Capitulo I

Camelia

−Dices disfrutar de la soledad sólo en ocasiones ¿En qué momento no te gusta estar sola?

− En el momento en el que me siento sola, por supuesto.

Levi no apartó sus ojos de Mikasa después de aquella respuesta hosca, dejó a un lado las notas para inclinarse hacia el frente, recargó los codos en sus piernas y su rostro en su mano derecha. Tenía a su –ya no tan− nueva paciente a menos de metro y medio de su cuerpo, sentada sobre el sofá individual que hacía juego con el suyo. Ella tenía la expresión seria con la que invadía su consultorio cada semana, esa que permanecía durante toda la consulta.

La chica era experta en simplificar las apariencias, lo había incluso anotado, "que pregunta tan estúpida, ¿qué no ves que la respuesta es obvia?", era lo que ella pensaba, lo sabía; la paciente que había llegado a su consulta hace apenas un par de semanas no veía al mundo de manera especial "Has perdido tu capacidad de asombro", había dicho él una vez antes de que ella regresara a casa "El mundo no tiene nada de asombroso", había respondido ella antes de desaparecer tras la puerta.

Bueno, sin importar que a Mikasa nada en este mundo la hiciera feliz ella continuaba siendo una chica y Levi queria ayudarla; después de todo, aquello era su más reciente meta, y nada tenía que ver el hecho de que él acosara a una tímida y silenciosa Mikasa un tiempo después de que se conocieran, claro, hace no más de veinte años. ¡Para nada!

Era una pena que después de su inesperado reencuentro hace unas semanas ella no lo haya reconocido.

Después de salir a paso firme del consultorio del doctor Rivaille, Mikasa se dirigió hacia la parada del autobús, era frustrante carecer de un auto y tener que caminar con aquellos tacones de siete centímetros, que a esas alturas del día se sentían como quince. Trabajaba con el titulo de su carrera técnica en un laboratorio particular que se ubicaba al centro de la ciudad; ¿puesto? Asistente de un reconocido parasitólogo, no era conocido por todo el mundo, pero era bastante bueno. Y amable.

Eran las nueve con cuarenta de un miércoles por la noche –uno que afortunadamente estaba por terminar− porque los miércoles tenia que visitar a Levi –y lo sábados, si, que nadie lo olvide− y Mikasa odiaba a Levi… bueno, no exactamente a él, si no que, Mikasa odiaba a los médicos; ellos eran ese tipo de personas poseedoras de un conocimiento que podría brindarles una fácil arma para asesinarte – cualquier cosa química y mortal que no deje huella− quizá esas ideas eran extrañas, pero Mikasa no confiaba en nadie. Y estaba un poco loca, por supuesto. Era una paranoica de lo peor.

Subió los escasos escalones del autobús y deslizo un par de monedas en el cajero; sus ojos se fijaron en el interior buscando un espacio libre, uno al lado de alguien que no luciera como un delincuente, claro. Termino por sentarse sola en el asiento que quedaba antes de la salida trasera del camión; práctico, para esas ocasiones en las que se perdía entre sus propias nubes, deambulando en algún par de mundos ficticios, en aquellos momentos solía ponerse de pie de inmediato dando a entender a los demás que debían moverse antes de apretar con fuerza el botón de parada y bajar con un par de saltos hacia tierra firme. Generalmente no era necesario, bueno, sólo a veces. Algunas veces.

Pero esta vez no fue necesario, Mikasa bajó del camión sin la necesidad de utilizar un par de saltos desesperados en busca de estabilidad. Caminó una vez más y pasó frente a aquella cafetería en la que se topaba a Levi cada mañana, absolutamente, cada mañana. Él siempre se encontraba en la mesa a un lado de la ventana cuando ella se dirigía rumbo a la universidad vestida con algún pantalón rasgado, tenis y una blusa con mensajes o uno que otro estampado lúgubre. Quizá algo estúpido como "no vengo mucho por aquí", o alguna camiseta de Muse, si, definitivamente ella tenía una de esas.

Siempre fingía no darse cuenta de su presencia al pasar a su lado, aunque aquello era casi imposible, después de todo eran separados por un delgado y transparente cristal; la mayoría del tiempo siento atendido por una mesera de cabello corto que le sonreía sin remordimientos, mirándolo a los ojos con sus orbes color miel mientras sostenía una taza de café humeante frente a su pecho. El doctor siempre le devolvía la sonrisa, siempre, a pesar de que la chica aparecía para interrumpir su ferviente lectura, él sonreía, era un tanto patético, un poco asqueroso. Algo sumamente desagradable para su gusto.

Sin embargo, sabía que la observaba al pasar frente a él con su mochila en la espalda y su desarreglado cabello suelto, quizá él la miraba raro y pensaba lo diferente que ella se vestía para asistir a sus consultas; cabello recogido, camisa blanca, pantalón –de vestir− negro y zapatillas de tacón bajo. Durante la temporada de otoño-invierno usaba blazers, color negro, blanco y por supuesto, el combinado de negro con blanco. Bastante monocromático.

Mikasa marcó con su dedo índice la contraseña que le permitía ingresar al bloque de departamento en el que vivía; la puerta eléctrica se deslizo hacia su izquierda y ella entró antes de que ésta se cerrara de nuevo; sus pies se movieron en dirección al elevador, subió hasta la cuarta planta y después de que las puertas se abrieran casi corrió en dirección a su puerta, con su mano encajó la llave en la cerradura y empujó la puerta con la esperanza de no encontrar alguna sorpresa dentro, algo o alguien. Encendió la luz y analizó, no había nada.

Y si, los asesinos seriales también eran su trauma.

Dejo su bolso a un costado de la cama al mismo tiempo que le permitía a su cuerpo sobre ésta, odiaba tener que ir junto a Levi y "contar" su problemas a él, ella no estaba loca, no tanto, no lo necesitaba; se lo había dicho a sus padres aunque sus palabras contradijeran a las de su médico general "necesitas un psicólogo, necesitas ayuda profesional", ya lo había dicho ¿cierto? No confiaba en nadie, por lo tanto, no estaba en condiciones como para ir por ahí contando a un doctorsete como ese lo que pasaba en su vida.

¡Uno solo tenía que mirarlo!, estaba segura de conocer su personalidad con solo haberlo visto unas cuantas veces, ese pequeño enano ni si quiera debió haber sido medico, debió haberse dedicado a algo como servir al ejercito, si, él se veía de ese tipo.

Ella no se iba a conseguir amigos por dinero, no quería a alguien como Levi Rivaille en su vida y no le importaba si su familia había sido amiga o no de la suya; "él no es mi amigo, yo no tengo amigos, yo no lo conozco", la primera vez que lo vio había sido obligada por su madre a asistir.

¿Por qué estas aquí?− había preguntado él

Porque mi doctor dice que debo estar aquí− había respondido ella.

Esa fue la primera vez que Levi la escudriñó con la mirada, la había reconocido de inmediato, ella era más alta que él, si, pero sólo un poco más alta que él; se había dado cuanta cuando se levanto para recibirlas –a ella y a su madre− tenía que hacerlo, después de todo no era cualquier paciente, era Mikasa, la niña con la que se columpiaba de las varas de un soporte de aire acondicionado bastante alto, "¡bajen de ahí!", siempre gritaba su madre. Él sonrió acariciando su cabello, eran buenos recuerdos.

Eran la diez treinta y siete, había llegado a casa hace poco mas de media hora y desde entonces se encontraba sentado en la cama, la computadora descansaba sobre sus piernas mientras él miraba pensativo la pantalla. Por supuesto, él se había dado cuanta de que debería comenzar a conocer a Mikasa pronto, ella ya no era como antes, ni si quiera estaba seguro de haberla conocido bien antes; ¿Qué le atraía ahora?

No lo sabía, simple y sencillamente no lo sabia.

Así como tampoco sabía qué hacer con ella, la veía pasar frente a él cada mañana, caminaba rápido, sin mirar a los lados y muy posiblemente, sin fijarse en él y Levi quería de alguna forma acercarse más a ella, no de la forma en la que había estado haciendo desde hace dos semanas, eso era basura. Definitivamente era basura.

Sabía que ella no tenia amigos, se lo había preguntado y ella había respondido en seco: "no necesito amigos"

−"Los seres humanos no son solitarios, no es su naturaleza, no puedes pasar tu vida sin contactar a nadie"

−"Por eso estoy aquí ¿no?"

Ella solo daba negativas. Al parecer era lo único que tenia y personalmente, quizá se sentía un poco decepcionado.

Pero sólo quizá.

Porque ella siempre había sido seria, reservada; se limitaba a quedarse tras el telón y actuar solamente al estar segura de haber aprendido correctamente al ver los errores de los demás. Lo sabía, lo había visto, porque antes, él la había observado lo suficiente.

Suspiró.

Hace siete años que habían dejado de verse y casi no podía creer el hecho de que aun le gustara. Además, ¿cómo era posible que no lo recordara? Era Levi Rivaille, el chico a los seis que le robo un beso –en la mejilla− mientras dormía, habían ido a las mismas escuelas hasta los diez años, aun si nunca fue en el mismo grupo ella debía recordarlo; tenía que hacerlo.

Él quería que lo hiciera.

Quería que ella recordara tan solo algunas partes de su vida en las que aparecía él y de preferencia las que no dieran vergüenza, porque en jardín de niños de verdad que había sido un amor muy puro e inocente. Demasiado diría él.

Se quitó la redondeadas gafas y cerro el portátil colocándolo sobre el buro; sentía los ojos cansados y el cuello adolorido; sabía que la vería por la mañana, siempre lo hacia. Podría simplemente llamar su atención y ofrecerle llevarla a la universidad, no seria extraño, no, después de todo la había llevado a casa antes, ella incluso había dicho gracias. Sabia que era cortesía, pero probablemente pensaba que no le debía nada a él y así era.

La mayoría del tiempo ella cargaba en su rostro con unos ojos rojos y vidriosos, lloraba probablemente muy a menudo.

−"Sólo cuando estoy muy estresada"había dicho sin mirarle

−"¿Por qué te estresas?"

Mikasa lo había mirado con una expresión de "no te importa" en su rostro.

−"Soy muy exigente conmigo misma"− hizo una pausa −"al menos en las cosas que realmente me interesan"

Si, y también era tan desabrida frente a él, siempre a la defensiva.


¡Hola!

Espero que este fanfic les guste, en realidad no lo escribí para este fandom pero aquí esta ñ_ñ espero no haber hecho a Levi tan Ooc, porque como ya dije, en realidad no lo había estado describiendo a él así que hice todo lo posible para adaptarlo a su esencia,; la trama era para Tokyo Ghoul y el médico era Kaneki y quien haya visto ese anime sabe que ese hombre no se parece para nada al sargento XD

Por cierto, lo de las gafas redondas ya saben que es de Sasaki y no quise quitárselas a Levi XD, solo imagínenlo con esas cosas Jejeje.

Bueno, creo que eso es todo. Espero que dejen sus opiniones buena o malas en un review Q.Q

Por favor :)


Ni Shingeki no Kyojin ni sus personajes me pertenecen, soy dueña únicamente de la trama de esta historia, la cual esta escrita sin fines de lucro.