Disclamier: Twilight y sus personajes pertenecen a Stephenie Meyer. Este es un TWO SHOT que está participando del concurso New Year´s Elite Contest organizado por el grupo Élite Fanfiction ( facebook groups / elite . fanfiction / ) y su autor será revelado una vez terminadas las votaciones del mismo.

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Caer en la tentación

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Summary

Suficiente es que te nieguen algo para que lo desees con todas tus fuerzas, Bella desea a Edward por encima de todas las cosas, y no dudará en utilizar todo lo que esté a su alcance para conseguirlo, la cena de año nuevo es una buena fecha para hacerlo. ¿Logrará hacer a Edward caer en la tentación?

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Capítulo 2

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Salí de la habitación enfadada, ¿cómo osaba echarme de esa manera? A mí, Isabella Marie Swan, no había nada que se me resista, excepto Edward Anthony Cullen.

A mis veinticuatro años, tenía unos padres que me adoraban, un buen trabajo, había estudiado informática y trabajaba en la empresa de mi tío Phil, tenía mi propio dúplex, fue regalo de mis padres, y un fabuloso BMW. ¿Qué faltaba en esta ecuación?, ¡un novio! Llevaba tiempo saliendo con Marcus, año y medio para ser más exacta, pero a mí quien me interesaba era su primo, Edward.

Mi mejor amiga, Rosalie, cuando estábamos en la universidad conoció a Emmett en el gimnasio al que iba. Ellos comenzaron una relación, incluso llegamos a salir los seis, Edward incluido, pero una perra llamada Jessica se le cruzó por delante y no pude hacer nada.

Poco después nos enteramos que Emmett iba a casarse con Lauren, una de las más putas de la universidad, que se tiraba a todo lo que se moviera, porque la había dejado embarazada, eso destruyó a mi amiga, sumiéndola en una depresión de la que le costó reponerse.

Alice y yo nos marcamos el objetivo de sacarla a flote, debía seguir adelante, ya fuera con el oso o sin él. Y lo conseguimos. Una noche salimos las tres de fiesta y fuimos a un bar en el que estaban Marcus y Royce, con sus amigos. Nos pusimos a bailar con ellos y poco a poco comenzamos nuestras relaciones, no era que me gustara Marcus pero Alice dijo que al ser primo de Edward, sería una forma de estar cerca del cobrizo que me traía loca. Así comencé una relación con él, mientras imaginaba cómo seducir a Edward, pero todavía ninguno de mis planes había dado resultado.

Después de la cena, Alice y yo subimos a la habitación que compartíamos con Rosalie, pasaba de compartir cama con Marcus, porque seguramente querría echar un polvo y no me apetecía fingir orgasmos.

Una vez en la habitación, Alice me obligó a ponerme un camisón de muñeca, que no me tapaba nada, pero todo era para seducir a Edward. Había acudido a su habitación y me puse a esperarlo sobre la cama, para que luego me echara de esa manera.

Entré en mi dormitorio donde las dos chicas estaban charlando.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Alice, cuando me vio entrar.

—Me ha echado, a mí… ¡me ha echado de la habitación!

—¿No se ha tragado que Marcus es gay? —No era una pregunta era una afirmación pero, aun así, yo asentí.

—Alice, eso no tenía ni pies ni cabeza —dijo Rose, supuse que la enana le había puesto al corriente—. Tengo algo que contaros.

—Espero que sea algo bueno, porque no quiero más decepciones.

—Tranquila, es bueno —dijo Rose muy contenta—. He hablado con Emmett.

—Y eso es bueno porque... —Alice tenía muy poca paciencia.

—Me ha pedido perdón.

—Llega un poco tarde, me parece… —exclamé, todavía estaba molesta con el oso por hacerle tanto daño a mi amiga.

—¡Déjame terminar! —Le hice un gesto para que continuara—. Me pidió perdón, me ha dicho que aún me ama, se va a divorciar de Lauren, su matrimonio hace tiempo que ha fracasado, que nunca ha podido olvidarme y que si tiene alguna oportunidad conmigo… luchará por mí.

—Tengo que darle la razón. Su matrimonio es un desastre, no se hablan, cuando lo hacen es para guardar las apariencias.

—Muy bien, por lo que veo vas a darle una nueva oportunidad.

—Primero tengo que dejar a Royce, ya le he dicho a Emmett que hasta que no volvamos a Seattle no habrá nada. No quiero serle infiel a Royce.

Continuamos hablando un poco más de Emmett y Rose. Ayudaría a mi amiga en lo que fuera necesario, aunque eso hiciera que abandonara mi misión de seducir a Edward.

—Y, ahora tú. —Alice me miró—. No sé cómo puede ser que Edward te rechace, si fuera lesbiana me enamoraría de ti.

—Déjate de estupideces —dije algo molesta—. Necesito sexo del bueno, ¡pero ya!

—¿Marcus no te sirve? —dijo Rose mordaz.

—Cállate, perra, que si comparamos el pene de Marcus con el de un recién nacido, el bebé la tiene más grande.

—Que bruta eres —dijo Alice. Las tres estallamos en sonoras carcajadas—. Tenemos que idear algo para que puedas llevarte a Edward a la cama y por bastante tiempo.

—¿Y qué hacemos, genio? Te recuerdo que mañana es la cena de año nuevo.

—Te garantizo que a las doce del día uno, te habrás follado a Edward.

La enana daba miedo cuando se ponía en ese plan. Estábamos charlando de lo más animadas, preparadas para ir a dormir, cuando la puerta se abrió de par en par.

—¡TÚ, MALDITA ZORRA! —gritó Lauren a Rose.

—Creo que se ha mirado en un espejo —respondió Alice, haciendo que Lauren la mirara mal, yo estaba a la expectativa de ver que ocurría.

—¿Qué quieres, Lauren? —preguntó Rose muy tranquila, aunque sabía que los nervios iban por dentro.

—¡ME QUIERES QUITAR A MI MARIDO, POR EL QUE TANTO HE LUCHADO Y AL QUE AMO!

—Tu marido, no te quiere —respondió mi rubia amiga—. Y dudo que tú también lo quieras a él, siempre fuiste una oportunista y te casaste con Emmett por su dinero, dudo hasta que el niño sea suyo.

Mi amiga le había dado una patada en el estómago con esa declaración. Me preparé para interponerme entre ellas, no quería que llegáramos a las manos.

—Lauren sal de aquí —ordené—. Antes de que las cosas se pongan peor.

—Ex-cuñada. —Alice seguía metiendo el dedo en la llaga—. Acéptalo, Emmett no te quiere, lo conocí mucho antes de que te preñara y créeme, era inmensamente feliz.

—¡CLARO, TÚ DEFIENDES A LA PUTA DE TU AMIGA!

—¡YA BASTA! —grité me estaba cansado esa rubia oxigenada—. SAL DE AQUÍ ANTES QUE LAS COSAS SE PONGAN PEOR.

—¡TÚ NO ERES QUIÉN PARA ECHARME DE AQUÍ, TENGO MÁS DERECHOS QUE TÚ, ESTOY CASADA CON UN CULLEN!

—Y, por si no te has dado cuenta, yo estoy con el Cullen favorito de Anthony y me llevo magníficamente con Marie. ¿A quién crees que harían más caso?

—¡ERES UNA ZORRA BASTARDA TÚ TAMBIÉN, TE CREES QUE NO HE VISTO COMO VAS DETRÁS DE EDWARD, SE LO VOY A DECIR A MARCUS!

—No me importa qué hagas, Lauren, por favor sal de aquí que queremos dormir.

Salió enfurecida de la habitación, ésa iba a ser peor que un dolor de muelas. Nos relajamos un poco antes de irnos a dormir contando chistes, algunos con más gracia que otros.

A la mañana siguiente, el gallo de Kaure, nos despertó temprano. No sabía qué hora era pero el sol ya estaba fuera. Me levanté antes que mis dos amigas y me metí en la ducha. Habíamos decidido la noche anterior pasar la mañana en la playa. Alice dijo que necesitaba ir a la ciudad para comprar lo que hacía falta para el plan: "Sexo con Edward".

Tras colocarme mi nuevo bikini y un vestidito playero que dejaba entrever lo que llevaba debajo, desperté a mis dos amigas y bajé a desayunar. Las chicas se estaban peleando por ver quién entraba primero a la ducha.

—Buenos días —dije cuando entré a la cocina, donde ya se encontraban la mayoría de los Cullen-Masen. Y, por supuesto, Marie y Anthony.

—Buenos días, hija, ¿qué tal has dormido? —me preguntó la amable abuelita.

—Bien, las chicas se han portado bien esta noche.

—¿No estabas durmiendo con mi nieto? —preguntó el abuelo, que era conservador para algunas cosas pero para otras era bien diferente.

—No, Anthony, sería una falta de respeto hacia los anfitriones que compartiéramos cama sin estar casados.

—Eso tiene solución —dijo el jodido abuelo—. Cásate con mi nieto y listo.

—Anthony, no incomodes a Bella —Marie regañó a su marido colocando mi plato de desayuno en la mesa.

Mis amigas bajaron al poco tiempo, también preparadas para ir a la playa hasta la hora de comer. Se nos unieron Emmett, Jasper, Mike, Benjamín y, aunque pareciera raro, Edward también. Al parecer la enana tuvo que ver en ello.

Pasamos toda la mañana en la playa, jugando a las aguadillas, vóley playa y tomamos un poco de sol. A la hora de comer, volvimos a casa, a asearnos para la hora de la comida.

Estábamos terminándonos de vestir en la habitación, nos habíamos duchado por turnos, la última era Alice, que se tiraba horas bajo el agua.

—No te lo he dicho antes pero Edward no te quitaba los ojos de encima.

—Pero, ¿te ha dado tiempo para mirarme? —Alice durante el rato que estuvimos en la playa, había estado más pendiente de Jasper que del resto.

—Bueno, yo te he mirado un poco, Jasper me lo ha dicho, cito textualmente "mi hermano no le quita los ojos de encima a Bella, si no fuera porque es novia de Marcus seguramente estaría coqueteando con ella".

—Yo no puedo opinar —dijo Rose, que se había pasado el rato con Emmett y Mike.

—No te preocupes, rubia, no voy a enfadarme.

Terminamos de arreglarnos entre risas y bromas, como solíamos hacerlo cuando estábamos en la universidad y compartíamos piso.

—Antes que se me olvide, necesito ir a la ciudad, tengo que comprar unas cosas para poder tener a la familia entretenida mientras te follas a Edward.

—¿Qué tienes pensado? Te conozco. —Mi amiga era un peligro.

—Necesito Rohypnol —respondió—. Necesitamos que la familia no sepa qué está pasando en el piso de arriba y que nadie pueda subir a molestar.

—¿Eso no es una droga? —preguntó Rose.

—No necesariamente, es un medicamento. Aunque hay personas que lo usan como droga.

—¿Y? ¿Acaso estás enferma?

—No. ¿Queréis dejarme hablar? —Rose y yo asentimos—. ¿Por dónde iba? —Se quedó pensando unos momentos y en silencio, eso sí que era un peligro—. Ah, sí, el Rohypnol es un ansiolítico benzodiazepinico de acción intermedia. Actúa incrementando la actividad del ácido gamma-aminobutírico, un neurotransmisor inhibidor que se encuentra en el cerebro. Facilita su unión con el receptor GABA-érgico. Posee actividad hipnótica, anticonvulsionante, sedante, relajante muscular y amnésica.

—Alice en cristiano por favor, nosotras no hemos estudiado farmacia —le pedí, porque realmente lo que me había dicho me sonaba a chino.

—A ver, ¿os hago un croquis? Voy a comprar Rohypnol o lo que se le parezca, se lo daremos a la familia en la bebida y mañana no se acordarán de lo qué han hecho, además el efecto relajante, los dejará sin ganas de moverse del sitio.

—Te recuerdo que tenemos dos niños y una mujer embarazada —le recordé no sabía si eso podría tener algún efecto en los bebés de Victoria.

—Lo sé, para ellos adquiriré algún producto similar apto para niños y embarazadas.

—¿Estarán bien? —dije preocupada, no quería dañar a nadie.

—Sí, sólo será esta vez, ellos ni se acordarán y te dará a ti toda la noche para divertirte con Edward.

—Está bien, bajemos a almorzar que nos estarán esperando.

La comida, fue mucho más tranquila que la de ayer, todos manteníamos una charla amena. Las miradas entre Rose y Emmett eran demasiado evidentes, por lo que tuve que llamarle la atención a mi amiga. Después de la visita de ayer no queríamos que se armara más escándalo.

—Isabella. —No había conseguido que Marcus me llamara Bella—. ¿Te importa si te dejo sola unas horas?, tengo que acompañar al abuelo.

—Para nada, quiero ir a hacer unas compras con las chicas. —Como si me importara que me dejara sola, para él todavía vivía con mis padres.

—Entonces que te diviertas, preciosa.

—Igualmente.

Le pedimos a Gustavo que nos acompañara, ya que necesitábamos alguien de la zona y que además supiera el idioma. Se sorprendió cuando Alice le pidió lo que tenía que comprar.

—Señorita, ¿está segura? —preguntó asombrado—. Eso es una medicina muy fuerte.

—Gustavo la necesito para dormir, la que traje conmigo se terminó ayer y padezco de insomnio.

—De acuerdo. —Aceptó el dinero y entró a la farmacia a comprar lo que le habíamos pedido, yo todavía andaba un poco reticente.

—Si fracasas como farmacéutica siempre puedes trabajar como actriz —dijo Rosalie riendo a lo que nos unimos Alice y yo.

—Lo tendré en cuenta. —Nos callamos cuando vimos a Gustavo salir del local.

—Aquí tiene, señorita Alice —dijo el hombre entregándole la medicación.

Llegamos cerca de las seis de la tarde y las mujeres de la casa estaban en la cocina. Mi casi ex suegra y mi futura suegra estaban enzarzadas en una pelea culinaria. Quisimos ayudar pero no nos dejaron, según ellas ya lo tenían todo listo.

Subimos apresuradas a la habitación, para cambiarnos. Rose y Alice me hicieron entrar a la ducha, ellas se quedarían escogiendo lo que tenía que ponerme. Me tomé mi tiempo lavándome el cabello, había traído mi champú preferido.

Terminé mi ducha y humecté mi cuerpo con la crema corporal olor a vainilla, desde el baño oía a mis amigas discutir.

—¿Qué pasa? —Ambas estaban depositando algo encima de mi cama.

—No nos poníamos de acuerdo con lo que tenías que ponerte.

—¿Y ya lo tenéis decidido? —Ambas asintieron—. A ver, ¿qué tengo que ponerme?

Dejaron a la vista un conjunto de lencería negro que consistía en un corpiño de encaje Cluny con motivos geométricos, abrochado por delante con corchetes y tiras de satén de seda cerrando la espalda y un tanga a juego, ambos de La Perla, modelo que estuve mirando con Alice.

—¿De dónde habéis sacado esto? —pregunté adorando el conjunto.

—Esto era el plan B —dijo Alice.

—¿Lo tenías todo preparado? —preguntó Rose.

—Ya me conocéis. Vi que te gustó este y lo compré para ti. Y no acepto un no como respuesta.

—De acuerdo pero te deberé un regalo como este.

—No hables tanto y vístete, mientras Rose va al baño.

Ante la atenta mirada de Alice, me puse el precioso conjunto. Me miré en el espejo de cuerpo entero.

—Estás buenísima, cuando Edward te vea así vestida te devorará.

—No cantemos victoria antes de tiempo.

—Ahora, ponte el vestido.

Era un vestido corto en color rojo intenso, con un cinturón plateado escarchado, por encima de la rodilla y con un poco de vuelo en la falda, era precioso. Lo acompañaban unos tacones de aguja negros.

—Vestida para matar —exclamó Alice brincando a mí alrededor—. Los vas a dejar con la boca abierta a todos.

—Espero que tu plan salga bien y no tengamos que ir a urgencias.

—Confía en mí.

Mientras Rose se vestía y Alice entraba al baño, me peiné y maquillé de manera sencilla. Tampoco era que íbamos a salir a ninguna parte. Varias horas después, las tres salimos completamente vestidas.

La actividad era frenética en la cocina, las mujeres de la casa y algún que otro hombre, se encargaban de la cena y el postre de esa fecha tan importante, recibiríamos todos juntos el año nuevo y yo rogaba a todos los dioses que nuestro plan diera sus frutos, estar con Edward era lo que más deseaba para empezar el año, coronarlo y completar mi vacía vida.

El resto de hombres estaban en el salón viendo la televisión, entre ellos mi presa.

—Nena, estás preciosa —me dijo Marcus asiéndome por la cintura—. Me encantaría ver que llevas debajo de ese vestido y arrancártelo con los dientes, me tienes en sequía.

—Marcus, compórtate que estamos en casa de tus abuelos. —

"Ni muerta voy a dejar que vea lo que llevamos debajo del vestido", me gritó la vocecilla interior. "Eso es sólo para Edward si es que todo sale bien", me respondí a mí misma.

—Promete que cuando lleguemos a Seattle, me dedicarás un fin de semana entero.

—Prometido. —Le di un beso, un simple roce de labios, me aparté cuando él quiso profundizar—. Voy a ver en qué puedo ayudar.

Salí pitando con rumbo a la cocina, funcionara o no funcionara el plan de esa noche, lo primero que haría sería romper con Marcus, no soportaba más su toque, tener que pensar que era Edward quien me estaba follando para lograr llegar al orgasmo era muy frustrante.

Las mujeres se habían esmerado en la cocina, tenían todo un manjar para la cena festiva. En la mesa de la cocina pude distinguir Mini blinis de salmón ahumado con salsa de eneldo, corazones de alcachofas rellenos de huevos de codorniz, virutas de jamón y foie y canapés de salmón con salsa de mostaza, los aperitivos típicos de la abuela Cullen. Mis tripas rugieron.

—¿Puedo ayudar en algo? —dije cuando entré, haciendo que todas me miraran.

—No, cariño, ve al salón con todos los demás, ya nos las arreglamos nosotras.

Salí de allí buscando a mis amigas, las encontré en un rincón, alejadas del resto. Me acerqué, para alejarme de Marcus, que se había percatado de mi presencia y porque tenía curiosidad de saber por qué estaban tan alejadas.

—¿Qué hacéis aquí? —pregunté nada más acercarme, ellas pegaron un brinco—. ¿Qué estáis tramando?

—Estamos refinando el plan, verás hemos pensado que al que más tenemos que "drogar" —hizo las comillas—, es a Marcus, así que a él sí le daremos la dosis completa, para los demás, pondré la dosis de tres personas en el sorbete para atontarlos.

—¿Y los niños y Victoria? —pregunté, ya que ellos no bebían café.

—Hemos decidido que a ellos no les daremos nada, Rose se encargará de Victoria y yo de los dos mocosos.

No sé habló más del tema, me gustaba la idea de adormecer a Marcus, ¿a qué mala hora comencé a salir con él? Era una de las pocas cosas de las cuales me arrepentía.

La cena estuvo estupenda, en esas fechas importantes, como lo era la llegada de un nuevo año, las emociones se encontraban a flor de piel y las distintas conversaciones en son de paz se escuchaban en la mesa. Me pareció haber engordado un par de kilos con tanta delicatesen que entró en mi estómago. Cuando llegó la hora del postre, Rose, Alice y yo nos ofrecimos a traerlo, al principio Kaure, Marie y Esme se negaron, pero con nuestro poder de convicción logramos que nos dejaran hacerlo.

En la cocina, fuimos por los brownies de chocolate con helado y mermelada de frutos rojos y, el sorbete de cava, que teníamos para el postre, disolvimos en la jarra del sorbete las dosis para cuatro personas, y en el brownie que le daríamos a Marcus pusimos otra dosis más.

Llevamos el postre a la mesa, aún quedaba dos horas para la medianoche. Todo el mundo bebía el sorbete como si fuera agua, por lo que fuimos por otra jarra, está vez sin el medicamento, con la dosis que llevaban y el alcohol era más que suficiente.

Rose subió al piso de arriba, sabíamos de primera mano que Edward se había dejado el móvil en la habitación, así que ella era la encargada de hacer subir a Edward, cuando bajara y le dijera que el móvil estaba sonando, entonces sería mi turno de subir y hacer realidad mi fantasía.

Mi amiga bajó y dijo las palabras mágicas, mi futuro chico, porque estaba segura que acabaríamos juntos, subió las escaleras de dos en dos. Mis dos locas amigas me guiñaron el ojo cuando con una excusa, salí del salón, donde se habían reunido después de la cena. Me quité los zapatos para no hacer ruido y localicé a Edward entrando en su habitación.

—Hola, Edward —dije entrando y sobresaltándolo.

—¿Qué haces aquí? —dijo cuando se giró a mirarme.

—Pues, ya sabes a qué vengo… —Lancé mis zapatos y no sabía dónde habían caído, pero me importó bien poco.

Me acerqué a él, caminando de forma sugerente mientras bajaba la cremallera de mi vestido, que cayó a mis pies, cuando estuvimos frente a frente.

—¿Qué haces? —Su voz salió ronca—. Mi familia está abajo, incluido tu novio. Se preguntarán dónde estamos y subirán.

—No te preocupes por ellos.

—No quiero tener problemas con mi primo, por mucho que no lo soporte, nunca le haría una cosa tan ruin como acostarme con su novia.

—Pero es su novia la que va a buscarte. Además voy a romper con él, yo te quiero a ti.

—Podrían subir —seguía negándose y estaba empezando a desesperarme.

—No te preocupes, Alice y Rose se encargarán de que nadie nos interrumpa. —Puse mis manos en su fornido pecho—. Por favor, quiero follar contigo antes que acabe el año.

—Vas a ser mi muerte, pequeño demonio —dijo mirándome de arriba a abajo, por delante y por detrás.

Me dio una nalgada que encendió mi lado más salvaje. No quise perder el tiempo y le devoré la boca, pidiéndole permiso para invadirla con mi lengua, entendiendo mi mensaje, la abrió gustoso, momento que aproveché para enrollar mi lengua alrededor de la suya comenzando una guerra entre las dos, el beso era salvaje. Ninguna de las dos salió vencedora, cuando nos separamos por falta de aire.

Con cuidado fui abriendo uno a uno los botones de la camisa que llevaba puesta, hasta que llegué al último, dejando su esculpido abdomen a la vista. Él la dejó caer al suelo cuando la deslicé por sus hombros. Miré hacía abajo, a su cintura y relamí mis labios cuando noté un gran bulto en sus pantalones.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó con arrogancia.

—Me gusta más lo que me puede hacer —respondí sin apartar la mirada de su erección. Mi sexo comenzaba a inundarse.

Me sentó en el sofá que había en la habitación, cayendo él conmigo. Comenzó a amasar mis pechos por encima del corpiño, me estaba matando y todavía no había hecho nada. Liberó mis pechos de su prisión y comenzó a chupar y lamer mis pezones. Me recostó en el sofá mientras me besaba, volvió a dedicarle la atención a mis pechos dejando mis pezones erectos y empapados con sus babas.

Comenzó a descender llevándose el tanga en el camino, los lanzó a alguna parte. Se hundió en mi centro, ocasionando que gritara ya que no me lo esperaba.

Pasó su lengua por toda mi intimidad repetidas veces, hasta dejarla fija en mi clítoris, que apresó entre sus dientes. Comenzó a dar tirones a la vez que daba golpes con su lengua. Jadeos escapaban de mi boca, los cuales eran inaudibles debido a la música a todo volumen que subía del piso de abajo.

Necesitaba liberarme y el muy cabrón me lo estaba poniendo difícil, cuando estaba cerca paraba y se apartaba. Me penetró con su lengua unas cuantas veces, dejándome otra vez al límite. Vi las estrellas cuando me penetró con sus dedos, dejando su lengua torturar mi clítoris, permitiéndome llegar por fin a uno de los mejores orgasmos de mi vida. Se bebió toda mi excitación, como si fuera un sediento en medio del desierto.

—Eres exquisita, un manjar de dioses, el olor de tu excitación me vuelve loco. —Me dio un beso fiero—. Mira cómo me tienes. —Colocó mi mano en su entrepierna, que estaba dura como una roca.

—Para eso hay solución. —Volví a besarlo, mi sabor aún permanecía en sus labios.

Todavía se interponía su pantalón entre mi premio y yo, así que con presteza quité el cinturón y después de desabrochar el pantalón, lo arrastré junto con los boxers dejando su polla ante mí.

Pasé la lengua por la gota pre-seminal de su rosada punta, acto seguido lo metí en la boca todo lo que cabía. Había fantaseado con esto un millón de veces mientras me masturbaba.

Edward cogió mi pelo y embistió mi boca, sin llegar a asfixiarme, porque por más que relajaba mi garganta no me cabía toda.

Del fondo de su pecho surgían gruñidos que indicaban que estaba disfrutando por mis atenciones. Me metí sus bolas en la boca y jugué con ellas un rato, nunca había hecho algo como esto, pero me sentía osada.

—Para… —me dijo cuando estaba al límite, lo miré extrañada—. No quiero correrme en tu boca.

—A mí me gusta —dije haciendo un mohín.

—Ya tendremos tiempo para que te tomes el biberón calentito antes de dormir.

Se sentó en el sofá, obligándome a que de espaldas a él lo montara. Tomó mis caderas y a la vez que yo bajaba, él subía, haciendo una penetración más profunda.

Un orgasmo arrollador, se estaba gestando en mi bajo vientre, no sabía cuánto más iba a poder aguantar. Sin salir de mí, me apoyó en el respaldo con una de mis piernas en el apoyabrazos, consiguió un ángulo de penetración mortal, volvía a estar al límite y esa posición sería mi muerte.

—Mmmmmm... Edward... más... rápido —conseguí decir entre jadeos.

—Eso está hecho —respondió dándome una nalgada—. Túmbate en el sofá.

Obedecí gustosa. Tras subir mis piernas hasta sus hombros, comenzó de nuevo el rico vaivén, a mayor velocidad, me sorprendía el aguante que tenía, a mí me tenía ya al borde del colapso. Mis paredes comenzaban a contraerse alrededor de su polla.

—Eso es nena, ordéñame, sácame toda la leche que tengo para ti, gatita.

—No... puedo... más —dije desplomándome en el sofá tras el orgasmo.

—Ven, vamos a tomar una ducha, la noche no termina aquí —dijo poniéndose de pie—. Ahora que he probado a qué sabe la tentación, no puedo saciarme de ella.

—No puedo con mi alma, mis piernas se han vuelto gelatina. —Intenté ponerme de pie pero me fue imposible.

—Yo te llevo.

Me cargó estilo novia hasta el baño, que era igual que el mío, nos dimos una ducha juntos, donde no pudimos evitar manosearnos y donde de nuevo me folló contra la pared de blancos azulejos. Nos metimos en la cama, mis ojos comenzaban a pesar.

—Duerme un poco pequeña, te noto agotada.

—No quiero dormir, la noche no ha hecho más que empezar.

—Por eso mismo, hay que reponer fuerzas. —Besó mi frente—. Pondré la alarma en el reloj, una hora.

—Está bien.

Cerré los ojos cuando estuve tapada, Edward se acomodó a mi espalda, encajábamos a la perfección. Cuando la hora pasó, nos despertamos algo desorientados, la música seguía escuchándose desde el salón.

Su miembro ya estaba más que dispuesto para la acción, yo estaba sobreexcitada, estaba segura que nada más al tocarme estallaría en el orgasmo número… no lo sabía, ya que había perdido la cuenta en el segundo.

—Venga, vaquera, mónteme.

—Encantada.

Me senté sobre sus piernas, introduciendo su polla en mí. Comencé a cabalgar, mientras saqueaba su boca.

—Eso es, nena... venga. —Se llevó mis pechos a la boca.

—Me... encanta... que... me... chupes... las... tetas.

—Y a mí, que te comas mi verga, pero ahora me conformo con que este coñito estrecho tuyo exprima toda la leche que tengo para darle.

Dejamos de hablar después de eso, sólo faltaron unas pocas embestidas más para enviarnos a un espiral de placer, a través de nuestros orgasmos. Me recosté sobre su hombro tras darle un beso tierno en los labios, necesitaba recuperar algo de fuerza y la respiración.

Comenzó de nuevo una tanda de caricias, entre ambos, consiguiendo que volviera nuestra excitación, estaba más que preparada y él más que dispuesto.

—Voy a follarte, hasta que me pidas clemencia.

—No oirás esas palabras de mí.

—No hables tan pronto, muñeca.

Después de prepararme, se enterró en mí de una sola estocada, me tragué mis palabras y cuando ya llevaba unas cuantas embestidas, le pedí clemencia, estaba tan sensible, que enseguida me elevó al cielo.

Descargó sus bolas derrumbándose sobre mí, nos giró para ponerme encima de su pecho, donde dejé un beso encima de su corazón.

—Feliz año nuevo, cariño —le dije cuando el reloj dio las doce.

—Feliz año nuevo —me respondió—. ¿Qué va a pasar ahora entre nosotros?

—Pues, siempre consigo lo que quiero y lo que quiero en este momento es tener una relación contigo.

—Estás con mi primo.

—Lo sé, pero cuando llegue a Seattle terminaré con él, ya te lo he dicho antes.

—¿Por qué estás con él? —preguntó con un hermoso puchero en sus labios.

—Porque tú te me has resistido bastante.

—Pero al final… caí en la tentación —dijo soltando una risa.

Y así fue como conseguí lo que quería, conquistar a Edward Cullen, lo único que me había costado conseguir en esta vida, lo único que me era negado.