Los personajes de esta historia no me pertenecen, son de su creadora Hino Matsuri, por otro lado, la trama es toda mía.

Final alternativo.

Las calles de un pequeño pueblo Rumano lo encontraron con el asombro en sus ojos vinosos, allí, lejos, con el abrigo bien afianzado a su cuerpo estaba la silueta de su hermana, con el mismo largo y sedoso cabello castaño que él recordaba de hacía casi dos años, desde la última vez que la había visto, estaba hermosa, con su rostro iluminado.

Una punzada de nostalgia le atravesó el pecho, pudo ver tantas cosas en ese simple gesto, tantas cosas que él había dejado pasar, sí, su traición aún le pesaba, ahora más que nunca, pero eso no era lo que lo turbaba, no, era ese pequeño niño que caminaba tambaleante de la mano de la castaña, la cual lo sostenía con dulzura, disminuyendo su paso para quedar acorde al de este.

¿Quién era?

Le dolía la sola idea de pensar en que la castaña lo hubiera olvidado, tanto así como para formar una familia sin él, como le hubiera gustado ser él quien sostuviera la otra mano del niño, todo eso sería suyo si no hubiera sido tan estúpido…hubiera…hubiera…hubiera…sí, cómo si eso existiera fuera de su imaginación.

Tartamudeó sus pasos tan solo unos segundos antes de alcanzarla, apoyando su mano sobre el hombro de ella, la cual se dio la media vuelta para mirarlo de soslayo, no había borrado su sonrisa pero sin dudas era más forzada, aquello le dolió, ella nunca le había fingido, siempre obtenía su sinceridad.

Y ella, por su lado podía ver la sombra de la inseguridad y la culpa en su rostro, si bien no se lo esperaba, había sentido su presencia acercándose y no tenia sentido esconderse, solo resignarse.

─Yuuki…─ Dejó escapar el nombre que tenía atorado en la garganta como si fuera brisa fría, le costaba pronunciar un nombre que no había dicho en todo el tiempo que no estuvieron juntos, siempre era "ella" porque no tenía la cara para nombrarla, sentía que tal vez eso la ofendería fuera donde fuera que esté.

La castaña, lo observó durante algunos segundos, terminando por darse la vuelta para mirarlo de frente, siendo sincera, no esperaba encontrarlo en ese lugar olvidado de la mano de dios, un pueblo realmente tranquilo y acogedor que había sido su refugio durante esos años en ese exilio voluntario al que se había sometido.

Afianzó el agarre de la mano del vampirito que se agarraba con fuerza, sintiendo el aura poderosa que cubría al hombre, nada amenazante pero demasiado grande, era un choque para su paz, no lo sentía, no lo veía desde hacía tanto tiempo, que tenerlo frente a frente, con sus ojos vinosos recorriéndola impudorosos era por demás incómodo.

─ Hola…Kaname…no esperaba verte aquí─ Espaciada y reservada le había salido la voz mientras le hacía un gesto para que se corrieran del camino─ Tal vez te gustaría ir a algún lugar más privado si es que quieres hablar o solo estabas de paso?

¿Era demasiado pedir que su respuesta solo fuera un: Yuuki, te vi y pensé en saludarte, solo estaba de paso, ya me voy..?

─ Eso estaría bien…en realidad no tengo apuro por seguir mi camino─ Le respondió sintiendo la mirada rojiza mirarlo con fuerza, como si quisiera traspasarlo, algo renuente en aquel ofrecimiento cortés.

Por lo visto sí, era mucho pedir.

─ ya veo…vamos a mi casa─ Le contestó al fin luego de varios segundos en los que no pudo apreciar mucho cambio en el que fue su esposo, salvo aquellas pequeñas aureolas oscuras bajo los ojos que a pesar de todo no disminuían su atractivo.

Comenzó a andar junto a ella, apreciando como en un momento determinado del camino alzaba a la pequeña personita para llevarla entre sus brazos, viendo como este apoyaba su cabecita cubierta de cabellitos castaños en el hombro de la joven cerrando los ojos y abandonándose al sueño, mecido por los vaivenes de la caminata.

El pueblo, colindaba con un bosque en la parte derecha del lugar, dándole un aspecto entre mágico y tenebroso, en los límites se podía divisar una casa, la más alejada del lugar, y no le fue sorpresa, su identidad siempre era un tema de cuidado, no podían permitirse una convivencia demasiado cercana, y mucho menos con un niño pequeño.

La vampiresa llegó al frente de la puerta de adobe oscura, sacando con un poco de dificultad la llave que estaba en el bolsillo de su saco, y con dificultad me refiero a la de mantener bien firme al niño. Lo hizo pasar dándole una vista del lugar, aromatizado con inciensos de limón, predominando la madera en las paredes y suelo alfombrado en tonos cálidos, todo allí decía "hogar".

─ Espérame un segundo, voy a dejarlo en su habitación, siéntate, por allí está el living─ Le indicó con una mano el umbral que se veía a la izquierda, mientras ella se disponía a subir las escaleras del segundo piso.

Él simplemente asintió yendo al lugar indicado, sentándose en uno de los sillones negros que rodeaban la chimenea que crepitaba con el fuego que ardía en los leños no demasiado consumidos, había fotos y otros adornos sobre las paredes, fotos de un bebe y la castaña con este en diferentes momentos.

Se paró para observar más de cerca, viendo, observando y deslizando sus dedos por el rostro sonriente.

Allí estaba aquella mujer que durante dos años le había quitado el sueño, pensando donde estaría, que haría. Y ahora, de una forma peculiar, se enteraba que estaba bien, que tenia un hijo, una familia y que el no formaba parte de ella.

Escuchó el sonido de los pasos de su hermana bajar tranquilamente y alejarse del lugar de donde estaba para pocos minutos después aparecer con dos tazas de un líquido oscuro, ofreciéndole una al moreno, pudiendo apreciar el aroma que desprendía y la temperatura elevada, un alivio para su cuerpo helado.

─ Fue un largo tiempo─ Comentó al aire la mujer en tanto se acomodaba en el sillón frente a su no esperado visitante aún con la taza en la mano.

─ Demasiado diría yo…Yuuki…te ofrezco una disculpa por…─Siempre directo, podría decirse que esas palabras estaban quemando en su boca desde el momento en que leyó el adiós en tinta negra.

─ No es necesario, yo también hice cosas malas─ le desvió la mirada, ella no necesitaba una disculpa, no porque ya lo hubiera perdonado, estaba lejos de eso, sino, que ahora sus palabras no valían como antes.

─ De todos modos, fui un idiota─ Observaba con la mirada esquiva el rostro sereno de la joven, ella parecía mucho más tranquila de lo que alguna vez la hubiera visto jamás.

─ Lo fuiste─ le sonrió divertida antes de darle un sorbo al café─ pero es tiempo pasado, no tengo reclamos ahora, no realmente, o tal vez considero que no vienen al tema después de tanto tiempo.

─ Yo…no estoy más con ella─ Apuntó, tratando de ver la reacción de ella, y nada, la misma expresión.

─ Ahh, así que es por eso que no apestas a ella─ Aquella observación dejó sin palabras al hombre que no supo que decir al respecto, ella todo ese tiempo había estado junto a él, sintiendo aquel aroma tóxico que desprendía aquella mujer sin que él se percatara. Bajó la mirada algo avergonzado por su descaro.

─ El mismo día que te fuiste, nunca más la vi…te busqué, por todos lados, parecía que te había tragado la tierra─ Le dijo, cambiando el tema, no queriendo seguir con aquello.

─ Durante un tiempo viaje, me terminé estableciendo aquí, no podía seguir moviéndome, así que en uno de los tantos viajes encontré este pueblo, sin cazadores y con pocos vampiros sin ningún tipo de relación con la nobleza y la corte, me pareció un lugar seguro para criar a Haru.

─ Ya veo…─ Quería preguntarle por el niño, pero temía la respuesta, y si el padre llegaba en cualquier momento, no, no quería saber.

─Kaname…que me quieres preguntar?─ Le inquirió ella, sabía que el vampiro estaba dudoso en preguntarlo sobre algo y sabía el rumbo de aquello, era inevitable.

─ …y el padre del niño?─ Al fin se armó de valor, tenía la intención de recuperarla, pero si se diera el caso de que ella tuviera a alguien y encima de todo que ya tuvieran un hijo, simplemente se tendría que dar por vencido, ya no sería competencia y no tenía ganas de seguir disgustando a la morena.

─…pues…lo tengo frente a mi─ Le soltó sin anestesia al pelinegro que por poco casi escupe el trago del amargo líquido, quedándose lívido mirando con fijeza a los ojos rojizos de la castaña. Lo había dicho así, porque no tenía sentido alargar las cosas.

─ Mío?...y por que no me dijiste?─ La voz le salía lenta y pausada, la sorpresa aún hacía mella en su actuar, que era suyo? Dioses benditos! Se tiró hacia atrás dejándose descansar sobre el mullido respaldar mientras la miraba incrédulo.

─ Sí, tuyo…no te dije por varias razones…obviando el hecho de que me estabas engañando con otra.

─ Pero…Yuuki, es que estas loca? Cómo se te pudo ocurrir ocultarme semejante cosa...─ La voz del vampiro se elevó por encima de la normal, haciendo que la mujer se tapara un oído fastidiada y lo mirara fulminándolo.

─ Primero que nada baja el tono que Haru duerme, segundo no me reclames nada, te dije que hice cosas malas, tercero, tú mismo me dijiste que no te interesaba para nada un hijo, estabas tan ocupado con tu amante que no fuiste consiente de cuánto daño me hiciste, yo no iba a dejar que mi hijo viviera en un ambiente así, y mucho menos divorciarme y que otra le pusiera las manos encima a mi bebé.

Los ojos de la mujer se achicaron, sí, era cierto que la rabia de hace dos años no era nada a la que sentía en esos momentos, pero tenía unas ganas inmensas de golpear al hombre frente a sí.

El pelinegro por su lado se quedó callado recordando claramente que días antes de que ella se fuera, un día en que amos se habían sentado a la mesa, como ya pocas veces lo hacían, y en un momento dado la castaña le había preguntado qué opinaba de tener un hijo.

Al principio la había mirado como si le hubiera crecido un tercer brazo para luego reírse suavemente en un gesto que ahora le resultaba tremendamente desconsiderado, le había contestado que no tenía tiempo para ocuparse de mocosos que babeaban y berreaban todo el día y mucho menos encargarse de los antojos y cambios de ánimo que la ojichocolate pudiera tener, no en esas palabras, mucho más suave, pero eso había querido decir, y de alguna forma, creo que había resultado peor.

Si, recordaba que desde ese momento ella no le había vuelto a dirigir la palabra, era mentira que no quería un hijo, pero estaba tan cegado y metido en sus deseos y bajas pasiones que simplemente se había olvidado de todo lo demás, de los sueños de familia que una vez había compartido con su esposa. También había ignorado la solitaria lágrima que había bajado por la mejilla de la mujer antes de retirarse pocos minutos después.

─ Ese fue el detonante para irme…ya lo había pensado, pero aún conservaba una pequeña esperanza, decirme que no lo querías me dolió en el alma, me terminaste por destrozar, así que me fui, no necesitaba a alguien que no me…nos valoraba.

La castaña terminó por decir mientras lo miraba y una que otra lagrima se le escapaba antes de ser secada bruscamente por el puño de su camiseta. No le dolía, no, era la impotencia, la rabia de recordar ese rechazo y que no había liberado en su momento.

─ Yo…lo siento─ Qué más podía decirle, sentía que cada cosa que pudiera salir de su boca solo sería una tremenda estupidez, entendía su punto, ella tenía razón, no la había sabido valorar y tampoco veía bien que su hijo naciera en un ambiente tan horrible, es cierto que no le gustaba la idea de haberse perdido su embarazo y nacimiento, así como sus primeros meses, no, no le hacía gracia, pero al parecer era su karma.

─ Está bien, el pasado es pasado, ya lo dije, lo que te pueda decir ahora, no vale de nada…pero me supongo que si te volví a ver, debe de ser por algo─ Suspiró por lo bajo tratando de saber que iba a pasar de ahora en adelante, porque dudaba mucho que ahora que él sabía de la existencia de Haru, volviera a irse.

─ Entonces…es hijo mío…cuanto tiene? Cuando nació?

─ Tiene un año y tres meses, nació el diez de septiembre a las tres quince de la madrugada─ La mujer le sonreía más aliviada de ver que no seguirían en una discusión sin sentido, su hermano era un hombre de sentido común que no solía envolverse en conversaciones sin sentido, por ese lado lo agradecía.

─ Entonces…cómo…es decir─ mierda, como le costaba decirle aquello, él quería saber si había alguna posibilidad de que volvieran a estar juntos─ hay alguna…posibilidad de que…volvamos?

La joven purasangre lo miró fijamente, terminando por suspirar, no tenía una respuesta para eso, era cierto que durante esos años no se había enredado con nadie, pues se había dedicado por completo a su hijo, tampoco es que hubiera pensado en la posibilidad de volver.

─ No lo sé Kaname…para serte sincera yo pensé que era mi adiós, para siempre me entiendes? No sé si podría volver contigo…no te tengo la confianza de que no lo volverás a hacer…y esta vez no soy yo sola, esta Haru de por medio.

─Fue tu adiós…no el mío, no me diste la oportunidad de decirlo, ni tengo la intención de hacerlo…me equivoqué, lo admito, pero no lo haría nunca más, me costó caro, demasiado…gracias a eso me perdí de mucho, de él, de mi hijo, no lo vi nacer, no pude apreciar sus movimientos aún en tu vientre…no crees que es suficiente castigo?

La mujer lo miró a los ojos, tratando de apreciar el engaño, fallando enormemente, él era sincero, pero tenía miedo.

─ Yo…no lo sé Kaname…

─ No te preocupes…voy a ganarme tu confianza, tu amor nuevamente, para que nunca más vuelvas a tener que decirme adiós.

Bueno chicas, al final lo subí igual, en un final opcional, para la que quería un final de ellos juntos.

Besos! Y muchas gracias por los reviews!

Flor!