Epílogo
La puerta del numero 12 de Grimmauld Place se volvió a abrir luego de cuatro meses de estar cerrada. El primero en ingresar a la casa fue un gran perro negro con su correa roja y el nombre "Bubu" grabado en él. El pequeño cachorro ya no era pequeño, en el tiempo que estuvo viviendo con lo Grangers había crecido y mucho.
Fuera, Hermione se despedía de un Cadillac, en el que iban sus padres, agitando la mano. Harry también lo hacía, pero casi gestualmente, porque sus brazos estaban ocupados levantando dos grande y pesadas valijas.
El anillo de compromiso de Hermione reflejaba la luz del sol en esa despedida. Cuando el Cadillac dobló en la esquina bajó la mano y acarició su anillo. Éste tenía sus nombre grabados «Harry Hermione Siempre». Ese día, el día que un loco Harry Potter apareció con el anillo de compromiso para ella, fue el más feliz de todos. Eso, con lo que fantaseó alguna vez de niña, era una realidad ahora.
Hermione se giró y vio a su novio complicado. Ella rió.
Harry intentaba ingresar a la casa con las dos valijas, parecía ser una misión imposible, pero con torpeza y a regañadientes logó pasar con ambas valijas sanas y salvas. Pero la risa de su novia le llamó la atención.
—¿Que es tan gracioso?— preguntó parodiando una ofensa.
—Jajaja. Nada amor—respondió ella—, sólo que me divierte verte llevar esas pesadas valija con los brazos cuando puedes usar magia.
Harry exhaló sintiéndose tonto. No se había dado cuenta de eso. Por suerte siempre tenía a Hermione, sin ella se hubiera perdido o muerto algunas veces. Se sonrojó por no darse cuenta.
—Y ahora me lo dice amor— Harry la miró con una torpe risa.
Ella le dio un abrazo y lo besó. Él era así. Un día derrota a Voldemort, el mago más temible de mundo, y al otro se olvida de ser mago y lleva pesadas valijas en sus manos.
Hermione le estampo otro beso y se fue a recorrer los pasillos de allí. Mientras Harry recuperaba el aliento por cargar con esas cosas.
Harry miró su anillo, sin dudas lo mejor que hizo fue comprometerse con ella, era la única que lo entendía, la única que lo conocía de verdad y la única que lo había visto llorar y reír, ganar y perder. Era única, no había nadie como ella. Una noche, mientras dormí junto a Hermione, en la casa de los señores Grangers, tuvo el sueño más maravilloso de su vida. En él, abría los ojos y vía a Hermione son un pequeño niño en sus brazos que lo llamaba papá.
Aquél sueño lo llenó de ilusión, y ese mismo día se comprometió con ella. Haciendo realidad su sueño.
En ese momento Hermione apareció frente a él con una carta en sus manos. En el rostro de ella había algo de preocupación. Y como no preocuparse cuando el Ministerio de Magia manda una carta.
Ésta decía:
Estimado señor Potter:
Deseamos que se hayas divertido en su viaje. Pero la próxima vez intente no ser visto por los muggels. Su viaje trajo mucho trabajo a todo el ministerio con tantos muggels que desmemoriar. Esta gravísima infracción sólo la dejaremos pasar por ser usted quien acabo con el Señor tenebroso.
Esperemos que esto no vuelva a ocurrir.
Y bajo el sello del Ministerio se encontraba la firma de todos los miembros de la comisión. Todos querían figurar en esta carta al parecer.
Harry y Hermione rieron y la carta quedó a un lado.
Es ese momento lejos, muy lejos de Londres, en una tren de Luxemburgo. Roger Brown se encontraba con Gabrielle Parker dentro de un compartimento vacío.
Si llegaron a esta parte, quería agradecerle por haber leído esta historia. La verdad que me divertí mucho escribiéndola.
Gracias a todos los que comentaron, los que la agregaron a favoritos y a los que pasaron solo a leerla.
Espero que le haya gustado. Siempre intento hacer lo mejor cada vez que escribo algo.
Gracias por todo.
Saludos.