CAPÍTULO 7

"RESACA"

25 DE DICIEMBRE - 4:00 am

-¿Dónde..diablos..estoy?

La voz aguardientosa de Nakanishi Yuka se escuchó en la habitación, ni un sonido más. Era casi sepulcral. ¿Estaba en el sótano? El aroma a húmedo y polvo le parecían indicar que sí. No tardó en estornudar, casi pudo jurar que su cabeza estuvo a punto de explotarle cuando lo hizo: resaca. La boca seca y lo desorientada que se sentía eran producto de una muy fuerte resaca.

-Maldita Jurina, ¿de dónde sacó esas mañas?

Se levantó a rastras. Estaba sola, así que debía encontrar a Masana lo más rápido posible. Por lo que recordaba, ellas fueron las únicas que tomaron demasiado la noche anterior gracias a las "trampas" de Jurina. No sabía que la menor fuera tan buena jugando o no habría aceptado tal tontería. Aunque debía admitir, que se habían divertido mucho…o eso esperaba porque no recordaba mucho.

No hubo necesidad de buscar, su chica estaba acostada bajo el árbol de Navidad con una botella de vino en la mano y el rostro pintando con marcador permanente. Se observó las manos rogándole a todos los dioses no haber sido tan estúpida para ser ella la que lo escribiera pero las manchas negras en sus dedos confirmaban su sí temió por su vida como nunca antes, y para colmo, los mensajes no eran precisamente algo que alguien quisiera tener grabado en la cara, menos en Navidad: "Yuka es mi Diosa", "Nishishi estuvo aquí" "Nishishi cosita" "puta la que lo lea".

"FUCK, caí en mi propia trampa con lo último. Estúpida."

Obviamente no iba a esperar a que su mujer se levantara y la asesinara. Aprovecharía que estaba completamente inconsciente para lavarla. Si no se quitaba, tendría que destruir cada uno de los espejos de la casa hasta que se le borrara todo.

Ni siquiera se preocupó por saber dónde estaban las otras dos…


El calor que se sentía en la habitación de Matsui Rena era agónico, las ventanas estaban empañadas debido al cambio de temperatura entre lo que ocurría adentro y la nieve aglomerándose afuera.

En la cama, Rena estaba de rodillas a horcajadas sobre el rostro de Jurina, tocándose los pechos sudorosos. Toda ella estaba cubierta de sudor, moviendo suavemente las caderas aunque el ritmo en realidad lo llevaba Jurina con la lengua.

Era un millón de veces mejor de lo que ella había imaginado. Llevaban horas haciendo el amor y Jurina era simplemente incansable. ¡Y Rena igual!

La espalda larga de la mayor se arqueó hacia atrás, las fuerzas en las piernas se le acabaron cuando Jurina logró llevarla a otro orgasmo. Ese calor recorriéndole cada fibra de su ser, la humedecían aún más de lo que ya estaba, seguro Jurina se llevaría algo de eso en la lengua al final.

Pero si por un momento Rena pensó que eso sería todo, estaba equivocada. SU idiota pelinegra se puso de rodillas, dejando que la mayor se acostara en la cama (quizá esperando a que recuperara un poco el aliento). Una vez cómoda, la menor le abrió las piernas y Rena, con un fingido pudor, intentó cerrarlas. La mirada de Jurina era como la de un tigre a punto de atacar; nuevamente la lengua contraria la comenzó a explorar, aunque evadiendo por el momento el clítoris. Sabía que todavía estaba algo sensible. Parecía ser feliz sólo comiendo los líquidos que fluían de Rena. Con cada toque de su lengua tersa se iba encendiendo algo dentro de la mayor nuevamente. Jurina la estaba llevando a la locura y ella no pondría resistencia alguna para evitar que eso pase.

No había necesidad de palabras, Jurina parecía entender lo que Rena con una sola mirada.

-Tonta…-suspiró, peinándole el cabello a la menor. Jurina sonrió ante el llamado, cerrando los ojos un momento para acelerar el ritmo de sus ataques provocando que la mayor le jalara el cabello mientras se retorcía de puro placer. Y no tuvo que esperar mucho más, Jurina se reacomodó (sin dejar su labor en el centro con la lengua) quedando de rodillas. Aferró una de sus manos al muslo de Rena, usando la mano libre para meterle dos dedos. Esta intromisión repentina, hizo que la pálida chica sudorosa gritara entre un gemido el nombre de su atacante.

Una y otra vez, los dedos de Jurina se deslizaban dentro de ella con mucha facilidad debido a lo mojada que estaba. La menor aprovechó para subir con besos por el vientre de su chica; besando las costillas que se topó hasta llegar a los pequeños pero perfectos pechos de Rena, todo sin dejar de masturbarla. Era increíble como la menor podía encender con tanta facilidad sus bajos instintos; todo lo que Jurina hacía la excitaba, quería sentir sus manos sobre su cuerpo, sus labios y lengua recorriéndola entera. Quería escucharla decir que la amaba casi tanto como escucharla decir cosas pervertidas. Jurina le daba todo eso, las dos cosas: amor y perversión. Parecían estar hechas la una para la otra, tanto fuera como dentro de la cama.

Rena ya no sabía que hacer con las manos, así que las aferró al cabello de Jurina y luego, cuando la tuvo más cerca, a la espalda de la menor. La quería sentir más cerca, mucho más de lo que ya estaban.

Unos gemidos salieron de sus labios cuando Jurina le mordió el cuello y unos cuantos gemidos más fueron silenciados momentáneamente cuando la menor buscó la boca de Rena para obtener unos besos. La saliva de ambas se mezclaba en un beso fuera de ritmo debido a lo mal que estaba Rena; jadeaba con mucha dificultad al sentirse cerca de esa ansiada ola de felicidad. El calor del cuerpo de su amante hacía que todo fuera más sencillo para sus sentidos. Pronto la cadera de la mayor perdió el control y comenzó a temblar junto con sus piernas. Un largo y delirante gemido golpeó las paredes de ese cuarto. Incluso Jurina gimió de placer al escucharla y porque las uñas de Rena le habían dejado unas marcas rojas en todo lo blanco de su espalda producto de la lujuria provocada.

Ambas terminaron abrazadas, besándose muy lentamente hasta recuperar el aliento; Jurina besó todo el rostro sudoroso de Rena y ésta última estuvo a punto de ronronear de felicidad. Unas pequeñas risas y cuchicheos cursis se fueron apagando poco a poco, sin darse cuenta de que el sol amenazaba con salir ya en el horizonte.


-¡No me importa un carajo! ¡Quiero ver a Rena y tú me vas a decir dónde está!

La mangaka más prometedora de Japón, Furukawa Airi, se encaraba públicamente con Mariko Shinoda quien fungía como la editora de la casa editorial a dónde pertenecía Matsui Rena.

-¿Y por qué se supone que tendría que darte esa información? -Dijo la alta mujer, sorbiendo lentamente su té de manzanilla.- Ya me dijiste que necesitas verla y ya te dije que ella no quiere que nadie la moleste. Y estoy segura que de todas las personas en éste mundo, eres la última a la que ella quisiera ver. Entonces, vuelvo a preguntar ¿Por qué se supone te diría dónde está?

-Porque...no, no te diré. Tengo mis razones y esas las voy a hablar con ella directamente. Las cosas se van a arreglar entre Rena y yo.

-Umm.. ¿Así que los rumores son ciertos? ¿Eres soltera nuevamente? -La sonrisa de Shinoda se amplió. La chica era la exnovia de Rena, esa mujer que llevó a la destrucción a Rena pero la fuente de inspiración de la misma para esa novela ganadora ya de muchos premios. Podía saborear "el drama" si llegaba a soltar la información, pero no le convenía. Justo en esos momentos Rena le había estado enviando adelantos de lo que (a su parecer) podría convertirse en otro éxito en ventas. Si le enviaba a Airi, toda esa inspiración se iría al carajo. "Primero muerta antes que perder millones" pensó para sí misma, aunque sabía que la mujer parada a su lado no se iba a dar por vencida tan fácil. Tendría que pensar en algo, pronto.

-Eso no le interesa, necesito ver a Rena. No contesta mis mensajes y sé que esta fecha es muy importante para nosotras.

-"¿NOSOTRAS?" Señorita, discúlpeme, pero no creo que Rena esté pensando en usted. Ella ya tiene con quien compartir la Navidad. O eso espero, no creo que sea tan tonta…-lo último lo murmuró para ella misma. No confiaba mucho en las habilidades seductoras de Rena.

La respuesta de Shinoda no fue exactamente lo que la chica quería oír y se notó de inmediato: Airi tiró todo lo que estaba en la mesa de la editora, soltando un gruñido y una amenaza antes de irse…

-¡RENA ES MÍA. Y SU HISTORIA, ES NUESTRA!

Shinoda no tardó en enviarle un correo a Rena:

"Me debes un té y una camisa de Seda nueva.

XoXo"

No le preocupaba en lo mínimo aquella amenaza, dar con Rena era casi imposible. Sin embargo, la mujer no se dio cuenta de que un reportero estaba en una mesa cercana y que, para su mala suerte, había escuchado todo tomando fotografías con el celular. Si bien en los tabloides se discutía el tema sobre la posible inspiración de Rena en la historia, ahora lo acababa de confirmar. El reportero tenía una bomba en sus manos. Una que costaría muchísimo dinero.


Rena abrió los ojos lentamente, todo estaba oscuro en la habitación, como siempre. Sin embargo, había algo diferente en ese despertar: unos brazos la sostenían de la cintura y un ligero respirar se escuchaba a sus espaldas. Podía sentir el cosquilleo de la misma en su nuca.

No fue un sueño. De verdad había pasado.

La sonrisa de Rena se hizo enorme al acomodarse en el abrazo, pegando su trasero en el abdomen plano de Jurina. Seguían desnudas. La sensación hizo enrojecer el rostro de la mayor. Iba a meterle mano a la menor cuando el timbre de la casa sonó.

Rena se separó de inmediato, rodando hasta caer al suelo con la sábana enrollada y empujando a Jurina quién terminó cayendo del otro lado. Rena encendió la luz rápidamente dejando ver su rostro lleno de pánico.

-¡AGHH! ¿Qué sucede? -Jurina se asomó en el colchón con el cabello como león, lamido de un lado. Con los ojos cerrados todavía, sus manitas buscaban aferrarse a algo en la cama para volver a subirse.

El timbre nuevamente pero ahora con algo más de prisa.

-JURINA… -le gritó en susurros. -VÍSTETE…

-Pero Rena chan…tengo sueño…-abrió un ojo para verla con algo de dificultad-… y estoy muy cansada… -a esto último, le añadió un guiño con una sonrisa como de galán de novela barata. Rena le dedicó una mirada de pánico, aventándole lo que tuvo a la mano.

Unos golpecitos a la ventana hicieron saltar a las dos chicas.

-Renita~ cariño~ ¿estás en casita?

La voz gangosa de Masana hizo que Jurina se levantara de golpe, entrando en pánico. Se movía en pequeños círculos en su mismo lugar, agitando las manos. Rena se tuvo que aguantar la risa, adiós a la imagen de seductora que tenía segundos antes.


Jurina y Rena se estaban conteniendo las risas mientras Nakanishi las veía con el rostro afligido. La ikemen tenía el rostro lleno de cosas léperas escritas con plumón permanente, casi podían verse lagrimitas queriendo salir de sus ojos, mas que de vergüenza que de otra cosa.

-El desayuno está listo~ -Masana entró con una bandeja con sándwiches hechos con el recalentado del pavo y un platito de sopa de fideos para Rena. Al pasar, golpeó a Nakanishi con el codo "sin querer". Jurina emitió un sonido garraspeado con la nariz al aguantar la risa, Rena tuvo que pellizcarla aunque ella igual tuvo que mirar a otro lado. Las dos mujeres frente a ellas estaban llenas de marcador permanente.

-Fue una linda Navidad.. ¿nee? -Jurina dijo apenas con un hilo de voz. Aunque no se pudo aguantar más, terminó soltando la carcajada. Segundos más tarde, todas se unieron al coro de risas y bromas que no tardaron en comenzar.

Rena se sentía en familia, enamorada y feliz como nunca lo había sentido. De no ser por la mano de Jurina que la sostenía por debajo de la mesa, pensaría que no era real.

"¿Quieres ser mi novia?"

Nunca pensó que una pregunta podría ser el mejor regalo de Navidad que le hayan dado. Jurina era una idiota cabeza hueca, pero era la idiota más dulce y tierna del planeta.

"Sí, sí quiero ser tu novia."