Hola! Bueno, la verdad fue más tardío de lo que esperaba pero acá les dejo el final de esta historia.

En algún momento pensaba alargarla más pero para ser sincera, me he llenado de tantas cosas en mi vida real que perdí cierto punto de hacia donde los quería llevar.

Pero bueno, la verdad, me siento satisfecha con lo que he escrito y espero entiendan hacia donde voy con este final.

Si a alguien no le gusta, pido me disculpe, pero era lo que tenía ideado desde el principio hacer para finalizarlo.

Cómo siempre disfruten la lectura y nos vemos en una próxima aventura :)


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~~Yuuwaku Miko~~

La tentación de la sacerdotisa

CAPÍTULO FINAL:

Eternidad

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Las despedidas siempre son más difíciles de lo que uno podría siquiera imaginar. Alejarse de una persona a la que aprecias, sea por unos minutos u horas, o para toda la vida es algo que desborda con facilidad nuestros sentimientos. Nadie quiere decir Adiós, no para siempre, más en algún momento surgirá la necesidad de hacerlo y a eso ni siquiera un Dios o un Demonio pueden oponerse.

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Recuerdo perfectamente el día en que se me asignó ser la Sacerdotisa del Templo de Todos los Dioses. Estaba tan asustada, todo mi cuerpo temblaba bajo el gigantesco kimono ceremonial. Era cierto que podía controlar a los demonios con solo mirarles, podía meterme en sus mentes y hurgar como si se tratase de un bote de basura, pero aún así me sentía insegura. ¿Cómo podría lidiar contra tantos enemigos sola desde el templo? Esa era mi principal duda. Si bien, mi trabajo consistiría únicamente en mantener las puertas del templo selladas para que no pudiera escapar sería un trabajo arduo que consumiría de mi energía a cada instante.

―¿Kazumi? ―Escuché que Kurama me hablaba y tomé la mano que me ofrecía―. Todo estará bien. Una vez que se realice el ritual podrás volver a casa, y mientras las puertas permanezcan selladas podrás tener una vida normal en casa. Eso fue lo que dijo mamá.

―Lo sé, pero siento un temor horrible de fallar.

―No lo harás, eres demasiado poderosa para fallar.

Aquellas palabras habían conseguido animarme para seguir mi camino así que con las manos aún sudando terminé la procesión hasta llegar al gran trono desde el cual debía poder controlar todo. El templo era gigantesco y una vez dentro todo comenzó a tomar color, ya no era oscuro y de apariencia oxidada. El color blanco se esparció por todo el lugar, desde las baldosas del suelo hasta las estatuas de mármol. Después de todo, debía de tomar el color que el templo considerara que habitaba en el alma de su nuevo guardián. Tal parecía que a sus ojos yo era pura y casta. Toda una Sacerdotisa.

Y este recuerdo llegó a mi mente al despertar. Abrí mis ojos después del gran revuelo que la aparición de Seiryuu había causado. Cómo era de esperarse la poderosa Princesa Isanami nos había hecho volver a nuestro mundo, el mundo de las deidades y nos jugaba una buena broma, pues aparecimos justo en el salón del templo y allí estaba ella, sentada en mi antiguo trono, sonriendo mientras adoptaba la forma de nuestra madre.

―Sean bienvenidos a casa, mis queridos demonios ―saludó mostrando una sonrisa llena de dientes afilados―. Ahora que han decidido volver, deberían de saber que he venido a saldar mi deuda.

―¿Cómo es que has llegado hasta el Templo? ―Preguntó Takara poniéndose en pie junto a Kurama y Seiryuu.

―Esa no es la manera más apropiada de saludarme. Tan solo me he tomado el atrevimiento de usar el templo, templo que guarda la misma energía de Yomi no kuni para entregarles sus cuerpos. ¿No les parece un gesto sumamente amable de mi parte el venir en persona?

―Entiendo ―respondió mi hermano mayor levantando el cuerpo de Shizuka en sus brazos―. Hemos hecho un trato, y exijo que lo aceptes.

―Valla, eres realmente atrevido ―respondió sonriendo―. Mira que cuando soy yo la que tiene algo que cobrar, tú vienes a exigirme. Tienes agallas. Me agradas.

―Takara, ¿no hemos tenido ya suficiente de sus tratos y sus tretas? ―Pregunté acercándome despacio hacía ella―. ¿Cuál es el precio que deseas cobrar, Princesa Isanami?

―Tu corazón ―respondió, consiguiendo que Kurama se posara posesivo frente a mí―. Pero, eso liberaría el mal e incluso Yomi estaría en peligro, así que te dejaré ir. Estoy interesada en algo más.

―¿Te llevarás a Aiko-sama? ―Preguntó Seiryuu sin poder ocultar sus nervios.

―Se supone que ese era el plan desde un principio, pero como ha dicho el joven de antes, hay otro trato que me gustaría aceptar ―en cuestión de segundos estuvo frente a Takara y tomó el cuerpo de Shizuka entre sus brazos―. Una vida solo vale otra vida, sin embargo, por un guerrero, ¿tal vez podría entregar dos?

Cuando escuché aquellas palabras quise intervenir pero Takara asintió y tanto él como Shizuka y Aiko desaparecieron ante nuestros ojos.

Pasaron dos largos meses hasta que Takara apareció frente a Kurama y frente a mí en el Templo de Todos los Dioses. No dijo palabra alguna y sus ojos eran feroces, teñidos de rojo fuego que activó mi sistema nervioso.

―El trato está sellado ―sentenció sin siquiera saludar―. Yo he decidido vivir en Yomi no Kuni junto a Isaname, pero a cambio, tanto Shizuka como Aiko podrán tener una segunda oportunidad ―en sus manos aparecieron dos flores, un pétalo de cerezo en la derecha y un hermoso adonis de los pirineos―. Ellas nacerán de tu vientre, por tu unión con el hombre que amas. Será responsabilidad de ustedes lo que sus corazones alberguen en su nueva vida y será responsabilidad de ustedes el responder por sus actos.

―Pero, hermano ―susurré tomando ambas flores en mis manos―. ¿Podremos verte de nuevo?

―No, quien vive en Yomi no puede volver a la tierra de los vivos o los dioses. Ha sido un placer tenerlos en mi vida el último milenio. Por favor, sean felices y cuiden bien de mis dos tesoros. Nunca volveré a amar a nadie como amé a Shizuka y nunca me importará alguien tanto como me importaba mi hermana Aiko, por eso, por favor, les ruego que les permitan vivir felices.

―Lo haremos ―susurró Kurama tomando su mano ya libre―. Puedes contar con ello. No permitiré que tu sacrificio sea en vano.

―En ese caso, por favor, no olviden dejarles conocer una vez más a Suzaku y a Seiryuu, estoy seguro que les alegrará tener a alguien a quien cuidar.

―Pronto, así será ―respondí acercando las flores a mi vientre, las cuales desaparecieron al rose con mi cuerpo.

Después de aquello Takara desapareció y nunca más volvimos a saber de él. Continué siendo la Sacerdotisa del Templo de Todos los Dioses y como se había previsto Kurama y yo unimos nuestras vidas en matrimonio con la bendición de nuestros padres. Kurama tomó el lugar de Takara protegiendo las almas de los humanos en la tierra y un par de siglos más tarde nos convertimos en padres.

Como había predicho Isanami una hermosa niña de cabellos rosa y otra de hermoso cabello dorado nacieron juntas de mi vientre. Recordamos la promesa hecha a Takara y sin dudarlo dos veces les nombramos como él habría querido recordarlas. Sakura y Shion.

A decir verdad, no es que me gustara mucho que él nos hubiese dejado, de hecho lloré por muchos años su partida, aunque nos había dejado un legado, no quería perderle para siempre, después de todo, era mi adorado hermano.

Pero, cómo les decía, niñas, el pasado es algo que se debe de dejar como está, siempre pasaremos por malas situaciones en nuestra vida y es nuestra tarea el lidiar con ellas de la mejor manera posible. Ustedes dos tienen una importante misión que es cuidar de aquellos que en la tierra confían del poder de los seres estelares, las deidades, los guardianes y los demonios.

―Pero madre ―replicó la mayor―. ¿No podías hacer Isanami te obedeciera también?

―No, Isanami está muy por encima de lo que yo puedo controlar, sin embargo, nos hizo un gran favor, ¿no lo crees?

―Creo que Takara hubiese podido hacer más que simplemente entregarse a esa bruja en primer lugar, hmp.

―Vamos, Shion, no seas tan dura, el sacrificó mucho por ustedes dos.

―Sí, lo sé, en el fondo lo sé porque la verdad, una parte de mí realmente siente que Takara vive aún con nosotros. Una parte de mí aún lo recuerda como mi adorado hermano.

―¿Qué hay de ti, Sakura? ―La pequeña levantó la mirada con las mejillas sonrosadas―. ¿Tú también puedes sentir a Takara en tu corazón?

―Sí ―respondió sin titubear―. Sé que un día le podré ver otra vez y ese día, de seguro podremos estar juntos por el resto de la eternidad.

―Bueno, Sakura ―besó la frente de ambas niñas levantándose sobre sus tobillos―. Queda mucho camino que recorrer para que ustedes dos concilien su nuevo destino. Kurama y yo les hemos dado todo lo que hemos podido y les hemos enseñado cuánto ambos sabemos pero de aquí en adelante todo depende de ustedes. Tienen el poder de usar su poder para el bien o para el mal. Todo depende de lo que sus corazones les guíen solo recuerden que los actos que hoy realicen harán eco en la eternidad regresando hasta sus imágenes futuras. Lo que hagan hoy definirá quienes serán mañana.

―Entendido, madre ―dijo Shion afilando su mirada.

―No te decepcionaremos ―ambas se levantaron del suelo y las puertas del templo se abrieron ante ellas, mostrando el caos que se había desatado en el mundo en que los dioses y los demonios se encontraban.

―Encuentren a ese demonio y tráiganlo ante mí. Yo misma me encargaré de su castigo ―pidió manteniendo el brillo en sus ojos, sellando las puertas del templo tras la salida de las dos jóvenes―. Es hora de intentarlo una vez más ―susurró mientras Sus dos hermanos aparecían a sus costados.

―¿Por qué les has contado sobre mí? ―Preguntó Takara en tono frio.

―Creí que era necesario, ya han pasado muchos años y sin poderlo evitar las veras en el campo de batalla.

―Kazumi tiene razón, además, ¿no crees que será genial? Ahora que Isanami te permitirá regresar si conseguimos detener la oscuridad, podrías volver a intentarlo.

―Lo tendré en cuenta.

Su respuesta llegó seguida de una sonrisa. Tras muchos siglos de intentarlo aquel que una vez trastornó la mente de Shizuka había logrado romper las puertas por su cuenta y había invadido nuestro mundo y amenazaba con ir a por los humanos. No era para menos que debiéramos unirnos una vez más por un motivo mayor.

A decir verdad, una parte de mí sabía que esto pasaría, sabía que un día Takara volvería a casa, solo que no esperé que fuese en esta situación, sin embargo, ahora que teníamos la oportunidad de volver las cosas a la normalidad no me daría por vencida, ninguno lo haría. Tomé un profundo respiro y la mano de Kurama. Estaba asustada pero a la vez sabía que sin importar qué, más allá de la eternidad prevaleceríamos juntos, permaneceríamos unidos y nos reencontraríamos los 5 las veces que fueran necesarias para mantener la paz de aquellos que la necesitaban.

Después de todo, era la Sacerdotisa del Templo de Todos los Dioses, este tipo de cosas eran la razón de mi existencia. Debía vivir y prevalecer, debía mantenerme en pie y seguir luchando, sacrificando lo que en el camino hiciera falta y manteniendo a mi lado lo que valiera la pena. Así estaría para siempre, viviendo como un demonio por el resto de la Eternidad.

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Fin


Espero lo hallan disfrutado!

Hasta la próxima.

Besos~~ FanFicMatica :*