Capítulo 30

Todas las noches era igual, se despertaba alrededor de las 2 de la mañana con preocupación, pensando que a su esposa le había ocurrido un accidente, pero en cuanto miraba a su acompañante, se daba cuenta que no era así y trataba de volver a dormir. Sin embargo, se sentía incapaz de hacerlo, porque sus pensamientos catastróficos lo invadían cada día y no podía dormir como deseaba.

Las noches se volvían una eternidad cuando sufría insomnio, porque en ese preciso momento en que no podía dormir, su mente vagaba en los recuerdos de esa fatídica noche en el lago y le generaba una sensación de angustia. No podía sacarse de la mente el rostro pálido que tenía su esposa ese día, como sus labios morados permanecían sellados y su respiración parecía no estar. Aunque trataba de pensar en otra cosa y nuevamente se concentraba en dormir, no conseguía descansar demasiado, ya que los breves instantes en que podía hacerlo, volvía a soñar que estaba en el mismo lugar…cuando intentaba reanimar a Sakuno, mientras una multitud murmuraba que no lograría hacerlo.

Siempre era lo mismo, transcurrían muchas horas en que no podía dormir y finalmente llegaba un nuevo día sin que pudiera evitarlo. En ese entonces, acostumbraba a levantarse alrededor de las 5 de la mañana, se daba una ducha, se preparaba su café y se sentaba en la sala de estar a estudiar sus libros de medicina. Ahí permanecía varias horas, hasta que Rinko lo invitaba a desayunar y conversaban un rato. Posteriormente a esto, su rutina seguía igual, Sakuno se levantaba alrededor de las 10 Am, ya no se molestaba en quitarse el pijama, ya que después de tomar desayuno y sus respectivas pastillas, regresaba a su habitación a dormir, pasando gran parte del día en cama.

En ese sentido, Ryoma había pensado que mientras ella tomaba pastillas para dormir, él tenía que acudir al café para pasar cada día despierto a su lado. Sí bien sabía que eso no estaba bien, teniendo en cuenta su salud y sus malas rutinas, aun así, no podía abandonarla. Había jurado que no iba a caer en el mismo abismo que ella con el fin de ayudarla a salir de él. No obstante, sabía muy bien que, a ese ritmo, él también caería y no podría rescatarla.

—No puedes seguir así. —Lo había regañado su madre, cierta mañana.

—No sé a qué te refieres. —Bebió su café.

—A esto. —Le quitó la taza de sus manos. —Te estás volviendo adicto al café.

—No es cierto, siempre me ha gustado.

—¡No de esta manera! No creas que no estoy enterada de lo que haces todo el tiempo. —Gruñó Rinko. —He notado cuando te paseas en las madrugadas. Además, todos los días es igual, no haces nada más que permanecer cerca de Sakuno. Eso no está bien.

—¿De qué hablas? Es mi deber hacerlo. —Se levantó a su altura con enfado. —Soy su esposo, tengo que ocuparme de ella.

—Es verdad, pero también tienes que ocuparte de ti. —Dejó la taza con fuerza sobre la mesa. —¿Qué hay de tus estudios?

—Pedí un permiso especial para retomarlos en otro momento.

—¿En otro momento? ¿Cuándo sería eso?

—Cuando Sakuno esté mejor.

—Aún falta mucho para eso, lo sabes muy bien.

—Sí, pero no tengo otra alternativa.

—Si la tienes, puedes volver a la Universidad, mientras yo y Sumire nos ocupamos de ella.

—No voy a hacer eso, lo sabes. Además, lo que yo haga, no te incumbe para nada.

—¿Cómo qué no? ¡Soy tu madre! ¡te lo recuerdo!

—Estoy al tanto de ello, pero no por eso puedes decidir en cosas de este tipo. Aunque sueles intervenir todo el tiempo, ahora no permitiré que lo hagas. Yo decidiré que haré en estas circunstancias.

—Ryoma, tienes que ver tus prioridades.

—Sakuno es mi prioridad.

—Lo sé, pero también lo es tu salud. —Tomó su rostro para que la mirara fijamente. —Me preocupa tu salud, no estás bien y lo sabes.

—Sí, pero no puedo hacer nada al respecto. —Se apartó de ella y le dio la espalda.

—Si puedes, debes ir a ver a un especialista.

—¿Un especialista?

—Ya sabes, un terapeuta.

—No tengo tiempo para ese tipo de cosas. Debo ocuparme de…

—Lo sabemos…de Sakuno, pero mamá tiene razón. —Intervino Sakura en la cocina, sorprendiendo a ambos, porque nadie había advertido su presencia. —Sí quieres ocuparte de Sakuno, está bien. Pero primero debes velar por tu salud. Y no puedes seguir así, hermano. No estás bien y me sorprende que un genio como tú no lo haya notado.

—Soy consciente de lo que me pasa, pero…no es el momento para hacerme cargo de eso.

—Está bien. —Suspiró Rinko. —Pero al menos, vuelve a jugar tenis.

—¿De qué hablas? No lo he dejado.

—Sí lo haz hecho. —Afirmó Sakura, viendo su rostro de perplejidad. —Desde que regresaron, no te he visto jugar ni una sola vez.

—Eso es porque…no he tenido tiempo.

—A mi parecer, te sobra el tiempo. —Se encogió de hombros Sakura. —Sólo que no lo distribuyes bien, deberías hacerlo mejor.

—Sí, Sakura tiene razón. Deberías hacer un horario, como en el Instituto. Es decir…un tiempo para dedicarle a Sakuno y otro para el tenis, así podrás liberar la tensión que acumulas.

—Sí, algo así. —Asintió Sakura.

—De hecho, podrías también podrías hacer lo mismo con los estudios.

—No he dicho que los retomaré.

—No me dejaste terminar, hoy llamaron de tu facultad y me dijeron que podrías seguir en modalidad online. Es decir, desde casa. Así no perderás tiempo trasladándote a la Universidad, al menos hasta que puedas retornar completamente.

—Es una buena alternativa, sin embargo…

—Eso no aplica a materias en terreno, por supuesto.

—Justo eso iba a preguntar, porque no creo que podría hacerlo online.

—Claro que no, pero al menos tienes una alternativa para avanzar. —Sonrió Sakura.

—Sí, podrías intentarlo, así aprovechas de avanzar. —Lo animó Rinko.

—¿Qué dices? Hermano.

—No lo sé, lo pensaré. —Suspiró, eran muy insistentes.

Después de desayunar, regresó a su habitación para ver si su esposa había despertado, ya eran las diez y tenía que hacerlo para tomar su pastilla. Cuando se encontró en la pieza, se percató que ella ya estaba despierta, sentada a los pies de la cama mirando un punto fijo pensativa, solía estar así algunas veces, casi como si se encontrara en otro mundo, se preguntaba en qué estaría pensando o si acaso estaba dialogando con Hiro en sus pensamientos. Por ello, haciendo caso omiso a dichas interrogantes, se dirigió a ella sigilosamente hasta que Sakuno notó su presencia y se incorporó a su nivel.

—Buenos días ¿Dormiste bien?

—Sí, pero aún sigo cansada. ¿Y tú?

—Es normal, las pastillas generan ese efecto. —Le comentó, viendo como caminaba hacia el baño. —Yo bien, gracias. —No podía decirle la verdad, sólo la preocuparía.

—Sí, tiene sentido. Iré a darme una ducha, creo que es momento de hacerlo.

—Como quieras. Hay una toalla limpia en el estante ¿Quieres que te pase ropa limpia?

—No, yo lo haré. —Cambió su dirección y se dirigió hacia el closet más cercano. —Estaba pensando ponerme otro pijama, pero creo que es ahora de cambiar mi vestimenta.

—Bueno, tu desayuno te va a estar esperando en el comedor. Yo iré a ver unas cosas al ordenador.

—Está bien, gracias.

Tras ver como la castaña se marchaba, Ryoma tomó su celular y se dirigió a la habitación continua, donde se encontraba su notebook listo para revisar su correo electrónico. Estaba seguro de que hace unos días había recibido un mail de la facultad de medicina, quizás en él estaba la propuesta de la que había hablado su madre y su hermana sobre retomar las clases en modalidad online. Por ello, luego se acomodarse en su silla, deslizó el mouse hacia la bandeja de entrada y comenzó a revisar los correos que tenía, los cuales eran muchos, no sólo de la facultad, sino también sobre las revistas de tenis a las que estaba suscrito.

Después de algunos minutos revisando sus correos, finalmente dio con el indicado correspondiente a la propuesta que señalaba su familia y se atrevió a abrirlo. No obstante, antes de que comenzara a leerlo, su celular vibró en su bolsillo y lo obligó a desviar su atención del ordenador. Al ver la pantalla, se percató que se trataba de varios mensajes de Momo, quien le preguntaba si podían conversar. "¿Qué ocurre?" le respondió el ambarino, sorprendido de que le hablara en esas circunstancias, ya que hace mucho tiempo que no lo hacían. Entonces el mensaje fue leído y Momo en lugar de responderle con otro mensaje, comenzó a llamarlo. Suspiró, no entendía que podía ser tan importante que requería ser hablado en una llamada. No tenía deseos de hablar con nadie en esos días, estaba muy cansado para ello, además las llamadas de su mejor amigo no eran precisamente cortas, dado que en muchas ocasiones se trataba de invitaciones a jugar tenis. Si bien no era de las personas que rechazaban un partido de tenis fácilmente, aun así, no se sentía capaz de aceptarlo en un momento como ese, ya que no sería muy considerado de su parte ir a jugar mientras Sakuno no se encontraba bien. Por ello, en cuanto su celular se cansó de protestar en su bolsillo tras dos intentos de llamada, Ryoma finalmente se concentró en leer el largo correo que tenía en su bandeja de entrada, correspondiente a su facultad. Sin embargo, justo cuando iba a leerlo, su computadora empezó a sonar y abrió una ventana de videollamada, se trataba de Momo nuevamente. "Él nunca sabe cuándo rendirse" Pensó enfadado. Pero sabía que, si lo ignoraba nuevamente, lo más seguro es que llamaría a todos los integrantes de su familia para que le contestara el teléfono. O peor aún, se presentaría en su puerta. Ya no podía escapar, así que aceptó responder su llamada.

—¿Qué quieres? Momo-Sempai. —Dijo con fastidio.

—¡Hola, al fin contestas! —Le gritó su amigo. —¡¿Esas son maneras de saludar a tu mejor amigo?! Deberías decir "Hola Momo, tanto tiempo ¿Cómo estás?"

—No suelo decir ese tipo de cosas. —Bufó.

—Lo sé, pero es lo que los mejores amigos hacen.

—Está bien, como digas. —No tenía ganas de discutir con él en esos momentos. —Entonces ¿Puedo preguntar a qué se debe tu llamada tan temprano?

—No lo sé…quizás ¿Porque no hablamos hace tiempo?

—Sí fuera así, podrías haber llamado más tarde.

—Es verdad, pero habría sucedido lo mismo de todas maneras. Además, tengo entendido que acostumbras a despertar temprano.

—¿Quién te lo dijo? ¿Acaso fue mi madre?

—Eso no viene al caso. En fin, no sólo te llamaba para charlar, sino también para hacerte una propuesta.

—¿Cuál sería? Sí es jugar tenis, debo decirte que no puedo en estos momentos.

—Sí, en parte se trata de tenis. Pero también se trata de Sakuno.

—¿De qué hablas? Sabes muy bien que ella no se encuentra bien ahora, no puede jugar tenis.

—Lo sé, no hablo de eso. El tema es que, no eres el único que ha desaparecido este último tiempo de su circulo social. Ella también lo ha hecho y sus amigas están preocupadas.

—Sí se trata de Tachibana, dile que puede llamarla si lo desea.

—Sabe muy bien que puede hacerlo, pero Sakuno no ha respondido sus mensajes. Por este motivo, hemos pensado que tanto ella como tú, necesitan un respiro. Así que hemos planeado ir esta noche a su casa.

—¿Ustedes dos?

—No, también vendría Osakada.

—Pues…no lo sé. —Miró hacia el pasillo para ver si la castaña ya había salido de la habitación. —Las cosas no están muy bien.

—Con mayor razón. Sí Sakuno no se encuentra bien, necesita a sus amigas con ella. Además ¿hace cuánto tiempo no te tomas un descanso?

—¿Por qué lo mencionas? —Bufó.

—Es obvio, se nota que no estás durmiendo bien, se notan tus ojeras y también estás de más malhumor que de costumbre—Se burló. —Así como vamos, pronto parecerás un anciano terco y gruñón. Por lo mismo, también necesitas un descanso.

—Tal vez tengas razón. —Una pequeña sonrisa apareció en su rostro, debía reconocer que su mejor amigo tenía razón. —Supongo que no tengo otra alternativa, considerando lo insistente que sueles ser y también Tachibana, no creo que mi opinión sobre esto varíe en su decisión ¿Verdad?

—Es verdad, iríamos de todas maneras. —Sonrió Momo.

—Lo imaginaba. Está bien, le avisaré a Sakuno.

—Bien, siendo así ¿Qué te parece un juego amistoso? —Lo vio dudar un momento. —Puede ser en tu casa, mientras las chicas conversan. No creas que te dejaré ganar sólo porque estás en ese estado. Al contrario, me tomaré muy en serio nuestro encuentro.

—Está bien, acepto. Ver tu derrota, me hará sentir mejor. —Se burló.

—Tan engreído como siempre. —Sonrió. —Entonces, nos vemos más tarde.

—Ok.

Luego de finalizar la llamada, se sintió inesperadamente aliviado, pese a que no era de asistir a reuniones sociales ni tampoco le agradaban las multitudes, aun así, Momo tenía razón en muchos puntos. Porque si reflexionaba sobre ello, hace tiempo que no tenían una reunión de ese tipo y quizás lo necesitaban, considerando que Sakuno solía sentirse mucho mejor después de hablar con sus amigas. "¿Quién era?" le preguntó una voz y Ryoma respondió automáticamente sin siquiera advertir de quien se trataba y siguió mirando la pantalla.

—¿Eran buenas noticias?

—No sé si buenas noticias, pero…—Volteó a mirar a esa persona por primera vez y vio que se trataba de su madre sonriente.

—¿Pero?

—Nada. —Respondió con indiferencia, mientras ella se reía. —No estás detrás de esto ¿Verdad?

—¿Detrás de qué?

—No te hagas la inocente, sabes bien de lo que hablo. —Bufó, notando como ella enarcaba las cejas, fingiendo que no sabía de que se trataba. —De la visita de Momo-Sempai.

—¿Visita? ¿Va a venir? —Esbozó una gran sonrisa. —¡Eso es muy bueno! ¿Hace cuánto no se ven? Quizás semanas, o tal vez meses.

—No lo sé con exactitud, pero

—Bueno, si es así. —Sonrió triunfante. —Les voy a preparar algo para comer ¿A qué hora vendrá?

—En la noche, supongo. Pero aún no he podido terminar lo que te decía.

—¿Vendrá solo? ¿O también vendrán los ex titulares de Seigaku?

—No, vendrá con las amigas de Sakuno.

—¿De verdad? Eso es genial, Sakuno estará muy feliz. —Sonrió nuevamente.

—Es posible, pero debo hablar con ella.

—De seguro que estará encantada.

—No lo sé, Sakuno no es la misma de siempre, ya sabes. —Suspiró. —Pero ¿De verdad no estabas enterada de esto?

—No, no he hablado con Momo hace tiempo. —Se encogió de hombros.

—¿Y qué hay de Sakura?

—No me ha comentado nada, pero si quieres puedo preguntarle.

—No, está bien así.

—Bueno, entonces me haré cargo de la comida. Y tú habla con Sakuno.

—Sí, gracias. —Volvió a dirigir su mirada al computador. —Madre…

—¿Qué ocurre?

—Yo…—Comenzó dudoso. —Olvídalo, no es nada.

—¿Seguro?

—Sí, descuida.

—Está bien. Pero sí hay algo que te preocupe, recuerda hablarlo con Momo. De seguro él lo entenderá. —Le sonrió, notando como él volvía a girar su silla para verla, estaba sorprendido. —Y sobre Sakuno, descuida. Todo estará bien, quizás hablando con sus amigas, se sienta mejor. Así que no te preocupes por ello.

—Yo no he dicho que esté preocupado por esta visita.

—Sé que lo estás. —Le cerró un ojo. —Todo este tiempo, he notado lo mucho que te has preocupado por el bienestar de Sakuno. Lo que está bien, pero como hablamos en la cocina, también tienes que preocuparte de ti mismo. Por eso, un buen primer paso es permitir que otras personas también se ocupen de ella, como nosotras con Sakura y también sus amigas. Recuerda que ellas siempre han estado ahí para Sakuno desde que estaban en el Instituto.

—Lo sé.

—Pareciera que fue apenas ayer cuando Sakuno se enfadó contigo y se fue a la casa de una de ellas a descargarse. —Rió, viendo como Ryoma se incomodaba. —¿Lo recuerdas? Estabas muy preocupado ese día.

—No lo estaba.

—Eso es lo que dices, pero yo podía notarlo muy bien. Solías mirar su habitación vacía y evitabas hablar de ella para que no notáramos lo que te sucedía. Eras tan adorable.

—No lo era. —Gruñó. —En ese entonces, estaba confundido.

—Lo imaginé. —Le dedicó una sonrisa. —Bueno, iré a ocuparme de la comida. Cuando veas a Sakuno, dile que baje a desayunar.

—Sí, lo haré.

—Bien, iré abajo entonces.

—Por cierto, gracias. —Admitió emitiendo una leve sonrisa. —Creo que eres una de las pocas personas que puede leer mi mente.

—Eso es porque soy tu madre, Ryoma. Sé cómo hacerlo.

—Es verdad, aunque a veces fallas y organizas cosas que no deseo hacer, como mi cumpleaños de los siete años o lo de mi luna de miel.

—Ah lo de los siete años fue un error, creí que te gustaría ver a todos disfrazados de dinosaurios. —Rió nerviosa. —Y lo de tu luna de miel, sólo quería ayudar.

—Lo sé, sólo quieres lo mejor para mí. —Imitó su voz y ella se sonrojó. —Pero no era para burlarme de ti. Al contrario, estoy agradecido por lo que haces. Sinceramente gracias por ayudarme y también por ocuparte de Sakuno.

—No es nada, no te preocupes. Es lo menos que puedo hacer por mi hijo y por mi nuera. —Susurró, se había emocionado por las palabras de Ryoma y sentía deseos de llorar. —Y lo seguiré haciendo. Bueno, ya nos pusimos muy sentimentales y es hora de ir a hacer las cosas. Nos vemos más tarde.

—Sí, tienes razón. Yo debo ir a ver a Sakuno.

Dicho esto, Rinko bajó las escaleras emocionada, no esperaba ese tipo de palabras de su hijo, si bien solía agradecerle lo que hacía a su manera, no esperaba que lo hiciera en un contexto como ese y menos de esa manera. Ryoma por su parte, siguió leyendo el documento que le habían enviado hasta quedar conforme con su contenido, aún no podía tomar una decisión sin comentárselo a la castaña, pero lo haría pronto, después de todo sabía que ella estaría de acuerdo con retomar sus estudios. Luego de unos minutos, caminó hacia la habitación matrimonial para decirle a Sakuno que fuera a comer y la vio frente al espejo de la pieza intentando desenredar su cabello, parecía no encontrarse en buen estado, tal como estaba ella. Imaginaba que era porque esos días no solía bañarse muy seguido ni tampoco cuidar de él. Por ello, decidió caminar hacia ella en paso decidido para ayudarla, sin embargo, apenas Sakuno se percató de su presencia, se levantó de la silla dispuesta a bajar.

—¿A dónde vas?

—A comer, por supuesto.

—Deberías secarte el cabello primero, sí no te vas a resfriar.

—No lo haré, está muy enredado. Y si intento hacerlo, se pondrá peor. Prefiero bajar así.

—No es una buena elección. Más en estas condiciones que tienes las defensas bajas, te puedes resfriar.

—No lo haré, descuida.

—Te conozco, Sakuno. Sueles hacerlo frecuentemente, además que hoy no es un día muy cálido para que se seque solo.

—Pero aun así…

—Yo te ayudaré.

—¿Eh? ¿Cómo?

En ese momento, Ryoma tomó su mano y la condujo de regreso a la silla para sentarla frente al espejo. Entonces notó su rostro de sorpresa, no era algo que él acostumbraba a hacer, pero nunca era tarde para hacerlo. Sakuno observó como el ambarino ocupaba una toalla para secar su cabeza con delicadeza, estaba tan concentrada en bajar que no se había percatado que su pelo estaba demasiado húmedo. Luego lo vio tomar una botella que contenía alguna especie de gel que se utilizaba para evitar tirarle su cabello cuando pasara el cepillo. Después de masajearlo, se dispuso a peinarla con mucho cuidado. La castaña estaba sorprendida, ya que no esperaba que su esposo hiciera eso por ella, así que se quedó en silencio sintiendo como su cabello comenzaba a desenredarse, parecía que poco a poco su cabello resistente, se ponía más dócil a sus movimientos y ya no le dolía cuando pasaba la peineta. Aparentaba saber muy bien lo que hacía, se preguntó dónde había aprendido a hacerlo así. No es que desconfiara de sus habilidades, Ryoma era un genio en varias cosas, pero sabía que había otras en que no era tan bueno. Por ese motivo, pensaba que, en ese tipo de cosas, le habría pedido a Rinko que hiciera esa tarea o a Sakura.

Posteriormente a eso, se dedicó a secar su cabello, de modo que el único sonido que se escuchaba era el de cierto aparato haciendo su labor, mientras ambos permanecían en silencio, lo que era habitual en ellos en esas circunstancias en las que solían hablar poco. Sin embargo, apenas terminó de secar su cabello, Sakuno lo sorprendió agradeciéndole lo que hacía.

—Gracias. —Se atrevió a decir la castaña con un hilo de voz. —¿Dónde aprendiste a hacer todo eso?

—No es nada. Solía hacer esto con Sakura, cuando era pequeña su cabello se enredaba mucho y mi padre no era muy cuidadoso al hacerlo. Por lo que empecé a hacerlo yo.

—Ya veo, lo haces muy bien.

—No es así, sólo hago lo mejor que puedo. Mi madre diría que me falta mucho. —Se burló.

—Me suena familiar esa frase.

—Sí, creo que la heredé de ella.

—Así veo. —Sonrió un momento, fue una sonrisa muy breve, pero para Ryoma fue suficiente.

—A propósito de eso, esta mañana tuve una conversación con mi madre y Sakura. Me comentaron que la facultad de medicina se había puesto en contacto con ellas y les habían sugerido que podría retomar las clases de manera online, por lo que no tendría que ir a la Universidad presencialmente para seguir con ellas. Sí bien no sería lo mismo en algunos ramos en que se necesita estar en el campus, aún así, podría ser una buena opción.

—Sí, tienes razón. —Susurró la castaña pensativa. —¿Vas a aceptarla?

—Es una posibilidad, ya que de ese modo podría dedicarme a los estudios y también a estar aquí en casa.

—Sé que lo hemos hablado antes, pero sigo pensando que no es necesario que te quedes, sí quieres puedes retomar presencial.

—Lo sé, pero no quiero hacerlo. Prefiero quedarme contigo. Así que estoy evaluando la posibilidad de hacer eso, o al menos lo estoy pensando.

—Sí es lo que prefieres, podrías hacerlo.

—Sí, lo pensaré.

—Qué bueno.

—Y también…hay otra cosa que quería comentarte.

—¿Qué es?

—Recibí una llamada esta mañana, se trataba de Momo-Sempai. Quiere visitarnos.

—Ah ya veo, debe extrañarte mucho, hace tiempo que no se ven.

—Sí, pero no es sólo a mi a quien extraña.

—¿A qué te refieres?

—También quieren verte tus amigas, Tachibana y Osakada han preguntado mucho por ti. Por ese motivo, quieren venir esta tarde a vernos.

—¿Y qué les dijiste?

—Me negué al principio, pero Momo-Sempai insistió mucho y tuve que aceptar su visita. —Esperó su reacción en silencio, ella parecía pensativa. —Pero si no quieres recibir visitas, puedo hablar con ellos y lo entenderán.

—No es que me incomode, pero…hace tiempo que Ann-Chan y Tomo-Chan han intentado contactarme, así como también mis amigas de la Universidad y no he sabido que decirles. Me avergüenza decirles lo que me está pasando, especialmente a Yuzuki-Chan, todavía no me siento preparada para hablar con ella, aunque quizás ella debe haberse enterado de todo lo que ocurrió en las termas.

—Sí, es posible que lo haya descubierto. Pero no tienes nada de que avergonzarte, no estás haciendo nada malo, sólo no estás pasando un buen momento y no es tu culpa.

—Sé que no es mi culpa, pero aún así…no sé qué decirles si me preguntan como estoy o porque no les he respondido.

—Puedes decirle la verdad, expresar como te sientes. Sí bien no conozco tanto a tus amigas como tú, aún así no creo que sean el tipo de personas que te critiquen por como te sientes, al contrario…creo que lo pueden entender.

—Sí, es verdad. Ellas no son así y siempre me han ayudado mucho, pero no sé…

—Sí no te sientes cómoda, puedo hablar con ellos. Estoy seguro qué lo entenderán. —Buscó en su bolsillo su celular y ubicó el número de Momo. Aunque debía reconocer que quería jugar contra él, no podía ser egoísta de obligar a la castaña de ver a sus amigas, sí no estaba cómoda de hacerlo, podría verlo otro día.

—Pero…quizás se sentirá mal si cancelamos. —Volteó a verlo nerviosa.

—No será así, ellos saben que no estamos pasando un buen momento. Por eso, quiero que seas honesta conmigo ¿Estás preparada para hacerlo? ¿O prefieres otro día?

—Yo…—Lo miró dudosa, si bien se avergonzaba de hablar de lo que les pasaba a sus amigas y preocuparlas, al mismo tiempo sentía que necesitaba hablar con ellas. Quizás Ryoma tenía razón y podría contar con ellas nuevamente, como siempre solía hacerlo. —Sí quiero verlas.

—¿Segura?

—Sí, hace tiempo que no las veo…y comienzo a extrañarlas. Imagino que debe pasarte lo mismo con Momo-Sempai. Siento que quizás nos hace falta ver a nuestros amigos.

—Sí, tienes razón. —Aunque no quería admitirlo, sentía que era así. —Pero bueno, yo creo que es hora qué vayas a comer.

—Sí, lo haré.

Cuando Sakuno se levantó y se puso a su altura, se percató que hace muchas semanas que no contemplaba ese rostro con tanta detención, y no se había dado cuenta que el ambarino estaba con ojeras ¿acaso no estaba durmiendo bien? Y si era así ¿Hace cuánto tiempo no lo hacía? Intentó recordar si durante sus vacaciones lo había hecho, pero no lo había advertido. Esperaba que esas ojeras no fueran por su causa. "¿Vamos?" le preguntó Ryoma, notando que lo miraba en silencio, parecía ida o en otro mundo de nuevo, pero a diferencias de otras ocasiones en que se iba a un mundo más amigable, ahora parecía ser todo lo contrario por la expresión que tenía. La castaña asintió a sus palabras y se apartó de su lado para caminar en dirección a la puerta, aunque tenía deseos de comer, su estómago protestaba en su interior y no podía engañarlo.

Después de haber comido, Sakuno sentía deseos de ir a dormir como solía hacerlo cada día, no obstante, Rinko le pidió ayuda en la cocina, ya que como iba a hornear un pastel para sus amigas, quería saber de que sabor hacerlo. Todos sabían que esa era una gran excusa para evitar que se fuera a dormir nuevamente e hiciera otra actividad ese día. En paralelo a esto, Rinko le había pedido a Nanjiro y a Ryoma que fueran a comprar algunas cosas que tenía en una lista para prepararse para la noche. Aunque a Ryoma no le agradaba la idea de ir de compras precisamente con su padre, ya que él siempre se distraía viendo revistas de verano en las tiendas, pese a eso, aceptó ir sin generar ningún conflicto, dado que era lo que menos necesitaban en esos momentos.

El día avanzó tan fugazmente que no tardó el cielo en vestirse de naranjo para esperar la llegada de su amado anochecer. Entonces llegó la hora, Ryoma se encontraba sentado en el sofá leyendo su revista, cuando el timbre comenzó a sonar impacientemente. Entonces intercambió una mirada con Sakuno que se encontraba a su lado sin decir una palabra, debía tratarse de sus invitados. Por ello, el ambarino anunció que iría a abrir, mientras Rinko llevaba vasos a la mesa para que se sirvieran unas gaseosas. Ryoma caminó a zancadas a la puerta, si bien no le gustaba apresurar el paso por nadie, era de las personas que no toleraban escuchar el timbre sonar tantas veces. No había que ser un genio para saber quién estaba haciendo eso en esa oportunidad, porque sólo había dos personas en el mundo que solían tocar el timbre de semejante manera, uno era Kintaro a quien no esperaban en esa situación, ya que se encontraba fuera de la ciudad en esos momentos, y otro por supuesto, era su mejor amigo. Cuando finalmente llegó a la puerta, se encontró efectivamente con que se trataba de este último, quien lo esperaba esbozando una gran sonrisa, llevando en sus brazos algunas bolsas y también su raqueta.

—Tan impaciente como siempre, Momo-Sempai. —Bufó

—Lo siento, pero las visitas no se pueden hacer esperar. —Se burló Momo.

—Le insistí que no tocara tantas veces, pero no me escuchó. —Suspiró Ann.

—Eso si es extraño. —Terció el gesto Ryoma, mientras los invitaba a pasar.

—¿Qué cosa? —Dudó Ann

—Qué no te haya escuchado.

—No es así, no siempre me escucha. —Gruñó mirando a su novio que miraba suplicante a Ryoma para que no le preguntara más sobre ello.

—Ya veo, no estaba enterado. Bueno, pasen.

—¡Ya era hora! —Se quejó Momo. —Llevo muchas bolsas.

—Es tu deber. —Se burló Tomoka. —Tu insististe en traer cosas demás.

—Es verdad. —Asintió Ann. —Por cierto ¿Cómo estás? Ryoma

—Es obvio que no se encuentra bien ¡mira esas ojeras! Se ve como un muerto en vida. —Comentó Tomoka

—¡Tomo-Chan! —La regañó Ann. —Lo siento, Ryoma. Tomoka suele decir las cosas sin pensarlo.

—Lo he notado. Pero descuida, tiene razón. —Se encogió de hombros. —Supongo que eso no puede pasar desapercibido. —Comentó, mientras veía como sus amigos se cambiaban los zapatos para entrar.

—Pues…no, no pasa desapercibido. Lo siento. —Susurró Tomoka. —Y… ¿Cómo está ella?

—Bien, se encuentra en la sala ahora mismo.

—Ah eso es bueno. —Sonrió Ann aliviada. —Había oído que no sale mucho de su habitación ¿verdad?

—Es verdad.

—Bueno, vamos a animarla ahora. —Sonrió Tomoka a Ann y la tomó del brazo para caminar por el largo pasillo, habían ido tantas veces a ese lugar que ya no pedían permiso para entrar.

—Dame eso. —Le dijo Ryoma a su mejor amigo.

—Descuida, sigo siendo fuerte, puedo con esto.

—Está bien, después no te quejes. —Se burló.

—No lo haré. —Le cerró un ojo. —Por cierto, compré algunas Ponta por los viejos tiempos.

—Gracias. Pasemos ahora.

Cuando entraron, vieron a las tres chicas conversando animadamente, Tomoka contaba sus anécdotas con su tono de voz característico y Ann la regañaba cuando decía cosas demás, mientras Sakuno sonreía. Si bien en otras ocasiones se veía más alegre que en ese momento, Ryoma sabía que en el fondo se sentía aliviada de volver a encontrarse con sus mejores amigas, pero quizás se sentía extraña por todo lo que estaba viviendo en esas circunstancias, teniendo en cuenta que sus amigas sabían la mitad de ellas. A los pocos minutos, Rinko apareció con una bandeja de jugos y gaseosas, gracias a las bebidas que había traído Momo, tenían de sobra para una noche. Mientras Sakuno conversaba con sus amigas sobre otras cosas en el sofá, Ryoma charlaba con Momo en el comedor, donde podía ver la sala a lo lejos.

—Ahora que las chicas están en su mundo, cuéntame ¿Cómo has estado? —Le sonrió su amigo. Entonces agregó. —Realmente, no como aparentas estar.

—Pues…es complicado.

—Me imagino que no puedes hablar de eso ahora. —Comentó viendo como su mirada se dirigía a su esposa.

—No, podría oírme.

—En ese caso ¿Por qué no vamos a jugar?

—¿Ahora mismo?

—Sí.

— Pero acaban de llegar, no sé si sea oportuno…dejarla sola ahora.

—Descuida, está en buenas manos. —Le tocó dio unos golpecitos en la espalda. —Además nosotros tenemos un asunto pendiente que resolver ¿O acaso lo olvidaste?

—No. —Dibujó una sonrisa en sus labios. —No podría olvidar nuestro encuentro amistoso.

—Qué bien, porque he venido preparado. —Señaló su bolso. —Así que ve a buscar tu equipo y vayamos a la cancha.

—Está bien.

Dicho esto, Ryoma caminó a su habitación a buscar su equipo solamente, ya que no necesitaba cambiarse, estaba vestido para la ocasión, sin embargo, creía que no jugarían de inmediato por eso había dejado su bolso arriba. "No sé en qué estaba pensando, Momo-Sempai no es de las personas que dejan para después lo que quieren hacer ahora" se dijo así mismo el ambarino, mientras bajaba las escaleras con su bolso. Cuando cruzó la sala para encontrarse con su mejor amigo, su mirada se cruzó con Sakuno por un milisegundo, quien le dedicó una pequeña sonrisa como si hubiera dado su aprobación de que fuera a jugar tenis.

—¿Irán a jugar? Chicos —Preguntó Ann, sorprendiendo a ambos.

—Por supuesto, no he traído mi raqueta para nada. —Sonrió Momo

—Precisamente me había preguntado porque traías tu raqueta contigo en un día como hoy. —Se burló Tomoka. —Después pensé que quizás ustedes tendrían otros planes o algo así ¿No lo pensaste, Ann?

—A decir verdad, no lo cuestioné, Momo es de las personas que a donde quiera que va, el 90% de las veces lleva su raqueta a pasear. Creo que las pocas veces que no lo hace, es cuando se va a trabajar. —Rió Ann.

—¿De verdad? ¿Ni siquiera a las citas va sin ella? —Preguntó indignada Tomoka. —Qué poco romántico eres, Momo-Sempai.

—No es eso. —Bufó. —Sí a Ann no le gustara el tenis, quizás las cosas serían distintas.

—¿No te habrías fijado en ella? —Le preguntó Ryoma en tono de burla.

—¡No me refiero a eso! Ann es atractiva con o sin tenis. —Se cruzó de brazos.

—Gracias. —Sonrió Ann.

—Pero el punto es que siempre se puede presentar una oportunidad para jugar tenis. Por eso, hay que estar preparado. —Se justificó. —¿Verdad, Echizen?

—No me metas en tus discusiones.

—No te estoy involucrando, sólo te pido que me apoyes. Además, no hace tanto solías hacer lo mismo, me refiero en la escuela.

—Eso es verdad. —Habló Sakuno, antes que Ryoma respondiera. —No te gustaba separarte de tu raqueta, ibas a donde fuera con ella.

—¡Sakuno tiene razón! —Lo acusó Tomoka. —¡Eras igual a Momo!

—¿Lo ves? No era el único que hacía eso.

—Sí, tienen razón. Pero ahora ya no suelo hacer eso, cuando hemos salido con Sakuno a…

—¿Citas? —Enarcó una ceja Tomoka.

—Sí, como sea. —Apartó su mirada, aún no le gustaba admitir que tenían citas. —En esas circunstancias, ya no suelo llevar la raqueta conmigo. Así que, no somos iguales.

—Está bien, no tenemos que ser iguales en todo. —Sonrió Momo. —En fin, me gustaría seguir discutiendo con ustedes de las similitudes entre Echizen y yo, pero ahora mismo tenemos un asunto que resolver en las canchas ¿Verdad?

—Sí, tienes razón. Precisamente tenemos que ir a resolver nuestras diferencias con el tenis.

—Entiendo a que se refieren. —Sonrió Ann. —Bien, vayan entonces.

—¿No podemos ir a animarlos? Hace tiempo que no veo un encuentro entre ellos dos. —Habló Tomoka con emoción.

—¿Eh? Es que eso…—Intervino Momo nervioso, si bien su plan era jugar con Ryoma por diversión, también planeaba hablar con él de otras cosas precisamente. Y si ellas estaban ahí, no podrían hacerlo. —Pues verás, Osakada…nosotros

—Tomo-Chan. —Susurró Sakuno. —Hay algunas cosas de las que me gustaría hablar…con ustedes a solas, por ese motivo deberíamos dejar que ellos vayan a jugar solos por esta vez.

—Sí, Sakuno tiene razón hace tiempo que no nos vemos y tenemos muchas cosas que conversar. —Esbozó una sonrisa Ann. —Hay que aprovechar este momento para tener un encuentro sólo entre chicas.

—Sí, tienen razón. Será para la próxima. —Las apoyó Tomoka.

—Es lo mejor, porque ahora no creo que sea bueno para Sakuno ver como limpio el piso con su esposo. —Se burló Momo.

—No será así. —Bufó Ryoma. —Lo siento, Tachibana. Pero limpiaré el piso con tu novio, si me lo permites.

—Es todo tuyo. —Rió Ann.

—Gracias.

—¡Ann! —Protestó Momo. —No puedo creer que mi mejor amigo y mi novia estén conspirando contra mí.

—No seas dramático.

—Suele serlo. —Concordó Ryoma con Tachibana

—Eso es nuevo, Ann y Ryoma congeniándose. —Le susurró Tomoka a Sakuno.

—Bien, ya es suficiente. Vamos a jugar ¿O qué?

—Por supuesto. —Sonrió Ryoma a su amigo y luego caminó hacia su esposa. —Estaré afuera un rato, sí necesitas algo…

—Descuida, Ryoma-Sama. Nosotras nos haremos cargo de ella. —Intervino Tomoka.

—Así es. Después de todo, nos hacíamos cargo de ella mucho antes que tú llegaras y hacíamos un buen trabajo ¿Verdad, Saku? —Al verla asentir, prosiguió. —Más bien eran otros quienes la hacían sufrir.

—Sé muy bien a que te refieres, Tachibana. —Suspiró Ryoma, Ann siempre lo molestaría con eso, era el precio que tenía que pagar por haber sido cruel con ella tantos años. —Pero ya no soy así.

—Lo sé, Ryoma. Me alegro de que hayas cambiado. —Sonrió Ann.

—Ann-chan y tomo-chan tienen razón, no debes preocuparte por mí. —Habló Sakuno en cuando tuvo oportunidad, ya que sus amigas parecían competir de quien daba una mejor respuesta. —Ve a jugar tranquilo con Momo-sempai. Yo…—Miró a sus amigas que la rodeaban. —Estaré bien.

—Bueno, entonces saldré ahora.

Tras haber salido al patio trasero, caminaron a zancadas a la cancha de tenis que compartía con su padre, la cual se encontraba a unos cuantos metros de la casa. Sin embargo, cuando Ryoma comenzó a caminar por el sendero que los conducía a dicho lugar, se sorprendió de ver que alguien había pintado la cerca y también que había algunos cambios en el patio que no advirtió la última vez que estuvo ahí. Entonces las palabras de Sakura aparecieron en su mente, en torno a la pequeña discusión que habían tenido esa mañana, donde ella mencionaba que no estaba ni siquiera jugando tenis. Ahí estaba la prueba de eso, no había visto las remodelaciones de su propio jardín, porque no había visitado las canchas hace muchas semanas.

Luego de que ambos hicieran unos ejercicios previos de elongación y prepararan todo para jugar tenis, Ryoma reflexionó sobre la extraña sensación que tenía de nostalgia, como si visitara ese lugar por primera vez y eso no era normal. Entonces se preguntó si realmente había estado viviendo la realidad que todos conocían o si él se encontraba en un mundo alterno, donde ni siquiera había tenido tiempo para dedicarse al tenis, lo que era curioso. "Echizen ¿Estás listo?" Le preguntó su mejor amigo inesperadamente, provocando que se sobresaltara por ello. "Sí, vamos" respondió caminando hacia su lugar sin preámbulos, era momento de dejar todos esos pensamientos de lado y concentrarse en el tenis.

Por ello, una vez que sacó la pelota de su bolsillo, comenzó a probarla contra la acera antes de lanzar su saque, Momo mientras tanto lo observaba diciendo que lucía diferente a otras veces, pero él hizo caso omiso a sus palabras y se atrevió a hacer el primer tiro. Entonces el juego comenzó y Momo parecía tan emocionado como lo hacía en la Preparatoria, respondiendo a cada una de sus pelotas mientras esbozaba una sonrisa. Ryoma en cambio, si bien había tardado un poco más en analizar los movimientos de su contrincante, después de unos minutos había recuperado su don y comenzaba a jugar en sincronía con su mejor amigo. Fue en ese momento en que por un milisegundo dejó de pensar en todos los problemas que tenía y se concentro únicamente en el tenis, como solía hacerlo antes. Se concentró en la adrenalina que sentía cuando jugaba, en la sincronía que tenían en ese encuentro, en la emoción que recorría su cuerpo al golpear la pelota y el sonido que emitían su raqueta cuando lo hacía. Poco a poco, volvía a sentir todas esas emociones que creía haber perdido y se concentraban en ese único momento. De alguna manera, su familia tenía razón y Momo también, él no estaba actuando como solía hacerlo en otras ocasiones, en que se refugiaba en el tenis luego de sentirse abrumado, ahora se estaba comportando de una manera muy diferente a otras ocasiones y no comprendía el motivo. O quizás si lo sabía, pero no podía admitirlo.

—Buen juego, Echizen. —Sonrió Momo estrechando su mano por sobre la malla. —No gané esta vez, pero a la próxima lo haré.

—Aunque debo reconocer que fue un buen juego, debo decir que aún te falta mucho, Momo-Sempai. —Sonrió engreídamente.

—No es así, debes reconocer también que he mejorado bastante. —Tomó su botella de agua para beber de ella.

—No lo sé, debo pensarlo. —Se burló, bebiendo de su propia botella también.

—Eres un engreído, como siempre. Al principio pensé que iba a ganar, porque no estabas actuando como siempre, pero después te recuperaste. —Bufó, pero después volvió a sonreír ampliamente. —Me alivia que lo hayas hecho, comenzaba a preocuparme.

—Sí, tienes razón. —Se sentó en la banca, viendo su rostro de sorpresa. —Debo admitir que en eso la tienes, realmente no estoy siendo el mismo antes, yo también lo noté ahora con el tenis. —Comenzó a jugar con su pelota, estrellándola contra la raqueta unos minutos, mientras la contemplaba pensativo. —No quería admitirlo, pero es la verdad.

—Lo he notado. —Se sentó a su lado. —No sólo con el tenis, sino también con otras cosas.

—¿Cómo cuáles?

—Tu cara, por ejemplo, Osakada tiene razón con respecto a las ojeras que tienes ¿Cuánto estás durmiendo? O más bien ¿Lo haces?

—No lo sé con exactitud, pero diría que no mucho.

—Lo imaginé. —Susurró. —Y también noto que te estás preocupando demasiado por Sakuno. Sí bien solías hacerlo antes, he oído que ni siquiera retomaste tus estudios por eso ¿no?

—¿Quién te lo dijo? ¿Hablaste con mi madre? Lo inferí cuando llamaste…

—No, no fue ella. Me encontré con Sakura hace unos días en una tienda de deportes. Estaba con un chico… Aoi creo. —Al ver su rostro de pocos amigos, infirió que era ese nombre. —Por cierto ¿Están saliendo?

—Sí, hace varios meses. —Suspiró.

—¿Ya lo conocieron?

—Sí, vino a comer una vez.

—Se ve un buen sujeto.

—Supongo. No juega tenis, pero debería hacerlo si es bateador. Quería probar eso, pero en esa ocasión… Sakuno se molestó por intervenir en ese punto.

—¿De verdad? Sakuno no se molesta muy fácilmente. De seguro estabas cruzando el límite. —Rió, imaginando la escena.

—No es gracioso. Pero bueno, he decidido aceptarlo por ella y Sakura. Mientras no le haga daño, está bien.

—Sí, está bien. Sólo te preocupas por tu hermana.

—Sí.

—Y con respecto a Sakuno ¿Cómo va todo? —Le preguntó con voz calmada. —Sé que me habías comentado que era complicado y no podías decir más porque estábamos cerca de ella. Pero ahora podrías hacerlo.

—No sé como explicarlo.

—¿Qué pasó exactamente en ese viaje…? —Se atrevió a preguntar. —Cuando regresaste, sólo mencionaste que las cosas no estaban bien y que hablarían con una terapeuta, pero no entraste en detalles.

—Sí, en ese minuto no quería hablar de nada. De hecho, cuando se lo comuniqué a mi madre y a Ryuzaki-sensei fue difícil.

—Entiendo, si no te sientes cómodo no lo hagas.

—Descuida, puedo hacerlo. Quizás de esa manera, puedas entender la situación actual y las razones por las que estoy tan preocupado por Sakuno. —En ese minuto, dejó de jugar con su pelota y Momo comprendió que hablarían de un tema serio.

—Está bien, te escucho.

Aunque sólo le había contado esa historia a la terapeuta y a su familia, no pensaba decírselo a nadie más, porque al hacerlo no sólo revivía el momento, sino también la angustia regresaba, o más bien nunca se había marchado y podría ser una de las razones por las que tenía tanto insomnio. Pero si lo pensaba, Momo no era cualquier persona, era su mejor amigo y necesitaba saber la verdad de lo que había ocurrido, no sólo partes que no respondían a nada. Por ello, se atrevió a hacerlo y le contó todo, incluso escenas que había omitido con sus familiares, porque no quería preocuparlos. Momo lo escuchó atentamente, interviniendo pocas veces con sus preguntas, pero finalmente comprendió por todo lo que había pasado el ambarino y también porque reaccionaba de esa manera ahora. Aunque él y Ann acostumbraban a contarse varias cosas, nunca había oído una historia semejante en las conversaciones que habían tenido sobre sus amigos, así que dudaba de si realmente su novia estaba enterada de eso o no se lo había dicho. Pero esperaba que se enterara ahora que las habían dejado solas.

—Cada noche…revivo esa escena en que Sakuno no podía respirar. Suelo despertar asustado y mirar hacia ella para ver si se encuentra bien. Pero apenas me aseguro de que es así, no soy capaz de volver a dormir, porque sigo cuestionando el hecho.

—Entiendo. —Susurró triste. —Estoy sorprendido con todo lo que han pasado, realmente yo no tenía idea de todo esto. Incluso creo que ni Ann debe estar enterada.

—No lo está, Sakuno no ha querido hablar de esto con nadie, le avergüenza contar todo lo ocurrido.

—Es entendible, están viviendo muchas cosas en este momento y lo lamento mucho. —Le dio unos golpes en la espalda. —Lamento en serio lo que estás pasando, Echizen. Debe haber sido muy angustiante estar en una situación así, en que no la encontrabas y luego…tuviste que reanimarla. Es para estar con insomnio.

—Gracias. Yo también pienso que el insomnio viene de ese evento.

—¿Y qué te dijo la terapeuta? ¿En qué están ahora?

—Por ahora, ella está con terapia y con medicamentos en paralelo. Pero pese a ello, aún no noto mejoría alguna en este tiempo. Está actuando diferente a lo que era, incluso antes de nuestro viaje, está más distante y su rutina es prácticamente dormir todo el día. Lo contrario a mí. —Hizo una mueca.

—¿Y qué piensa con respecto a lo que te pasa?

—No se lo he comentado, porque no quiero preocuparla. —Suspiró. —Lo último que necesita en este momento es sentir culpa por lo que me sucede.

—Claro, podría sentir eso si es a causa de ella lo que te pasa. Pero aún así, no deberías guardarte todo este sufrimiento que llevas.

—Lo sé, incluso la terapeuta de ella me mencionó que debería buscar ayuda.

—¿Y qué piensas de eso?

—No lo sé, a veces pienso que tiene razón y debería hacerlo, porque esto va en aumento. Pero otras veces, dudo sobre ello porque si lo pienso racionalmente…si sigo un tratamiento con algún especialista, quizás no tenga tiempo para ocuparme de ella.

—¿Por qué crees eso? Al contrario, un tratamiento debería ayudarte a sentirte mejor.

—Sí, debería. Pero…siento que, si hablo con alguien sobre lo que me pasa, la herida en lugar de sanarse, sólo se abrirá más.

—Entiendo a lo que te refieres, pero no estoy de acuerdo con ese punto.

—¿Por qué?

—Para poder sanar una herida, no hay que cubrirla con una bandita y esperar que sane. Las heridas realmente no lo hacen, sino que cicatrizan luego de sentir el dolor.

—No entiendo a qué te refieres.

—Es sencillo, cuando tienes un accidente o te haces una herida jugando tenis, la herida no sana de inmediato, sino que tiene que pasar por etapas de sanación hasta que logra sanarse completamente, dejando una cicatriz.

—Aunque eso depende del tipo de herida.

—Así es. Por lo mismo, en tu caso no creo que vaya a servir la bandita, porque es una herida muy profunda. Por eso, sí quieres sanarla de verdad, tienes que abrirla otra vez y luego esperar que sane. Sólo así, te sentirás mejor.

—Entiendo tu punto, no había pensado de esa manera. —Susurró sorprendido. —Pero aún así, no sé si será lo mejor para Sakuno en este momento que necesita más apoyo. Siguiendo esta misma metáfora, si estoy sangrando en este momento ¿Cómo la ayudaré?

—Tú deberías responder a esa pregunta, si tienes una hemorragia y lo mantienes tras una bandita ¿cómo la apoyarás? — Se burló. —Siendo estudiante de medicina, deberías tener esa respuesta ¿o no?

—Sí, tienes razón. Sí una persona estuviera con una hemorragia y la oculta, no duraría mucho. —Reflexionó.

—Es verdad, de seguro se desmayaría. Por eso mismo, tienes que tomar esta decisión, será lo mejor para ambos.

—Es posible.

—Ambos necesitan descargarse.

—¿En terapia?

—Sí, o en algún otro lugar. Cuando te conocí, creí que no necesitabas hacerlo, ya que solías guardarte todo. Incluso llegué a dudar de si tenías sentimientos. —Rió, viendo como el hacía una mueca. —Pero no es así, tienes sentimientos como todo el mundo, sólo que no sabes como expresarlos.

—Nunca he sido bueno expresando mis sentimientos y tampoco lo creí necesario. —Confesó Ryoma. —Es extraño sentirme de esta manera ahora. No debería sentirme así.

—¿Por qué crees eso?

—No lo sé, no estoy acostumbrado a que mis emociones controlen todo. Soy más racional.

—Es posible que no estés acostumbrado a eso. Pero también pienso que la razón por la que no quieres conectarte con tus emociones es porque temes no poder expresarlo de manera adecuada. —Se atrevió a decir Momo, sorprendiendo a su amigo. —De alguna manera, pareciera ser que quieres seguir siendo el chico listo y perfecto de la Preparatoria que debe hacer todo bien sin permitirte estar mal. Y eso no es sano, Echizen. También tienes derecho a sentirte mal o quejarte por lo que te pasa.

—Puede que tengas razón. —Respondió reflexionando unos minutos sobre ello. En ese sentido, estaba acostumbrado siempre a ser el mejor en todos los ámbitos y quizás se había creído ese papel de manera inconsciente. Pero había algo más tras eso, estaba también el hecho de que tal como había mencionado Momo, creía que no tenía derecho a estar mal. —Quizás creí que no tenía derecho a quejarme de mi "vida perfecta" a diferencia de Sakuno que realmente la ha pasado mal.

—Tiene sentido que pienses así, pero tu vida no es perfecta, también tienes problemas.

—Lo sé, la antigua Sakuno solía decirme eso también. Pero a veces, me concentro tanto en ella que me olvido de mí. Lo que no solía suceder antes…cuando pensaba más en mí o en otras cosas que en los demás.

—Eres de los extremos, eh. —Se burló. —Es broma. Pero sí, creo que tienes razón. Antes cualquier persona habría pensado que sólo pensabas en ti, pero no es así, porque también pensabas en los demás. Como lo que te imponía tu padre, por ejemplo.

—Sí, en ese contexto no pensaba en mi ni en lo que quería.

—Ahora en cambio, sabes lo que quieres, pero pareciera que te da miedo enfrentarlo.

—Ahora eres terapeuta. —Se burló Ryoma. —Pero sí, tienes razón…Quizás suene irracional decir esto, pero siento que, si me concentro en mi bienestar y sigo un tratamiento psicológico, me hundiré en un vacío y no seré capaz de sacar a Sakuno del suyo.

—Es decir, básicamente ¿tienes miedo a estar mal porque no podrás ocuparte de ella?

—Sí, siento una especie de temor de caer en el mismo agujero que ella y no poder sacarla.

—Es decir, no ser el héroe que la rescate.

—No quiero ser el héroe, sólo quiero su bienestar.

—Lo sé, pero para poder ocuparte de ella, también debes velar por el tuyo.

—Mi madre me dijo lo mismo.

—Tiene razón, es lo que deberías hacer.

—Debo pensarlo. —Se levantó sin pensarlo y entonces sintió un extraño vértigo que lo obligó a sentarse de nuevo.

—¿Estás bien?

—Sí, suele pasarme esto. Infiero que debe ser un síntoma de estrés, pero se pasará luego de unos minutos.

—¿De verdad? —Enarcó las cejas incrédulo. —¿Quieres pensarlo, cuando tienes la respuesta frente a ti?

—Esto no es nada.

—Te haces llamar un genio y no puedes identificar cuando necesitas ayuda. —Suspiró y se levantó para recoger sus cosas.

—No soy perfecto ¿Recuerdas? —Se burló.

—No te justifiques ahora. —Bufó y se encargó de recoger sus pertenencias también.

—¿Qué haces? Puedo hacerlo yo solo.

—Sí claro, sí no te conociera, diría que producto del alcohol estás con vértigo. Pero como sé que no eres de esas personas, debe ser por el estrés.

—Sí, pero aún así podía hacerlo yo solo. —Se levantó con lentitud y notó que ya no se sentía mareado. —¿Lo ves? Te dije que se me pasaría.

—No diré nada al respecto. —Se colgó su bolso.

—Como digas. —Se colgó su bolso también y caminó con él a la salida de las canchas.

—Llevamos varias horas fuera, de seguro ellas ya tuvieron su conversación.

—Es posible. —Se encogió de hombros Ryoma. —Espero que Sakuno se sienta mejor haciendo eso.

—De seguro lo está. —Sonrió Momo. —Ann es la mejor para hacer sentir bien a las personas, y bueno Osakada también es buena amiga.

—Sí, son buenas con ella.

—Lo sé, imagino que se están actualizando ahora de todo lo que no han hablado. Así como nosotros lo hicimos. —Rodeó su hombro como lo hacía en la Preparatoria.

—¿A qué viene eso? Me estás asfixiando, Momo-Sempai.

—Pensar que antes cuando hacía esto, eras más pequeño en estatura, ahora estamos casi al mismo nivel. —Sonrió. —Y no te estoy asfixiando, no exageres.

—Sí lo haces, todo el tiempo. —Se zafó de su brazo para tomar distancia. —Y los tiempos cambian, seré más alto que tú.

—Quien sabe, te puedo decir también tu frase en eso "Aún te falta mucho". —Se burló.

—Sólo en eso puedes decirla. —Hizo una mueca.

—Me conformo con eso.

—Y sobre lo que hablamos…

—No se lo comentaré a Ann, por si acaso. Sakuno debe hacerlo.

—Gracias, pero no iba a decir eso. También…quería

—¿Agradecerme?

—Eres igual que mi madre, no me dejas terminar las ideas. —Suspiró. —Y bueno, Sakuno también es así.

—Es que tardas mucho en algunos aspectos. Como si te costara conectar las palabras. En eso no eres bueno, comunicándote. —Rió, viendo como su amigo se avergonzaba.

—Lo sé, no se me da bien eso.

—Un buen paso es reconocerlo, así que vas bien.

—Como sea, gracias…por escucharme.

—Por nada. —Sonrió. —Para eso están los amigos.

—De todas maneras, te lo agradezco. —Dijo una vez que cruzaron el sendero para llegar a la casa. —Por cierto, Momo-sempai

—¿Qué ocurre?

—¿Tienes otro contacto de algún terapeuta?

—Sí, creo que tengo uno ¿Por qué?

—Lo necesito.

—¿Para Sakuno?

—No, para mí…

—Pensé que lo pensarías en otro momento.

—Sí, pero creo que tal como lo mencionaste, ya tengo la respuesta, sólo que no me atrevía a ejecutarla. Pero ahora hablando sobre esto, tengo que hacerlo.

—Es una gran decisión, tienes mi apoyo. Conozco a un terapeuta muy bueno, pero tiene su consulta en el centro, cerca de donde quedaba tu antigua oficina.

—Gracias. No importa la lejanía, me las arreglaré.

—Bien, te lo enviaré en unos minutos ¿Y le dirás a Sakuno sobre esto?

—Por ahora no, creo que no lo entendería.

—Está bien.

Dichas esas palabras, ambos entraron a la casa para resguardarse del frío, como habían estado jugando no se habían percatado lo oscuro que estaba el cielo ni mucho menos se sentían fríos producto de eso, pero ahora que estaban en reposo, comenzaban a sentir todo. Cuando ingresaron a la casa, notaron que las tres chicas que se encontraban anteriormente en el sillón habían abandonado la sala de estar para ir a la habitación de Sakuno. En cuanto subieron para buscar algunas toallas, Ryoma se percató que tanto Sakuno como sus dos amigas aparentaban estar tristes y/o preocupadas por algún tema. Imaginaban que se trataba de cierta historia, por lo que prefirieron no intervenir. Sin embargo, en cuanto los vieron aparecer en la habitación matrimonial, todas cambiaron su reacción y se concentraron en los recién llegados para preguntarles como había estado el juego. Momo tuvo que reconocer que había perdido, mientras Ryoma se burlaba de los comentarios de su mejor amigo y las otras chicas se reían de sus reacciones.

Sí lo pensaban bien, tanto Ryoma como Sakuno extrañaban a sus mejores amigos y gracias a su compañía sentían que habían podido liberar mucha carga acumulada que tenían producto de lo que habían vivido, sintiéndose ahora más aliviados producto de ello. Por este motivo, Ryoma había tomado la gran decisión de asistir a terapia con el fin de reparar o sanar la herida que tenía y poder evaluar que se podía hacer con eso.

Continuará…..

Hola! Esperando que se encuentren bien. Me disculpo por la larga demora, como siempre les comento estoy con muchas cosas y por ese motivo, tardo más de lo habitual en continuar mis fanfic, pero no los abandonaré por si acaso. Con respecto a ese capítulo, quería concentrarme más en lo que siente Ryoma en estos momentos, quien de por sí tiene dificultades para expresarse y le cuesta reconocer sus propias falencias. Muchos me han escrito sobre las esperanzas que albergan en torno a lo que le sucede a Sakuno de que pronto se va a mejorar, pero yo no les puedo hacer spoiler con respecto a eso. Sólo debo destacar que estimo que este fanfic terminará entre 34-36 capítulos posiblemente, por ello queda poco para que finalice. Aviso esto, ya que también me han preguntado de cuándo va a terminar y esta es mi respuesta.

En fin, espero que les guste y comenten. Les agradezco a todos los que leen mis historias, me emociona leer sus comentarios y el apoyo que envían a la distancia. Mi página de Facebook Hinata-sakuno fanfiction ha crecido mucho en este último tiempo y me emociona que sea así. Como último anuncio, decirles que estoy también trabajando en la novela de esta historia, la cual no se parecerá en nada al dorama, porque como les he dicho antes, quiero hacer algo completamente distinto, pero con la esencia de los personajes y algunas cosas que son propias de mi imaginación, no de la historia anterior. Les estaré avisando sobre todos estos detalles en mi página que mencioné antes.

¡Qué estén bien, un abrazo!