Akazukin to Ookami otoko

Por Tsurumaru Kuninaga.


Algo así como el capítulo 2

II


Generaciones nacían. Generaciones morían. Y él no podía entenderlo. La razón de su existencia. El por qué su mundo tenía límites y reglas. El por qué simplemente no podía ir más allá de ese muro de altos pinos y enormes fresnos. Pero sobre todo, el por qué seguía aguardando cada día sobre ese viejo roble caído por algo que desconocía en su totalidad.

"¿Aburrido?", recordaba, siempre lo hacía, los momentos en los que la tristeza, incertidumbre e impotencia se le presentaban y en los cuales él llegaba a su lado. Igual que un héroe. "Taiga"

"¡Tatsuya!", ese era el nombre de aquel que fuera su hermano. Del hombre lobo más fuerte y poderoso de la tribu. El único sujeto que lo entendía. La parte verdadera de su diminuta familia. El ser más importante de un limitado universo. Y el único y primero que lo había abandonado.

"No es bueno que te aísles. La manada está preocupada por el comportamiento del futuro líder, ya'now?", cada vez que conversaban él procuraba sonreírle y emplear ese tono de voz amable, comprensivo, que lograba amansarlo aún cuando el contenido de sus palabras no hacían más que agitarlo. "Sobre todo Alex"

"...I don't care", pero nunca escuchó aquellas pláticas que solo hablaban de un futuro que no se asemejaba ni un poco a lo que él quería. Solo torcía la boca a disgusto, fruncía sus peculiares cejas y ocultaba el rostro al bajar el ángulo de la cabeza y desviar la vista al lado contrario de su visita.

"C'mon, don't speak in that way", no debía oírlas, no, porque ello implicaba abandonar la esencia salvaje que lo orillaba a ser distinto y con la que había nacido. A buscar alejarse de las cadenas que como un Kagami se le eran impuestas. Pero aunque Taiga dijera no escuchar los sermones de Tatsuya, podía recordar cada uno de ellos. Pero sobre todo las palabras que su héroe usaba para describirlo y que le calmaban en las batallas o cuando el lado dominado por ese canis lupus aparecía. Solo a ellas era capaz de remembrar con suma claridad. "Mantén la cabeza fría y el corazón ardiente. Piensa antes de actuar y jamás te rindas"

Y justo ahora, donde su lado bestial comenzaba a dominarlo de manera absurda. Quería que la magia de aquellas letras apareciera. Pero su mente no conseguía enfriarse, al contrario estaba caliente, tanto como su pecho. Lo sentía, al fuego quemarle las venas. A sus sentidos agudizarse. Al raciocinio abrirle camino al delirio y a un mar de magma que le calcinaba los adentros.

Todo debido a ese sujeto. A su nociva fragancia.

Le importó poco rasgarle los labios al joven humano, porque gracias a ello la sangre ajena le inundó las papilas. Era dulce, perfumada, caliente como las llamas pero al mismo tiempo helada como la nieve en esta época. Las heridas vertieron suficiente de aquel brebaje bermejo sobre ambas bocas. Excitándole los sentidos.

"Ngh", sintió como el mocoso intentó morderle la lengua. Divirtiéndolo en el acto. Lo estaba incitando con cada movimiento de lucha, de renuencia y terquedad. Instándole a perder la cabeza.

"Manten la cabeza fría", la voz de Tatsuya regresó con mayor ímpetu. Consiguiendo esta vez frenarlo.

Se detuvo, con la boca aún fija a la pequeña y sedosa de ese niño humano. No se movió más. Y la joven caperucita cazadora aprovechó para colar una de las colts hasta su estómago, jalando una vez más de aquel gatillo forjado en lo que bien tenía pinta de ser oro blanco. El tiro lo hirió, pero Taiga no se inmutó. Se apartó con un salto hacia atrás, tanteando el tamaño de la herida decorándole el vientre. Era mínimamente grave, aún cuando el cazador apuntó a uno de sus órganos vitales. Y tal vez no atinó porque en el momento en que atacó, Taiga mordió sin decoro el labio inferior de ese chiquillo descolocándolo de nuevo.

Le vio pararse con dificultad. Las delgadas piernas temblándole le recordaron a la de los cervatillos una vez paridos por sus madres. Frágiles y sin fuerza alguna. "Sus ojos, ¿por qué-?"; no lo había notado hasta ahora, la diferencia de tonalidades en esa mirada severa, insurrecta y amenazante. "¡Hah!, y somos nosotros las bestias que hay que matar, ¿ah?", se limpió los restos de la sangre ajena adherida a sus labios. Empleando el pulgar. Dándole un vistazo déspota al líquido antes de lamerlo. Soltó el aire revolviéndose apresurado en su interior, dejando que las altas temperaturas marcaran su respiración en nubes blancas de vapor que se esfumaban tan rápido que solo un vago recuerdo quedaría.

Permaneció así, quieto, analizando a detalle cada parte de ese cuerpo ataviado bajo la capa roja. Mirándole con total desprecio a pesar de que su instinto animal se revolcaba de un extraño deseo. De unas ansias inexplicables. De un anhelo tóxico. "Más tarde le preguntaré a Alex sobre esto. Aunque primero"

Cortó el aire, levantó la nieve y descubrió a la tierra debajo de esta. Despejando un sendero lo suficientemente largo para llegar hasta el cazador. "Oi, brat. Sorry, pero no puedo permitir que regreses a casa", iba en serio, incluso cuando intentó comérselo de una forma poco común. "Porque necesito saberlo, este sentimiento que se apodera de mis instintos cada vez que te veo", hizo ademán de acercarse. Destrozando las ramas caídas bajo sus pasos. Ahuyentando a las aves que pudieran atestiguar lo ocurrido.

El cazador cargó sus colts, sin siquiera preocuparse por las heridas sangrantes en sus labios. Ni en los araños marcándole los muslos debido al simple contacto con las garras de Taiga. "No entiendo lo que dices. Trata de hablar de forma que pueda hacerlo. Monstruo", en su manera de expresarse seguía presente una hostilidad impresionante. Un desprecio repulsivo y una autoridad cruel, nada amable. Taiga lo sabía, por supuesto que lo sabía, de donde provenía tan arrogante personalidad y a quien le pertenecía.

"Heh~, ¿no era Akashi Seijuurou el más calificado de los hijos del clan Nijimura?", no cabe duda, menos cuando el chiquillo heló la mirada y el entrecejo se tensó, de que se trataba de la prometida del fuego, del próximo líder de esa aldea de peligrosos humanos. Del hermano menor de ese sujeto que se lo había arrebatado lo que más quería. A ese su héroe, a su única familia, a Himuro Tatsuya.

"Así que seres primitivos como ustedes poseen ese tipo de información", Akashi le habló con una voz fría, anormalmente calma mientras se retiraba el guante de su mano izquierda. "Entonces supongo que estás enterado de mi relación con el fuego", era pequeña la llama que se generara en la yema de su dedo índice. Ese acto lo alertó lo suficiente como para hacer crecer un par de centímetros más sus garras. Pero lo que hizo el cazador con ese fuego fue sanar las heridas de sus labios. La incineración trajo un potente aroma dulzón que volvió a excitarlo, pero esta vez sometió sus deseos de forma abrupta y poco amable. "Y de mis habilidades para manipularlo", cuando Akashi terminó de pasarse el fuego por la boca igual que un bálsamo, levantó una de las colts y disparó sin cambiar la expresión calma y frívola de la cara.

Lo eludió, pero a diferencia de las otras dos ocasiones, esta vez la bala estaba encendida. Y eso le mostró de lo que era capaz ese humano altanero.

"Lo esquivaste. Una decisión astuta para alguien con cerebro de perro", en ese comentario le vio curvar los labios en una mueca que parecía una sonrisa. Y eso le enfureció. Enarcándole las cejas y agudizando la vista.

"It's easy to become full of yourself when you're a mere human child", se lo dijo co una actitud que bien le ofendió. Mucho más que sus palabras.

Si Akashi Seijuurou y su prepotencia venían de un pacto con la deidad del fuego por el hecho de haberse entregado a esta, que arrogante y absurdo de su parte. Porque no eran los humanos los únicos capaces de recibir tales poderes no. Y a diferencia de ellos, los hombres lobos no eran prometidas, sino amos y señores de los 7 dioses de la naturaleza. Ellos no se dejaban dominar, ellos dominaban.

Y Kagami Taiga era el dueño del dios rojo, de ese al que Akashi servía y debía fidelidad.

"Deja que te diga una cosa, no eres el único que puede actuar como un piromaníaco", no le permitió asimilar la revelación, ni un poco. Porque tras su confesión atacó con las garras encendidas, a una pasmosa velocidad. Evaporando la nieve, calentando el lugar. Aprensando nuevamente a Seijuurou del cuello.

Ngh!", para patearlo salvajemente en la boca del estomago y logrando sofocarlo.

Dejó que ese esbelto cuerpo se doblara por el choque contra los altos pinos que los cercaban. Le permitió teñir la blanca nieve con el intenso rojo de su sangre. Y que apretara los dientes para no escucharlo gemir por el poderoso golpe.

Caminó en dirección al cazador, mirándole con las pupilas contraídas, las orejas erguidas y la cola ondeante. Se detuvo a centímetros de él. Abrió la boca y dijo en un tono agresivamente pasivo; "The fire doesn't belong to you, Akashi", antes de elevarlo por el cuello.

"N-no ugh me to-", intentó resistírsele, de nuevo, aún en esas condiciones. Pudo ver incluso su altanera personalidad mantenerse pese a estar prácticamente inconsciente. Y la renuencia de sobajarse emanando de todo su ser, rechazarlo.

Igual que él.

Akashi terminó por desfallecer en sus garras sin siquiera soltar una de sus colts. Aún se aferraba a ellas, a ese objetivo que claramente apuntaba a su exterminio.

Taiga suspiró antes de cargar en brazos a ese cazador y tomar el camino de vuelta a la aldea. Su aldea. Ese marcado por un sendero de fresnos entrelazados de las largas ramas.

"Necesito saberlo, Tatsuya. Qué es este sentimiento que no me permite pensar claro y que me enloquece. Antes de vengar tu muerte"

Mientras el sol parece filtrarse a través del denso follaje de aquellos grandiosos arboles alzados en ese universo diminuto, lleno de limitantes asfixiantes.


Continuará...


N/A Oh Jesús, ¿y ahora qué va a pasar cuando Shuuzou y la familia feliz sepan que el futuro líder la palmó?