Capítulo 1
Despiertas en una habitación completamente desconocida para ti, intentando acostumbrarte a la segadora luz de la lámpara, una vez que te acoplaste buscas a tu alrededor que te sea de ayuda; cualquier mínimo detalle que fomente algún recuerdo que explique en la extraña situación en la que te encuentras. Nada, absolutamente nada, todo lo que encontraste es lo indispensable para sustentar a una persona en cautiverio. Te alteraste, rápidamente haces aun lado las sabanas que te cubrían y te apoyas sobre la base de la cama, impulsándote con esta para poder estar de pie, pero inevitablemente caes de regreso; frunces el ceño, aprietas la quijada y vuelves a intentarlo, sin embargo el resultado es el mismo. Pero espera, a la tercera consigues un pequeño avance, resististe más tiempo que las otras dos primeras veces; al cuarto intento, se abre la puerta dando paso a una bella mujer de cabellos negros, largos con un flequillo que cubría parte de sus cejas. Vestía un elegante y sedoso vestido color uva, escotado, que mostraban parte de su prominentes pechos.
—Tranquilo cariño—te volvió la aristócrata mujer a la cama y con una sonrisa suave y esos ojos serenos color violeta, te mira; dándote a entender que mantuvieras la calma—Soy Yotsuba Maya, ¿recuerdas cómo te llamas?
—N-No... —contestaste en un hilo de voz, apartando bruscamente la mirada de ella, viendo en otra dirección cualquiera— "¿Puedo preguntarte algo?"
—Lo que quieras—asintió ella, tomando asiento a un costado tuyo; actuando como si tuviera años de conocerte, tanto que te inquietaba
— ¿Desde hace cuánto tiempo me conoces?, ¿Por qué me tratas con esa familiaridad?, ¡¿Por qué no logro recordar nada?!
—Una pregunta a la vez cariño, no te aceleres—pidió, acariciando tus cabellos con suma ternura, atrayendo tu atención lo suficiente para volver tus ojos sobre los suyos y apartar su mano de ti; pese al gesto mal educado que hiciste, sonrió, no teniendo rencor de tus actos instintivos—Contestare a esas tres preguntas asi que presta mucha atención porque no lo repetiré—suspiro, dándote la impresión de lo que estaría por decir no era fácil para ella.
Te incorporas en la base de la cama, acomodando tu espalda encima de la almohada, cruzas la piernas como un niño y te sumerges en cada uno de sus movimientos; agudizas el oído para capturar los datos que serán procesados y analizados dentro de tu cerebro, guardando seguido las imágenes recibidas desde el momento que despertaste.
—Supongo que tendré que responderte con la verdad—murmuro, cambiando su semblante a uno de tristeza—Comenzare por tu nombre—pauso unos segundos y continuo luego de otro largo suspiro—Yotsuba Tatsuya.
¿Yotsuba Tatsuya?, el simple hecho de que tuviera su mismo apellido lo hacía cuestionarse más sobre sus orígenes, levantando una de sus cejas en señal de incredulidad; acto seguido pediste que aguardara unos segundos para asimilarlo, luego de un cierto tiempo sugeriste que continuara.
—A los 10 años tuviste un accidente que te trajo a un estado de coma, para ser más exactos en el mes de junio, cuando partimos a Okinawa. Estabas tan emocionado por conocer el trabajo del abuelo que casi podría jurar no dormiste hasta que llegáramos—
—Detente ahí—interrumpió, despertándola de su fantasía—Hasta donde me has contado, me llamo Yotsuba Tatsuya, 14 años, viendo mi consistencia física, el cambio de voz, entro otros aspectos; fui víctima de un accidente desconocido por el momento y tú, ¿tú que eres de mí?, sino más recuerdo tenemos el mismo apellido—cuestionaste
—Buena recapitulación cariño, tu pérdida de memoria no te ha hecho un despistado—admiro Maya—Menos un idiota—agrego, frunciste el ceño, eso no te había agradado en lo absoluto—Pero viendo lo ansioso que estas por saber….la razón de la similitud en nuestros apellidos es porque en ese viaje tu familia y la mía hicieron un acuerdo en la cual quedamos comprometidos—mintió con tanta facilidad que ante tus ojos no fue detectado, desconocías la diferencia de la verdad y la mentira y como única información cercana tuviste que conformarte mas no por completo.
—Quiero una prueba de ello—exigiste dudoso, ella te entrego el documento falsificado, tan creíble y con todos los sellos correspondientes, consigo las firmas de los supuestos padres que lo aprobaron; abriste los ojos desmesuradamente, leyendo detalle a detalle cada oración, puntos, comas, que te dejaron sin habla.
Cuidadosamente te arrebato el documento, guardándolo en un lugar estratégico que te hizo sonrojar ligeramente; habías desviado sin querer la mirada donde lo había escondido temporalmente—Veo que lo entendiste asi que seguiré con la historia—comento sonriente, no hallaste vergüenza alguna por su osadía y discutirlo te delataría—En resumen, luego de tanta felicidad, llego el día trágico…
—El supuesto accidente
—Si—asintió—Veras, ese día, te quedaste solo en la casa de tu abuelo; nosotros salimos esa vez de compras y pensamos en comprarte comida en el camino, cuando regresamos te encontramos en la sala siendo atendido por paramédicos.
Querías recordar, hacer memoria de lo que te contaban, pero no encontraste nada, todo estaba en blanco; un historial que era reescrito conforme pasaba el tiempo, con nuevos datos que el subconsciente acepto sin que tú te dieras cuenta, solo para tener algo con que sostenerse y validar su existencia.
—No me creas a mí, sino a las cicatrices de tu cuerpo cariño, ellas hablan por sí solas; examínalas cuando tengas tiempo—sugirió tranquila, firme en hacerte creer su mentira, manteniendo el falso sentimiento de tristeza para darle más motivo a su actuación—Como decía, uno de ellos se acercó a nosotros y nos contó que te encontraron en la jaula de uno de los experimentos que estaban en el laboratorio, mal herido y con el repugnante oso muerto; quedaron a sombrados cuando te vieron en el suelo con un arma blanca en las manos y el teléfono colgando a un costado tuyo, y…...y…—contuvo las lágrimas como toda actriz—D-Discul-Discúlpame, no…no puedo continuar—bajo la mirada, ocultando sus ojos violetas cristalinos entre su flequillo
—Oye—llamaste indeciso, compadeciéndote de ella, sintiendo un extraño sentimiento de empatía—No tienes por qué sentirte asi, ya paso
—"Se lo ha creído" —pensó Maya, sonriendo internamente por su gran actuación, dándole un toque extra dejando fluir sus lágrimas por su bello rostro de porcelana, una tras otra, fueron consumiéndose entre las sabanas— ¡Pero me duele ver que no te acuerdes de mí! —elevo el rostro, viéndote fijamente a los ojos, prontamente abrazándose de ti, "calmándose" al percatarse que asentiste y acariciabas su cabello buscando consolarla; no dándote cuenta que se reía a tus espaldas, inhalando entre sus sollozos el olor que desprendías—"Mejor de lo que esperaba, mi inocente Tatsuya, viendo que el mismo poder que tu madre bloqueo, yo me encargue de liberarlo….con el único pago de ofrecer tu memoria a cambio, mas no tus habilidades, esas no, no quiero que seas un inútil e inservible arma…y ¿Por qué no amante?" —reforzó su agarre, con el propósito de que la escucharas perfectamente.
2 Años después…
Tatsuya Yotsuba salía de su entrenamiento con el monje Kokonoe, un "amigo" de la familia, recomendado por Maya, "su" prometida. Por obvias razones se efectuaba en una habitación especial dentro de la casa, bajo constante vigilancia y cuidados por las maid´s dentro de la casa; hace un tiempo que se acoplo a este tipo de tratos y oponerse a estos no le convenía por lo escandalosas que eran. A pocas horas de partir a la preparatoria, se encamino a la habitación, seguido de ellas, que no estaban conformes hasta confirmar que todo se encontraba en orden; una le abrió la puerta, mientras otra tomo la toalla con la que se limpió el sudor de su arduo trabajo, y las dos restantes dejaron sus ropas en el canasto aun lado de la puerta corrediza de la bañera, acomodado según el reglamento lo exigía.
—Pueden irse, estaré listo en 30 minutos
— ¡Como ordene, Tatsuya-sama! —dicho eso, partieron en una reverencia, cerrando la puerta para darle mayor privacidad.
Tatsuya, suspiro sonoramente, realmente quería encerrarlas en la habitación y que no vieran la luz del día otra vez; le fastidiaba que fueran tan escandalosas, molestas, persistentes en atenderlo, entendía que era su trabajo más aun asi prefería que se mantuvieran lo más lejos de su vida privada o que lo dejaran respirar. Sin más tiempo que perder, fue desvistiéndose, delante de un gran espejo que decoraba la elegante y moderna habitación; que adquirió los gustos de su dueño conforme pasaron los años. Contemplo las nombradas cicatrices que Maya conto, algo le decía que estas fueron producto de algo más que un simple ataque animal, pero una parte en su interior le dijo que lo pospusiera para otro momento menos ajetreado; porque si no se retrasaría, continuo despojándose del resto de la ropa, caminando descalzo al baño. Durante ese periodo después de su despertar, se dejó crecer el cabello, ahora media a la mitad de su espalda, conservando el mismo corte de aquel dichoso flequillo; por simple gusto. Moviéndose al compás de sus pasos, dándole un toque más superficial y elegante a su apariencia.
Una vez dentro, abrió la llave de la regadera, dejando correr el agua por todo su cuerpo, como gotas de roció; que acariciaban cada parte de él.
5 minutos antes de la hora indicada, salió, vestido con el conocido uniforme de la primera preparatoria, destacando el símbolo de los que asistirían al primer curso. Estaba listo, pero faltaba la última prueba antes de librarse de esas sirvientas, en cuestión de segundos ideo un plan para salirse con las suyas; empleándolo luego de tomar su maleta, pistolas, CAD, dinero y lentes—"Faltan dos minutos para que estén aquí" —observo el reloj de pared por unos instantes, colgándose los lentes en la camisa y apresurarse abrir la ventana emitiendo el menor ruido posible. Treinta segundos fueron suficientes para escabullirse la habitación, crear un puente temporal solido con ayuda de su CAD y saltar en el último escalón al suelo, al otro lado de la calle terminando los treinta segundos exactos; impecable, limpio sin ninguna gota de sudor corriendo por su rostro. Lejos escucho el llanto de las chicas por que nuevamente se les había escapado, imaginando que estas le darían la queja a Maya cuando llegara de su viaje de negocios.
En la primera preparatoria…
Una hermosa y simpática azabache de cabellos ondulados, con un curioso moño blanco con rayas azules detrás de su cabeza; saludaba a los nuevos ingresados, en lo que otra pero algo tímida chica de cabellos azabaches y ojos azules, con un pasador de copos de nueve adornando su cabello guiaba a un grupo a su respectivo salón, dándole las indicaciones correspondientes. Un día tan perfecto y armonioso que Saegusa Mayumi no desaprovecharía…
Poco antes de que tocaran el timbre, Mayumi se tropezó al no ver donde caminaba por estar entretenida admirando el esfuerzo de sus amigos por recibir como se merecían a los últimos alumnos que ingresaban a la preparatoria.
— "¡Auch!, eso dolió"—se quejó pequeñamente la Saegusa desde su lugar
— ¿Estas bien? —escucho una voz masculina hablarle, tendiéndole la mano
—"Sí, eso creo"—se limitó a decir, aceptando su ayuda, cuanto menos se lo espero, su misterioso salvador la alzo, incorporándola delante suyo; quedando frente a frente, donde rojo y azul inesperadamente hicieron contacto. Los pétalos de Sakura los roció con su magnífico olor, el aire fue cómplice de ello, moviendo al ritmo de sus movimientos los cabellos de ambos al mismo tiempo y los rayos del sol alumbraron el rostro de quien gentilmente se compadeció en ayudarla; acelerando los ritmos cardiacos de la Saegusa. En cámara lenta vio como deshizo su agarre, dedicándole al mismo tiempo una de sus mejores sonrisas, leves pero significativas, cálidas; sin ningún rastro de lujuria en ella—G-Gracias
—Cualquiera pudo haberlo hecho—negó este, quitando el pétalo que cayó en su nariz, con la punta de sus dedos; no dándose cuenta del sonrojo creciente de Mayumi—Mi nombre es Yotsuba Tatsuya, soy un estudiante de intercambio, encantado de conocerte
—Saegusa Mayumi, el placer es todo mío—sonrió—Seguramente eres del que hablo Ono-sensei en dirección…si quieres puedo guiarte a tu salón de clases, dado a lo que entendí es el mismo en el que iras conmigo—sugirió ya sin su sonrojo
—"Ono Haruka….esto será interesante", escuchando conversaciones ajenas—bromeo sutilmente para empatizar.
— ¡Claro que no!,…..vámonos ya, la ceremonia esta por empezar, Yotsuba-kun
—Vamos—se adelantó, dejando atrás a la apenada Saegusa, que aún no superaba su "pequeño" resbalón—Saegusa-san
—Ya voy—corrió Mayumi detrás de Tatsuya, que se detuvo a esperarla a la mitad del pasillo—Pensé que me dejarías…—comento algo agitada
—Sería muy descortés de mi parte si lo hiciera
—Tienes toda la razón—recobro su compostura como presidenta estudiantil—Tu deber como estudiante es esperar a la presidenta del consejo estudiantil, encargada de—
— ¿No llegaremos tarde?
— ¿Te gusta hacerme batallar no es asi? —pregunto a lo que él solo se encogió de hombros, no respondiendo ni un sí o un no, por respuesta— ¡Yotsuba-kun!
—Vamos—le extendió la mano desinteresadamente, ayudándole a mantenerse de pie.
Mayumi bufo, no podía odiarlo, era de admitir que es adorable su forma de ser….esperen, ¿Por qué pensaba asi de alguien que apenas conoció?, pensó que quizás se trataba del efecto de la primavera que la hacía ver las cosas como si no fueran nada, con tal de no arruinar su día. ¿ pero será eso del todo cierto?