Y aquí está la tercera y última parte. La idea original era esta parte, pero tenía que contar todo lo anterior, creo que no me hubierais perdonado que no lo hubiera contado (y hubo suerte que mi imaginación también lo quería) XD Mi intención aquí ha sido hacer algo feliz, casual, algo con cierto humor. Que puede que no veamos nunca en la serie, pero si consigo arrancaros una sonrisa con eso me basta.. Se que no es gran cosa y tal vez, me salga un pelín de personajes, pero bueno, lo dicho, es un fic feliz, un poco de luz después de la oscuridad que vimos en el 3x09. Y aunque es muy central city, hay veces que en Starling city también puede salir el sol... Gracias por vuestras lecturas y comentarios. Abrazos. Espero que os guste el final.
Parte 3
Felicity se escapó como pudo de la cama, cogió su ropa interior del suelo y corrió hacia el baño que había contiguo al cuarto. Se puso rápidamente sus prendas delicadas y tomó el albornoz de color azul que advirtió colgado al lado de la ducha. Cuando se envolvió en el, sintió la esencia de Oliver que la embriaga, motivándole una sonrisa tonta y unas mejillas muy sonrojadas en el espejo frente a ella.
Entonces una mueca de dolor se apreció en su cara, cuando advirtió que todo su maquillaje se había corrido y el pelo estaba completamente desecho. Se lavó la cara con agua y jabón de manos (con ayuda de un poco de papel higiénico en ausencia de algodón) hasta que consiguió quitarse del todo los restos de pintura. Peinó y desenredó su cabello alborotado, incluso se enjuagó con un enjuague, de sabor asqueroso que tenía Oliver en el cuarto de baño. También lamentó de no tener allí con ella, sus gafas, porque las lentillas, con las que se había acostado, se notaban secas dentro de sus ojos.
Siempre llevaba en su bolso una pequeña botellita con líquido, su gafas y un botecito donde meter las lentes. Pero había un problema, el bolso estaba en la planta de abajo, en algún mueble cerca de la puerta en el que Oliver, la había empotrado para desabrochar la cremallera de su vestido mientras la devoraba con su boca.
- ¡Oh, dios mio! - Felicity abrió mucho los ojos y se sentó en el borde de la enorme bañera de Oliver, porque si hubiera seguido de pie habría perdido el equilibrio de la impresión.
Felicity tragó saliva, su vestido estaba tirado por ahí, su chal, la ropa de Oliver... y si ¿Thea estaba despierta? ¿Y si lo había visto? Había tratado poco con la hermana del hombre con el que había pasado la noche. No era muy buena impresión precisamente. Claro que Thea tampoco debía pensar que fuera ella la que se había tirado a su hermano. Porque ese punto estaba claro. Se había tirado a Oliver.
¿Cómo iba ella a dar la cara, si estaba pensando un plan de huida? Porque sí, Felicity Megan Smoak estaba planeando su fuga. Como robarle ropa a Oliver, coger sus cosas y salir corriendo de allí sin que la vieran. Para luego dejarle un mensaje a su amante...
- ¡Qué bien suena amante! - pronunció Felicity en voz alta con total felicidad- ¡concéntrate en tu plan!.
Pues eso que le enviaría un mensaje a Oliver, diciéndole que se había tenido que ir, o que ya hablarían... ¿Era eso lo que se hacía?
Porque estaba completamente segura que debía marcharse. A ver, no es que no se hubiera acostado con ningún hombre antes, habían sido unos cuántos, pocos, pero unos cuántos. Pero de normal habían sido relaciones tras unas citas o un coqueteos, siempre sabiendo cual era el plan. Pero con Oliver, no había habido ningún plan, ni una palabra, simplemente se habían dejado llevar... ¡y de que manera!, pensó Felicity sonrojándose de nuevo. ¿Y si esperaba a que se despertara?
-No, eso no sería una buena idea - negó con la cabeza Felicity.
Salió de la habitación asegurándose que Oliver seguía dormido. Y de puntillas se dirigió hacia una cómoda cercana, había decidido que era mejor la cómoda porque el armario podría chirriar y eso no la ayudaría mucho. Rebuscó y encontró una camiseta de Hockey, era tan típico que una chica se pusiera eso... Felicity odiaba a veces los tópicos. Pero no había tiempo, además Oliver era tan grande que aquello le valía. Y no podía ponerse a buscar unos pantalones. Se quitó el albornoz con rapidez que tiró en una silla y se colocó la camiseta que le llegaba por debajo de las rodillas, por supuesto también olía a él. Se giró y le miró...
- ¿Rocías toda tu ropa limpia con colonia? - susurró e intentó no reírse a carcajadas por la ocurrencia.
Advirtió entonces, que sobre la mesita de noche Oliver tenía un despertador electrónico, donde pudo ver que eran las siete y algo de la mañana. Así que seguro que Thea había llegado hacía un par de horas y dormía como un tronco.
Con cautela se asomó y escuchó unos instantes el silencioso pasillo. Un pequeño ronquido de Oliver la sobresaltó. Cuando le miró para asegurarse que no estaba despierto, él se había acomodado boca abajo, apoderándose de toda la cama, que con el movimiento le dejó prácticamente desnudo. Y Felicity ladeó la cabeza hipnotizada, luego intentó volver en ella, decidiendo que era mejor no mirar aquella espalda y lo que seguía a la espalda. Suspiró. ¡Qué bien hecho estaba aquel hombre!
Tragó saliva y decidida salió a hurtadillas de la habitación, bajó por las escaleras por las que tan rápido había subido y ahora le parecían eternas. Al parecer, Thea había tirado su vestido y el traje de Oliver en el sofá. Felicity puso los ojos en blanco ahora su ropa estaba más lejos, y recordó lo que los ojos le escocían, así que cambió la dirección, fue hasta la entrada de la casa. Allí encima del mueble encontró su pequeño bolso y sacando el pequeño espejito se quitó las lentillas, se puso sus gafas, sintiendo un gran alivio. Luego sacó una goma del pelo, se hizo una coleta y con el brillo de labios rosa le dió un poco de color a sus labios, al menos su boca haría juego con sus mejillas aún sonrojadas por la vergüenza.
Recogió sus tacones arrinconados en una esquina. Aquello iba a ser un poema para volver a casa con tacones y una camiseta extra grande de hockey. Sin duda iba a dejar sin habla a el o la taxista que pensaba llamar en el momento que saliera de ese apartamento. Corrió descalza hasta donde se encontraba su vestido y lo que parecían unas medias rotas. Ni siquiera recordaba como Oliver le había quitado aquello.
- Menos mal, ya creía que mi hermano se había tirado a una fulana. - comentó Thea bajando por las escaleras.
Felicity dió un pequeño grito del susto.
- Tranquila Felicity. No voy alarmarme por verte aquí, me caes bien - sonrió directa la pequeña Queen. Que temía que aquello algún día ocurriera, había visto como su hermano miraba a su ex-secretaria cuando tomaban algo en el Verdant.
Felicity asintió abrazando su vestido.
- Yo... yo ya me iba - empezó a balbucear.
- Oh, no digas tonterías. Ven y desayuna conmigo - la invitó como si aquello fuera algo normal.
- Esto, debería irme a trabajar - pestañeó Felicity muy rápido no era muy buena mentirosa, había aprendido a guardar el secreto de Oliver, había aprendido a mentir por necesidad, pero habían cosas por las que aún no era capaz de hacerlo.
- ¿En sábado? ¿Desde cuando el horario de oficina te hace ir los fines de semana a trabajar? - preguntó extrañada Thea.
- Sí, sí... es verdad, es sábado hoy no tenemos que ir a trabajar - reconoció. Intentó inspirar y expirar, varias veces pero no funcionó.
- Y si quieres después te dejo algo para que no vuelvas vestida así a tu casa - le hechó un cable Thea señalando su vestuario, ideal para pasearse por la casa, pero no tanto por la calle.
- Muchas gracias - sonrió Felicity respirando con tranquilidad. Olvidando todo y poniendo cara de resignación. Su estómago rugió. - Perdón, ayer con los nervios de la reunión no cené nada. - Aunque se recordó devorando algunos canapés.
- ¿Sabes preparar algo que no sean tostadas o huevos revueltos? - preguntó Thea con una sonrisa.
-¡Se hacer tortitas! - Sonrió la informática, podría estar bien ayudar en el desayuno, ya que iba a tomarlo allí, no quería ser una gorrona. Entonces, rió al caer porque Thea le pedía aquello - No sabes cocinar ¿verdad? -no había sido muy sutil - esto perdón, no pretendía...
-Oh, tranquila no es un secreto que los Queen nos hemos criado con cocinera, criada, niñera, chófer y cuchara de plata. Puede que Oliver y yo hayamos aprendido a mejorar en nuestro día a día, sobretodo cuando dejamos de tener dinero en el banco. Y aunque no se nos da mal, no sabes la de tiempo que no me tomo unas tortitas caseras en condiciones con sirope de chocolate - Thea salivó.
- Y con nata. Nata y sirope de chocolate - sonrió cómplice Felicity.
-Por favor, sí... - Thea fue hasta la nevera y sonrió - Tenemos nata y sirope de varias sabores, también tenemos fresas, no tendremos lechuga para hacer una buena ensalada, pero sirope tenemos - rió avergonzada de que tenía que ir a la compra ¿o le tocaba a su hermano esta semana?
- ¿Tienes leche, harina, azúcar, levadura, sal y huevos? - preguntó la informática.
- Sí. Creo que sí
- ¿Y Tienes café?
- Por supuesto.
- Inyéctame café en vena y yo prometo ser tu esclava de por vida. -rió Felicity - Creo que Oliver tiene razón cuando dice que soy una adicta al café, pero no se lo digas.
-Prometido - sonrió ante la confidencia - Aunque me conformo con que hagas las tortitas.
-¡Mis tortitas son las mejores en todo Starling! bueno, no las he probado todas, pero están muy ricas.
-¿Y a qué estás esperando? - la alentó Thea mientras encendía la cafetera, sacaba unas naranjas para cortarlas por la mitad y hacer zumo.
Felicity empezó a batir con las varillas todos los ingredientes necesarios para las tortitas. Mientras las hacía, Thea observaba y su nueva amiga la invitó a probarlas. También le enseñó a hacerlas, le contó su secreto de medirlas con un cucharón, poniéndolas en una sartén antiadherente y tapándolas un poco para que fuera más fácil girarlas después con la espumadera. Las dos reían y bromeaban como dos buenas amigas, con total complicidad, mientras intentaban hacer aquellas pancakes.
Lo que no advirtieron, fue que Oliver las estaba observando desde hacía rato, a mitad de escalera con una sonrisa. Vistiendo una camiseta de manga corta que se adecuaba a sus músculo de color negro y unos pantalones de jogging de color gris.
- ¿Qué estáis tramando? - preguntó inocentemente
Y las dos se sobresaltaron haciendo caer una tortita al suelo.
- ¡Oliver! - exclamó Felicity con la espumadera en alto.
- Eres un aguafiestas, no puedes asustarnos así, estamos cocinando - presumió Thea orgullosa que ya había empezado a pillarle el truco.
- ¿Vosotras estáis cocinando? - interrogó bajando las escaleras todo incrédulo.
- Pues sí, ¿Qué pasa? Yo sé cocinar - indicó Felicity intentando recuperarse del aturdimiento con honra.
- ¡Las tortitas de Felicity son las mejores de Starling city!. - repitió Thea aprobando el plato.
- Me gustaría probarlas - sonrió andando hasta donde se encontraban ellas.
Felicity agachó la cabeza y se concentró en la sartén cuando le vió mirándola fijamente. Thea adivinando que iba hacer su hermano, sonrió por verle tan feliz, pero se quitó del medio, seguía siendo su hermano y habían algunas cosas que le incomodaban.
- Voy a... regar las plantas de la terraza, ahora vuelvo - y desapareció, aunque sabía que ninguno de los dos la habría escuchado.
- ¿Con qué tortitas? - susurró Oliver rodeando con sus brazos a Felicity por su espalda y apoyando su cara en el hombro de ella. Luego besó su cuello.
- Oliver ¿Qué estás haciendo? - rió ella divertida, le había hecho cosquillas con esa barba de tres días que siempre llevaba, pero que le quedaba tan bien.
Se giró y le miró, aunque más cerca de lo que pretendía. Así que Oliver, terminó atraiéndola de nuevo a él y besándola en los labios.
- No estabas en la cama. - rumió meloso.
- Lo sé. No sabía que hacer - reconoció sincera Felicity.
- Pues quedarte -le indicó con esa mirada que habría próxima vez y más le valía encontrarla entre sus sábanas - te he echado de menos.
- ¿Desde cuando eres tan ...? ¿cariñoso? - pestañeó Felicity rapidamente, intentaba comprender aquella imagen que parecía más un sueño, que una realidad.
- Bueno, nunca habíamos estado de esta forma. Así que posiblemente desde hace ¿dos minutos? - sonrió él con esa sonrisa que no podía quitar de su cara, esas sonrisa tan arrebatadora que te dejaba embelesada.
- Pero nunca te he visto con otras mujeres siendo así - se agitó incómoda al recordar.
- Porque ninguna eres tu Felicity Smoak. - sonrió divertido recordando sus últimas palabras antes de dormirse - Y te amo. ¿Necesito explicar algo más?
Ella se mordió el labio inferior abrumada, le agarró de la camiseta y le besó con decisión. Y así estuvieron un rato hasta que escucharon un carraspeo detrás de ellos que les hizo separarse a regañadientes.
- ¿Podemos desayunar ya? - preguntó Thea con los brazos cruzados y la cara asqueada (de broma, por supuesto)
Oliver y Felicity agacharon la cabeza un poco avergonzados y mirándose de reojo.
-Sí, será lo mejor - fue la informática la primera en hablar cogiendo el plato con las tortitas y poniéndola en medio de la mesa... - ¿Donde está el café?
Oliver puso los ojos en blanco.
-Eres una adicta al café, Felicity.
-Todos tenemos nuestras adicciones. - mientras asiaba la taza con las dos manos y inhalaba aquel olor tan maravilloso.
Oliver sonrió iba a contestarle que él era adicto a ella, pero cuando vió la cara de aburrimiento de su hermana, aunque solo fuera broma, prefirió dejar eso para otro momento que estuvieran los dos solos, entonces le diría muchas cosas. Le revolvió el pelo a Thea y se sentó.
- Eres una aguafiestas, Speedy
- Y tu un idiota, Ollie.
Los hermanos se siguieron picando, mientras Felicity les observaba. Le gustaba aquella faceta de los Queen, sobretodo de Oliver, le abrumaba verle así de sonriente, incluso feliz y quería pensar que ella había sido parte importante de aquella sonrisa que ahora vestía. Él la miró en un momento dado sintiéndose observado, aún con esa risa en sus labios y le guiñó un ojo, antes de empezar a devorar sus tortitas. Ella sintió como el corazón le daba un vuelco. Si cada mañana siguiente, era así, Felicity esperaba que hubieran muchas a partir de ahora y algo le decía, que así sería...
FIN