Hola a todos los lectores y amantes de los fanfics :) esta es la primera vez que subire un fic, me gusta leerlos, pero esta vez decidi hacer una adaptación de una linda historia que leí en una ocasión, aunque desconozco el autor de esta historia. Aclaro, es una adaptación, ni la historia ni los personajes de Naruto me pertenecen, son propiedad de sus respectivos autores. Yo sólo los he tomado prestados :)
Capítulo I
Primera impresión
Sakura miró por la ventana mientras esperaba, sentada muy erguida y con los hombros hacia firmes, tal y como le había indicado su tía Kurenai antes de despedirse.
"No lo olvides, Sakura-chan", le había dicho, llamándola cariñosamente por su apodo de la infancia, "No naciste dotada de una gran belleza como tu hermana... pero tienes los ojos de tu madre, y su sonrisa cálida, una que podría contagiar con ella al ser más triste. Y más que nada, tienes su corazón, y su inteligencia. Se elegante. Habla cuando debas hablar y guarda silencio cuando debas callar. Y bajo ningún concepto, permitas que nadie te humille, ¿lo prometes?".
Sakura se lo había prometido y entonces, la había abrazado fuertemente y había subido a aquel avión que la llevaría hasta su nueva vida. Recordó con tristeza la expresión llorosa de su tía. Herir sus sentimientos era lo último que hubiera querido en su vida. Sin embargo, las circunstancias la habían obligado a tomar aquella decisión. Por más que adorase a su tía y por mucho que la echara de menos, era la única alternativa posible después de todo lo que había pasado…
No quería pensar más en ello. Se restregó las manos con nerviosismo, dejándolas caer sobre su regazo al escuchar el ruido de la puerta al abrirse. El salón donde esperaba hacía más de quince minutos era enorme. Pero en el mismo instante en que aquella figura irrumpió en la habitación, le pareció que esta empequeñecía repentinamente. Ella misma se sintió increíblemente mucho más pequeña.
El hombre, que la observaba fijamente desde su posición, también parecía pensar en lo insignificante que se veía la muchacha que tenía frente a el. De hecho, comenzaba a incomodarla con el escrutinio al que la sometía. Sintió como los ojos de él recorrían con descaro su figura menuda, su rostro ovalado enmarcado por un largo cabello de un inusual tono rosa.
Ella lo estudió a su vez. Debía tener unos veinticinco o veintiocho. De tez pálida, los ojos de un negro intenso y brillante y el cabello del mismo color que los ojos, pero de una manera muy particular, alborotado de manera natural, era absolutamente atractivo.
Sakura desvió la mirada hacia la línea del cuello. Sus hombros eran anchos y los brazos, musculosos y largos, se cruzaban sobre el pecho para concederle un aire de insolencia que no pasó desapercibido para ella.
Por fin, el hombre abandonó su postura inicial y se aproximó con lentitud hasta ella, indicándole con gesto arrogante que volviera a ocupar su silla. Sin duda, él estaba acostumbrado a que los demás obedecieran sus órdenes sin rechistar y por esa vez, ella lo aceptó. Tal vez estaba precipitándose al juzgarlo.
Su tía siempre decía que no había que fiarse de las apariencias, que incluso en el interior del animal más fiero siempre se escondía un corazón. Lo observó con disimulo. Pero temió que en aquella ocasión, su tía se habría llevado una enorme decepción. No había nada amable en él. Al escuchar por primera vez su voz supo que no lo había juzgado mal.
- Es demasiado joven-su tono era frío y sus negros ojos se clavaron en ella al hablar, examinando nuevamente su apariencia para confirmar su comentario anterior.
- Es un placer conocerlo, señor Uchiha-Sakura no se dejó impresionar por su rudeza. Ya había sido advertida sobre las muchas y variadas virtudes de Sasuke Uchiha antes de aceptar el trabajo.
Entre los 'atractivos' de su personalidad, estaba el hacer que el resto de los mortales se sintieran vulgares, justamente lo que hacía con ella en ese momento. Aunque Sakura ya había decidido que aquel pequeño detalle no sería un obstáculo para ella. Y mucho menos que se hubiera olvidado de su llegada.
Él arqueó las cejas, contrariado y sorprendido a la vez. ¿Acaso esperaba que ella saliera corriendo solo porque era intencionadamente grosero en la primera entrevista? Sakura rezó porque él no descubriera que en realidad, temblaba de pies a cabeza.
- Y me había olvidado... -su tono era ahora sarcástico-. Tenía cosas más importantes que hacer, señorita…"
- Haruno, Sakura Haruno -se aclaró un poco la voz y sonrió, tratando inútilmente que él correspondiera cordialmente con otra sonrisa. Por supuesto, no lo hizo. En lugar de eso, comenzó a pasearse a su alrededor.
La observaba como si ella fuera un insecto interesante que quizá podría clavar en alguna aguja y añadir a su colección de personas aniquiladas por su falta de humanidad.
- Si está tan ocupado, entonces debo agradecerle que me dedique unos minutos de su tiempo.
- No me lo agradezca a mí, señorita Haruno. La señora Tsunade quiso que la recibiera personalmente.
Sakura asintió, consciente de que para aquel hombre, ella no era más que otra molestia que le imponía su caprichosa abuela.
- Y bien, señorita Haruno... ¿qué clase de nombre es, Sakura? -se lo preguntaba como si le disgustara, aunque la pelirrosa tuvo la impresión que le hubiera molestado igual aunque se llamara de cualquier otro modo.
- Es un nombre muy común, señor… -empezó a decir, pero él la cortó al instante, levantando su mano y agitándola en el aire con impaciencia.- Bueno, es solo un nombre, señor Uchiha.
- Bien. ¿Cómo desea que la llamemos?
- Sakura estará bien -murmuró. Iba a decirle que sus amigos la llamaban Sakura-chan, pero imaginó que a él le parecería ridículo. Por otra parte, ellos no eran amigos. Y por su forma de comportarse, intuía que no lo serían.
- De acuerdo -aceptó él, encogiendo los hombros con indiferencia-. Para mí, será la señorita Haruno. Usted podrá llamarme señor Uchiha.
Sakura pensó que a él solo le había faltado añadir "o amo o mi señor" y hubiera resultado igual de desagradable.
- A la señora Tsunade, todos la llamamos abuela -le informó. A ella le gusta y así se dirigirá usted a ella a menos que se le indique lo contrario. En cuanto a su trabajo, hay ciertas cosas que debe tener bien claras. La señora suele levantarse muy temprano, y le gusta dar un paseo hasta la playa antes del desayuno.
-La acompañará cada mañana, llueva, nieve o haga sol. Toma cinco clases de pastillas al día. No sé exactamente para qué sirven, pero la hago responsable de que las tome, todas y cada una, sin excepción a sus horarios correspondientes. Al mediodía, almorzamos temprano. Es la única comida que hacemos juntos, ya que el resto del día lo paso afuera y recién regreso muy entrada la noche, por lo menos la mayoría de las veces.
-A mi abuela le gusta conversar y le gusta que la escuchen cuando lo hace. Yo no tengo tiempo ni paciencia para ello, así que a partir de este momento, usted será su confidente, su amiga, y su compañera. A las diez, es la hora límite para que mi abuela este en la cama. Ni un minuto más ni uno menos. Su médico nos ha advertido que necesita descansar y no agotarse demasiado.
-Como habrá adivinado, también será su responsabilidad.
-No quiero que se me moleste o se me interrumpa, a menos que sea estrictamente necesario. Y cuando digo necesario, quiero decir que se trate de algo vital y de máxima urgencia. Si ella y usted no congenian en la primera semana, está despedida.
-Si no toma sus medicinas o cumple sus horas de sueño, está despedida, si noto que mi abuela está descuidada o es infeliz, está despedida. Y por descontado, si me causa usted problemas, está despedida. ¿Alguna duda sobre esto, señorita Haruno?
Sakura apenas podía articular palabra a causa del asombro. ¿Quién se había creído que era? ¿Cómo se atrevía a hablarle de aquel modo? Reprimió el impulso de enviarlo al infierno y dar media vuelta para volver por donde había venido. Sin embargo, al echar una ojeada por la ventana, supo que no podía hacer nada de eso.
La anciana que tomaba limonada en el jardín, plácidamente acomodada en su silla de ruedas, fue razón suficiente para que no le dijera a aquel arrogante lo que podía hacer con toda aquella sarta de reglas estúpidas. No conocía todavía a la señora, pero la expresión de su rostro rezumaba ternura. Le recordó el de su querida tía, quien siempre tenía una palabra amable para los demás. Decidió seguir su ejemplo y sonrió a pesar de su rabia.
- Ninguna, señor Uchiha -respondió, mirándole abiertamente y sin temor-. Sólo nos queda tratar un tema. Quisiera saber cuál será mi día libre y si es posible, también quisiera que me indicara donde se encuentra la oficina de correos. Necesitaré enviar regularmente algunas cartas y…
- Puede tomarse libre los domingos y una tarde cada semana -atajó con tono cortante-. Por supuesto, sobra decirle que esperamos sepa comportarse acorde con las circunstancias en su tiempo libre. Lo cual se traduce en nada de drogas, alcohol o salidas nocturnas. Y por supuesto, nada de hombres, dentro o fuera de la casa, ¿estoy siendo claro, señorita Haruno?
- Muy claro, señor. Pero yo... -estaba tan indignada, que no encontró las palabras adecuadas para defenderse.
- No me interesa su vida privada anterior, señorita Haruno. Pero mientras trabaje para mí, será una dama de compañía modelo. Si descubro que hace algo que ponga en duda mi nombre o el nombre de mi familia...
- Ya sé. Estoy despedida -terminó la frase por él, intentando no parecer demasiado cínica al hacerlo. Por la forma en que él apretaba sus mandíbulas, contrariado, supo que no lo había engañado.
- Veo que ha captado el mensaje. Y espero que no se lo tome a la ligera, señorita Haruno. Porque le advierto que la benevolencia no es una de mis virtudes. Al menor fallo que cometa, haré que salga de mi casa tan rápido que no le quedarán ganas de ser chistosa, créame.
- No estaba haciendo un chiste –replicó, y él le lanzó una mirada que helaría el infierno.
- Eso espero -advirtió el hombre-. Ahora le diré a Shizune que le muestre su habitación, ¿le parece bien, señorita Haruno?
Su voz estaba cargada de sarcasmo. Sakura asintió con la cabeza.
- Muy bien. Tengo que irme. Señorita Haruno… Espero que su estancia en la isla sea agradable -por un momento, le pareció ver un resquicio de amabilidad en el modo en que la miraba desde la puerta. Claro que enseguida desapareció y fue sustituido por aquella careta austera e insípida que era su rostro.
- Querida niña -la anciana (aunque no lo parecía porque aún se conservaba un rastro de juventud en ella) la besó en la frente y tomó sus manos para presionarlas ligeramente en señal de bienvenida. Sakura ocupó una silla junto a Tsunade, disfrutando de la suave brisa que acariciaba su cara. Había tomado una ducha y se había cambiado la ropa que había utilizado durante el viaje.
Como nadie le había indicado lo contrario, olvidó la idea de preguntar a la abuela si deseaba que usara algún tipo de uniforme.
Odiaba los uniformes y por otro lado, intuía que Tsunade no era el tipo de personas que consideraban esencial algo como la vestimenta. De hecho, ella misma llevaba puesto un sencillo vestido de algodón y cubría sus hombros con un chal de punto que ya había comenzado a resbalar por sus brazos. Sakura se lo colocó mejor y la señora se lo agradeció con una mirada cariñosa-. Estaba ansiosa por conocerte."
- Yo también, señora Tsunade -dijo con sinceridad y miró a su alrededor, extasiada por la belleza del jardín. Realmente, aquel taxista que la había conducido hasta allí, no había mentido. La isla era lo más hermoso que había visto y aquel jardín, el paraíso en la tierra.
Una suave voz la despertó de sus pensamientos. Al voltear a ver a Tsunade notó como la miraba fijamente.
- Te estaba diciendo que eres justo como te había imaginado. Sí, tal y como tu tía Kurenai explicó en su carta.
Sakura esperaba que su tía no hubiera revelado todos los detalles sobre su vida. Particularmente, había algo que prefería guardarse para sí el resto de su vida y no volver a hablar de ello con nadie.
- ¿Y cómo me imaginaba, abuela? -preguntó, feliz porque la anciana la trataba más como a alguien de la familia que como a una empleada. Sintió que ya la adoraba, y adoraba la isla solo por eso.
- Así -enmarcó su rostro con las manos para observarla con fijeza-. Preciosa, dulce, sencilla y llena de vida. La respuesta a todas mis oraciones.
Se acabaron esas mujeres amargadas vestidas de negro, diciéndome todo el tiempo lo que tengo que hacer… Por fin, el señor escuchó mis plegarias y me ha enviado un ángel que alegrará mis días.
- No soy un ángel, abuela-la interrumpió con ternura.- Y aunque no vista de negro, tendré que vigilarla igualmente. Su nieto ha sido muy claro al respecto.
- ¿Sasuke? sonrió.- Adivino que ya te ha estado asustando con sus majaderías, ¿no es así, niña?
- Bueno… -no quería meterse en problemas el primer día. Pero tampoco podía mentirle a nadie que la mirara con tanto cariño.- Él solo se preocupa por su bienestar.
- ¡Mi bienestar! -soltó una carcajada que alivió la preocupación de la muchacha.- Ese nieto mío me tendría todo el día metida en la cama si lo dejara… Lo quiero con el alma, niña. Pero a veces, cuando lo miro, echo de menos a mi pequeño y travieso nieto, ese pequeño que jugaba entre mis faldas y me hacía reír con sus tonterías. ¿Sabes una cosa? A veces, al mirarlo, creo que no conozco al hombre de expresión seria y amenazante en que se ha convertido…
- No esté triste. El señor Uchiha parece quererla mucho.
- Lo sé, querida. Aunque tendría que sonreír un poco más para mí -reconoció.- Eso aliviaría todas mis enfermedades. Claro que ahora te tengo a ti. Vamos a ser grandes amigas, ya lo verás.
- Oh, abuela… -. Sakura no pudo evitar que se le escaparan unas cuantas lágrimas.- Estoy tan feliz por estar aquí… Gracias por haberme elegido.
- Gracias a ti, Sakura-chan… ¿es así como te llaman, no? Tu tía lo decía en su carta.
- Sí.
- Es un nombre muy bonito. Tanto como tú -la estrechó contra su pecho.- Criatura mía. La isla será desde hoy, tu hogar. ¿Crees que podrás quedarte para siempre junto a esta vieja, no te aburrirás y querrás marcharte cuando más cariño te haya cogido?
- Se lo prometo. No me iré… A menos que usted lo desee.
- Ah, mi pequeña y dulce niña… -. Tsunade la apartó para volver a mirarla con sus ojos de mujer sabia. Parecía leer en su interior al hacerlo.- Eso nunca sucederá. Y ahora… ¿Tendrías la amabilidad de leer un rato para mí? Mi vista ya no es lo que era y tengo esta interesante novela romántica…
Sakura dijo que sí, entusiasmada ante la idea de que nacía entre ellas una gran amistad. Algo que auguraba llenaría el vacío de su vida, a pesar de todos los Sasuke's Uchiha del mundo.
¿Les gusto? espero que sí, muy pronto subire la continuación.
Nos vemos, Rossy. :)