¡Buenas! ¡Sigo viva! Sé que nadie esperaba que esto se pusiera en marcha de nuevo... Igual ya ni lo sigue nadie, pero ahí va, la traducción del capítulo14 de "Idiots".

He tenido la tristeza de comprobar que la autora original del fic ha borrado todo su perfil e historias... por lo que ya no se puede leer la original en inglés; no obstante, tengo la buena noticia de que al menos, guardé hasta el capítulo 20 para traducir :) Espero que los disfrutéis.


Título: Conejo de nieve.

Disclaimer: No es mío (se refiere a personajes y esas cosas).

Pareja: AoKaga.

Advertencia: Yaoi.

Nota: Escribir, después examen, después escribir de nuevo. Nunca volveré a hacer eso. No es bueno para mis resultados.


El sol fue oscurecido por las grisáceas nubes envueltas en la tormenta pronosticada. Algunos copos de nieve quedaban atrapados en sus profundos y azules hebras mientras Aomine se ponía en cuclillas sobre el suelo nevado, palmeando el conejo de nieve en el que había estado trabajando durante horas.

Aomine se permitió sonreír con suficiencia ante su primera obra maestra.

"Qué conejo más bonito tienes ahí," la voz de Kagami llegó susurrada desde la parte posterior de su hombro, cogiendo a Aomine con la guardia baja. Aomine levantó su cabeza hasta nivelar su mirada con la de su amante, mirando fijamente los ojos de color carmesí de forma vacua.

Esa línea… las palabras de Kagami… Algo se desencadenó en las profundidades de la mente de Aomine.

"Qué conejo más bonito tienes ahí," dijo una pequeña voz a su espalda. El Aomine Daiki de seis años se dio la vuelta hacia la voz, sólo para encontrar a un niño con el pelo a capas granates y negras, quien Aomine creía que debía tener la misma edad que él, mirando a su conejo de nieve hecho a mano.

"No te había visto antes," dijo Aomine con recelo.

El chico pelirrojo desvió la mirada del conejo a él. "No soy de por aquí. Estoy visitando a mi tío antes de irme a USA"

"¿USA?" Aomine inclinó la cabeza confuso. No había oído esa palabra antes. "¿Qué es eso? ¿Podemos jugar con ello?

"No sé," el chico se encogió de hombros. "Papá ha dicho que vamos a vivir allí."

"No podemos jugar con ello, entonces," concluyó Aomine. Saltó sobre sus pies y se sacudió la nieve de las rodillas. "Dime, ¿quieres jugar conmigo?"

El chico pelirrojo parpadeó. "¿Jugar contigo?"

"Sí, jugar conmigo," repitió. Entonces, formó un puchero. "Satsuki dice que quería jugar conmigo, pero no está aquí todavía. Me aburro esperándola," su puchero se desvaneció y una sonrisa sincera lo reemplazó. "Así que, podemos jugar juntos hasta que ella esté aquí."

El chico pelirrojo tarareó de forma pensativa con sus cejas partidas fruncidas hacia arriba, dándole vueltas a su sugerencia. Aomine notó la oscura expresión que atravesó el rostro del pelirrojo, así que lo cortó antes de que el niño pudiera decir nada más. "Vamos, es a la vuelta de la esquina," declaró con una mueca de esperanza.

El chico pelirrojo apretó los labios. "… vale, entonces."

Su breve respuesta provocó una sonrisa en el rostro de Aomine, que inmediatamente cogió al chico por su pequeña muñeca y le arrastró al patio de recreo más cercano. Señaló a las barras de monos y empezó a trepar, jugando a colgarse de una barra a otra con una atractiva sonrisa en su rostro.

El pelirrojo lo miró, después a las barras, y luego a él de nuevo.

"Ven, es divertido~"

Con cuidado, el chico pelirrojo se acercó y se aferró a la barra. Aomine le hizo un gesto para que se acercara. A pesar del claro atisbo de reticencia que afloró en su cara ligeramente bronceada, el pelirrojo hizo el intento, balanceándose hasta otra barra. Parecía estar emocionado con su primer balanceo, así que el pelirrojo avanzó más rápido y más cerca de Aomine.

"¡Es… divertido!ª dijo entre su entrecortada respiración con una sonrisa tonta. Aomine rió.

Para su consternación, la mano del pelirrojo resbaló. Aomine instintivamente se giró para salvarlo, pero en lugar de eso acabó siendo tirado de su camiseta hacia abajo. Juntos, cayeron sobre el suelo nevado, con Aomine de espaldas y el pelirrojo encima de él. Ambos gruñeron de dolor.

Aomine entreabrió los ojos una vez que el dolor se había aliviado. Fue entonces cuando se enfrentó con el par de ojos carmesí. No se había dado cuenta de la belleza que esos raros ojos poseían al principio, pero ahora que estaban tan cerca, lo podía ver vívidamente.

"Son preciosos," pensó.

Sin darse cuenta de su propia percepción, había quedado encantado por los ojos carmesí.

El hechizo se deshizo cuando el pelirrojo se deslizó hacia atrás. "Eso duele," dijo el chico pelirrojo.

Aomine apartó lejos los pensamientos extraños que burbujeaban en su interior y se giró. Hizo un puchero. "Culpa tuya. ¡Me tiraste hacia abajo!"

"¡Accidente!"

"¡No! ¡Tu culpa!"

El pelirrojo se levantó. Aomine se incorporó y lanzó al pelirrojo una infantil mirada amenazante. El pelirrojo tragó saliva con dificultad.

"Huye", fue la respuesta de Aomine.

Con eso, su juego de persecución comenzó. El pelirrojo corría alrededor de la zona de recreo, agachándose, deslizándose, esquivando e incluso saltando por encima de un banco mientras Aomine le seguía de cerca por detrás. Aomine aceleró el paso y con la ayuda de su talento oculto del que aún no estaba al tanto, derribó al pelirrojo capturando su cintura desde atrás.

De nuevo, ambos cayeron, pero esta vez, llenos de risas sinceras. La vibración de la risa del pelirrojo se expandió a través de todo su cuerpo, trayendo a Aomine una oleada de sensaciones placenteras sobre su pequeño cuerpo.

Aomine rodó de encima del pelirrojo, de modo que pudo ver su rostro de lado a lado. De alguna manera le gustaba el sonrojo del chico pelirrojo provocado cuando se reía.

El pelirrojo se giró hacia él. "Eres rápido."

"Tú eres lento," aunque no había ninguna malicia en sus palabras.

El pelirrojo sonrió. Se levantó. "¡Ahora quiero probar los columpios!"

Aomine siguió rápidamente los pasos del pelirrojo. El pelirrojo se sentó en un columpió y se balanceó alegremente. Aomine tenía otra idea. Con cuidado, se puso de pie sobre el columpio, de modo que pudiera hacerlo balancearse hasta más lejos todavía. Su truco funcionó, para su deleite.

El pelirrojo, a continuación, copió su truco, haciéndolo incluso mejor, de hecho. Aomine se sintió desafiado, así que empujó más fuerte. Ambos estaban compitiendo entre sí; a ver quién podía inclinarse más alto y más rápido. Un estremecimiento recorrió la pequeña figura de Aomine cuando sintió su cuerpo mucho más ligero atravesando el aire y, antes de darse cuenta, ya estaba dejando escapar unas risas encantadoras con la cabeza echada hacia atrás, y el pelirrojo pronto se unió a sus risas. La atmósfera resonaba con sus alegres carcajadas y el crujir de los columpios.

Aomine quería probar algo divertido. Saltó del columpio, saboreando la sensación del frío viento deslizándose por su piel. Sin embargo, su emoción se cortó cuando vio una sombra que se cernía sobre él. Miró hacia arriba. Fue entonces cuando vio que el pelirrojo se elevaba a través del cielo libremente, como si poseyera el cielo. En ese breve instante, Aomine creyó ver un par de enormes alas blancas.

Ambos aterrizaron sobre sus pies de forma segura. Una bandada de palomas salió volando, y Aomine alzó la vista hacia el pelirrojo frente a él. El pelirrojo se giró hacia él, una genuina sonrisa sincera le cruzaba los labios mientras unas plumas blancas caían sobre él.

Un solo pensamiento cruzó la mente de Aomine.

'Ángel.'

Una voz femenina gritó. El pelirrojo se agitó con el sonido y a continuación habló con la mujer que no debía estar muy lejos de la zona de juegos. Asintió con la cabeza a la mujer antes de enfrentarse de nuevo a él, pero con una cara triste.

"¿Qué pasa?" preguntó Aomine.

El pelirrojo dejó caer la cabeza despacio. "Me tengo que ir…"

"¿¡Eh?!" chilló. "¿¡Ya?! Pero, ¡quiero jugar más contigo! ¡Eres divertido!"

"Me tengo que ir… lo siento…"

Su corazón fue aplastado. No era justo, pensó. Cuando creyó que finalmente había encontrado un buen amigo con el que jugar, se lo arrebataban delante de sus narices. No era justo en absoluto. Aomine hizo todo lo posible para no parecer decepcionado, pero su cara y su voz le traicionaron. Con una voz vacilante, Aomine preguntó; "¿Jugarás conmigo de nuevo?"

El rostro del pelirrojo se iluminó e hizo un rápido gesto serio con la cabeza.

"¿Lo prometes?" Aomine ofreció su dedo meñique.

El pelirrojo felizmente enlazó sus meñiques juntos. "¡Lo prometo!"

Sin embargo, esa fue la última vez que Aomine le vio.

"…mine… ¡Aomine…!"

La voz de Kagami le devolvió a la realidad. Aomine parpadeó hacia los ojos carmesí que tenía frente a él. Se quedó sin habla, incluso cuando Kagami puso la mano sobre su frente para comprobar su temperatura corporal.

"¿Estás bien?" Kagami le sostuvo por los hombros. "Pareces muy pálido."

"Uh…" le llevó un tiempo a Aomine recuperar la función de su cerebro y su boca. "…sí… recordaba algo… supongo"

"¿Recordar qué? ¿Se te olvidó comprar el álbum de Mai-chan de nuevo? ¿O hacer tu tarea?"

"¿El álbum de Mai-chan? Nunca," Aomine se acercó más a su amante. "¿La tarea? No sé que demonios es eso, y no quiero saber nada de ello de todas formas," envolvió sus manos alrededor de la cintura de Kagami para sentir su calidez.

"No tienes remedio", no obstante, Kagami le devolvió el abrazo.

Aomine apoyó su barbilla sobre el hueco del omoplato de Kagami. Murmuró por un momento. "Hey, ¿has oído alguna vez sobre enamorarse a primera vista?"

"Ah, ¿esa cosa horrible? Lo he oído como millones de veces. No me creo una mierda sobre eso."

"¿De verdad?" La voz de Aomine se apagó mientras dejaba que un sentimiento agridulce se filtrara por su interior.

El tono de su amante creó una duda en la mente de Kagami. Extraño, pensó. Aomine, quien sabía que nunca usaba ese tipo de tono con él; él era tan molesto y arrogante que jamás había usado ese tono tan bajo ni con Kagami.

"Oye, ¿qué te pasa?" preguntó Kagami preocupado.

"Nada." Aomine exhaló en el hombro de Kagami. "Creo que me pasó."

"¿Qué? ¿A ti? ¿Te enamoraste a primera vista? ¡Ridículo! ¿Cuándo? ¿Con quién?"

Aomine se despegó de Kagami. Sonrió. "Incluso si te lo contara, no lo entenderías, Bakagami."

"¡HEY!"