Capítulo 19:

El capítulo fue beteado por mi veloz amiga Lis. ¡Gracias por este favor!

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Regulé mi respiración y fingí seguir dormida por unos minutos.

Sentía sus dedos acariciar mi espalda desnuda, subiendo y bajando sin un patrón especifico, como si trazara extrañas figuras sobre mi piel. Era un buen incentivo para abrir los ojos, pero prefiero seguir recibiendo la caricia.

Sé que la sabana se está revelando cada vez más. Lo sé, porque lo escucho. Pero no lo siento. La suave caricia aplicada por sus dedos, es de lo único que estoy consciente ahora.

Siento su cuerpo acercarse al mío a lo largo de la cama y su brazo a mi alrededor, llevándome más cerca de su pecho. Esto podía ser el cielo… o podía estar soñando.

Podría acostumbrarme a esto. ¡Mierda! Me quejaría si no recibiera el mismo trato cada mañana.

—Fuiste la primera cosa buena que hubo en mi vida —sus labios estaban en mi frente, susurrando—. Tú y mi hija, son mi existencia —no sabía si Edward estaba al tanto de mi estado de consciencia. Me gusta creer, que soy lo suficientemente buena fingiendo dormir, para engañarlo, aunque sea un par de minutos. Pero abrí los ojos, porque ya no podía seguir resistiéndolo. Necesitaba mirarlo, saber que él estaba ahí, a mi lado. Que era real. Que nosotros éramos reales. Me hundí en esas profundas esmeraldas y supe que nada podría salir mal. Jamás.

No mientras él estuviera conmigo. Todo sería jodidamente perfecto.

—Te amo. Gracias por ser tan… tú. Gracias por ser siempre tú —sus labios estuvieron sobre los míos antes de que procesara siquiera el movimiento. No me molestaba. Jamás lo haría.

Pero era tarde…

No tarde como para tener un buen beso. Sino, lo suficientemente tarde, como para que Emma entrara en el momento menos oportuno. Edward y yo, no habíamos estado llevando los besos castos a las primeras y segundas bases, últimamente.

Si íbamos a jugar, apostábamos todo. ¡Y luchábamos por el home run!

Nuestra princesa no necesita saber aún, por qué mami Edward y mami Bellibu juegan tan brusco horizontalmente.

—Te amo —dije entre sus labios. Él sonrió y me apretó aún más fuerte—. No te imaginas cuanto te amo.

—No importa. Te amo más. Te amo desde antes… eso debe cuantificarse —sonreí. Porque él es maravilloso. Y porque jamás le dije que me enamoré de él, el día que Emmett nos presentó. Era demasiado tierno e inocente en ese entonces. Yo no.

Me subí a horcadas sobre él.

Estar desnudos no era exactamente un incentivo para mantener los besos en las primeras bases… Mucho menos cuando él se despertaba tan alegre contra mí. Lo besé. Sólo por el gusto de saber que este hombre es tan jodidamente mío, que se siente irreal.

—Trae tus cosas hoy, amor —dijo Edward cuando mis brazos estuvieron extendidos entre nuestros pechos, generando un espacio de seguridad—. Múdate con nosotros. Seamos realmente una familia —su sonrisa, tan perfecta y soñadora, ni siquiera me permitió pensar en la respuesta.

—Si

Edward se levantó y me besó. Sin mantener nuestra norma de besos castos en la mañana. No me quejaría… no en la forma que él me estaba besando.

Mis manos fueron inmediatamente a su nuca, tirando no tan suavemente de sus cabellos. Las suyas, estaban en mi cadera, guiándome en movimientos ascendentes y descendentes, llevándome suavemente al lugar que ambos queríamos estar.

Lo sentía duro en mi entrada y abrí más mis piernas para dejarlo entrar. ¡Dios! Ni siquiera recordé si habíamos puesto seguro en la puerta. Sólo quería esto.

Podíamos ser rápidos… y silenciosos. Sólo teníamos que ¡OH DIOS! No, ser silenciosos no era nuestro fuerte.

Edward entró en mí y volteo nuestras posiciones. Tomo mis manos y las llevó a la cabecera de la cama. Las dejó firmes entre una de sus manos y ahogó mis gemidos con un beso al mismo tiempo que mis talones se clavaban en su trasero para que no dejara de moverse.
—Nos van a escuchar… y se acabará la diversión. Mantente callada.

Volvió a empujar contra mí.

"¡Idiota!" dijo la santa en mi cabeza. Abanicándose sólo por ver la escena.

Edward disfrutaba callarme. Solía besarme para lograrlo…. Pero a veces, conseguía mantener bajo el volumen de mis gemidos, si mordía mi labio. Él lo odiaba… empujaba más fuerte y más rápido solo para que perdiera la coordinación de mis respiraciones.

—No puedo… Edward. ¡Joder! ¡No puedo! —mis talones rodearon su cadera. Intentando impedir que se moviera.

Pero mi marido es un hombre obstinado. Me besaba mientras empujaba contra mí. La mano libre, la posó entre mis piernas y comenzó a jugar. ¡Me estaba volviendo loca!

—Puedes correrte cuando quieras, señora Cullen.

Quiero pensar que lo hice, no porque me estuviera ordenando que lo hiciera. O porque estaba tan excitada que solo necesitaba un poco más… pero la verdad, es que escuchar mi nuevo título, me llevó a un lugar desconocido de placer.

Edward siguió penetrándome después de mi orgasmo, lo que intensificó mucho más las cosas. Era injusto, si me lo preguntan.

—Edward —susurré—, mi amor. Eres…

Pero ni siquiera pude terminar la frase. Él bajo sus besos a mis pechos y mis manos no dudaron en mantenerlo firme contra ellos. ¡Amaba que hiciera eso!

Sentía que estaba cerca y aproveché para tenerlo nuevamente bajo mi cuerpo.

Comencé con lentos y oscilantes movimientos cuando lo conseguí. Él estiró sus manos para jugar con mis pechos. Apreté las sabanas cuando sentí que otro orgasmo venía… pero no alcanzó a llegar.

Sentí la semilla de Edward dentro de mi cuerpo al mismo tiempo que apretaba mi cuerpo al suyo y nos tapaba con el cubrecama.

—Ves nena. Te lo dije… ¡Las mamis están bien! Solo jugaban —Emmett nos miraba desde el umbral de la puerta con nuestra dulce pequeña vestida de princesa.
Algún día lo iba a matar. Y no era una amenaza vacía.

No tenía que mirar a la puerta para que Emmett viera nuestros sonrojos. Eran obvios. Y él estaba gozando dejarnos en una posición comprometedora con Emma lista para hacer todas las preguntas sobre qué estábamos jugando que hacíamos tanto ruido.

¡Oh Dios! En serio pondría veneno en su café uno de estos días.

—¿Qué tal si vamos a pintar, mientras las mamis se ponen algo de ropa? —Emmett sacó a Emma de la pieza, cuando ella dijo "No hace tanto calor para que jueguen sin ropa". Escuché la carcajada de nuestro mejor amigo, y la promesa de que nosotros le explicaríamos aquello.

—Voy a matarlo uno de estos días —Edward seguía mirando hacia la puerta. Sonreí a su comentario... Yo sería su cómplice, sin dudarlo.

—Emma se enojaría con nosotros —lo besé mientras separaba nuestros cuerpos—. Quizás solo deberíamos convencerlo de que se mude con Blondie.

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Agité mi mano, despidiéndolos.

Vi como Edward y Emma se alejaban de mi departamento y no me moví de la puerta principal hasta estar segura que su auto se perdía por la esquina. Le dije que podía hacer mi mudanza sola… que solo serían un par de cajas. No sólo porque Emma había sido insistente en sus preguntas sobre nuestro juego, mientras veníamos hacia mi futuro ex departamento. Sino porque, siempre creí ser esa clase de personas, que sabría qué sacar de su casa si tuviera un minuto extra en caso de un incendio y le permitiesen elegir. Aparentemente, me he equivocado.

De cualquier manera, no permitiría que Edward subiera. Sabía que Alice y Jasper seguían arriba ¡Y soy una buenísima amiga! Pretendo que la reciente relación de Alice siga tan "viva" como sea posible. Dejar que mami subiera, la haría una viuda demasiado pronto.

Edward simplemente levantó los hombros y me besó antes de decir "Nos vemos en casa".

Como si fuera una frase que hubiera dicho millones de veces. Como si no significase nada. Como si… simplemente no acabara de arrojar una bomba.

Mami Edward sabía que su "nos vemos en casa" había alterado mis hormonas. Por eso se subió al auto con una sonrisa de idiota después de amarrar los 30 broches de seguridad del asiento para niños de Emma. ¡Idiota!

De cualquier manera, él se fue. Y yo entre al departamento, pensando en lo bien que se veía esta mañana después de salir de la ducha. O mientras se vestía… o luego, cuando lo desvestía.

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Entrar a tu departamento casi con miedo de encontrar a dos conejos/adolescentes copulando. Debe ser más o menos cómo se tiene que haber sentido mi padre las semanas anteriores.

No me refiero a… "¡DIOS! ¡MI HIJA ESTA TENIENDO SEXO! ¡VOY A MATARTE!" porque, él tiene un arma. Charlie realmente puede hacer eso de matarte y ocultar el cuerpo.

Me refiero a que, papá ama tanto a Edward, que incluso está pensando que este bebe imaginario sea un Charlie Edward. No es como si yo lo fuera a permitir, porque es imaginario y todo eso… pero sigo dejando que sus pensamientos vuelen por donde ellos mejor quieran.

Casi con miedo, va por otras ramas de comprensión.

No voy a mentir. No es realmente mi estilo.

Que Allie tenga sexo con el principito es como si yo, de alguna morbosa, pervertida, imposible e inolvidable manera, cumpliese una oscura fantasía. ¡MIERDA! No es como si fuera a sacar el pensamiento de mi cabeza. Pero Jasper era Jasper. Y debía ser admirado. No era como mi Edward y toda su… anatomía. Pero bueno, tenían su encanto. ¡Dios! Si tuviera 10 años menos, Edward no existiera y Alice fuera una perra conmigo… quizás pisaría sus talones.

Abrí cada puerta esperando encontrar algo interesante.

Hasta que los encontré.

En mi cuarto.

Sobre mi cama.

Durmiendo de cucharita.

Vestidos.

No voy a decir que estaba sorprendida… porque son Alice y Jasper, después de todo. ¡Dios! Vomitare frugeles. ¡Ellos son tan asquerosamente tiernos que hostigan al resto! Tengo incluso que reprimir el "aww" que explota por salir de mi pecho.

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—¿Comprendes que la idea es llenarlas? —Alice dejo un montón de cosas alrededor de mis dos cajas. Ella las clasificaba por color, orden alfabético o aura interna. Francamente, podía variar dependiendo del estado de humor de mi amiga.

Jasper se había quedado para ayudar con las cosas pesadas… Y para estar con Alice.

Vale, se había quedado, sólo porque Allie estaba ahí.

Pero, estaba ayudando también. El Principito era bueno trayendo cafés.

—En teoría, debo llevarme solo lo esencial. Porque… bueno, estoy empezando otra vida ahora y quiero empezarla bien.

Me senté sobre mi descolorido sillón, cuando el principito me paso una nueva taza y Allie llegó a rodearme con sus brazos.

—No necesitas comenzar otra vida Bella. Te vas a mudar con Edward. ¡Es un gran paso! Pero, están casados, tienes una hija con él… y no hablo del bebé imaginario. ¡Emma es asombrosa! Y es tan tuya como de los chicos. Tú también eres una mami ahora. Sé que quieres hacerlo bien esta vez... pero no tienes que cambiar quién eras antes. Eres asombrosa. Recuérdalo. Él ha estado contigo siempre, sabe quién eres Bella. Si quieres llevar una simple almohada o toda la casa… solo hazlo. Porque, esa eres tú. Y la naturaleza de Edward eres tú. Así de simple.

¿Habría puesto la misma cara de sorpresa que Jasper estaba poniendo justo ahora, la primera vez que Allie soltó algo tan… no acorde a su edad? Reprimí la risa lo mejor que pude.

—¿Puedes recordarme —pedí, apretando ligeramente su pierna—, quién es la adulta de esta amistad?

—¡Oh! Soy yo. Pero te dejo creer lo que es mejor para ti —había comenzado a meter cosas en las cajas cuando volví a mirar al sillón. Mis conejos/adolescentes estaban sólo mirándose y yo podía sentir la miel en mis pies. Jasper podía ser un simétrico adonis, tener experiencia y encanto, pero no sabía cómo comportarse con Allie. Y ella, ¡DIOS! No podía estar más lejos de "experimentada" aunque lo intentara. Sin embargo, basto que rozara sus dedos con la enorme mano de Jasper y besara su mejilla para que él sonriera y comenzaran a moverse por la casa, preguntando qué necesitaba.

Esa debió ser la manera correcta en que Edward y yo procedimos.

No solo acostándonos y fingiendo que no pasaba… una y otra vez.

No es como si me arrepintiera. Nos trajo aquí, de alguna manera. Y soy feliz.

MIERDA.

Soy más que feliz.

No lo pensé. Sólo tomé el celular del bolsillo trasero de mis pantalones y presioné el número 8 en el marcado rápido.

—Hija —me respondieron a coro. No era raro… ni que respondieran a coro, ni que me pusieran en altavoz cuando llamaba a mis padres, ni que Esme y Carlisle, siempre, siempre SIEMPRE, estuvieran en el momento menos idóneo.

—Edward y yo decidimos que ya era hora de casarnos. Y nos casamos —ni siquiera un "hola". Apenas respiré antes de decirlo.

Esperé los gritos de nuestras madres. Dos mujeres que han planeados las bodas de sus únicos hijos desde que tenemos edades fetales. Es posible que incluso antes.

Pero no llegaron.

—¿Mamá? ¿Estás ahí? —esperé, pero nada llegó—. ¿Esme? —escuché una especie de quejidos al otro lado de la línea. ¡DIOS! Las he matado—. Papá, ¿Puedes comprobar que sigan respirando?

—Bella —quejidos—. ¡Dios! —más quejidos— …Dile Esme, fue tu hijo después de todo.

"¿Que comercial nos perdimos?" se preguntaba la voz en mi cabeza, agitando su afilado zapato contra el suelo.

—Cariño, llamé a Edward hace un rato y le dije que almorzaría con tus padres aquí. Cuando iba a preguntarle si se nos unirían, él soltó que se habían casado… y, agregó que el trato ya estaba cerrado, que no hacían devoluciones… sea lo que sea que quiera decir eso. ¿Queremos saberlo?

Imagine la situación. El celular de mis padres en medio de una mesa en alguna parte de la cuidad, con las cuatro cabezas inclinadas para escuchar la explicación… ¿cómo les digo sobre nosotros, el cuarto del eclipse y "cerrar tratos"? ¿Quizás sea mejor explicar nuestro juego de esta mañana? ¡Simple!

—No quieren saberlo —colgué.

Porque sentí la sangre llegando a mis mejillas con la simple idea de explicarles aquello a nuestros padres. ¡DIOS! ¡TENEMOS CASI 28 AÑOS!

Seguía metiendo pequeñas cosas a las cajas, sin mirar exactamente el orden o qué ponía, cuando sentí el crujido.

—¡Bella! ¡¿Qué has hecho?! —Allie vio el espejo roto bajo mi zapato y estoy segura que se retiró del cuarto para buscar sus inciensos y talismanes… o lo que sea que se oculte en la bolsa amarilla de Allie.

—No sabía que fuera supersticiosa —susurró Jasper mientras recogía los restos del espejo. Él no se veía molesto…. Al contrario, la enorme sonrisa en su cara, demostraba que aquella sorpresa era como si fuera un trofeo más que agregar a la colección.

—No soy supersticiosa, Jazzie —ambos miramos cuando ella lo llamo por un apodo propio. Nadie dijo nada, porque… repito, la miel se te pega en los labios—. ¡Solo precavida!

Alice comenzó con sus rituales espirituales para santificar mi espacio… mi aura… o lo que fuera. Pero cerré la caja y me fui antes de que su asqueroso olor apestara mi ropa.

—Principito, se un buen novio y lleva a Allie a su casa. Pero si quieres congraciarte, sube dos pisos más, del mismo departamento, con estas cajas… y toca el timbre. ¡Te estaré esperando!

—¡NO CULPES AL KARMA, CUANDO TENGAS MALA SUERTE! —gritó Alice, mientras cerré la puerta.

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Cerré la puerta de su casa… mi casa.

¡Dios! Incluso en mi cabeza sonaba como un huracán chocando contra las paredes de un cuarto pequeño. ¡Mi casa! ¡NUESTRA CASA!

Edward estaba sobre el sillón, con Emma en sus piernas. Mi princesa dormía tranquilamente mientras él intentaba trenzar su largo cabello. Los peluches que él ganó para nosotras en la feria cuando volvíamos de Las Vegas, estaban repartidos en el suelo. Cada uno con una pequeña taza de juguete a su lado. Edward también tenía una, en el costado del sillón.

¡MIERDA!

Tenía el teléfono en las manos, antes de procesar la idea siquiera. Él era la cosa más tierna que había visto en mi vida.

Mi marido se dio cuenta de mi presencia al escuchar la cámara del celular capturar el momento. Sonrió. No de una manera sexual o mínimamente coqueta. Él solo parecía feliz de que yo estuviera ahí…. Pero fue suficiente para que mis bragas se mojaran completamente.

Quite la vista de Edward y su sonrisa embriagante para concentrarme en la foto. ¡Cosas buenas, Bella! ¡Conejos… y gatitos!

"Si… conejos y gatitos. Algo muuuy tierno e inocente" la mala mujer en mi cabeza, se mordía el labio mientras se arrojaba a los pantalones de mi esposo.

Vi como levantaba a Emma del sillón y la llevaba a su cuarto. Lo seguí, como si ambos fueran un imán para mí. Apoyé mi cuerpo en la puerta, mientras él besaba su frente.

—Creí haber escuchado esta mañana, que traerías "un par" de cajas —él puso sus brazos en mi espalda baja, casi tocando mi trasero. Y se inclinó fuera de la pieza, para buscar dichas cajas—, francamente, esperaba un montón de cajas... pero…

Ni siquiera lo deje seguir hablando.

Mis manos estaban tirando de su cabello al mismo tiempo que aplastaba mis labios contra los suyos. Sus manos, bajaron por mi espalda hasta posarse firmes contra mi trasero.

Nuestras lenguas se movían y esta vez nada nos iba a detener.

Seguí presionando su cuerpo hasta que su cuerpo chocó en el sillón y me subí a sus piernas, justo después de correr y cerrar la puerta de nuestra pequeña.

Desabroché sus pantalones después de sacar mi propia camisa. Sus labios estaban bajando por mi clavícula y sus manos estaban firmes en mi trasero. Me movía hacia adelante y atrás. De arriba abajo.

No estábamos desnudos, pero no era difícil saber que queríamos hacer.

Edward subió las manos para deshacerse de mi brassiere. Él disfrutaba mucho de mis pechos. Yo, saqué su polera para que estuviéramos en igualdad de condiciones.

—Llamaste a nuestros padres —sentí el primer beso sobre mi pecho—. Les dijiste que estábamos…

—Casados. Eres mi esposa Bella. Y no quiero tener que esconderlo. He esperado suficiente como para que nuestras madres lleguen a arruinarme el momento.

Sus manos volvieron a guiar mi movimiento de cadera y esta vez tenía totalmente mi ayuda.
Pero, el karma golpeo la puerta.

La golpeó con la misma cara que siempre lo hace… Emmett.

Solo que esta vez, en vez de molestarnos eternamente por encontrarnos en medio de nuestro juego favorito, el gigante oso se sentó a nuestro lado en el sillón. Edward agarró mi camisa y me ayudó a ponerla sin que nada quedara a la vista, cuando sentimos el alcohol en el ambiente.

—Ella me odia.

—Yo te odio también —le dije, abrochando desordenadamente los botones de la maldita camisa—. Pero podrías ser maás especifico, y decir ¡¿Quién carajo te odia?!

—Rosalie… ¡ME ODIA!

Edward iba a decir algo. Yo iba a reírme de su idiotez… Pero Emmett comenzó a llorar.
JAMÁS HABIA VISTO A EMMETT LLORAR.

—Terminó conmigo, chicos —se levantó del sillón y fue hacia donde estaban los tragos fuertes. ¡Mierda! Debí dejar que Allie santificara mi espíritu y esas cosas que ella hace—. Ella me odia y por eso terminó conmigo.

Edward se levantó y se puso a su lado. Yo aún no me lo creía.
Blondie y Emmett habían tenido una relación de ir y venir, en los primeros años. Ahora, ellos solo "venían". Durante taaanto tiempo, que era imposible no ver a uno, sin ver al otro. Eran fijos y exclusivos, sin decirlo explícitamente. Ante el mundo, ambos se presentaban como "amigos"… pero no había nadie en esta ciudad que no hubiera sido víctima de los celos de Rosalie o de Emmett, sólo por mirar al otro. Él sonreía y bromeaba más desde que están juntos. Y ella, incluso es un poco menos perra que antes.

—¿Qué pasó? —preguntó mi esposo, quitándole disimuladamente su trago.

—Le pedí que se casara conmigo —MIERDA—. ¡Y ella se negó!

—¿ESTÁS JODIENDOME? —iba a golpear su hermosamente estructural cara cuando la viera. ¡Solo yo puedo torturar a mis chicos!

—¡No Bells! —Emmett se levantó nuevamente y camino de un lado a otro—. He estado listo para casarme con ella los últimos 5 años. Al principio no lo hice, porque Emma llegó. Luego terminamos porque, según ella, no estaba tomándola en serio. Cuando volvimos, ustedes estaban siendo idiotas el uno con otro y ella dijo alguna mierda sobre el matrimonio… ¡Y ME ASUSTÉ! Pero ahora, cuando supo que se habían casado ha hecho comentarios. Creía que eran malditas indirectas… ¡ESTABA LISTO! ¡TENÍA EL PUTO ANILLO EN EL BOLSILLO!

Emmett tomó la botella de whisky cuando no encontró el vaso que recientemente se había servido. Tomó directo del envase.

—¡Le pregunte! ¡LE PEDÍ QUE FUERA MI ESPOSA! Y dijo que no. ¡QUE NO!

Emmett ya había llegado ebrio a la casa. No estoy segura de cómo lo hizo Edward para convencerlo de mantener los gritos en Mute, pero o logró.

Al menos lo hizo hasta que el timbre sonó y corrió a la puerta esperando que Rosalie se hubiera arrepentido, pero no encontró al hermano correcto.

—Dile a tu hermana —golpeó el pecho de Jasper con un dedo—, que la odio. ¡No se le debe hacer eso a alguien que te ama tanto! Dile que la amo… pero que la odio.

Jasper y Allie se quedaron en la puerta, ambos con cajas de mudanza en las manos, sin saber qué hacer o qué decir.

—Terminó conmigo —Emmett comenzaba a demostrar lo mucho que había tomado, cuando agregaba una g, después de cada r —. Dile que por eso la odio. PERO QUE LA AMO. Dile que la amo —nuestro gigantesco amigo, abrazó a Jasper.

—Claro… yo le digo —Jasper aceptó el abrazo. Porque es lo que haría una persona cuerda, cuando un ebrio llora en su hombro.

—¿Ya son formales ustedes dos? Porque no me agrada que estés con nuestra Allie, si no quieres algo serio con ella. Tiene dos padres sobreprotectores que estarán felices de partir tu cara si no la tratas bien ¿Fui claro? —Edward amenazó al pobre y dulce principito. Emmett lo hizo callar y alabó el amor.

También volvió a pedirle, que expresara su amor por su hermana.

Era tan chistoso, como penoso.

—Tergmino conmigo… Le pedí que se casara y el anillo y todo listo —Emmett levantó sus manos y volvió a beber de la botella—. ¡Pergo me odia! ¡Me odia y no quiere casargse!

—¿Mi hermana? ¿Rosalie no quiere casarse contigo? —el rubio levantó un ceja hacia Emmett—. ¿Estás seguro?

—Dijo que no. Se fue… solo se fue.

—Rosalie tiene una foto enorme de ustedes dos, pegada sobre su cama —todos en la habitación lo miramos interrogantes—. Cuando vivía conmigo y mamá, recuerdo que tenía una foto tuya de graduación… estabas con otra chica, pero Rosalie pego su rostro a tu lado, sobre ella. ¡Practicaba escribiendo su nombre y tu apellido! Ella siempre ha estado, un poco obsesionada contigo… no creo que… —Jasper suspiró pensativo—. Quizás lo hace por el bebe.

—¿Qué bebe? —fue la pregunta colectiva.

Las expresiones de jodido asombro deben haber alertado al inocente rubio.

—Mierda… Ammhs, finjamos que no dije nada. Y tú, Emmett, sólo habla con ella. Mi hermana está loca… pero no TAN loca.

—¡Oh Mierda! SOY TAN JODIDAMENTE ESTÚPIDO —Emmett intentaba tomar las llaves de su auto, mientras Jasper besaba dulcemente a Allie y se iba tan rápido como sus piernas podían moverse.

—¡NO VAS A CONDUCIR ASÍ, HERMANO! —Edward y Emmett estaban peleando por las llaves. Emmett estaba ganando.

—Voy a traer esos inciensos —Allie se dio vuelta y caminó a la puerta—. Hey Bells, ni te atrevas a insultar al Karma. Te dije que me dejaras hacer mi trabajo.

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Hey, si siguen ahí, quiero pedir disculpas por no actualizar en tanto tiempo. Siempre digo que intentaré escribir más seguido, pero a veces, la ideas simplemente no llegan. De cualquier manera, ¿Les ha gustado? ¿Algún comentario que hacer al respecto?
Un beso enorme, Gabi