SANSA

No lograba conciliar el sueño, y como cada vez que esto sucedía se sentaba frente al espejo y comenzaba a cepillar su pelo, incluso se ponía perfume. La hacía sentir dentro de un cuento. Creaba la ilusión de que todo estaba perfecto aunque no lo estuviera. De repente comenzó a oír unos ronquidos estrepitosos, lo cual era muy extrano porque su habitación estaba alejada de las demás. Sintió miedo pero curiosidad a la vez, se colocó su bata de noche y entreabrió la puerta con mucho cuidado de ser silenciosa. Allí lo vió, dormido en el último escalón. Olía a alcohol, tierra, sudor. "Huele como huele un hombre" pensó "no un caballero, un hombre". Notó que la manga derecha de su camisa mostraba un lamparón de sangre, parecía salir de su brazo. Bajó rápido la escaleras y se paralizó. Quería despertarlo pero no sabía cómo. No sabía si era peligroso, no sabía si era la decisión más inteligente, sabía que era necesario.

- Sandor.. - susurró suavemente - Sand..

- Pajarito - dijo el Perro mientras se despertaba, no sabía si era su sueño o ella estaba ahí, llamándolo por su nombre, con la luz de la luna reflectando en su piel perfecta.. Se dio cuenta que era la realidad, el vino que tenía encima lo hacía pensar menos claro por lo tanto sintió la necesidad de componerse - ¿Qué haces despierta a estas horas, vagando por los pasillos? A esta hora salen las bestias - dijo tratando de sonar amenazante. Necesitaba ponerse la coraza para no sentirse poca cosa ante ella, no podía bajar la guardia.

- Estas sangrando - dijo ella mientras señalaba una corte pequeño, casi un rasguñón para las heridas a las que estaba acostumbrado el Perro - debes curarlo o empeorará

- Pajarito, no es nada, vuelve a tu jaula. No hay necesidad de preocuparse por este perro. - dijo tratando de ocultar lo más posible la profunda ternura que le hizo sentir saber que Sansa lo creía herido y trataba de ayudarlo. "A un Perro como yo.."

- Debes curarlo, no me iré de aquí hasta no saber que estás bien.. - respondió sin pensar, por un momento se arrepintió, pero era la verdad, de vez en cuando había que verbalizar alguna verdad - ¿Cómo pretendes que cure una herida? ¿Con vino de mi bota? - dijo Sandor mostrando una irritación que no sentía

- En mi.. habitación.. Puedes pasar.. Tengo lo nec..esario - respondió desde sus entrañas, sin racionalizar que estaba invitando a Sandor Clegane a su cuarto - mi Septa hace mucho tiempo me enseñó a curar heridas, puedo hacerlo

Sandor se paró en un impulso, determinado a subir a la recámara. Se vio abrumado por sus propias ideas, un ardor le subió desde el estómago y se imaginó en aquella habitación solo con ella, pero no. Su pajarito era demasiado delicado para su brutalidad, jamás se aprovecharía de ella.

Pero Sansa siguió caminando en dirección a su puerta, esperando que la siga. Entró y agarró un frasco con leche de amapola. Abrió la puerta por completo y Sandor estaba en el umbral, tan cerca de ella.. No ingresó, Sansa no quiso decir nada, simplemente se abocó a curar su herida. Arremangó la camisola blanca sucia que llevaba, se sintió un poco abrumada por el olor a tierra y sudor que desprendía. Logró visibilizar el corte, se tapó la mano con la boca, realmente sentía empatía, parecía doloroso. Sandor juntó todas sus fuerzas para no cargarla de la cintura ahí mismo y penetrarla frente al ventanal que se veía detrás. Se contuvo. Ella notó que su gesto había causado algo en él, se ruborizó un poco. No entendía que le ocurría pero se sintió como aquella noche, después de aquel sueño. Necesitaba algo. Trato de seguir colocar suavemente la leche de amapola pero notó que le hacía falta un vendaje y miró para sus costados, no sabiendo si lo había dejado en su mesilla o lo llevaba consigo encima.

Sandor la vió buscando y preguntó inquisidoramente - ¿Qué necesita el pequeño pajarito?

Sansa se inmovilizó, el pecho se le oprimió y sintió que toda su piel se erizaba, no pudo hacer otra cosa que mirarlo a los ojos. Por primera vez. El Perro sintió que esa mirada lo estaba atravesando y no pudo consigo mismo. La tomó de la cintura violentamente y la atrajo hacia él, la notó cerca, tan cerca, sus senos contra su cuerpo, el jadeo de su respiración.. Su miembro se endureció inmediatemente, ella se percató y su cuerpo no le respondía, él caminó hacia dentro del cuarto sosteniéndola desde su pequeña cintura, no podía dejar de tocarla, no quería soltarla. Nunca más quería soltarla. No la entendía, no estaba luchando, no decía nada, solo respiraba fuerte, detrás de su nerviosismo evidente parecía haber deseo.

Sus manos, sus brazos, su pecho.. No podía dejar de pensar, de sentir, todo lo que él hacía era perfecto, su cuerpo gigante la hacía sentir protegida y a la vez intimidada. Se sintió paralizada cuando él la apoyó contra la mesa, le arrancó su bata dejandola caer al piso y se quedó observándola como si buscara una respuesta. Sin más preámbulo la besó, introdujo toda su lengua dentro de su boca, Sansa quedó descolocada, los labios del Perro eran secos incluso rasgados y cada cosa que descubría de él la excitaba más, él comenzó a subir su mano gigante y callosa por el muslo de ella, Sansa se encontraba hipersensible, todo se sentía intensificado. Se sintió ardida, molesta, él la besaba y ella trataba de mantener su compostura, trataba de ser la dama que le habían enseñado pero no podía más, NECESITABA. Correspondió el beso y posó su mano en sus cicatrices, Sandor se alejó para mirarla mientras lo hacía, no lo podía creer, su pajarito lo miraba, lo besaba, lo acariciaba.. Se enloqueció, aún más, y la levantó en el aire llevándola contra la pared, le desabrochó los botones hasta que se cansó y rompió la tela, no podía aguantar para ver su piel, su cuerpo desnudo. Sansa sintió que enloquecía cuando él agarró uno de sus senos, lo apretó en su mano mientras gruñía secamente, le pasó su mano por todo el cuerpo hasta llegar al cuello y encontrarse con ese cabello largo, rojizo y suave que lo enceguecía de lujuria, le besó el cuello mientras le tironeaba el pelo y Sansa sintió que las rodillas le fallaban, escuchaba los gruñidos de él tan cerca de su oído y cada susurro que salía de su aliento le daba un cosquilleo en todo el cuerpo que se convertía en fuego, le apretujaba el estómago y terminaba entre sus piernas, como en su sueño.. Sandor se sentía palpitando, como una bestia, no podía dejar de tocarla, estaba enfurecido, quería marcar cada parte de su piel como suya, que no quedara un centímetro sin tocar, la poseía entera con su beso, le estaba comiendo la boca, Sansa sentía que quería a todo el Perro adentro suyo y se le escapaban gemidos agudos que a Sandor lo volvían cada vez más loco, él agarró de la cara al pajarito con sus dos manos y la condujo hacia la cama, la dejó acostada boca arriba mirándolo mientras él seguía parado en el borde deshaciendose de su propia ropa, Sansa no podía dejar de notar su corazón, todo su cuerpo palpitaba, cuando vió su torso lleno de vello desnudo creyó que iba a explotar, era tan hombre, tan varonil, tan diferente a todos los caballeros de su niñez, se daba cuenta cuán equivocada había estado, se daba cuenta que lo único que necesitaba era a ese hombre adentro suyo. Sandor se desprendió de su malla y quedó completamente desnudo, con su miembro completamente erecto, palpitante. Sansa abrió los ojos con temor, su miembro.. jamás había visto uno y.. no estaba segura que aquello pudiese entrar en ella, parecía desproporcionado, todo él parecía un gigante. No tuvo tiempo para pensar, él se acostó encima suyo, dejando todo su peso en sus propios brazos, su miembro rozaba sus partes íntimas y esto los enloquecía a los dos. Se miraron unos segundos y Sandor entendió que el pajarito jamás había estado con otro hombre, no pudo más que desaforarse, le volvía loco que fuese pura y virginal y quería hacerla suya más que nada en el mundo, desde la primera vez que la vio lo único que hizo fue imaginarsela tendida en su pecho después de hacer el amor. Con sus dedos callosos comenzó a acariciarle la zona íntima, en forma de círculos, estaba completamente mojada y eso le encantaba, no paraba de besarla mientras de a poco iba incrementando el ritmo con sus manos, ella soltaba quejidos, lo necesitaba adentro suyo.. lo miró y bajó sus párpados indicandole el camino mientras se mordía el labio rojo hinchado, Sandor desaforadamente introdujo su miembro en ella, Sansa soltó un gemido de placer

- Pajarito.. - dijo él mirandola mientras seguía introduciéndose, parecía no acabar, siempre quedaba un poco más. Sansa no podía creer la sensación, él la penetraba lentamente cuando ella gritó, esta vez de dolor, ya no era doncella y se sentía ardida, se confundía, seguía latente, quería más. Sandor agarró la cara de ella y comenzó a penetrarla fuertemente, tan fuerte como podía, estaba desaforado y a ella le encantaba, lo volvía loco, era tan hermosa, era suya. No podía parar, solo podía acrecentar el ritmo. Sansa lo tomó con sus dos brazos, hundió sus uñas en su piel, gemía y decía su nombre - Sandor.. - estaban al borde del abismo, se sentían a punto de explotar, querían fundirse juntos, Sandor comenzó a golpear más y más fuerte y ella se cerraba con fuerza para sentirlo cada vez mejor cuando él le ordenó que lo mire, quería verla, quería que ella lo viera - sos mía pajarito, soy yo adentro tuyo - en el instante en que lo decía ambos se corrían fusionados el uno con el otro, Sansa sintió un líquido caliente adentro suyo y él la vio morderse el labio diciendo su nombre - Sandor