Hola!
- Este fic participa del Reto Temático de Febrero "Dramione" del foro "Provocare Ravenclaw" -
Hace un rato me han invitado a participar en este reto Dramione y me he dicho: "Oye! no tienes nada que hacer así que..." Y me he puesto ha buscar entre las muchas cosas que tengo escritas de ellos, pero nada me satisfacía y de repente me ha venido esta idea.
Si no está muy bien estructurado o cualquier incongruencia que encontréis, pensad que lo he hecho en una hora y media como mucho, porque aunque es hasta el 28 de febrero (mi cumple!) Estoy enfrascada en la traducción de The Serpent de wataerflower20 y quiero acabarla antes de empezar a publicarla, así que espero que os guste aunque sea un poco ^^
Disclaimer: TODO lo que reconozcáis pertenece a JK Rowling.
- Shh... no te muevas, no hables. - estaba atrapada, entre un cuerpo y una pared de piedra, fría. No podía moverme, tenía dos manos a cada lado de mi cabeza, sin escapatoria – No puedes escaparte, Leona.
Dijo un voz que arrastraba las palabras, tan familiar como irritante, susurrándome en la oreja. ¿Cómo había acabado ahí? Iba caminando tan tranquilamente de vuelta hacia la sala común de Gryffindor, cuando de la nada, algo, o en el caso, alguien, me había acorralado contra la pared que tenía a la derecha.
De repente, noté unos cálidos labios dejando un húmedo camino por mi cuello, me estremecí, pero no de miedo o de rechazo, sentí una extraña sensación dominando mi cuerpo y un agradable cosquilleó se apoderó de mí
Entonces, unas fuertes manos se posaron en mis caderas y de un rápido tirón me voltearon. Lo primero que vi, fueron unos oscuros y plateados ojos, que me miraban con un hambre voraz, volví a estremecerme y desvié rápidamente los ojos de esa penetrante mirada que hacia que todo mi cuerpo temblara de anticipación. Lo segundo que vi fueron unos finos, apetecibles y sonrojados labios que componían una seductora sonrisa de medio lado, que derretiría hasta un témpano de hielo.
Estaba aturdida, paralizada. No podía moverme.
Sus manos aún seguían ancladas en mis cadera, apretándome suavemente contra él, haciéndome notar su gran excitación.
- ¿Te pongo nerviosa? - dijo con es maldita voz que arrastraba las palabras y que hacia que sonara condenadamente sensual, al tiempo que deslizaba sus manos de mis caderas hasta mis muslos, acercándose peligrosamente al borde de la falda del uniforme. Solté un suave gemido involuntario – Eso me gusta, Leona, que ronronees para mí.
Susurró contra mis labios, mientras me agarraba de las nalgas, subiéndome a horcajadas encima de sus caderas, moviéndose hasta la primera aula vacía que encontró y soltándome en la primera mesa, situándose entre mis piernas y empujando contra ellas, haciendo que el bulto de sus pantalones rozara un punto sensible situado al sur de la frontera que me hizo soltar un gemido mucho más grave y ronco que el anterior.
- ¿Malfoy, qué… qué estás haciendo? - me las arreglé para preguntarle, mientras el repartía húmedos besos por todo mi cuello y clavícula.
Me estaba llevando al limite. Nunca había notado esas sensaciones, ese cosquilleo que revoloteaba por mi cuerpo y que se intensificaba en un sólo punto.
- Lo que llevo deseando hacer desde hace mucho tiempo. - dijo, deslizando sus labios desde la clavícula hasta mi mandíbula, dejando pequeños mordiscos en el camino – No te resistas. Sé que lo estas deseando tanto como yo.
No pude responder. En ese momento empujo sus caderas contra las mías, volviendo hacer que soltara un fuerte gemido y fue ahí cuando todo desapareció. Invadió mis labios, sin permiso, como si fuera el dueño y así debí sentirlo porque empecé a corresponderle con una fiereza impropia de mí. Pareció sorprenderse en un primer momento de ese arrebato que había tenido, pero se repuso inmediatamente introduciendo su lengua en mi boca y comenzando un frenético baile entre lenguas. Saliva, mordiscos y suaves jadeos era lo único que se escuchaba. Era una locura, pero quería más…
Mis manos viajaron hasta su corbata verde y plateada, luchando por deshacer el nudo, pero sus manos me detuvieron.
- Tranquila, Leona, hay tiempo para todo. - dijo con esa arrebatadora sonrisa que acababa de descubrir, me dejaba sin aliento y gruñí de frustración, pero sus manos volaron hasta los botones de mi camisa y fue desabrochándolos uno a uno, tortuosamente. - Déjate llevar y disfruta…
Me mordí el labio y deje mi cabeza caer hacia atrás, cosa que Malfoy aprovechó para volver a atacar mi cuello, pero esta vez en vez de viajar hasta mi boca fue bajando por el valle de mis pechos, suavemente, repartiendo tiernos besos por toda la zona.
- Malfoy… - solté sin poder contenerme… ¿Qué me estaba haciendo?
- Shh… relajate. - susurró contra la piel de mi pecho, mientras seguía su camino, pasando por mi barriga y llegando hasta el borde de mi falda – Ya tendrás tiempo de gemir mi nombre y por cierto prefiero que lo hagas llamándome Draco. - y de un tirón me quitó la falda.
De repente, abrí los ojos. ¿Otra vez? Ese maldito sueño, me llevaba atormentando dos semanas. Cada noche era lo mismo. La misma escena. La misma situación. No podía desprenderme de él, incluso había recurrido algún libro muggle que hablaba de los sueños recurrentes, pero aparte de más dudas, no me había aclarado nada…
Siempre se acababa en el mismo punto, nunca avanzaba y eso me fastidiaba aún más. Sí iba a soñar todos los días con Malfoy, en esas condiciones, por lo menos que la maldita ¿pesadilla? Llegara a su fin. Todas las madrugadas me levantaba con una sensación de insatisfacción increíble y ya no sabía que podía hacer.
¿Qué me pasaba? ¿Por qué soñaba con Malfoy, en una situación como esa, todas las noches? ¿Tendría que ver con el hecho de que estábamos a tan sólo dos días de testificar a su favor en los juicios contra los Malfoy?
No lo había visto desde la Batalla Final, pero ese no era el recuerdo que me perseguía de él. Era ese momento que pasé bajo las manos de su tía Bellatrix en la Mansión Malfoy. Esa mirada tormentosa que me lanzó mientras su tía me torturaba. ¿Qué había visto en sus ojos? ¿Rabia? ¿Miedo? ¿Anhelo? Puede que me lo hubiera imaginado, pero no me iba a quedar tranquila hasta verlo en persona, para ver sus reacciones al verme allí, defendiéndolo, y si podía pillarlo a solas y preguntarle al respecto, creía que mi conciencia se quedaría mucho más tranquila y dejaría de tener estas… ¿Pesadillas?