I

«Yo soy quien llega a tus sueños todas las noches y te dice: ojos de perro azul». Y ella dijo que iba a los restaurantes y les decía a los mozos, antes de ordenar el pedido: «Ojos de perro azul». Pero los mozos le hacían una respetuosa reverencia, sin que hubieran recordado nunca haber dicho eso en sus sueños.

— Dime, ¿qué te parece este…?

Entonces se acercó al dependiente y le dijo «Siempre sueño con un hombre que me dice: "Ojos de perro azul"… Necesito encontrar al hombre que me dijo en sueños eso mismo». Y el vendedor se echó a reír y se movió hacia el otro lado del mostrador.

—Creo que se ve muy pomposo… no, no, tráiganos otro…

«Yo trato de acordarme todos los días de la frase con que debo encontrarte dije . Ahora creo que mañana no lo olvidaré. Sin embargo, siempre he olvidado al despertar cuáles son las palabras con que puedo encontrarte». Y ella dijo: «Tú mismo las inventaste desde el primer día». Y yo le dije: «Las inventé porque te vi los ojos de ceniza…»

—Este es bellísimo, seguro te va el corte recto ¿No crees, Hinata?

«Sin embargo no recordarás nada durante el día». Y volvió a poner las manos sobre el velador, con el semblante oscurecido por una niebla amarga: «Eres el único hombre que, al despertar, no recuerda nada de lo que ha soñado».

—¿Hinata me estás escuchando? ¿Hinata?... ¿HINATA?

Un golpe seco a la mesa.

Hinata se sobresaltó de pronto, bajando rápidamente el libro que era dueño de su atención hasta ese momento y colocando una mano sobre su pecho en un intento por calmar a su agitado corazón. Sus ojos perlados se abrieron de par en par buscando el lugar de donde provino el ruido. Alzó la mirada y se topó con la mirada azul y centelleante de Ino. Su rubia amiga la miraba con los brazos cruzados y el rostro vuelto un puchero.

Ino suspiró antes de girarse hacia la vendedora que les atendía y hacerle una seña para que se marchara.

—¿Se puede saber qué puede ser más importante que elegir tu vestido de novia?— preguntó Ino, poniendo sus brazos en jarras.

—Y-yo… lo siento… estaba… estaba leyendo — murmuró Hinata, pasándose un mechón negro cabello detrás de la oreja. Observando a Ino con mirada culpable.

—¿Qué voy a hacer contigo? En verdad no te entiendo… — se lamentó la rubia, con ademanes exagerados, antes de dejarse caer en el elegante sillón que ocupaba Hinata — ¿Qué tan bueno es eso que te tiene tan entretenida? — preguntó, curiosa, observando el libro sobre el hombro de Hinata.

Hinata sonrió y, tras cerrarlo, le pasó el libro a su amiga que lo analizó por los lados y las tapas como si fuese un bicho raro. Hinata no pudo evitar reír ligeramente ante ese acto.

—Se llama "Ojos de perro azul". Es un libro de Gabriel García Márquez…

Ino se giró a verla y alzó las cejas.

—¿El de la muerte agendada?

—"Crónicas de una muerte anunciada" — le corrigió amablemente Hinata

—Eso. — soltó Ino, restándole importancia y regresándole el libro a su amiga.—Ya sabes que los libros traducidos no me van. Los prefiero en Japonés.

Hinata soltó una carcajada con ganas. Le daba mucha ternura que Ino, pese a no ser una gran fanática de los libros latinoamericanos, leyera los que ella le recomendaba. La rubia, por su lado, caminó hasta el perchero donde colgaba el vestido que recién le había pedido a la vendedora. Un vestido de novia blanco, largo, sencillo y elegante. Le recordaba mucho a su amiga.

—Ten. Mídetelo de una vez — dijo Ino y le pasó el vestido a Hinata quien se encaminó al vestidor aún riendo. — de cualquier modo… ¿qué de maravilloso tiene ese libro?— preguntó desde el otro lado de la puerta donde su amiga se colocaba su vestido de novia.

—Bueno…— la suave voz de Hinata se dejó escuchar desde el otro lado— es una historia de amor… — con eso atrajo la atención de Ino, que era una enamoradiza nata. El silencio le dio pie a Hinata para proseguir — trata de dos personas que se sueñan constantemente y se enamoran. Así que intentan encontrarse en el mundo real para estar juntos, pero no son capaces de recordar claramente al otro…

—Vaya… qué triste— murmuró Ino, mirando al bolso de su amiga y sintiendo un ligero interés por el tomo que reposaba en él.

—Ayúdame con estos lazos — dijo Hinata, saliendo del vestidor y girándose para que Ino le abrochase por detrás.

—¿Y en qué termina? ¿Se quedan juntos?— preguntó Ino, maldisimulando su interés.

Hinata le sonrío desde el espejo.

—No te voy a contar el final del libro, Ino.

—¡No es justo! Seguro que no se quedan juntos y por eso no me quieres decir, ya sabes que odio los finales tristes…— exclamó la rubia

—Cuando lo leas verás que es una historia hermosa.

—Ja, deprimente diría yo… qué triste estar enamorado y no poder encontrarte con esa persona que amas…

—A mi me parece bello… — murmuró Hinata, más para sí que para Ino. Ella siempre había sido muy novelesca.

— ya quedó… —la voz de Ino trajo de regreso a la pelinegra —te ves hermosa, Hina…

Hinata se observó en el espejo y sonrió. Su cabello negro se deslizaba por uno de sus hombros, dejando al descubierto el otro y enmarcando su cuello. El vestido de novia era sencillo, largo, con una caída suave y bien marcada, el corte recto del pecho le ayudaba, pues tenía unos senos bastante proporcionados y eso le apenaba a veces, ese escote lo disimulaba un poco sin dejarla plana. Ino la tomó por los hombros y la abrazó.

—Es precioso… — murmuró Hinata, colocando su mano en los brazos de Ino para corresponderle el abrazo.

—Cuando Naruto te vea seguro se cae del altar.

Ambas comenzaron a reír ante la idea. El carácter de su prometido daba para eso y más. Hinata se encaminó de nuevo al vestidor para sacarse el vestido e ir a pagarlo. Lo había dejado hasta el último, decisión que le reclamaron muchos pero que a ella le parecía prudente, seguía sin creer que su adorado rubio la había elegido para ser su esposa. Después de tantos y tantos años queriendo ser notada por esos ojos zafiro al fin había llegado el día. No quería romper la ilusión o apresurarse. Además, al final había sido una buena decisión. Encontró ese vestido hermoso que se llevaría a casa.

Estaba emocionada, su padre aceptaba a Naruto, su hermana lo quería mucho, sus amigas lo apreciaban, sus amigos también —y mira que llenarle el ojo a Kiba era complicado—, era alegre, educado, decidido, emprendedor, era todo un sol y ahora todo su calor le abrasaba a ella. Hinata se sonrojo, estaba que se derretía de amor. Tenía que controlarse un poco. Rápidamente se vistió y colgó su nueva prenda en el gancho. Pagó y salió del lugar con Ino y con una hermosa caja blanca en las manos. Le temblaba el cuerpo de verla. Dentro de unas semanas se casaría con Naruto. Ahora era real.

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—Ya estoy en casa…— exclamó Hinata a la nada tras entrar a su departamento con algo de dificultad, pues lleva consigo la caja del vestido. Al entrar, un pequeño gato la recibió sobándose contra sus piernas. Hinata le sonrió y cerró la puerta tras de sí.

—¿Cómo te portaste, Atún?— le preguntó Hinata a su mascota mientras caminaba hacia su habitación para dejar el vestido ahí.

El gato soltó un maullido agudo y ronroneante como respuesta y saltó a la cama de la chica, poniéndose a hurgar en su bolso. Sacó un par de cosas con las patas, entre esas, el libro que Hinata se encontraba leyendo horas antes.

—No, Atún, eso no se araña… — le reprendió Hinata, quitándole el libro de sus garritas. — Era de mamá, así que hay que cuidarlo. — el minino le maulló de regreso y ella se levantó para ponerlo dentro de una caja que estaba en el piso.

Se detuvo a observar el lugar. Muchas de sus cosas ya se encontraban empacadas, los muebles los había vendido pues se mudaría a una casa con Naruto, regalo de su suegra Kushina, así que no tenía sentido conservarlos. Con todo empacado parecía que realmente tenía pocas cosas. Había dejado algo de ropa afuera, objetos personales, vajilla, cubiertos y un par de vasos y tazas. Del resto solo quedaban etiquetas en las cajas. Unas iban para caridad y otras para su nueva casa. De pronto el departamento se sentía muy solo.

Hinata tomó a Atún en sus brazos y se lo llevó con ella a la cocina para servirle su cena, y prepararse de paso ella algo. La noche pasó lenta y Hinata se consolaba pensando que dentro de poco ya no solo serían Atún y ella, sino Atún, Naruto y ella los que pasarían juntos las noches. Recogió la cocina y se fue su habitación. Se recostó en la cama y antes de dormir le dio un último vistazo al libro que le dejase su madre antes de morir. Sonrió y apagó las luces para, finalmente, acostarse sobre la almohada.

—Ojos de perro azul… — murmuró Hinata.

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Una pincelada. Otra. El lienzo temblaba y gotas de pintura escurrían hasta la tela que protegía el suelo. Tras varias arremetidas con el pincel Sasuke se detuvo, sudando, colocó el pincel en una mesa que tenía cerca y limpiándose el rostro con su antebrazo caminó hacia atrás para observar su obra.

Sus ojos negros recorrieron el lienzo completo, revisándolo. Era la pintura de una mujer, eso se notaba por su fisionomía. Llevaba el cabello largo y sus ojos eran afilados, gatunos… era hermosa, sí, le recordaba un poco a Sakura, la mujer con la que vivía —porque para sus adentros no podía llamarla de otro modo—. Frunció el seño, esa frente, esa mirada, esa nariz… no… no era lo que quería en su pintura. Furioso, caminó hasta el otro extremo del estudio y tomó una botella; vertió algo de su contenido en una gasa y corrió a pasarla por la pintura. Creando borrones y manchas por todo el lienzo.

Enojado, arremetía contra la obra recién terminada. No entendía por qué no le gustaba nada… era el quinto lienzo que echaba a perder en el mes. Estaba hastiado, Sakura ya no le servía de inspiración, en realidad no lo había inspirado nunca… se detuvo a observar los cuadros donde ella había sido "musa"… rojo, naranja, colores pasionales, carentes de elegancia… sí, porque eso le provocaba ella. Esos cuadros se habían vendido bien, pero ya no era lo que quería.

Suspiró cansado y arrojó el lienzo al piso para después salir de su estudio y dirigirse al baño. Necesitaba una ducha. A su paso, se topó con Sakura, que se encontraba sentada junto al enorme ventanal del pentouse que compartían, tomando whisky y observándolo seriamente. Su cabello rosa se le desparramaba por la espalda y se le pegaba al rostro pues sudaba. Estaba un poco ebria pero no tanto como para no notar como Sasuke se dirigía furioso al baño.

Optó por no molestarlo, por experiencia propia sabía que no era una buena idea. ¿Por qué Sasuke no le decía qué pasaba con él? Antes ella iba al estudio con él, ponían música, hacían el amor, bebían whisky y luego él se paraba a pintar esas maravillosas obras que tanto éxito habían tenido… pero de un tiempo para acá ya no la dejaba entrar. Apenas si le dirigía la palabra y solo se le acercaba para acostarse con ella. Bruscamente, demasiado desenfrenado, demasiado bueno, sí, pero hueco. Volvió su vista a la ventana, observando a través de ella el paisaje nocturno de Tokio… dio otro sorbo a su bebida, observando el exterior con aire ausente en sus ojos verdes.

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Se encontraba caminando hacia el altar, sus manos sujetaban fuertemente el ramo y podía ver a Naruto al final de su recorrido. Su padre la llevaba del brazo y le sonreía orgulloso, en las bancas estaban sus amigos, Kiba la miraba con orgullo y junto a él, Shino con su semblante serio pero relajado. Ino lloraba y su primo Neji y su hermana Hanabi le sonreían cálidamente…

De pronto, pudo escuchar como la puerta de la iglesia se abría bruscamente de par en par y por ella entraba corriendo un niño. De semblante agitado, asustado, giraba su rostro constantemente hacia atrás como si algo lo persiguiera. Hinata se asombró al verlo, observó a su alrededor y vio que se encontraba sola en esa iglesia, con el niño corriendo hacia ella. Se apresuró a interceptarlo y se hincó, tomándolo de los hombros para que la viera.

El niño se giró a verla asustado y Hinata pudo observar sus ojos negros y profundos como dos pozos. Temblaba y su piel se veía pálida.

—Calma, calma… — le susurró Hinata al pequeño, antes de abrazarlo suavemente y acariciarle el cabello. — Todo estará bien… dime ¿qué pasa?

—Papá está muy enojado conmigo… — murmuró el niño entre sollozos, apretando sus manitas hasta hacerlas puños — dice que no sirvo para nada, que soy un inútil… yo no quiero escucharlo… no quiero…

Hinata presionó más al pequeño contra ella. Podía entenderlo, por años tuvo que lidiar con ese mismo problema. Le había costado sangre, sudor y lágrimas conseguir que su padre se sintiera orgulloso de ella. Sintió ganas de llorar por el pequeño.

—Eso no es verdad…— le dijo.

—Quiere que me dedique a su negocio — dijo el chico — pero yo quiero estudiar arte… encontró mis bocetos y los quemó… él me odia…

—No es cierto, tu padre no te odia, solo que hay gente que no sabe cómo demostrar su cariño… — Hinata besó la coronilla del niño —estoy segura que serás un gran artista…

—Ya no puedo pintar… — de pronto el niño ya no estaba y alguien se encontraba hablando detrás de ella.

Hinata alzó la mirada y observó sobre su hombro al dueño de la voz gruesa que le había hablado antes. Se levantó, asombrada, mirándolo a los ojos que era dos pozos negros sin fondo. Su piel pálida, su cabello negro…ese era el niño que se encontraba abrazando antes, ahora como un adulto delante de ella… un adulto roto.

Sasuke caminó, acortando la distancia entre ambos, mirándola fijamente todo el tiempo. Hinata se sonrojó y bajó la mirada, ese hombre tenía la mirada demasiado penetrante. Una vez estuvo lo suficientemente cerca de ella, Sasuke le tomó el mentón para observarla más detenidamente…

—Tienes los ojos de ceniza… — murmuró él.

Hinata abrió los ojos asombrada y levantó temblorosamente su mano hasta tocar la de el desconocido.

—¿Q-qué dijiste? — dijo ella, sin poder salir de su asombro.

—Tienes los ojos de ceniza… — repitió él, seriamente. Sin cambiar su semblante.

El estómago de Hinata dio un vuelco y podría jurar que se había ido para su garganta. Observó nuevamente los ojos de aquel hombre, con detenimiento, contemplando en sus ojos negros, antes vacíos, una pizca de algo que podría confundirse con interés.

Sasuke escurrió su mano hasta el cuello de la chica y la atrajo hacia él. Analizándola. Por algún motivo sentía que debía memorizar cada facción de esa mujer…

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Hinata se levantó abruptamente de su cama, agitada, observando todo a su alrededor. Se tocó el cuello, podía sentirlo cálido. Fue un sueño, obviamente, pero había sido demasiado… real… aún podía sentir a su corazón palpitando fuertemente contra su pecho así que se lo cubrió con las manos. Al hacerlo, pudo sentir su sortija de compromiso rozarle la piel. Levantó la mano con el anillo y lo observó detenidamente. Podía recordar vagamente su sueño… estaba por casarse con Naruto, un sueño muy recurrente desde que él le propusiese matrimonio pero algo había sido distinto ¿quién era ese hombre que se había aparecido de pronto? Observó nuevamente su alianza y se sintió extraña de pronto… como si tuviese algo… ahí, en el pecho, hecho un ovillo… como si de pronto ese algo ocupara el lugar de su corazón…

Por otro lado, en otro lugar, Sasuke despertaba abruptamente. Levantando a Sakura en el proceso.

—¿Sasuke? — murmuró Sakura, adormilada, levantando medio cuerpo para observar al pelinegro que respiraba agitado. Era normal que Sasuke tuviera pesadillas de vez en cuando, pero él jamás quería hablar de eso así que dejó de tomarles importancia. Pero nunca se había despertado de esa manera.

Sasuke se levantó de la cama, agitando las sábanas y haciendo que Sakura se estremeciera de frío, pues se encontraba desnuda. Sin verla, Sasuke tomó el primer pantalón que encontró y salió corriendo de la habitación dejando a Sakura sentada en la cama observando confundida la puerta.

Con velocidad, Sasuke se dirigió a su estudio y encendió todas las luces. Corrió a colocar un lienzo y comenzó a mezclar colores en su paleta intentando por todos los medios obtener uno en particular… un lila, grisáceo, algo aperlado… parecía naracado…

—Tiene los ojos de ceniza… tiene los ojos de ceniza… — murmuraba Sasuke, mientras comenzaba a pintar frenéticamente en el lienzo, esbozando con trazos firmes esos ojos que, sin saber bien por qué, no podía sacarse de la cabeza…

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¿Qué tal? Bueno, este es mi primer Fanfic en esta sección. Originalmente abrí mi cuenta hace años para publicar una historia en la categoría de Mujin Wakusei Survive. Imagínense, de eso ya hace casi ocho años. Esa historia aún no la termino, la vida, la universidad, el trabajo y demás cosas se han ido interponiendo entre mi persona y esa historia, además, mi musa encargada de ese proyecto se fue por tabaco y no la he visto desde entonces.

Pero ya tenía ratito queriendo escribir esto. Tengo varios capítulos pensados, pero no me he podido sentar a escribirlos, así que hoy, mientras procrastinaba mi tesis dije ¿por qué no? Así que, helo aquí, el primer capítulo.

Si han leído el libro de "Ojos de perro Azul" podrán imaginar más o menos de qué va esto. En fin, no me quería quedar con las ganas de subir aunque sea este capítulo, mi agenda ya dirá si continúo subiendo los demás pronto pero también quisiera conocer su opinión, es muy importante.

En fin, les dejo esta probadita. Espero les haya gustado.

Matta-nee!