Finalmente.

Han pasado cuatro años, y por fin he terminado la traducción de esta historia. Estoy infinitamente agradecida por todas las personas que la han leído, en cualquier momento que hayan empezado a hacerlo. Es bastante frustrante cuando una historia no se actualiza constantemente, y aunque no hice mi mayor esfuerzo, siempre lo tuve presente. Es realmente complicado distribuir el tiempo para todo, pero realmente no puedo explicar la felicidad y satisfacción que siento por haber finalizado este proyecto.

Gracias, y espero que la hayan disfrutado como yo lo hice cuando la leí por primera vez.

Agradecimiento especial a la autora, Wingardium Leviosa 11, que me dio la autorización para traducir esta entretenida historia.

(Estaré subiendo esta historia a archieve of our own próximamente, y he trabajado fugazmente en decenas de ideas)


Epílogo

Al llegar, Draco trató de ayudar en la cocina, pero Molly lo envió al jardín con los demás, donde lo esperaba una sorpresa: una nueva escoba, aquella que él y Harry habían probado en la tienda de quidditch hace unos meses.

-Bienvenido de regreso al mundo mágico. -Le dijo Harry con una sonrisa. Cualquier otro día Harry se habría burlado de la patética obsesión en sus ojos al observar la nueva escoba, pero sabía que sus propios ojos mostraban la misma emoción cuando compró la suya.

Era algo que los unía, al final de todo.

Draco montó la escoba y se disparó hacia el cielo, ya no siendo restringido por las barreras invisibles y libre de volar donde quisiera. Cruzó el cielo sintiendo que ese día no podía ser mejor.

Ciertamente no podría ser mejor, pero tampoco empeoró durante la noche. Amigos y familiares se reunieron para celebrar, y por unos momentos Hermione recordó los días que siguieron a la derrota de Voldemort. Ahora era más feliz, sin embargo, ya que no estaban de luto, a menos de que contaran el orgullo de Lockhart. Hermione no lo hacía.

Cuando hubieron comido, tomado y festejado lo suficiente para llenar sus corazones, muchos regresaron a sus casas, deseándole suerte a Draco y felicitando a Ginny por su descubrimiento y a Hermione por el éxito de su propuesta.

Hubo un momento incómodo cuando se dieron cuenta de que no sabían dónde dormiría Draco esa noche. Le habían otorgado de nuevo acceso a su mansión (como a las múltiples residencias de su familia), pero no sabía si debía de ir ahí. Podía hacer lo que quisiera ahora, así que ¿qué quería ahora?

Estaba muy cansado para pensar al respecto, además de que todas sus cosas estaban en el apartamento de Hermione, así que aceptó la oferta de ir a casa con ella.

Además de que ella estaría ahí, una ventaja definitivamente.

Fue extraño dejar La Madriguera juntos, escogiendo ir juntos al apartamento en vez de que fuera la única opción. Notó el sonrojo de Hermione frente a la mirada de desaprobación de Molly.

Cuando llegaron, les sorprendió el silencio que reinaba en la sala de estar. Haber estado rodeados de personas y voces todos los días, y ahora les abrumaba la falta de ruido. El apartamento parecía aún poseer la tensión con la cual se habían ido en la mañana. Era como si las paredes no supieran que Draco era libre ya.

Cuando Hermione se volvió hacia Draco para preguntarle si necesitaba algo, se dio cuenta de que ya no estaba a su lado. Miró a su alrededor, en la cocina, en su habitación, pero él no estaba en ningún lado. Tampoco estaba en el baño, lo que significaba que… oh, no.

Corrío a su habitación para encontrarlo bailando como si fuera dueño del espacio, lanzando libros y fotografías mientras desordenaba las gavetas.

-¿Disculpa? - Exigió saber ella.

-He esperado todo un año para hacer esto. -Respondió, sin una pizca de arrepentimiento. Mientras Draco había sido un inquilino, la habitación de ella había estado prohibida, pero ahora tenía libertad de entrar y aparentemente, de hacer lo que quisiera con sus cosas.

Draco alzó un globo de nieve que los padres de Hermione le habían traído de unas vacaciones en las Bermudas.

-¡Deja eso donde estaba? -Le ordenó, riéndose mientras él trataba de averiguar qué era.

Aburrido, lo lanzó al suelo, donde se rompió en cientos de pedazos.

Hermione jadeó, pero antes de poder quejarse, Draco ya lo había arreglado con su varita.

-¿En serio lo rompiste sólo para poder arreglarlo con magia?

-Tal vez. -Respondió él con una gran sonrisa.

Ella se dejó caer en su cama y se frotó las sienes. ¿Cómo era posible que fuera más molesto ahora? Quizá no había considerado esto cuando estaba preocupada en salvar su vida.

Su debate fue interrumpido cuando una montaña de ropa cayó sobre ella.

-¿Qué estás haciendo ahora?

-Bueno, si voy a vivir aquí ahora vas a tener que darme espacio en el armario. -Le explicó, como si fuera lo más obvio del mundo. -Y necesitaré más espacio.

-¿Así que ahora vas a vivir aquí?

-Bueno, la mayoría de parejas casadas viven juntas.

Se levantó tan rápido que sus ojos se desenfocaron.

-¿CASADAS?

-Oh, ¿no te lo dije? Nos vamos a casar. Probablemente mañana. -Habló con tanta confianza, como si no tuviese que existir una discusión al respecto.

-Draco, ¡tenemos sólo diecinueve años! ¿No crees que deberíamos salir antes de decidir si queremos casarnos? ¡Y deja de tirar mi ropa al suelo!

Draco hizo una mueca antes de seguir desordenando.

-Granger, te he visto salir en citas, y no se te da para nada. No, vamos a saltarnos eso y casarnos.

-Se te olvida que no he aceptado, señor Malfoy.

-¡Como si fueras a decir que no! -La desafió con una mirada incrédula.

-Bueno, no estoy diciendo que sí. Y no me casaré contigo. ¡Al menos hasta que hayamos salido antes!

-¿Por cuánto tiempo debo salir contigo? ¿Dos semanas? ¿Tres?

-Al menos un año… quizá dos o tres.

-¡Un año! -Ahora era Draco quien estaba ofendido. -Eso es ridículo. ¿Tengo que llevarte a restaurantes, pretender escucharte cuando me hables de tu día y comprarte flores por un año?

-De hecho tienes que hacer eso también cuando estemos casados.

Draco colapsó en la cama junto a ella.

-Olvídate de casarnos. Eres muy exigente.

Los dos se quedaron en silencio. El cansancio estaba empezando a ganarles.

Finalmente, Hermione habló en voz muy baja.

-Sí vamos a salir, ¿verdad?

-Por supuesto que sí, no seas ridícula. -Le dijo mientras la veía con exasperación.

Ella sonrió y lo besó suavemente. Eso se convirtió en algo más que duró varios minutos hasta que Hermione rompió el abrazo en el que estaban.

-Bueno, si vamos a salir no creo que debamos vivir juntos.

-Hermione, hemos vivido juntos por un año.

-¡Pero no como novia y novio! -Ella odiaba cuán infantiles sonaban esas palabras.

-Está bien, Granger. En serio eres exigente. Sabes que si no vivo aquí tendrás que cocinar y limpiar tú misma, ¿verdad?

Ella consideró seriamente la situación.

-Supongo que tendrás que visitarme muy a menudo. -Declaró, sonriendo.

Draco entrecerró los ojos mientras ella seguía sonriendo con inocencia.

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Y así eran las cosas entre ellos. Discutían y se molestaban el uno al otro. pero se amaban con tanta confianza y profundidad que eso no importaba. No podían imaginarse de otra manera.

Quizá peleaban más de lo que lo hacían otras parejas, pero ambos eran obstinados por naturaleza. Eran apasionados y valientes, y nunca les asustaba herir lo sentimientos del otro cuando un punto debía ser hecho.

Y siempre se perdonaban. Luego de sus peleas de niños y la guerra, habían aprendido todo sobre la capacidad de perdonar. Y la practicaban todos los días, entre ellos y con el resto del mundo.

Crecían juntos, pero se mantenían como individuos, siempre apoyándose el uno al otro. Habían aprendido demasiado del otro, compartiendo secretos y memorias, hasta que sus vidas parecían nunca haber estado separadas.

Al unirse a trabajar en un propósito el resto del mundo temblaba: eran invencibles. Lideraban un movimiento para unir personas que se les consideraba malvadas e incapaces de reformarse para regresar a la sociedad. Conocían el poder del odio y la pérdida como también el de redención y amistad.

Amaban y vivían, vivían y amaban, y así es como la vida los encontraría cinco años después de la victoria en el juicio de Draco.

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-Ginny, ¿podrías decirle a Lavender que deje de ajustar esto tanto? ¡A penas puedo respirar! -Jadeó Hermione.

-Es tu culpa. Tu fuiste quien la hizo dama de honor. -Le contestó Ginny, con una aguda nota de resentimiento.

De las relaciones que se formaron después de la guerra, una de las más sorprendentes fue la amistad entre Hermione y Lavender. Ahora no podían imaginar pasar un día la una sin la otra. Por supuesto, no era la más sorprendente de todas las relaciones, siendo la más impactante la que se iba a sellar en unos veinte minutos.

-¿No quieres que Draco quede anonadado cuando camines por el altar? -Preguntó Lavender mientras amarraba con fuerza las cintas de corsé de Hermione.

-Claro, pero también me gustaría ser capaz de caminar por el altar sin desmayarme.

Lavender hizo una mueca mientras aflojaba la indumentaria, alivio inundando los pulmones de su amiga.

-¿Quién habría pensado que veríamos llegar este día? -Preguntó Ginny.

-Ya sé, ya sé. La más extraña de las parejas. -Contestó Hermione, cansada de escuchar cómo eran el "Romeo y Julieta" del Mundo Mágico.

-No me refería a eso. -Dijo Ginny, con una gran sonrisa dibujándosele en el rostro. -Es que nunca pensé que ustedes fueran a dejar de aplazarlo. ¡Cinco años!

Era algo sorprendente para todos que hubiesen esperado tanto, pero como rápidamente se dieron cuenta, no tenían prisa. Por primera vez en sus vidas, vivían sin plazos que fueran a vencerse. Podían tomarse su tiempo y hacer crecer su relación de la manera que quisieran, y no como "debería ser" según las expectativas de otras personas.

El suyo era un mundo de paz, y nadie los apresuraría hacia la felicidad.

Las amigas terminaron de prepararse y esperaban a que les dieran la señal de que había empezado la ceremonia. Hermione pensaba que debía estar aterrada, o al menos nerviosa, pero no habían mariposas revoloteando en su estómago. Después de todo, había enfrentado algo más aterrorizante que el matrimonio, y luego de casi haber perdido una vez a Draco, nunca le asustaría de pasar su vida con él, en vez de sin él. Finalmente fue hora de dirigirse hacia el altar. Hermione, Ginny y Lavender subieron la estrecha escalera trasera, esforzándose en no tropezar en los alto tacones. Ginny levitó la cola del vestido de Hermione para evitar que alguien la pisara.

Hermione escuchó la música y vio las sombras de sus damas de honor caminar hacia el altar. Finalmente, fue su turno.

Tomando el brazo de su padre, caminó hacia el arco de la puerta y miró la escena frente a ella, tomando una pausa para respirar profundamente y disfrutar el momento.

En frente de ella, y al final de un intimidantemente largo pasillo, estaba el niño que había odiado de pequeña y el hombre que había aprendido a amar más que a nadie más en su vida. Su mejor amigo, su confidente y con quien más peleaba. A su lado estaban sus dos mejores amigos, con quienes ella había experimentado las pruebas más grandes de sus vidas; le sonrieron cálidamente.

Llenando las bancas que estaban a la derecha e izquierda del pasillo en el cual ella caminaba ahora estaban sus amigos y familiares, de todas edades y contextos. Miró de reojo y vio a Pansy Parkinson junto a Luna y George. Frente a ellos estaban las gemelas Patil junto a Gregory Goyle. Del otro lado estaban los padres de Colin Creevey, ahora vecinos suyos, junto a su hijo Denis y la novia de este, una amistosa chica muggle. Frente a todos, estaba Narcissa, aún deteriorada física como mentalmente, pero estaba ahí. Andrómeda estaba a su lado, sosteniendo su mano.

Este era el mundo por el que Hermione había luchado, el mundo donde ella pertenecía. Estas eran las personas que sabía que se mantendrían a su lado en las buenas y las malas, justo como ella había estado para todos ellos.

Mientras se acercaba más y más a Draco pudo ver una lágrima en sus ojos y alcanzó su mano. Ambos comprendían cuán serio era ese momento.

Cuando fue momento de leer su votos, cada uno sacó el pergamino donde los habían escrito. Draco sacó el trozo de papel de su bolsillo, mientras que Hermione tenía el suyo enrollado en el encaje de su ramo de flores.

-Hermione Jean Granger. Hoy estoy frente a nuestros familiares y una multitud de personas que jamás habría considerado amigos si no hubiese sido por ti. Me enseñaste una vida de amistad, amabilidad y amor. Me introdujiste a sentimientos y valores de los que jamás había escuchado. A través de nuestros años juntos, me he enamorado más de ti cada día. Y me he sentido volverme una mejor persona cada día en este proceso. -Inhaló profundamente y la miró directamente, dejando olvidado el pergamino. -Hoy, prometo crecer contigo cada día. Prometo ser valiente y amable contigo, respetarte, apoyarte y amarte desesperadamente cada minuto por el resto de nuestras vidas. Prometo esforzarme por convertirme en un mejor hombre del que ves frente a ti y a alcanzar al menos un décimo del potencial que ves en mí. Prometo trabajar junto a ti en construir nuestra vida y enamorarme cada vez más de ti.

Hermione no estaba segura cómo se suponía que iba a leer su votos ahora. A penas podía ver el pergamino con su visión borrosa por las lágrimas acumuladas en sus ojos. Luego, ¿cómo podía comparar sus votos a los de él? ¿Cómo sus palabras podrían acercarse a las promesas que Draco le había hecho?

Todas las miradas estaban sobre ella y supo que debía hablar.

-Draco Lucius Malfoy, si me hubiesen dicho hace seis años que estaría en esta posición habría asumido que alguien estaba sosteniendo una varita contra mi cabeza. Pero creo que eso es lo que más amo de la vida: nos lanza situaciones que nunca esperamos y a veces crecemos con esas situaciones. Draco, no cambiaría estos seis años por nada en el planeta. Me haz hecho reír más que nadie. Me desafías todos los días para mejorar quién soy. Soy tan feliz de estar junto a ti hoy y que la vida haya unido nuestros caminos. Hoy juro tener fe y confianza en ti. Prometo apoyarte y siempre estar agradecida por tí. Prometo nunca dejar de discutir contigo y nunca suprimir quien eres cuando estemos juntos. Prometo trabajar junto a ti en construir nuestra vida juntos en este mundo, el mundo por el cual hemos trabajado tan duro para nuestros hijos.

Intercambiados los votos y una considerable cantidad de pañuelos utilizados por el público, el ministro procedió con la ceremonia. Se intercambiaron anillos, se leyeron fragmentos de los libros favoritos de cada uno y un beso selló sus promesas.

Hermione Granger y Draco Malfoy estaban casados.

Celebraron toda la noche con un magnífico banquete, cerveza de mantequilla y horas y horas de baile. Draco incluso logró convencer a su madre de bailar con él.

-Estoy orgullosa de ti. -Susurró en el oído de su hijo. Él también estaba orgulloso de sí mismo.

Para el novio y la novia, la noche voló. Constantemente eran separados por los invitados para felicitarlos, para fotografías y conversación.

Hermione finalmente logró escaparse a un rincón con un plato de pastel para observar la recepción. Sonrió ante la imagen que le dejó ver a todos sus seres queridos. Los habían sentado en largas mesas, y se dio cuenta de que dejaban una imagen similar al Gran Comedor de Hogwarts. Sin embargo, allí las mesas dividían a las personas, mientras que en su boda todos compartían mientras reían y conversaban juntos

No pudo evitar pensar que las cosas debieron siempre haber sido así. ¿Por qué crear divisiones tan innecesaria? Claro que le enorgullecía pertenecer a Grryfindor, pero ¿al final siquiera importaba? Estaba casada con el más valiente, amable, inteligente, ambicioso hombre que conocía.

Pensó entonces en la reciente oferta de trabajo que había recibido, justo una semana antes. Le habían ofrecido el puesto de profesora de transformación en Hogwarts. McGonagall había dividido su tiempo dando el curso junto a su posición de directora, pero ahora esperaba sólo dedicarse a dirigir el colegio. A Hermione le emocionaba la oportunidad de enseñar e investigar, pero por ahora su prioridad era continuar luchando por la tolerancia y aceptación en el Mundo Mágico, ahora desde su posición de profesora. Porque, ¿qué mejor lugar para esa tarea que Hogwarts? Tenía ya una lista de todos lo cambios que podía intentar hacer…

Pero entonces Draco la arrastró del brazo hacia la pista de baile y recordó que estaba en su boda. Habría días, semanas y años para pensar sobre su trabajo y sobre su futuro, pero hoy era sobre hoy.

Y mientras Draco la abrazaba y ella colocaba la cabeza sobre su hombro, pensó que esa noche, y su vida en general realmente, era innegablemente fantástica.