Holaaa, aqui reportandose de nuevo. :)

He decidido crear un fanfic de una de mis películas favoritas favoritas: Frozen. Obviamente le voy a dar mi toque personal y realmente me imagino si todo lo que se escribe en los fanfics pasara en las peliculas ¿Se imaginan?

Bueno solo quiero aclarar que Frozen ni sus personajes me pertenecen ya que son propiedad de Disney y esta historia es totalmente mía y no permitire que nadie la tome ni publique mas que yo. Tambien si alguien tal vez desee traducirla tendra que tener mi consentimiento.

Se que he estado pendiente con mis fanfics y que otras personas piden que publique rápido pero que pierdo muy rápido la inspiración y hace mucho que quería publicar una historia de Frozen asi que tendrán que esperar un poquito más. Gracias por su comprensión.

Disfruten de mi historia y por favor dejen sus reviews.

Prólogo. Aullido en una noche nevada

El reino se hallaba tranquilo, todos seguían con sus actividades normales y cotidianas. El herrero se preparaba para herrar los caballos del rey. El panadero sacaba un delicioso pan de aguas del horno y la florista decoraba toda la plaza con las más hermosas flores que llenaban el ambiente con su dulce perfume.

De repente se oyen las risas de una pequeña niña de unos siete años que era perseguida por su hermano de 11 con una máscara con la forma parecida a la de un lobo. El niño gruñía e imitaba los movimientos del animal mientras la niña actuaba como si fuera atacada.

-"Graaar, soy un lobo feroz y me gusta comer niñas para la cena"- gruñía el niño mientras extendía los brazos como en forma de ataque.

-"No, por favor, señor lobo. No me coma, no lo permitiré. Porque soy una niña valiente y no me asustan los lobos como tú"- decía la niña entre risas mientras sacaba una pequeña espada de madera que sus padres le habían dado.

-"Tus suplicas no bastarán, pequeña Alice. Te devoraré de todas maneras"- gruñía mientras agarraba a su hermana por la cintura y la acercaba a el para comenzarle a hacer cosquillas.

(Riéndose) –"Jajaja, por favor no. ¡Pa-para ya! Por favor señor lobo mire que mañana es mi cumpleaños número ocho- reía la niña mientras trataba de zafarse de su hermano quien luego de varios segundos la soltó.

-"En ese entonces… doble carga de cosquillas"- gritó su hermano moviendo los dedos.

-"No, ya detente"-

Todos en el pueblo amaban ver a esos niños jugar en la plaza libremente. Pero ellos no eran niños cualesquiera, eran los hijos del rey y la reina del reino de Snowflake, un pequeño reino algo escondido entre las montañas, muy lejano al reino de Arendelle.

La reina se encontraba planificando la fiesta de cumpleaños de su linda hija Alice, una bella niña de cabellos color caoba y ojos verde esmeralda. Su blanca piel se confundía con la fría nieve. Su apariencia contrarrestaba con su actitud, muy enérgica y divertida.

Su hermano mayor Marcus, un niño de cabello castaño claro de ojos cafés oscuros y blanca piel igual que su hermana, en el ámbito de personalidad no eran iguales. Él era más tranquilo y sereno frente a sus padres pero se transformaba en un niño inquieto y juguetón cuando estaba con Alice. Por esto su padre lo reprendía ya que esas no eran actitudes de un futuro rey.

El rey se encontraba en una expedición fuera del reino y es por esto que los dos niños salieron a jugar por pedido de la reina que quería que su hija estuviera distraída para comandar los preparativos de su fiesta de cumpleaños.

Luego de algunas horas de risas y juegos, las puertas del reino se abrieron lo que alertó a Marcus de la llegada de su padre. Tomó a su hermana por el brazo y la llevó corriendo al castillo.

La reina, al notar la llegada de sus hijos y su esposo, interrumpió los preparativos y mandó a sus sirvientes que los ocultaran de los ojos de su hija.

Los dos niños subieron corriendo las escaleras que llevaban a las habitaciones y se encerraron en el cuarto de Alice.

-"Quiero seguir jugando en la plaza, Marcus"- refunfuñaba Alice jalando la camiseta de su hermano. –"Mira que mañana es mi cumpleaños. No seas malo".

-"Pero hay muchas otras cosas divertidas que puedes hacer en este castillo"- respondía mientras acariciaba el largo cabello de su hermanita.

-"Pero todas esas cosas son aburridas. Vamos hermano, no seas así"- imploraba la princesita con lágrimas en los ojos.

-"No Alice, no llores. ¿Sabes qué? Hagamos algo divertido juntos"- dijo su hermano con una gran sonrisa.

-"¿Qué cosa hermano? ¡¿Qué cosa!?" –preguntaba intrigada la niña impaciente.

El niño salió de la habitación por un momento, pese a la impaciencia de su hermana.


Mientras tanto, el rey entro al palacio ayudando a caminar a un hombre de cabello negro y ojos color ámbar quien se hallaba herido. La reina no le gustaba la presencia de este hombre en el castillo, había algo que le daba mala espina.

El rey arrastró al hombre hasta una silla y lo recostó. Luego llamo a sus sirvientes para que lo atendieran y curaran sus heridas. El hombre se sentía muy agradecido y se presentó a la reina:

-"Mucho gusto su majestad. Mi nombre es Caius. Es un placer y un honor conocerla"- se postró el hombre frente a la mujer y depositó un beso en su mano.

-"El placer es mío, buen hombre"- dijo la reina con desconfianza. –"Me disculpa un momento, por favor"- dijo arrastrando al rey lejos del hombre.

-"Este hombre me da muy mala espina Carlos, no creo que sea de fiar"- advirtió la reina a su esposo.

-"Kaya por favor, este hombre salvo mi vida muy valientemente cuando nos estaba atacando una manada de lobos rabiosos"- justificó el rey a su esposa. –"Le permitiré quedarse cuanto él quiera"

La reina estaba en desacuerdo pero no quería pelear con su esposo por problemas insignificantes así que le permitió al hombre quedarse.


Luego de unos minutos, Marcus regresó con un violín que le había regalado de pequeño su madre ya que sentía admiración por este instrumento.

La niña emocionada, abrazó a su hermano ya que este le iba a tocar una dulce melodía, cosa que a ella le parecía hermoso. Este afinó el violín muy rápidamente y se dispuso a tocar una bella melodía dedicada a su hermanita. La niña espero el momento justo y entró con una voz más pura y hermosa…

Sus padres, quienes se hallaban abajo, oyeron la bella melodía y fueron hasta la habitación para poder felicitar a sus hijos por ese talento y amor por la música que ambos poseían. La niña corrió a abrazar a sus padres mientras Marcus miraba a su padre con angustia pero este se sentó a su lado para abrazarlo por su talento.

Luego bajaron a cenar y los niños se toparon con el hombre misterioso. Todos se reunieron en la mesa y el extraño se presentó ante los niños y comenzó a contar todas las hazañas que había realizado tiempo atrás. El rey y Alice se mostraban asombrados por las historias del hombre, sin embargo Marcus y la reina no creían ni una sola palabra de lo que salía de la boca de ese hombre.

Al terminar la cena, se dirigieron a sus respectivas habitaciones en el piso alto y el extraño a una habitación en la parte baja del castillo.

La noche era muy fría y la nieve se hacía presente. El viento rugía con fuerza y golpeaba las ventanas del castillo. Alice quien se hallaba totalmente dormida, se sobresaltó al escuchar un golpeteo en su ventana la cual después se abrió dejando entrar la nieve y el frío a su habitación. La niña se levantó temblando y se dirigió a cerrar la ventana pero el viento y la nieve no le permitían ver muy bien. Se cubrió los ojos con su brazo y agarró el picaporte de la ventana para luego cerrarlo. Abrió los ojos y se llevó una horrorosa sorpresa. Unos brillantes ojos amarillos aparecieron entre la penumbra de la noche.

Una horrible pesadilla atormentaba a la reina, su hija era atacada por un monstruo, cuando de repente escuchó una ventana romperse proveniente de la habitación de su hija y se sobresaltó. Trató de levantar a su esposo pero fue totalmente inútil, él se hallaba profundamente dormido. Fue hasta su habitación para encontrarse con una espantosa escena: su hija no se encontraba y la ventana estaba totalmente rota, además había un rastro de sangre que llevaba al balcón.

Todos se levantaron asustados debido al grito desgarrador de la reina llamando a su pequeña hija. El rey inmediatamente inició una búsqueda y ordenó a la reina y a su hijo permanecer en el castillo ya que era muy peligroso salir. La reina se hallaba inquieta y Marcus lloraba por su hermana, temía de que estuviera herida o peor, muerta. Sin embargo el niño corrió en dirección de la habitación del extraño que no se había mostrado y, en efecto era porque no se encontraba. Aviso a su madre lo sucedido.

La reina presentía que su hija no estaba muy lejos del reino así que alistó a su caballo, tomó un arco y flecha y salió en busca de su pequeña hija, pese a las advertencias de sus sirvientes. Cabalgó en dirección al bosque cuando de repente una sombra se cruzó haciendo que su caballo se encabritara haciéndola caer en la fría nieve. Lo que vio la dejo horrorizada, era el mismo hombre que su esposo había salvado pero tenía un aura mucho más maligna que cuando se habían conocido. Además, poseía unas grandes orejas negras de lobo sobre su cabeza y una cola peluda. Sus manos se habían trasformado en garras afiladas y sus caninos eran mucho más desarrollados que antes. Sus ojos ámbar brillaban y gruño botando una baba espesa. Era más un lobo que un humano caminaba encorvado y gruñía y resoplaba como ese animal.

El lobo atacó a la reina quien logró esquivar el ataque y lanzó una flecha al animal quien cayó herido en el primer tiro. La reina aprovechó para escapar y rescatar a su pequeña hijita. Corrió y a unos cuantos metros se halló con lo peor: su hija estaba tendida en la nieve teñida del color rojo de su sangre.

La reina lloraba desconsoladamente y agarró a su hijita y sintió que si tenía pulso pero muy débil. Debía llevarla al castillo ya que estaba perdiendo mucha sangre de una gran herida en su hombro que llegaba hasta su cuello hecha por las garras del lobo. La madre tomó en sus brazos a la pequeña sin importarle nada en absoluto. La niña con la poca fuerza que tenía rozó la mejilla de su mamá dejando a la vista la marca de los colmillos del lobo en su muñeca.

De repente, el lobo atacó por sorpresa el tobillo de la reina haciéndola caer en la nieve mandando a su hija lejos. El lobo se disponía a devorar a la reina pero esta se defendía poniendo su arco entre su rostro y los colmillos del lobo. Agarró una flecha y en un descuido del monstruo la clavó en su estómago. El animal gruño de dolor pero se hallaba totalmente enfurecido. Atacó de nuevo pero esta vez a la niña, la madre no lo permitió. Lanzaba flechas repetidas tratando de dar con el blanco que se movía muy rápido. En un instante el lobo empujó a la reina contra unas rocas, cayendo inerte en la nieve. El lobo se acercaba a devorarla pero la caballería del reino apareció y atacó al lobo que desapareció entre una neblina oscura.

El rey luego de ordenar a sus caballeros seguir el lobo, corrió hasta donde estaba su hija quien todavía estaba viva y la tomó entre sus brazos y la abrazó. Se la dio a un caballero para que la llevara directo al castillo con la reina y que la curasen los médicos. El caballero partió rápidamente.

El rey se disponía a matar a esa bestia por lo que le había hecho a su hija pero no sabía el resto de la historia. Otro caballero llegó asustado a avisar que había ocurrido algo terrible. El rey tenía un mal presentimiento y llegó hasta unas rocas cubiertas de nieve y en la base se encontraba su esposa agonizando alrededor de un manto de nieve roja.

El rey abrazó a su amada quien tiritaba y no respiraba muy bien. Trataba de decir algo pero no podía. El rey rompió en llanto y logró oír a la reina decir unas palabras "Carlos, cuida bien de nuestros hijos". La reina dejo de respirar y su cuerpo estaba tan frío como la misma nieve. El rey gritó desconsolado por la muerte de su esposa quien se había sacrificado por salvar a su hija pequeña.

En el castillo, todos estaban horrorizados por la forma que en la que había llegado Alice y estaban preocupados por el rey y la reina también. Marcus no podía creer lo que vio, a su querida hermana pequeña cubierta de heridas sangrantes casi sin capacidad para respirar. Paralizado las sirvientas lo trataron de consolar pero este era inmune a sus consuelos. El no lloraba pero sentía un inmenso dolor dentro de sí.

Las puertas del reino se abrieron de nuevo para mostrar al rey desconsolado junto a sus caballeros entristecidos. Todos los aldeanos se mostraban inquietos por la bestia y de lo que era capaz de hacer. El rey con toda la pena que existe en su corazón decretó que la reina había sido asesinada por un gigantesco lobo negro, sacrificándose por la princesa Alice. Todo el reino lloraba por la pérdida de su querida reina pero el más afectado era Marcus quien amaba mucho a su mamá, quien fue la que le enseño a tocar el violín y le enseño a soñar y a creer.

Al día siguiente, los médicos avisaron al rey que su hija se hallaba estable y que ella si iba a sobrevivir. Al rey le dolía ir a ver a su hija ya que se parecía mucho a la reina así que se encerró en su habitación a tocar el laúd frente a un cuadro donde estaban él y la reina en un prado de flores.

Marcus fue la única persona que le interesaba ver a Alice, ya que la quería mucho. Se sentía triste pero lo que había ocurrido lamentablemente quedó en el pasado y tenía que enfocarse en el presente. Entró a su habitación y vio a una niña recostada en su cama con todo su hombro y cuello vendados jugando con su pequeña espada.

-"Hola princesa guerrera. ¿Te sientes bien?"- preguntó Marcus tratando de ocultar su dolor.

-"Me duele un poco el hombro pero si me siento bien"- afirmaba la niña sonriendo. –"¿Sabes que día es hoy, hermano?"- replicaba la niña.

-"SI lo sé es tu cumpleaños"- dijo tristemente y no pudo contener sus lágrimas. Abrazó a su hermana para auto controlarse y luego la miró con ojos llorosos para desearle feliz cumpleaños.

-"¿Por qué lloras, hermanito?"- preguntó inocentemente la niña sin saber la razón por la cual Marcus estaba triste en su cumpleaños.

Marcus desconsolado le contó la dura verdad a su hermana que respondió con lloriqueos y lamentos. Se abrazaban mutuamente y Marcus le afirmó a Alice que siempre la iba a proteger de todo peligro cualquiera que este sea. Lloraron más tiempo junto hasta quedarse profundamente dormidos.

Justamente despertaron cuando el día cambiaba a ser noche, cuando la luz se convertía en tinieblas. Alice se quejó de hambre y Marcus salió de la habitación para traerle algo de comer.

La niña se sentía mareada y confundida. Su cuerpo le dolía y se mostraba débil. Cayó de la cama enredada entre las sábanas y jadeaba fuertemente. La ventana se abrió dejando entrar la ventisca helada a la habitación. Su aliento se congelaba y los copos de nieve empezaron a dar vueltas alrededor de ella. Estos se insertaron en su cabello que algunos mechones cambiaron a un bello color blanco platinado. Sus ojos se tornaron azules brillantes y sus manos lentamente se transformaban en garras afiladas. La nieve se dispersó y ella corrió hasta el espejo para divisar a un monstruo. Tiró el espejo de susto y sus pedazos quedaron esparcidos en el piso. En descuido, la niña recibió una cortada en su pie y vio su sangre que le causaba mareo. Se cubrió su boca y sintió dos puntas que sobresalían. Tocó sus caninos superiores e inferiores y notó que se habían alargado. También le brotó una cola blanca peluda y por último unas largas orejas encima de su cabeza. Era igual al monstruo que la había atacado.

Marcus regresó a la habitación de su hermana con una bandeja llena de bocadillos y bebidas. Le extraño no encontrarla en la cama. Vio un pequeño bulto que trataba de esconderse en la oscuridad con la ayuda de una sábana. Se acercó y creyó que su hermana quería jugar con él pero soltó la bandeja de bocadillos al quitar la sábana.

El niño quedó estupefacto con lo que tenía a sus ojos. Su hermana menor lucía como un lobo salvaje. Por un momento no sabía si ayudarla o salir corriendo. Decidió ayudarla tendiendo su mano y quitándole pedacitos de comida que le había caído encima al soltar la bandeja. La niña retrocedió con miedo mirándolo fijamente.

-"Alice, tranquila déjame ayudarte"- decía su hermano dulcemente mientras le tendía su mano a la niña quien emitía sonidos parecidos a los de un perrito asustado.

-"No, déjame. Puedo lastimarte. Vete de aquí. No quiero ver a nadie"- reclamaba su hermana cubriendo su rostro con sus garras blancas.

-"Alice, no me importa lo que seas. Prometí que siempre te iba a proteger"- dijo Marcus agarrando su muñeca permitiendo ver su rostro.

-"¡No, déjame en paz!"- aulló su hermana levantando su mano izquierda haciendo que sus afiladas garras brillen en la oscuridad de la noche.

Alice en un acto de temor por lastimarlo trató de alejarlo pero en vez de eso rasguño el rostro de Marcus. El niño cayó en el piso fuertemente. Su hermana reaccionó a los minutos debido a que su hermano no despertaba. Tomó su cabeza y divisó la profunda herida sangrante que ella le había causado. Gritó su nombre pero este no respondía. Lo abrazó y lloró desconsoladamente. Notó sus garras y vestido estaban restos de la sangre de su hermano. Retrocedió asustada y emitió un grito como el rugido de una fiera encerrada y agonizante.

El silencio reinó el castillo.

El rey dejó de tocar su laúd y subió rápidamente a la habitación para encontrarse con la escena macabra. Alice se escondió entre las sombras y vio que su padre abrazaba a Marcus mientras lloraba desconsoladamente. Retrocedió sintiéndose culpable y pisó un vidrio roto causando un leve sonido. El rey desenvainó su espada y vio a un lobo blanco cubierto de sangre en la habitación.

-"Papá, ayúdame no sé qué pasó. Me convertí en un lobo y sin querer lastimé a mi hermano"- rogó la niña inocente al ver a su padre acercándose. –Papi, ¿Qué estás haciendo? Soy yo, tu hija Alice"- dijo la loba asustada al ver a su padre con la mirada perdida y la espada desenvainada acercándose dispuesto a matar. Lo único que le escuchaba era los gruñidos de un lobo que atacó a sus dos hijos.

El rey atacó y Alice esquivó ágilmente. La niña en su interior lloraba al ver a su mismo padre tratando de matarla. Decidió saltar por el balcón hacia los patios del palacio.

El rey alertó a sus caballeros y sirvientes para que maten al monstruo que se encontraba en el reino. Montones de arqueros montados a caballo lanzaban sus flechas dirigidas al blanco en movimiento quien decidió entrar a las casa de los aldeanos para refugiarse del ataque de los arqueros. Algunos salían corriendo y otros más valientes trataban de enfrentarla con cuchillos, palos y antorchas. La loba salió asustada de ahí haciendo tropezar a un hombre que cargaba una antorcha, la cual cayó en una cabaña que empezó a consumirse en llamas. En ese tumulto, Alice aprovechó y logró trepar a los techos de las cabañas envueltas en fuego para así poder cruzar el muro del reino de un salto.

Las rejas se abrieron y una gran caballería, liderada por el rey, salió en búsqueda del monstruo que causó desgracias al reino. Lograron seguirla hasta que ella logró perderse entre los árboles del bosque helado. Su color blanco también le favorecía para ocultarse en la nieve. Corrió hasta llegar a una montaña la cual podía divisar todo incluido su hogar. El reino Snowflake estaba siendo consumido por las llamas y muchos de los aldeanos lloraban desconsolados. Alice se mostró culpable, observó el cielo nocturno para divisar una hermosa luna llena, blanca como la nieve. Desde lo más profundo de su ser aulló en memoria de su pueblo y familia. Finalmente salió corriendo por la montaña hacia rumbos desconocidos, dejando un rastro de lágrimas brillantes que se perdían entre la nieve.

Se que aún no aparecen los personajes de Frozen pero este es solo el prologo. Realmente me inspire al hacerlo y quería hacerlo algo tragico.

Dejen sus comentarios para saber como les pareció. Raro, exagerado, muy sangriento, regular, bueno o excelente. Para mi creo que son las tres primeras opciones xD

Gracias. nos leemos ;)