Y bueno… Llegamos al final. Oh, no, no, hermosas criaturitas mal mutadas, no lloren… (Nadie llora, puta) Bueh, yo si estoy llorando (¡A nadie le importa!) y es que tenía tantas ideas en esta historia (¡¿Quién te juna…?!)… ¡SE PUEDE SABER DE DONDE CARAJOS ES ESA VOZ! (…)… Ah, Así me gusta, gato (¿

Ah, re… Bueh, estoy tarada… ¿Por qué?... No sé, desperté más pendeja que de costumbre…

geraldCullenBlack: Lo sé, lo sé, ama mía, Fanfiction es muy cruel cuando quiere serlo… ¡Claro! Tai Lung debe cumplir bien si quiere ser el padrino… Aunque aún buscan una madrina… Y yo sé que quieres serlo (¿ xD

AlienHeart1915: Tú me das miedo ._. ¡Jel mi, Gerald, Jel mi!... Ok, no xD Me caes bien.

pabillidge90: Yo sé que todos apuestan lo mismo… Soy un fracaso para mantener la intriga.

Shiro: "Shiro"… JAJAJAJAJAJAJa Lo lamento, pero el nombre es gracioso… JAJAJAJAJAJJA… Interesante, ¿No? Muy interesante xD

Leonard kenway: Pff, Sin Tigresa no hay historia… Duuuh.

CrWolf: ¡Uno mas para la causa "Muerte al Rey"!

Chica sombria: Chica sombría, tú tienes la papa… Exacto, sin Tigresa no hay historia.

fanatico z: Si, soy un alto asco para mantener el misterio… Pero dime, ¿Qué pistas?

Chikyuukuma15: ¡Obvio que la continuo! ¡Aquí esta!

Master PAO PT: Oh, no sufras querida PAO… XD

El dolor es esencial en la vida, es indispensable. Sin dolor, no conoceríamos el placer del alivio, así como sin angustia, no conoceríamos la dicha de la felicidad… No hay mal que dure mil años, no hay tormenta que perdure por cien. Todo llegará algún momento a su fin, ya sea para bien o para peor…

Tigresa jamás tuvo intenciones de lastimar a alguien. Un día, como cualquier otro, le dijeron que tenía que casarse, y al siguiente estaba vistiendo de blanco… Un día, se entregó a alguien que, creyó, podría llegar a enamorarse con el tiempo, y al siguiente… supo que la vida no era como se la habían pintado.

Ella solo buscó ser feliz. Se negó a quedarse de brazos cruzados… Supo que había consecuencias, supo que no estaba bien, pero no le importó.

Por primera vez, era feliz.


Epilogo.

Tigresa… Susurró Akame, con un hilo de voz— ¡Tigresa!

Las lágrimas cayeron sin control por el rostro de la felina, los sollozos fueron imposibles de contener. Sintiendo el corazón a punto de salírsele del pecho, corrió y se abalanzó a los brazos de su hermana. Ambas llorando. Ambas temblando de pies a cabeza. Como cuando eran niñas, como cuando temían a la oscuridad, Tigresa estrechó a su gemela en brazos, susurrando una y otra vez que todo estaba bien.

Allí, en el suelo, delante de ellas, yacía muerto el cuerpo de Jian, con una espada atravesada en su pecho.


La muerte del rey fue algo que conmocionó a muchos reinos. Sus causas jamás fueron especificadas.

Pasaron dos años, antes de que la reina volviera a aparecer en público y un año más pasó para que lo hiciera con el primogénito de Jian; un pequeño tigre blanco, de ojos color verde, oscuros como los de su padre, pero con el mismo brillo que los de su madre. ¿Por qué tanto? ¿Por qué su majestad mantuvo en secreto durante tres años a aquel hijo? Las respuestas jamás se darían a conocer.

Como cada mañana, la tigresa de bengala se vistió con un elegante vestido y se sentó en aquel trono de oro, dejando al pequeño tigre blanco sentarse en aquel que en vida perteneció a Jian. La sonrisa curvaba sus delgados labios al ver a su pequeño donde debía estar.

Él era el heredero, el único hijo de Jian.

—Su majestad…

El mensajero entró al salón y se inclinó ante ella, antes de entregarle un sobre de papel amarillento.

Con una sonrisa, la tigresa de bengala ordenó al ganso abandonar el lugar, antes de abrir el sobre.

—¡Oh, Rui!

—¿Qué sucede, mami? —Preguntó el pequeño de cuatro años, preocupado por la reacción de su madre.

Akame no respondió. Con una ancha sonrisa en sus labios, tomó a su hijo en brazos y estampó un sonoro beso en su sonrosada mejilla. Se levantó con el niño en brazos, aun sosteniendo aquella carta en su mano derecha, y caminó hacia uno de los grandes ventanales del gran salón.

—Tendremos visitas, hijo.

—¿Quién?

—Es una sorpresa —Murmuró, misteriosa, observando aquel trozo de papel.

Rio al ver la tosca caligrafía de su hermana, sintiendo su pecho hincharse de felicidad…

Querida hermana;

Agradezco tu carta anterior. Lía está cada vez más grande, es una niña muy hermosa y curiosa, ¡Amó aquel vestido rosa que le regalaste! En serio, hermana, ¿en qué pensabas? El rosa es tan… rosa. A veces, me impresiona cuanto se parece a ti.

Po y yo estaremos encantados de ir a visitarlos en unas semanas. Me muero por ver a mi sobrino. Me imagino que ha de ser todo un hombrecito ya.

Con cariño, Tigresa.

A kilómetros de aquel palacio, en un prado de verdes colinas y hermosas flores, los ojos de una tigresa de bengala se iluminaban como nunca al observar a su pequeña hija de tres años corretear entre risas y juguetones gruñidos, perseguida por un igualmente risueño oso panda.

—Te voy a atrapar… —Escuchó decir a Po, seguido de un divertido chillido por parte de Lía.

Cerró los ojos unos segundos, llenando sus pulmones de aquel cálido aire, solo para luego exhalarlo lentamente. Cuando volvió a abrir los ojos, estos se empañaron al ver que aquella hermosa visión no era ningún sueño. Era real, tan real como lo había sido desde un principio.

Observó a Po sujetar a Lía entre sus manos, elevándola juguetonamente en el aire, y rio al oír a la niña quejarse de que le iba a arrugar su vestidito rosa y reprender a su padre por ello.

Los recuerdos del dolor eran tan lejanos, que hasta parecían un muy mal sueño. Ya hacía mucho que no pensaba en ello. Dentro de unas semanas, vería a su hermana por primera vez desde aquella noche que había decidido irse, y la realidad era que ni siquiera la extrañaba. No extrañaba nada de aquel lugar. Joyas, vestidos, riqueza. Había dejado todo… Y no se arrepentía.

Tenía todo lo que pudiera desear. Era feliz. Po era el amor de su vida y juntos estaban criando a una hermosa cachorra… ¿Qué más podría querer?

—¡Mami, mami!

La voz de su pequeña de llamó la atención.

—Oh, mami no podrá salvarte —Se burló Po, con una tonta voz de villano.

Tigresa rio.

—¡Suelta a mi pequeña, malvado!

Estiró sus brazos para sujetar a Lía, que reía y pataleaba, pero Po la elevó tan alto como pudo, dejándola lejos de su alcance. Tigresa arrugó el entrecejo y colocó sus brazos en jarra.

—¡Po! —Regaño— La vas a tirar.

—¿Po? ¿Quién ese ese Po del que me habla, señora? —Inquirió el panda, con voz ridículamente áspera— ¡Yo soy, el malvado panda…!

Po se quedó pensativo, obviamente sin ningún "nombre bárbaro" para su personaje de villano. Tigresa rio y se colocó de puntitas para alcanzar a la pequeña, que comenzaba a molestarse por aquel juego. En ese momento, Po aprovechó y robó un casto beso de los labios de su amada.

Sonrieron, cómplices.

Tigresa tomó a Lía en brazos, sujetándola entre ambos, y volvió a unir sus labios con los del oso. Un beso tierno, lleno de cariño, de amor… Que duró hasta que las manitos de la niña se interpusieron entre sus rostros, apartándolos.

—Qué asco… —Masculló la pequeña.

Po y Tigresa rieron, antes de estampar un sonoro beso en la mejilla de su hija, el cual ella rápidamente se limpió, alegando de que le habían llenado de baba los cachetes.

—Anda, ve a lavarte las manos, el almuerzo está listo.

Y dicho eso, Tigresa dejó a la niña en el suelo. Lía asintió y corrió dentro de la casa.

El carmín en los ojos de Tigresa brillaba como nunca. Sus sonrisas jamás habían sido tan radiantes. Po la observó, tan enamorada como la primera vez que la vio, y con una pícara sonrisa curvándole los labios, la tomó de la cintura, jalándola hacia él y rodeándola en un posesivo abrazo.

Jamás se cansaría de abrazarla, de besarla, de amarla. Jamás se cansaría de ver aquellos hermosos ojos carmín cada mañana al despertar, ni se oír su nombre ser suspirado por aquellos labios cada vez que hacían el amor… Jamás dejaría de amarla.

Un zape, no muy fuerte, en su cabeza le llamó la atención.

—Quita esa mirada, pervertido —Le reprendió Tigresa.

—¿Qué mirada, amor mío?

—Calla y bésame.

—Lo que su alteza me ordene.

Los brazos de Tigresa le rodearon el cuello y él afirmó aquel abrazo a la cintura de ella. Ambos rieron, uniendo una vez más sus labios en un apasionado y tierno beso.

—¡Suelta a mi papi!.. Es mío…

Tigresa sintió a su pequeña jalarle de la falta para llamar su atención y entre risas, abandonó los labios de su amado esposo, para que este pudiera tomar en brazos a su celosa y posesiva hija… Si, definitivamente, aquello valía todo lo que había dejado atrás. El dolor, los años oscuros, la angustia. Valía todo eso y mucho, mucho más.

¿Quién lo diría?... Todo aquello que había comenzado como una travesura, se había convertido en la razón de su existir.

Fin.


Y bueno… Hasta aquí esta pequeña historia. Espero que os haya gustado (¡Callate, gila, que no sos española, boluda, sos argentina narizona) Bueh… Me hacen bullying aquí xD

Chau, chau (Ah, re se creía Mirtha) los leo en… Bueh, en cualquier otra historia que comenten xDDD