De verdad? -dice con los ojitos llenos de ilusión.

- De verdad… -dicen todos.

- Hijos míos -dice el padre-, ¿les he contado aquella vez que monté en el Carrusel del Castillo y fui de la mano de mamá?

- Ya están otra vez… -dice Keichan poniendo los ojos en blanco…

- Y luego nos besamos en la Mansión Encantada…

Kokochan suelta un 'jijijí' en voz baja, mientras su hermano Keichan emite un audible 'puaaaj, besos…'.

- Y una vez compartimos el paraguas bajo la lluvia…

Y la pequeña Kokochan ya no puede evitarlo, y se pone a canturrear con los ojitos chispeantes.

- Papá y mamá se quieren…, amor bajo un paraguas…, amor-amor…, enamorando bajo un paraguas…

- Bueno, chicos, ya está bien -interviene Kyoko poniendo orden en la tropa-. Vayan para la cocina.

Los niños se bajan de la cama entre risas porque mamá se sigue poniendo roja con las cosas que dice papá. Aunque parece que papá se lo hace adrede…

- Díganle a los abuelos que empiecen a desayunar. Bajaremos en un rato. Ah, y Keichan…

- ¿Sí, mamá?

- Cierren la puerta al salir…