Tú jodido ángel guardián.

Advertencia: Esta es una historia que se va a desarrollar con diferentes puntos de vista o POV´s. Cualquier duda, están los reviews o en mis mp igual pueden contactarme. Los nombres de los personajes son de la grandiosa Stephenie Meyer, pero la idea es original y de mi autoría. Contiene temas sexuales… muy sexuales y explícitos que ninguna mama quisiera que su hijita leyera, lenguaje vulgar y fuerte, final lacrimógeno (pañuelos se venden por separado).

No es apto para menores de edad.

Que lo disfruten.

Resumen del capítulo anterior:

Mimada salió del laboratorio sin dirigirme una mirada siquiera, y abrazo efusivamente a Jacob cuando lo vio parado a unos metros de nosotros. Los dos fueron a comer en el comedor colectivo en la hora del descanso, yo deje de seguirnos apenas entramos al comedor.

Mi celular sonó mientras observaba como el niño bobo besaba y se portaba de lo más asquerosamente lindo con Mimada.

— Masen.

tengo lo que necesitas. — Carlisle había conseguido la información.

— ¿Qué encontraste? — dije saliendo del comedor sin avisarle a Bella. Tampoco era para tanto, no es como si mil ninjas atacaran en el momento solo por no estar ahí, ¿verdad?

¿alguna vez habías escuchado sobre la candidatura de Samuel Uley? -¿Uley?...

— no, no me suena.

es uno de los competidores por el gobierno de New York. ¡Tenemos 3 candidatos este año!, pero es un jodido hippie, de esos que quieren la paz mundial y esas cosas.

— ¿happy World?, ¿de esa clase de locos?

Carlisle comenzó a contarme todo sobre la candidatura del tal Uley, así como la implicación de Jacobo Moon, el verdadero nombre de Jacob. Al parecer la Mimada tendría que elegir entre un Asesino y el Consejero del Diablo, ya que Jacob hacia los trabajitos sucios de Samuel.

Interesante.

Bueno, ya cumplí con mi parte, ¿Qué me gano?

— tendrás que esperar por tu recompensa. — le dije a Carlisle antes de colgar.

Abrí la puerta del comedor y entre, barrí rápidamente con la mirada el cuarto pero no había rastro de Bella ni Jacobo.

- Mierda, ¿A dónde te la has llevado?...

Actualmente…

Edward POV.

Tenía en mente tantos posibles escenarios. Una sensación poco conocida para mi, recorrió mis manos y las plantas de mis pies.

Tenía que encontrar a Mimada, si o si.

El timbre de las clases volvió a sonar, y yo corría entre los tantos y tantos pasillos que había en el campus. Nada, ni una sola bata de medico era La Bata de Medico, que estaba buscando. Tenía ganas de sacar mi pistola y gritar por todo lo alto que el tarado del Jacobo me la devolviera. Él no iba a arruinar mis planes.

Entre a los salones que sabía, le tocaban clases después del almuerzo. Nada. Ni una sola profesora la había visto.

Ya habían pasado 2 horas y nada. Estuve a punto de ir con el puto director para que me dejara revisar las cámaras, ¿Por qué había cámaras, no? Mire a mí alrededor… ni una sola en todo el puto edificio, genial.

- nota mental, insertarle un puto chip rastreador para la próxima. – enojado, corrí hacia el estacionamiento para ir por el coche y recorrer las calles en su busca. Si no aparecía con ella en casa de Charlie, era hombre muerto, y si se me moría la chiquilla antes de tiempo, Aro iba a tratar de matarme.

No sé cuál de los dos era peor.

Entré al coche y salí como alma que lleva al diablo de la universidad. Tenía que encontrarla, costara lo que costara.

Estaba a punto de pedir refuerzos cuando una mano toco mi hombro. Frene de golpe, sin importarme los conductores que iban detrás de mí.

— ¿Qué Diablos… — dijimos a la vez, mientras Bella era impulsada hacia el frente y caía al piso. — ¿Acaso estas idiota? — me gritó apenas pudo levantarse. Los bocinazos de los otros carros y los gritos de ella hicieron que me empezara a doler la cabeza.

— ¿yo soy el idiota? — pregunté retóricamente mientras comenzaba a avanzar de nuevo, rápido, haciendo que de nuevo ella sea impulsada pero hacia atrás del coche. Parecía una muñeca en movimiento.

— sí, tu. — volvió a sentarse en el asiento trasero y me miró a través del retrovisor, retándome. — ¿Cómo es posible que no checaras que había alguien atrás, eh? — - buen punto… — ¿acaso no puedo tener un poco de tiempo, sola, en mi coche, sola?

- demasiadas emociones en un rato – pensé para mi mismo mientras miraba a la Mimada por el retrovisor. Furia era una de mis emociones, seguida de enojo, ira. Ella tenía las mismas emociones reflejadas en su mirada.

— te estuve buscando por toda la maldita escuela. — Estacioné el coche en la vereda de un callejón solitario y me gire a verla. Ella seguía furiosa. — Te dejé en un puto punto, ¿Por qué no eres capaz de quedarte ahí?, ¿Y dónde demonios esta el inútil de tu novio?

Mimada me miró por un rato y luego, sin decir nada, brincó al asiento delantero, hizo un puchero y se puso el cinturón de seguridad.

— Avanza, quiero llegar a casa de una vez. — dijo mirando hacia la ventana.

— No voy a avanzar — dije tomándola del rostro y haciendo que me mirase. — hasta que me digas que paso con ese idiota. — ella me miro enojada, pero pude ver que detrás de esos ojos de gato enojado, ella quería llorar. — ¿Qué te hizo ese idiota? — mi sangre empezaba a calentarse.

Dios sabía que ahora una bala llevaba el nombre de Jacobo, en ella.

— Nada. ¿Podemos irnos ahora? — ella retiró de un movimiento su rostro de mi mano y siguió viendo la calle. Bien, si a esas quería jugar, me valía una inmensidad de mierda lo que ese cabrón le pudo haber dicho o hecho a ella.

Avance por la carretera hasta llegar a la casa de la Mimada. Apenas me estacioné, ella se bajó corriendo y subió las escaleras hacía su cuarto, sutilmente aporreando la puerta para que nadie entrara.

- que te den. – pensé entre mi, y me dirigí a la cocina.

— ¿Qué le pasa a la niña? — preguntó Lupe, nada más verme asomarme por la puerta. Le hice un signo de esta loca, y ella solo asintió resignada y siguió sirviendo la cena. — eres su guardián, ¿no deberías de estar para ella en las buenas y en las malas?

La imagen de una soga alrededor de mi cuello impidió que siquiera probara un bocado de la cena y empezara a atragantarme.

— ¡Lupe, por Dios! — ella solo comenzó a reírse. — soy su guardián, no su maldito esposo como para estar preocupado por ella las 24 hrs del día.

— bueno, yo lo decía porque veo que ella te interesa. — ¿alguna vez han visto la mirada sabia que rodea a las madres y a las abuelas cuando te han pillado y quieren que lo admitas?, ¿Cuándo has sido atrapado y se regocijan en tu miseria? Bueno, esa misma mirada tenía Lupe en estos momentos.

Como buena persona mierda que soy, ignore adrede su comentario y me dediqué a mirar mis uñas, una por una y sin perder detalle de ello. Ella se me quedo mirando un momento más y luego se encogió de hombros y me dejó disfrutar la cena.

Estaba a punto de levantarme de la mesa cuando ella me asentó un plato y un vaso, comida para Mimada. La mire como quien no entiende que pasa y ella solo tenía una sonrisita socarrona; era yo él que le subiría a Mimada la cena, y se enfrentaría al temible dragón gatito.

Refunfuñando, subí las escaleras de dos en dos y toque muy fuerte la puerta con la punta del pie, para que me escuchara que estaba esperando a que abriera.

Así pasaron diez minutos.

Y la sensación de la mañana regreso a mí.

— ¡Abre la maldita puerta si no quieres que la tire! — volví a patear la puerta para que supiera que no estaba jugando. — ¡Abre maldita sea!

Estuve esperando pacientemente a que se dignara a abrirme. No lo hizo.

La puerta se vino abajo.

— Te advertí que... — Mire a mi alrededor, pero todo el cuarto estaba a oscuras; a penas y pude dislumbrar la silueta de Mimada acostada en la cama, de espaldas a mí.

Yo me imaginaba un escenario diferente. Algo como un dragón gatito golpeándome en la espalda con toda su gatiternura y escupiendome en la cara lo cerdo machista que era.

Probablemente lo más cordial que se hace en estos casos es preguntar si la persona estaba bien. El problema está en que yo no soy cordial.

— Te traje la cena. Lupe la hizo para ti. — esperé a que me contestará, pero no hubo respuesta alguna. — ¡Levanta ese trasero y ven a comer! — Nada. Silencio absoluto. — ¡Agj! No estoy para tus juegos niña. Si quieres comer...

— Deja la cena y lárgate. — apenas y era audible su voz. — Eso es lo que siempre te sale mejor. Vete.

Dejé la cena en el buró que estaba cerca de ella y me subí a la cama.

—¿Mimada, que mierda te pasa hoy? — Al voltearla me di cuenta que había estado llorando. Inmediatamente pensé en el idiota de Jacobo; si le había hecho algo la pagaría y la pagaría lenta y dolorosamente. —¿Te hizo algo el idiota de tu novio?

Ella me miró, pero su mirada estaba triste, cansada. Mire sus labios y fue un error. Me llamaban a besarlos, acariciarlos. Estar cerca de ella era un jodido error.

Ella sin previo aviso ni educación, me dió un buen puñetazo que me regreso a la realidad.

— ¡¿Qué es lo que tienes en la cabeza, grandísimo Neandertal?! — De un brinco, me quite de su camino y ella agarro su cena y estuvo a nada de aventarmelo, pero a último segundo lo pensó mejor y empezó a comer.

Yo seguía sin entender nada.

Estaba desorientado por mis ganas de besarla y por el gran putazo que acababa de recibir de alguien que no pesaba ni la mitad de mi.

— ¿Acaso no sabes respetar? — mientras hablaba, se devoraba la cena a bocados. —¿Acaso no entiendes que si estoy callada es por algo? — bufó.

Yo estaba a punto de echarme a reír. Es como ver a un gatito rabiar... Una cosa bárbara.

— ¿A caso ningún hombre en esta casa sabe pedir permiso o mi opinión? — se llevó el vaso a la boca y entre tragos largos se acabó la bebida.

— Ammm... — fue lo más inteligente que me salió en ese momento. Ella me tendió sus platos vacíos y con un gesto de la mano me pidió que me llegará.

Yo no soy un maldito criado.

— Están mal, de la cabeza, de su forma de pensar, de su forma de actuar. Están todos mal. — Mimada volvió a acostarse y a darme la espalda. — Jacob... ¡Estúpido Jacob! — la verdad es que sonrei al escucharla maldecirlo. - ¡sí, estúpido Jacob!- — Charlie... ¡Estúpido Charlie! — - la verdad si, todo lo que ha hecho es estúpido... ¡sí, estúpido Charlie!- — Masen... ¡Estúpido Masen! - ¡Sí, estupi... Oye!

— ¡wow, wow, wow! Detén tanta agresividad. — ella decidió ignorarme y seguir refunduñando sobre mi. — Tu padre y tu novio sí que son estúpidos, pero... ¿Yo? — ella bufó de nuevo. Se sentó otra vez y me señaló la evidente prueba de mi estupidez; la puerta rota y tirada. Me miró, como desafiandome a contradecirla y cuando supo que no diría nada, sonrió triunfante y de nuevo volvió a acostarse.

— Lárgate, quiero dormir. Y dile a Lupe que gracias. — me quedé viéndola, desconcertado por su comportamiento.

Eh hice lo más inesperado y estúpido que se me cruzó en la cabeza. De todas formas, ella me creía estúpido. Me desvesti lo más rápido que pude; solo me quedé con una camiseta y mis boxers. Levanté la sábana y me metí con ella en la cama, y antes de que pudiera gritarme, golpearme o patearme, la pegué a mi pecho, le puse una mano sobre la boca, con mi otro brazo le apreté los suyos y con mi pierna izquierda le envolví las suyas y espere el forcejeo.

Ella se removía como pez fuera del agua, tratando de soltarse.

— shh, shh. Solo quiero hablar. Tranquilízate — le susurré al oído mientras ella decía cosas ininteligibles y seguía forsejeando. — Solo hablar, te lo prometo, solo eso. — Ella sintió mi erección y me miró con odio, como diciéndome y esto qué. No era mi culpa, ella estaba despertando al amigo.

Cómo prueba de paz, la solté pero no me salí de la cama. Ella se me quedo viendo unos segundos antes de volverse a dar la vuelta.

Sonreí orgulloso.

Segundos después, su codo se estrelló en la base de mi estómago, dejándome momentáneamente sin aire.

— Si vuelves a hacer algo como esto, mi codo irá a parar en otro lado, te lo advierto. — yo solo asentí. — habla.

Pero yo no podía, me faltaba el aire. El dragón gatito tenía lo suyo.

Después de unos momentos, al fin pude respirar, y hablar.

— Eres una agresiva. — escuché una risilla de su parte pero no dijo nada. — ¿Qué fué lo que pasó hoy? Me refiero, ¿Qué fué lo que te hizo estar así? — sinceramente no entendía su comportamiento de hoy.

Primero, intentamos algo, luego se va con Jacob, luego desaparece para luego aparecer en su coche y además molesta. Luego me culpa por algo que no entiendo.

Solo de pensarlo me duele la cabeza. Es por eso que los hombres no hablamos de problemas, eso solo trae más problemas.

En fin, mientras yo divagaba mentalmente en mi nebulosa Maseniana ella por fin se desahogaba de todo lo que llevaba dentro.

Para ella era extraño todo lo que estaba pasando. Cómo su vida, de la noche a la mañana, cambió completamente. Su padre, su amado padre, estaba metido en chismes políticos todo para asegurar el gane en su candidatura.

- ajá...

Su vida, ya no era su vida desde que está a sol y sombra con un guardaespaldas que no parece guardaespaldas y que además trae consigo a más amigos groseros y toscos para el cuidado de ella y su papá.

- ajá...

Su novio solo se la pasa hablando de política y cuando por fin ella cree que va a suceder, la tan esperada, la tan anhelada, perdida de la virginidad; su estúpido novio no solo no deja de hablar de política, sino que la rechaza y casi casi la tacha de promiscua.

- aj... ¿Que mierda?

— Isabella Marie Swan, esperó que no hayas dicho lo que creo que dijiste. — La giré de un solo movimiento y ella se vio sorprendida de mi reacción. —Él... Tú... — no encontraba las palabras. Estaba muy furioso y ella solo tenía esa sonrisita traviesa. —¿Sigues siendo virgen, cierto? — ella me miró, como si estuviera evaluando cómo reaccionaría si la respuesta era negativa. Yo solo pude fruncir el ceño y esperar su respuesta.

La cual no llego pronto, porque solo se digno a voltearse de nuevo y acomodarse.

— No sé en qué te pueda ayudar mi respuesta... — - cínica, hija de la... — pero no... — mi alma se fue al suelo. Ya podía escuchar el sermón de Charlie y de Carlisle cuando se enterasen de que perdí de vista a Mimada por dos segundos y ella perdió algo más en menos de ese tiempo. — Desgraciadamente para... Mí, sigo siendo virgen. — Se le podía escuchar en su tono de voz, que se contenía de reírse por haberme tomado el pelo.

A este juego pueden jugar dos.

La tome de la cintura y la pague a mi erección; ella jadeó de la sorpresa al sentirme tan duro. Le besé el hombro descubierto mientras que con mi pulgar le hacía círculos en su estómago, sobre el elástico de su diminuto short. Ella gimió apenas y yo sonríe triunfante.

— si tan desesperada estás, puedo ayudarte. — le dije sobre la piel de su cuello. Ella se estremeció y su gemido fue un bombeo de sangre directo a mi miembro. — justo ahora no tengo nada mejor que hacer.

La muy sin vergüenza se restregó en mi erección y sonrió al escucharme gruñir de satisfacción.

— comportate Masen, o te saco de la cama a golpes si es necesario. — Yo me rei de eso pero me detuve. Ella después de unos momentos volvió a hablar. — eso es lo que me tiene así, perdona mi comportamiento.

Por última vez se acomodó entre mis brazos y por fin se durmió.

Realmente podía entender todo lo que ella llevaba cargando sobre sus hombros. Al fin de cuentas era la hija de un candidato a gobernador, futura doctora, con un futuro incierto, un padre ausente y un guardaespaldas ardiente y cínico. Ah, y el novio idiota.

La abracé y ella susurró algo que no alcancé a escuchar.

No entendía que fue lo que me impulsó a estar así con ella, pero en estos momentos sentía que este era mi lugar. Por un breve momento de sentimentalismo dejé que creciera en mi la idea de estar así con ella en un futuro, pertenecer a su lado, ser de ella y arreglarle todos sus problemas.

Empezando por la puerta tirada.

— Discúlpame por tirar tu puerta, Mimada. — le dije en un susurro. Que ella estuviese ya durmiendo no le quitaba mérito a mi disculpa.

Me sentí mejor después de eso. Y me abandoné al suelo, al mundo donde todo era posible, incluso que un asesino esté con una Mimada.

— Disculpas no aceptadas... Idiota. — susurró ella de vuelta.

Sonreí como el estúpido que era y la acerqué más a mi, la abracé y fue lo último que recuerdo antes de caer rendido.


5 años después...

Hola! Lo sé, no tengo perdón de Dios...

Ya sé, tarde mucho jajajaja lo lamento y espero que esto las y los apasigue por un tiempo.

Aquí mis explicaciones:

1- no me di cuenta de que había pasado tanto tiempo sin subir un cap, lo lamento.

2. Todo lo que viene de aquí en adelante es un: Tú Jodido Ángel Guardián, versión dos. Por qué el versión 1 estaba en otra computadora, la cual ya no sirve y ya no me acuerdo de como acababa. De nuevo, lo lamento mucho.

3. Quedan pocos caps pero muy emocionantes, veremos otra faceta de este Edward protector, macho, cínico que nos gusta a todas.

4. Prometido que les subo caps hasta el final, pero ahora no pondré tiempos porque jejeje ya ven lo que sucede al final

5. Las y los extrañe muchísimo, regresar es muy padre para mí y espero que no me vuelva a ir.

6. Les espero con sus comentarios de que les pareció este cap, hasta la próxima!

Besos y abrazos del oso Emmett!