Hola ^^ hacía muchísimo tiempo que no subía un fic por aquí, realmente que me he quedado sumamente inactiva. Ahora les vengo con otro Gruvia un poco más complejo, basado en una canción que he estado escuchando mucho. Trataré de subir los caps más a menudo y esto les prometo que será para largo y chance con una secuela x3 aquí va


Nunca me había puesto a pensar en esas cosas como lo eran el romance y toda esa palabrería y media sobre corazones y flores. Me iba y venía, no me veía de ese modo con nadie. Simplemente no era lo mío. El nombre de Gray Fullbuster en la vida podría quedar en la misma oración que la palabra "amor".

A pesar de todo, estaba bien, salía con mis amigos e íbamos de bar en bar, bebiendo a la vez que hacíamos un sinfín de estupideces de las cuales al siguiente día recordábamos con gracia… eso si es que lográbamos recordar algo. Tampoco quiero que me malinterpreten y automáticamente me pongan la imagen del chico malo y rudo que da la imagen "cool" con su chaqueta de cuero y lentes de sol oscuros, nada que ver.

Iba al instituto cada mañana sin falta sobre mi motocicleta color plata, aparcaba en el estacionamiento de la escuela, entraba y hacía actos de presencia en las clases para obtener notas regulares. Un estudiante promedio en un proceso de letargo del cual no me molestaba no despertar.

Me sentía prácticamente neutral a todo asunto que no me interesara en lo absoluto ¿Para qué almacenar datos particularmente innecesarios? Desperdicio de memoria. Una curiosa habilidad que siempre había tenido, es que yo podía tener acceso a las memorias que quería, recordar lo que quería y simplemente eliminar lo que no me apetecía volver a presenciar. Ese era yo… hasta que le conocí ese invierno…

Ya iba tarde a la escuela, no llegaría a la primera clase de la mañana pero no me importaba demasiado, mi cabeza seguía encerrada en una nebulosa de recuerdos que ni el sueño profundo pudo arrebatar de mi memoria. Hacía tres días, mi madre tuvo que ser llevada de urgencia al hospital dado a que su leucemia empeoró repentinamente. Me quedé en el hospital esa vez, pero mi padre no se apareció en todo el día con la excusa de que tenía trabajo acumulado. Yo no me imputé, sabía que el trabajo era su deber.

Pero la bomba estalló anoche. Yo regresaba de la escuela después de un día sumamente pesado, tuve que quedarme a terminar un proyecto semestral con un par de amigos y lo único que quería en ese instante, era darme una ducha y dormir… pero al abrir el portón y toparme con la asquerosa escena de mi padre devorarse a besos con una mujer rubia mucho más joven… supe que mi día estaba lejos de acabar.

Una furia recorrió mis venas como si se tratara de lava ardiente, mientras que la mujer que me había dado la vida moría atada a una camilla de hospital, él gozaba con su mujercilla barata como si nada hubiera pasado… como si ella hubiera muerto. No pude soportarlo. Lo siguiente que supe, fue que la mano derecha me punzaba y que mi padre estaba tirado en el piso con un labio partido. La amante se había marchado para entonces y enseguida me fui yo sin algún rumbo en específico, dejando al que una vez consideré mi padre gritándome blasfemias.

Vagué en la oscuridad de las avenidas a toda velocidad, sólo notando como lo que una vez fueron edificios y rascacielos, se tornaban en nubarrones amorfos y sin color. Las personas se desfiguraban en horrendas criaturas de pesadillas y las voces pronto se convirtieron en zumbidos molestos que de la nada se convertían en pitidos que me lastimaban el oído.

Fue cuando me di cuenta que el mundo estaba más jodido de lo que creí.

Terminé por quedarme en casa de uno de mis amigos llamado Natsu Dragneel. No quería, pero no traía conmigo el dinero suficiente; en situaciones desesperadas uno tiene que recurrir a medidas desesperadas.

Entre nosotros dos creamos un acuerdo no escrito, si uno no decía nada, el otro no preguntaría y dejaría las cosas por la paz. Por supuesto que Natsu no lo respetaba y al segundo abría su enorme bocota para al final los dos terminar con una marca de golpe en la cara. Honestamente, eso era lo que quería. Pero supongo que esta vez me vio tan mal, que simplemente se resignó a dejarme dormir en su sofá… y a tomarse la descarada libertad de no apurarme para ir al instituto.

Cuando llegué a las puertas principales, no había nadie más que el odioso guardia. Rodé los ojos y suspiré resignado. Debí verlo venir y entrar por la puerta trasera que nadie parecía importar dejar al descubierto, pero ya era tarde, el prefecto me había divisado desde que aparqué la moto y ahora me observaba como si quisiera estrangularme… tan lindo como siempre.

—Fullbuster, ¿te das cuenta de la hora que es? —su tono sarcástico sólo revolvió mis entrañas, sabía lo que se venía.

—No realmente, me he dejado el reloj en casa —respondo revolviéndome el cabello.

—Es tu tercer retardo en la semana, no puedo dejarte pasar ahora.

—Oh vamos, sólo déjame entrar, me dejas seguir de largo, tomar mis clases y tú no me verás por todo el día. Ambos podemos salir ganando.

—No, es mucho más reconfortante ver tu cara de fastidio ¿sabes? Se podría considerar mi hobbie.

—Wow… tu vida debe de ser asquerosamente aburrida si lo más divertido que puedes hacer es joderme.

—¡Mira tú…!

Un muy suave e imperceptible "rayos" rompió la tensión entre nosotros dos, provocando que el fantoche guardia de repente centrara su vista en la persona que de repente se había entrometido. Era una chica, de seguro de la misma edad que yo sino es que uno o dos años menor.

—Vaya, vaya, este debe ser el día de llegar tarde ¿no? Primero Fullbuster y ahora tú, Loxar. —una sonrisa burlona desfiguró su rostro y sus brazos se cruzaron sobre su pecho.

¿Loxar? No me sonaba para nada.

—Y-yo… perdón, tuve unos problemas al venir y…

La mujer se colocó a mi izquierda, cabizbaja, y cuando lo hizo, casi me suelto a reír. Al principio se notaba que venía sumamente bien abrigada, pero no fue hasta que estuvo cerca que tuve una verdadera noción de sus ropas. Ella vestía una larga gabardina color celeste, y por la apariencia robusta, yo diría que al menos tenía unas 3 capas de ropa por debajo de ella. Sobre su cabello vestía un curioso gorro a juego con su abrigo junto con una bufanda. Apenas si podíamos ver su pequeña y delgada nariz junto con sus ojos. Por un momento me desatendí de la plática y las burlas del guardia, la imagen de ella me daba tanta gracia, que realmente nunca supe si pude ocultar mis ganas de reír sin parar.

—¡Gray Fullbuster! —él gritó, su rostro se había tornado de un color semejante a manzana y el fuego asesino en sus ojos se acrecentaron.

—Sí ¿qué decías? —comenté saliendo del estupor. Por el rabillo del ojo, percibí la mirada curiosa de la fémina. Tenía unos enormes ojos azul zafiro, realmente brillantes ¿Qué tanto me observaba? ¿tenía algún rastro de saliva pegado a la cara o algo?

—Decía que…

—Ya, está bien ¿sabes qué? Tienes razón, me iré a casa ¡Nos vemos! —después de hacer un leve ademán de despedida con mi mano, con la otra logré tomar la de la muchacha para que se moviera junto conmigo. Si el guardia había dicho algo, no lo escuché en absoluto.

Podía sentir sus pasos torpes seguirme tras de mí, las pisadas ligeras que ella daba apenas si se notaban sobre la escarcha que cubría el suelo de pavimento. Ella me exigía una explicación hacia dónde le estaba llevando, y aunque se notaba nerviosa, su voz tímida de hace rato era apenas un solo recuerdo, ahora tenía fuerza y era vibrante, llena de resolución que aparentemente no parecía tener. Por un momento pensé que esta chica podría llegar a ser una gran cajita de monerías.

—Hay otra entrada por el otro lado, raramente es vigilada y nos da un acceso directo al pasillo principal. Si no quieres faltar a más clases, te sugiero que sólo me sigas y ya —respondí cumpliendo a sus exigencias tiempo después. Ella no dijo nada, pero en la nuca pude sentir su mirada de nueva cuenta. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

Después de cruzar el estacionamiento, doblar un par de esquinas y apresurar el paso un poco, ambos logramos colarnos a las instalaciones del instituto sin ser divisados en absoluto. A comparación del clima frío del exterior, el pasillo se sentía como un horno para mí, y el tan sólo ver a la chica tan cubierta de ropa, era insoportable.

—Hum… gracias —susurró momentos después.

—De nada —respondí. Coloqué las manos en los bolsillos del pantalón y me encaminé hacia mi aula. Los pasos de ella sonaron cada vez más lejanos y de repente sentí una imperiosa necesidad de voltear a verla. Cuando lo hice, la vista de ella dejando sus largos cabellos azulinos libres mientras cruzaba una esquina para finalmente desaparecer, inundó mi mente durante un buen rato.