∞ Título: "Tú lado de la cama"
∞ Autor:YUKI-NII.
∞ Género: Friendship
∞RatingT
∞ Pareja: Magnus Bane/Alexander Lightwood
∞ N/ACazadores de Sombras no me pertenece, esto no es más que un hobby, todo es creación de Cassandra Clare.
∞ Resumen:Alexander va y viene. Entra en su vida y luego desaparece, amanece a su lado, duerme justo pegado a su costado. Alexander le ama. Magnus se está volviendo loco, quiere más, necesita más, una vida entera dentro de un mundo que no es terrenal.
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Runa 4(Primera parte). Fearless
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Ho!) I've been trying to do it right
(Hey!) I've been living a lonely life
(Ho!) I've been sleeping here instead
(Hey!) I've been sleeping in my bed.
The Lumineers-Ho Hey
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―Hola
Alec sonrió, manos tras la espalda, mejillas sucias y ojos claros. Magnus se quedo ahí, frente a él, mirándolo como si fuese la primera vez. Como a ese cazador que se había colado a una de sus fiestas siguiendo a Jace, escondido tras la espalda del alto rubio y la incomodidad de estar rodeado de gente. Ese mismo que había cruzado a una dimensión demoniaca, para sacarle de la cárcel improvisada de Sebastian y arrastrarlo a través de estrechos pasillos para rescatarle.
Alexander Lightwood, que tenía largos dedos de pianista, y usaba un arco como arma. Alexander que prefería defender a pelear, Alexander que le había hecho sentir tan vivo.
―Hola ―.Contesto Magnus, en un susurro, Alec amplió su sonrisa.
― ¿Sabes porque estás aquí?
―No.
―Magnus ―. Alec lo dijo con cuidado, casi con miedo de asustarle. Magnus siguió negando con su cabeza. Alexander entonces camino hasta él, puso ambas manos en sus mejillas y detuvo el movimiento ―. Lo sabes ―. Y dejo caer su frente sobre la de él.
―Hice un trato, yo hice un jodido trato que no se puede romper Alexander ―. Voz agitada, casi agrietada. Alec había cerrado sus ojos.
―No, no lo hiciste. Soy la última memoria. La pieza que queda y que no se puede intercambiar Magnus. No existe contrato o palabra que pueda mantenerme aquí, porque cuando tú aceptaste en voz alta que era lo que querías se lo dijiste a tu Alexander, a mí.
Magnus mordió su labio, tan fuerte, tan doloroso, un hilo de sangre recorrió su mentón.
―Magnus ― llamo, dando unos pasos hacia atrás ―, necesito que me escuches.
La habitación para invitados del pequeño piso de Tessa se disolvió. Cortinas verdes de crepe abiertas, un gran closet a medio cerrar, y una cama King size tomaron su lugar, Magnus pudo ver la ropa descolorida en el canasto para lavar, si se inclinaba un poco por el pasillo, con la puerta del baño abierta el cepillo de dientes, seguía colocado descuidadamente ahí, sobre el lavabo. Pequeñas cosas que Alec no se llevo, que dejo repartidas por todo el departamento, libros sin terminar de leer en la sala. Leche de fresas en contenedores en el refrigerador. Helado de pistaches y galletas de mantequilla. Su taza favorita, el café en grano.
Sintió la fría mano entrelazarse con la de él. Y quiso alejarse, de la habitación, del piso, de Brooklyn, de Nueva York, del mundo, de él. Su corazón latía demasiado rápido. Aun así Magnus se afianzo a la extremidad, se sostuvo de ella y espero a que todo dejara de oírse como un pitido monocorde dentro de su cabeza. Como si una membrana de agua le impidiera escuchar bien. Alec dibujo círculos en su espalda, comprendiendo ante la postura encogida de él.
―Creo claramente que lo primero que deberías saber es que mentí.
Magnus parpadeo, antes de girar su rostro para verle.
―Tenía miedo, mucho miedo. Tu padre, para él éramos piezas de un juego. Soy un cazador, y he perdido tanto ―. Magnus asintió pensando en Max ―. Así que tenía miedo. Izzy, Jace, mis padres y tú. Ustedes son mi mundo. Tenía miedo, no de morir, si no de perderlo todo. Así que mentí, fui egoísta y camine al lado de tu padre. Magnus, fue mi decisión. Cada cosa, cada momento, todas fueron mi decisión. Pedirte una cita. Besarte por primera vez, escóndeme en este piso. Volverme costumbrista, una parte esencial de tu día. Aceptar la llave, irnos de viaje. Hacer el amor. Querer una vida contigo, todo lo elegí ―Alec, se pego un poco más, hombro con hombro, costado contra costado, con su rostro tan cerca que cada palabra era susurrada sobre los labios de Magnus ―. Porque en realidad soy egoísta, yo solo te quise para mí, no tome en cuenta tus sentimientos, busque respuestas donde solo había manipulaciones, y falle, quebrante tu confianza y probablemente, no, sin duda alguna yo rompí tu corazón.
―Alexander
―Cuando te encontré débil en la celda, con esposas y cadenas sentí una furia increíble, porque habías quedado al final y como siempre entre medio de una guerra, no solo por ayudarnos, si no por mí. Y recordé el East River, la camioneta flotante de Luke y tú sosteniéndome las manos mientras yo te daba mi energía, pero que podía darte yo en ese momento en los que también me era difícil mantenerme a mí mismo en pie. Y entonces Sebastian cerró las salidas y vino todo lo de Clary junto al plan de Jace y ella. Y después tu padre, y te quería a ti, a ti Magnus. ¿Cómo podría yo permitir eso? Tenía que protegerte, a ti, a todos. Así que yo lo hice, le deje ver mis sentimientos, mostré todo lo que es tentador para un demonio. Me vendí de la única forma en la que se me ocurrió ―. Alec le soltó para posicionarse frente a él, Magnus quedo con la sensación de vacío en la palma de su mano y frio en su costado ―. Magnus dime, ¿lo hice bien? ¿Funciono?
Magnus se vio a sí mismo, reflejado en el espejo del ropero, vio a Izzy gritando en medio del salón de los acuerdos con Simon abrazándole en el suelo. Vio a Jace con la mirada perdida, tocándose con dedos temblorosos su runa de Parabatai y Clary con las manos en la boca debatiéndose si acercarse ya fuera a su novio o a él, que estaba sentado, con las cadenas rotas enredadas y las lágrimas cayendo una tras de otra. Lo vio todo en cámara lenta, a los Lightwood corriendo hacia ellos, a Luke sacudiéndolo, a Jocelyn envolviendo protectoramente a su hija. Y el mundo se pauso. En una intermitente de sufrimiento y laceración. Volvió a mirar a Alexander, la esperanza refulgiendo tras el temor. Así que fue práctico, con él y consigo mismo
―Funciono.
―Eso es bueno ―. Alec sonrió y Magnus quiso abofetearle por tal acción ―. En realidad estaba un poco preocupado por ello, seguramente Izzy y Jace deben de estar muy enojados conmigo.
Algo dentro de Magnus, reventó. Sus cejas se juntaron y su estomago ardió, fuego vivo, negro, consumiendo todo.
―No van a perdonarte
―Lo sé.
―Izzy no ha dejado de llorar y gritar.
―Lo sé.
―No he podido salir del departamento y no como bien.
―Lo sé.
―Y ahora voy a golpearte.
―Me lo merezco
Magnus levanto ambos brazos, puños cerrados y garganta hecha nudo. Tomo todo el impulso que pudo y los dejo caer sobre el pecho de Alexander, no hubo ruido de molestia ni mueca de dolor. El proceso se repitió, una, dos, tres, cuatro veces. Los ojos de Magnus comenzaron a empañarse.
―Eres un idiota, estúpido, creído nefilim, ¿Piensas que puedes irte? ¿Piensas que puedes dejarme? ¡Eres un idiota Alexander! ¡Un idiota!
La fuerza de los golpes iba disminuyendo mientras que la voz se elevaba, rabia, impotencia, dolor, tristeza, nostalgia, felicidad. Una mezcla deficiente que había estado anidándole en el pecho, que lo había hecho caer en un bucle infinito de días rebobinados donde la existencia de Alexander era necesaria para seguir respirando, aun si esta fuese falsa.
―Lo siento.
― ¡No! ¡No, no, no! Me oíste, he dicho que no. Yo he dicho que no.
Magnus resbaló. Rodillas temblorosas y corazón hipeante. Se sentía perdido, como el niño que alguna vez había caminado todo el camino a casa, descalzo y con las pupilas grabadas de las manos de su padre matando a su madre. Alec lo sostuvo de sus brazos, bajando junto con él, le refugio en su pecho y se empapo el hombro con sus lagrimas calientes, y le escucho, voz rota, mirada acuosa y miedo palpable.
―Magnus. Conocí todo un mundo contigo. Aprendí a que se siente tomar de la mano a alguien por primera vez, a mandar mensajes de textos por la madrugada, a escaparme a mitad de la noche para dormir aquí, a esperar por la ventana las chispas azules de tu magia, aprendí a usar una cafetera y reír con Project Runway. Aprendí a no tener miedo por quien soy, aprendí a ser valiente, no para derrotar demonios si no para mostrarte ante todos, orgulloso, que yo había sido la persona que estaba contigo, que tu también me habías elegido. ¿Es curioso no? Que recuerde todas las simples cosas en lugar de épicas cacerías o la guerra.
―No es curioso, tú no eres simplemente un cazador, eres Alexander Lightwood. Mi Alexander.
―Tu Alexander, suena muy bien ―Los brazos de Magnus le rodearon la cintura, en esa posición, ambos de rodillas como si fuesen a rezar, Alec escondió su rostro en el hombro de Magnus, con sus manos firmemente ancladas en la espalda del brujo ―. Magnus ―. Murmuro, como si estuviese adormecido ― ¿Estaré aquí siempre, dentro de ti?
―Lo harás. Te has instalado aquí como si fuese tu hogar.
― ¿Me olvidaras?
―No. Si lo hiciese me encontraría entonces alguna cosa dentro del apartamento que me haría recordarte.
― ¿Lo prometes?
―Lo prometo, prometo dejarte vivir aquí por siempre, prometo conservar la cafetera y dejar a Isabelle entrar. Prometo cuidar de Jace y de ella en tu lugar, prometo no dejar de alimentar a presidente ni a mí mismo. Prometo, Alexander conservarte así ― fue el turno esta vez de Magnus de retirase un poco para poder tomar el rostro de Alec entre sus manos ―, sonriendo para mí.
Alec cerró sus ojos.
―Magnus Bane, te amo. Te amo, te amo.
Alec desapareció entre sus brazos. Una explosión multicolor de chispas y luces. Alexander se fue, junto con las paredes, las ventanas y la cama. El departamento del lado sur de Brooklyn se evaporo por uno con olor a té y hierbas frescas. Los brazos que antes le rodearan, fuertes y masculinos, ahora eran sustituidos por delgados y flexibles, recubiertos de seda roja, un perfume femenino, un cuerpo delicado.
Tessa le sostenía, mientras Magnus solo podía gritar, gritar tan alto, tan fuerte, que todo el lugar se estremeció, por él, por su amor y su final.