"Seductora Inspiración"

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Summary: Ella necesitaba inspiración para las escenas subidas de tono de su libro y él parecía ser una fuente suficientemente dulce y seductora para proveérsela, ¿una aventura de una noche? Podría ser, pero el problema era que... ¡era gay!

Nota: Escrito largo categoría M por intensa limonada que vendrá en el futuro (?), es AU, realmente espero que lo disfruten.

Capítulo 01

"Adiós, inspiración"

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Enarcó una de sus rubias cejas sutilmente mientras aspiraba el aroma que emanaba de una de las cacerolas al fuego.

Esto definitivamente huele a gloria —pensó, esbozando una pequeña sonrisa.

—¡Naruto! —el aludido volvió la cabeza hacía la puerta donde estaba una mujer de rojos cabellos, mirándole—. ¿Otra vez intentando cocinar?

—Intentando no, lográndolo —él soltó una carcajada y sus ojos reflejaban su felicidad—. Hacía mucho que no me sentía así de bien —suspiro.

La mujer asintió: —Desde lo de Hinata-chan… —murmuró. Lo vio pasarse la lengua por los labios, repentinamente resecos y asentir.

—Mamá, ¿de veras no te molesta que éste aquí por unas cuantas semanas? —Inquirió, removiendo el contenido de la cacerola.

La mujer solo le dedico una mirada fulminante, de la cual él solo pudo atisbar el final.

—No te pego porque ya no sirve de nada —fue su respuesta—. Bien sabes que para tu padre y para mí el que estés en casa es más que una alegría y un placer —se acercó hasta él y le dio un pequeño coscorrón en la nuca—, para que no se te olvide que tu madre soy yo.

Él hizo una mueca, pretendiendo dolor: —¿Papá regresará antes de que me marche? —la miro ir a la nevera y servirse un vaso de jugo.

—Es la idea, la verdad es que nos sorprendiste con tu llegada, si hubieses avisado, Minato habría pospuesto el viaje a Corea y se habría quedado aquí.

—Si hubiese avisado, no habría sido sorpresa —respondió él a su vez, riéndose.

—Tienes razón. Bueno, iré al hospital a visitar a tu abuela, creo que ya quiere colgar a tu abuelo de la última planta…

—¿Qué hizo ese Ero-sennin ahora? —inquirió, con cierta burla y curiosidad mezcladas en su tono.

—Lo típico, coquetear… —y los dos suspiraron.

—Era de esperarse de él —removió la tapa de otra cacerola y tomó una pequeña cuchara para echar un poco del contenido en la palma de la mano.

Kushina lo miró probar el condimento y moverse en sus aguas en la cocina, y no pudo evitar sonreír. Sí, verdaderamente hacía mucho tiempo que no veía a su hijo tan feliz y su felicidad la alegraba a ella también. Él ya había sufrido más que suficiente.

—Bueno, me voy —se acercó a darle un beso en la mejilla a su hijo—. Intenta no quemar la casa —añadió, tomando sus llaves y su bolso de la encimera.

—¡Já! Como si fuera posible… ¡Soy un experto usando el extintor! —vociferó, en medio de una carcajada.

—¡El problema es que aquí no hay! —replicó a su vez Kushina, ya en la puerta.

Oh si, tendría que tener cuidado con el papel de aluminio y los paños de la cocina —pensó el rubio, riendo para sus adentros.

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Aspiró aire profundamente. Sí, definitivamente mataría a Ino. Se acomodó unos mechones de su inusual cabello rosa detrás de la oreja. Mira que hacerla salir corriendo de su casa para sencillamente dejarla esperando.

Tenía ya alrededor de diez minutos frente al café donde se suponía que se encontraría con la rubia, volvió a tomar aire, ¡y hacerla salir con ese clima tan frío! ¡La mataba seguro! Si pasaban cinco minutos más y la condenada no le respondía la llamada, ni el PIN, ni por Twitter o Facebook, la mataría seguro.

Siete segundos después, divisó el lujoso Porsche Carrera GT plateado de Ino a pocos autos de donde ella se encontraba.

La elegante mujer rubia, vestida pulcramente con un traje ejecutivo de falda y chaqueta azul marino, se acercó en sus tacones de seis centímetros hacia ella.

—¡Sakura! Lamento haberte hecho esperar —Ino suspiró, entrecerrando un poco sus azules ojos—. Tuve que supervisar que Sai terminará la pintura para la exhibición de arte en D'Picasso, ¡te juro que lo quería matar! Para colmo, se me descargó el móvil —suspiró, enseñándole el aparato apagado.

—Yo era la que te iba a matar si no te aparecías —espetó la de ojos verdes, suspirando—. Entremos, tengo un frío de muerte, ahora solo quiero tomarme algo caliente.

—Si, claro —ambas entraron al establecimiento lleno de calidez, con solo entrar ambas se llenaron del aroma dulzón de los pasteles de los aparadores y se les hizo agua la boca.

—El impacto visual me ha dejado fascinada —musitó Sakura, acercándose a los aparadores, deleitándose la vista con la deliciosa presentación de un pastel de tres leches. En el aparador que miraba había cuatro diseños distintos del mismo.

Uno era un trozo cuadrado perfecto, con una deliciosa capa de suspiro encima, una cereza en medio y encima de todo, el fondo del plato estaba lleno del jugo del mismo, salpicado de almendras.

Otro era un pastel redondo, con un intrínseco diseño de flores rodeándoles —al acercarse se fijó que el diseño estaba hecho con almendras y nueces, todo combinado de una forma maestral— el decorado de arriba consistía en cuatro elaboradas capas, una de deliciosos mangos perfectamente alineados, luego fresas, más luego lo que parecía ser trozos de kiwi y al final, más fresas formando un capullo.

El que seguía era otro trozo, con diseño frutal, con fresas y piñas, y el último, un trozo triangular perfecto con tres fresas bañadas en sirope y unas flores comestibles desperdigadas aquí y allá.

—Si con solo mirar engordase, no podría salir de aquí —señaló Ino, mirando unos pasteles de almendras.

—Te creo —ambas se acercaron al mostrador, donde habían más apetecibles pasteles con diseños fuera de este mundo—. Este lugar parece ser nuestro lugar para pecar —y señaló el área de café un poco más allá, donde ya había unas cuantas personas sentadas charlando amenamente.

—Disculpen, ¿puedo ayudarles en algo? —un joven de unos 16 u 17 años emergió de debajo del mostrador.

—Sí, queremos tomarnos un delicioso capuchino y probar uno de estos deliciosos pasteles —Ino le sonrió y el chico le devolvió el gesto.

—Pues han venido al lugar correcto —salió de detrás del mostrador—. ¿Qué les apetece probar?

—Si fuera por mí, un poco de todo —rió Sakura, observando el cabello disparado en todas direcciones del muchacho. La moda de los chicos de estos días.

Ino se decidió por un apetecible trozo de un pastel de fresas y Sakura por uno de naranja, que con solo ver el glaseado la boca se le hizo agua. El joven, el cual se presentó como Konohamaru, las guió hasta una mesa para dos, bastante coqueta y con vista hacía la calle.

—Volveré en unos instantes, mientras, por favor degusten de estos palillos de chocolate —depositó sobre la mesa una canasta de apetecibles palillos y dos envases de chocolate blanco fundido.

Konohamaru se marchó y ambas admiraron el contraste de estilos y colores de ambas secciones que aunque eran en el mismo lugar, eran distintas. El área de repostería tenía colores suaves y cálidos, mezcla de beige, blanco y color caramelo.

Al contrario, el área del café era en colores oscuros, madera oscura, paredes en un rojo oscuro, alguno que otro trazo de marrón, piso en blanco y negro, mesas forjadas en hierro y cima de cristal, asientos altos y bajos, pero todos con un delicado diseño que aseguraba comodidad.

—Sí que se ha esmerado el dueño —musitó Ino, llevándose a los labios un tercer palillo.

—Y que lo digas, ¿cómo te enteraste? —Sakura miraba a su alrededor, era un lugar cómodo y cálido.

—Tenten me lo dijo —Ino suspiró—. La verdad es que no sé cómo se entera de estos sitios.

—Quizás tenga un contacto —inquirió Sakura, señalándola con la mitad de un palillo.

—Sí, un contacto alienígeno —y ambas rieron.

—Aquí están sus pedidos —Konohamaru llegó con los cafés, azúcar, los postres y dos envases más pequeños, de chocolate derretido.

—¡Dios! Si este es el trato habitual, no dejaré de venir aquí —Ino probó un pedazo de su pastel y cerró los ojos del gusto—. Definitivamente, sabe a gloria.

Konohamaru rió—: Eso pensé, provecho, cualquier cosa, solo usen esto —y depositó una campanilla en el centro de la mesa—. Y alguien vendrá y las atenderá, si no estoy yo.

El joven se retiro, acercándose a los otros clientes.

—¿Qué te parece? —Ino aguardó unos minutos, mientras Sakura suspiraba de placer.

—Que, por lo mínimo, una mujer es la que tiene que hacer estos pasteles —se llevó otro trocito a la boca—. ¡Terminaremos engordando! —señaló, riendo.

Ino asintió—: Y el capuchino está delicioso. Definitivamente hemos encontrado nuestro lugar.

—¿Quién será el dueño, o dueña? —musitó Sakura, mirando alrededor. De algún modo, todo el mundo parecía relajado, incluido los meseros que se encargaban de tener aperitivos frescos en las mesas de los clientes.

Sus ojos se posaron en dos hombres que estaban mirando los aparadores. Poseían diferentes estaturas, aunque escasas, al igual que el tono de piel y cabello.

El más bajito —apenas por unos centímetros— tenía el cabello rojo, llevaba un traje hecho a la medida de color negro, camisa roja oscura y corbata negra, él se enderezó y miró alrededor, atisbo que tenía los ojos azules, o semejante. Su piel era pálida.

El otro, que era más alto, era bronceado y tenía el cabello rubio, mientras el pelirrojo tenía el cabello un poco largo, el rubio lo llevaba corto y disparado en todas direcciones, llevaba una sencilla camisa blanca, la cual tenía arremangada hasta los codos y un jean oscuro. No pudo ver sus ojos.

—¿Qué tanto miras? —Ino siguió la dirección de la mirada de su amiga y luego se volvió, con una expresión pícara—. ¿Cuál te ha llamado la atención?

—El pelirrojo —respondió Sakura, removiendo su capuchino—, luce como el perfecto villano para mi libro.

—Eso pensé —la rubia frunció el ceño—. Aunque si escogieras al rubio como el verdadero villano…

—No, no, exceptuándote a ti, los rubios son tontos e incluso tú a veces te unes a ellos.

—¡Oye! —Ino la fulminó con sus azules ojos y Sakura no pudo evitar el reírse.

—Admítelo Ino, a ti te gusto el rubio. No está nada mal, parece tu tipo…

—Que Sai no te escuche decir eso.

—¿Qué me darás a cambio de mi silencio? —Ino enarcó una de sus perfectas y delineadas cejas al tiempo que detenía la cuchara a medio camino de su boca con el rico postre.

—¿Me estás chantajeando? —el escepticismo era percibido en su voz y su rostro delataba su sorpresa.

—¿Tú que piensas?

—Dios, Sakura… —la vio sacar el móvil de su bolsillo.

—Llamaré a Sai y le diré que le has estado coqueteando al rubio, si se entera, quizás no pinte más, digamos por... ¿el resto del mes? Eso sin contar las cosas que no harás con él —esto último lo dijo en un tono muy sugestivo mientras subía y bajaba sus cejas.

—Eres una mala persona —bufó Ino, entrecerrando los ojos—. Bien, ¿qué quieres?

—Dos meses más para entregar el manuscrito…

—¡Ni loca! Ya has pospuesto esa entrega dos veces —negó con su cabeza firmemente.

—Sai —le dictó al móvil que empezó a buscar el número y a establecer conexión para la llamada.

—Sakura… —la mujer observaba el móvil y luego a la de ojos verdes, cuando el teléfono estableció conexión y empezó a marcar, Ino parpadeó—. ¡Está bien, está bien! —Alzó las manos en derrota—, tú ganas, está vez.

—Sé que ganaría —rió Sakura, victoriosa.

—Envidiosa —susurró Ino, pateándola por debajo de la mesa—. Sólo me tienes envidia porque tengo una vida sexual sana.

—Procuraré plasmar eso en tu personaje —respondió con mordacidad la escritora.

—Sakura, ¿por qué lo aplazas? El primer borrador fue excelente de a primeras, ¿por qué ahora no quieres entregar el manuscrito? ¿Qué sucede?

Sakura en lugar de responder, saboreó en su paladar la explosión de lo caliente y la dulzura de su café y evitó mirar a Ino.

—¿Estás bloqueada? —Preguntó con suavidad—. ¿Necesitas irte de vacaciones?

Sakura soltó una risita sarcástica—: A donde fuere de vacaciones, me harías trabajar.

—Bueno, sí —admitió Ino a regañadientes—. Pero ése es mi trabajo, presionarte. ¿Qué te sucede? —preguntó otra vez.

Sakura suspiró profundamente y luego de mirar a un lado y luego a otro, le hizo una seña a Ino de que se acercará, de repente sentía la garganta reseca, al igual que sus labios.

—… sexo —fue lo único de toda la oración que Sakura le susurró que ella entendió.

—¿Eh? ¿Necesitas tener sexo? —dijo, elevando un poco la voz, sin querer. Sakura abrió los ojos grandemente y se puso roja como la grana.

—¡Idiota, baja la voz! —Le espetó en un cuchicheo—. ¡Y no, no necesito sexo!

—¿Entonces? —cuestionó, y procedió a encogerse de hombros.

—No puedo escribir las escenas de sexo… —susurró, avergonzada—. Lo he intentado, pero no surge nada.

Ino abrió ligeramente la boca y sus ojos, sorprendida.

—Ya alquilé porno, películas melosas, películas hentai, mire los canales adultos del cable y… sencillamente nada, no puedo escribir nada al respecto —se pasó la mano por el rostro—. Siento como si todo lo que fuese a describir es demasiado mundano y falta de, ya sabes, ese toque que hace que te transportes a la escena. Y ya cierra la boca, por favor —pidió, con voz ahogada.

Ino hizo lo que le pidió, de forma automática.

Eso era un enorme problema, con mayúsculas. Parte de lo que había catapultado a "S. Hino.", como escritora era el perfecto balance entre sus escenas de acción y las de romance, y toda la sociedad japonesa, incluidos los hombres más arraigados a las costumbres del país, leían esas novelas.

Y esperaban, con ansías, llegar a ese clímax. Al desenvolvimiento de la conexión física y espiritual de los protagonistas. El libro, una cosa sin la otra, no era nada.

—Houston, tenemos un problema —murmuró.

—¡Ya lo sé! —exclamó Sakura en voz baja.

—Bueno, empezaré con lo primordial, ¿hace cuánto que no te acuestas con un hombre…?

Silencio.

—Eso pensé, desde lo de Sasuke, ¿no? Hará casi tres años de ellos. ¿Cómo lo logras? Sobrevivir dos días sin sexo para mí es todo un logro.

—Con la colección de vibradores que me regalaste, con que más —respondió entre dientes.

—Ah, les has dado uso, me alegro. El asunto es que los últimos libros que escribiste estaban basados, quizás de forma indirecta, a la forma en que Sasuke te hacía sentir, ahora, por otro lado, el que no sientas nada pensando en él significa que lo has superado, pero has olvidado lo que se siente estar en brazos de un hombre real y no un juguete de goma.

—¿Sabes? Acabas de parecerte a nuestra antigua maestra de psicología en la universidad —señaló, con cierta burla.

—¡Dios me libre! —Ino movió su mano de un lado a otro, como si desechara la idea—. Pero, estoy en lo correcto, ¿no? Necesitas tener una o muchas noches con un verdadero hombre que fomente más tu libido y tu imaginación.

Sakura inspiró profundamente al percatarse, nuevamente, que Ino había alzado la voz y ahora en el lugar había un silencio sepulcral. Intentado mantener su dignidad, pateó a Ino por debajo de la mesa.

—Eso fue lo que le dijo la psicóloga a Min Yi, ¿no? —y forzó una sonrisa, Ino captó su error a la primera.

—Claro, ya te digo. No sé cómo lo logra, la verdad… —y en cinco segundos, todo volvió al ambiente anterior.

Sakura se pasó una mano por la frente, extenuada.

—El asunto es que no saldré con cualquier hombre, y lo sabes… —tomó la campanilla y la hizo sonar—. Se me hace difícil la idea de, ya sabes, salir y conquistar.

—Konohamaru-kun —Ino le sonrió—. Quiero la tarta de tres leches para llevar con fresas adicionales y la cuenta total.

El chico sonrió asintiendo, regresando con lo pedido; en la entrada del café estaban los dos hombres en los que había reparado anteriormente. Pero aún sin haberlos visto, los había percibido, y notó que no era la única, varias mujeres más habían interrumpido sus conversaciones para verlos.

La misma Ino pareció percibirlos, porque en cuanto firmó la cuenta, dirigió sus ojos en dirección de ellos.

El aire, de una forma casi imperceptible, se había cargado de excitación y expectativas. El pelirrojo fue el primero en entrar y el efecto fue el de un imán, los ojos femeninos seguían su paso calmado pero ligeramente rígido, pues sus hombros lucían tensos.

El otro, por el contrario, se recostó del quicio de la entrada y se cruzó de brazos. Eran unos brazos fuertes y firmes, y Sakura casi podía jurar que todas se fijaron en que ninguno de los dos llevaba alianza.

El pelirrojo pasó junto a ellas hasta el final del lugar y en un rincón apartado, encontró una mesa. Le hizo una señal al otro para que se acercara y éste con gracia se enderezó. Camino sonriendo ligeramente, un paso seguro y firme, pero sin dejar de ser elegante.

—Gaara, creo que te has quedado frustrado con eso de los lugares reservados —musitó el rubio, con una voz melodiosa, ligeramente ronca al tiempo que refrescante y relajante. Una voz digna de hacer gritar a una mujer en varios decibeles de "ah."

Casi unánimemente, todas las mujeres volvieron la cabeza para mirar la espalda del rubio. Una espalda ancha, cintura estrecha y un trasero que llenaba maravillosamente el pantalón jean.

—¿Sabes qué, Ino? —Suspiró Sakura, apartando casi a regañadientes la mirada de los dos hombres—. Creo que no soy la única necesitada de un hombre por aquí —musitó.

E Ino no pudo menos que asentir.

—Continuará—

Yo andaba revisando mis viejos borradores y éste escrito es del 13/05/11, ósea 3 años (LOL) y tengo muchos borradores más viejos y así que ando desempolvando.

En ese entonces aún no soñaba con el final de Naruto o parecido. Así que tiene aún mucha "inocencia libre de final". La historia es categoría M (muahahaha) ya que bueno, contendrá su toque de limonada intensa (shalalala). Andaba revisando mis viejos escritos y creo que este merece la pena (encima que le había hecho el comentario a ASUKA02 sobre la historia y ella termino —inconscientemente— de darme el impulso para publicarla).

Espero que la historia sea de su agrado y que este pequeño proyecto largo pique su curiosidad (?) y bueno, ¡feliz año nuevo! ¡Mi primera publicación del 2015 y no es OneShot! Jaja, ¡ah! de antemano pido disculpas por los posibles OoC que puedan existir en los personajes y sin más...

¡Ja ne~!