DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen. Todos los derechos están reservado por Masami Kurumada y TOEI.


HASTA QUE DESPIERTE

Capítulo 5: Volver a empezar.

La santa, corría estrepitosamente a todo lo que le daban sus piernas atravesando el campus. De vez en tanto, Sonia volteaba para comprobar que Soma no la estuviera siguiendo y al no ver la silueta del muchacho, su corazón, aún agitado al mil por hora, se tranquilizaba un poco, sin embargo no aflojó el pasó y corrío hasta llegar a los dormitorios de mujeres. La chica entró como pudo a la habitación que le habían asignado y cerró la puerta de golpe. Ya dentro, se apoyó en la cama y tomó unos minutos para tratar de calmarse. Respiró hondo unas cinco veces pero le estaba tomando mas tiempo de lo normal. Su pecho subía y bajaba, mientras que su mente era un caos total.

— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué se lo dije?! —se recriminó a si misma. No comprendía en absoluto porqué le había contado a Soma que recordaba todo lo que habia sucedido entre ellos y que lo había escuchado mientras estaba en coma. Encima de eso, había salido corriendo cuando él le había preguntado si lo amaba. Eso sólo daba a entender una cosa: Era cierto y por eso había salido huyendo. Internamente, rezaba para que Soma fuera tan tonto que no supiera la respuesta. El león había ido lejos, muy lejos. Había sido atrevido y en definitiva la había acorralado. La chica se llevó las manos a la cara, tratando de asimilar el peso de la situación—. Él… él dijo que me ama… —se puso roja y el aire comenzaba a faltarle con el simple hecho de recordar la escena. Podía sentir las orejas punzándole y escuchar la voz de Soma en su cabeza. Apenas y podía creerlo… él la amaba—. Esto sólo empeora las cosas —meditó. No iba a poder volver a ver a Soma a los ojos, no sin querer salir huyendo—. Él me ama —repitió para sí y sintió escalofríos—. Y yo… yo… —estuvo a punto, pero no pudo decirlo—. Es imposible, no puedo. Yo maté a su padre… mis manos, están manchadas con sangre inocente y todo esto fue producto de mi terquedad. Estoy marcada de por vida —la chica se hizo un ovillo en la cama y dejó que el peso de la situación se liberara entre lágrimas. Ya no podía más. Apenas habían pasado dos días en que había despertado y todo su mundo estaba deshecho. Cosa que según ella no distaba nada de cómo vivía antes de entrar al coma; su vida siempre había estado desmoronándose, pendiendo de ese hilo que ella juró proteger pese a que éste se estirara sin piedad. Su madre hacía muchos años que no estaba, y ahora era lo mismo con su padre, que había muerto. Medea había resultado ser el titiritero que la había envuelto en los hilos de su plan, ella sólo había sido su marioneta y la había deshechado. Edén, su adorado hermano al que juró proteger, ya había crecido lo suficiente y madurado bastante como para decidir su vida y su camino, en donde ella no figuraba. El panorama era desolador. Pero entonces, cuanto más pensaba lo desalentada que era su vida, ahí era donde Soma entraba. Aquel chico, hijo de su victima, sólo buscaba recordarle a cada momento que su vida no era miserable, que no estaba sola. Él era el único rayo de luz que el destino le regalaba y ella se negaba a aceptarlo—. No puedo seguir aquí —se dijo, dandose cuenta que se sentía vacía, que no encajaba en aquel lugar—. Los estudiantes me odian y con justa razón. Yo peleé al lado de Marte y él lo destruyó todo… no puedo verlos a los ojos sin sentir remordimiento de mis acciones, de mi necedad de defender causas sin fundamento…

Sin pensarlo más tiempo, Sonia tomó el poco de ropa y pertenencias que le quedaban y las guardó en una mochila que encontró en el armario. No sabía a donde dirigirse, no tenía claro qué paso seguir. Pero estaba segura de una sóla cosa y esa era que tenía que salir de ahí, no soportaba estar ni un minuto más en Palestra.


— Muy bien Soma, lo has has hecho muy bien. Bravo, ¡te aplaudo! —dijo para sí el león, ironizando lo que acababa de pasar. Aún permanecía ahí, en donde Sonia lo había dejado. Aún miraba en la dirección que ella había tomado, esperando estúpidamente verla regresar. Cosa que jamás sucedería y lo sabía muy bien—. ¿Por qué rayos se lo dije? ¿por qué le pregunté si…? —ni siquiera se atrevía a repetirlo, se estremecía nada mas recordarlo—. ¡Grandísimo idiota! ¡Ah, pero querías verte muy valiente! ¿no?

Dándo zancadas, el de cabello naranja regresó a su habitación. No quería que los irónicos alabos hacía su persona terminaran por despertar a los demás. Se tiró en su mullida cama y se cubrió la cara con el antebrazo—. Creo que la idea de salir por aire para conciliar el sueño no resultó después de todo —puntualizó el de bronce. Últimamente su vida era un caos. Los dioses se estaban ensañando con él, podía jurarlo—. No debí haberle dicho nada… —volvió a recriminarse. Había sido un impulso. Las palabras habían salido de su boca sin pensarlo dos veces. Ni siquiera lo tenía planeado, ni lo había pensado previamente en esos días, sólo se había dado y ya—. Pero ella no contestó mi pregunta… salió corriendo… —eso abría una posibilidad, una pequeña grieta que tampoco se le había ocurrido—. Quizás ella sí sienta algo… —el corazón se le aceleró al pensarlo y una sonrisa tonta se le dibujó en el rostro. El problema iba a ser volver a hablar con ella, quizás Sonia no iba a querer ni mirarlo, pero debía intentarlo.

Quizás antes no pudo haberlo admitido, pero ya estaba claro para él… estaba enamorado de Sonia.


Eran cerca de la 1 de la mañana cuando Sonia, se dirigia a las afueras de Palestra. Caminaba con sigilo, alerta a cualquier movimiento. No quería que nadie la viera, no le apetecía dar explicaciones. El tramo que había recorrido hacia la salida no había presentado inconveniente alguno, por lo que la santa de avispón esperaba no tener ningún problema al salir de la escuela.

El sonido de los grillos la ponía nerviosa, sin embargo parecía que la escuela entera dormía. Estaba cerca de la reja, a punto de salir victoriosa cuando algo la sobresaltó:

— ¿Sonia? ¿Qué haces aquí a esta hora? —la voz de Seiya la asustó, tanto que dio un brinquito en su lugar. Luego se giró. A unos metros de distancia estaba él, vistiendo su armadura dorada. El caballero había escondido muy bien su cosmo, pues ella no lo había percibido en ningún momento.

— Lo mismo podría preguntarte a ti —dijo a la defensiva, olvidándose completamente del respeto que se debía tener hacia los caballeros de alto rango. Seiya alzó una ceja ante el tono de la jovencita. Que él recordara no tenían viejas rencillas como para que ella se pusiera así. El caballero supuso que se debía al momento, porque acaban de frustrar su plan de irse sin ser vista.

— Pues verás, como caballero dorado que soy, tengo que patrullar Palestra por las noches. Ese es mi trabajo desde hace mas o menos ¿13 años? —sonrió, Seiya siendo diplomático sin dejar de lado su buen sentido del humor—. ¿A dónde te dirijes?

— Sólo me voy de aquí —contestó ella, aferrando sus manos a la mochila que cargaba—. ¿Vas a detenerme? ¿Vas a decirle a Athena?

— Eso no va ser necesario, Sonia —esta vez fue la voz de Saori la que se escuchó entre la noche—. ¿Sucede algo? —le preguntó a la chica, llegando hasta donde se encontraban. A ella tampoco la había sentido llegar, ¿acaso estaba perdiendo sus habilidades como santa?

— Me voy. No hay razón alguna para quedarme aquí. Edén tomó su camino, mis padres están muertos y yo no encajo en este lugar —le dolía pronunciarlo, pero era la verdad.

— ¿Estás segura de que no hay nada por lo que quieras quedarte aquí? —le preguntó Saori, escudriñando su mirada turquesa. Sonia guardó silencio por unos momentos. Si, había algo, una sola razón fuerte por la cual se quedaría, sin embargo su orgullo y su culpa eran mas grandes.

— No —pronunció, tratándo de sonar muy segura y más que convencerlos a ellos, convencerse a si misma.

— Nosotros no vamos a detenerte Sonia —intevino Seiya—. Sólo queremos que estés bien, en donde sea que quieras estar —Sonia lo miró con remordimiento de haberlo tratado mal. Saori asintió, secundando al dorado.

— Eres libre de irte —la Diosa posó una palma en la mejilla de la chica. Sonia no tuvo el valor de rechazar aquella caricia. En cierto modo se sentía bien ese gesto, esas palabras—, pero por favor, cuídate mucho Sonia.

— L-Lo siento… de verdad lo siento… —fue lo unico que pudo decir, antes de dar la vuelta y echarse a correr porque si no lo hacía, si no huía, esa fuerza que sentía se desvanecería e iba a arrepentirse. Lo sentía, mucho, por todos los problemas que causó en Palestra; por que su padre trató de matar a Saori y la condenó a vivir enferma. Por qué también habia raptado a Seiya privándolo de todo, de su propia vida; lo sentía por ella, por luchar por nada… por condenarse a ser una asesina y sobretodo por no poder quedarse y enfrentar lo que sentía por el caballero de León menor.

— ¿Esta bien que la dejemos ir? —le preguntó Seiya a Saori mientras miraban como la chica se alejaba del campus—. Es un poco tarde, podría irse mañana…

— Supongo que no ha querido llamar la atención por eso lo ha hecho en este momento. Y, pese a todo no podemos obligarla a quedarse. Ella tiene que pensar muchas cosas y por lo pronto, ya no se está cómoda aquí —contestó con tono de preocupación.

— ¿Puedo decírselo a Soma? —Saori se volteó hacia el dorado, con expresión divertida.

— ¿Temes que tarde una semana en darse cuenta que ya no está? —le preguntó con ironía.

— Temo que ambos estén haciendo una tontería —Seiya creía saber por lo que aquellos dos estaban pasando, y aunque no queria inmiscuirse demasiado, quería ayudarles de alguna forma, darles un empujoncito.

— Ojalá alguien hubiera hecho por nosotros, lo mismo que quieres hacer por Soma y Sonia —admitió Saori, dándole a entender a Seiya que estaba de acuerdo en que interviniera.

— Eso no fue necesario en nuestro caso —él le extendió una mano y ella automáticamente se la tomó—. Nos dimos cuenta a tiempo, después de pasar los mejores años de nuestra niñéz peleando… —rió al recordar aquello.

— Y los primeros años de tu regreso como adolescentes malcriados —ahora recordarlo era divertido, pero en su momento, ambos se odiaron a muerte y había sido un asunto serio—. ¿Y que pasará con Yuna y con Koga? ¿También harás de cupido? —Saori rió imaginándoselo. ¿Quién lo hubiera dicho? Seiya se había vuelto un caballero en pro del amor adolescente debido a su propia experiencia.

— Esos dos están peor —puntualizó el castaño—. Koga es un poco tonto, se está viendo lento, además de que dejó a Yuna. Nunca entenderé a ese muchacho —admitió pensando en su hijo adoptivo. Esperaba que se encontrara bien y poder verlo pronto. Extrañaba pelear con él.

— Creo que se parece mucho a alguien en ese aspecto… —Saori volvió a reir bajito, notando que Seiya había captado la indirecta.

— No lo digas… ambos sabemos que a quién te refieres es al tío Shun —Seiya soltó la carcajada nada más terminar de decir aquello.


Soma se levantó rápidamente de la cama al escuchar que alguien tocaba a su puerta. Le echó un vistazo al despertador y se dio cuenta de que eran las 5 de la mañana ¿quién podía molestarlo tan temprano? Las actividades recién empezaban a las 8. Ya nadie respetaba el sueño ajeno y lo que mas necesitaba era dormir, sobretodo con la nochecita que había tenido.

Cuando Soma abrió la puerta, se arrepintió de inmediato de no seguir durmiendo. Un Seiya feliz y alegre le dio los buenos días.

— ¿Pasa algo? —preguntó el desvelado chico, frotándose los ojos. No entendía cómo Seiya podía lucir una sonrisa a las 5 am ¿acaso los caballeros dorados tenían la habilidad de no sentir sueño?

— En realidad si Soma, pasó algo anoche —el caballero entró al dormitorio del chico sin esperar a que éste lo invitara.

— Déjame adivinar —pidió el león con desgano—. ¿Quieres que componga algún jardín? —Seiya negó con la cabeza—. ¿Necesitas que patrulle por tí? —volvió a negarlo y le hizo una seña para que prosiguiera adivinando—. ¿Sorprendiste a alguien fuera de su cama y quieres que lo castigue por tí?

— Muy bien chico, me sorprendes —lo felicitó, sin embargo enseguida cambió su semblante—. Ya enserio Soma, anoche como a eso de la una de la mañana, una chica de ojos turquesas vagaba por el campus con una mochila en el hombro.

— ¡¿Qué?! —Soma no tenía siquiera que preguntar si se trataba de la avispón. Estaba claro que era ella.

— Sonia se fue anoche de Palestra. No dijo a donde pero lo que si dijo fue que no tenía por qué quedarse, que no pertenecía aquí.

— "No tenía por qué quedarse" —repitió mentalmente. Eso era un golpe bastante duro considerando que habían dado un gran paso anoche, o eso fue lo que él le había parecido—. ¿Porqué me lo estas diciendo? —Seiya se sorprendió ante el comentario del moreno. Esperaba mas que esa simple reacción—. Supongo que si se fue, era porque no quería estar aquí. Ella te lo dijo claro ¿no?

— Soma… tienes que ir por ella —le dijo en el tono mas serio que pudo, lo que hizo poner atención al chico.

— No —contestó con determinación y enojo. Estaba molesto porque ella se había ido. ¿Así que Sonia se estaba tomando su orgullo muy enserio? Él también podía hacerlo.

— ¿Ya te rendiste? ¿así de fácil? —le preguntó esta vez con tono severo—. Si alguien puede hacer que vuelva ese eres tú.

— Suenas como a Koga… —el león reconoció el mismo espíritu de su mejor amigo en Seiya. Por algo se decía que eran como padre e hijo, era la pura verdad.

— Me lo dicen seguido —el dorado recuperó su sonrisa al recibir el comentario. Era un halago muy personal que lo ponía demasiado feliz—. Soma, esa chica sólo está confundida y tiene miedo. Eso lo sabes mejor que yo —el aludido guardó silencio. Si, lo sabía, ella moría de miedo por enfrentar sus sentimientos y se agarraba de su única excusa: que habia matado a su padre y no se lo perdonaba a si misma—. Tampoco estoy aquí para convencerte u obligarte. Simplemente quisiera ayudar. Créeme que si Koga se hubiera quedado no te estaría molestando a ti en estos momentos. Quizás estaría aquí mismo diciéndole a él que es un tonto por no confesarse con Yuna, pero dado a que mi muchacho decidió huir, heme aquí —se encojió de hombros.

— Quizás pronto regrese, arrepentido de lo que hizo, o quizás se muera cuando Yuna comience a salir con alguien más —ambos rieron audiblemente.

— Sólo quería que estuvieras al tanto de la situación, sé que tu puedes ayudarla y sobretodo que quieres hacerlo. Así que eso es todo, ya debo irme.

— Te lo agradezco, Seiya —dijo Soma, abriéndole la puerta al dorado.

Al saberse solo nuevamente en su cuarto, le tomó dos segundos tomar su decisión. Si Sonia había partido en la madrugada, le llevaba unas horas de ventaja. Iba a tener que correr rápido.


La santa de bronce había andado varias horas. No había parado hasta saberse lo suficientemente lejos de Palestra como para que la sensación de regresar se esfumara o de perdida, disminuyera.

Un poco cansada, decidió sentarse en la fresca sombra que le ofrecía uno de tantos árboles de la vereda; el silencio y los cantos de los primeros pájaros de la mañana llenaban el lugar. La chica suspiró, resignada. Quizás hubiera sido algo drástico el hecho de irse de Palestra, pero no vio otra salida. Le pesaba mucho el hecho de no poder enfrentar las cosas, de no tener decisión como antes. Cuando era mas pequeña y comenzó a entrenar, supo que su deber era seguir las órdenes de su padre, seguir sus ideales y serle fiel a su familia; la determinación se volvió su fuerte, y quien la conocía podía comprobarlo todo el tiempo. Pero cuando todo terminó, aquella fuerza que brotaba de su interior pareció irse también.

¿En dónde estaba? No sabía, pero tampoco era como que importara ¿A dónde iba? No tenía idea. Lo único que quería era alejarse, repararse… aprender a vivir consigo misma de nuevo, con esa nueva Sonia vuelta del coma que era tan diferente a la que se había dormido hacía meses atrás.

— Mamá… —susurró con la voz entrecortada. Hacía años que había dejado de hablarle, pues su padre al casarse con Medea, la había olvidado por completo. Pero ella nunca la olvidó… le había hecho tanta falta—. No sé a dónde debo ir, ni sé como empezar de nuevo. Quiero huír, pero esta sensación de regresar no desaparece. Quiero dejar este miedo atrás pero no puedo… no puedo —por primera vez en mucho tiempo, Sonia se sinceraba consigo misma—. Sí tan sólo pudieras ayudarme... mostrarme el camino —lloró, dejándo salir sus sentimientos que permanecieron de piedra por muchos años. Lloró por la pérdida de su madre, por sus errores del pasado; por su adolescencia fallida y testaruda, por matar a Kazuma; por dejar Palestra y por su destino fatídico junto a Soma.

Lloró hasta cansarse, hasta sentir que no podía derramar una lágrima mas, hasta que se sintió exprimida. Se tomó un rato ahí sentada hasta que un poco menos confundida, Sonia decidió retomar su camino. Al ponerse de pie escuchó unas voces que provenían en dirección a la que ella iba a dirigirse. No lograba ver de quienes se trataba pues parecían estar a varios metros de ella. La de pelo rosa se quedó inmóvil pensando qué hacer, sin embargo después decidió seguir andando. Ya no tenía que esconderse o huír, nadie la conocía y esas personas con las que iba a cruzar camino no serían la excepción.

Sonia caminó por la vereda en silencio, aún luchando un poco con sus pensamientos. De pronto a lo lejos distinguió dos figuras y enseguida agachó la cabeza, tratando de pasar desapercibida. En esos momentos podía escuchar mejor sus voces y lo que platicaban:

— Está bien, no tienes que regresar conmigo, de verdad pudes seguir sin mí…

— Es suficiente. Nos fuimos juntos, regresaremos de la misma forma. Y es mi última palabra.

— Seguramente estás molesto, de verdad lo siento…

— La verdad es que me la pasé bien vagando de un lado a otro, pero tu tienes asuntos pendientes Koga y yo tengo que ir a ver a mi hermana. Es mejor regresar.

Sonia detuvo el paso, reconociendo las voces en el camino. Lentamente alzó la vista, para encontrarse con las expresiones de sorpresa de Edén y Koga que también habían notado su presencia.

— ¡Sonia! —girtó Edén y corrió hasta ella. El chico la abrazó con toda la fuerza que pudo y ella se extrañó ante esa muestra de afecto tan poco común de su hermano menor—. ¡Sonia! ¡Estás bien! ¡Despertaste!

— E-Edén… —susurró ella. Esforzándose por no perder el aire en el abrazo.

— ¿Cuándo despertaste? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás aquí? —el caballero estaba eufórico de verla.

— ¿Pasó algo malo en Palestra? —Koga se había acercado a los hermanos y la veía con preocupación. Sonia tuvo que reprimir el impulso de ser ruda con él, pues la escena le resultaba tan inverosímil que la hacía dudar. Koga y Edén amigos… vaya sorpresa. Bien se lo había dicho Soma pero lo había tomado por una broma.

— Todo está bien ahí, sólo he decidido seguir otro camino.

— ¿Qué sucede hermana? —pidió Edén, tomándola de los hombros.

— Ya no puedo seguir ahí —admitió sin muchas ganas. No quería que Koga escuchara y ahora que veía el compañerismo entre esos dos, tampoco le apetecía contarle a Edén.

— Nosotros nos dirigimos hacia allá —se metió el pegaso.

— Entonces, me temo que aquí nos separamos —dijo ella, un tanto indiferente e impaciente por dejarlos.

— Hermana, vuelve con nosotros. Te prometo que estaremos juntos —pidió Edén. Sonia lo miró a los ojos y reconoció en su semblante que era diferente, que había cambiado. El rencor y el odio se habían esfumado y habian sido reemplazados por bondad. Eso la hizo estremecerse—. Palestra siempre será nuestro hogar, no tenemos a dónde más ir.

— Te equivocas —sentenció—. Yo no tengo por qué regresar a ese lugar.

— Creo que la que se equivoca eres tú —una vez más Koga se metió en la discusión de los hermanos, sin sentir una pizca de remordimiento por ello—. ¿De qué estas huyendo?

La chica retrocedió tres pasos. ¿Cómo lo sabía? ¿Por qué? ¿Por qué todos parecían conocerla mejor de lo que ella se conocía? ¿Acaso era evidente?

— No tengo porqué darles explicaciones… A ninguno de los dos.

— Tiene que ver con Soma ¿no es verdad? —preguntó entonces Edén tomándola totalmente por sorpresa. Era del último de que se hubiera esperado esa pregunta.

— ¿Por qué tendría que ver con él? —alzó una ceja, tratando de lucír esceptica.

— Por que antes de que él se diera cuenta, yo ya sabía que sentía algo por ti —Sonia abrió los ojos como platos, sin poder creer lo que su hermano decía—. Sonia, él luchó hasta el final por protegerte, por tratar de salvarte de ti misma. Antes no lo entendía hermana, pero ahora puedo ver cuanto daño te hicieron mis padres y sé que contribuí a eso. Ellos te moldearon y te forzaron a entrenar sólo para protejerme, para abrir el camino para mi, que me convertiría en el soberano de aquel mundo de oscuridad que mi padre se empeñó en crear. Siempre sufriste, aunque nunca lo cuestionabas porque sentías que ibas a defraudarlos. Sé que fui un irresponsable y que no tuve consideración por dejarte en ese estado e irme. Tú sólo has cuidado de mi desde que éramos pequeños y yo, te he fallado como hermano.

— No, Edén, no digas eso…

— Ya déja de atormentarte ¿qué te preocupa? —Sonia rompió a llorar en el pecho de su hermano.

— Yo mate a su padre, Edén. Yo tuve la culpa de que Soma creciera sin él… no puedo mirarlo a los ojos y hacer como que lo olvidé todo, como que no me afecta. Vivo con eso todos los días. Y no hay momento en que no piense en ello y me arrepienta… sé que no merezco su perdón… —hipó, enterrando la cara en la playera de Edén.

— Pero lo tienes —intervino Koga—. Soma comenzó su vengaza hacia ti y al poco tiempo desistió, al darse cuenta del tipo de persona que eres. Lo sé, lo vi hacer eso —le aseguró el pegaso.

— Hermana, volvamos —rogó Edén, apartándola de su pecho y limpiándole las lágrimas.

—Aunque insistas, de verdad no puedo —la atormentada joven tomó aire como respladando su decision y giró sus talones, dispuesta a seguir.

Edén suspiró con pesar, aceptando que su hermana estaba totalmente mortificada y que nadie la haría cambiar de opinión.

— Creo que debemos seguir Koga, no tiene caso que…

— ¡Espera, Sonia! ¡No te muevas! —la chica se congeló en su lugar en el momento en que escuchó a Soma. El caballero de león menor jadeaba y aspiraba aire con violencia. Estaba totalmente chapeado, debido a que había estado corriendo las ultimas horas para llegar hasta ahí. Y daba gracias al cielo por llegar a tiempo— Tú y yo tenemos que hablar —le dijo con tono sobrio.

— Y creo que tú y yo debemos irnos, ¿no, Edén? —le susurró bajito el pegaso, pegándole en las costillas con el codo.

— ¡Cállate, Koga! Sólo vamos a apartarnos un poco, por cualquier cosa —contestó sin quitarle la vista a la parejita.

— No me digas que de repente te salió el hermano celoso que llevas por dentro, ¡Mira que hace dos segundos estabas abogando por el…!

— ¡Dije que te callaras! —Edén pescó a Koga del hombro y lo arrastró lejos de la escena, para darles privacidad, pero no pensaba irse hasta saber en qué iba a terminar todo ese revuelo.

El corazón de la chica latía con fuerza. Huir ya no era una salida válida, pues Soma la seguiría hasta el fin. No obstante no tenía el valor de mirarlo, así que permanecía dándole la espalda.

— Mírame, Sonia, por favor —la de cabello rosa se mordió el labio y aunque tardó unos segundos, lentamente se giró hasta que su mirada se topó con los ojos cafés del de bronce. Soma tembló al reconocer sus ojos, acuosos y brillantes, temerosos.

— No tenemos nada de que…

— Si, tenemos muchas cosas que hablar —la interrumpió—. Verás, anoche te hice una pregunta y no escuché tu respuesta, así que quiero saberla en este momento —Sonia guardó silencio, escudriñando los ojos del chico—. Tranquila —pronunció con suavidad avanzando a ella y tomándole las manos. Ambos se agitaron ante el tacto—. Escúchame por favor, ya no pongas la barrera de siempre, no huyas ni intentes ser dura porque sé que ya no puedes y tampoco quieres serlo —Sonia desvió la mirada, incapaz de seguir viéndolo… sus ojos le quemaban el alma—. Ayer, admitiste que me escuchabas cuando iba a verte a la enfermería ¿no es así? —ella asintió, aún sin verlo y Soma le tomó la barbilla con delicadeza, reclamando atención—, entonces sabes perfectamente que te he perdonado, sin embargo no había tenido la oportunidad de decírtelo en persona. Al principio, viví con un gran rencor hacia ti, creo que esa parte te la sabes muy bien, pero conforme fue pasando el tiempo, conforme nos enfrentábamos y nos encontrábamos el uno en el camino del otro, me di cuenta de lo que realmente eras; y no Sonia, no eres una asesina.

— Si lo soy —una lágrima involuntaria bajó por la mejilla de la santa.

— No —le negó—. Todo quedó claro para mi cuando caímos en la habitación del amor y el odio. Tu padre, el peso de ser su hija y de apoyar sus ideales… de buscar esa aceptación y cariño fue lo que te impulsó a matar a mi padre. Y sé que después de ello tu vida se convirtió en un infierno y que jamás volviste a ser la misma. Esa noche no sólo murió el caballero de la cruz del sur, sino una parte de ti también.

— S-Soma —articuló apenas, bañada ya en llanto. No era posible que él lo entendiera, no creía merecerlo.

— Por favor, te ruego que dejes de atormentarte y esconderte. No es que yo haya olvidado a mi padre, ni que no me duela no tenerlo conmigo, pero ahora entiendo las cosas mejor que antes y veo con claridad que estás arrepentida de todas las cosas que hiciste en el pasado.

— Pérdon… —pidió entre lágrimas—. Perdóname…

— Te perdono, enserio —concedió el de cabello naranja. Le dio unos minutos para que terminara de derramar su llanto y se recompusiera, pues sus asuntos pendientes aun no terminaban—. Y aclarado esto, necesitoquiero escuchar tu respuesta —puso énfasis en esas dos palabras. El decidido chico no se iba a ir hasta saberlo, hasta que lo admitiera. Temblaba e incluso quería ponerse a llorar con ella, pero intentaba que la adrenalina del momento lo ayudara a seguir con su plan.

— No… yo no… tú no me… —no hilaba las palabras, y quería negarlo pero ya estaba cansada de luchar consigo misma.

— No voy a dejar que me lo niegues, sé que me amas —sonrió esta vez, completamente seguro y feliz de poderlo decir alto y claro. Ella guardó silencio un momento pero cuando volvió a hablar, Soma sabía que había ganado:

— ¿S-Sabias que soy mayor que tú…? —refutó ella totalmente roja. Soma se carcajeó. Lo había logrado.

— Sólo son unos pocos años, además eso nunca me ha importado… —comenzó a acercarse a ella y la chica retrocedió—. Estoy cansado de perseguirte y de tener que hablar por ti, porque eres tan orgullosa que no te atreves a decir lo que sientes. Y yo ya no aguanto… —Soma apresó a la chica entre sus brazos, y se inclinó hacia ella. A un milímetro de su rostro, rosando su nariz con la de ella, se detuvo— Dílo, por favor… sólo dílo.

Sin oponer resistencia y sin pensar en nada, Sonia dejó de luchar con sus propios fantasmas, esos con los que se había empeñado en cargar toda su vida.

La cercanía le cortó el aliento, pero al sentir el corazón desbocado de Soma, se rindió.

— Sí —fue su respuesta.

Ambos jóvenes cerraron los ojos antes de que sus labios se tocaran, por la inercia del momento. El pequeño y delicado cuerpo de Sonia se estremeció en los fuertes brazos que la sostenían. El beso fue desesperado, ansiado y dulce, deseado por los dos.

Permanecieron ahí, parados en medio de la vereda, disfrutando de la cálida sensación que les provocaba el beso. Cuando los dos se apartaron, Sonia hundió el rostro en el pecho de Soma y rompió a llorar estruendosamente. Él la abrazó con toda la fuerza que fue capaz y aunque se aguantó, las lágrimas se asomaron por los bordes de sus castaños ojos.

— Aquí estoy —le dijo, acariciandole el cabello—. No estás sola, preciosa… jamás me iré, es una promesa…


—Vamos Edén, que nos alcancen en Palestra, yo tengo mis propios asuntos pendientes como para quedarme aquí a mirar —inviertiendo los papeles, Koga era el que llevaba arrastrando a Edén de la mochila. Su compañero gruñía audiblemente y lanzaba improperios—. ¡Ey, tranquilo! Sabias que esto iba a pasar.

— ¡No esperaba que se besaran frente a mi! ¡sólo pensé que iba a arreglar sus diferencias! —bramó el hermano celoso.

— Y pensaste que solo se tomarían de las manos y regresarían a Palestra ¿no? —se burló Koga—. Eres todo un iluso, mi amigo.

— ¿Sabías que Sonia nos lleva unos cuantos años? —comentó irritado. Sopesando lo que no se le había ocurrido antes.

— Ya lo escuchaste, eso no le importa en nada a tu nuevo cuñado y creo que a ella tampoco, eh.

— ¿Cuñado? —Edén se le fue encima a Koga quién se echó a correr en el momento preciso— ¡¿Pero como te atreves?!


Las clases se habían reanudado en la nueva Palestra; totalmente reconstruida y terminada, la escuela estaba llena de vida y alegría entre los estudiantes que habían quedado y los nuevos que se habían unido. El sistema se había modificado un poco al original debido a las bajas entre los maestros, sin embargo las actividades escolares no habían cambiado del todo. Ahora Seiya se encontraba entre las filas de los docentes dada su basta experiencia y aunque seguía tiendo sus deberes como caballero de oro, se coordinaba a la maravilla entre una actividad y otra, siempre dejando un tiempo para pasarla con Saori.

El regreso de Koga y Eden había causado revuelo entre sus compañeros. Sin embargo nada se comparó con la llegada de Soma y Sonia horas después, tomados de la mano. Sonia había pensado que en cuanto la vieran, los demás alumnos se desharian en insultos, sin embargo todos les chiflaron y aplaudieron a la nueva pareja.

De eso ya había pasado una semana y aunque le habían bajado a las burlas, cuando alguien los encontraba juntos no disimulaban las risas, cosa que la hacía sonrojar demasiado. Quizás se tratara por el hecho de que ella era un poco mayor a Soma y por la cara de Edén. Su pobre hermano estaba teniendo dificultades para aceptar del todo su relación, pero ella sabía que era cuestión de tiempo para que se le pasara.

— Les guardé asiento a los chicos, pero aún no llegan —dijo Sonia cuando Yuna se acercó y se sentó en la mesa. Estaban en receso y desde el primer dia de clases habían acordado sentarse juntos a comer.

— Vi a Haruto y Ryuho en la fila de la comida, ya vendrán. Y Koga y Soma desaparecieron justo cuando sonó la campana…

— Espero que no estén tramando alguna tontería —comentó la de cabello rosa. Se habia vuelto un poco mas amigable con el círculo de Soma, sin embargo a veces le costaba el entablar una conversación con ellos.

— ¿Cómo te has sentido con todo esto? —le preguntó la rubia, muy interesada, haciendo alusión a su relación con Soma y al regreso a clases. El águila estaba convencida de que Sonia era otra, tan diferente a la primera que habían conocido y como a la que había vuelto del coma. Le alegraba bastante verla mejor.

— Bueno, ya no me cuesta tanto… estoy trabajando en ello —admitió y el rubor apareció en sus mejillas.

— Lo estás haciendo bastante bien Sonia, te veo cada día mejor —le sonrió.

— Soma me ha ayudado… mucho —la joven terminó por ponerse totalmente roja y agachó la vista a su plato—. Ha habido momentos dificiles, pues a veces dudo de mi y el remordimiento regresa, pero así las cosas vayan mal, si él está conmigo yo… bueno él… él me hace sentir que puedo, que soy fuerte…

Yuna tuvo que reprimir la sonrisa para no incomodarla. Le enternecía verla tan feliz y enamorada.

— ¿Y-Y tú y Koga…? —preguntó Sonia, tratando de cambiar el tema. Esta vez fue turno de que la de bronce se sonrojara.

— Cuando él se fue comprendí lo mucho que lo quería y tuve bastantes problemas porque me sentía muy mal de no verlo. Y al parecer el sentía lo mismo… la llevamos bastante bien, somos muy amigos y me la paso muy bien a su lado, aunque a veces se pasa de bromista. Sin embargo, he podido conocer una nueva faceta de él que no había visto tanto y lo cierto es que Koga es muy lindo conmigo.

— Edén me dijo que un día de esos en los que andaban vagando, Koga se volvió loco y comenzó a decir que había sido un tonto por dejarte. Entonces dieron media vuelta y regresaron y fue cuando me los topé.

— ¿D-De verdad eso pasó? —preguntó la santa, casi atragantándose con la sopa—. Koga nunca me dijo eso.

— Supongo que le dio pena. Pero Edén me dijo que estuvo todo el día hablando de lo mucho que te quería y te extrañaba…

— ¿Hablan de sus novios? —interumpió de pronto, Haruto. Él y Ryuho llegaron a la mesa con sus bandejas y se sentaron.

— ¿Estás celoso? —le preguntó Yuna divertida.

— Yo no, pero el que viene ahí si —Haruto les hizo señas con los ojos. A lo lejos vieron que Edén se acercaban a ellos—. Deberían ver las muecas que hace cada vez que escucha a alguien hablar de Soma.

— Supongo que ser el hermano menor tiene sus contras —comentó Ryuho sonriente.

— ¿Puedo sentarme? —preguntó con su tono grave, el aludido.

— Ese está reservado para Soma —bromeó Haruto señalando el lugar vacío. Edén miró la silla al lado de su hermana y como ella estaba roja y sonreía apenada optó por sentarse al lado del dragón.

— Miren, ahí vienen esos dos —señaló Ryuho que les hizo señas para que se acercaran. Koga y Soma llegaron, ambos con amplias sonrisas en el rostro. Koga se acercó a Yuna y le dio un beso rápido en los labios. Soma por su parte, le susurró algo al oído a Sonia y la tomó del brazo para que se pusiera de pie.

— Regresamos en un momento —anunció el león, guiñándoles el ojo. Edén lo miró, acusador.


La pareja se alejó un poco del comedor

— ¿A dónde vamos? —preguntó con timidez la escorpión.

— A ningun lado en realidad. Sólo quería estar contigo porque no he podido verte en todo el día… deberíamos tener clases juntos ¿no crees?

— No me gustaría reprobar para que eso pase —Soma rió.

— Claro que no quiero que repruebes, pero me gustaría estar contigo en el mismo salón, es todo.

Sonia aún no se acostumbraba a lo parlanchin y bromista que Soma se había vuelto con ella. Era más abierto con sus sentimientos y hacia comentarios lindos todo el tiempo sin pena alguna.

Se detuvieorn al fin cerca de una fuente y se sentaron en el borde de ésta.

Soma posó una mano en la mejilla de la chica

— Eres hermosa —le dijo, sonrojándose sorpresivamente—. Me gustas mucho —admitió con una sonrisa tonta en la cara, más que nervioso.

— Tú tambien me gustas… aunque me cueste más decirlo —ella le sostuvo la mirada, aunque sentía ganas de agacharse de la pena que tenía—. A-Ahora soy mejor… me siento diferente y-y tengo fuerzas. Todo te lo debo a ti… —Sonia acarició la mejilla del chico con su dedo pulgar y él cerró los ojos dejando que las cosquillas que le provocaba el tacto lo invadieran. En ese poco tiempo, nunca la había escuchado hablar con tanta pasión y detenimiento, y estaba feliz, porque sabía que si lo decía, era porque lo sentía enserio—. Te amo —susurró ella sin miedo.

— Y yo te amo a ti —Soma observó aquellos chispeantes ojos turquesas que lo veían con devoción. En un tierno gesto talló su nariz con la de ella para luego besarla. Todo lo malo, todo el rencor, la inseguridades… el miedo, habían quedado en el pasado. Ante él, la posibilidad de una vida plena con Sonia se materializaba cada vez más. La chica de la cual se había enamorado por su valentía y determinación, al fin había despertado del letargo que se había autoimpuesto.

Al separarse, Sonia lo miró a los ojos. Su mirada chocolate la hacía temblar y de no haber estado sentada se habría caido de rodillas. Lo abrazó y aspiró el suave aroma que despedía el jóven. Estaba perdidamente enamorada de él.

Estaba segura de que se encontraba en el lugar correcto, y de que su decisión había sido la adecuada, por que era muy feliz. Soma era esa persona que siempre habia esperado, y que nunca pensó merecer. Él que sin importarle lo que había hecho, la ayudó y la protegió de si misma, que le enseñó a creer y valorarse a sí misma.

Él, quién se había quedado hasta verla despertar.


Y llegamos al final y hay unas cuantas cosas por decir:

Originalmente este iba a ser su regalo del 14 de febrero, y créanme que escribí ese día pero no pude terminarlo. Este capítulo me tomó más tempo que los demás y porque es el final quise cuidarlo un poco.

Al principio no quise ser tan cursi con estos dos, pero conforme fue avanzando el capitulo me retracté y quise hacerlo. Porque lo recordé: cuando te enamoras, cuando comienzas algo con esa persona que te hace temblar, se siente así, justo como Soma y Sonia se sentían, y no es porque sean cursis, es simplemente que es la fuerza de ese amor que empieza, es esa felicidad de lo nuevo y lo bonito y por eso quise que terminara de esta forma, espero que les haya gustado.

Este fic es Soma x Sonia pero como soy fan de Seiya x Saori y Koga x Yuna también quise meterlos aunque sea un poquito.

Fue una pena para mi cuando Soma murió en la serie, de verdad que era un personaje fuerte que siento que pudiern haberle sacado más y sobretodo y con mas razón cuando comenzaron a relacionarla de otra forma con Soma, de verdad que si hubiera pegado! Me hubiera gustado, enserio.

Y bien este fic se trató de eso, perdón si los mareé con tanta indecisión y duda pero era parte de lo que quería mostrar. A Sonia le atormentaba eso, haber matado al padre de Soma y durante la serie se le vio mortificarse por eso, su dolor por no ser lo que su padre esperaba lo cubría con su carácter rudo. Y si bien ella era fuerte, también era muy frágil y eso lo comprobamos cuando murió. Soma se dio cuenta y por eso quiso ayudarla, o al menos eso creo.

Y pues si, para mi si había algo fuerte entre estos dos que pudo crecer, pero bueno es Shonen que tanto le hago TT_TT

En fin, por eso quise escribir esto. Me sentí bien de hacerlo y en el final, con las escenas de estos dos no voy a negar que a la que se le aceleró el corazón fue a mi xD

Un capitulo más largo que los anteriores, pero era el final así que debía ser así.

Gracias infinitas por seguir y leer.

Los espero en mi Fanpage de FB, búsquenme como Princesa Saiyajin y en mi perfil personal de escritora encuentran como Ase Prince.

Un abrazo muy fuerte.

Princesa Saiyajin.