Bueno aquí está el final, normalmente no hago excepciones pero como va a ser mi cumpleaños seré generosa aquí un adelanto de "El Correcto" lo planeo publicar en semana santa si recibo mínimo un comentario aunque sean dos letras o solo una, no importa pero es el único método que tengo para saber si les gusta mi trabajo:
"Ahí, sumergida en el agua tibia, justo cuando su cuerpo estuvo completamente cubierto de ese líquido tan vital fue que se permitió derramar con sus lágrimas con libertad solo dejarlas salir, sin sollozos, ni gritos…
-Kagome… de haberlo sabido, jamás habría hecho algo así-aseguro él, sus ojos dorados brillantes por las lágrimas que amenazaban por salir, no quería perderla, no ahora que entendía lo mucho que la necesitaba.
-aunque lo hubieses sabido… nada habría cambiado- murmuro ella, en sus labios había una mueca extraña casi despectiva por sus palabras.
-¡no soy un monstruo Kagome-!estepo herido en su orgullo, y más por la perspectiva que ella tenía de él.
-no…- concedió Kagome con neutralidad pero sus ojos reflejaban una infinidad de emociones, ninguna alegre.
-solo eres un hombre- aquel tono le helo la sangre, no había sido ni rudo, ni despectivo, pero de alguna manera sabía que era pero que cualquier insulto que podría haber recibido"
La hora del cambio
En el palacio Izayoi y Takemaru observaban sonrientes como el globo con los dos jovenes y los elefantes con los dos niños y un muy amarrado Hakudoshi a lomos de Buyo (quien no lucia nada contento al respecto.) Y solo en el instante en que ambos grupos cruzaron los límites del jardín de palacio Izayoi se permitió respirar tranquilo.
-mira Takemaru, todos están bien y seguros- sonrió la muestra se candase el sudor de la frente con un pañuelo.
-gran deportista este rey, debo admitir- asintió en acuerdo Takemaru, pues contra todos sus pronósticos el rey había resultado ser un buen hombre. Pero que conste que no estaba nada contento de admitirlo.
Izayoi rodo los ojos, ella sabía por propia experiencia que el orgullo masculino era un nervio sensible, pero el hecho de que los hiciera comportarse peor que a niños aún continuaba sorprendiéndola. Mas su sonrisa decayó al observar que Naraku se dirigía corriendo a la torre de pirotecnia, donde el globo estaba a fácil alcance de los proyectiles explosivos.
-no...- jadeo con preocupación.
-¡Izayoi! ¿A dónde vas?- pregunto Takemaru al ver a su amiga salir de la habitación como alma que lleva el diablo.
En la torre Naraku entro corriendo por la puerta, pero entonces se percató de que cualquier interrupción seria su perdición, ahora, gracias a que el rey tenía tantos hijos se había instalado una reja para impedir el acceso. De un jalón la cerró y puso la llave, de esa manera nada ni nadie podría detenerlo. Izayoi alcanzo la puerta exactamente cuándo Naraku comenzaba a empujar los morteros para guiar los cohetes al globo de aire caliente, la maestra al encontrar la reja cerrada tomo su tacón y comenzó a azotar la cerradura con toda su fuerza, pero era inútil, para ese momento Naraku ya había encendido la mecha del primer cohete.
-¡NO!- grito aterrada el escuchar el rugir de la pólvora al quemarse.
El cohete se estrelló estrepitosamente contra el globo incendiando gran parte del mismo, dentro de la cesta los cuatro pasajeros habían perdido el equilibrio debido al impacto. Inu no Taisho se obligó a sí mismo a levantarse para intentar controlar la máquina, peor al ver las llamas supo que solo había una salida.
-¡salten! ¡Deben caer en el agua!- ordeno a los dos jovenes cuando estaban justo sobre el estanque. Inuyasha no necesito que se lo repitieran, tomo en brazos a Kagome y de un salto se lanzó al cristalino liquido bajo de ellos.
-¡no!- gruño Naraku al ver caer a los jovenes, pero como aún quedaba alguien en el globo apunto un segundo cohete.
-¡ahora tu Kirara! ¡Brinca!- ordeno Inu no Taisho a su fiel mascota, la pantera miro el borde con duda antes de frotar su cabeza contra la pierna del rey, fastidiado Inu no Taisho la tomo en brazos y la arrojo por la borda, cosa que a la pantera no le hizo ninguna gracia.
Pero cuando se preparaba para saltar él mismo un segundo cohete impacto contra el globo, la fuerza de la explosión lo mando hacia atrás en la canasta, para ese momento el humo y las llamas eran tan grandes y densos que no le permitieron orientarse o respirar siquiera. Finalmente el globo se fue a estrellar contra uno de los jardines, pero gracias a que hacía poco había llovido estos estaban húmedos y las llamas se extinguieron sin problemas.
-¡SI! ¡SHIKON ES MIO!-brinco de guasto Naraku viendo como el globo se desplomaba a tierra, ante la mirada aterrada de todos.
De hecho fue tal su felicidad que literalmente bajo las escaleras bailando de gusto aun con la bengala en manos, bueno hasta que se dio cuenta de que quien lo esperaba en la escalera no era otro que lord Takemaru y toda la guardia de palacio.
-lord Takemaru… y-yo… puedo explicarle todo…- expreso nervioso mientras intentaba apagar la vengala disimuladamente, mas entonces su pechera se soltó y se enrollo contra su cara.
En otra parte del jardín, yacía el globo carbonizado en el suelo, prácticamente irreconocible más que como una horrible masa chamuscada, Izayoi corrió acompañada de los príncipes más pequeños y algunas de las esposas, Inuyasha, Kagome y Kirara, aun empapados también se acercaron, todos llenos de absoluta preocupación. Inuyasha se aproximó y con sumo cuidado retiro la tela ennegrecida que cubría la silueta de su padre.
El rey Inu no Taisho estaba tendido en el suelo completamente inmóvil con todo el rostro lleno de manchones de hollín y su túnica ya ni de lejos podía hacerse pasar por blanca. La más chiquita de las princesas comenzó a sollozar al ver a su padre tan quieto; Kirara, se acercó y comenzó a olfatear a su dueño, lo movió con preocupación e incluso lamio su mejilla en un intento por despertarlo, pero cuando este no se movió dejo escapar un gruñido de dolor.
Izayoi se llevó una mano a los labios para reprimir un sollozo, los príncipes comenzaron a lagrimear mientras las damas guardaban un silencio respetuoso por su marido. La más pequeña de las princesas sollozo sonoramente y se aferró a la falda de su maestra.
-papá…- murmuro entre lágrimas mientras Izayoi la acunaba intentando calmarla.
-m-mis… p-prin-cesas… n-no-o ll-lloran…- gruño la voz de Inu no Taisho, débil y entre cortada pero aun así autoritaria.
La princesa Yin de inmediato se secó las lágrimas y se aventó a los brazos de su padre con alegría, el monarca se quejó por el peso de la pequeña pero no por eso la aparto ni aflojo el abrazo. Todos los presentes sonrieron y chillaron de alegría, Inuyasha y Kagome se abrazaron contentos e incluso Sesshomaru paso su mano por la cintura de Rin, de una manera demasiado posesiva parta el gusto de Takemaru (quien veía todo de lejos); feliz como nunca Izayoi se permitió mostrar su mejor sonrisa de alegría.
Varias horas después Inu no Taisho estaba recostado en su enorme cama, rodead de sus esposas, hijos, e Izayoi y su pequeña Rin. Cabe decir que no estaba muy contento que digamos, pues aunque los médicos habían asegurado que sus heridas no pasaban de quemaduras leves, por primera vez en su vida había sido sometido por todas sus esposas y ahora ninguna le permitía ni poner un dedo fuera de las sabanas.
-Inuyasha hijo, levantate- le indico a su hijo que estaba arrodillado junto a la cabecera.
-maestra Izayoi, usted va a tomar notas- ordeno pasándole una libreta y un bolígrafo dorado.
-¿notas?- pregunto Izayoi sorprendida.
-si las notas para un futuro rey- explicó Inu no Taisho.
Los príncipes más jovenes espiaron disimuladamente viendo a su hermano mayor, Rin, quien estaba arrodillada también con los otros príncipes (justo a Sesshomaru específicamente y por orden de este mismo) se atrevió a levantar la cabeza pero el príncipe alvino se la bajo con un movimiento impositivo que la hizo gruñir.
-hoy estoy en cama a causa de este terrible accidente, podría mejorar, o quizá no- comenzó a recitar, hasta que de reojo vio a la maestra de pie.
-¿Por qué tu cabeza esta tan alta?- gruño entre dientes, Izayoi rodo los ojos y se arrodillo junto sin dejar de anotar.
-supongamos que eres el rey ¿Qué harías?-pregunto rascándole las orejas a Kirara.
-bueno… yo… - Inuyasha palideció un segundo, bien no había pensado que le pondría una prueba tan pronto, pero tampoco estaba del todo desprevenido.
-yo haría varias proclamaciones- finalizo con serenidad, vio a su padre asentir dos veces muy atento, lo cual era un permiso para continuar.
-primera: de acuerdo a quien tenga libros, dirá que estudiar será algo bueno y necesario para todos, sin importar género o estirpe- Izayoi apenas y pudo ocultar su sonrisa ante la proclamación, e Inu no Taisho se limitó a suspirar con calma para dejar seguir a su hijo, esa se la había esperado.
-segunda: no más caravanas como sapos- ante esta última palabra sus hermanitos lo miraron en abierto reproche.
-no son apropiadas, ustedes arriba- ordeno viendo a los príncipes para que se incorporaran. Inu no se dejó caer en el colchón con cierto agotamiento, de acuerdo eso si no se lo había esperado, bueno pero él le había pedido que diera ejemplos, lo que si no calculo era que al parecer su hijo se emocionó demasiado.
-y todavía más- menciono Inuyasha sonriente.
-¡¿MÁS?!- Inu no se incorporó de golpe en la cama y se habría levantado de no ser porque, antes de poder hacer o decir nada, lady Irasue y otras seis esposas lo empujaron de vuelta a su antigua posición. El monarca solo pudo atinar a fruncir el ceño y gruñir entre dientes.
-sí, toda persona será libre de desposar a quien quiera- termino Inuyasha con el semblante más serio que Inu no hubiese visto.
-aun siendo el príncipe real- dicho esto toco una campañilla y una Kagome bien ataviada con un precioso vestido de seda roja y joyas de oro entro en la habitación, siendo rápidamente acunada por los brazos de Inuyasha.
-¿estas molesto conmigo padre?- se atrevió a preguntar Inuyasha después de besar a su nueva esposa.
-¿Por qué haces preguntas?, tú eres el rey, solo tú sabes tus razones- gruño Inu no Taisho sabiéndose derrotado.
-algún día hijo mío, serás un gran rey- suspiro acomodándose mejor entre sus almohadones, Kirara se restregó contra su pecho pero él le hizo una seña después de darle una caricia distraída para que se aproximara a Inuyasha.
En los establos reales…
-esto es… humillante…- gruñía Naraku mientras paleaba una masa color marrón que creo no hace falta decir que es.
A pesar de su clara traición y los consejos varios de ser ejecutado, el rey Inu no Taisho al final había tenido piedad de su vida, pero lo había degradado a ser un simple palafrenero de los establos reales. Uno que era constantemente empujado y burlado por los criados y los mismos elefantes.
-ya, ya señor- sonrió Hakudoshi viéndolo desde un banquito.
-puede que sea un trabajo sucio, pero al menos al fin tengo un alto y estúpido asistente- se hecho a reír el alvino. Naraku gruño y lo mando de una patada a una pila de estiércol, lamentablemente el golpe fue demasiado duro y le aflojo el último diente a su ex asistente.
-¡no, no, no, no, no! ¡Te lo suplico! ¡Te limpiare cada hora, y con buen hilo dental!- rogo, pero el diente termino soltándose.
-traidor…- gruño Hakudoshi ahora desdentado, furioso se levantó y se le fue encima a Naraku.
-bien dicen que diente por diente- Fue lo último que alcanzo a escuchar el antiguo primer ministro antes de que le callera encima una lluvia de golpes.
Varios días después…
Inu no Taisho paseaba como león enjaulado en una de las terrazas, finalmente había sido de alta después de innumerables días en capa, y aún más de extrema vigilancia por parte de sus esposas e hijos para que no hiciera sobre esfuerzos. Peor lo que encontró no era lo que esperaba. Ahora que había estado mal sus esposas habían tomado gobierno de casi todo el palacio0, sus hijos ahora eran más inquietos, y muy ruidosos.
Pero lo que más le asombro fue que uno de los de en medio, Sesshomaru ahora parecía el perro guardián de la hija de la maestra Izayoi. No se despegaba de la chica inglesa, ella le platicaba todo de todas las cosas imaginables, y su hijo la escuchaba paciente, pasaban horas jugando distintos juegos o leyendo libros. ¡Incluso esa tarde los había sorprendido tomando él té! ¡Y SESSHOMARU A DEMAS SE COMIO UN PASTELILLO DE CREMA Y FRESAS! "creo que tendré que hablar seriamente con mi hijo sobre el matrimonio" pensó con seriedad, pues si algo conocía de Sesshomaru era que, (aunque no lo admitiera) tenía exactamente las misas actitudes que alguna vez tubo Inuyasha, y estaba seguro que esa parte no sería la excepción.
-¿deseaba verme su majestad?- interrumpió una voz dulce en la terraza. Inu no se volteo con el semblante serio pero relajado a la vez.
Con cuidado la observo acercarse, ese día en particular llevaba un vestido color durazno con flores rojas muy hermosas, la hacía ver ligera y suave como una briza de verano.
-sí, te mande a llamar porque las proclamas de Inuyasha y la nueva conducta de Sesshomaru, son cosas tan inusuales que estoy seguro solo pueden ser causa tuya- gruño fingiendo molestia, sin conseguirlo del todo.
-eso espero su majestad- sonrió Izayoi complacida y muy satisfecha.
-en todos mis años, jamás he conocido a una mujer tan difícil como tú- sonrió Inuno desafiante mientras la rodeaba.
-podría estar rodeado de cientos de mujeres de Shikon, Sengoku e incluso de gran Bretaña pero solo existe una maestra Izayoi- la maestra se sonrojo ligeramente sin dejar de sonreír dulcemente.
-yo diría que Dios es misericordioso ¿mmm?- termino dándole una mirada traviesa que provocó una carcajada en la maestra.
-sí señor, Dios es misericordioso- no pudo evitar concordar Izayoi.
-y tu… ¿aun deseas partir?- pregunto con cierto aire de nostalgia.
-mmm… aun no lo he decidido- confeso Izayoi suspirando con cansancio.
-este… corazón mío, que según tu no poseo…- murmuro Inu no Taisho acercándose a ella lentamente.
-¡oh! Perdóneme su majestad, yo… dije tantas cosas que…- intento disculparse Izayoi pero Inu no la acallo colocando su índice en sus rosados labios.
-tú has sido de gran ayuda para mí y mi país, así que deseo hacerte un obsequio- sonrió seductoramente el monarca, adorando en silencio como las mejillas de la maestra se teñían de un precioso color carmín.
-su majestad… no… no era necesario…- intento negar Izayoi sintiendo su rostro arder.
-¡ah, ah! Yo diré que es necesario, anda mira…- ordeno cruzándose de brazos en su típica pose arrogante, Izayoi menguo su timidez y se acercó al área de la terraza que el monarca señalaba.
Lo que vio la dejo sin aliento, ahí justo las afueras de las murallas del palacio había una casita, una linda casita roja con techos dorados, la estructura era una bella combinación inglesa y clásica de Shikon, tenía un precioso jardín rodeándolo y había un pasillo especial que conectaba una entrada privada al palacio.
-y fuera de los muros- sonrió Inu no posándose al lado de Izayoi.
-¿te gusta?- la reto satisfecho por su reacción de sorpresa.
-yo… no tengo palabras- admitió la mujer sin poder menguar su sonría.
-¡al fin!- se regodeo el monarca multiplicando el sonrojo de la dama a su lado. De hecho ahora que la miraba mejor encontró que se veía sumamente preciosa sonrojada así que, ¿Por qué no multiplicar ese rubor en sus mejillas?
-en el banquete no pudimos bailar- murmuro provocativamente. Izayoi lo miro con los ojos brillantes y curiosos.
-no… no fue posible- asintió Izayoi, arqueando peligrosamente sus labios en una sonrisa traviesa.
-yo… deseaba bailar- comento en un susurro nervioso, producto de aquella sonrisa felina.
-yo también- ambos estaban cada vez más cerca tanto que casi podían escuchar los latidos del otro.
-tú… ¿aceptarías una invitación a bailar con el rey?- se atrevió a preguntar nervioso.
-mmmm… no, su majestad- Inu no Taisho sintió que se le partía el corazón, en toda su vida jamás lo habían rechazado y ahora…
-la aceptaría con gusto si fuera la de un buen amigo- sonrió la maestra, una sonrisa radiante y casi infantil tiro de los labios del monarca.
-bien ¡ahora!- exclamo extendiendo sus brazos hacia ella.
-¿ahora?- pregunto Izayoi sorprendida.
-¡enseñame anda!- suplico Inu no Taisho como si fuese un pequeño cosa que termino de derretir la voluntad de Izayoi.
-pues bien su majestad- sonriendo se levantó las faldas hasta unos 10cm arriba de los tobillos.
-la polka se baila así…- comenzó a dar pasos de un lado al otro mientras giraba ligeramente.
-uno… dos… tres…- comenzó a repetir a medida que daba los pasos, mientras que Inu no Taisho con tal interés que incluso se inclinó casi al ras del suelo para no perder de vista sus pies.
Bailare
-un, dos, tres y…- intento imitar los pasos el rey, Izayoi tuvo que cubrirse ligeramente los labios al verlo ya que más que bailar parecía que estaba matando cucarachas.
Volare en una nube musical
-un, dos, tres y…- seguía intentando Inu no Taisho mientras Izayoi daba vueltas a su alrededor dando pisotones.
Bailare
Y después te daré mi triste adiós
-un, dos, tres y…- por fin el rey pesco el paso, sonrió con suficiencia y pesco la mano de Izayoi cuando esta paso a su lado.
O tal vez
Cuando quede una estrella nada más…
Halo de ella suavemente hasta pegarla a su pecho y sujetar su diminuta cintura con su mano y luego la subió para darle una caricia juguetona en la barbilla.
Si Talvez seguiremos
Los dos juntos estaremos
Y serás tú mi nuevo…
Izayoi se zafo de su agarre con una sonrisa juguetona y dio una vuelta sobre si misma con gracia y picardía. Pero él consiguió rosar sus dedos con su muñeca.
Amor
Nuevamente te digo que esto puede sucedernos
Bailare
Bailare
Bailare
Con una sonrisa ambos se tomaron de las manos y comenzaron a dar vueltas por el salón entre risas.
-un, dos, tres y… un, dos, tres, esplendido su majestad – sonrió emocionada Izayoi.
- esplendido, esplendido, un, dos… - se tropezó de repente Inu no y dio un ligero tras pies.
-que pasa… si yo se contar- gruño volviendo a tomarle las manos a la maestra y volver a dar vueltas, pero luego de unos minutos volvió a detenerse abruptamente.
-¿Qué ocurre?- pregunto curiosa Izayoi al notar que se detenía.
-así no es correcto- gruño Inu no Taisho con el ceño fruncido.
-¿Cómo?- Izayoi lo miro confundida.
-no tomados de las manos así- gruño soltándola.
-no, tiene razón- suspiro la maestra y bajo la mirada con pesar.
-más bien como…- Izayoi vio sorprendida como Inu no la tomaba de la cintura con sus fuertes brazos y la pegaba a su cuerpo coquetamente.
-… esto- sonrió pícaramente muestras ofrecía su mano para que bailaran como se debía. Izayoi se sonrojó como un tomate, pero finalmente le devolvió la sonrisa. Y así tomados de la mano comenzaron a bailar por la terraza, los pasillos el jardín y por el resto de la noche y quizá por varios años más…
Fin