Titulo: Trato

Pareja: Zoro x Nami (ZoNA)

Summary: Nami suspiro, sabía lo que vendría a continuación, rendida.
– y ¿qué es lo que debo hacer? – pregunto aguantado los deseos de tomar la bolsita entre sus manos y comprobar que la cantidad era la correcta. Robin sólo sonrió.
– ¿Haz dibujando alguna vez algo que no sean mapas? – cuestiono.

Disclameir: Los personajes de One piece no me pertenecen sino a su respectivo autor, Eiichiro Oda-san, sólo la historia es de mi autoría… y es sin fines de lucro… sin mas preámbulos la historia.


Dibujo

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Suspiro entrelazando sus manos las elevo observando por un momento las nubes y con ello el amplio y bello cielo casi despejado. El clima era sin lugar a dudas bastante agradable para pasarlo en cubierta y aun si no lo deseara no tenía nada mas que hacer que tomar el sol y aprovechar para relajarse en medio del caos que siempre, como de costumbre, estaba presente todos los días, exceptuando los días que desembarcaban y convertían la cuidad, en su lugar.

Sin embargo, aun cuando ese día era perfecto para relajarse y dormirse si es que así lo deseaba todo el día, no le apetecía, de hecho se encontraba relativamente aburrida. Ni siquiera los juegos absurdos de Usopp y Luffy le entretenían y para su desgracia todos los libros que había comprado y tenia de navegación los había leído más de tres veces para que se le apeteciera leerlos nuevamente.

Quizás era el momento de pedirle algún libro a Robin o ayudarle a Sanji en la cocina…. Y como si le hubiese leído la mente, la pelinegra bajo su libro fijando su vista a su costado derecho la observo fijamente antes de sonreírle, de forma bastante sospechosa si se lo preguntaban a Nami, para finalmente cerrarlo y acomodándose en la silla una vez que la mayor supo que tenía toda su atención.

– Te ves bastante aburrida Navegante-san – señaló volviendo a sonreír de esa manera que a Nami no le agradaba en nada.

Elevando su ceja por un segundo, expreso por un momento su desconcierto y sorpresa al ser fácilmente leídas sus facciones. Frunciendo el ceño se acomodo en la silla despegando su vista de su amiga, algo en esa sonrisa y en su antigua manera que le solía llamarla le indicaban que "algo" tramaba y aunque se encontraba aburrida no deseaba meterse en las ocurrencias de su compañera.

– No sé de que hablas – indicó haciéndose la desentendida, por lo que fijo nuevamente su vista en sus amigos que corrían de un lado a otro, fingiendo interés.

Robin se limito a sacar una pequeña bolsa de su pantalón dejándola en la mesita, situada en medio de las dos, dejando ver su interior la abrió sacando un par de monedas de oro que dejo a un costado.

Sin que tuviera que voltear a ver qué era lo que había sacado la mayor, lo sabía, ese inconfundible sonido lo conocía tan bien por lo que no dudo en girar y verificar la cantidad, entre veinte y veinticinco monedas de oro tenía dicha bolsa. Desvió su vista con mucho esfuerzo ya que como era costumbre a pesar del paso de los años no podía evitar que sus ojos brillaran y que las ganas de tomarlo entre sus manos desaparecieran, Robin sonreía satisfecha por su reacción, lo sabía y antes de que pudiera reprochar ella se le adelanto.

– Son exactamente 24 monedas de oro – relevo cruzándose de piernas, apoyando su codo en su rodilla y su mentón en la palma.

Nami suspiro, sabía lo que vendría a continuación, rendida.

– y ¿qué es lo que debo hacer? – pregunto aguantado los deseos de tomar la bolsita entre sus manos y comprobar que la cantidad era la correcta. Robin sólo sonrió.

– ¿Haz dibujando alguna vez algo que no sean mapas? – cuestiono.

Nami no pudo evitar ladear su rostro y elevar su ceja derecha, denotando su amplio desconcierto sin embargo respondió.

– No, nunca lo he intentado – negó elevando sus manos a sus costados con las palmas hacia arriba, dándole más énfasis a su negativa.

– ¿Crees poder hacerlo?

– Supongo – fue su escueta contestación después de elevar sus hombros. La morena pareció satisfecha por su respuesta pues su sonrisa se ensancho aun más.

– Quiero que dibujes al espadachín-san – indicó tomando la bolsita y el par de monedas, que había sacado antes, entre sus manos.

– ¿Dibujar a Zoro? – pregunto sumamente sorprendida de su pedido, realmente esperaba otra cosa, de hecho todo menos que le pidiera eso. Nunca había hecho algo así, confiaba en sus habilidades pero eso quizás sería muy difícil casi imposible sin conocimiento básico y previo ensayo.

– No te preocupes tengo un libro que pude ayudarte – dijo al ver como su amiga peli-naranja se debatía mentalmente.

Extrañada Nami la observo detenidamente; algo andaba mal, Robin no ofrecía tanto dinero y ayuda si fuera relativamente fácil, tenía que haber algo más en ese trato y pareció dar en el punto pues la pelinegra jugó con las monedas antes de volver su vista hacia ella.

– Tienes razón, no es tan fácil –admitió, dejando el dinero en la mesa nuevamente.

Allí estaba, además de que dibujarlo no sería fácil, había condiciones lo cual hacia divertido el trato para Robin, no iba a dejar ir tanto oro sino la ponía en aprietos eso lo sabia Nami.

– No puede verte dibujándolo, en pocas palabras él no debe enterarse – explico adoptando su postura de antes su mano apoyada en la mesa y sobre su palma su mentón.

– Supongo que si me descubre se termina el trato – afirmo ella mientras Robin asentía.

– Una cosa más – indicó la pelinegra antes de tomar el dinero y sacarlo de la bolsita – El espadachín-san debe tener el torso desnudo y empuñando sus pesas, en conclusión debes retratarlo cuando se ejercite y debe estar sonriendo – señalo separando las monedas en dos encimándolas una sobre otra.

– ¿Sonriendo? –repitió incrédula, ¿por qué debería retratarlo de esa forma? Se pregunto, entendía por qué no debería ser vista por Zoro, estaba satisfecha de esa clausula, después de todo había cruzado esa idea por su mente antes de que Robin lo dijera pero, ¿por qué tenía que dibujarlo a él y de forma reveladora?

– Sí, una sonrisa sincera, una expresión de felicidad – explico sonriendo de igual manera tomo una de las dos montañas de monedas para luego extender su mano entregándola.

Nami sonrió tomándolas entre sus manos, notando que era solamente 12 monedas, la mitad.

– Si logras terminarlo cumpliendo las condiciones de antes, todas las monedas son tuyas – señaló quedándose con la otra mitad, en pocas palabras hasta que terminara podía quedarse con las 24 monedas.

Sonrió, ignoraba por qué tal petición pero si podía ganar dinero no le importaba lo demás.

Retomando su lectura Robin tomo su libro abriéndolo en la parte donde se había quedado, mientras Nami se levantaba dispuesta a empezar con el pedido. Robin sonrió y sin despegar su vista del libro hablo.

– El libro que te ayudara lo encontraras en el estudio, en tu escritorio – aviso.

Nami sonrió, ya no le sorprendía el uso que le daba Robin a su habilidad.

– Entonces comenzare – indico caminado hacia el lugar indicado por la arqueóloga del grupo.

– Por cierto Navegante-san – menciono provocando que se detuviera – Zoro-kun no debe enterarse que fui yo la de la idea – apunto viéndola fijamente.

Nami aunque sorprendida por la petición asintió para luego despedirse.

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Como lo había indicado la arqueóloga el libro se encontraba en su escritorio, no tardo en sentarse y leerlo. Gran parte del libro eran dibujos, ejemplos de ejercicios que debía practicar y arriba de ellos venían pequeñas instrucciones detalladas, al inicio simples desde esferas, prismas y pirámides, posteriormente sombras, bosquejos de arboles, paisajes, ciudades entrando en perspectivas hasta llegar a la anatomía humana.

Empezando con las medidas, proporciones, luego desglosaba las partes del cuerpo, como dibujar detenidamente cada parte desde el hueso y musculo hasta la forma en que saltaban las venas. Sin duda tendría que poner en práctica todo rápido.

Sonrió esto había provocado recordar sus días de infancia, siendo más especifica cuando había dibujado su primer mapa y cuanto había estudiado antes de poder hacerlo. Tendría que comenzar a estudiar nuevamente, solo agradecía sus conocimiento de cartografía harían las cosas un poco más rápidas y fáciles, sin perder el tiempo comenzó a practicar.

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Habían pasado tres días desde que Robin la había propuesto dicho trato y en ese periodo de tiempo se había limitado a salir sólo cuando era necesario; comer, dormir, revisar el curso y cuando notaba percepciones del clima.

Suspiro, elevando sus manos estirándose en el proceso, por fin había logrado que sus bocetos lucieran tan bien como los que se veían en las ilustraciones ahora solo debía practicar dibujar alguien de la tripulación antes de comenzar con el pedido.

Si bien podía empezar ahora mismo, ya que Robin no había dicho nada de la calidad del dibujo, no lo haría, algo que la caracterizaba es que siempre se esforzaba en hacer las cosas lo mejor posible. Ahora creía que la cantidad de oro que le había ofrecido Robin quizás no era el suficiente…

Sin embargo había aceptado así que no había marcha atrás.

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Después de analizar la situación le había pedido a Robin ser su modelo a retratar, debía practicar y quien mejor que ella para comenzar, después de todo no tenía que darle explicaciones.

Luego de dos días Nami sonrió satisfecha, el resultado reflejado era digno de alabar, cosa que Robin había hecho complacida con el resultado.

Ahora solo debía buscar la manera de dibujar a Zoro sin que se diera cuenta.

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Allí estaba después de haber transcurrido casi una semana sentada donde había empezado todo, casi como aquel día, a excepción de que Robin no se encontraba a su lado sino en a la biblioteca y Zoro frente a ella a unos cuatro o cinco metros de distancia pero, para su desgracia se encontraba plácidamente dormido.

Frunció el ceño, molesta justo cuando se disponía a dibujarlo se le ocurría tomar una de sus siestas. Aunque si lo pensaba detenidamente podía usarlo a su favor, podía dibujarlo de esa manera aunque no cumpliera con los normas de Robin podía practicar dibujarlo de esa manera antes de hacer el verdadero dibujo.

Sin más preámbulos comenzó tomando medidas con el lápiz, comenzando por el entorno para posteriormente dibujarlo descansado, apoyado en el frondoso árbol que contenía el Sunny.

Tenía que ser rápida en cualquier momento podría despertar y ser descubierta, ya que el ruido que comenzaba a hacer sus compañeros comenzaba a ser insoportable podría fácilmente callarlo pero eso ameritaba gritarles tiempo y que posiblemente ella fuera la causante de despertarlo. Además había otro factor, tenía que ser cuidadosa que nadie se percatara que estaba dibujándolo.

Sin darse cuenta se encontró detallando cada parte de su cuerpo sin llegar a tocar su rostro. Aun cuando dibujo el de Robin, las facciones de Zoro le parecieron enigmáticas, desde su cabello hasta sus labios. Si bien el color de cabello era bastante inusual, su forma era de la misma manera, por unos instantes le resulto difícil plasmarlo, sin embargo una vez que termino tuvo que dejarlo y ocultar lo que hacía, ya que "algo" se había interpuesto entre ella y Zoro.

– ¿Qué haces Nami? – pregunto Luffy estirándose al momento que ella pego su libreta a su pecho. – vamos no seas mala y déjame ver –insistió, acercándose más provocando que Nami pegara más si es que era posible la libreta en su pecho.

– No es nada Luffy – expreso llevando en una de sus manos al rostro de su capitán, intentando mantener una distancia entre ellos ya que cada vez se pegaba a su rostro con la intención de ver lo que hacía.

– Vamos Nami – pidió llamando la atención de los demás pronto Usopp y Chopper se encontraban a su lado.

– ¿Qué ocurre Luffy? – pregunto Usopp observando curioso la escena.

– Nami no me deja ver lo que hacía – respondió enrollando su cuello en el de ella.

– Luffy – llamo jalándolo del cuello comenzaba a perder la paciencia – no hacía nada, solo garabateaba – indico intentando desenrollar su cuello de ella.

– No te creo – apunto cruzándose de brazos al mismo tiempo que regresaba su cuello a su tamaño original.

Nami parpadeo confundida, sin embargo frunció el ceño dispuesta a replicar y largarse de allí pero Luffy se lo impidió.

– Sonreías, parecías muy feliz mientras lo hacías – índico señalando la libreta.

Por segunda vez en el día Nami se vio sorprendida por Luffy, ¿estaba feliz? ¿Dibujar a Zoro había causado esa felicidad de la que Luffy hablaba?

Eso era imposible, frunciendo el ceño ahora irritada golpeo a Luffy y Usopp dejándolos en el piso balbuceando cosas incompresibles, en el instante que insistieron en que les mostrara lo que hacía, y sin decir nada se fue de allí encerándose en su habitación.

Sin poder evitar que las palabras de Luffy rondaran por su cabeza.

¿Parecía feliz?

Debía ser una equivocación, se repetía aunque si lo pensaba detenidamente Luffy no mentía, podría incluso decirse que se aplicaba en él el dicho; los niños y borrachos dicen la verdad, así que tenía que ser cierto. Dejando la libreta en mesita a un costado de su cama se arrojo a su cama.

No obstante no podía aceptarlo….

O quizás sonreía por el dinero que le haría ganar Zoro, si, eso debía ser, estaba feliz por las monedas de oro que le entregaría Robin después de terminar aquel dibujo, sólo era eso.

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Suspiro, había olvidado un pequeño detalle, cuando acepto los términos del "contrato". Algo de suma importancia, si le preguntara a alguien más, era que Zoro ya no entrenaba en cualquier lugar, no, ahora sólo lo hacía en la zona de vigía, en el nido del cuervo. Frunciendo el ceño maldijo entre dientes, Robin debía disfrutar de este momento.

Elevo su vista, llevando su mano libre a su frente tratando de taparse de los rayos solares, aunque no podía verlo sabía que se encontraba allí entrenando o durmiendo no estaba en otra parte del barco de eso se había asegurado.

No podía ir allí sin tener alguna escusa lo sabía Zoro podía sospechar, además el lugar era muy reducido para su gusto, sería casi imposible que lo dibujara y él no lo notara. A menos que le vendara los ojos….

Sonrió quizás podría funcionar.

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En el momento que asomo su rostro sintió la penetrante mirada de Zoro, había notado su presencia quizás desde que iba a mitad del camino sin embargo no dijo nada se limito a observarla mientras subía por completo, una vez que consiguió y fijo su vista en él fue cuando hablo.

– ¿Vienes a entrenar? – pregunto con una sonrisa burlona en su rostro.

Nami no pudo evitar fruncir el ceño, y que un tic se apodera de su ojo mientras se obligaba a sonreír

– Porque no se me ocurre otra cosa que te haya traído hasta aquí – continuo al ver como Nami fruncía cada vez más el entrecejo a causa de sus palabras aun cuando evitaba que se notara su molestia. Era relativamente fácil sacarla de quicio y por alguna extraña razón a él le divertía hacerlo, aunque terminara con un gran chichón o varios.

Exhalo lentamente, calmándose. Tenía que recordar el propósito por el cual se encontraba allí y una vez que lo logro volvió su vista hacia Zoro que ahora la veía desconcertado.

– Me gusta observar desde aquí – comento sentándose en el mullido sillón que rodaba casi por completo las paredes.

Zoro parpadeo confundido esperaba un reclamo, o quizás algún golpe por su comentario, cualquier cosa menos eso, realmente era Nami la mujer que tenía enfrente.

– Es bastante tranquilo y se obtiene un buen lugar para trazar mapas – explico sorprendiendo a Zoro que parpadeaba aun más confundido mientras su ceja izquierda se elevaba y su rostro se ladeaba, ¿acaso estaba soñando? Pellizcándose la mejilla comprobó que efectivamente no era un sueño. Nami sonrió al ver las expresiones de Zoro

– Realmente ¿es muy extraño lo que dije? – pregunto retirando la mochila que tenía en su espalda. Observando cómo este negaba y llevaba su mano al rostro.

– No, pero es raro que no me atacaras con un comentario mordaz – aclaro.

– Supongo que tienes razón – cedió sacando de su interior dos botellas de agua – ¿tienes sed? – Pregunto provocando que el peli-verde frunciera el ceño y le observara desconfiado.

– ¿Qué te traes entre manos? – Cuestiono directamente y al ver que Nami solo sonrió evitando contestar su pregunta continuo – si quieres dinero, ahórrate las molestias, no tengo – índico.

Nami amplió su sonrisa.

– Lo sé – afirmo. – Aun me debes los intereses de hace tres años y los que se han generado desde entonces – expuso para molestia de Zoro que chasqueo la lengua tomando entre sus manos sus pesas que había abandonado desde que noto la presencia de Nami.

– Entonces pierdes tu tiempo – apunto reanudando su ejercicio.

– No lo creo – contradijo, acercándose le entrego la botella.

Zoro dudo en tomar, no deseaba tener más deudas.

– Descuida no te la cobrare – menciono extendiéndosela de nuevo.

Aunque la observo con cierta desconfianza dejo sus pesas y la tomo abriéndola para posteriormente tomar su contenido.

– ¿Entonces? ¿A qué has venido?– pregunto sin miramientos.

Nami sonrió, le agradaba que Zoro no se anduviera con rodeos.

– A proponerte un trato – menciono llamando toda la atención de Zoro que elevando su ceja ladeando su rostro.

– ¿Un trato? – Nami asintió.

– Si aceptas ponerte esta venda mientras entrenas te daré 5 berries – indico

– ¿Jah? ¿Por qué haría eso?

– Conseguirías dinero fácil

– No lo necesito.

– Yo creo que si…. Recuerdas la deuda que tienes… quizás acceda a no seguir cobrándote más intereses….

– Tsk ¿por qué quieres que haga algo así? – miro entrecerrando sus ojos.

Nami se encogió de hombros restándole importancia.

– Te ayudaría a entrenar he escuchado que aumenta tu sensibilidad para detectar enemigos –

Zoro lo sabía pero ¿por qué quería que él lo hiciera? ¿En qué le beneficiaria? Porque la navegante no era de las personas que derrochara dinero en algo que no fuera para ella… además no lo necesitaba después de todo el Kenbunshoku haki se lo permitía.

– Sino puedes hacerlo quizás se lo proponga a Sanji-kun supongo que él si podrá hacerlo – al momento de escucharla le arrebato la venda colocándosela aun cuando sabía que al hacerlo había caído fácilmente a esa simple provocación que, era mejor a tener al cocinero molestándole por algo tan insignificante… sin mas tomo sus pesas y comenzó a entrenar.

Satisfecha Nami se sentó sacando su libreta y lápiz sin embargo antes de que pudiera acomodarse a dibujar la gruesa voz de Zoro la detuvo.

– ¿qué obtienes con esto? – cuestiono elevando las gigantescas pesas, retomando su conteo antes de verse interrumpido, esperando su respuesta.

Nami paso saliva con dificultad, hasta el momento lo había logrado y por un minuto creyó que Zoro sería tan ingenuo como Luffy o tan obediente como Sanji, graso error, Zoro era una persona lista y astuta, no se creía el cuento de falsa amabilidad de ella.

– Quizás nada – respondió observándolo fijamente guardo su libreta y lápiz una vez que vio las intenciones de su compañero de retirarse la venda elevándola.

Zoro la observo sorprendido.

– Pensé que ofreciéndote dinero no sospecharías – revelo desviando su mirada hacia el amplio ventanal y realmente así lo creyó, pues no creería que aceptara con simples provocaciones.

Zoro no pudo más que elevar su ceja derecha y sorprenderse aun más si es que era posible esperando que continuara.

– Hace tres años no me habría detenido ayudar o siquiera pensar en cómo ayudarles a mejorar, siempre han sido tan fuertes… a diferencia de mí que soy tan débil al lado de ustedes pero ese día…– se detuvo elevando sus pies hasta tocar el suave forro del sillón, encogió sus piernas afianzando sus manos en ellas para finalmente recargar su mejilla en sus rodillas desviando su vista de él perdiéndose en los dolorosos recuerdos de ese fatídico día… continuando.

– No pudimos evitar ser separados, ni siquiera ustedes pudieron hacer algo… –

Zoro no pudo evitar fruncir el ceño y observar como sus manos se cerraban formando puños, Nami prosiguió.

– Fue cuando me di cuenta que teníamos que hacer todo lo posible por mejorar y así como Usopp me ayudo pensé que podría hacer por lo menos algo por ustedes – elevo su rostro dedicándole una amplia sonrisa que por un momento dejo estático a Zoro que, nunca espero esa reacción; su corazón latía de forma desembocada mientras sentía arder sus mejillas, bajo su vista intentando cubrir el sonrojo que estaba seguro se había posado sus pómulos.

Algo tenía que estar mal con él… por un momento Nami le pareció una mujer muy bella y esa sonrisa que le dedico era tan resplandeciente que por un instante deseo que el tiempo se detuviera y poder gravar esa sonrisa en su mente.

– Lo siento…

Se disculpo la peli-naranja sonriendo de esa misma manera que hacía sentir un extraño calor en su pecho, definitivamente algo andaba muy mal con él.

– Sé que todos trabajamos muy duro estos tres años y que se han vuelto más fuertes – hizo una pausa sonriendo con cierto deje de tristeza – así que quizás no sea de mucha ayuda mi sugerencia tal vez ya lo sabías antes… es solo que no deseo volver a perderlos – explico cubriendo su rostro con sus piernas, apenada, se le había salido de las manos, nunca creyó que le revelaría todo el miedo que sintió y a veces sentía, a Zoro.

Quería que se volviera poner la venda y para ello pensó en tocar el tema tan delicado para todos en la tripulación, pero no abordarlo de tal forma que diera a conocer sus sentimientos y verse débil ante él.

Tan apenada estaba que no se dio cuenta en qué momento Zoro se acerco hasta que sintió la fuerte y cálida mano de su compañero revolver sus cabellos con tal delicadeza que ignoraba que poseyera alguien tan tosco y rudo, obligándola a levantar la vista y cuando lo hizo observado cómo le sonreía de forma tan cálida y sincera, forzándola a no apartar su vista no sólo era la sonrisa que buscaba y que Robin le había pedido, desbordaba tantos sentimientos que por un instante deseo poder plasmarla para nunca olvidarla…

– Todos nos sentimos de la misma manera – afirmo deteniendo sus caricias a su sedoso cabello cuando noto que esa mirada triste y melancolía había abandonando por completo el rostro de Nami.

En el instante que mostro vulnerabilidad recordó aquella vez que Nami fue transformada a su versión de ocho años lo que le había provocado cierta ternura, sonriendo de lado se volvió a colocar la venda.

– Ya lo había intentado entrenar así antes – indico retirándose, acercándose a las pesas. – Había olvidado lo beneficioso que resultaba gracias – expreso tomando de nuevo las pesas reanudando así su entrenamiento.

Agradecía a todos los dioses que Zoro tenía la venda en ese momento, sentía arder su rostro, no dudaba que se encontraba sumamente sonrojada… aun cuando se negaba a aceptarlo llevo su mano a su pecho, a su costado izquierdo, comprobando que efectivamente no se equivocaba, su corazón latía con fuerza, su ritmo cardiaco estaba elevado y una extraña sensación invadía su estomago. Sólo gratificaba que el sonido que hacían las pesas al ser elevadas era suficiente para que Zoro no escuchara sus fuertes latidos.

– Estúpido Zoro – susurro despegando sus piernas de su rostro sustrayendo de su mochila la libreta y el lápiz.

Y tocando sus cabellos sonrió comenzando a tomar medidas…


Notas finales: Sólo una aclaración aunque esta ambientado después del reencuentro, en la historia Zoro no pierde el ojo (aun cuando no se ha explicado si es realmente a así y todo indica que si) y por lo tanto no tiene cicatriz en dicha área.

Por ultimo me gustaría saber su opinión, si les gusto o alguna duda que tuvieran con mucho gusto respondería.