Su sonrisa era enorme, la prueba le estaba dando un gran felicidad que nunca había esperado sentir, no después de tantos momentos amargos y llenos de tristeza. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, signo de que se alegraba por aquel signo en positivo. Sabía que no podía estar equivocada, hacia semanas que tenía esa sospecha, esa pequeña punzada en el pecho.
Respiró, tratando de formular en su mente el cómo daría la noticia. Cuando logró estar lista se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y rápidamente salió hacia la sala.
Los Tyler yacían cómodamente en los sillones. Jackie y Pete jugaban con el pequeño Tony, quien gateaba cómodamente en el piso, tomando algunos juguetes y apretándolos con sus manos rechonchas de bebé. El clon del Doctor, a quien Rose había puesto el nombre de John, estaba sentado en un sillón aparte, leyendo un libro de física.
—Hey—dijo Rose, tratando de llamar la atención de todos los presentes.
John fue el primero en mirarla, con una sonrisa enorme y brillante, una sonrisa que solo le pertenecía a ella.
—¿Qué pasa, cariño?—preguntó Jackie, tomando a Tony y colocándolo en su regazo.
—Tengo una noticia… Es algo…
—¿Estás bien, Rose?—interrumpió John, comenzando a alarmarse.
—Más que bien—afirmó ella, sin poder esconder su emoción por mucho más tiempo.
Jackie miró a Pete, quién estaba más o igual de confundido que ella. John, por otra parte, había cerrado su libro y puesto toda su atención en Rose.
—Es buena noticia—les tranquilizó Rose—. Yo… Estoy embarazada.
En un abrir y cerrar de ojos Rose se vio rodeada por su familia. Su padre le abrazo, mientras Jackie la felicitaba con una sonrisa que igualaba perfectamente a la de ella. Sin embargo, John no pudo levantarse.
Él poseía toda la inteligencia y sabiduría de un Señor del Tiempo, tal y como su yo original, pero en aquellos momentos su cabeza no lograba procesar la información. No podía, simplemente no era posible, pero lo era. Ahora era humano, podía tener la dicha de construir una familia, algo que el Doctor nunca podría tener. Pero sería difícil.
Habían pasado ya dos años desde que el Doctor lo había dejado ahí, con ella. Y a pesar de que el tiempo corría, él aún no lograba acostumbrarse a esa vida. Los recuerdos del universo y sus compañeros seguían en su memoria, el impulso de correr para salvar planetas estaba en su ADN, ¿cómo podría lidiar con el hecho de sentar cabeza?
Tendría que trabajar, como todos en el mundo lo hacían. Conseguiría una casa, un hogar para Rose y su primogénito. Todo debía cambiar, no más recuerdos de ser el Doctor, él era John Smith y tendría que aprender a vivir como tal.
—¿Todo esta en orden?—preguntó Rose, quien se acercaba a John con rostro preocupado.
John la miró y asintió con la cabeza, saliendo así de su trance.
—Así que seremos padres—dijo él, levantándose de su asiento.
—Si-contestó Rose.
—Eso es… eso es genial, ¿sabes?
Rose asintió, mientras trataba de pensar por qué él estaba actuando tan extraño.
—Compraremos una casa, nos mudaremos, criaremos al niño como una familia ordinaria—continuó hablando John—. Nuestro hijo no tendrá porque saber nada sobre nuestra anterior vida, no sabrá nada sobre el Doctor.
—De acuerdo—aceptó ella.
Segundos después John abrazo a Rose en un gesto lleno de amor, alzándola inclusive unos centímetros del suelo. Ambos rieron, dispuestos a compartir la siguiente gran aventura de formar una familia.
El gel estaba frío, realmente frío, Rose no pudo evitar dar un ligero respingo. John apretó la mano de ella en un gesto cariñoso, aunque su vista estaba clavada en el monitor, donde una imagen comenzaba a formarse lentamente. Pronto comenzó a oírse un latido, el latido de su bebé. Ambos se miraron, emocionados por oír aquel pequeño corazón.
—Supongo que quieren saber el sexo del bebé—dijo el doctor, dirigiendo su mirada hacia la pareja.
—Sí—contestaron al unísono.
—Bueno, es una saludable niña.
Rose sonrió, mientras apretaba la mano de John.
—Ahora podremos buscarle un nombre—murmuró Rose.
—He pensado en algunos—dijo John.
—Tienes que darme el listado de esos nombres, no le pondrás a mi hija un nombre feo.
—Te gustaran.
Tachó el siguiente nombre en la lista, tal y como lo había hecho con los veinte anteriores a ese. John dio un suspiro de resignación, esperando que los cinco nombres restantes no sufrieran la ira de Rose. Pues en los últimos días Rose podía estar feliz un segundo o llorando al siguiente, algo completamente normal, tomando en cuenta que estaba en su séptimo mes de embarazo, pero llegaba a ser algo preocupante para John ver esos cambios de humor que no eran comunes en ella.
—Jane es lindo—observó Rose al leer el nombre en la lista, luego negó con la cabeza y lo tachó—, pero es muy serio.
De acuerdo, aún quedaban cuatro más.
—Melanie—dijo con una mueca de molestia—, ese era el nombre de la niña que solía molestarme en preescolar. Mi hija no tendrá ese nombre.
Restaban tres.
—Amelia—leyó con una sonrisa—, ese es un nombre realmente bonito. Pero… no lo sé, no es el indicado.
Uno menos.
—De acuerdo, sé que estos libros son tus favoritos—comenzó a decir Rose tratando de no reír—, pero no creo que Hermione sea muy apropiado para este siglo.
—Ese es un nombre realmente bueno, deberías considerarlo—defendió John.
—Lo pensaré—tachó el nombre sin que John pudiera darse cuenta y leyó el siguiente.
Hubo un largo silencio. Rose encerró cuidadosamente el nombre, haciendo que las letras sobresalieran en el largo listado de tachaduras. Le encantaba el nombre, sabía que así debía nombrar a su hija.
—Creo que tomaste una decisión—dijo John.
—Eso creo—contestó ella.
—¿Cómo la llamaremos?
—Bueno, sé que no es el mejor nombre del mundo, pero me gusta este.
Rose le paso la lista a John, esperando su reacción.
—¿Te gusta?—preguntó ella.
—Me encanta—respondió él, dedicándole una brillante sonrisa—. Clara es un gran nombre.
—Entonces Clara será.