Epilogo.

Henry abrazo a su esposa esperando de algún modo brindarle consuelo en aquella hora tan sombría para el pueblo de Berk.

Hiccup se encontraba de rodillas acariciando el rostro de su mitad, del complemento de su alma. Por sus ojos verdes rodaban gruesas lágrimas.

—No tardare, lo prometo —juro depositando un beso profundo y entregado. —Te amo… siempre te amare y si no es en esta vida, será en alguna otra, pero tú y yo estaremos juntos.

Rasmus apenas llego a escucharle antes de regalarle un último suspiro y entonces dejo de respirar…

Hiccup soltó un grito desgarrador acompañado de un llanto lastimero y dolido. Sentía su espíritu desgarrarse, el corazón le latía con esfuerzo, como si el musculo se negara a continuar con su labor. Todo su ser se negaba a dejar marchar al Dragón, e incluso Hiccup juraría que sus pulmones se negaron a tragar aire.

—Hiccup—llamo suavemente, la luz dorada de Bocón, que era ahora tan tenue como una vela, pero a pesar de ello intentaba consolar al jefe vikingo —Recuerda que no es un adiós.

Hiccup asintió sin dejar de llorar aferrándose al cuerpo de su Elska. Gimoteando mientras sus dedos acariciaban la escamosa piel que poco a poco iba perdiendo calor.

Habían ganado la pelea a un precio muy alto.

Firme en su decisión ordeno —Empaquen sus pertenencia, partimos mañana por la mañana —no levanto el rostro y su voz fue casi en un susurro.

Todos los presentes se fueron retirando poco a poco, hasta que solo quedaron Hiccup y el cuerpo sin vida de Rasmus.

—Hiccup, hijo, deja de llorar —solicito el ancestro bolita luminosa tomando una forma que el jefe vikingo jamás había visto.

Frente a él se encontraba un hombre esbelto de piel pálida y cabello rubio platinado, sus ojos negros como una noche sin luna le regalaban una mirada empática, sus ropas eran extrañas, telas finas del color de las nieves perpetuas que caían desde los hombros hasta los pies, los cuales estaban enfundados en zapatos de telas doradas que terminaban en una punta elevada.

—Seca tus lágrimas, que tu pareja no te abandona, solo está a la espera en otro plano, de que termines tu tarea.

Hiccup asintió, seco sus lágrimas y de forma triste le sonrió a Bocón tomándolo entre sus manos. —Te quedaste— dijo al tiempo en que lo acercaba a su mejilla para percibir la esencia de quien fue en vida su madre sustituta.

—Nunca estarás solo Hiccup—respondió Bocón con un gran esfuerzo.

Hiccup continuo dejando a sus lágrimas fluir, miro al cielo, esperaba pronto llegar a ese lugar maravilloso en donde seres mágicos se resguardaban. Thorjorg se lo había prometido y estaba seguro de que la Völva no le mentía.

Había tomado la decisión correcta al entregarle la mitad de su corazón a Nod, mientras que Rasmus le cedió la suya a Nathan para que ellos pudieran atravesar. Solo después del rito ellos sabrían que con aquel acto, estaba no solo permitiéndoles escarpar a sus hijos, sino que además creaba un lazo permanente entre dragón y humano.

De los jinetes de dragón solo dos se marcharon, dos… que habían mezclado su esencia misma.

Eret y Valka.

El resto de Berk tuvo que conformarse con ver partir a esos seres fantásticos con los que convivieron tan corto tiempo.

Desde el mismo instante en que Rasmus perdió su corazón tenía la muerte acechándolo, porque el corazón de un humano jamás sería suficiente para un dragón.

Hiccup cerró los ojos con fuerza aferrándose a Bocón, deseaba creer que volvería a ver a Rasmus, que el término de su vida, lo conduciría de regreso a Toothless.

—De ahora en adelante cuando por las noches mires a cielo sabrás que estoy escuchándote. Siempre velare por ti… y si ha llegado el término de una era… comienza un nuevo ciclo en donde la magia tendrá una nueva cara.

—Entonces… aún habrá magia a pesar de que los dragones… —argumento Hiccup esperanzado, porque el mundo sin magia perecería.

—Hijo mío, la magia es igual a la materia, nada puede destruirla, y al igual que el hombre evoluciona —entre sus manos el hombre que destellaba en luz blanca creo las figuras de cuatro seres de los que Hiccup solo podía reconocer a un conejo gigante y posiblemente a un ave. —Ellos nacerán a su tiempo y cada uno representara lo mejor de la humanidad. Serán un recordatorio de que aún pueden soñar, asombrarse, tener luz y esperanza.

—Todo tiene una época, así como empieza acaba… era hora de que los dragones dejaran este mundo para dejar el paso libre a nuevos seres… —arguyo Hiccup delineando las figuras que le mostraban.

—No debes estar triste Hiccup, de hecho, el nacimiento de uno de ellos será el comienzo de tu nueva vida. —el jefe vikingo miro al hombre blanco, el ancestro hizo desaparecer las cuatro anteriores para crear una nueva, una completamente diferente a las anteriores, un niño. —Cuando encuentre al ser cuyo centro sea Fe pura tú y Rasmus renacerán, y a pesar de que no recuerden su pasado, estoy seguro que se amaran tan intensamente como lo hacen ahora.

—Tendré que volver a sufr… —Hiccup iba a decir: sufrir nuevamente, pero se detuvo, aunque su vida había sido difícil también estuvo plagada de mucho amor y enormes alegrías.

—Sé que será difícil para ustedes pero… míralo de esta manera, esta vez podrás vivir tu amor desde el principio y sin tantos altibajos. —El ancestro deseaba despejar todas las dudas de Hiccup, quería verlo tranquilo y satisfecho con sus decisiones.

—¿Cómo será él? Aquel por quien regresare a este mundo.

El ancestro negó con la cabeza. —No lo sé, lo único que te puedo asegurar es que su alma será tan pura como un copo de nieve e ídem a ti, su pequeño cuerpo poseerá magia como jamás se imaginó y su amor terminara en tragedia, pero a pesar de eso su centro rebosara Fe. Una Fe capaz de regresar a este mundo la creencia en la magia.

Hiccup miro al cielo, la luna estaba llena bañando con sus plateados rayos el cuerpo de su mitad. Con delicadeza deslizo las yemas de sus dedos por las escamas negras.

—Cuando nos volvamos a ver, no tendrás esta figura que tanto amo. Pero será la misma alma y por eso… voy a amarte con la misma intensidad —susurro Hiccup contra la oreja de su Ást.

Tras decir esto el cuerpo de Toothless comenzó a convertirse en diminutas estrellas, para luego reuniste entre las manos de su antepasado.

—Cuando llegue tu momento, solo mira la luna y di mi nombre.

Hiccup asintió y sin saber cómo, supo cuál era ese nombre. Susurro la palabra que acudió a su mente y el hombre le sonrió con ternura acariciando sus cabellos castaños antes de elevarse al cielo llevándose consigo a Rasmus.

Mañana cuando el solo despuntara Hiccup se marcharía de Beck en busca de encontrar un nuevo hogar para su pueblo.

—Pronto estaré contigo — murmuro en forma de despedida.

Había tenido que noquear a sus hijos para que ellos recibieran las mitades de corazón que les faltaban y le hizo prometer a su madre que los cuidaría hasta el día en que se volvieran a encontrar. Cuando eso sucediera seria para llevar una vida eterna y feliz.

Valka llorosa le juro que los protegería, que haría de abuela lo que nunca hizo como madre.

Con pasos lentos Hiccup abandono la playa, tenía que empacar lo necesario, aun le quedaban cosas por hacer.

[…]

Meses de incontables penurias, de hambruna y de cansancio desmedido dieron fruto cuando al fin encontraron una tierra fértil y bondadosa que aseguraba una vida prospera. Hiccup se ocupó de verificar que todo cuanto podría requerir su pueblo estuviera a la mano pero, dejando tiempo para concentrándose en enseñarles a los niños que cuando estuvieran en alguna dificultad o se sintieran solos debían mirar a hablar con la luna.

Más tarde cuando se sintió seguro de que ellos estarían a salvo, llamo a Astrid y a Henry para comunicarles que se marchaba. Ella lo miro consternada, ¿A dónde iría? Su lugar estaba junto a su pueblo.

Hiccup negó con la cabeza, ahí no había nada para él. Con un abrazo y un sincero —gracias por todo —se marchó en medio de la noche, perdiéndose entre las sombras que le recordaban al ser que ocupaba su pensamiento y corazón.

Cuanto tiempo le tomo volver a Berk no lo sabía, pero dio un suspiro de alivio al cerrar de tras de sí la puerta de la casa en la que creció y vio nacer a sus hijos. Sin su pueblo todo estaba tan silencioso.

Con calma limpio la casa y encendió la chimenea.

A través de las estancias podía ver las sombras de lo que había sido, recuerdos vividos de todo lo que aconteció. Una sonrisa se formó en su rostro cansado, su vida fuer como un cometa, como una estrella fugaz, vertiginosa y llena de sorpresas, bella y dolorosa, pero no la cambiaría por nada, no quitaría ni un solo segundo de lo vivido.

Afuera el viento aullaba trayendo consigo el viento helado que aseguraba una tormenta, algo muy normal en ese extremo del mundo.

Dos golpes en la puerta se escucharon e Hiccup sintió su corazón sobresaltarse. Había llegado la hora. Con serenidad abrió la puerta para dejar pasar a su visita.

—No me esperabas tan pronto, ¿cierto, Hiccup Horrendous Haddock III?

Hiccup negó, en realidad no la esperaba tan pronto. Pero tampoco estaba molesto por lo presuroso de su encuentro.

—Aun si me da gusto verte Thorjorg —respondió Hiccup ofreciéndole una silla caballerosamente.

Ella lo miro un segundo antes de estrecharlo contra su pecho como lo haría cualquier mamá despidiéndose de su pequeño.

—La luna está llena, solo tienes que salir, decir su nombre y todo terminara. No habrá dolor, y cuando vuelvas a abrir los ojos él, Rasmus estará vivo y quizás buscándote.

Hiccup no pudo evitar llorar, tenía un poco de miedo sin embargo, el saber que Toothless esperaba por él desvanecía sus dudas.

Con delicadeza se separó del abrazo y con paso firme salió, el viento parecía haber desaparecido y ahí en medio del cielo una enorme luna plata se alzaba majestuosa.

—MiM—susurro Hiccup y al instante su cuerpo callo sin vida.

Thorjorg lo atrapo recargando con suavidad la cabeza del chico cobre su regazo. Estaba hecho. Ahora Hiccup y Rasmus tendrían una oportunidad cuyo término exitoso les abriría la puerta a esa dimensión en donde lo esperaban sus hijos y los dragones.

Fin.

Extra.

Thorjorg camino a través de la aldea desierta hasta llegar a lo que en algún tiempo fue la academia de dragones.

En una de las seldas podía escuchar el gruñido desdeñoso de una bestia furibunda.

—Hola Grisweld —saludo la Seiokona con un tono de burla.

—Sácame de aquí maldita Völva —gruño el Dragón pelando los dientes y lanzando un poderos ataque sin lograr tocar a la mujer cuya magia había creado una barrera para su protección.

—Me temo que eso no será posible —sonrió desdeñosa al tiempo que su mano derecha giraba, como si estura retorciendo el cuello del Dragon, y de hecho asi era.

Grisweld gruño de dolor mientras que su cuerpo se agitaba en busca de soltarse del agarre de la bruja.

—Fue tu culpa que las cosas se acelerara, a Hiccup Horrendous Haddock III aún le quedaban como dos décadas en esta tierra y tu… tu… —Thorjorg hizo brillar sus ojos y apretó aún más la sujeción. — Le prometí a Estoico el Basto que protegería a su hijo, y es por eso que no puedo permitir que tu alma los siga, en el futuro tendrán un enemigo bastante cruel como para tener que preocuparse además de que tú aparezcas de nuevo.

—¡Maldita! —rugió Grisweld sintiendo como la vida se le iba.

La Seiokona sonrió con maldad antes de responder —Tus maldiciones me tienen sin cuidado, después de todo soy eterna.

El cuerpo del Tifomeran cayó sin vida y Thorjorg sin mayores ceremonias disolvió lo último que quedaba de él para adueñarse de su magia.

—Ese fue el último MiM, ahora todo depende de ti y tus guardianes…

La Völva mando un beso al cielo, de alguna forma extrañaría a ese ser plateado, al gran Sar Lunar, luego con un gesto elegante dio media vuelta para marcharse.

—Estoy ansiosa de conocer a quien tomara tu lugar…

Fin.

N. A.

Bien para quien le interese o para quien desee continuar leyendo…

Pues este final tiene correlación con otro que es un crossover con el de Origen de los guardianes.

Así pues nos leemos y espero que hayan disfrutado con esta segunda parte.

Atte: Ciel Phantomhive