Disclaimer: Nada ni nadie de la serie o de los comics me pertenece, si lo hiciera, otro gallo cantaría. No saco mayor beneficio que el entretenimiento puro.

Sumario: No se trataba de resolver un problema de física cuántica sino de compartir piso con él. No podía ser muy complicado, ¿verdad?

Disculpas una vez más por la tardanza en actualizar este fic...

Quizá se me haya ido demasiado la pelota en este capítulo, ejem.

Advertencias: lenguaje, armas…


A las armas

Beth parpadeó con lentitud, frotándose la mejilla contra la almohada. Escupió el mechón de pelo que se había colado en su boca durante la noche y abrió los ojos. Giró sobre el colchón exhalando un leve suspiro, sus ojos enfocándose en su despertador.

Resopló contra la almohada, sus ojos viajando hacia la ventana de su habitación. Los primeros rayos de sol, tenues, casi carentes de luz, se colaban por la cortina mecida por la suave brisa.

La chica apretó las piernas entre sí, ahogando un escalofrío. No quería salir de la calidez de su cama, poner sus pies en el helador suelo y arrastrarse hacia el servicio para aliviar su vejiga. Podía aguantar. Seguro…

Apretó los labios entre sí y se abrazó a la almohada imaginándose caminando por un desierto, un sol de justicia sobre su cabeza provocando que el sudor se acumulara sobre cada milímetro de su piel. Aire caliente, escorpiones por doquier y… Un oasis, con su agua cristalina y… Se volteó sobre la cama y golpeó la manta junto a las sábanas para poder ponerse en pie.

Tenía que ir al servicio.

Tras asegurarse de que sus zapatillas no tenían ningún inquilino peludo y octópodo, Beth se calzó y tomó la espumadera de la mesita de noche. Abrió la puerta con suavidad, un pequeño resquicio asegurándose de que el pasillo estuviera despejado de seres humanos o animales.

Pegó su hombro contra la pared (previo vistazo en busca de Scarlet) y recorrió el pasillo en dirección al baño, junto a la puerta de la habitación de él. De forma inconsciente, sus dedos se cerraron con fuerza sobrehumana sobre el mango de la espumadera, sus cejas se arrugaron hasta convertirse en una sola y un gruñido similar al de un perro enojado abandonó su garganta.

Sabía que no encajaba en el papel de asesina de thriller, realmente, ella debería ser la primera víctima. También sabía que con una espumadera poco podría hacer contra la mole que era su compañero de piso, pero tal vez, podría hacerle algo de daño y devolvérsela de una vez por todas.

Beth se abrazó a la espumadera cuando una corriente de aire frío recorrió el pasillo ascendiendo por sus piernas desnudas a excepción de un pantalón corto, extendiéndose por el resto de su cuerpo anidándose en la piel de sus brazos descubiertos.

Cuando estaba a punto de poner en práctica su plan, o al menos seguir fantaseando con el mismo en diferentes escenarios, pero con todos ellos con ella como personaje victorioso, la puerta contigua al baño se abrió de golpe.

Beth echó un pie hacia atrás alzando la espumadera en alto, mirando con ojos frenéticos el hueco de la puerta, el suelo y finalmente a él. Estaba vestido. Vaqueros, camisa, chaleco de cuero y…

— Vas a matarme…

Era la única explicación posible. Tenía una ballesta. Estaba vestido con ropa oscura. Casi no había amanecido y sabía que ella no se despertaba hasta más tarde. ¿Por qué si no…? ¡Y ella con una triste espumadera en la mano!

Se sentía estafada. Iba a morir y su vida aún no había empezado a pasar por delante de sus ojos como una de esas películas que tanto le gustaban, ni si quiera en blanco y negro.

Aún era demasiado joven, no podía matarla así, sin más. Alguien iría a buscarla y… ¿Cómo se desharía del cadáver? Vale que era menuda, pero no era invisible…

— ¿Te quitas tú o tengo que pedirle a Scarlet que me eche una mano para hacerlo?— Su voz sonaba más grave de lo habitual, probablemente hacía poco tiempo que se había despertado. Pero…

— ¿Apartarme…?

Le escuchó exhalar un suspiro hondo antes de estirar su brazo en su dirección y…

— ¿Estás loca?— Le espetó Daryl en un gruñido frotándose el antebrazo, ahí donde la espumadera le había golpeado. Sin pensárselo demasiado, Daryl pasó por su lado, empujándole con el codo, alejándose por el pasillo murmurando en bajo.— El amoniaco le ha debido de llegar al cerebro…

Beth escuchó la puerta de la entrada cerrarse y aguantó la respiración. Nada. Silencio. Solo podía escuchar su corazón desbocado y…

Con un respingo, Beth cerró la puerta de la habitación de Daryl de un fuerte golpe y se miró las piernas y tocó su pelo asegurándose de que Scarlett no había abandonado su rincón para descolgarse desde el techo a su trenza desecha. Nada. Seguía allí dentro.

Exhaló un suspiro de alivio apoyándose contra la pared.

El sonido de la puerta principal abriéndose de nuevo le hizo soltar un grito y meterse con rapidez en el baño, su espalda contra la puerta, sus dedos temblorosos buscando el pestillo para cerrarla. ¿Podría aquel trasto atravesar la puerta?

— Por favor, por favor…— Rogó a Dios y a todos sus pastores que Daryl olvidara si quiera que existía.

Un puño se cerró contra la puerta arrancándole otro grito. La espumadera cayó al suelo entre sus piernas. Beth se colocó de cuclillas con su arma en las manos mirando el pomo.

— He dejado a Scarlet que estire un poco las patas. No es bueno tenerla encerrada mucho tiempo.— Podía escuchar la sonrisa en su voz. No tenía bastante con querer matarla que encima había soltado a su peluda mascota.

Beth pegó su sien contra la puerta aguantando las ganas de llorar y de gritar.

— Recuerda que el baño es su lugar favo…

Pestillo fuera. Espumadera en alto. Sonrisa triunfal frente a ella.

— Vamos, ¿a qué esperas? ¡Hazlo! — Le amenazó con voz ligeramente temblorosa pero sin bajar el mentón o sus ojos desafiantes sobre él.

Daryl abrió la puerta para replicarle pero la cerró tras desviar sus ojos por breves segundos.

— Deberías… ropa…— Su voz fue un murmullo atropellado casi ininteligible desapareciendo de nuevo del pasillo, la puerta principal cerrándose tras él de nuevo.

Sus ganas de usar el servicio se habían evaporado al contrario que las ganas de salir corriendo de aquel piso. Volvió su cabeza hacia la puerta de Daryl. Estaba cerrada. Dio un paso hacia atrás agarrándose al borde del lavabo, la mano que sujetaba la espumadera presa de un tibio temblor. Tragó grueso y miró su reflejo en el espejo.

Sus ojos permanecían brillantes por la tensión, la sorpresa y la rabia. Su trenza estaba medio desecha siendo su cabeza más similar a un nido de pájaros que una parte legítima de su cuerpo. Su…

— Oh…— Exhaló sintiendo el rubor cubrir su escote, cuello y mejillas.

No llevaba ropa interior, su vieja camiseta blanca daba fe de ello. Beth deseó que su compañero de piso le hubiera ensartado una flecha para ahorrarle esa humillación.


— Te lo digo en serio Maggie…— Beth se subió las gafas del sol por el puente de la nariz al haberse escurrido unos milímetros.— Está planeando matarme… Seguro que ha ido a practicar a un descampado y…

Beth escuchó la risa de su hermana al otro lado de la línea telefónica.

— Siempre tuviste la mejor imaginación de las dos.

Beth gruñó contra el auricular recorriendo el pasillo hasta continuar al siguiente. Sus pies se quedaron pegados al suelo frente al amplio expositor de cuchillos de caza.

— ¿Por qué si no iba a…— Sonrió con labios prietos al dependiente que pasó junto a ella mirándole con suspicacia.— Llevar una ballesta al hombro cuando estaba amaneciendo y justo estaba YO en el pasillo? ¿Eh?

— Tú misma lo has dicho, "justo", Beth. Fue casualidad que lo vieras…— Escuchó el suspiro de su hermana haciéndole rogar los ojos pegando la frente contra el vidrio.— Quizá… ¿Le guste la caza?

Beth soltó una risotada.

— Claro, y usa una ballesta porque ha salido de un portal temporal anclado en la edad media…— Farfulló mientras sus ojos quedaban prendados de una navaja del tamaño perfecto para guardarlo en su bolso o en el bolsillo de su pantalón.

— Beth, tengo que dejarte. No hagas ninguna tontería, ¿eh?

— Ajam…— Beth no se molestó en recriminar una vez a su hermana lo poco que le importaba su vida y cortó la llamada.— Perdone, ¿podría ver ésta de aquí más de cerca?

Beth le señaló con su uña pintada de azul su futura compra a uno de los dependientes. No iba a volver a casa sólo armada con una espumadera. Vale que no tenía mucho que hacer contra su ballesta pero, si moría, lo haría peleando.


Ni por asomo había imaginado que pasara esto en la historia pero… ¿es lo que salió? Quizá sirva de algo, si no, borrón y cuenta nueva jajaja

Gracias por vuestra paciencia infinita, un cachorro achuchable para cada una por ello.

Nos leemos… ¿Pronto?