Ufff... hace mucho que no actualizaba en esta historia, pero ya está :). Avisoooo que tal vez hoy actualice otra historia , aunque no sé muy bien que cuál será xD. Cómo sea, ¡disfrute de la lectura!

Disclaimer: Frozen NO me pertenece, sino que a Disney y a sus asociados.


Frío

Por E. Waters

Capítulo IV

Los intensos ojos miel de Gunther se posaron de forma gallarda sobre las figuras de sus primas lejanas, Elsa y Anna. La verdad, era que el príncipe dese siempre había amado a Elsa, a tal punto de quererla casi con locura.

Sin embargo, él estaba consciente que él no era el partido más predilecto entre los tantos posibles prometidos, de la llamada por el pueblo de Arendelle 'la reina del hielo'. Y es que claro, Gunther estaba emparentado lejanamente con la familia real del mismo Arendelle, mas era simplemente hijo de un conde empobrecido.

Es más, si no fuese por el dinero que mensualmente ganaba como consejero más cercano a Elsa, él y sus otras cuatro hermanas menores estarían completamente en la ruina.

Por lo cual, cuando escuchó y vio lo que sucedía con la reina y la princesa, él supo que era tiempo como para tomar una oportunidad, una oportunidad única y que sería irrepetible.

—Escuchen, primero que nada quiero dejar en claro yo amo realmente a Elsa y…

—¡Tú no amas a mi hermana! — dijo entonces Anna, casi chillando. — ¡y ella nunca, nunca será tuya!

—Anna, por favor, cálmate —habló la reina, viendo que era inevitable que Gunther pidiese algo a cambio d su silencio — continúa—añadió, mirando fríamente a su primo, al cual una vez creyó que podría confiarle todo.

Pero obviamente, la joven se equivocaba.

—Como decía, reina Elsa — y otra vez el tono de Gunther era amable y educad, y no malicioso cómo en primera lo era— usted se casará conmigo, a cambio de mi silencio.

—Dices que me amas, Gunther, pero lo que me pides es cómo si sintieses totalmente lo contrario. — la voz de de Elsa sonaba sumamente dolida, y en cierta forma decepcionada, cosa que el chico captó de inmediato.

—Usted no entiende, reina Elsa…— los ojos mieles del joven se posaron sobre los azul hielo, de la cual era su prima. — si no fuese porque he descubierto su… desliz con su hermana, usted jamás me miraría más allá que un simple consejero.

Elsa suspiró.

—Y es porque aunque te aprecio, Gunther, aunque no te amo.

El muchacho, el cual tenía una intensa cabellera azabache, miró atento a Elsa, sin desprender ni un solo instante sus ojos de la figura de la chica.

¡Tanto, pero tanto él le amaba…!

—¿Lo oyes, Gunther? ¡Elsa no te ama! —una triunfal sonrisa se dibujó en la cara de Anna, mirando con desprecio al chico.

—Eso es cierto, y lo acepto — esta vez, el joven príncipe se tornó más serio —pero también es cierto que la reina Elsa necesita un esposo, un esposo para procrear herederos al reino y que la dinastía de la familia perdure.

—¡Ella no necesita ni un esposo! — a cada momento que pasaba, Anna comenzaba a descontrolarse, y es que la idea de tener que compartir a Elsa, su Elsa, le aterraba por completo.

—Lo que Gunther dice, es correcto, Anna— la voz de la reina era fría, helada, congelada.

—¿Entonces...? —Gunther tragó con suma dificultad, como no pudiendo creer lo que estaba a punto de suceder, si es que sus cálculos eran los correctos.

—Mañana le daré una respuesta… ahora le pido que por favor se retire, debo de conversar con mi hermana.

El muchacho, sabiendo muy bien que en el fondo a su prima no le quedaba más remedio que aceptar esa horrible petición para ella, pero bendita petición para él, hizo una pequeña reverencia y salió de la habitación.

—Elsa, tú no puedes estar pensando en…

—Sí, así es, Anna.

Los ojos azules verdosos de la princesa se abrieron mucho.

—¿Es que le amas, Elsa?

—Por supuesto que no, Anna, yo te amo a ti, pero…

—¿Pero? — un angustioso dolor se comenzó a gestar en el pecho de la chica menor.

—Lo que él dice es lo correcto.

Y la figura estoica de Elsa, se quedó estática en su puesto; lógica, siempre la lógica le había salvado en sus peores momentos, pero ahora era esa misma lógica que la llevaba pensar en hacer cosas que no le agradaban en lo absoluto.

—Conversaré con Gunther.

—¡No! — exclamó Anna, tomando de los hombros a su hermana menor, y acorralándola por la pared. — Elsa, tú eres mía, ¿no entiendes? — y el dulce aliento de Anna chocó contra el níveo cuello de la reina.

—Anna…— la voz de la muchacha parecía casi quebrarse— es por el reino.

—A la mierda el reino — y Anna sujetó la nuca de Elsa, y ambas se unieron un beso, un beso que mientras la chica de cabello rubio platinado hacía lo posible por detenerlo, la otra joven hacía justamente lo contrario.

¡No sientas! ¡No sientas!

Pero, oh, ella estaba sintiendo y mucho más de lo que alguna vez ella pudo había creído o imaginado inclusive.

Pronto el cuerpo de Elsa se volvió menos tenso, y más relajado, probablemente debido a que el beso se volvía más apasionado, más intenso. Y si bien, ella deseaba pararlo, volver a la frialdad de siempre, simplemente algo se lo impedía.

—Por favor, detente…—susurró Elsa, sabiendo muy bien que podía el control perderse en cualquier momento.

—No, Elsa, esta vez yo seré la reina… — dijo Anna, sonriendo como nunca antes lo había hecho. Entonces, la mano derecha de la chica bajó del hombro hacia los muslos de su hermana, tal y como lo había hecho ya con anterioridad.

De pronto, comenzó a nevar en la habitación, tal vez debido a que Elsa estaba comenzando a dar rienda a sus sentimientos.

—Vamos, Elsa, abre la boca — indicó Anna, y cuando la mayor de ambas muchachas estuvo a punto de finalmente ceder, de darle todo ese cariño y aprecio, además de deseo, que estuvo reprimido años y años, cuando alguien tocó la puerta.

— Reina Elsa, se supone que la reunión comenzó hace media hora atrás — se escuchó decir a uno de los tantos sirvientes del castillo.

Y todo aquel cálido ambiente que se había formando entre las dos hermanas se rompió, y todo se heló por completo.

—En seguida voy, Owen — dijo la chica, la cual tenía el labio algo magullado, debido a la intensidad con que la propia Anna le había besado.

—Nos vemos, Elsa. — y los de Anna estuvieron más oscuros que nunca.

Durante la reunión, y si bien Elsa hacía lo posible como para poner atención a lo que los otros nobles decían, sentía la intensa mirada color miel de Gunther, los cual hacía recordar el grave dilema que estaba incrustado en su cabeza.

—Por lo tanto…—dijo de pronto Terrence, un importante conde de Arendelle — si usted lo aprueba, reina Elsa, el día donde se celebrará la concesión de los reinos aliados, se llevará a cabo en exactamente una semana más.

—Estoy de acuerdo —respondió la reina, y aunque sonaba totalmente concentrada, su cabeza como ya se ha mencionado anteriormente, estaba ubicada muy lejos de aquella reunión.

De esta manera, la reunión continuó y más pronto de lo que Elsa supuso esta terminó. Los nobles de a poco comenzaron abandonar la habitación, sólo quedándose Elsa y Gunther a solas en esta misma.

—¿Y ya ha hablado con su hermana, reina Elsa?

La muchacha miró fijamente a Gunther. ¿Quién hubiese imaginado que el amable y noble primo lejano, que buscaba ayuda económica en vista que su condado estaba empobrecido, la pondría en semejante situación?

—¿No está usted consiente, Gunther, que con todo esto lo que menos hará es que me enamore de usted?

—Aunque así fuese, no me importa; igualmente yo podría compartir mi vida con la suya, compartir los mismos hijos, la misma realidad.

—Pero, ¿no le da remordimiento que yo sólo piense en Anna? ¿Qué gracias a usted que nosotras…?

—¿Tendrán que esconderse? Sinceramente, reina, debe pensar las cosas… como ya he dicho ya, si no soy yo será otro. Tome en cuenta, que yo guardaré su secreto, y si me llega a dar hijos, yo…

—¿Usted…?

—Yo tal vez podría tolerar que tenga a Anna como amante.

Los ojos azules hielo de la muchacha se abrieron mucho.

—¿Un hijo, a cambio de mi amor por Anna?

—Exacto — Gunther se humedeció los labios — además, tendría usted un heredero para su reino, y todo terminaría por zanjarse de una buena vez por todas.

Sin embargo, él solo saber para Elsa que alguien que no fuese Anna la tocase de 'esa' forma, la aterraba por completo. Aunque por supuesto, si lo pensaba con calma, Gunther sería casi el esposo deseado.

—Hablaré con Anna.

—Piense en el bien de su reino, reina Elsa — recordó Gunther a su prima — lo que yo le ofrezco es difícil de igualar.

—Lo sé, Gunther, lo sé.

Siendo así, la joven reina después de una ardua jornada de trabajo abrió la puerta de su alcoba, y sin poder dar siquiera un respiro algo, o más bien dicho alguien, se lanzó a sus brazos, y posó un beso en su cuello.

—¿Anna…?

—Shhh…

—No, Anna, espera — y Elsa miró decidida a su hermana — necesitamos hablar.

—¿No te gustaría mejor que continuáramos, lo que dejamos pendiente?

—Gunther me ha ofrecido una propuesta, y tenemos que hablar sobre eso, Anna.

La chica de cabellos cobrizos hizo un mohín de disgusto, aunque sabía en el fondo que tarde o temprano debían ellas dos sacar ese tema en conversación.

—¿Qué te ha dicho? — la voz de la más joven de ambas chicas, sonaba seca, amarga y hasta cierto punto algo austera — ¿acaso no le ha quedado que tú eres sólo mía, y de nadie más?

—Anna, escucha…— Elsa miró más seria que nunca a su hermana. — Gunther me ha dicho, que si yo le entrego un hijo, un heredero a Arendelle, él me dejará libre como para estar contigo.

—Pero si quiere un hijo, eso quiere decir que…

—Sí, que me tocará — pero rápidamente la muchacha añadió otra cosa más — pero yo siempre estaré contigo, Anna. Además, piensa, ¿qué otro hombre me daría esa semejante propuesta? ¿No entiendes? Después de tener a un hijo, podremos estar juntas.

—Elsa, yo te amo, tú me amas… ¿por qué debemos, entonces, esconder nuestro amor?

—Porque está prohibido, Anna.

—¿Prohibido según quién?

—Según los tiempos más remotos — Elsa miró con genuino cariño a su hermana — por favor, entiende que no podremos conseguir algo mejor de lo que Gunther nos exige.

Y entonces, Anna supo una respuesta.

Pasó pues bien, una semana, hasta que finalmente se celebrase en Arendelle la reunión entre los reinos concesionados.

Estaban todos sentados en una larga mesa, en donde se encontraban los máximos representantes de cada reino cuando de pronto la propia Elsa pidió la palabra, a lo que todos escucharon atentos.

—Muy bien, como todos ustedes sabrán para seguir reinando necesitaré a un rey consorte…

Las manos de Anna se empuñaron con fuerza, mucha fuerza, al punto de que sus nudillos emblanquecieron por completo, a la vez que Gunther abría mucho los ojos, y es que desde su última conversación que no había cruzado palabra con su prima, o al menos no en privado.

—Y he tomado la decisión, estando apoyada por la princesa Anna que aquel futuro rey consorte, será mi primo, el príncipe Gunther de Viriond.

Anna cerró con fuerza sus ojos, casi no pudiendo evitar llorar, llorar por compartir a Elsa, a la que casi le pertenecía por derecho, y por dejar que alguien quién no fuese ella la tocase.

La tocase…

Gunther, entonces, se levantó de su asiento, él cual estaba justamente ubicado al lado derecho de Elsa, e hizo una péquela reverencia.

Todos los presentes celebraron a los novios, pero era más que evidente que Anna no estaba en lo absoluto contenta con esa idea; no quería perderla, no quería compartirla, no quería dejar que nadie quién no fuese ella, la amase de esa manera…

—¿Princesa Anna, no está contenta por la noticia? Parece que casi fuese a llorar... — comentó el barón de Brehna, mirando con sus ancianos ojos la menuda figura temblorosa de la princesa.

—Es la emoción, barón.

Aquella noche, después de que la reunión hubiese terminado, Elsa con una mueca en su cara se dirigió hacia sus dependencias, pero para sorpresa de ella, o tal vez no, allí se encontraba su hermana, sobre su cama, con una camisola casi transparente.

—¿Anna? — preguntó con voz ronca.

—Si no te puedo tener por siempre, Elsa, al menos déjame ser la primera. — susurró la muchacha al oído de la reina.

La joven de ojos azul hielo, miró atentamente a su hermana menor, y seguidamente acarició la mejilla de ésta, la cual había comenzando a emanar lágrimas de sus ojos.

—Anna, no llores… por favor no llores.

—No quiero perderte, Elsa — sus ojos estaban enrojecidos y atiborrados de lágrimas — por favor — repitió — permíteme ser la primera, la primera vez que estarás con alguien de esa forma.

—Oh, Anna… —y la muchacha tomó delicadamente el rostro de su hermana menor, y seguidamente depositó un helado beso sobre los cálidos labios de Anna, una sensación que se contrastaba y complementaba al mismo tiempo. — Yo te amo, en serio que sí…

—Entonces demuéstralo. — dijo la chica, mirando directamente a los ojos a Elsa, antes de fundirse en un profundo y embriagante beso.

Las muchachas, siendo así, comenzaron de a poco a tocarse, de apoco a acostumbrarse de la anatomía de la otra, y fue cuando sus cuerpos se fundieron y las dos pudieron llegar al límite al unísono.

Al despertar, Anna tenía rodeada a Elsa por la cintura, y ella supo, supo que a pesar de todo, Elsa siempre sería suya.


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Por favor, no me manden amenaza de muerte después de este capítulo ú,u... aún así, espero reviews, ya saben, me ayudan de mucho para continuar.