¡Hola de nuevo!
Acá les traigo el segundo capítulo o mejor dicho la continuación y el desenlace de esta historia.
Primero que nada, quisiera agradecerles a todos los que ya leyeron la primera parte y también me gustaría responder a los reviews
Asurax1: Qué bueno que te gustó el principio de la historia, aquí traigo la segunda parte, espero también te guste
Arturojeff: Me alegra que te haya gustado, me esforcé para hacerlo lo mejor que pude. Espero que te guste la segunda parte
Guest 1: Personalmente creo que Clemont es un poco menor que Ash y Serena. Me cuesta creer que tengan 10 años y en XY no han dicho la edad de los personajes. Así que cada persona puede sacar sus propias conclusiones. Gracias por la sugerencia, la tomaré en cuenta para futuros fics
Guest 2: En los textos que tengo que redactar siempre me preocupo por la ortografía y demás. Me alegra que aprecies ese detalle
Evans: No diré el resultado de tus respuestas aquí para no hacer spoiler xD. Pero verás qué tanto acertaste conforme vayas leyendo la continuación. No te preocupes por la longitud del review. Todo lo contrario. Te agradezco que tomes parte de tu tiempo para leer mi historia y dar tu opinión
Ahora, sin más que decir ¡Disfruten la lectura!
Las pocas horas que separaban la celebración pasaron rápidamente y en el Centro Pokémon nuestros héroes ya se encuentran totalmente listos. Ash propuso la idea de ir al parque de la ciudad, los demás aceptaron gustosamente la idea, pero antes de salir de la habitación Clemont sugirió dejar las mochilas dentro, ya que no las ocuparían. Ash y Serena, de manera nerviosa, declinaron la sugerencia, alegando que tenían algunas "cosas" importantes en sus bolsos y que no querían dejarlos, pero no dijeron qué cosas. Por su parte, Clemont fue el único que decidió dejar su mochila, ya que para él se le hacía muy pesada con tantas herramientas y artefactos que él mismo inventaba. Una vez hecho esto, se dirigieron a la recepción del Centro y posteriormente salieron rumbo al parque de Ciudad Coumarine.
Al llegar quedaron asombrados. Dentro del parque establecieron un tipo de feria, festival o como gusten llamarlo, digno de una gran festividad. Había atracciones mecánicas, puestos de comida, espectáculos, concursos, bailes y un sinfín de actividades para que cualquier persona, sin importar la edad, pueda disfrutar. El lugar se hallaba repleto de personas y nuestro grupo decidió dar un paseo por toda la plaza para conocer y disfrutar todas las actividades. Ash y Serena reían al ver a Bonnie muy emocionada y arrastrando a su hermano para subir a la Montaña Rusa y luego al ver cómo la niña salía de estas atracciones dando saltos de alegría mientras Clemont bajaba tembloroso para luego aferrarse a una columna. Después de estos momentos cómicos y divertidos, el grupo decidió ir a comer.
El joven azabache notó que el sol pronto se ocultaría tras el horizonte, así que comenzó a idear un plan mientras comía. Afortunadamente para él, la pequeña rubiecita le sería de gran ayuda, ya que ella también pensaba en la forma de dejar la pareja a solas por un momento. Después de deleitarse con platillos tradicionales de la ciudad, el grupo continuó el paseo.
–Hey Pikachu, amigo mío, ayúdame ¿Sí? ¿Queres ir a jugar con Dedenne? –Susurró Ash a su pokémon. Este entendió el mensaje de su entrenador, bajó de su hombro y se dirigió hacia donde se encontraba su amigo Dedenne y lo invitó a jugar en el suelo, que también aceptó gustoso.
Por otro lado, Bonnie también decidió ejecutar su plan. Pero antes comenzó a halar suavemente del brazo de Serena, la peliamelada flexionó sus piernas ligeramente, pues entendió el gesto de su amiga. Cuando estaba a la misma altura que la menor, Bonnie le susurró al oído. –¿Necesitas ayuda Serena? Observa –dicho esto, corrió hacia un grupo de jovencitas que se encontraban conversando, se arrodilló y les preguntó. –Señoritas ¿Alguna de ustedes le gustaría casarse con mi hermano?
Clemont, quien hasta ese momento, no se había dado cuenta de la fuga de su hermanita, se puso rojo de la vergüenza y le regañó. –Bonnie ¡Cuántas veces te he dicho que no hagas eso! ¡Brazo Aipom actívate! –El rubio se extrañó al ver que nada sucedía, pero entonces recordó que había dejado su mochila en el Centro Pokémon y no tuvo otra opción que intentar atrapar a Bonnie personalmente. Para su mala suerte, Bonnie era mucho más ágil que él, así que no tuvo éxito.
–Hermanito, hoy no descansaré hasta conseguirte una novia en este parque… Intenta atraparme –decía con una sonrisa maliciosa mientras se echaba a correr y su compañero Dedenne y Pikachu la seguían.
–Bonnie… Por favor… Noooo –le gritaba Clemont con un gesto de preocupación y a la vez de resignación, pues ya sabía que le sería casi imposible alcanzarla mientras la falta de aliento ya se hacía presente.
Los jóvenes restantes miraban la escena con desconcierto, mismos que no podían evitar reírse a causa de las "ocurrencias" de la menor. La pareja agradecía internamente a Bonnie, no porque no les agradara su compañía, sino porque estaban deseando tener un momento a solas.
«Esta parte fue más fácil de lo que imaginé», pensó el joven pelinegro. –Eh… Serena… ¿Te gusta el algodón de azúcar?
–¡Sí! ¡Por supuesto! –respondió alegremente su amiga.
–¿Te… te parece si vamos a comer uno ahorita?
–¡Claro! ¡Me encantaría!
–¡Genial! Entonces… ¡Vamos!
Así ambos caminaron juntos hasta llegar al puesto que vendía dicha golosina, no se encontraba muy lejos, por lo que no tardaron en llegar. Ash pidió un algodón para él y otro para Serena, pagó el costo de ambos y nuevamente se pusieron a caminar.
–¡Mira! Ahí hay una banca vacía, vamos a sentarnos ¿Sí? –le dijo Serena al pelinegro con una cara que denotaba súplica pero a la vez ternura.
–¡Me parece bien! – le respondió con una sonrisa.
La banca se encontraba un poco alejada de la muchedumbre y su algarabía. Era un espacio relativamente tranquilo y con una vista preciosa al mar mientras el sol aproximaba a ocultarse. Se sentaron y empezaron a charlar sobre sus vivencias del día de hoy, el festival, las actividades que más disfrutaron y otros temas relacionados, evitando algunos aspectos como la búsqueda de los regalos. Recién terminaron de comer su golosina, Serena decidió mirar hacia el horizonte y, sin desviar la mirada, comentó –Es un hermoso atardecer ¿No lo crees?
Ash miró hacia la misma dirección y respondió– Sí, realmente lo es. –Estuvieron así por un par de segundos hasta que nuevamente cruzaron sus miradas. La ojiazul le dedicó una sonrisa, el joven iba a hacer lo mismo, pero no pudo evitar reírse un poco al ver el rostro de su compañera–. ¿Dejaste algodón para más tarde? –le preguntó en tono de broma.
–¿Uh? ¿Por qué dices eso? –cuestionó Serena muy confundida por las palabras de su amigo.
–Porque tienes un poco de azúcar en la mejilla –respondió Ash y en seguida sacó un pañuelo y le limpió el rostro.
–¡Gra-gracias! –añadió la pelimiel con un leve sonrojo.
–De nada –le contestó el joven con una sonrisa.
Serena desvió su mirada hacia el trozo de tela con el que hace unos segundos Ash le había limpiado y se sorprendió al reconocer dicho pañuelo. –¿Ese es…? –no pudo terminar la pregunta, ya que Ash confirmó lo que pensaba Serena.
–Sí. Es el mismo pañuelo que me devolviste al inicio de nuestro viaje. Lo llevo siempre conmigo desde entonces. Y es muy útil para situaciones como esta –comentó el joven con mucha alegría mientras volvía a guardarlo en una de las bolsas traseras de su pantalón. Serena se limitó a sonreír y se mantuvo en silencio por unos segundos. El ver nuevamente ese pañuelo le trajo muchos lindos recuerdos del campamento que ambos disfrutaron cuando eran niños–. Serena… –la chica tuvo que interrumpir sus pensamientos al oír la voz de Ash llamándola– … discúlpame por no haberte recordado la primera vez que te vi aquí en Kalos –añadía con un tono de tristeza.
–No tienes por qué disculparte –dijo Serena tratando de animarlo– Pasaron muchos años desde entonces, es normal que suceda eso.
–Pero tú si me recordabas, en cambio yo… no lo hice… y me he sentido muy mal por eso.
Serena podía notar la sinceridad con la que su compañero se expresaba y sintió compasión por él. –Sabes Ash… yo siempre quise volver a verte para agradecerte por haberme salvado ese día en el campamento. Esa es la razón por la que nunca te olvidé –le decía Serena, aunque en realidad estaba ocultando el principal motivo –Porque, para mí, tú eres un héroe… mi héroe –al decir esta última frase un rubor se apoderó del rostro de ambos entrenadores.
–Emmm… bueno… siempre he tratado de ayudar a cualquier persona que se encuentre en apuros –respondía muy avergonzado por el comentario de su amiga.
–Lo sé Ash y te lo agradezco. Gracias por tu actitud siempre tan humilde y servicial –su rubor aumentaba conforme decía estas palabras–. Por eso, hoy en el día de la Gratitud, te traje un pequeño obsequio –comenzó a abrir su mochila para luego sacar una bolsa de regalo.
–No era necesario Serena –dijo el entrenador mientras recibía el presente.
–No seas modesto Ash, tú te lo mereces, ábrelo –decía un poco nerviosa al no saber cómo reaccionaría Ash al ver su obsequio.
Ash agradeció el gesto de su amiga y se dispuso a abrir su regalo. Lo primero que encontró fue la Gracídea que le había comprado Serena. –¿Una flor Gracídea? –preguntó asombrado. «¿La habrá conseguido en…? Nah, no lo creo», pensó.
–En la mañana escuché que las mencionaste y también el significado que tienen en la región Sinnoh. Pensé que sería buena idea darte una ¿No te gusta? –comentó la pelimiel un poco triste, ya que pensó que no le había agradado el obsequio.
–¡Me encanta! –exclamó muy emocionado–. Me trae buenos recuerdos de mi viaje por aquella región, mis pokémon, mis amigos Brock y Dawn –añadió mientras daba su mejor sonrisa a Serena.
–¿En serio? Nunca me has hablado de ellos –dijo más aliviada, pero no pudo evitar sentirse celosa al escuchar que otra chica había viajado con el azabache.
–Un día de estos te hablaré de ellos. Son grandes amigos.
–Está bien… pero aún queda algo más en la bolsa –le decía Serena para intentar ocultar su inquietud.
Ash volvió a mirar dentro de la bolsa. En el fondo encontró una caja de cartón, la sacó y la abrió. Quedó maravillado al ver lo que contenía la caja. Eran las mismas galletas que Serena le había preparado anteriormente. –¡Genial! Serena ¿Tú las hiciste? –ella asintió con la cabeza– ¡Adoro tus galletas! Eres la mejor cocinera del mundo –halagó Ash– Otra vez, muchas gracias Serena –y llevó una de las galletas a su boca.
–No es nada –respondió sonrojada ante el cumplido de su amigo.
El joven terminó de comer, miró a Serena y le dijo –Sabes algo… yo también te traje un obsequio.
–¿Pa-para mí? –tartamudeaba sorprendida por eso último.
–Sí. Solo cierra los ojos ¿Está bien? –le pidió amablemente.
–OK –respondió Serena e inmediatamente obedeció la petición del entrenador. «¡Qué emoción! Ash me dará un regalo. Tal vez sea una señal, posiblemente yo le guste ¿O tal vez no? ¿Qué tal si me sigue viendo como una amiga?», Serena pensaba en las posibilidades, cada una más loca que la anterior, pero detuvo su imaginación cuando escuchó –Ya puedes abrir los ojos –Hizo caso. En ese instante la ojiazul no tenía palabras que pudieran expresar la felicidad que sentía en ese momento. Frente a ella se encontraba Ash que, en un principio tenía los brazos escondidos tras su espalda, ahora extendía uno de sus brazos hacia ella con una flor en su mano. La flor era de la misma especie de la que hace unos minutos le había obsequiado al chico.
El joven fue el primero en tomar la palabra. –Serena, yo también quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí. Escuché que a las mujeres les gusta que les regalen flores y como dije antes, estas flores tienen un gran significado. Son obsequiadas a las personas que son muy importantes en nuestras vidas y… bueno… tú eres muy importante en la mía –explicó con un leve sonrojo que la joven no alcanzó a ver.
Serena se encontraba anonadada, tomó la flor con ambas manos y difícilmente pudo pronunciar –¿Lo soy?
–¡Claro que sí! Serena, tú me recordaste que nunca debo rendirme, que debo luchar hasta el final. Tú me has apoyado en cada batalla que he tenido, has estado a la par mía dándome palabras de motivación que me ayudan a seguir adelante, inclusive me enseñaste a montar sobre un Rhyhorn. Tú me devolviste la emoción de ser entrenador y quiero agradecértelo de esta humilde manera –finalizó el entrenador.
Ambos sonrieron. «Nunca pensé que mis acciones motivaran tanto a Ash», pensó Serena. –Para eso están los amigos –dijo un poco nerviosa. Usar esa última palabra para describir su relación con Ash era de total desagrado para Serena, ella quería ser más que solo su amiga, deseaba ser más cercana a él para apoyarlo aún más, anhelaba mostrarle su afecto sin ningún tipo de impedimento.
–Claro. Amigos –susurró tristemente el joven. Esta palabra también le chocó a Ash. Al igual que Serena, no quería seguir siendo solamente su amigo, pero estaba dispuesto a cambiar esa situación–. Serena –se oyó decir– hay algo más… algo muy importante que debo decirte –la joven esperó que su compañero continuara. Pasó una cantidad considerable de segundos y Ash no se atrevía a continuar.
Entonces Serena decidió acabar con el silencio –¿Sucede algo Ash? Dime qué sucede –buscaba la mirada de su amigo, pero él estaba cabizbajo. Esto le preocupó, parecía que lo que Ash pensaba era algo muy grave.
Ash subió la mirada y observó directamente los ojos de Serena, esos hermosos ojos azules con los que él quedaba hipnotizado. Sacudió su cabeza para que no le sucediera esta vez. «Vamos Ash, es ahora o nunca», pensó para sí mismo. –Serena, desde que comencé a viajar contigo me han sucedido cosas extrañas. Cuando te volví a ver en Ciudad Santalune me fuiste de gran ayuda para ganar mi primera medalla. Por alguna extraña razón decidí invitarte a viajar conmigo y me sentí muy feliz cuando aceptaste. Pasaba el tiempo y te iba conociendo cada día más. Me gusta estar contigo, conversar contigo, verte apoyándome en las batallas, verte en tus actuaciones de Performer –el tono rojo en las mejillas de Ash parecía ir aumentando conforme seguía hablando– Yo te veía como una amiga, pero empecé a sentir algo que nunca antes había sentido por alguien. Junto al sentimiento de felicidad de estar junto a ti, ahora está también presente el nerviosismo, siento cómo mi corazón se acelera y no puedo dejar de pensar en ti. Al principio estaba confundido, no comprendía por qué mi mente y mi corazón actuaban así, pero el tiempo me ayudó a conocer la respuesta.
En ese instante Ash se levanta de su asiento y se arrodilla frente a Serena sin dejar de mirarla. –Serena… tú me gustas mucho… estoy enamorado de ti –declaró finalmente. Serena, que hasta ese momento se había mantenido en silencio, bajó la mirada y dejó caer un par de lágrimas. –¿Serena? –exclamó nuevamente como invitándola a que dijera algo.
La peliamelada secó sus lágrimas, levantó la cabeza y cruzó su mirada con la del entrenador. –Ash… no tienes idea de la cantidad de noches en las que he soñado con este día. Tú también me gustas mucho.
–¿Lo dices en serio? –Ash se puso de pie debido al asombro que le causó las palabras de Serena.
–¡Sí! Desde que nos conocimos en el campamento del Profesor Oak –Serena también se levantó.
–¿Y por qué lloras? –preguntó confundido el joven.
–Estas son lágrimas de felicidad –decía mientras nuevamente soltaba el llanto. Ash se acercó aún más. Con su brazo izquierdo rodeó la espalda de Serena mientras su mano derecha tomó su cabeza y la apoyo sobre su hombro para que ella se desahogara. Una vez cesó el llanto, la joven se separó lentamente, miró los ojos del entrenador y con gran ternura le dio las gracias. Ash sonrió ante esas palabras, con delicadeza tomó las manos de la joven y entrelazó sus dedos con los suyos.
–Aún hay algo que debo preguntarte –dijo Ash.
–¿Y qué es? –preguntó con curiosidad la joven.
–¿Te gustaría ser mi novia? –nuevamente el rubor se hacía presente en su rostro.
–¡Por supuesto que sí! –gritó emocionada, no pudo contener toda la felicidad que sentía en ese momento.
Ash observaba la emoción de Serena, contempló todo su rostro. Los pocos rayos del sol que aún iluminaban el lugar, junto con el llanto recién, le daban un brillo especial a los ojos de la entrenadora, que la hacían ver aún más hermosa. La mirada del joven bajó un poco más y se fijó sobre los labios de Serena. Sintió un fuerte deseo de probar aquellos labios, así que fue acercando lentamente su rostro cada vez más al de ella mientras cerraba los ojos. Ash no sabía lo que hacía, solamente se dejó llevar por su instinto. Al ver esto, Serena decidió también cerrar los ojos y esperar la llegada de los labios de su amado. Pocos segundos bastaron para que esto sucediera, Ash llegó a su destino, posó sus labios sobre los de la joven y los mantuvo ahí por un par de segundos. Después el propio instinto hizo que empezara a mover los labios y con un poco de atrevimiento abrazó la cintura de su pareja. Serena le siguió el juego y con sus brazos rodeó el cuello del muchacho.
Y ahí estaban ellos, con el océano y el atardecer como testigos, se estaban besando. Estaban cumpliendo el deseo de besar a esa persona que tanto amaban, pero ahora en la vida real ¿O también era un sueño? No lo sabían y tampoco se preocupaban por comprobarlo, decidieron únicamente disfrutar el momento y si acaso era un sueño, deseaban que nunca los despertaran.
La joven pareja se mantuvo así por varios segundos, hasta que decidieron lentamente separar sus labios. Tomaron un poco de aire mientras abrían los ojos, un notable rubor se podía apreciar en el rostro de ambos jóvenes acompañado de una cálida sonrisa. Serena decidió bajar los brazos hasta la espalda de Ash y acurrucó su cabeza sobre el pecho del chico. Por su parte, Ash abrazó aún más fuerte a Serena, pero en ese momento recordó algo.
–Serena, todavía me queda otro regalo para ti –dijo.
–No tenías por qué molestarte –levantó la mirada hacia el rostro del joven.
–Para mí es un gusto –se separó de ella y volteó para buscar el obsequio en la mochila. De ella sacó una cajita con un moño encima que abarcaba casi toda la superficie y la extendió para que Serena lo recibiera– Toma. No sé mucho de moda y accesorios femeninos, pero espero que te guste –comentó con cierto temor por la posible reacción de la joven.
Serena tomó la caja, se sentó nuevamente junto a Ash y la abrió. Quedó maravillada con lo que había dentro. Cuidadosamente empezó a sacar un hermoso collar de plata con un colgante en forma de corazón y un diamante incrustado en él. Nuevamente las lágrimas de felicidad se apoderaron de sus orbes azules. –¡Es hermoso! ¡Muchas gracias Ash!
–¿En serio te gusta? –preguntó incrédulo el joven.
–¡Sí! ¡Me encanta! Pero debió costarte una fortuna.
–Tú mereces eso y mucho más –dijo mientras comenzaba a limpiar las lágrimas de la joven con sus manos.
–Se verá genial en mis presentaciones de Performance –añadió con una sonrisa.
–Y yo estaré ahí para apoyarte –le devuelve la sonrisa.
–¿Me ayudas a ponérmelo? –preguntó un poco apenada.
–Será todo un placer –dijo recibiendo el collar de manos de Serena. Ella se dio media vuelta y con sus manos levantó su extenso cabello castaño claro. Ash pasó el collar por el cuello de Serena y luego aseguró el cierre para evitar que se soltara.
Serena dio la vuelta otra vez hasta quedar de frente con Ash. –¿Cómo me veo? –preguntó con mucho interés en la respuesta.
–Te ves aún más hermosa de lo que ya eres –halagó el azabache. Serena nuevamente se ruborizó. Sin duda hoy era el día en que más veces le había sucedido. Con mucha ternura abrazó al muchacho y descansó su cabeza sobre el hombro de Ash. Él también la abrazó, le encantó tenerla tan cerca suyo, sentir esa calidez que su cuerpo le brindaba.
–Gracias –se oyó decir a Serena en un susurro, pero lo suficientemente fuerte para que Ash lo escuchara.
–No –dijo el joven–. Gracias a ti por aparecer de nuevo en mi vida –y besó la cabeza de la chica.
–Yo te digo lo mismo –respondió Serena con una sonrisa–. Te quiero mucho.
–Y yo a ti –dijo Ash. Siguieron abrazados por varios minutos hasta que Ash notó que el sol se había ocultado completamente tras el horizonte y ahora eran iluminados por una lámpara del parque–. Mira. Ya oscureció. Creo que debemos regresar con Clemont y Bonnie –Serena asintió, tomaron sus mochilas y las colocaron tras su espalda. Después de esto, Ash tomó la mano derecha de Serena, la entrelazó con su mano izquierda y comenzaron la caminata.
Regresaron al festival. A excepción de la luz natural que ya había desaparecido, todo seguía igual, la música, la gente caminaba de un lugar a otro, los locales no habían cerrado. Parecía que el tiempo no había transcurrido. Buscaron a sus amigos por un par de minutos hasta que al fin los encontraron. Ambos estaban sentados en una banca, Clemont tenía la cabeza apoyada sobre el respaldar, jadeando fuertemente debido al cansancio, Bonnie abanicaba un pedazo de cartón sobre el rostro de su hermano y Dedenne y Pikachu hacían lo mismo.
–Bonnie, mira. Allá vienen Ash y Serena –decía Clemont con mucha dificultad.
Pikachu salió corriendo hacia su entrenador. Con gran agilidad saltó y se acomodó en el hombro derecho de Ash. –¿Qué tal Pikachu? ¿Te divertiste? –le pregunta el pelinegro. El pokémon asiente con su sonido característico.
La pequeña rubia dejó de abanicar y dirigió su mirada hacía donde señalaba su hermano. –¡Serena! ¡Ash! –gritó Bonnie. La pareja seguía acercándose hasta que Bonnie descubrió un detalle que su hermano dejó escapar–. ¿Por qué vienen tomados de la mano? –preguntó la menor–. Serena, no me digas que tú y Ash…
–¡Espera! –Serena interrumpió a su amiguita– Yo quiero decir eso –suspiró y luego dijo con mucha alegría–. Chicos, Ash y yo somos novios.
–¡Sí! –se oyó gritar a la pequeña rubia mientras daba saltos de felicidad– Yo sabía que algún día ustedes dos estarían juntos.
–¡Felicidades chicos! Ustedes hacen bonita pareja –halagó el inventor.
–¡Gracias! –respondió la feliz pareja al mismo tiempo.
De pronto, Bonnie se percató de otro detalle. –Serena ¿Y ese collar?
–Ash me lo regaló –respondió mientras volvía a ver a su amado.
–¡Está precioso! –decía Bonnie con brillo en sus ojos.
Ash puso su mano detrás de su cabeza y sonreía apenado. Después intentó cambiar la conversación. –¿Cómo les fue chicos? ¿Se divirtieron? –dijo Ash de manera cómica, ya que se imaginaba la respuesta de los hermanos.
–Yo no tanto. Tuve que perseguir a Bonnie por todo el parque. Estoy exhausto –decía el rubio mientras otra vez tiraba su cabeza en el respaldar de la banca.
–Lastimosamente hoy no pude encontrar una esposa para mi hermano, pero no descansaré hasta encontrarla –la menor levantaba el puño en señal de determinación. La pareja rio ante esa escena mientras que Clemont solo suspiró.
–Bien. Creo que es hora de regresar al Centro Pokémon ¿Les parece? –preguntó el azabache. Todos asintieron. Los hermanos rubios se adelantaron dejando a Ash y Serena nuevamente solos–. ¿Vamos? –pregunta el joven a la vez que le tendía el brazo a su, ahora, novia.
–Contigo, hasta el final –dijo la pelimiel mientras sujetaba el brazo de su novio para luego darle un beso en la mejilla.
Así nuestra joven pareja se dispuso a caminar de regreso al centro de descanso. A partir de ese día su aventura sería más emocionante, ahora irían en busca de sus sueños con mayor motivación, sabían que estando juntos podían superar cualquier obstáculo que se interpusiera en sus caminos, pero lo más importante, disfrutarían la vida junto a la persona que tanto aman.
FIN
Hasta aquí termina esta historia, espero que les haya gustado. Muchas gracias por dedicar un poco de su valioso tiempo para leer este fic. Si quieren pueden dejar su opinión de este capítulo o del fic en general. ¿Qué les pareció? ¿Qué les gustó? ¿Qué no les gustó? Si notaron un error, háganmelo saber. Siempre me preocupo por ese tipo de cosas. O si quieren sugerirme algo, bienvenidas son todas las sugerencias.
Eso es todo. Nos vemos. No sé hasta cuando pero estoy seguro que nos volveremos a ver. ¡Saludos!