—Sasuke-kun ~— canturreó Sakura buscando a su marido por la casa.
Sasuke, por su parte, estaba limpiando con sumo cuidado su katana. Barnizaba aceite y luego pasaba un fino trapo. Así era su rutina, luego, estaría escuchando uno de los tantos chismes de su esposa mientras cenaban tranquilamente, acabando la velada con ambos desnudos en la cama y...
—¡Aquí estas! — anunció Sakura apareciendo con su melena rosada por el marco de la puerta.
—Hmp. — contestó, y luego miró sus manos. — ¿Que haces con mi poncho? — arqueó una ceja y se espero lo peor.
—Le he hecho unos retoques. — sonrió como una niña pequeña y se apresuro a llegar al lado de su marido. — Levántate. — le ordenó. Sin rechistar le hizo caso, y ya, cuando una cabeza les separaba de altura, Sakura extendió los brazos para pasarle el agujero de aquella tela por la cabeza.
Sasuke buscó con la mirada alguna rareza en la prenda, cuando vio a su mujer esconderse debajo de aquel poncho. A ella le encantaba refugiarse debajo de esto.
Se llevó un pequeño susto cuando la cabeza de su novia salió sin previo aviso por otro agujero, quedando sus cabezas muy cerca.
—¡Mira! ¿Te gusta? — Sasuke estaba entre sonrojado y sorprendido.
—Era mi poncho... — dijo indignado agachando la cabeza, cuando se encontró, en letras bordadas, la siguiente frase:
"Futuros padres".
Los ojos se le iluminaron y miró a Sakura con impaciencia, esperando algún comentario sobre esto, pero lo que se encontró fue mejor, las lagrimas de su mujer con una sonrisa radiante le indicaron que si era lo que él creía. Ella cogió las fuertes manos del pelinegro y las acercó a su vientre.
—Felicidades, vas a ser papá.