Fairy Tail y sus personajes no me pertenecen.
Sin Caer en el Amor
"No quiero ser un capítulo, quiero ser tu historia"
UNO
¿Se han sentido alguna vez vacios? ¿Tan vacios que son incapaces de sentir cualquier sentimiento? Yo si lo he hecho, no es como si me importará mucho pero una vida sin sentimientos de por medio era mucho más fácil, en varios sentidos.
Hacía años que no me enamoraba de alguien, jamás había sentido la necesidad de cuidar a alguien con mi vida, de tenerla cerca o simplemente quererla, mis relaciones se basaban en el ámbito que abarcaba simplemente el placer sexual. El sexo no era un tabú en mi vocabulario, era simplemente una experiencia de placentera, trataba que en el acto la otra persona disfrutara tanto o más que yo.
Desvíe mi mirada hacia la pelirroja que estaba a mi lado, su cabello cubría uno de sus ojos y aún parecía profundamente dormida. Me senté en la cama y estiré mi mano hasta que esta diera con la caja de cigarrillos, coloqué uno en mi boca y busque mis boxers, la noche anterior habían acabado debajo de la cama. El sexo con Erza era bueno, recuerdo nuestra primera vez, fue patética, veníamos siendo amigos desde siempre, nos conocíamos de muy chicos, un día ella llegó diciendo que su novio, en ese momento, la había engañado, tomamos, tomamos mucho, escuché todas sus penas, un rocé llevo a otra cosa, una caricia llevó a un beso y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos totalmente desnudos, hasta ahí iba perfecto, obviemos cuando ella vomito en mi cama luego de hacerlo. Detalles, incómodos detalles que si van al caso solo soportaría de ella, por ser mi amiga, nada más.
— ¿A dónde vas?
Levanté mi cabeza y vi sus ojos chocolates mirándome, luego ella bostezó.
—Tengo que ir a la Universidad, es viernes.
Ella asintió con la cabeza y se dio vuelta, termine de vestirme, me coloqué unos pantalones verdes oscuros y una camisa blanca de mangas cortas con una camiseta negra debajo, acomodé mis rebeldes cabellos como pude y por fin encendí el cigarrillo que llevaba entre los labios.
— ¿Puedes cerrar cuando te vas? —Le pregunté a la pelirroja mientras tomaba mi mochila.
—Claro…
Me daba risa eso de que Erza se volteará o le diera pena verme con poca ropa o sin ella después de todas las veces que nos acostamos juntos aunque claro, jamás me reiría en frente de ella.
Tenía un carácter fuerte, era en sí una persona fuerte pero como todo el mundo desbordaba por algún lado, en ese sentido, no dejaba que muchas personas la vean así.
Tampoco era alguien de muchas palabras y nuestra relación no tenía complicaciones, es decir, ambos sabíamos que era lo que hacíamos y que no había sentimientos de por medio. Era importante remarcar eso.
Al subir al ascensor me cruce con Meredy, la vecina nueva del 5C, alta, pelirrosa, buenas curvas, apenas la vi supe que debía acostarme con ella pero no era una chica fácil al parecer. No caía tan fácilmente ante mis encantos aunque se reía de todas mis bromas y en más de una ocasión me las devolvía. ¡Todo un reto!
—Parece que alguien se cayó de la cama…
Moví la cabeza de un lado al otro en forma de queja, llevaba unas semanas en el edificio y ya sabía que madrugar no era lo mío.
—Las obligaciones llaman…
Ella rió, yo solo miré hacia adelante y esperé, la salude con la mano antes de salir un poco más corriendo hacia la calle, y es que cuando quise revisar la hora me di cuenta que era tardísimo. El tiempo pasaba rápido con bellas compañías.
Mi pequeño departamento quedaba cerca de la Universidad, lo había alquilado con la intención de quedarme cinco largos años en el mismo lugar, me ahorró dinero en combustible o boletos de algún transporte, voy caminando siempre por los mismos lugares hasta llegar a la puerta, allí me espera mi compañero, no quiero admitir que ese sujeto de cabello rosa es mi mejor amigo, Natsu es especial.
—Ey Gray…
Nuestros brazos chocaron en forma de saludo, ambos sonreímos.
—Ey Natsu…
En camino al aula estuvimos hablando de cosas triviales mientras me comentaba, a gran escala, como iba su relación con Lucy.
—¿Y entonces qué piensas?
Quería gritarle a todo pulmón que era un idiota por no haberse acostado con Lucy aún, ¡la pobre muchacha se lo estaba pidiendo a gritos!
—¿Quieres qué te de mi opinión acerca de qué pienso de que Lucy te haya tocado el pene?
Natsu arrugo la frente y frunció los labios, alcé una ceja.
—¿Mi sincera opinión sin ningún tipo de filtro?
—Ella no me tocó el pene.
Tosí y rodé los ojos.
—Ella quiere que tengan sexo… Mejor dicho para ustedes, hagan el amor.
—Lo sé… —Miré a Natsu fijamente, éste me devolvió la mirada y después de unos segundos volvió a hablar. —Quiero que sea especial con ella…
Casi me caigo cuando escuche eso, iba a pedir a mi amigo/rival que repita lo que acaba de decir, mi compañero de juerga me acaba de decir las palabras más cursis que le había escuchado decir en mi vida.
—¿Qué demonios Natsu? —Le pregunté riendo mientras entrabamos al aula y tomaba asiento, él se sentó frente mio y se dio vuelta al instante para seguir nuestra conversación.
—Ríete, hazme las bromas que quieras… Lucy es especial.
Bufé, ¿acaso eso era estar enamorado? ¿Cuándo fue la última vez qué sentí eso por alguien?
—Llévala a un lugar bonito, que se yo, no me pidas esos consejos a mi.
Me encogí de hombros y alabé al profesor que entró. Las clases avanzaron lentamente, las horas de filosofía antigua fueron un pesar, quería saltar por la ventana, el profesor era de esos tipos densos, su voz era gruesa y rasposa, odiosa de escuchar por dos horas seguidas.
Se me hacía más llevadero las horas de inglés, la profesora Mirajane era encantadora, su pantalones ajustados era un placer a mis ojos aunque si tenía que calificar lo que se llevaba el diez eran sus preciosos escotes en v. Cuando en ese momento se dio vuelta y comenzó a anotar en el pizarrón, mi mente no tardo en divagar por mi imaginación, en pensar que si ninguno de mis compañeros estuvieran presentes ya la hubiera empotrado en su escritorio, le hubiera arrancado la ropa y la hubiera hecho mía, una y otra vez. ¡Oh mierda! Si ella era perfecta. Moví mis piernas sintiendo como el calor subía por ellas centrándose debajo de mi vientre.
Las clases se dieron por terminadas, miré a la profesora por última vez dedicándole una sonrisa que me devolvió dulcemente y entre medio apareció el rostro de Natsu.
— ¿Qué harás hoy a la noche?
— ¿Hoy a la noche? … Es noche de salida. —Le respondí de la forma más natural mientras guardaba mis cosas.
— ¿Con quién saldrás hoy?
Suspiré, no entendía por que tantas preguntas. Cuando mi amigo era soltero solíamos ir a boliches y terminar con nuestros ligues en la cama, claro que ahora que Natsu estaba de novio, aquellas noches de gloria habían terminado… Para él.
—Iré solo…
El gesto que hizo se me hizo divertido. Sabía que era lo que estaba pensando.
—Puedo decirle a Lucy…
—No, no. —Lo interrumpí y me puse de pie. —A ella no le gustará que salgas conmigo de noche, no te preocupes, conseguiré compañía en seguida…
Me delante de Natsu caminando hacia la salida del salón, lo escuche quejarse e insultarme, simplemente reí, rápidamente me alcanzó y comenzó a caminar a mi lado.
—Puedo decirle para salir los tres…
¿Los tres? Vaya, algo nuevo.
—No sé…
No es que me molestará la novia de mi amigo, Lucy era una chica encantadora y nos llevábamos bien pero sabía que no aprobaba mi manera de vivir la vida nocturna.
—Piénsalo, te llamaré dentro de unas horas. Hoy tengo cena con su padre.
Me reí en su cara y luego le alcé el pulgar.
—Que no se dé cuenta que quieres embarazar a su hija.
Se fue diciéndome mil burradas, Natsu jamás cambiaría.
Antes de terminar en mi departamento paré en una pequeña y abandonada cafetería, era raro ver gente en ella, una anciana era la dueña del lugar, me conocía de pequeño y yo le tenía un gran afecto. No paraba siempre pero cada vez que lo hacía sabía que obtendría un abrazo extra con mi café.
— ¡Gray!
Alcé mis brazos y abracé a Maria. Ella me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
— ¿Vienes por tu café?
Asentí con la cabeza y me senté en la barra.
—Parece que hubo movimiento… —Comenté mientras veía como se esforzaba para preparar el café que a mi me gustaba.
—Algo, unos chicos de tu Universidad pasaron y compraron para llevar…
—Seguro vuelven…
Aseguré con una sonrisa y ya con el café enfrente mío lo tome para retirarme, me despedí de Maria prometiendo volver pronto.
Subí las escaleras de mi edificio llegando al cuarto piso, habitación 4B, esa era la mía. Un precioso tres ambientes, algo grande para una sola persona, perfecto para mí. Dejé caer mi mochila y camine arrastrando mis pies hasta la habitación, sonreí al ver la cama hecha, Erza se había retirado ya. Deje caer mi cuerpo sobre el colchón y pensé en la propuesta de Natsu, salir con Lucy… No era por ser mala persona pero no quería que Lucy me arruinará ningún ligue, después de mis pensamientos pocos sanos con la profesora de inglés necesitaba meterla si o si.
Lo medité un par de minutos y termine diciéndome. Si algo salía mal de todas formas me podía alejar de ellos e irme, llamaría a Natsu al otro día y le pediría perdón, fin del asunto.
. . . . . . .
Estaba acomodando el cuello de mi camisa cuando los golpes en la puerta de mi apartamento me llamaron la atención, no podía creer que a veces lo conocía tanto como para conocer los golpes de aquel tipo. Sin preocuparme en tardar me termine de arreglar, los golpes y la insistencia siguieron hasta que abrí.
—Estaba por llamar a la policía, pensé que estabas muerto.
Soltó y yo soló mordí mi labio inferior mientras lo empujaba hacia adentro.
— ¿Y tu novia? —Pregunté mientras me abrochaba el cinturón.
—Eso te quería comentar…
Alcé la vista hacia mi amigo y le hizo un gesto para que continúe.
—Unos amigos de ella llegaron hoy de Estados Unidos, los invitó para que vengan con nosotros, será solo un rato
Negué con la cabeza, después de todo había sido una mala idea.
—Si quieren hacer noche de parejas, no sé, arreglen ustedes… No me jodas la noche.
—No seas así, te digo que Lucy no me dijo nada sobre esto.
Maldecí por lo bajo, me termino convenciendo para ir al boliche al fin y al cabo. Al llegar las luces y el humo no nos dejaban ver nada, según Natsu, Lucy y sus amigos nos estaban esperando del otro lado de la pista. Nosotros estábamos parados cerca de la barra y la música electrónica inundaba el lugar, demasiado alta como para escuchar lo que el idiota me decía.
Pasamos entre la gente, una muchacha rubia me tomó de la mano y me guiñó el ojo. Le sonreí, no era para nada mi tipo, señalé a Natsu y seguí mi camino atrás de él, que ni siquiera se volteaba a ver si yo estaba detrás. De todas formas no perdí tiempo y me puse a escanear a las preciosuras que andaban cerca, más de una estaba entregada y de sobra la tendría en mi cama aunque ninguna resaltaba del resto, estaba demasiado decepcionado hasta que mis ojos grises se detuvieron en una chica que estaba de espalda, llevaba un vestido azul ajustado y pelo del mismo color cayendo por debajo de sus hombros, poco me importó perder a Natsu. Me acerqué y comprobé que estuviera sola. Me paré junto a ella en la barra, observé de reojo que llevaba en sus manos unos chicles de menta, sonreí y pase mi brazo por su cintura acercándome por atrás.
— ¿Quieres bailar? —Susurré sobre su oído. Sentí una extraña sensación recorrer por mi cuerpo cuando la toqué. ¿Tan excitado estaba?
Ella volteó y me miró fijamente, tenía unos hermosos ojos azules. Le sonreí y ella asintió con la cabeza. Nuestros cuerpos se dejaron llevar por la música, se rozaron, se tocaron, se desearon, ella se movía demasiado bien, podía sentir su piel caliente, la acerqué a mi rostro y me atreví a rozar mis labios con los de ella, termino por acercar nuestras bocas, sus brazos rodearon mi cuello, mi lengua delineo sus labios queriendo profundizar el contacto de nuestro beso en uno con mayor pasión, nos separamos cuando el aire nos hizo falta, mi pecho estaba agitado y podía sentir que el de ella también.
— ¿Quieres irte?
No me respondió pero se dejó llevar hasta afuera, sin las luces , ni el humo, ni la música la podía apreciar mejor, esa noche iba a disfrutar. Ella parecía nerviosa, tal vez era la primera vez que hacia algo así, parecía joven, seguramente era más chica que yo. Me acerqué y acaricie su brazo desnudo.
— ¿Te parece ir a mi depto?
Ella negó con la cabeza. Me confundí, entonces…
—Juvia tiene su coche aquí…
Oh, niña atrevida, ni siquiera preste mayor atención a la forma en la que hablaba. Me encogí de hombros, por mi estaba bien. Me guio hasta el coche pero cuando estaba metiendo la llave mis instintos y deseos pudieron más, me acerqué a ella por la espalda, acaricié sus piernas subiendo hasta sus glúteos, ella pareció estremecerse, le gustaban mis caricias, lo notaba. La bragueta de mi pantalón comenzaba a crecer, la apoye contra ella y mis caricias subieron por su cintura hasta sus pechos comenzando a bajar su vestido.
—A-aquí no, a Juvia le da vergüenza.
Cuando tomé entre mis dedos su pezón y mi lengua paso por su cuello gimió, apreté con mayor fuerza mi bulto contra su trasero y ella se apresuró en abrir la puerta del auto.
Por suerte su coche era espacioso así que no se nos dificulto acomodarnos, ella debajo, yo arriba. Me saqué la camisa antes de seguir con su vestido, ella abrió sus ojos y podía sentir su mirada sobre mi torso. Sonreí.
—Te gusta lo que ves…
Dije y ella enrojeció. Mis manos se apresuraron en deshacerse del vestido azul marino, ayudo bastante cuando ella me señaló el detalle del cierre. Sus pechos quedaron descubiertos y ella simplemente con una pequeña tanga celeste. Mis ojos disfrutaron de la imagen que me ofrecía la muchacha. Mi boca jugo con sus pezones mientras mis manos masajeaban sus pechos, ella solo gemía de placer, era excitante escucharla, mi entrepierna no hacia otra cosa que crecer y apretarse dentro de mi pantalón. Comencé a jugar con su tanga, mi dedo anular comprobó que ella estaba empapada, su tanga estaba demasiado mojada.
—Solo jugué con tus pechos y mira cómo te pusiste.
Proseguí sacando la única prenda que quedaba, ella estaba a mi merced. Sus piernas se abrieron dejando que me acomode entre ellas, seguí estimulándola con mis dedos, los pequeños masajes sobre el clítoris la hicieron llegar al orgasmo, lo sentí cuando sus uñas se clavaron en mi espalda y su cabeza se inclinó levemente hacia atrás. Lamí mis dedos y con la misma mano busque en el bolsillo de mi pantalón el preservativo que siempre llevaba conmigo. Al dejar expuesto mi pene percibí cierto nerviosismo por parte de ella, una idea se cruzó por mi cabeza y después me reí de ello, era imposible que esa muchacha fuera virgen o algo por el estilo.
—¿Estas bien?
Pregunté antes de seguir, al verla asentir le quite hierro al asunto, seguramente era imaginación mía. Coloqué el preservativo y mi falo comenzó a hacer fricción entre sus labios para luego entrar de una estocada en ella, la escuché gemir nuevamente, aceleré mi ritmo sintiendo como sus paredes apretaban mi pene, era demasiado caliente, encajábamos perfectamente. Me vine después de varias estocadas y salí de ella, el sudor caía por mi frente, me acerqué a su boca y le di un último beso. Eso había sido todo, me hubiera encantado repetir con esas magnificas piernas pero no solía acostarme dos veces con la misma mujer, la única excepción era Erza.
En seguida abroche mi pantalón y coloqué mi camisa, ella a su vez se acomodó el vestido y su ropa interior. Al parecer no sabía que decir.
—Gracias por lo de esta noche, eres muy linda…
Esas eran las mismas palabras que les decía a todas, era lo único lindo que llegaban a escuchar de mí. Me iba a bajar del coche y volver al boliche sin embargo algo me detuvo. Mis orbes grises se dirigieron hacia la cálida mano que se apresaba la tela negra de mi manga.
—Tu nombre…Juvia quiere saber tu nombre.
Parpadeé confundido, ¿para qué quería saber mi nombre? Chasqueé la lengua, me baje del auto y me agache para mirar hacia adentro.
—Fullbuster… Fullbuster Gray.
Cerré la puerta y contrario a lo que tenía planeado no me dirigí nuevamente hacia el boliche, volví a mi departamento, apagué mi móvil cuando vi las doce llamadas perdidas de Natsu. Mañana aclararía las cosas con él.
Luego de la ducha de agua fría y de colocarme la ropa interior limpia fui hacia la cocina por un vaso de agua, allí pude ver que eran casi las seis de la mañana, tragué el líquido y con pesar me fui a acostar a mi cama, por suerte no tenía Universidad ni trabajo los días sábados, eran mis días de descanso, así que podía dormir hasta tarde y permanecer todo el día sin hacer absolutamente nada o lo que se me diera la gana.
Mis ojos se volvieron a abrir a eso de la una de la tarde, lo supe cuando mi mirada se desvió hacia la mesa de noche y se enfocó en el reloj, ¡mierda que había dormido! Con pereza me levanté y busque mi móvil, al encenderlo y que inmediatamente comenzará a sonar recordé todas las llamadas perdidas de mi mejor amigo.
—Mierda…
Seguramente Natsu estaba enojado, o tal vez no, él solía exagerar mucho las cosas, tal vez debería ir personalmente a pedirle perdón y llevarle una cerveza, sí, eso haría. Como en los viejos tiempos.
Me cambie lo más rápido posible poniéndome lo primero que encontré una remera blanca con un águila negra en el pecho y unos pantalones negros ajustados con cadenas. Me gustaba vestir bien, a la hora del sexo la apariencia era lo primero que se vendía. Tomé algo de dinero, mis llaves y los puchos dispuesto a salir e ir directo a lo de Natsu sin embargo al abrir la puerta me encontré con una pelirroja con mala cara.
—¿Qué tal?
Para mi suerte el gesto de Erza se relajó y me abrazó, cosa que me sorprendió aún más, no entendía que estaba pasando.
—Bonita, ahora iba de salida…
—¿Puedo acompañarte?
Erza conocía a Natsu, los tres éramos amigos así que no creí que hubiera problema.
—Claro pero en el camino me cuentas que te tiene así.
Ella asintió y cuando tomamos el bus que nos dejaba en la esquina de la casa de nuestro amigo creí que era el momento adecuado para hablar, no sabía si sacar o no el tema pero ella se me adelantó:
—Tal vez sería mejor que dejáramos de acostarnos…
Eso me tomó por sorpresa, ¿cuál era el problema?
—¿No te gusta el sexo conmigo?
Ella no esperaba esa pregunta en forma de respuesta, su cara se había puesto roja, yo decidí mirar hacia otro lado. Carraspeé. Ambos estábamos incómodos.
—No es eso…
— ¿Entonces?
Ella acomodó su cabello, jugó con las puntas enredándolo en sus dedos, largo un suspiro y me miro con una determinación impresionante.
—Quiero darme la oportunidad de amar y ser amada, quiero enamorarme Gray, y tu no eres alguien del cual pueda hacerlo.
Eso lo sabía, nadie se enamoraba de Gray Fullbuster, también debía admitir que el fondo sabía que el derecho con Erza tarde o temprano terminaría.
—Lástima que nunca llegamos a hacer el trío con Natsu…
Golpeó mi hombro amistosamente (aunque dolió), sonrió, yo le devolví la sonrisa. Natsu, él seguramente tenía que ver mucho en esta decisión, desde que estaba Lucy el mundo completo le sonreía, él había cambiado, no podía dejar de estar contento por mi amigo y entendía que Erza quisiera intentarlo, agradecía que no conmigo.
Mi mejor amigo y rival vivía en la casa que algún momento perteneció a sus padres, tenía un hermoso jardín con diferentes flores que aunque pareciera raro, el idiota de pelo rosa se esmeraba por cuidar, su madre tenía adoración por aquel jardín y desde que falleció Natsu siempre decía que si en la primavera no había flores en aquel suelo en frente a su casa la ausencia de su madre dolía el doble. Le pedí a Erza que se me adelantará mientras iba por unas cervezas para los tres, insistió en acompañarme pero insistí en que vaya a la casa y calmará el mal humor del idiota, termino aceptando y yo termine comprando las cervezas desviándome apenas un poco.
Cuando llegué Natsu estaba esperándome en la puerta con los brazos cruzados, parecía molesto, enojado, me acerqué a él y le pase las cervezas.
—Para que te enfríes un poco, cabeza de chicle.
Me quitó las cervezas de la mano y me dio un golpe en la nuca, lo miré con el entrecejo fruncido mientras me quejaba.
—Ven adentro, tengo compañía.
Lo seguí insultando en silencio, sabía que me merecía el golpe pero ese desgraciado tenía la mano pesada.
Cuando pasamos a la sala, la vi a Lucy sentada en el sofá hablando con Erza y otra pareja.
—¡Gray!
La rubia se levantó y me abrazo, claro que yo correspondí al abrazo hasta que el idiota nos separó aludiendo de que estaba bien, "demasiado cariño". Era celoso el desgraciado. ¡No entendía que no me iban las rubias!
—Ven, te presentó a mis amigos, al final ayer no nos encontramos…
—Sabes como soy…
Dejé que me llevará hasta dónde estaban sentados el resto, mis ojos se abrieron sorprendidos al notar una presencia conocida, ¡y que no era exactamente Erza! La voz de Lucy hizo que girará a verla.
—Ellos son Juvia Loxar, amiga de mi infancia y Lyon Bastia, su novio.
¡Vaya, vaya, vaya! ¡El mundo era muy chico! Si era la muchachita del polvo de ayer, sus mejillas estaban tan rojas que fácilmente la confundiría con un tomate y además su novio estaba presente.
—Mucho gusto, soy Gray.
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.
Continuará.
Buenas! Les presento mi nuevo trabajo para los amantes del Gruvia. Espero lo disfruten.
Sugar.