Solamente mío

Capítulo 1

Maldita realidad

Este es mi primer fic por aquí, espero que sea de agrado. debo aclarar que Gilbert (Prusia) y Roderich (Austria) comparten lazos sanguíneos, decidí que serían primos. En cuanto al contenido, posee algunas partes con insinuaciones sexuales, pero nada muy explicito, aun así no sabría como calificarlo, por lo tanto, dejare todo al criterio del lector.

Es la luz de la mañana la que se cuela por la ventana, bañando tu largo cabello café, el cual yace sobre la almohada. Me incorporo hasta estar sentado sobre la cama. La sabana se desliza sobre mi pecho. El frio que impacta sobre mi piel desnuda, me hace tiritar. Al levantarme me dirijo a la bañera, es temprano para ir a trabajar, pero no deseo verte despertar. Contemplo las marcas que has dejado sobre mi piel, me arden… pero es normal, mi piel se marca con facilidad.

Trato de borrar tus huellas con un baño frio. Sin importar el dolor que esto produce en mi cabeza. Contengo la respiración por un momento, mas emergí del agua al necesitar respirar. Recuesto mi cabeza en la bañera y siento que el aire entra a mi nariz, como navaja, Doloroso y punzante. Al salir, peino mi cabello blanco... Ya he notado que mis labios están de un tono lila, al igual que la piel bajo mis uñas.

Tras vestirme para ir a trabajar, te preparo desayuno y lo coloco en la mesa junto con una nota. Igual que cada día, tengo que fingir. Aquí no ha sucedido nada. Oh la hipocresía, ella es parte de mi vida…Saludo a todos antes llegar a mi oficina, Les hago creer que mi ego es más grande que el Empire state.

-Llegaste temprano East-comenta mi hermano con su voz severa-Sucedió algo de lo que no esté enterado-concluye preocupado.

El cabello rubio de Ludwid Bielschmidt, está perfectamente peinado hacia atrás, su cuerpo fornido y gran estatura lo hacen imponente. Siempre lleva una expresión seria, sin embargo sus ojos celestes lucen preocupados en este momento… él es mi antítesis, soy alto, pero jamás lo seré tanto como west, mi cuerpo está marcado, más nunca seré tan fornido como él, sobre mi cabeza descansan hebras blancas y mi despreocupado rostro tiene dos rubíes por mirada…

-No, todo está bien West-respondo fingiendo indiferencia-sigo siendo tu asombroso hermano mayor.

-Nunca llegas temprano-agrego cruzando los brazos-No soy tonto Gilbert, hace una semana tienes este extraño comportamiento, si hay algo que te moleste… puedes contármelo, después de todo, soy tu hermano…

Aclare mi garganta, mientras me acomodaba en mi silla, le mostré un rostro serio a mi hermano y pude ver como la preocupación en sus ojos se agravaba.

-Por… ¿Por dónde empiezo?-deje salir las palabras con tortura.

-Que tal, desde el principio…-respondió Ludwid con inseguridad.

-De acuerdo, será mejor que te sientes-comente sin mirarlo.

Haciendo caso a mis palabras se situó en una silla justo frente mí, dispuesto a escuchar todo lo que tenía que decirle.

Todo comenzó cuando conocí a mi mejor amigo… Erzsébet. Siempre peleábamos por ser el mejor en cualquier banalidad, aun sí compartíamos todo, éramos tan unidos, llegamos a apreciarnos como hermanos. El mejor equipo en deportes, luchas y carreras… pero Erzsébet nunca me dijo un hecho que yo obvie toda mi niñez, sin embargo no lo pudo ocultar, era una chica… su padre siempre anhelo un varón que continuara con su el apellido Héderváry. Nació una niña, ella era un poco masculina, pero niña en fin. Eli trato de complacer a su padre en todo, pero por problemas familiares él los abandono, a ella y a su madre. Siempre me decía que era porque su madre no podía tener más hijos, estaba completamente segura de ello… jamás se lo discutí.

Desde primaria Comenzaron a llamarla Elizavetha o Eli, supuestamente eso significa su nombre, sin embargo me negaba a verla como lo que era, una chica, seguía usando pantalones, zapatillas y camisetas. Recuerdo que era muy colérica y problemática, eso le restaba femineidad, a pesar de que llevase el uniforme.

A mi parecer seguía siendo mi mejor amigo, sin embargo al saber que era una mujer, algo creció en mí, algo que no sabía cómo manejar. Aun la quería, la acepte con todo, cada parte de ella era perfecta para mí, adoraba sus manos rasposas y las heridas en sus rodillas, sus pestañas pobladas, su ahora largo cabello, hasta la forma dura y tosca en que se expresaba. No me importaba que nunca usara faldas o tacones, le restaba importancia a que comiera mucho y de manera descuidada. Sin haberlo querido me había enamorado de mi mejor amiga.

Un día en especial se quedó a dormir en casa. En la mañana del siguiente día, llegaron algunos de mis familiares, entre ellos, mi primo Roderich. Para mi Rode no era más que un señorito delicado y amanerado, pero para Eli fue el primer amor de su vida…

-¿Cómo me veo?-pregunto ella.

-¿Importa acaso? –respondí.

-Claro que sí-exclamo molesta.

-¿Desde cuándo eso es importante? ¿Quién eres y que has hecho con mi Erzsébet?-le pregunte burlesco.

-No me llames así…eres un idiota Gil-me dijo molesta.

Así fue como Roderich comenzó a cambiarla… faldas que cubrieran sus marcadas rodillas, camisas de encaje, flores de colores en su cabello, perfumes empalagosos, actuaciones estúpidas, su cabello creció aún más, su risa se agudizo… ya no éramos un equipo, nada volvió a ser igual. Muy profundamente detestaba a mi primo por quitarme algo que nunca fue mío, por lo cual se lo demostré, ya que siempre que podía lo hacía enfadar y lo molestaba, pero lo único que conseguía era que Eli se enojara conmigo.

Erzsébet desapareció entre perfumes costosos y tacones altos, aun así la seguí amando, tenía la esperanza de que olvidara al podrido de mi primo, que mi amiga volviera a ser quien era. Junto a mí ella se expresaba con naturalidad, sin embargo al verlo cerca se transformaba. Todo eso me enferma, detesto esa tonta actitud, cuanto la odio, pero la amo al mismo tiempo, porque sigue siendo ella… ¿contradictorio cierto? Ni siquiera yo me entiendo.

Roderich no la amó. Eli lo busca y se muestra como su amiga, pero él solo la cambia más y más. Sé que ni siquiera sabe quién es ella o que le gusta, es la verdad, no la conoce como yo. Fui yo quien la vio llorar cuando sus padres se divorciaron, fui yo quien la abrazo, su consuelo, su amigo, quien la protegió. El único que le brindo un lugar donde vivir, cuando escapo de su madre adicta al alcohol y esa fue mi perdición…

-Gilbo no tengo a donde ir, pero no me quedaré -confesaba entre lágrimas.

-Quédate conmigo, soy tan asombroso que aceptare que no pagues tu estadía hasta que consigas un buen trabajo-respondí tratando de animarla.

-No quiero aprovecharme de ti-dijo avergonzada.

La convencí. Vive conmigo, ríe a mi lado, me hace el almuerzo, comemos juntos, vemos la televisión cada noche. Me ayuda a cuidar de mi canario. Es casi perfecto… casi.

-Ya llegue-dije entrando a mi apartamento- ¡¿Eli, estas en casa?!-exclame.

La encontré en su habitación, ella lloraba en silencio, Levanto su rostro y me miro a los ojos. Nunca tuvo miedo de ser ella misma frente a mí, esta ocasión no fue la excepción. Me acerque a ella y noté que habían varias latas de cerveza a su lado, la cual yo había comprado para mí consumo personal.

-¡¿Por qué bebiste todo eso?!-exclame- era mío y no te importo… tú no eres así-agregue más preocupado que molesto.

-Está saliendo con otra chica-respondió con la voz quebrada- no le importo todo lo que he hecho para agradarle, Rode esta con alguien más-dijo llorosa.

-¿Cómo lo sabes?- pregunte con un nudo en mi garganta.

-Hoy fui a la academia de piano para verlo, pero me dijo que hoy saldría con una de sus estudiantes y estaría ocupado-contesto monótona.

-Puede ser para reforzar sus clases o algo así- agregue.

-¡No soy una idiota!-rugió con fuerza.

-Lo seguiste…- algo en mi interior me dijo que era la verdad.

Ella bajo su rostro y miro el suelo avergonzada. Más lágrimas cayeron desde sus ojos para impactar en el suelo…

-¿Qué viste?-le pregunte molesto

-…-no contesto

-¡Erzsébet solo dímelo!-levante mi voz enfurecido.

-¡No, no quiero, no entiendes, ya deja de llamarme así!-respondió abrazando sus piernas contra su pecho.

Entiendo más de lo que ella se imagina… me arrodille frente a ella y con mis manos sobre sus rodillas, hice que deslizara sus piernas sobre el suelo, la abrace con fuerza, deje que llorara en mis brazos, todo lo que ella quisiera, todo se lo daría.

-Te amo demasiado, no quiero verte así-dije acariciando su cabeza-pídeme algo, lo que sea, te lo daré-agregue con seguridad.

-Ámame-dijo dejando de llorar-¡si eso es cierto, ámame!- exclamo en mi pecho.

-Eli…

-Dijiste lo que sea, eso es lo que quiero- sus manos apresaron mi camisa con fuerza.

-Estas borracha, te vas a arrepentir-concluí tratando de zafarme de su agarre.

-No, eso es lo que quiero-ella no me dejaba ir.

-No voy a violar a mi mejor amiga, menos si esta ebria-respondí abrazándola.

-No es violación, soy yo quien te lo está pidiendo-dijo subiendo su rostro.

No pude replicar, sus labios estaban sobre los míos. Por un momento el tiempo se detuvo y una corriente recorrió mi cuerpo entero. Mi conciencia me gritaba que esto estaba mal, todo apuntaba a que yo sería quien perdería la batalla. ¿Cómo llegamos a esto? Todo estaba mal, e iba a empeorar, mi torso expuesto y las prendas de ella estaban intactas.

- Erzsébet… ¡esto está mal!-gruñí con fuerza.

Tome fuerza de donde no la tenía y trate desesperadamente de quitármela de enzima sin lastimarla. Su mordida se clavó en mi cuello, grite adolorido, mas ella me silencio nuevamente. Sí, su mirada me embrujaba y su piel era porcelana, mi intención no era quebrarla. Parecía estar en una agridulce pesadilla, no quería esto, pero lo que había entre nosotros era un parasitismo mutuo, ella tomaba mi debilidad y se hacía de ella, mientras que yo tomaba su vulnerabilidad y robaba la poca inocencia que le quedaba.

Yacimos juntos en su habitación, conocí todo de ella, mientras que sus manos tocaron mi alma, ensucie su pureza, desgarre su belleza. No se sentía amada, lo único que ella quería era eso, pues lo consiguió, ahora más que nunca me sentí quebrado. Entonces lo supe, esto sería lo único que tendría de ella. Hoy es mía, más nunca lo sería completamente, su corazón no me pertenece… desperté a su lado, sus brazos enredados en mi torso amoratado, me aleje de ella desesperado, subí las escaleras y me encerré en el baño, llene la bañera con agua fría y me hundí en ella, una vez bajo el agua un dolor agudo lleno mi cuerpo- lo merezco-pensé. Me odie tanto, -¿qué he hecho?- era lo único que podía pensar. Estando dentro del agua grite con desesperación y rabia.

-¡Gil!-escuche que gritaban mi nombre.

Sonaba lejano debido a mi posición, sentí manos cálidas tomar mis gélidas muñecas, sacándome de mi helado escondite. Me envolvió con una toalla, mientras yo tocia y tiritaba, la rapidez con la que me hizo emerger logro que el agua entrara en mi nariz. Era ella, me miraba preocupada y asustada, eleve mi mirada hacia ella, enseguida lo supe, los moretones la habían asustado.

-No es tu culpa, mi piel se marca con facilidad-dije con simpleza.

-¿Qué mierda hacías, acaso quieres morir ahogado y con hipotermia?-me reclamo.

-Claro que no-dije esquivando su mirada.

-Acerca de lo de ayer…

-Calla-dije cerrando los ojos.

-Pero…

-Por favor, no digas nada-no quería dejarla hablar.

Actuamos como si nada pasara, nadie lo sabe. Eres buena en la hipocresía y tus máscaras son muy creíbles. Sin embargo al llegar el ocaso tu buscas mi lecho y yaces conmigo… ya estoy cansado de todo esto, no puedo continuar, sé que no estoy loco, no te he imaginado o soñado, tu presencia a mi lado cada mañana me lo asegura, aun así, no entiendo, porque el único que se siente ultrajado aquí soy yo.

-Hermano… lo que me has contado, es… yo- Lud se movía inquieto en la silla.

-No hables de esto con nadie, ni con tu sombra, hablo en serio-dije levantándome de mi puesto.

Mi horario había sido cumplido, pero tan solo hable con mi hermano de mi situación actual…el tiempo se ha escapado rápido. Salí de mi oficina y avance a pasos rápidos hasta llegar a mi auto. Conduje por las calles con rapidez, estaba tan cansado que en ocasiones cabeceaba contra mi voluntad, solo quería llegar a casa y dormir, ya que la falta de sueño está haciendo efecto en mi cuerpo. Una vez frente a mi apartamento, entre en silencio, no quiero alertarla de que estoy aquí, entre en mi habitación, arroje mi saco al suelo y me desplome sobre la cama.

-Gilbert…-había perdido en conocimiento por cortos minutos hasta que su voz me hizo despertar.

-…-no conteste, solo suspire con pesadez. Sentí sus manos colarse por mi camisa-Eli, ve a dormir-dije con voz ronca.

Besó mis labios y otra vez caí, había jurado que hoy no pasaría y no lo conseguí. Sonríes triunfante, sé que adoras ver lo que me provocas, es mi piel la clama que me uses, llévate todo lo que tengo, quiébrame, usurpa lo que siempre fue tuyo, porque para ti nunca es suficiente, ya tenías todo lo que yo poseía, nunca te saciaste de eso, ahora mi cuerpo también es tuyo, ¿Qué más quieres? Es el clímax más horrible al que he llegado. Te doy la espalda, me has dejado sin aliento, me incorporo saliendo del colchón y trato de calmar mi corazón, el cual late fuerte y rápido.

-¿A dónde vas?-murmuras abrazando mi espalda.

-Hoy quiero dormir en el sofá-contesto cansado.

-no te alejes, odio dormir sola, quédate conmigo-agrega halándome hasta la cama junto a ella, me mira a los ojos en silencio, mantengo el contacto visual con angustia enmascarada de cansancio, levantas tus manos y acaricias mis mejillas-Que… ¿Qué es lo que más te gusta de mí?- pregunta ella clavándome un puñal invisible en el pecho.

-Tus rodillas-respondo siendo lo más transparente que puedo.

-Eso no tiene sentido-respondes confundida.

-Al igual que tu pregunta-le digo quitándole la cara.

-¿Por qué te gustan mis rodillas?- me cuestionas mientras sueltas mis mejillas- están marcadas, lucen…

No continúas, veo como abrazas tus piernas y miras con desagrado las cicatrices que surcan la piel de tus rodillas. Llevo una de mis manos sobre esa piel, te acaricio mientras suspiro con pesadez, sé bien que no entiendes mis acciones, tu mirada confundida me lo dice claramente. Sonrío sin quererlo, pero no es una de mis típicas sonrisas de superioridad, en su lugar deje salir una cansada y dolorosa.

-Hermosas- termino la frase que tu comenzaste.

-Quisiera que él fuese como tú-respondes al quitar mi mano de ese marcada superficie.

Si tan solo comprendieras, cuanto duele la indiferencia que muestras hacia mis sentimientos. Solo usas tus palabras para herirme. Me oculto del escrutinio de tu mirada, al taparme completamente con las sabanas. No voy a discutir, siempre duermes y no mencionas nada, ¿por qué debería escucharte hablar ahora?

-Perdóname…-murmuras recostando tu frente en mi espalda.

Rodeaste mi torso con tus brazos. Cerré mis ojos y me despoje de mi realidad, prefiero no verte, no sentirte, me obligo a perder el conocimiento entre mis sueños rotos y tus fríos destellos de arrepentimiento…

Amaría saber sus opiniones personales, criticas y consejos. les pido que me dejen saber sus inquietudes. por otra parte si cometí algún error ortográfico les pido disculpas.